Mis días con ellas...

Hola! se que he estado desaparecida unos días pero ya saben como soy, cuando regreso siempre me gusta hacerlo a la buena manera, les traigo algo que había escrito hace tiempo y lo desempolvé ayer, espero les guste... Y descuiden que a Amor a la Italiana aún le queda vida!! Saludos

Prólogo

El amor te llega de la manera más inesperada, también te coloca frente a ti a esa persona especial, a veces es prohibido pero aún así no dudamos en continuar, pensamientos como este me llevó a donde estoy hoy día, pero, no puedo adelantar demasiado así que comenzaré correctamente, me llamo Aiden Black y esta es mi historia

Capítulo Uno

Empezar desde Cero

Recuerdo la primera vez que vine aquí, visitaba a mi prima Leah un verano como cualquiera, recuerdo que nos divertimos mucho y que cuando llegaba el momento de partir lloraba por quedarme pero, supongo que al crecer todo eso cambia, por culpa del trabajo de mi padre tuve que mudarme con mis tíos, debería quedarme con ellos durante los próximos dos años, no estaba tan emocionada como cuando era niña, no sentía esas ansias por llegar cuando iba en el tren, no contaba los minutos para ver a mi prima, de hecho quería regresar, no solo dejaba atrás mi ciudad, mi casa, también dejaba mi vida, a mis amigos y amigas, todo eso cambió, sería la chica nueva a mitad del año escolar, por fin llegamos a la entrada de la gran casa de mis tíos… aunque creo que llamarla casa sería insultante, en realidad no tenía nada que envidiarle a una mansión, el chofer bajó mis maletas y se marchó, me detuve a respirar profundamente para luego tocar el timbre, el primero en salir fue el mayordomo, como dije, nada que envidiarle a una mansión

-bienvenida señorita Aiden, sus tíos y su prima la esperan en la sala

-gracias Sebastián, permite que te ayude con las maletas…

-para nada, yo me encargaré de todo, usted por favor acuda a la sala

-¿seguro?

-por favor, adelante

Seguí mi paso por la entrada, subí los pocos escalones y entré, pasé por el recibidor, y luego llegué a la sala, creí que vería a mis tíos pero no fue así, solo estaba la mucama, limpiaba

-ah señorita Aiden, veo que llegó

-hola Mildred, ¿has visto a mis tíos?

-ellos tuvieron que salir, pero su prima está...-no dio tiempo a que contestara, Leah corrió a mi encuentro y casi me derriba al abrazarme

-¡Aiden!, que emoción, no podía esperar más por tu llegada

-Leah, lo mismo digo, has crecido bastante ¿eh?

-vamos, hablas como si fueras mayor que yo, tenemos la misma edad

-me superas por tres meses

-¡cierto!, ¿ves? Debería ser yo quien dijera: como has crecido

Reímos por largo rato, luego me acompañó a mi recámara, me ayudó a desempacar y se quedó conmigo hasta la hora de la cena

-oh si, mañana comienzas las clases conmigo ¿verdad?

-si, así parece

-muero por ver como te queda el uniforme, de seguro te verás genial como de costumbre

-no exageres -reí- no es para tanto

-vamos, sabes que tengo mucha razón

-eh… ¿a que hora saldremos?-intenté cambiar el tema

-a las ocho, Sebastián nos llevará

-genial- luego de la cena me fui a dormir, estaba realmente cansada así que me dormí rápido, en la mañana vestí mi nuevo uniforme, mi prima me esperaba fuera de mi habitación, me recibió con gran entusiasmo

-Aiden, ¡te ves fabulosa!

-no es para tanto, vamos o llegaremos tarde

Subimos al auto y Sebastián nos llevó al colegio, era majestuoso a decir verdad, no me esperaba algo así, entramos y a continuación Leah prosiguió a mostrarme los alrededores, estaba muy emocionada

-y finalmente llegamos al comedor

-vaya, esta escuela es genial

-¿no te gusta que sea solo de señoritas? Una escuela mixta resultaría algo molesto ¿no lo crees?

-supongo…

-bien, ahora vamos a desayunar, luego te presentarás con la directora

Tomamos unas bandejas y servimos nuestros respectivos desayunos, yo iba por una gelatina cuando tropecé mi mano a la de otra persona, una hermosa mujer de cabello dorado me miraba avergonzada

-mil perdones, tómala -dijo

-pero… es la última, si la quieres…

-no, adelante, ya comeré mañana - me sonrió, yo me ruboricé en el acto

-ah…

-Aiden, ¡rápido ven!

-¿Aiden?

-si, mucho gusto, me llamo Aiden Black

-ya veo, así que eres la estudiante nueva ¿verdad?

-si, llegué hoy y…

-¡Aiden!

-creo que tu amiga te llama, ya hablaremos en otra ocasión

-ah… si, disculpe, ¿es usted una profesora?

-se puede decir - me guiñó un ojo-  ahora ve, ya hablaremos después

Regresé a la mesa un tanto aturdida, Leah me esperaba

-si que tardaste, ¿desvalijabas la sección de postres?

-no, me entretuve hablando con una profesora

-¿ah si? Que curioso, recién llegas y ya conoces una profesora, genial

-no la conozco, simplemente fue muy amable al dejarme la última gelatina

-ya veo… bien, ¿qué te pareces si comemos y vamos a la dirección?

-está bien

Así lo hicimos, caminamos por los pasillos y me llevó por un corredor espacioso, con mucha luz y muy tranquilo, no había ni alumnos ni profesores transitando por allí, me parecía un tanto extraño a decir verdad pero aún así no dejé que mi calma se fuera, caminé junto a Leah sin pronunciar palabra alguna hasta que por fin llegamos al final de aquel pasillo, giramos hacia la izquierda, nos encontramos frente a una enorme y elegante puerta de madera, tenía unos hermosos grabados con símbolos rúnicos, los contemplé por unos minutos hasta que por fin Leah abrió la puerta

-bien, podemos pasar ahora

-pero… no hay nadie

-¿eh? Es  verdad, no hay nadie

Entramos, caminamos un poco por la oficina, era amplia y espaciosa, cómoda y confortable, tenía un escritorio de madera, era grande, un sillón de piel el cual se veía bastante cómodo, en el escritorio había cientos de papeles, una lámpara y una computadora portátil

-iré a ver si está en el patio, tu quédate aquí en caso de que regrese –salió, yo me senté en una de las sillas que estaban frente al escritorio, respiré un poco, estaba aburrida además de estresada, detesto esperar por las demás personas, al cabo de un rato escuché que abrían la puerta, me levanté, de nuevo vi a aquella profesora tan hermosa y radiante, caminaba hacia mi

-hola, ¿qué haces aquí?

-vine… vine a presentarme con la directora

-¿ah si? Ya veo –caminó un poco más, se sentó sobre el escritorio – es una molestia de persona, siempre hace esperar a los demás

-pues… hey, no deberías hablar así de tu jefa

-¿mi jefa?, pequeña, soy mi propia jefa

-¿no la obedeces?

-no me escucho a mi misma, ¿por qué escucharía a alguien más?

-pero…

-lo cierto es que estás aburrida, esperaste mucho ¿verdad?

-un poco, aún así…

-¿ves? Lo estás, vamos, di lo que quieras, yo te apoyo

-¿qué?

-dilo, di lo mucho que te molesta, además es una holgazana

Lo decía con una tranquilidad increíble, sin perder su expresión, eso era lo que más me molestaba

-¿cómo puede decir eso? ¿Cómo puede hablar así? Creí que usted era una persona amable pero veo que me equivoqué, no es más que una persona déspota que habla a espaldas de los demás, y más importante, hablar a espaldas de la directora

-espera, creo que…

-se que parezco una maleducada pero tengo razón, y en todo caso sería usted quien demuestra una mala educación, hablar a espaldas de las demás personas… eso simplemente es algo desagradable

Me miraba y me escuchaba atentamente, detrás de mi se abrió la puerta nuevamente, Leah entró

-Aiden la directora está…

-está siendo insultada aún cuando no está

-espera… ¿qué?

-descuida Black, Aiden, continúa

-debería darle vergüenza, hablar así de alguien que tuvo la gentileza de contratarla, darle una oportunidad de trabajar…

-Aiden –dijo mi prima

-además de decir que es su propia jefa, es injusto

-Aiden, en verdad…

-espera Leah, además de meterse en asuntos donde no la llaman, estoy aquí para esperarla y no importa cuanto tarde, yo vine aquí a ver a la directora y…

-ella es la directora

-¿eh?- me quedé petrificada, no pude moverme, sentía una vergüenza y una confusión increíbles, la directora solo se limitó a sonreírme con los ojos cerrados- ella… ¿ella es la directora?

-por eso te decía que soy mi propia jefa

-¿eh? Pero… pero…

-bien, ya que está todo aclarado puedes presentarte con ella

-está bien, ya nosotras…

-mucho gusto, me llamo Aiden Black y desde hoy estaré en su escuela – dije haciendo una leve reverencia, ella me miró asombrada por un momento, luego me sonrió

-vamos, no tienes que ser tan formal, con decir tu nombre bastaba

-me disculpo por mi actitud de hace un momento – dije aún sin levantarme – no debí exaltarme de esa manera, así que por favor… le ruego me disculpe

-Aiden…

La directora caminó hacia mi, levantó mi hombro con delicadeza haciendo que me levantara, primero me miró seriamente y luego me sonrió

-está bien, no me molesté, de hecho me hiciste reír mucho el día de hoy

-¿de verdad?

-si, descuida, ahora ¿te parece que te tomes el día de hoy para descansar?, te noto algo tensa, ya mañana irás a clases

-¿eh? ¿Lo dice en serio?

-claro, ya hablaré con los profesores – dijo regresado a su asiento

-pues… gracias – estaba asombrada, era una persona totalmente amable y apacible, la miré, ella me sonrió nuevamente, yo me sonrojé

-bien, entonces pueden retirarse, fue un placer Aiden – me guiñó un ojo

-ah… si, igualmente – salimos de su oficina cerrando la puerta tras nosotras

-cielos, si que metiste la pata

-no sabía que era la directora

-que suerte tienes, podrás quedarte sin hacer nada el resto del día

-supongo que ahora regresaré a casa

-¿por qué no llamas a Sebastián?

-quiero caminar un poco, visitar los sitios a los que solía ir de niña

-está bien, ten cuidado – mi prima caminó hasta las escaleras y subió hasta su salón, yo salí y como dije fui a caminar, el primer lugar que visité fue la plaza, tomé varias fotografías y seguí mi recorrido, llegué hasta una fuente enorme… bueno, la recordaba más grande, caminé mucho pero dejé lo mejor para el final, cuando la tarde comenzaba a caer y mostraba un hermoso crepúsculo decidí ir hasta el mirador de la montaña, desde ahí podía ver la ciudad tan hermosa como siempre, los edificios, las casas, las tiendas, todo en un tamaño reducido, me encantaba ir allí el último día de mi estancia, justo antes de volver a casa, tomaba una fotografía y subía de nuevo al auto, aunque esta vez había algo diferente… no estaba sola como de costumbre

-¿usted?

Continuará….

Capítulo Dos

Altibajos

Me encantaba recorrer la ciudad, era una de mis actividades favoritas, cada verano lo hacía, era mi pequeño lugar privado, sólo yo conocía de el, pero… esta vez todo fue diferente, había alguien más

-¿usted?

-¿también te gusta venir aquí?

La directora estaba recostada a la baranda, me miraba con tranquilidad, yo estaba asombrada

-si… pero, ¿cómo supo de este lugar?

-ah eso, una mañana mientras corría entré por el bosque y terminé aquí, desde entonces vengo cada vez que puedo

-ya veo, este es un lugar muy tranquilo

-si, lo es… ¿por qué no te acercas? Ven y recuéstate también

Así lo hice, ella miraba la ciudad y sonreía, yo por otro lado… la miraba a ella, sonreí y giré mi vista a la ciudad, permanecimos en silencio, anocheció, no me di cuenta del tiempo, fue entonces cuando escuchamos un teléfono celular, creí que era el mío

-¿hola? Si, lo siento cariño me distraje, está bien iré por ti, no yo voy – colgó y me habló - ¿quieres que te lleve?

-no quiero molestar, me iré caminando

-no es molestia, soy la directora y es mi deber cuidar a mis estudiantes, vamos mi auto está por allá

Caminé junto a ella, en silencio, pensaba en su conversación, al parecer estaba casada… vamos, a fin de cuentas ¿por qué me importaba? Llegamos hasta una camioneta deportiva, dijo que subiera al asiento delantero junto al suyo, como hacía frío encendió la calefacción y condujo, mientras esperábamos llamó desde su teléfono, era una especie de confirmación

-bien – dijo al colgar – andando

Ella conducía alegremente, yo por otro lado trataba de ver por la ventana pero, como era ya de noche no podía, luego de un rato llegamos a un edificio, bajamos

-tengo que buscar a alguien aquí, no te molesta ¿o si?

-oh no, está bien

-genial, espera aquí mientras yo subo

Tardó un poco, revisé mi celular, no tenía ni mensajes ni llamadas perdidas… a decir verdad tampoco tenía saldo disponible, lo revisaba solo por pasar el rato, al fin la vi salir del edificio, traía a una niña en sus brazos

-lamento haberte hecho esperar, es que tenía que recoger sus cosas

-eh… descuide, permítame ayudarla

-que dulce eres, gracias

Era preciosa, le calculé al menos unos tres o cuatro años, rubia como la directora, estaba dormida, la directora la acostó con cuidado en la parte de atrás y subió nuevamente, me hizo señas de que entrara también

-es mi hija, se llama Sophie – dijo mirando hacia el frente

-es muy linda señorita…

-Silver, Jane Silver

-señorita Silver, Sophie es muy linda, su esposo debe estar muy contento

-¿mi esposo?

-ah… si, su esposo – dejó escapar una leve carcajada

-no estoy casada, tampoco tengo novio ni pretendiente alguno

-¿eh? ¿Habla enserio?

-si, solo somos Sophie y yo, nosotras contra el mundo

Me quedé callada el resto del camino, llegamos por fin a la casa de mis tíos

-gracias por traerme

-gracias a ti por ser paciente, por favor avísame en caso de que te reprendan, así llamaré y diré que estuviste conmigo

-ah gracias pero, mi crédito está muerto

-en ese caso anota tu número aquí, te llamaré

Obedecí, me despedí de ella con una sonrisa, luego entré a la casa

-¿Dónde estabas?

-pues… solo fui al mirador de la montaña, lamento haber vuelto tarde

-está bien, mamá y papá no están aún así que puedes divertirte

-bien, estoy algo cansada así que… me iré a mi habitación

-¿sin cenar?

-ah, ya comí

-de acuerdo, hasta mañana

Subí las escaleras y apenas llegué a mi cuarto fui a darme un baño de agua tibia, al salir noté que mi teléfono vibraba, corrí a revisarlo, era una llamada entrante

-¿hola?

-Aiden, soy Jane – me quedé muda – la directora, llamaba para ver si estabas bien

-ah… si, estoy muy bien

-genial, bien eso era todo, nos veremos mañana en clases

-si… hasta mañana – colgó, unos minutos después llegó un mensaje de texto:

“Aquí te envío una tarjeta telefónica, de esta forma tendrás crédito disponible :)”

Me sorprendí un poco pero, utilicé la tarjeta, luego no sabía si enviarle un mensaje… quería agradecerle pero no sabía exactamente que decir, así que solo dije: “gracias, mañana le pagaré por ella” a lo que ella respondió: “es mi regalo de bienvenida” al ver este mensaje se me escapó una sonrisa, me vestí y me acosté a leer un rato, no recuerdo en si cuando el sueño me venció pero lo hizo, a la mañana siguiente fui al colegio junto a Leah, comenzaría mi primer día de clases con absoluta normalidad… ¿o no?

Una vez llegamos al colegio nos formamos, dimos los buenos días a los profesores y fuimos a nuestros respectivos salones, me senté a leer un libro mientras que Leah conversaba con sus amigas, me presentó algunas de ellas pero no les presté mucha atención, estaba muy entretenida con mi lectura, tanto que no me di cuenta de cuando fue que mi prima y sus amigas se levantaron, me dejaron sola en aquella banca

-ah si, ese capítulo es desgarrador, la madre muere

-gracias por contármelo – dije sarcásticamente pero sin voltear, cerrando el libro con enojo dije: ¿no te enseñaron a no leer lo que otra persona…

-hola – dijo con una sonrisa – espero no haberte molestado

La directora Silver estaba justo detrás de mi, no sabía que decir

-ah… lo siento, no fue mi intención ser grosera, no sabía que era usted, creí que sería una de las amigas de mi prima y pues…

-descuida, no pasó nada, además no debí decirte lo que sucedería, aunque fue muy divertido ver tu expresión

A decir verdad me sonrojé, aquella joven directora me observaba radiante y con una sonrisa que la hacía ver aún más hermosa de lo que era, de alguna forma me sentía atraída por ella

-¿ah si? De igual forma lo lamento

-no pasa nada, vamos, quiero que me ayudes con algo

Caminamos hasta la dirección, mientras caminábamos pensé en que cada encuentro que había tenido con ella la había tratado mal, siempre acababa disculpándome, de alguno forma u otra terminaba hablando de malas maneras… ¿por qué?, al fin llegamos, entramos y se sentó, yo me quedé de pie frente a su escritorio

-ah… ¿necesitaba algo?

-¿eh? Ah si, siéntate – obedecí, se quedó callada por unos minutos, yo la miraba con curiosidad - a decir verdad no necesito nada

-¿nada? ¿Entonces por qué me hizo venir hasta acá?

-oh vamos no te alarmes, el profesor que imparte tu cátedra de esta hora no vino, pensé que dejarte allá afuera sola sería algo descortés de mi parte

-no estaba sola, estaba con mi prima

-si, claro… pues cuando te encontré estabas sola, te estuve observando desde hacía un rato y aún así, ellas se fueron y te dejaron allí

¿Me observaba desde hacía un rato? ¿por qué lo hacía?

-pues… no me di cuenta de cuando se marcharon, quizás me llamaron y no las escuché

-como sea, ahora estás aquí… ¿quieres algo?

-no gracias, estoy bien – bajé la mirada, Leah se había marchado sin avisarme, me había dejado allí sola sabiendo que yo no conocía a nadie, me quedé callada, sentía algo de enojo y tristeza

-mm, no te pongas así, quizá solo se fueron a buscar algo y regresarían…

-pero usted dijo que…

-con su permiso señorita Silver – entró un joven vestido elegantemente -  recuerde que la siguiente clase…

-shhh, yo me encargaré ahora largo

-pero… tiene que…

-vamos, fuera, ya se que debo hacer – el joven respiró hondo, se marchó cerrando la puerta tras de si – bien ¿de dónde vienes Aiden?

-eh… vengo de Rusia, Konakovo específicamente

-bonito lugar, muy frío por cierto

-eso si – reí un poco

-¿me invitarás alguna vez? – me sonrojé

-ah… si, seguro

Conversamos amigablemente por largo rato, reímos y compartimos anécdotas, no sabía por qué pero aquella mujer me agradaba muchísimo, además su forma de hablarme me gustaba, su tono de voz… de pronto dejé de pensar, fue cuando me pregunté que demonios me sucedía, me encantaba ese rato tan agradable que estaba compartiendo con ella, me sentía realmente a gusto

-¿lo dices en serio?

-si, eso pasó jajaja

-pues es muy gracioso y divertido, ah cuanto he reído ¿la has pasado bien?

-si, mucho, no tiene idea de cuanto… - el timbre que indicaba el comienzo de la siguiente clase me interrumpió

-oh es una lástima, supongo que ya debes irte

-si, eso creo – me levanté con la mirada hacia el piso, de verdad me había divertido muchísimo, me sentía en otro mundo estando sentada en aquella modesta silla de oficina, solo conversando y riendo con la señorita Silver

-mm, tengo una idea ¿por qué no vienes durante tus recesos y ratos libres?

-¿de verdad?

-¡claro! Disfruté muchísimo de tu compañía, fue muy grato hablar contigo, siempre y cuando no esté ocupada no dudes en venir a visitarme

-será un placer – dije con entusiasmo

-bien, entonces nos veremos más seguido Aiden, hasta luego – dijo con aquella característica sonrisa suya, yo me despedí y caminé hasta mi salón donde me esperaban mi prima y sus amigas

-¿dónde te metiste? Estuvimos buscándote

-eh, estaba con la directora

-¿qué hiciste?

-nada, solo charlamos un rato

-Ok… si tu lo dices…

El resto del día fue aburrido, deseaba que sonara la campana para salir de allí, por fin se escuchó su peculiar ruido, anunciaba el fin de las actividades por ese día, fui a mi casillero a guardar mis cosas, cuando de pronto escuché

-¡Black! ¡Aiden Black! – entre la multitud traté de ver quien era, para mi sorpresa la señorita Silver, los demás alumnos la veían con curiosidad – me alégrale que no te hayas ido aún

-estaba arreglando mis cosas pero, estaba por irme

-¿podrías esperar por mi? Te llevaré a tu casa si te preocupa no encontrar medio de transporte

-eh… no veo por qué no

-genial, tenía algo que discutir contigo

Caminé con ella de nuevo hasta la dirección, esta vez me senté afuera, al cabo de un rato salió con su bolso y su abrigo, este sostenido por sus manos, caminamos hasta su auto en el estacionamiento, yo sentía curiosidad ¿qué era aquello tan importante a discutir conmigo? Por fin nos sentamos

-eh, directora Silver ¿podría decirme eso tan importante a discutir?

-no

-¿cómo dice?

-aún no puedo decirte, espera, iremos por Sophie y entonces te lo diré

Mientras ella conducía con una sonrisa yo la miraba con curiosidad, por fin llegamos hasta aquel edificio donde habíamos ido la otra noche a recoger a la pequeña Sophie, ella bajó y fue a buscarla, ésta vez la pequeña estaba despierta

-deje que la ayude – abrí la puerta trasera, la niña me vio con algo de inocencia, sus ojos eran de un hermoso color azul, su sola mirada me embriagaba… igual que la de su madre

-mami ¿Quién es?

-ella es Aiden, es una niña de mi escuela, saluda

-hola – dijo haciendo un gesto con su manita

-hola – respondí con una sonrisa y de igual forma, la directora subió al auto y condujo

-Aiden, Sophie y yo teníamos una proposición que hacerte

-¿ah si?

-si, este fin de semana habrá un evento de padres e hijos en el parque estatal, nos preguntábamos si querías acompañarnos, la verdad es que Sophie no tiene amigos y le vendría bien divertirse con alguien que no fuera yo, quizás alguien más joven

-eh… tendré que pedir permiso a mis tíos

-por favor Aiden, ven con nosotras – a pesar de su tamaño y corta edad la pequeña Sophie hablaba con una claridad asombrosa

-está bien – respondí con una sonrisa – iré con ustedes

-¡que bien! ¿Oíste eso mami?

-si hija, lo escuché ¡genial!

Tanto madre como hija sonreían, se veía preciosas, además de que se parecían muchísimo, luego de unos minutos la directora Silver me dejó fuera de la casa de mis tíos, yo me despedí de ella y de la pequeña Sophie, después entré a casa, la cena estuvo silenciosa, aunque aproveché eso para pedir el permiso de mis tíos quienes accedieron sin rechistar, después de cenar me dirigí a mi cuarto, lavé mis dientes y me acosté boca arriba, pensando en que en solo unas horas más vería a la señorita Silver

-Jane… Jane Silver… Jane – en pocos minutos me quedé dormida

A la mañana siguiente me vestí fresca, deportiva… acorde a un paseo por el parque, salí cuando recibí un mensaje de texto, bajé las escaleras con ansias, afuera estaba aparcada la camioneta de la directora Silver, ella y Sophie estaban fuera de esta, la niña al verme corrió emocionada a abrazarme

-¡Aiden!

-¡hola Sophie!

-vinimos a buscarte

-eso veo, ¿lista para divertirte en grande?

-¡si! ¡vamos!

Me tomó de la mano, la directora por su parte me sonrió, subimos al auto y ella puso marcha al parque, al llegar vi a muchas familias jugando y riendo, recordé aquellas tardes con mis padres… ahora me parecían lejanas

-Aiden despierta – dijo la directora

-ah, perdone directora silver, yo…

-Jane

-¿eh?

-puedes llamarme Jane cuando estemos fuera de la escuela – dijo esto mientras me guiñaba un ojo

-claro… entonces lo siento Jane

-¿en que pensabas?

-recordaba cuando venía acá con mis padres, era divertido

-¿y te reías mucho? – preguntó Sophie

-si, reía mucho, papá me llevaba sobre sus hombros… - me quedé callada, a decir verdad los extrañaba muchísimo

-eh, bien Sophie ¿me ayudas con la canasta de picnic?

-¡yo la llevo! – dijo en el acto, la niña caminó por una pequeña colina seguida por nosotras, iba muy entusiasmada

Una vez allí nos sentamos a comer, reíamos y hacíamos bromas, la nena se fue a jugar a un pequeño parque no tan alejado de nosotras, reía mucho

-no te aflijas porque tus padres no estén

-¿cómo dice?

-tu padre se preocupa por ti, y te quiere pero, su trabajo ha de ser sofocante

-lo es, por eso vine a vivir con mis tíos

-ya veo, pues de una forma u otra me alegra

-¿le alegra?

-si, de no ser por ello no estarías aquí – me sonrojé, ella también, nos miramos unos minutos hasta que escuchamos el llanto de Sophie, corrimos hasta donde se encontraba, yo llegué antes que Jane - ¿qué pasó nena?

-me caí – cargué a Sophie y caminé con ella hasta una banca, saqué de mi bolsillo una bandita medica, cubrí el raspón que se tenía en la rodilla producto de la caída

-¿está mejor?

-un poco – dijo entre lágrimas

-vaya, no se como no se me ocurrió traer de esas

-descuide, ya está bien, Sophie es una niña fuerte – dije esto acariciando su cabecita y sonriendo, ella me devolvió la sonrisa, Jane nos observaba, sonreía levemente

-bien, creo que es hora de regresar

Cargué a Sophie hasta el auto, en mi regazo se quedó dormida, subí hasta el departamento de Jane y la deposité en su cama, Jane me ofreció un poco de café

-no quiero molestar

-no molestas, estará listo enseguida – al cabo de unos cuantos minutos regresó con dos tazas de café – gracias por ayudarme hoy, por lo general en situaciones como esa me da pánico

-descuide, estoy acostumbrada ya que de pequeña cuidaba de mi prima, aunque es unos meses mayor que yo siempre dependió de mi con sus cortaduras y raspones, es por ello que acostumbré llevar banditas en mis bolsillos y pues, esa costumbre nunca desapareció

-que suerte tuve, ¿te divertiste?

-si, muchas gracias por todo directora… Jane, muchas gracias por todo Jane – ella rió levemente, yo me ruboricé, se sentó a mi lado y colocó su taza en la mesa de centro, hice lo mismo, noté unas cuantas fotos, en una aparecía una bebé, esa debía ser Sophie, en otra aparecía Jane con ella, hubo una que llamó mi atención - ¿Quién es el?

-es el padre de Sophie…

-¿es su papá? – en la foto solo aparecían el y Jane, no veía a Sophie en ninguna parte

-si, es su padre pero, ella no lo conoce

-¿por qué? – Luego caí en cuenta de que la pregunta no era agradable, lo supe al ver la expresión en su rostro – ah, no es necesario que me lo diga

-está bien, es porque… Richard, el padre de Sophie murió, al poco tiempo de que yo quedara embarazada el falleció

-lo siento mucho

-descuida, no lo sabías

-si pero, no debí preguntar, soy una tonta

-no lo eres, está bien – me sonrió de nuevo, no pude evitar sonrojarme, ella se acercó un poco a mi – tienes migajas de galletas en tu labio – me miró y se acercó un poco más, limpió mi labio con la punta de su dedo, luego acercó su rostro, yo también acerqué el mío, rozamos nuestros labios, me dio un beso leve y rápido, yo me sorprendí y ella también, en ese instante de cordura me alejé – lo lamento, de verdad lo siento, simplemente no pude evitarlo

-ah, no fue nada – me levanté – debería irme, es tarde ya y mis tíos deben estar preocupados

-permite que te lleve

-no, Sophie no puede quedarse sola, estaré bien, yo me voy y… fue un placer, me divertí mucho y gracias por todo – salí del departamento, dijo que esperara pero aún así no le hice caso, me quedé recostada a la puerta un par de minutos, me encontraba paralizada por aquello, sentir sus labios sobre los míos fue realmente extraño, aunque me sentí bien, mi corazón parecía que saltaría de mi pecho, nerviosa llegué a casa, subí directamente a mi habitación, y como hacía en situaciones de nervios, abracé mi almohada, pensaba en aquel asunto, me sonrojé y sentí algo de calor por todo mi cuerpo, el sonido de mi teléfono interrumpió mis pensamientos

-Aiden, llamaba para disculparme y para saber si habías llegado bien a casa

-eh, si, estoy bien y en casa

-me alegro, ah, con las prisas dejaste tu chaqueta – sin saber muy bien que decía hablé:

-iré mañana a buscarla, si no es molestia

-por supuesto que no, puedes con toda confianza

-entonces, iré… ¿le parece bien?

-claro, acá te esperamos, Sophie estará encantada de verte otra vez

-si… yo también quiero verla de nuevo

-no se diga más, entonces te esperamos

Colgó al decir esto, me di un largo baño de tina, luego salí y me dormí rápidamente, en la mañana me levanté temprano, me arreglé como siempre: casual, salí de casa, no desayuné, tomé un taxi, di la dirección… la recordaba perfectamente, el taxi me dejó frente al edificio, me detuve en el directorio y oprimí el botón que decía Silver

-¿si? – era la voz de Sophie

-hola Sophie, soy Aiden

-¡hola Aiden! ¡Mamá Aiden está aquí!

-muy bien muy bien voy a abrirle

La reja se abrió, entré y busqué el ascensor, recordaba el piso y el número de departamento a pesar de haber ido solo una vez, me detuve frente a la puerta, hacía tan solo unas horas me había recostado de la misma, recordaba aquel leve beso, los labios de la directora sobre los míos, aunque fue rápido lo sentí fabuloso… toqué el timbre luego de unos minutos, la pequeña Sophie abrió la puerta

-¡Aiden!

-hola Sophie – la cargué - ¿aún te duele la pierna?

-no, ya no me duele

-te traje helado, siempre me anima cuando me duele algo

-genial, vamos a la cocina, mamá prepara la cacerola de la abuela

-¿eh?

-ven – hizo que la bajara y de la mano me llevó a la cocina, allí estaba Jane, radiante y hermosa como de costumbre, llevaba un delantal y una coleta sujetaba su dorada cabellera – mami mami mira lo que Aiden me trajo

-genial linda, se ve delicioso, ¿diste las gracias?

-no… gracias Aiden – dijo con una sonrisa

-de nada –contesté igual, observé por unos instantes a Jane, cuando su mirada buscó la mía volteé a otro lugar – eh, iré por mi chaqueta y…

-y te quedarás a comer con nosotras – dijo Sophie

-¿eh?

-si, apuesto a que no has desayunado aún – dijo Jane

-no… aún no

-bien, entonces lávense las manos y siéntense a la mesa, ya casi está listo

La pequeña Sophie me llevó a su baño, era muy bonito, tenía miles de estrellas pintadas en las paredes, se divirtió mostrándome cada cosa que usaba, luego de lavarnos con un jabón cuyo aroma era delicioso debo decir, regresamos a la mesa, Jane aún no servía, entré a la cocina para ayudarla

-gracias pero, lo tengo controlado – dijo orgullosa

-de acuerdo pero, no creo que puedas llevarlo todo tu sola

-me tuteas, eso me agrada – me ruboricé en el acto – bien, ayúdame llevando estos platos y vasos, yo llevaré la cacerola

Al sentarnos a la mesa sirvió la cantidad necesaria para cada una, arroz blanco y una especie de guisado, parecía una salsa muy espesa color caramelo, tenía vegetales y carne, luego sirvió el jugo en cada vaso, Sophie dio gracias por la comida y empezó a degustarla

-¡te quedó muy rico mami!

-¿de verdad? Gracias hija, a ver Aiden, pruébala, quiero ver si a ti también te gusta

-de acuerdo… buen provecho y gracias – tomé un bocado de arroz,

-no no, así no se hace, debes tomar el arroz así y luego añadirle el curry

-¿curry?

-si, es el curry de la abuela

-mi madre lo preparaba mucho mejor pero, este es bastante bueno según Sophie, anda, pruébalo – me acercó la cucharilla hasta la boca, yo la abrí dando paso a ese extraordinario sabor nuevo, jamás había probado algo tan delicioso, era una explosión de sabor -  ¿y bien? ¿Te gusta?

-¡está delicioso! – Exclamé – jamás, jamás había probado algo así – comí por mi cuenta, Jane se sorprendió un poco pero al cabo de unos segundos comenzó a reír, Sophie acabó pronto y luego de lavarse los dientes fue a jugar a su cuarto, yo ayudé a Jane en la cocina y luego trajo dos tazas de café

-lamento lo de ayer – dijo avergonzada y con la mirada gacha – no debí precipitarme

-yo… lo que quiero decir es que… lo sentí un tanto extraño

-lo lamento mucho, no fue mi intención y, si quieres dejar de hablarme lo entenderé pero, por favor no la tomes contra Sophie, en el poco tiempo que te conoce, te ha tomado cariño, suele encariñarse muy rápido, solo la has visto un día y medio y ya te quiere… lo que quiero decir es que, ella no tiene la culpa, y perderte a ti sería devastador para ella

-no se preocupe, yo también la quiero mucho

-eso me alegra… hasta hace unos momentos me tuteabas – me sonrojé de nuevo – me gusta que lo hagas, aunque no quiero obligarte a nada… ni nada por el estilo, solo haz lo que gustes

-¿hablas en serio?

-si, haz lo que más creas correcto

Como siguiendo un instinto me acerqué a ella, tomé su rostro entre mis manos y lo atraje hacia el mío, esta vez fui yo quien posé mis labios sobre los suyos, ella se sorprendió pero correspondió a mi beso, luego de unos instantes nos separamos, ella colocó la punta de sus dedos sobre sus labios, me observaba aún asombrada, yo por otro lado miraba hacia el suelo, ruborizada, atónita por mi propia reacción, ella tomó mi mano y fue entonces que volteé a mirarla, me atrajo hacia si y volví a besarla, ésta vez se recostó al sofá y me hizo caer sobre ella, continuaba besándola, ella enredó sus dedos el mi cabello que caía a capas, yo por otro lado me sostenía en el sofá, luego de besarnos por unos minutos simplemente me recosté a su pecho, ella me abrazaba y acariciaba dulcemente mi cabeza

-esto es irreal – dije rompiendo el silencio

-no lo es, es muy real, esto sucedió

-¿lo lamentas?

-no, ¿lo lamentas tú?

-no, para nada

-¿ahora qué sigue?

-¿eh? No lo se

-¿no lo sabes? Pero fuiste tú quien me besó

-¡ya lo se! Pero no tengo idea de que sigue, ése fue mi primer beso

-mientes

-¿por qué lo dices?

-porque tu primer beso fue ayer – me ruboricé mucho más, escondí mi rostro entre sus pechos, ella comenzó a reír

-es que… no lo sentí como tal, estaba sorprendida además no sabía que me besarías

-¿y crees que hoy yo lo sabía? Tú también me tomaste por sorpresa, aunque debo decir que fue encantador – decía esto conforme acariciaba mi cabeza - lo que no se es, ¿tenemos ahora una especie de relación?

-¿relación dices?

-si, nos hemos besado ya dos veces, mírate, por lo que veo no quieres separarte de mi

-no quiero hacerlo, pero llamarlo relación… soy tu alumna

-no lo eres, soy la directora del lugar en el que estudias, no eres mi alumna directamente

-supongo que tienes razón

-deberemos tener cuidado para no levantar sospechas en la escuela

-si, será divertido – dije levantando mi cabeza, ella sonrió y me atrajo hacia si, me besó nuevamente

Al cabo de un rato regresé a mi casa, Jane me llevó, Sophie regresó algo triste, entré con naturalidad, mis tíos no estaban en casa, debían atender un evento sorpresivo

-¿dónde estabas? – preguntó mi prima

-solo fui a caminar un poco

-ya veo… pero no desayunaste, además Sebastián me dijo que saliste muy temprano

-si, no quise despertarte, quería caminar, recorrer el pueblo, divertirme un poco

-¿sin mi? Vamos, antes hacíamos todo juntas

-ya no soy una niña Leah, ambas crecimos, no hay por qué hacer todo juntas

-¿al menos podemos ver una película? Será en mi habitación

-pero…

-me lo debes

-de acuerdo, vamos – hicimos palomitas, ordenamos pizza, hicimos nuestra propia maratón, me fui una vez Leah se quedó dormida

A la mañana siguiente fuimos a clases, todo iba bien, normal como de costumbre, solo que, no había visto a Jane, no me preocupé, quizás estuviera ocupada, fuimos a clases, literatura, inglés, matemáticas y antes del receso, ciencias, ésta última la veríamos en el laboratorio, Leah se sentó conmigo

-que aburrido, ya quiero ir al receso

-si, yo también – el profesor entró, justo antes de que iniciara la clase se escucharon los parlantes:

-Aiden Black, es solicitada en la dirección de inmediato y con suma urgencia, Aiden Black, es solicitada en la dirección de inmediato y con suma urgencia

Las chicas a mí alrededor incluyendo a Leah me miraban asombradas, murmuraban, incluso el profesor me miró asombrado

-bueno, parece que la necesitan señorita Black

-si… así parece – dije nerviosa

-entonces, retírese – dijo algo serio

-con permiso – salí del laboratorio, bajé las escaleras, caminé por aquel oscuro pasillo y toqué la puerta

-adelante – escuché decir desde adentro, entré pero no vi a nadie, di untar de pasos más, fue entonces cuando escuché que cerraban la puerta detrás de mi, también el pasador, sentí como me abrazaban desde atrás – así que viniste

-me llamaste, debía acudir

-te extrañaba, mucho

-y yo a ti ¿qué sucede?

-nada, solo quería hacer algo

-¿algo? ¿Cómo qué? – Me giró hacia ella, me imprimió un tierno beso sujetando mis mejillas al cual yo correspondí rodeando su cuello – algo como esto – sonreímos

-¿qué tal tu día?

-va mejorando – esta vez me sujetaba de la cintura – por cierto, ¿no hay problema con que estemos aquí?

-en lo absoluto, aquí estamos seguras

-pero, ¿qué pasa con las cámaras?

-hace un año se dañaron, jamás las envié a reparar, detesto que me vigilen –volvió a besarme – te ves muy bien con uniforme

-¿ah si?

-si, me gustó ésta faceta tuya desde el primer día que te vi, ¿lo recuerdas?

-si, vine a conocerte

-no, fue antes

-¿eh? Oh si, en la cafetería, la misma gelatina

-jajaja, exacto, aunque debo decir que odio la gelatina

-¿eh? ¿Entonces por qué?

-solo quería verte más de cerca

-eso es trampa

-no lo es, me pareciste adorable desde la primera vez que te vi - me sonrojé – vaya, que lindo tono rosa, hace que te veas mucho más adorable – me besó una vez más, luego de eso se sentó en el escritorio, yo en su asiento

-vaya, miren esto, soy la directora – reí eufóricamente

-shhh, podrán escucharte fuera

-oh, lo siento – bajé la voz, ella comenzó a reír - ¿qué es tan divertido?

-solo bromeaba, este lugar está tan alejado que nadie podría oírnos aquí

-ah… interesante

-¿por qué?

-porque así no se darán cuenta de que te estoy haciendo cosquillas – me levanté y comencé a hacerla reír, le hacía cosquillas y más cosquillas, ella reía y se retorcía en el escritorio, varias cosas cayeron al piso

-piedad… jajaja por favor ya basta – al cabo de unos segundos más me detuve, no fue porque quisiera sino porque no pude seguir, me sujetó de tal manera que no pude moverme, atrapada en sus labios me perdí hasta que la campana del receso anunció el fin de las actividades – deberías volver – dijo acariciando mi mejilla

-pero… aún no quiero irme

-descuida, regresaremos juntas, te esperaré en el estacionamiento – sonreí

-de acuerdo, nos vemos entonces – un último beso y me dirigí al patio de la escuela, Leah me esperaba en una banca

-¿qué sucedió? La directora te tuvo allí por toda una hora

-ah… no fue nada, puedes estar tranquila

-¿segura de que todo está bien?

-si, todo está de maravilla

Al salir de clases fui apresuradamente a guardar mis cosas, mi prima me dijo que regresáramos juntas lo que rechacé en el acto, le dije que debía ir a otro lugar, y así fue, esperé unos veinte minutos, Jane salía de la escuela, me sonrió, sabía que aún no podía recibirla con un beso, subimos al auto y cuando estuvimos lo bastante alejadas fue cuando me besó

-¿todo bien?

-si, estaba ansiosa por salir

-igual yo, ¿qué te parece si vamos por Sophie y luego a comer?

-está bien lo de ir por Sophie pero, no quiero molestar ni ser un gasto extra

-¿de qué hablas? Vamos, será divertido, lo llevaremos a casa, a Sophie no le gusta comer fuera

No discutí, fuimos a buscar a Sophie quien se alegró mucho al verme de nuevo, Jane condujo a un restaurante de comida rápida, ordenó y regresamos, una vez llegamos al departamento comimos ayudé a Sophie con sus deberes, Jane nos observaba desde el sofá con una sonrisa protectora, al cabo de un rato fue Jane quien me ayudó con los míos y Sophie quien reía cuando yo no entendía algo, al terminar me acosté sobre la alfombra, estaba cansada así que cerré mis ojos, Sophie se había ido a su cuarto a jugar, al cabo de unos minutos sentí el dulce sabor de los labios de Jane, estaba parcialmente acostada sobre mí, la abracé por la cintura mientras correspondía al beso

-¿entendiste todo?

-si, a la perfección

-me alegro, bien debo quitarme esta ropa, andar con el típico traje de directora seria en casa no es lo mío – imprimió otro beso en mis labios y se levantó, yo me quedé mirando al techo, me sentía intranquila, mi corazón latía apresuradamente, no lo pensé mucho más, me levanté y caminé hasta su cuarto, al sostener la perilla tragué saliva y la giré, abrí la puerta y la vi en ropa interior, su cuerpo era hermoso, perfecto a decir verdad, unas curvas bastante bien formadas que se ocultaban bajo aquel traje tan serio, ella al verme se sorprendió, yo entré y cerré la puerta, la miré tratando de cubrirse, me acerqué y la besé, ella se dejó llevar, el beso se prolongó y se hacía cada vez más intenso, necesitaba besar su piel, poseerla por completo y, aunque sería mi primera vez sentía que sabría perfectamente que hacer

-te ves hermosa –alcancé a decir

Mientras besaba su cuello fui guiándonos hasta la cama solo que por el camino equivocado, chocamos contra una pared, aún así continuaba besando sus labios, mis manos se deslizaron por si solas hasta aquellos perfectos senos, los acariciaba por encima del sujetador, cosa que la enloquecía, por otra parte ella se apresuró a remover la corbata de mi uniforme y a desabotonar mi camisa, también necesitaba sentir mi piel, paré un momento y la miré, su piel se había tornado rosa y respiraba aceleradamente, volví a besarla cuando escuchamos desde afuera

-mami ¿dónde está Aiden? ¿Se fue sin despedirse?

Tanto Jane como yo nos sorprendimos, en ese instante de cordura ella se apresuró a vestirse, yo me arreglé y me oculté detrás de la puerta

-hola nena, eh creo que si pero está bien, solo fue a… comprar unas cosas

-¿helado?

-si, fue a comprar helado

-quería mostrarle unos dibujos que hice

-¿ah si? Vamos, muéstramelos y cuando regrese los verá también

Salió, luego me envió un mensaje, salí del cuarto y luego del departamento, recostada a la puerta comencé a reír, luego toqué el timbre, Sophie abrió la puerta

-¡hola Aiden!

-hola Sophie

-¿trajiste el helado?

-lo siento, estaba cerrado, pero te prometo que mañana traeré tanto como pueda

-está bien, gracias – sonrió, pasamos a la sala, vi a Jane sentada, al ella verme se sonrojó, yo reí por lo bajo – mira estos dibujos

-son bastante buenos - dijo Jane

-si que lo son, vaya Sophie eres muy buena dibujando

-gracias, puedo enseñarte – dijo con picardía

-¿ah si? Estaré encantada

Al cabo de un rato Jane fue a bañar a Sophie, no tardó demasiado pues la niña la echó, literalmente

-dice que está grande para que yo la bañe, además le da vergüenza ya que estás aquí

-oh, puedo irme, no hay problema en ello – se sentó sobre mi

-¿alguien dijo que te fueras?

-¿qué pasará si Sophie sale?

-sabe que no me gustan los hombres, dice que quiero más a las niñas porque somos más inteligentes

-tiene razón – la besé

-espera – dijo separándose un poco - ¿estás consciente de que casi…?

-si, lo se, lo lamento

-no digas eso, aunque no estuvo bien – dijo abrazándose a mi cuello – me excitaste, fue difícil contenerme con Sophie frente a mi – ante aquellas palabras me sonrojé mucho

-¿ah si?

-si, vaya, eres una tramposa, me atrapaste desprevenida – hablaba con mucha calma y naturalidad

-ya dije que lo sentía, me dejé llevar por el momento

-lo se pero, no quiero que suceda otra vez

-¿por qué? – dije empujándola y mirándola seriamente

-porque no quiero hacerlo con Sophie presente

-lo… lo entiendo

-además, habrá tiempo suficiente mi querida alumna

-tienes razón – sonreí – debo irme, es tarde ya

-muy bien, espera a que Sophie salga y te llevaremos

Al volver a casa cené con mi prima y mis tíos, me miraban un tanto preocupados

-Aiden, - dijo mi tío - sabes que el hecho de que estés con nosotros no nos convierte en tus padres ni nada parecido pero, al menos deberías decirnos cuando te ausentes

-también sabemos que no estamos todo el tiempo pero avisarnos por teléfono sería bueno

-¿eh? Pero… ¿Quién dijo que…? – Volteé hacia mi prima, ésta bajó su rostro avergonzada – tienen razón, lo siento

-no pienses en esto como una reprimenda, solo como un consejo

-te amamos y nos preocupamos por ti

-es por eso que mañana al salir del colegio vendrás directamente a casa

-pero dijeron que no era una reprimenda

-lo se, pero no has pasado casi tiempo con Leah, una tarde de primas les vendrá bien

-no es justo, yo no…

-en vista de que sigues oponiéndote, acatarás esto el resto de la semana, si objetas algo más será todo el mes

-yo…, con permiso – me levanté, entré a mi habitación y pasé el seguro a la puerta, estaba acostada en mi cama, abrazaba mi almohada cuando recibí un mensaje de texto

-¿cómo estás?

-enojada, mis tíos me castigaron

-¿por qué?

-porque según Leah me he escapado sin permiso

-eso no es verdad ¿o si?

-nunca están aquí, ¿a quien se supone que pida permiso?

-bueno… ¿Por cuánto tiempo?

-toda esta semana

-ya veo… eso quiere decir que solo nos veremos en la escuela

-así parece

-es una lástima L

-lo se L

-descuida, saldremos el fin de semana, te veo mañana J

-de acuerdo, descansa J

-tu también Y

A la mañana siguiente me alisté, bajé las escaleras sin voltear, Leah estaba sentada tomando café, me dirigió los buenos días pero la ignoré, salí de casa y me fui caminando a la escuela, aún me faltaban unas cuantas cuadras cuando escuché el sonido de una corneta

-buenos días rebelde

-hola directora – sonreí

-¿quieres que te lleve?

-no sería bueno que me vieran bajar de tu auto

-tienes razón, bueno entonces te veré luego

-de acuerdo – comencé a caminar

-espera – bajó, caminamos un poco hasta un parque infantil, nos encontrábamos detrás de un enorme tobogán – deja que te de los buenos días apropiadamente – me besó, esta vez no era como de costumbre, ésta vez era un beso mucho más tierno y delicado, reconfortante – buenos días

-muy buenos… - correspondí a aquel beso por unos segundos más

-es hora, tienes clases

-cierto, además ya voy retrasada, no quise que Sebastián me trajera

-ya veo… sube a mi auto

-pero…

-que se jodan, solo sube – me guiñó un ojo, era la primera vez que la escuchaba decir una mala palabra pero, de sus labios no parecía fea en lo absoluto, subí a su auto y ajusté el cinturón, llegamos en poco tiempo – no prestes atención y métete en problemas

-¿cómo dices?

-de esa forma te enviarán a dirección – rió a carcajadas

-eso haré, aunque la castigada serás tú – de pronto su expresión se tornó seria, cambió a sonrojada – me voy – dije saltando del auto

-¡espera! ¡Eso es trampa!

-¿qué esperabas? ¡Soy una adolescente! – me perdí entre los árboles y arbustos que rodeaban el estacionamiento, así llegué al patio de la escuela el cual ya estaba repleto de estudiantes, vi a Leah llegar y tratar de acercarse, yo fingí que no la vi así que no que quedó de otra más que ir con sus amigas, por otro lado me senté a escuchar música mientras esperaba a que comenzaran las clases

Durante el receso estaba sola en una banca que estaba alejada del patio, comía pausadamente, disfrutaba de lo silencioso del lugar, miraba hacia arriba cuando sentí un leve golpe en la cabeza, al tomarlo del suelo noté que era un panquecito…

-¡oye tú! Ése es mi lugar

-¿eh? – una niña no mayor a mi y un poco más baja apareció entre la barda que rodeaba aquel lugar, de esa forma no era visto por las demás

-ya lo dije, ése es mi lugar, largo de aquí

-lo siento, llegué primero

-¡mientes! Yo tomé ese lugar desde que comencé a estudiar aquí, se supone que nadie sabía de su existencia

-vaya, que ruidosa eres

-solo vete

-lo siento, no pienso irme de aquí, éste lugar es bastante tranquilo

-lo era hasta que llegaste, ahora es muy molesto

-vamos, podemos compartirlo ¿no crees?

-¡no quiero compartirlo! ¡es mío!

-pertenece a la escuela

-¡te equivocas! ¡Es mío! ¡Mi abuelo lo mandó a hacer solo para mí!

-¿abuelo?

-así es, mi abuelo es el fundador de ésta escuela

-ya veo, de igual forma no me iré

-¿no lo harás? ¡Winston! ¡Ven cuanto antes! – un joven mayordomo entró en el lugar

-acá estoy mi lady, ¿qué se le ofrece?

-quiero que saques a esta mocosa de aquí

-¡¿cómo me llamaste?! ¡la mocosa aquí eres tú!

-¡cállate! No eres más que una intrusa, ¡largo largo largo!

-no me iré de aquí mocosa mimada, llegué antes que tú

-creo que deberíamos resolver esto de otra forma – dijo aquel joven – vamos con la directora

-estás en problemas, mi tía te echará en cuanto sepa que me lastimaste y que rompiste mi camisa

-¿romper? Pero si yo no te he hecho nada

-Winston – el joven rasgó la camisa de aquella niña

-listo mi lady

-ella me atacó ¿verdad?

-así es mi lady, yo lo vi todo pero no intervine porque pateó mi entrepierna

-eres una rebelde niña insensata, ahora vamos a la dirección, Winston tráela

El mayordomo me sujetó fuertemente por uno de mis brazos, me llevaba casi a rastras, pasamos por un lugar distinto al que yo conocía, este estaba incluso más deshabitado que el típico camino a la dirección, aquella niña irrumpió sin tocar, Jane se sorprendió mucho al verla entrar

-Kate, ¿qué haces aquí? Y… ¿Aiden? ¿qué significa esto? Winston ¡te ordeno que la sueltes en el acto!

-mi lady

-si, ya suéltala – dijo la pequeña, mi brazo me dolía

-ahora explícame, ¿por qué traes a Aiden… a la señorita Black de es forma

-verás tía, yo estaba muy tranquila en mi sitio de comer cuando llegó esta rebelde y alborotadora, tiró mi desayuno al suelo, me golpeó y además rasgó mi camisa

-y pateó mi entrepierna

-y pateó la entrepierna de Winston, no creo que pueda tener hijos

-ya veo... señorita Black, deberé hablar seriamente con usted

-¿qué? ¿Vas a creer todas esas patrañas?

-silencio Black, ve y siéntate en el sillón frente a mi escritorio

-¿eh? Pero… ¡yo no hice nada!

-¡solo ve! – ante aquel grito bajé la mirada y me senté, escuché lo que decían

-es una mala influencia para nosotras tía, es indisciplinada, además de agresiva

-si, te entiendo

-te recomiendo que la eches cuanto antes, no merece estar aquí

-ya veo, bien deja que yo me encargue de todo, puedes estar segura de que haré lo correcto

Aquella niña y su mayordomo se marcharon, yo no sabía donde ocultar mi rostro, sentía muchas ganas de llorar, levanté la mirada cuando Jane se sentó en su sillón, mantenía los ojos cerrados

-yo no hice nada de eso, es una mentirosa

-¿ah si? Pero su camisa está rasgada

-fue Winston

-¿por qué lo haría?

-porque ella se lo ordenó

-ya veo…

-¿por qué no me crees? ¿Por qué piensas que yo haría algo así? ¿Qué acaso no me conoces? ¡Sabes que no es mi forma de ser!

-cálmate, se que no hiciste nada de eso

-pero… ¿entonces por qué me gritaste? Y y ¿de qué te encargarás? ¿vas a expulsarme?

-¡calla! Por favor Aiden cálmate, no pienso hacer nada de eso – comencé a llorar, ella se sentó en su escritorio y levantó mi rostro – necesitaba disimular ante ella y el cuervo que tiene como mayordomo, se que no hiciste nada de eso, ella no es más que una problemática, siempre ocasionando molestias a cuanta estudiante puede

-¿por qué? – aún lloraba,  ella se apresuró a secar mis lágrimas

-no lo se, siempre ha sido así, quizás por la muerte de su padre… quien sabe

-es injusto, solo buscaba un lugar cómodo y silencioso para desayunar

-que tonta eres

-¿por qué?

-si querías un lugar tranquilo y silencioso, ¿por qué no viniste aquí desde el principio? Te habrías ahorrado todo este mal rato

-no pensé que… bueno a decir verdad creí que…

-te ves tan tierna cuando no sabes que decir, puedes venir cuando quieras, siempre y cuando claro que no tengas clases

-¿de verdad?

-si, así podré verte comer

-está bien… - dije sonrojada, ella aprovechó ese instante y se acercó a mi, me besó con ternura

-vale, ahora por favor espera aquí ¿tienes hambre verdad?

-no mucha, luego de todo ese enojo… nop, no tengo

-bien, entonces solo quédate sentada o haz lo que quieras, tengo que entregar un informe y… no tengo idea de por donde comenzar

-¿quieres que te ayude?

-¿sabrás como se hace?

-soy muy buena en literatura y redacción, solo dime de que trata

-bien, aunque deberás quedarte conmigo por las próximas dos clases

-¿te molesta?

-para nada… ¿y a ti?

-jamás – comenzamos a trabajar, ella dictaba mientras yo escribía, arreglaba una que otra cosa y lo redactaba según mi criterio, fue una ardua jornada pero valía la pena tanto trabajo, estaba con Jane, al terminar me recosté a la silla, ella se sentó

-vaya, si que tardamos

-y que lo digas, mi vista está cansada

-lamento hacer que me ayudaras, soy bastante torpe

-fui yo quien se ofreció a hacerlo

-ya lo se, de igual forma acabaste cansada sin necesidad

-estoy bien, pero me debes un desayuno

-ten por seguro que al menos te invitaré a almorzar – reímos, el sonido de la campana nos interrumpió – ya debes irte

-lo se, me divertí mucho… a pesar de que esa niña me asustó bastante

-perdona, debía aparentar que le creía o… es una verdadera pesadilla

-no te preocupes – dije esto chocando mi frente a la suya y acariciando su mejilla – ya pasó todo y te entiendo, eres la directora después de todo

-tienes razón – me besó, yo correspondí al beso cuando paró y me miró a los ojos – te amo – ante aquello me sorprendí y me paralicé, ella también, me miró asombrada

-¿qué dijiste?

-eh… lo siento yo…

-debo irme – dije en el acto, no la besé nuevamente, salí inmediatamente de su despacho, estaba un tanto ofuscada, jamás había escuchado esas palabras de alguien y pues, me aterré, caminé hasta mi casillero y tomé mis cosas, regresé en un taxi hasta la casa de mis tíos, cené poco y subí a mi cuarto, me duché por horas, estaba muy confundida, no sabía si tenía que responderle con lo mismo o simplemente quedarme callada… en lugar de esas dos opciones solo salí corriendo, demasiadas dudas pasaban por mi mente