Mis dos calientes vecinas
Acerca de cómo pase seis deliciosos meses en compañia de dos de mis calientes vecinas.
Bueno, viendo que mi primer relato tuvo éxito, me animo en este momento de ocio a contar otra de mis vivencias.
Como recordarán mi nombre es Laureano. El mismo del relato "mi vecinita y casi hermana". Dentro de ese relato les comentaba que había tenido un affaire con dos de mis vecinas, antes de lo que pasó con Teresa, la protagonista de mi relato anterior, y pues bueno, voy a contarles cómo pasó eso.
Pasó esto hace casi dos años. Después de haber ahorrado unos cuantos pesos y de conseguir un crédito bancario procedí a independizarme de mis padres. El primer dilema fue conseguir un apartamento que se adaptara a mi presupuesto y requerimientos. Buscando en los clasificados encontré un aviso de venta de un inmueble en un sector exclusivo de la ciudad que siempre me había gustado, que es donde actualmente vivo. Seguramente iba a estar fuera de mi presupuesto, pero de todos modos fui a verlo el día que lo enseñaban. Fue grande mi sorpresa al ver que quien lo estaba mostrando era Diana, una compañera de universidad a quien no veía desde que acabamos de estudiar, es decir en ese entonces unos cuatro años.
Diana era una mujer menudita, no muy alta, de cara bonita y buen culo. En ese entonces tendría unos 30 o 32 años. Lo que si no tenia era buenas tetas, ya que las tenía algo pequeñas. Fue un encuentro emotivo, ya que en el estudio habíamos sido buenos compañeros y amigos. Me comentó que había vuelto al país hacía poco y que el apartamento era de su marido, aunque estaba a nombre de ella, y que habían decidido vender uno de los tres que tenían en ese edificio. Es bueno aclarar que el marido de Diana es unos 20 o 25 años mayor que ella y que ya tiene unos hijos que creo son hasta mayores que yo. Es un viejo cascarrabias, ex militar y dueño de una casa de cambios y de unos almacenes de repuestos automotrices. De más está decir que lo que le sobraba era dinero, ya que incluso se rumoraba que su casa de cambios no era más que un lavadero de dólares. El viejo viajaba mucho, sobre todo al Japón y no le dedicaba mucho tiempo a ella. Como en mi país el chisme es deporte nacional, se rumoraba que el matrimonio entre ellos era solo por apariencia, ya que el viejo necesitaba ocultar socialmente su homosexualidad. Total nunca supe si esto era cierto o no, ni Diana me lo dijo.
El apartamento era algo pequeño, pero cómodo y acogedor. Me gustó tan pronto lo vi. Diana no tuvo reparo en decirme que me quedara con él, aun cuando me hacía falta una cantidad no despreciable para completar su valor. Total llegamos a un acuerdo para cubrir el faltante y el apartamento terminó siendo mío.
Diana y su marido no tenían hijos y vivían en uno de los penthouse del edificio. Era un departamento precioso, gigantesco y con una decoración digna de Pablo Escobar. Mi humilde apartamento parecía una choza a su lado. Total que yo sin conocer a nadie obviamente retomé la antigua amistad con Diana y al poco éramos nuevamente los compañeros entrañables que fuimos durante el estudio. Dentro de esa relación Diana me comentó que no era feliz en su matrimonio, ya que aunque tenía todo lo que necesitaba y muchísimo más, se sentía muy sola y aburrida. Le animé entonces para que buscara un trabajo, pero me dijo que él no se lo permitía, ya que eso implicaría como que estuviera cediendo el mando en la relación. Total ella vivía una vida de reina, pero frívola a más no poder: clubes sociales, centros de estética, amigas superficiales y tontitas, etc, ese era el pan diario de su día. Me llegó a contar que incluso a nivel sexual las cosas no eran mejores, ya que el viejo no mostraba mucho interés por ella. Hubo algo que me llamó la atención y fue que ella me confesó que cuando tenían sexo, casi siempre era anal, porque supuestamente al viejo no le agradaba el olor de los jugos de su mujer. Eso me llevó a pensar que la teoría que el viejo era gay, tal vez no estaba tan desfasada, je je je
Yo ya les he comentado en mi relato anterior que sin ser un modelo ni un adonis, soy un hombre atractivo y con éxito entre las mujeres. Diana por su parte tampoco estaba mal. Su vida de ocio la había llevado a cultivar su físico, así que su cuerpo era bastante moldeado y deseable. Incluso se había puesto implantes de silicona en su escaso pecho, así que quedó bastante bien para mi gusto. Total como el viejo se la pasaba viajando, y yo por esas fechas había terminado temporalmente con mi novia Patricia, pues los dos salíamos mucho, íbamos a excelentes restaurantes, paseábamos, en fin. Eso si, con mucha discreción, ya que a ella no le convenía que la vieran con nadie. Lo que más me agradaba es que ella pagaba absolutamente todo je je je
Sucedió que en cierta oportunidad el viejo estaba en Japón. Era un viernes cuando ella me propuso ir a bailar un rato a una disco. La verdad el plan no me agradó mucho porque soy poco dado a las salidas nocturnas. Total salimos a una en las afueras de la ciudad. Diana se pegó una borrachera monumental. Me contó aun más de su intimidad, de su vida vacía y lloró como una Magdalena. Hubo un momento en que con voz apagada creí oír que me decía que quería estar conmigo. Al principio no le entendí ya que el ensordecedor ruido de la disco no me dejaba oír bien (después ella me lo confirmaría), por lo que creí que ella se estaba sintiendo mal y le dije que mejor nos fuéramos a casa. Estuvo de acuerdo y la llevé para su apartamento. Cuando llegamos a la puerta de su mansión, con dificultad la sostuve mientras buscaba con mi otra mano, las llaves dentro de su bolso.
Total no encontré las dichosas llaves (ellas las había perdido en la parranda) y no tuve otra que llevarla a mi apartamento. Cuando logré entrar Diana, a causa de la borrachera, se me cayó al suelo. La levanté con dificultad y la llevé a mi cama. Ahí le quité los zapatos y la blusa que llevaba, la cual apestaba a sudor y a alcohol. Fue ahí cuando me fijé en lo sabrosas que estaban sus tetas. Fue en ese momento que me pasó la idea de pegarle una buena enculada, así que como quien no quiere la cosa, le quité también su jean, revelándome unas tanguitas diminutas de color azul claro. Fue entonces cuando me decidí y ataqué. Sin dudas los tragos que yo me había tomado también habían hecho su efecto desinhibidor, así que le pasé la mano por encima de la tanguita, sintiendo los labios de su depilada concha. Diana con los ojos cerrados me dejaba hacer lo que yo quería y de un momento a otro lanzó un suspiro que interpreté como una señal de asentimiento. Fue entonces cuando la besé en la boca apasionadamente. Diana no abrió sus ojos sino que siguió el juego, y antes bien me abrazó delicadamente. Bajé entonces a sus pechos y me apodere con mis labios de uno de sus pezones. Ella gemía quedadamente, y era evidente que lo estaba disfrutando, ya que pude sentir como su conchita se empezaba a mojar. Para ese momento ya estaba completamente empalmado, así que en menos de nada me había desnudado y estaba a su lado quitándole lo que le quedaba de ropa interior. Continué besándola, pero al tiempo introducía mi dedo en su vagina que ya estaba empapada. Esto la mojó lo suficiente para el gran acto: en menos de nada mi verga estaba a la entrada de su cuquita y al instante siguiente ya estaba toda adentro. Diana alcanzó a repetir que le dolía, lo cual no me extrañó ya que mi verga es grande y gorda. De ahí empecé un rítmico bombeo que en menos de un par de minutos le había arrancado un orgasmo bestial. Continué cogiéndola con fuerza y creo que se vino al menos otras dos veces. Su concha era estrecha y muy cálida. Lo que más me gustó fue sentir lo fácil que se mojaba. Cuando ya no pude soportarlo más le anuncie al oído que iba a terminar, frente a lo cual levantó sus caderas, y sin más preámbulos me vine adentro de ella. No fue una corrida monumental, como la que tuve la primera vez que estuve con Teresa, pero fue bastante grande. Quedó totalmente llena de semen y al sacar mi flácido miembro, fue agradable ver como un hilillo de semen escurría de su cuquita e iba a dar directo contra las sabanas de mi cama. Diana me dijo con voz alcohólica que había disfrutado mucho y que quería más. Que yo le gustaba mucho desde la universidad y que me había demorado mucho en cogérmela, cuando ella sabía que yo también la deseaba. Le contesté diciendo que mejor se recuperara y que ya le daría lo que tanto quería cuando estuviera en mejores condiciones.
Después de esto nos dispusimos a dormir, ya que era bastante tarde. Las 2 o 3 de la madrugada. Ella estaba muy tomada, así que cayó profunda. Yo me tardé un poco más en dormirme, pero al final lo conseguí. Despertamos más o menos a las 9 am. Ella tenia una resaca de miedo, pero ya con la mente más clara me preguntó que por qué me la había cogido cuando ella estaba sin poderse defender. Me sentí como el villano y contra argumenté diciéndole que estaba muy buena, que desde que éramos compañeros quería cogérmela y que igual ella también lo deseaba. Total la discusión terminó fue en risas, besos, abrazos, y cómo no, otra cogida. Esta fue más calmada que la de unas horas atrás, pero igual fue bastante buena. Ella insistió en estar arriba, y luego me di cuenta el por qué: en esa posición alcanzaba más orgasmos que estando debajo. Creo que me usó como consolador, ya que se vino varias veces antes de conseguir que la volviera a llenar de semen. Después de esto y sin sacarle la verga, ella se pasó para abajo, y yo, con cuidado le saqué mi verga, chorreante de jugos y semen, y se la acerqué a la boca. De inmediato la chupó hasta dejarla limpia. Le pregunté si le gustaba beberse la leche y me dio una respuesta desconcertante: que le gustaba pero siempre y cuando estuviera mezclada con jugos vaginales. Sabiendo esto, le volví a clavar mi verga, para remojarla en todos los fluidos que tenía en su vagina, y se la di a chupar nuevamente. Hicimos eso varias veces y ella lo disfrutó mucho. Pasamos creo que casi todo el día en mi departamento y estuvimos jugando a casi todo lo que se nos ocurría, menos algo: me prohibió que la clavara por el culo, porque eso siempre lo hacía su marido. Al caer la tarde tuvimos que llamar a un cerrajero para que se ocupara de la puerta del penthouse. Arreglado el problema ella se fue y yo me dispuse a descansar de la larga sesión de juegos sexuales que habíamos tenido todo el día.
Desde ese momento nos convertimos en amantes ocasionales. Muchas veces me la cogí en su cama matrimonial, en la sala de estar, en una mesa de billar que tenían, incluso una vez en su 4x4. Ella siempre me permitía que acabara adentro, pero con la condición que después le diera aprobar el semen que había estado en su vagina. La verdad al principio esta inclinación me pareció un poco estrafalaria, pero después me enteré que era más común de lo que pudiera pensarse. Casi dos meses permanecimos siendo amantes "normales", hasta que entró en escena Catalina.
Después de una sesión de sexo particularmente activa, Diana me preguntó si tenía experiencias en tríos. Le confesé que solo una vez me había cogido a la mujer de un amigo en su presencia, con su consentimiento y autorización, pero nada más (historia que espero muy pronto contarles). Ella me dijo que cuando tenía 18 había estado con dos hombres a la vez, que en algunas ocasiones había tenido experiencias lésbicas y que en ambos caso lo había disfrutado mucho. Y me preguntó que si estaría de acuerdo en invitar a otra mujer a nuestras sesiones. Teniendo en cuenta que ese es el sueño de todo hombre, le dije encantado que si. Me habló entonces de Catalina.
Solo hay una palabra para definir a Catalina: Loca. Es la mujer más loca, descomplicada y fresca que he conocido en mi vida. De tendencia totalmente bisexual, Catalina estaba muy bien entrenada en el arte de complacer a hombres y mujeres por igual. Diana me comentó que se había acercado a Catalina, quien, como casa rara, vivía en el mismo edificio, por el cariño que profesaban las dos por los animales callejeros (cariño que comparto con ellas) y las buenas obras hacia ellos. Que poco a poco se hicieron buenas amigas y luego de un tiempo fueron más que eso. Sus juegos sexuales fueron la delicia de Diana por mucho tiempo y aun estando conmigo, me confesó, iba donde su amiguita a por un poco de cariñito. Incluso ella ya le había hablado a ella de mi, y la chica, a quien yo conocía solo de vista y muy ocasional trato, le dijo que era un buen ejemplar masculino. Incluso las muy ladinas se atrevieron a hablar entre ellas de mis habilidades como amante y lo que sería capaz de hacer .Y todo esto sin que yo me enterara!! (me entere bastante tiempo después).
Catalina no era especialmente buenota. Era bastante alta (1.80), tenía poco culo y pocas tetas, aunque su cara era bonita y sus ojos y pestañas, unos auténticos luceros. Era una chica joven, de no más de 23 o 24 años, aunque demostraba menos. Tenía una personalidad arrolladora que dejaba sin aliento al poco rato. Diana le planteo de manera concreta un encuentro sexual entre los tres, y como era de esperarse Catalina aceptó encantada. Nos dimos cita en mi apartamento un sábado en la tarde. Yo estaba un poco nervioso, pero la expectativa de cogerme a dos mujeres a la vez, me infundió renovados ánimos.
Catalina llegó muy puntual. Al abrirle la puerta, me dedicó una bella sonrisa. Se presentó como Catalina, entró como una ráfaga y antes que pudiera decir nada, me estampó un beso en la boca. Me quedé un poco desconcertado, pero antes de que pudiera decir nada, ella ya había llegado a la sala de estar donde la esperaba Diana. Diana se levantó, se abrazaron y acto seguido se dieron un tremendo beso con lengua en mi presencia. En un primero momento esto me produjo un shock, pero luego reaccioné y la verdad fue en extremo agradable ver cómo esas dos se mostraban su cariño. Acabados los saludos, Diana me presentó formalmente. Catalina acertó a decir que estaba muy bueno, que Diana tenía buen gusto y que iba a disfrutar mucho "ayudándonos" como pareja.
Yo tenía preparado un excelente vino para la ocasión, pero estas dos prefirieron dar muerte al coñac que tenía en mi despensa. Charlamos un rato de todo, reímos, contamos anécdotas, etc. Total el vino me lo tomé todo yo, y estas dos, algo más desinhibidas (aun más) y tomadas empezaron en un extremo del sofá un toqueteo bastante provocativo. La verdad hubiera esperado un poco más de paciencia, pero bueno, me concentré viendo lo que hacían. No se si así lo planearon sin que yo lo supiera, pero empezaron a besarse apasionadamente. Pude ver cómo Catalina le metía la mano bajo la falda a Diana y cómo esta abría escandalosamente sus piernas, mientras gemía suavemente, aunque cada vez con mayor intensidad. Al rato vi cómo se tensó y tuvo un orgasmo de película. Al parecer la excitaba mucho el que yo estuviera viendo el espectáculo. Diana después de un rato se calmó un poco, y ya más repuesta procedió a retirar la camiseta de Catalina. No traía sostén, y sus pequeñas tetas quedaron al aire. Eran pequeñas pero paradas y provocativas. Diana de inmediato se apoderó del pezón que estaba de su lado y empezó a chuparlo con desespero. Yo que hasta ese momento solo había observado, decidí actuar, y tomando la cabeza de Catalina suavemente, me fundí con ella en un gran beso francés. Luego bajé hasta su otro pezón y empecé a chuparlo. Fue delicioso. Por alguna razón me pareció más rico que cualquier otra teta que hubiere chupado hasta ese momento. Era una imagen muy excitante el ver a Catalina como una madre amamantando a sus dos hambrientos hijos. Luego de chuparla un rato, subí a besarla nuevamente. Diana se dio cuenta de esto y de inmediato también subió y nos fundimos los tres en un beso delicioso y apasionado. Es indescriptible la sensación de tres pares de labios y tres lenguas entrando libremente en toda parte y lamiendo lo que quisieran. En ese momento yo estaba empalmado y la verga se me iba a salir del pantalón. Catalina se dio cuenta y me ordenó desvestirme. Yo de inmediato les exigí que hicieran lo mismo. Total en unos pocos segundos todos estábamos desnudos y camino a mi habitación.
Unos segundos más tarde mi cama era un campo de batalla. Diana había bajado a comerle el coño a Catalina, que yacía boca arriba en el centro de la acción, y esta lo disfrutaba como una condenada. Yo por mi parte estaba recibiendo una mamada monumental de parte de Catalina. Si había algo que sabía hacer esta chica, era dar una buena mamada. Un rato después le saqué mi verga de la boca y se la di a mamar a Diana, que dejó de comerle el coño a Catalina y engulló de un bocado mi verga. Luego de un rato, dejó la verga y volvió al coño. Yo por mi parte también quería probar ese coñito peludo y un rato después Diana y yo le comíamos el coño a Catalina al tiempo. Era exquisito. Tenía un sabor fuerte, pero como Diana la había comido por un buen rato, ese sabor se suavizó. Después de un rato, Catalina se agitó en un espasmo orgásmico; parecía una posesa y en un santiamén inundó con sus jugos nuestros labios. Creo que ella es una de las mujeres que más he visto lubricar en mi vida, ya que mis sabanas estaban empapadas con sus jugos. Este elixir me pareció exquisito y quise compartirlo con ella, así que le di un gran beso en el que ella tragó todos los jugos que tenía embarrados en mis labios y boca.
Después de esto decidí que tenía que clavar a Catalina, así que la obligué a que abriera sus piernas y me ubiqué en medio de ellas, con mi paquete apuntando directo a su coño, Diana se percató de lo que haría y se retiró hacia un lado para observar. Estaba tan excitado y Catalina tan mojada, que le enterré la verga de un solo golpe. Catalina hizo un gesto de dolor (tengo la verga grande y gorda) y arqueó la cabeza hacia atrás mientras tomaba una gran bocanada de aire. Yo me hice el que no vi nada y la empecé a clavar como un demente, Su coñito no estaba tan apretado como el de Diana, pero aun así estaba muy rico. La clavé con tantas ganas que al poco rato ella estallaba en un nuevo orgasmo que coincidió con la gran corrida que me di dentro de ella. Esta fue otra de mis corridas monumentales, puesto que le eché tanto semen adentro, que creo que fue a dar todo directo a sus ovarios. Exhausto, y muy sudoroso me bajé de ella, me tendí a su lado y cerré los ojos. No habían pasado sino unos segundos cuando sentí que Diana se metía mi ya flácida verga en su boca y la chupaba con fuerza. La deje que se hartara con los restos mios y de ella, y cuando acabó hizo algo que solo con ellas tuve oportunidad de ver: Bajó al coño de Catalina y empezó a lamer toda la leche que estaba saliéndose. La lamió con desespero y cuando acabó le ordenó que se pusiera en cuatro patas. Yo solo observaba fascinado este grandioso espectáculo. Se puso en medio de sus piernas y puso sus dos manos en las nalgas de Catalina, obligándola a acercar el coño a su boca. Una gota grande de semen se escurrió y le cayó directo en los labios, los cuales de inmediato relamió. En esa posición procedió a sorber cada gota de la leche que yo había depositado en la cuquita de Catalina, al tiempo que le metía la lengua y le comía el clítoris. Creo que Catalina tuvo otro orgasmo en medio de esa suculenta mamada, pero solo hasta que la dejó seca como un estropajo, dejó de chuparla. Desde ese entonces, siempre que estuvimos los tres juntos y yo había acabado dentro de Catalina, Diana le sacaba a punta de lengua todo el semen que le había obsequiado. Nunca supe por qué le gustaba tanto eso, pero créanme, es un espectáculo digno de verse, así que jamás protesté.
Después de lo anterior, nos quedamos descansando un rato. Esta vez la que se hizo en medio fue Diana, así que Catalina y yo procedimos de inmediato a jugar con ella. Yo con las tetas y Cata con la cuca. Al parecer estas dos disfrutaban mucho comiéndose los coños, ya que lo hacían ambas con una destreza que cualquiera envidiaría. Después de un rato, cambiamos: Catalina para las tetas y boca y yo para el coño. Diana estaba empapada y sus jugos estaban particularmente exquisitos. Yo ya había recuperado fuerzas y estaba listo para la acción, así que sin mucho preámbulo, me coloqué en posición y la clavé. Ella de inmediato me rodeo con sus piernas y me empujaba lo más adentro posible, tanto que creí que le iba a atravesar con mi verga el útero. La bombee un rato y luego le ordené que se colocara boca abajo. Le puse una almohada bajo la cadera y puesto encima de ella, la volví a clavar. Durante todo ese tiempo, no habían parado las dos de besarse, lo cual me calentó mucho, hasta que ya no pude resistir más y le llené la concha de semen. Después de eso, le saqué la verga y la acerqué a ellas. Les ordené que, muy a lo película porno, las dos mamaran al tiempo la ya caída verga. Lo hicieron de inmediato y la dejaron limpia y reluciente, pese a que yo ya estaba algo cansado, me encantó esa sensación, así que las dejé que lo hicieran por el mayor tiempo posible.
Yo estaba cansado, así que me quité de en medio y les ordené que jugaran entre ellas. Catalina entonces procedió a meterle el dedo en la vagina a Diana, empaparlo en semen y dárselo a lamer. Diana gozó mucho con eso, y después de un rato, se hicieron un 69 fantástico. Diana logró extraer un poco más del semen que quedaba dentro de Catalina, y supongo que Catalina si se tuvo que beber toda la corrida que hacía poco yo había dejado en Diana. No se si fue impresión mía, pero a ella eso no parecía agradarle mucho, pese a lo cual lo hizo de buen modo. Jugaron un buen rato, se hicieron llegar mutuamente a un par de orgasmos y después quedaron cansadas y listas para dormir un rato. El coñac que se había bebido como agua, indudablemente ya hacía sus efectos. Descansamos y nos dormimos por unas cuatro o cinco horas. Cuando desperté, Diana seguía a mi lado, durmiendo como una piedra. Catalina no estaba, pero adiviné que había ido a la cocina, pues alcancé a ver un leve resplandor que así lo indicaba. Me paré y la encontré aun desnuda dándole un buen trago a una cerveza que acababa de sacar de la nevera. Sonreí y me le acerqué y le di un buen beso, a lo que ella respondió de buen agrado. Fuimos a la sala de estar y nos acomodamos en el sofá. Charlamos acerca de lo que había sucedió, lo que nos había gustado, lo que no, etc. No pude evitar empezar a manosearla y ella me dejó hacerlo sin problema. Al rato de nuevo estaba empalmado y en menos de nada ella yacía en el suelo, conmigo encima clavándole toda mi verga en su deliciosa cuca. La bombee un buen rato, y luego de eso, le anuncié quedamente al oído que iba a acabar (siempre me ha gustado hacer eso) y pues pese a que hacía poco había eyaculado dos veces, esta también fue una gran corrida, ya que le eché tanto semen que de inmediato se desbordó. Le pedí que no le dijera a Diana, ya que quería que conservara esa carga adentro de ella a modo de regalo de bienvenida a mi vida. Ella solo sonrió y no dijo nada. Un poco más tarde Diana se despertó, pero al parecer no se dio cuenta de nada.
Después de esto tuvimos varias sesiones los tres. En cada una ideábamos nuevas cosas y poníamos en práctica nuevas fantasías. En una de esas ocasiones, Catalina no tuvo inconveniente en dejarme cogerla por el culo, cosa que me encantó, puesto que estaba muy, pero muy estrecha. Esta vez, Diana no se atrevió a sacarle el semen con que le había llenado el culo (aunque me hubiera gustado que lo hiciera). Me aficioné bastante al sexo con Catalina, tanto que a veces, sin que Diana supiera, iba a su apartamento y le pegaba una buena enculada. Una de las cosas que más me gustaban de ella es que siempre estaba dispuesta para el sexo. Incluso cuando tenía su periodo, no tenía inconveniente con ello, auque siempre ponía un plástico para no manchar las sábanas de sangre. Además ella no tenía marido y vivía sola, así que cuando el viejo de Diana estaba, pues me dedicaba exclusivamente a Catalina, con quien pase creo que de las mejores sesiones de sexo de las que tenga recuerdo. Con estas dos juntas o turnadas, pasé casi seis meses, periodo dentro del cual me reconcilié con mi novia Patricia y me acerqué más y más a Teresa, aunque tendrían que pasar otro lapso para que pasara lo que pasó con ella. A veces me pregunto cómo hice para sacar tiempo para todas estas mujeres, pero como dicen, querer es poder.
Lastimosamente, lo bueno no dura. Mis dos mujeres se terminaron separando de mí por azar del destino en un lapso cortísimo. Catalina había terminado la Universidad y como era de esperarse, trabajaba en un empleo mediocre, como los que suelen ofrecerle a los recién egresados. Desde su época de estudiante estaba tras una beca para irse a Francia a especializarse, pero sin éxito. Pero como dicen vulgarmente, lo que no pasa en años, pasa en un momento. Total la dichosa beca le resultó. Ese día Catalina estaba que estallaba de la dicha. Como el marido de Diana estaba en la ciudad, pues me tocó celebrar solo con ella con una sesión de buena comida, vino y sexo. No obstante una condición era que tenía que tomarla muy pronto, ya que había una lista de espera inmensa. Total la tomó y creo que en menos de dos semanas, había hecho maletas y se había ido. Fue una lástima y la extrañé mucho. No pasó más una semana desde la partida de Cata, cuando Diana también tuvo que salir del país intempestivamente. Por lo que me contó, habían amenazado con secuestrar o matar al viejo o a alguien de su familia, así que les tocó emprender una huida presurosa, procediendo a instalarse en Chile, país donde actualmente residen. Antes de irse, Diana me hizo una confesión turbadora: estaba embarazada de dos meses y yo era el padre. Cuando me soltó el bombazo quedé lelo y le pregunté como sabia que yo era el padre. Me dijo que nadie más podía serlo porque solo había estado conmigo y Catalina. Le pregunté que cómo se lo haría pasar al viejo, si este solo se la cogia por el culo. Me dijo que ya lo había solucionado y que cuando tenía un atraso de casi un mes (y ya había confirmado el embarazo) había emborrachado al viejo y habían tenido sexo vaginal con corrida adentro. De hecho me dijo que ella había suspendido sus píldoras, porque quería tener un hijo, con lo cual se sentiría realizada como mujer, y que no le molestaba para nada que yo fuera el padre.
Yo no era partidario de tener mis hijos así. Siempre había soñado con casarme con la mujer de mi vida y tenerlos con ella, pero ya ni modo. Total se lo haría pasar al viejo. Incluso el muy cornudo estaba feliz de saber que ella estaba esperando un hijo supuestamente suyo. Viejo ingenuo Tiempo después le comenté a Catalina la confesión que Diana me había hecho. Ella con naturalidad me dijo que sabía de eso casi desde el momento en que la embaracé, y que me felicitaba por mi paternidad ..joder, todo el mundo sabía, menos yo que era el interesado.
Con Catalina he seguido en contacto por mail y chat. He sabido así que no está muy interesada en formalizar un hogar, que quería seguir disfrutando de su vida, que incluso allá en el país galo se había conseguido una francesa muy linda que era su pareja actual, pero que quería tener más adelante un hijo, momento en el cual supuestamente me buscaría para que le hiciera el favor. Solo el tiempo dirá si estaba hablando en serio o no.
Al día siguiente de la confesión, Diana y su marido se marcharon. Desde entonces el único contacto que tenemos es por mail y ocasionalmente por teléfono. A mi hijo solo lo conozco por foto. Es un hermoso varón que es idéntico a mi cuando tenía su edad. Espero algún día conocerlo personalmente.
Idas estas dos de mi vida, me dediqué a mi novia hasta que pasó lo que pasó con Teresa, niñita ésta que, quien lo creyera, ha exigido más dedicación que Diana, Catalina y Patricia juntas ..pero bueno, eso es materia de mi otro relato.
Espero que les haya gustado. Espero sus comentarios.