Mis dos maridos
Durante un breve tiempo, perteneci a dos hombres que casi acaban con mi cuca
Cuando mis papas estudiaron en la universidad conocieron a Asdrúbal. Se hicieron muy buenos amigos, al igual que con la novia de Asdrúbal, Elena, la cual es su esposa actualmente. Ellos se conocieron comenzando la carrera. Asdrúbal estudiaba administración de empresas para poder administrar la hacienda de su papá en los llanos orientales. El es hijo de un importante ganadero de esa región. En ese tiempo mis papas ya estaban casados y yo ya había nacido mientras que Asdrúbal solo tenía como novia a Elena.
Cuando terminaron la universidad, mis papas se quedaron a vivir en Bogotá, mientras que Asdrúbal se casó con Elena y se fueron a vivir a la hacienda de su papá. Después de unos años Asdrúbal quedó al mando de los negocios en su hacienda. Aunque mis papás, fueron muy buenos amigos en la universidad con Asdrúbal y Elena, luego de terminar de estudiar y comenzar la vida laboral, el contacto se hizo escaso. Hablaban muy de vez en cuando, siempre de manera cordial y amistosa, pero no lo hacían muy seguido. A veces pasaban varios meses sin hablar.
Pasaron muchos años para que ellos se volvieran a encontrar. Luego de hablar escasamente durante mucho tiempo, Asdrúbal y Elena nos invitaron a su hacienda. Invitaron a toda mi familia, a mis papas, a mis hermanos y a mí. Eso fue cuando había cumplido catorce años. Prácticamente todo ese tiempo pasó hasta que mis papas y Asdrúbal se volvieran a encontrar.
Fue un paseo muy rico. La hacienda esta ubicada cerca de Villavicencio, en los llanos. En esa oportunidad conocí esa región tan linda de mi país. También pudimos conocer la hacienda. Una casa blanca de dos pisos con balcón, rodeada de grandes zonas verdes y al fondo se encontraba la zona para el ganado y la producción. Conocimos a los hijos de Asdrúbal y Elena, un niño de quince años llamado Juan Andrés y una niña de doce años llamada María Elena. Una familia muy bonita.
No pasó nada extraordinario en ese viaje aparte de las cosas que normalmente suceden en un paseo a una hacienda. Los mayores tomaron trago, bailaron. También fuimos a sitios cercanos donde nos tomamos fotos, nos bañamos en la piscina de la hacienda, hubo asado, en fin, las cosas que se hacen normalmente en este tipo de viajes.
Cuando yo tenía quince años, era una niña muy bonita, modestia aparte. Obviamente no me había desarrollado totalmente, así que no tenía los atributos de los que tanto me enorgullezco hoy día. Pero en aquella época, tenía un cuerpo lindo y una cara bonita, así que en ese paseo hice amigos. Nada extraordinario solo que con ellos pase muy buenos momentos. De ese viaje, tengo muy buenos recuerdos aunque también tengo uno que me dejo un poco inquieta durante unos días después de ese viaje.
Un día saliendo de la piscina en la hacienda me encontré con Asdrúbal. Él estaba sentado en una de las sillas que se encontraban alrededor. Yo lo había notado pero no le había puesto atención. Cuando salí de la piscina, Asdrúbal se paró de la silla donde estaba y de inmediato me acerco una toalla. Yo quedé un poco sorprendida al igual que avergonzada, me ruboricé y esto le causó gracia a él.
Asdrúbal me dijo: no te pongas así mi niña, déjame atenderte bien y ser amable contigo. Yo solo dije gracias. Él me llevo a una especie de bar que estaba al lado de la piscina y me ofreció una bebida. Cuando me dio la bebida me dijo: Estas muy linda, me da envidia de tu novio, la verdad yo quisiera ser tu novio. Cuando termino de decir eso me acarició la cintura y se fue. Yo quedé un poco sorprendida y bastante avergonzada por eso, pero todo terminó ahí, no le puse mucha atención. Ya después de unos días, me daba risa acordarme de ese momento.
Luego de ese viaje, mis papas y Asdrúbal, volvieron a lo mismo de antes. Pasaban varios meses sin que se hablaran y mucho menos sin que se vieran. Volvieron a pasar unos años, más exactamente diez, hasta que las dos familias nos volvimos a encontrar.
Este encuentro se realizó en Bogotá, fue en la fiesta de matrimonio de mi hermano mayor. Yo tenía 24 años, ya era toda una mujer y tenía muy buenos atributos. Ya para esos tiempos lucía escotes que dejaban boquiabiertos a los hombres y tenía las piernas que tanto me enorgullecen.
En esa fiesta bailé con Asdrúbal y me estuvo coqueteando bastante, aunque sin pasarse. Mientras yo estaba sentada, Asdrúbal no dejaba de verme las piernas. En esa fiesta tenía un vestido largo, con una abertura en la parte derecha, gracias a esta abertura se me podían ver las piernas cuando me sentaba. Asdrúbal no me quitó el ojo de encima, me miraba las piernas y las tetas, pero todo quedó ahí, no pasó nada más. También bailé con el hijo de Asdrúbal. Él ya tenía 25 años, y ya era un hombre muy atractivo, tenía una cara preciosa. Juan Andrés también me miraba bastante, pero era algo tímido, así que no me coqueteo para nada, aunque no me quitaba sus ojos de mis piernas más que todo. Fue una fiesta buena, incluyendo los coqueteos de Asdrúbal. Lastima que él no era un hombre atractivo, su cara era tosca y también sus modales y lenguaje. Su cuerpo no era atractivo para nada. Cuando nos despedimos en esa fiesta, me tomo por la cintura y me dio un beso en la mejilla. Luego de este encuentro, volvieron a pasar unos años para volvernos a ver. Fue una fiesta normal, excepto por el hecho que Juan Andrés me impactó bastante por su atractivo, la verdad me gustó ese hombre.
Asdrúbal y su familia no pudieron venir a mi matrimonio, así que pasaron casi diez años para volvernos a ver. Un día por la mañana mi mamá me llamo contándome que el hijo de Asdrúbal, Juan Andrés, venía para Bogotá porque iba a hacer un curso. Mi mamá me dijo que Asdrúbal le había pedido que como el curso que iba a realizar Juan Andrés era corto, de tan solo dos meses, le dejara quedarse con ellos durante ese tiempo. Pero mi mamá le había dicho que donde ellos vivían no había una habitación para acomodarlo, así que mi mamá me pidió que alojara a Juan Andrés en mi apartamento por algunos días. Le dije que le iba a preguntar a mi esposo a ver si había algún problema. Esa misma tarde llamé a mi mamá desde la oficina y le dije que había hablado con mi esposo y que no había ningún problema en que Juan Andrés se quedara en nuestro apartamento mientras culminaba su curso.
Al día siguiente, me llamó Asdrúbal para concretar el alojamiento de Juan Andrés y para decir lo agradecido que estaba. Juan Andrés comenzaba el curso un lunes, así que llegó junto con su papá a Bogotá un viernes. Ellos llegaron a mi apartamento en la tarde, los invitamos a comer con mis papas y pasamos una reunión muy agradable. En esa reunión nuevamente Asdrúbal me miraba de forma descarada aunque no me coqueteo ni nada por el estilo. Esa noche tenia una blusa escotada y un pantalón ajustado que dejaba notar mis piernas y por supuesto mi culo.
Juan Andrés estuvo contándonos sobre su vida en la hacienda, sobre su vida personal, nos contó que tenía planes de matrimonio. Había estudiado la misma carrera de su papá y se preparaba para hacerse cargo por completo de la hacienda.
Yo esperaba las miradas y coqueteos de Asdrúbal, pero me sorprendieron dos cosas. La primera era que Asdrúbal no me coqueteo, solo me miró y la segunda es que un nuevo hombre me comenzó a mirar descaradamente pero a la vez con timidez. Juan Andrés, el hijo de Asdrúbal, mi miraba toda, pero cuando yo lo miraba, cambiaba su vista a otra parte.
Juan Andrés era un hombre de 35 años muy atractivo. Ojos verdes, una cara preciosa y un buen cuerpo robusto y formado. Debió ser su vida en la hacienda la que le dio ese cuerpo. Completamente diferente a su papá, Juan Andrés era un hombre que resultaba supremamente atractivo, aunque también era tosco. La combinación de una cara tan linda y un cuerpo grande y atlético hacían de Juan Andrés un hombre absolutamente atractivo, me resulto un hombre, como decimos acá, muy bueno. Otra cosa que me atrajo de él, y no se porque razón, fue la combinación de su atractivo físico con sus modales un poco toscos.
Cada vez que yo me ponía de pies y me dirigía hacia la cocina, pasaba justo en frente de Juan Andrés. Yo notaba como él clavaba su mirada en mis piernas y en mi culo, pero cuando él sentía que yo me daba cuenta, agachaba la cabeza.
A pesar de ser un hombre tan atractivo, también era algo tímido. Aunque ya era hombre hecho y derecho, noté que su timidez se debía a que yo le gusté, esa fue mi primera impresión. No hablaba mucho y cuando yo lo miraba sonreía de manera amable. Esa timidez también lo hacía atractivo. Con Juan Andrés no nos habíamos relacionado mucho, así que su timidez era algo entendible y mucho más cuando se trataba de verle el cuerpo a la hija de uno de los amigos de su papá, a una mujer casada y a la que le iba a alojar en su apartamento por unos dos meses.
Cuando se terminó la reunión, mis papas se despidieron al igual que Asdrúbal, el cual pensaba volver a su hacienda esa misma noche. Ya estando los tres solos en nuestro apartamento, mi esposo y yo comenzamos a hablar con Juan Andrés y a explicarle ciertas reglas que debía cumplir mientras vivía con nosotros. El estuvo de acuerdo con todo. Hablamos un rato mas, contamos cuento y chistes para hacer mas amena la noche y para romper mas el hielo.
Nuestro apartamento no es muy grande. Tiene dos habitaciones, una al lado de la otra. Cuando se sale de alguna de ellas, se encuentra una pasillo corto y luego se llega a la sala, la cual a un lado tiene el estudio donde esta el computador. En el centro está el comedor y al otro lado la cocina. Cuando alguien sale de alguna de las habitaciones, los que estén en la otra se dan cuenta. Bueno, es un apartamento pequeño ya que no tenemos hijos por ahora, pero es bien bonito.
Esa noche Juan Andrés se fue a dormir temprano, yo y mi esposo nos quedamos hablando largo tiempo en el comedor. Hablamos de muchas cosas incluyendo de Juan Andrés. Mi esposo no lo conocía y me dijo que le había parecido un hombre muy agradable y muy decente. Le dije que esa familia era toda igual y que aunque Asdrúbal y Juan Andrés eran un poco toscos, eran muy buenas personas, aparte que Juan Andrés esta delicioso, pensé yo para mis adentros.
Salimos de la cocina, apagamos las luces y nos fuimos a la cama con mi esposo y comenzamos a tener sexo, que delicia!!!! Tuvimos sexo en muchas posiciones y estando cabalgando a mi marido de espaldas a él, noté por debajo de la puerta que la luz de afuera, la del pasillo, estaba encendida. Ver la luz encendida no es gran cosa, pero lo que si me molestó un poco es que noté que Juan Andrés estaba en la puerta de nuestra habitación, se notaba la sombra de él por debajo de nuestra puerta. Obviamente en esos momentos de placer no iba a parar de cabalgar a mi marido por eso, pero si me molesto. Cuando tengo sexo, gimo bastante y digo cosas algo fuertes. Estando en esta posición y habiendo notado que Juan Andrés estaba ahí, comencé a gemir un poco más fuerte. No era que me excitara que Juan Andrés nos escuchara, solo quería comprobar si él realmente nos estaba escuchando.
Mis sospechas era ciertas, apenas comencé a gemir mas fuerte, él se acerco mas a nuestra puerta. Comencé a decir, amor!! Que rico me clavas!!!!! Uy mira como tu verga se mete en mi cuca!!! Y otras cosas más, además comencé a moverme mas rápido para que el sonido de mis nalgas cuando me introducía el pene de mi esposo sonara mas fuerte. Diciendo y haciendo esto, confirme que Juan Andrés si nos estaba escuchando porque hasta nuestra puerta sonó como si alguien estuviera recostado en ella. Afortunadamente mi esposo no noto nada de esto.
Cuando terminé de tener sexo con mi marido, la luz del pasillo se apagó. Me quedé pensando en Juan Andrés y lo que había hecho y después de un rato, pensé que era un poco raro, pues el tenía novia y se iban a casar, ya era un hombre hecho y derecho, pero al fin y al cabo algunas personas les gusta oír o ver ciertas cosas. Decidí no ponerle atención y pensé que si se volvía repetir o se convertía en algún problema, hablaría con él.
Mi esposo me despertó en la mañana del sábado, quería tener sexo. Tuvimos sexo pero no me pude dar cuenta si Juan Andrés estaba en la puerta escuchándonos. Cuando terminé de tener sexo con mi marido, me levante y me dirigí a la cocina. Noté que la puerta del cuarto de Juan Andrés estaba todavía cerrada, así que me tranquilicé porque sabía que él no nos había escuchado, ya que si nos hubiera estado escuchando, si me hubiera preocupado y creo que le hubiera dicho que se fuera del apartamento.
Estando en la cocina, preparándome un poco de fruta, llegó Juan Andrés. Tenía camiseta y una especie de boxers para dormir. Me dio los buenos días y se quedó embobado viéndome las piernas. Yo tenía un pijama de pantalón corto y de blusa de manga corta. Él me miro un rato corto y luego volteó la cara para otro lado, también noté que se había puesto rojo. Me pregunté porque se había ruborizado, si por la forma como me había mirado o porque me había escuchado teniendo sexo la noche anterior, y viéndome las piernas, se las habría imaginado abiertas, cansadas de tener sexo la pasada noche.
Cuando terminé de preparar mi fruta, le dije a Juan Andrés que se preparara lo que quisiera mientras yo hacía el desayuno, lo miré y note su cuerpazo. Llegué nuevamente a mi habitación, me senté en la cama a comerme la fruta y me puse un poco mal por lo que sentí en ese momento. Cuando miré a Juan Andrés me había encantado, sentí lo que mismo que se siente cuando uno mira a un hombre que le atrae y además comencé a pensar que si cuando nos escucho tener sexo a mi marido y a mi, tenía su pene parado, si se lo estaba acariciando, si se había masturbado. Pensé en como tenía el pene, si era buen amante.
De un momento a otro, saqué todos esos pensamientos de mi cabeza. No me parecía nada bien que estuviera fantaseando con Juan Andrés. El era el hijo de uno de los amigos de mi papá y se estaba quedando en mi propio apartamento. Una cosa era fantasear, sentirse atraída o hasta tener sexo con alguien desconocido, pero otra diferente sentirse atraída por Juan Andrés.
El sábado y el domingo transcurrieron de forma normal. Nada extraordinario. Habíamos salido a almorzar y a comer con Juan Andrés. Lo único era que él no dejaba de mirarme todo mi cuerpo y cuando me hablaba, yo notaba que le gustaba. Cuando estábamos caminando por algún lugar él no dejaba de mirarme las piernas, aunque esos días no me puse falda. Pero me miraba mucho las piernas y también el culo. El problema era que a mi me comenzaban a gustar demasiado sus miradas. Me sentía de lo mejor sabiendo que le gustaba a Juan Andrés. El domingo inclusive estuve un poquito coqueta con el. Le movía un poco el culo, inclusive en una fila hice que su mano rozara un poco mis piernas. Cuando pasó esto lo miré, pero él tenía la cabeza agachada. Cuando salimos con él, noté como las mujeres lo miraban y eso hizo que sintiera deseo por él ya que ese hombre me estaba viendo las piernas y el culo y se estaba quedando en mi apartamento.
Las noches de sábado y domingo, mientras tenía sexo con mi marido, no note que Juan Andrés estuviera escuchándonos y eso me tranquilizó. Pero la verdadera sorpresa fue cuando me di cuenta de la razón por la que me tranquilizó. Si Juan Andrés no nos escuchaba teniendo sexo, no habría ningún problema y él se podía quedar los dos meses en el apartamento y no tendría que sacarlo. El domingo por la noche, después de tener sexo con mi marido y de haber sentido esto, me di cuenta y acepté que Juan Andrés me gustaba bastante y lo deseaba.
El lunes siguiente, todos nos teníamos que levantar temprano. Mi marido para ir al trabajo al igual que yo y Juan Andrés para comenzar su curso. Esa mañana yo me coloque las acostumbradas minifaldas que llevo los días laborales, ajustadísimas y súper cortas . Nos sentamos a desayunar en la mesa los tres, yo me hice al lado de Juan Andrés y él estaba como loco mirándome las piernas. Yo se las cruzaba, me las acariciaba de forma sutil. Me encantaba el coqueteo que estaba teniendo con Juan Andrés y me encantaban sus miradas.
Cuando terminamos de desayunar, el primero en salir al trabajo fue mi esposo. Juan Andrés tomó el teléfono para pedir un taxi e irse al curso. Yo lo tomé de la mano, le quité el teléfono, lo colgué y le dije que yo lo acercaría al centro donde iba a tomar el curso. Él me agradeció y salimos del apartament. Nos subimos en mi carro y mis piernas quedaron al descubierto. Juan Andrés quedó impactado y mientras me miraba las piernas, noté como pasaba saliva.
En el carro, le pregunté que si tenía planes para el fin de semana, si conocía amigos acá en Bogotá. Me dijo que no, que le tocaría quedarse en el apartamento estudiando. Mi marido viajaba ese miércoles y llegaría hasta el otro lunes por la tarde, así que le dije a Juan Andrés que me encargaría de que no nos aburriéramos. Esto lo dije con la intención que fuéramos a cine, a comer a algún lado, nada más.
Juan Andrés me gustaba cada día mas pero también la culpa y el remordimiento crecía. Sentía que estaba mal coquetear con alguien que se estaba alojando en nuestro apartamento. Pero creo que ese remordimiento también hacía que Juan Andrés me atrajera mas y mas.
Los dos días antes que mi esposo se fuera, no tuvieron nada diferente. Yo coqueteaba con Juan Andrés mostrándole mis piernas, tanto con mis minifaldas del día, como con los pijamas de la noche. Pero no pasó nada, no hubo ni una mirada de pasión entre nosotros.
La noche en la que despedí a mi marido para su viaje, por mi cuerpo corrió una sensación muy agradable pero que intentaba reprimir. Sentía deseo, pasión por Juan Andrés. Quería tener sexo con él. Sabía que Juan Andrés jamás se insinuaría, así que si quería acostarme con él, me tocaría hacer todo el trabajo. Por otra parte, el sentido de culpa también estaba dentro de mi y también me llenaban las dudas de lo que podía pasar luego, tanto con mi esposo como con Asdrúbal y mis papas.
Pero esa misma noche decidí hacerle caso a mis deseos y disfrutar de una nueva experiencia, al fin y al cabo me encanta tener sexo con varios hombres, al fin y al cabo le he sido infiel a mi marido muchas veces, al fin y al cabo no iba a ser algo diferente de ser la puta que soy. Así que esa misma noche decidí seducir a Juan Andrés para irme a la cama con él.
La mañana del jueves me levanté a hacer el desayuno, esta vez era el desayuno solo para Juan Andrés y para mí. Cuando llegué a la cocina Juan Andrés ya se encontraba tomando jugo, le di los buenos días con un beso en la mejilla. Fui y saque fruta y comencé a hacer el desayuno de una vez. Comencé a hablar con Juan Andrés de lo que íbamos a hacer esta noche ya que estábamos solos, esto le sorprendió. Mi miraba de una forma como preguntándose que me pasaba, pero igual me siguió la charla y hasta le gusto la idea de salir conmigo esa noche. Cuando serví el desayuno, nos sentamos en el comedor, yo al lado de el y esta vez subí las piernas en la silla, recostadas en la mesa y comencé a comer mi desayuno sobre mis muslos. A Juan Andrés casi se le salen los ojos de ver mis piernas y de ver la parte de la nalga que, gracias a mi posición para comer mi desayuno y a los shorts de mi pijama, se alcanzaba a ver.
Terminamos de comer, yo llevé los platos y Juan Andrés solo se paró de la mesa hasta que yo entré en la cocina. Cuando entré coloqué los platos en la lava vajilla y me asome por la ventana de la cocina rápidamente. Note que Juan Andrés se paró de la mesa y se fue hacia la habitación y noté que la razón por la que había esperado hasta que yo estuviera en la cocina, era que tenía su pene parado. Se le notaba por encima de su boxer y mientras se fue a su habitación con la mano derecha se lo acariciaba por encima. Aparte de ver su erección, noté que tenía un paquete rico, no supe su tamaño, pero supe que estaba delicioso.
Ver esta imagen y saber que era por haber visto mis piernas, me excitó demasiado. Tuve las ganas de correr hacia la habitación de Juan Andrés, desnudarme, y sentarme en ese pene parado tan delicioso y cabalgarlo durísimo. Pero me contuve, sabía que quería seducirlo para tener sexo en la noche, aparte algo de culpa también me detuvo en ir y montar a ese hombre. Pero obviamente no me iba a quedar así. La noche anterior ya estuve sola, no tuve sexo, entonces no me iba a ir al trabajo tan excitada como estaba. Me acerqué a la puerta de la habitación de Juan Andrés y le dije que si quería ir a bañarse que lo hiciera, que yo iría luego. Él dijo que de acuerdo, mientras que yo entré en mi habitación, cerré la puerta con seguro, me acosté en mi cama, me quité el short del pijama y abrí las piernas. Comencé a masturbarme. Me metí lo dedos duro. Tomé una almohada, la puse entre mis piernas, con una mano la empujaba hacia mi y con la otra me metía los dedos. Me imaginaba que Juan Andrés estaba en medio y que me lo estaba metiendo. Que delicia el orgasmo que tuve.
Busqué una ropa especial para seducir a mi hombre. Escogí un hilo blanco, brasier blanco también, minifalda gris clara ajustada y corta y una blusa rosada súper escotada y ajustada, medias y zapatos grises de tacón. Sabía que con esa ropa iba a despertar deseos en la oficina y miradas en la calle que me iban a calentar un poco, pero todo esto estaba reservado para Juan Andrés.
Cuando salíamos del apartamento, le dije a Juan Andrés que lo llevaría hasta el centro donde tomaba las clases, no me importaba llegar un poco tarde al trabajo. Él era como embobado contestando. Me miraba de arriba hacia abajo y hasta que en el ascensor me dijo que estaba muy linda. Yo le di las gracias y le di un beso en la mejilla.
Nos subimos al carro y la falda casi me queda en el cuello, mis piernas quedaron prácticamente al aire. Juan Andrés se recostó en la ventana de su lado y mi miraba las piernas, no tardó en decirme que tenía las piernas mas bonitas que el hubiera visto a lo que le respondí diciéndole que el era muy atractivo y le acaricié un brazo. En el recorrido hacia el centro de estudios, los carros mas altos que el mío, me pitaban y sus ocupantes abrían la ventana y me decían cosas. Juan Andrés solo se reía y me seguía viendo las piernas.
Cuando llegamos al centro de estudio, le dije a Juan Andrés que lo recogía a eso de las cinco de la tarde para ir a algún sitio, él estuvo de acuerdo. Antes que él saliera del carro, tomé su mano izquierda, lo acerqué y le di un beso en la boca, mientras que coloqué su mano en mi pierna derecha. Fue un beso corto al igual que su caricia a mi pierna. No dijimos nada mas y el salió del carro hacia sus clases.
La caricia de Juan Andrés a mi muslo fue deliciosa. Fue suave y corta, pero sus manos quemaban. No pude arrancar el carro de una vez, me tocó cerrar los ojos y tranquilizarme, calmarme. Estaba supremamente excitada, esa caricia y ese beso hicieron que mi cuca se humedeciera. Cuando cerré los ojos, me pregunté que estaba haciendo, en que estaba pensando al seducir a Juan Andrés, porque estaba haciendo todo esto, pero la respuesta no tardo en llegar. La respuesta a todo esto, es porque yo soy una puta de lo mas vagabunda que se pueda encontrar. Pero me gusta!!.
El día fue largo, el trabajo estuvo bastante duro. Para completar en la oficina los hombres no dejaron de mirarme y de hacer comentarios sobre mí. Me imagino que a raíz de la minifalda que llevaba. Cuando fui a almorzar, recibí piropos, algunos pasados, también recibí muchas miradas. Hasta que por fin, la hora de ir por Juan Andrés había llegado. Lo llamé al celular para avisarle que ya iba por él y el me dijo que estaría listo esperándome. En mi recorrido desde mi oficina al centro de estudios, no dejé de pensar en lo que quería hacer. No sabía si ir a algún restaurante, a algún bar, a alguna discoteca o sencillamente comprar algunas cosas e ir al apartamento. Pero decidí que fuéramos a un bar, tomáramos algo y luego ir al apartamento.
Llegué por fin a recoger a Juan Andrés, noté que estaba hablando con varias mujeres, algunas bonitas otras no tanto y en vez de sentir celos, me sentí triunfadora al saber que ese hombre iba a estar entre mis piernas esa misma noche. Al entrar Juan Andrés al carro, lo recibí con un beso en la boca. Este un poco más apasionado, lo hice por placer y para que las mujeres con las que él estaba hablando, vieran que ese hombre ya tenía mujer. Juan Andrés me miro sorprendido luego de darnos el beso. Yo arranque el carro y el me pregunto que significaba todo esto, que era lo que estaba tratando de hacer. Lo único que le respondí es que me gustaba demasiado, a lo que él contestó.
- pero tú eres una mujer casada. Eres una mujer atractiva, cualquier hombre se moriría por estar contigo, pero eres casada, aparte yo me estoy quedando en el apartamento de tu esposo y estoy comprometido con una mujer maravillosa.
- Todo eso lo se. Quiero que vayamos a un sitio y nos olvidemos de todo, tienes alguna duda al respecto??? Ven
Y diciendo esto volví a tomar su mano izquierda y la acerqué a mis piernas. Él intentó resistirse pero sin mucha convicción, así que coloqué su mano en mi pierna derecha. Le solté la mano para poder manejar bien, además que quería ver la reacción de él, quería ver si seguía y como lo hacía.
Juan Andrés comenzó a acariciar mis piernas. Lo hacía de una forma suave, sin apresurarse. Recorría mis muslos, yo solo sentía sus manos grandes que me hacían temblar. Él acariciaba mis piernas como un objeto precioso y delicado, las sentía, las observaba, las disfrutaba. Duró un tiempo en acariciar mis piernas hasta que comenzó a acariciarme la pequeña parte cubierta por la minifalda. Me subió la falda y me acaricio la cuca por encima de mi tanga. Esto lo hizo solo con la mano izquierda, pero luego uso las dos manos. Con una mano acariciaba mi cuca y con la otra seguía con las caricias suaves y penetrantes a mis piernas.
Yo no podía mas, no tenía fuerzas para manejar, mucho menos para ir a algún sitio. Quería tener sexo con ese hombre cuanto antes. Me tocó concentrarme, tranquilizarme un poco y manejar al apartamento. Ya llegando al edificio, le pedí a Juan Andrés que parara, porque el portero del edificio nos vería.
Llegamos al edificio, estacioné el carro y subimos al apartamento en completo silencio y sin ni siquiera mirarnos. Al entrar al apartamento, Juan Andrés fue al baño al igual que yo entre al baño de mi habitación. Salí y serví en la sala vino y me senté a esperar a Juan Andrés. Me senté en el sofá de la sala con las piernas cruzadas. Juan Andrés salió y lo invité a sentarse a mi lado. Cuando el se sentó a mi lado, le ofrecí una copa de vino, pero el dijo que no quería.
- lo único que quiero es tenerte para mi, Susana
- yo también te quiero dentro de mí. Desde que llegaste has hecho que te desee.
Comenzó nuevamente a acariciarme las piernas de la misma forma que me las acarició en el carro. Suave, como si estuviera acariciando un objeto precioso y delicado. Me acariciaba las piernas con las dos manos. Yo tenía la cuca húmeda y estaba ya retorciéndome de placer. Mientras me acariciaba las piernas, comenzó a acercar su boca a ellas. Me las comenzó a besar de igual manera, suave y delicada. Me las besaba como besando algo frágil, algo que se podría romper. Yo le acariciaba la cabeza y comencé a acariciarle la espalda. Haciendo esto, sus besos subieron hasta mi cuca y comenzó a darme pequeños besos sobre mi tanga.
Se detuvo, se incorporó en el sofá, me tomó por los hombros he hizo que me acostara en el sofá. Él se tiró encima de mí, yo abrí mis piernas y él quedó en medio. Comenzó a besarme en la boca y acariciarme las tetas por encima de la blusa. Hasta el momento todo lo que hacía era suave, delicado. Me besaba como si yo fuera la niña que el amaba, no la puta de turno. Sus caricias sobre mis tetas eras suaves pero igual hacía que mis tetas se movieran gracias a sus grandes manos. Yo tenía los ojos cerrados, disfrutando del placer que este hombre me estaba dando hasta ahora. No solo era placer, era saber que para él yo era algo especial. Yo comenzaba a gemir suavemente.
Juan Andrés comenzó a besarme por el cuello y luego por mi pecho. Comenzó a bajar por mi vientre, el cual besaba por encima de mi blusa. Me tomó de la cintura con sus manos grandes que me quemaban y subió la blusa y me beso el vientre ahora descubierto. Siguió bajando y llegó a mis piernas. Como yo ya tenía la falda subida, me dio besitos delicados en mi cuca por encima de mi tanga. Se arrodilló en el sofá y me levantó las piernas. Luego dejó caer mi pierna derecha y tomó con sus manos mi pierna izquierda. La miró, la contempló y luego me quito mi zapato y comenzó a besarme los dedos de los pies por encima de las medias. Siguió recorriendo mis piernas con sus suaves besos que me quemaban mas y mas. Cuando llegó a mi muslo, pasó su lengua por el. Deseaba que otra vez me diera besitos en mi cuca, pero no fue así. Se arrodilló nuevamente y se quitó la camisa. Pude ver sus pectorales y su lindo cuerpo. Yo estaba en la gloria!!. Luego se volvió a tirar sobre mí y me besó una vez más en la boca con suavidad, con amor. Comenzó a quitarme la blusa. Cuando lo hizo me beso el pecho y paso su lengua por mi cuello y por todo mi pecho. Me quitó el brasier y comenzó a besarme con suavidad mis tetas. Las recorría completamente con su boca, con las manos las acariciaba suave, las juntaba y me pasaba la lengua por el medio de las tetas. Comenzó a morderme suavemente los pezones. Los mordía y luego los chupaba.
Luego volvió a besarme en la boca, pero esta vez la suavidad y delicadeza terminaron. Me beso apasionadamente, me metía su lengua en toda mi boca. Con sus manos acariciaba mis piernas pero de una manera fuerte, me las apretaba con sus grandes manos. Yo subí mis piernas y las crucé sobre él. Me quité el zapato del pié derecho y Juan Andrés me acariciaba mis piernas con fuerza, mas que todo mis muslos. Luego me beso el cuello y bajó a mis tetas. Me las chupaba con fuerza y me las estrujaba.
Dejó de chuparme las tetas y él se sentó en el sofá de manera normal. Me tomó de las manos y me sentó encima de él. Yo no tenía blusa ni brasier, tenía la minifalda subida y las medias. Juan Andrés siguió chupándome las tetas y ahora me apretaba el culo. Su lengua pasaba y mojaba mis tetas, sus dientes mordían mis pezones parados y su boca me los chupaba y casi hacía que estallaran.
De tanto chuparme las tetas con fuerza, Juan Andrés me tumbó en el piso de la sala. Cuando yo estaba en el piso, Juan Andrés me quito las medias de mis piernas, casi las arranca y de una me quito mi tanga. Nuevamente me beso las piernas, pero esta vez de una manera fuerte y muy apasionada. Llegó a mi cuca y me la chupó delicioso. Me metía su lengua y su boca la movía de lado a lado de forma rápida, como queriendo limpiarla profundamente de todo el liquido que había en ella. Yo gemía y le acariciaba su cabeza al igual que la empujaba hacia mi cuca y hacía que el me la chupara mas y mas y cada vez con mas fuerza y desespero. Después de meterme su lengua en mi cuca, comenzó a lamerme toda la raja. Desde abajo hacia arriba, la lamía completa. Con su lengua recorría mis labios sin metérmela en la cuca. Su lengua recorría mis labios vaginales y yo solo me estremecía y me retorcía de placer. Yo gemía y gemía, pero no decía nada.
El se detuvo y yo abrí los ojos. El se sentó en el sofá y se quito sus zapatos, su pantalón y sus boxers. Pude ver su pene parado listo para introducirse en mi cuca. Cuando Juan Andrés se acercó nuevamente a mi, yo abrí mis piernas, tenía la minifalda puesta pero completamente subida. Abrí mis piernas lista para recibir su jugoso pene. Juan Andrés se acerco a mi, tomó su rico y lindo pene en la mano y lo acerco a mi cuca. Comenzó a jugar con su glande, pasándolo por toda mi raja. Yo comencé a casi suplicarle que me lo metiera
- métemelo ya, por favor!! Métemelo
Juan Andrés con un movimiento suave, me lo metió hasta el fondo. Se tiró nuevamente encima de mí. No me beso ni dada y comenzó a moverse con su pene adentro de mi cuca. Se movía suave y lento. Comenzó con su bombeo despacio, solo se movía y me miraba a los ojos. Me lo metía suave y lento. Arriba, abajo, arriba, abajo. Me lo metía y me lo sacaba, me lo metía y me lo sacaba. Que delicia. Yo solo gemía cada vez que me lo metía. Duró un tiempo metiéndomelo de esta manera.
- Aaaahh, aaaaahh, aaaaahh, aaaaahh. Papito!!, papasito!! Te amo!! Ahh, ahh
Cuando dije esto, me beso en la boca y comenzó con su arremetida de verdad. Ahora si me lo comenzó a meter durísimo, ahora si comenzó a clavarme. Dejó de besarme y volvió a mirarme a los ojos. Me lo metía durísimo. Cada arremetida suya sonaba como un aplauso. Yo gemía, me retorcía, abría la boca de placer. Juan Andrés también hacía gestos de placer y de esfuerzo por metérmelo cada vez mas y mas duro. Sus embestidas eras deliciosas, durísimas, rápidas, parecía como si él no quisiera sentir placer ni darme placer, parecía como si me quisiera matar y estuviera taladrando alguna pared, pareciera como si quisiera perforar una pared. Yo estaba perdida de placer y comencé a decir cosas aparte de mis gemidos que se hacían mas y mas fuertes. Abrí mis ojos y miré a Juan Andrés
- Ahhh, aaaaa, aaaahhhhh, aagggg, aaaaggggg .mi amor!!! Clávame, me encantas, rómpeme la cuca, tengo las piernas bien abiertas para ti, para que no pares de metérmelo, méteme tu verga, dame verga!!
Diciendo esto, le toqué las nalgas, las apreté y le di una nalgada. Luego tomé mis piernas con las manos por la parte de atrás del muslo y me las abrí mas.
- dame verga mi amor, méteme toda tu verga
- Deliciosa Susana, mucho cuconón el que tienes. Te voy a romper semejante cuca tan sabrosa que tienes
Cuando el terminó de decirme esto, yo tuve un orgasmo delicioso. Juan Andrés no paraba de clavarme duro, arriba abajo, arriba abajo, durísimo. Yo lo miré a los ojos de una forma lujuriosa y mostrándole placer. Él me tomo por lo hombros desde atrás y ahora su arremetida era algo descomunal, no se de donde sacó tanta fuerza para metérmelo, pero comenzó a penetrarme demasiado duro. Yo ya había tenido mi orgasmo, pero esta embestida de Juan Andrés me saco gritos. De mi salían gemidos, gritos.
- Ayyyyyyyyy, aaayyyyyyyyy, aaaaaaayyyyyyyyyyyy mi cuquita!! Lléname de leche ya, ayyy, ayyyy, aaaayyyyyy mi cuquita
Él siguió con semejante penetrada, me iba a matar y creo que eso era lo que quería. Me miró a los ojos con cara de fuerza, casi con cara de odio, aunque yo sabía que era de puro placer. Soltó un ruido de fuerza
- Aaaaaggggggggrrrrrrrrrrr, Aaaaaaaggggggggggrrrrrrrrrrrr, aaaaa, Agr.
Soltó todo su semen y me lleno la cuca con toda su leche.
Quedé tumbada en el piso, medio aturdida, medio perdida. Juan Andrés saco su pene de mi cuca, y me di cuenta que estaba absolutamente llena de semen. Juan Andrés tomó mi tanga y con ella se comenzó a limpiar su pene, luego se sentó en el sofá y siguió tomando vino. Yo, tumbada en el piso, con las piernas abiertas, no sabía que hacer. Hasta que de pronto me recuperé y me levanté. Tomé sus bóxers y con ellos me limpie la cuca. Me senté al lado de él en el sofá. No nos dijimos nada, ni una palabra, solo comenzamos a besarnos de forma tierna, en forma de agradecimiento.
Cuando terminamos de darnos el beso, nos miramos y Juan Andrés me dijo que quería que yo fuera su amante inclusive después que él se casara y que mientras mi esposo estaba afuera él iba a ser mi marido. Yo le dije que si, que quería ser su mujer y que me tratara como a su esposa o su amante, como el quisiera, desde que mi hiciera el amor como me lo había acabado de hacer. Nos besamos otra vez y yo comencé a acariciar su pene. Nos excitamos nuevamente, nos paramos del sofá sin dejar de besarnos, el me tomó por mi culo he hizo que yo lo montara. Nos fuimos a mi habitación, a la habitación matrimonial. Juan Andrés literalmente me tiró en la cama y con toda su fuera arranco mi falda, me la rompió.
Se tiró encima mío y comenzó a clavarme nuevamente.
- Eres una perra deliciosa Susana, te voy a marcar, te voy a culiar, ese tremendo cuconon que tienes ya es solo mio.
- Aaaahhhhh, aaaahhhh, aayyy, aaayyyy, aaayyy asi, asi asi, aaaaaayyyyyyy, aaaayyyyyyyy, aaaaayyyyyy, destrózame la cuca, chúpame las tetas, clávame papasote rico!!!!!!
Juan Andrés me clavaba durísimo, con la misma fuerza de antes. Me clavaba como dándole a una puta. Ya no me cuidaba, ya no era algo delicado, yo para él ya era solo una puta a la que tocaba clavársela cuanto mas duro mejor. Él no dejo de mirarme a los ojos, yo también lo miraba a los ojos y disfrutaba como poseída. No me acarició ni nada, solo me clavo supremamente duro, como si su vida dependiera de la cantidad de fuerza que utilizaba para meterme su pene. Cuando yo tuve mi orgasmo, el colocó mis piernas en sus hombros y seguía clavándome. Ahora me metía su verga hasta el fondo y con la misma fuerza. Como el ya se había venido en la culiada de antes, esta vez parecía que no se venía por nada. Juan Andrés seguía y seguía clavándome, durísimo, rápido. En ese momento yo no disfrutaba, ya me sentía incomoda.
- Ayyy, ayayai!!!.....sacamelo, ayyy, ayayai!!
- Que te pasa perra. Si yo estoy culiando y tu eres mi puta, así que abra esa cuca y si no disfruta cállese y aguante
Juan Andrés siguió dándome durísimo. Yo solo lo miraba y aunque no disfrutaba y quería que ya acabara, hasta gozaba con todo esto. Me estaban tratando como lo que soy, una grandísima puta.
Por fin, Juan Andrés me lleno nuevamente la cuca de leche. Me lo sacó, se lo limpió, me dio un beso y de una se acostó para dormirse. Mientras que yo me incorporaba después de todo lo que había pasado, después de semejantes cojidas que este hombre me había hecho, me quedé pensando en lo último. No me había gustado lo que me había dicho, pero llegué a la conclusión que no podía esperar mas. Yo era una puta, estaba cojiendo en mi propia habitación, donde tenía sexo con mi esposo, entonces no podía esperar un trato mejor. Aunque antes de acostarme para dormirme, pensé que todo esto me gustaba, hasta que este animal que iba a dormir conmigo me tratara como una puta, siempre y cuando me siguiera dando el increíble placer que me había dado.
Para no alargar mucho este relato, dejaré para una segunda parte todo lo que sucedió después, en los siguientes días. Solo les digo que solo hubo sexo y mas sexo. En el siguiente relato les contare mas experiencias que tuve con Juan Andres en esos días y la conclusión de todo.