Mis deseos más impuros (1)

Un amor lleno de sensualidad y pasion.

Mis deseos más impuros 1

Antes que nada, quiero decir, que soy una asidua lectora de los relatos se publican en esta pagina, he leído muchos y muy buenos, y he decidido contarles lo que me sucedió

Soy María, una señora de 46 años, divorciada, con un hijo de 18 años, llamado Juan, secretaria, de físico bastante proporcionado.

Me destaco por mi cola, que siempre fue el comentario, de los amigos de mi ex marido. Aun a mi edad la mantengo firme debido a que hago gimnasia en la semana y es el blanco de varios comentarios cuando salgo por la calle. Con respecto al sexo, soy muy liberal y he salido con varios hombres, me encantan los hombres jóvenes, pues son más directos y dicen todo lo que piensan, y como no pretendo una relación sentimental, y solo deseo pasarla bien, los jóvenes son lo mejor. Incansables sexualmente y dispuestos a satisfacer todas mis fantasías, incluso me ayudaron a satisfacer mi fantasía de sexo grupal, todo de una forma discreta, y privada, pues a los ojos de mis amistades soy todo una señora respetable.

Lo que quiero dejar en claro es, que con respecto al sexo no soy ninguna mojigata. Aunque nunca pasó por mi cabeza, ni en mis fantasías más calientes, tener sexo con mi propio hijo, Juan. Su carácter tímido y retraído me producía una inmensa ternura, siempre lo abrazaba, besaba sus mejillas, en fin, es mi adoración de Madre, jamás lo había visto de otra manera, hasta ese día

Nuestra vida cambio para siempre un lunes en la tarde. Volví de mi trabajo más temprano que de costumbre y cuando me iba acercando a mi habitación, escuché algunos gemidos que provenían de la habitación de mi hijo, lo cual me aceleró el corazón, mas cuando pude darme cuenta que eran de una mujer, la que no podía dejar de expresar lo bien que la estaba pasando. Decidí abrir un poco la puerta, con mucho cuidado para no ser descubierta, para poder ver el espectáculo que se abría ante mis ojos. Lo primero que vi, fue a mi hijo con los ojos cerrados, mientras una jovencita, que todavía no lograba distinguir, lamía con avidez su pene haciéndolo gemir de placer. Debo confesar que esto hizo que me empezara a mojar de inmediato, dificultando, que mi respiración siguiera en calma, al igual que los latidos de mi corazón, que cada vez eran mas fuertes.

En ese instante sentí que no era inmune al instinto de hembra y seguí mirando, hasta que un espeso chorro de semen se deslizo por el rostro de la joven. Me quedé petrificada, al verlo, mi mente se nublaba y muchos pensamientos erráticos corrían a gran velocidad, sentía interiormente celos de esa chica, pensaba, en mi bebé , es mío, es mío, retumbaba en mi mente.

" Incestuosa quieres su pene para ti ", pensé. Algo de esa frase golpeo mi subconsciente, al volver a mirar, vi en mi hijo un hombre desnudo, su virilidad erecta, ¿ la quería solo para mi?. ¿Él había despertado, la hembra en celo que toda mujer lleva dentro?. Estaba nerviosa y consumida de excitación. Mis piernas temblaban al imaginarme follada por mi propio hijo. Lo rechazaba como una aberración, pero el pensamiento me atraía irremediablemente. Comprendí que deseaba chupar aquella polla, que deseaba saborearla, sentirla dentro de mi boca. Supe que necesita chuparle la polla a mi propio hijo y que no iba a poder resistirme, aunque sea un acto sucio, obsceno e incestuoso.

Bajé sigilosamente las escaleras y salí de la casa, para volver a entrar haciendo el mayor ruido posible, para luego encontrar a dos estudiantes concentrados en sus estudios.

Pasaron los días, nuestra relación madre-hijo era totalmente natural y digo era, porque a partir de un determinado momento comencé a notar como que algo estaba cambiando en mi comportamiento.

Comenzó de forma suave, con besos y caricias adicionales. Al principio, eran simples caricias, pero poco a poco, me fui dando cuenta, que mis manos se movían por todas las partes de su cuerpo hasta rozar disimuladamente su miembro, aunque luego, me sentía culpable, era evidente que eso me producía una excitación tremenda, imposible de refrenar.

La alegría que sentía cuando le abrazaba, había pasado a ser otra cosa… y su cuerpo había pasado a ser algo muy atractivo para mi, era sumamente excitante, perder por un instante la razón, la moral y hasta la identidad de madre, para vivir la experiencia, de tocar su cuerpo con deseo de hembra y liberar al animal primitivo que llevamos dentro.

En los momentos de cariño, el siempre se había dejado acariciar, sin mas, pero de pronto, comenzó a participar activamente, algo había comenzado a cambiar también en su comportamiento

Poco a poco fui comprendiendo que con sus 18 años, en plena efervescencia hormonal, yo me estaba convirtiendo en el objeto sexual que más deseaba.

Ya no era necesario que yo lo acariciase, porque ahora, era él, el que continuamente y cada vez que se le presentaba la ocasión, llegaba y me daba un abrazo, de frente o por la espada y esta nueva modalidad, ponía mas en evidencia sus intenciones, puesto que sus manos se movían entre mi barriga y mis pechos, al principio, de forma sutil y luego cada vez de forma mas descarada. Cuando me abordaba por detrás, me besaba en el cuello y en la mejilla, cada vez mas cerca de la boca y cuando lo hacia por delante, lo hacia en el cuello y en muchas ocasiones en la boca, de forma rápida, como sin querer…. Cada vez tenia mas claro que mi hijo se excitaba conmigo, con mi consentimiento tácito, puesto que le dejaba hacer y él, al no recibir oposición por mi parte, seguía avanzando, con caricias cada vez más explícitas y atrevidas. Ya no había ninguna duda, todo era explícito, mi hijo simplemente me estaba metiendo mano, como si esto fuera lo mas normal del mundo….. No podía definir lo que sentía, en esos momentos, se entremezclaban en mi mente, el deseo lujurioso y el cariño cada vez menos maternal, que sentía por mi hijo y aunque, inconscientemente o no, yo había deseado que esto pasara, en esos momentos no sabia como reaccionar, así es que opté por quedarme quieta y callada y dejarle hacer lo que quisiera.

Aunque no podía seguir actuando como si no pasara nada. Si que había pasado algo y no lo podía ignorar, mi hijo iba a querer seguir avanzando, hasta donde yo le permitiera, así es que en algún momento tendría que decidir hasta donde estaba dispuesta a dejarle llegar, y también tenia que decidir sobre la actitud que yo debía tomar A la mañana siguiente, comencé con lo que pretendía ser una conversación seria y formal madre-hijo. Le dije en tono de reproche, si le parecía bien, que me tocase de la forma, en que acostumbraba a tocarme. Me contestó que me quería mucho, que estaba locamente enamorado de mi y que estaba muy contento de poder acariciarme de esa forma, puesto que había podido comprobar, por mis reacciones, que yo también estaba loca por él. Le respondí, que efectivamente, yo también le quería mucho, pero que el cariño e incluso el amor entre una madre y un hijo tenia ciertos limites, que la sociedad no permitía sobrepasar. Ni yo me creía ese argumento y menos él No me dejó hablar mas, me atrajo hacia el y comenzó a besarme apasionadamente. Sin poder controlarme, debido a mi estado de excitación, entreabrí mis labios ligeramente y el inmediatamente aprovecho para introducir su lengua a través de ellos, suavemente, como con miedo, yo avance mi lengua hacia la suya hasta que ambas se juntaron, fue como un detonante… yo me abandone a su beso y comencé a corresponderle con la misma pasión..

Le tomé su mano para besarla y después la llevé a una de mis tetas para que me acariciara. Al sentir sus manos en mi piel deslizándose, me acerqué más hacia su cuerpo mientras me iba desprendiendo los botones de la pollera, la que fue a parar al piso

El aproximo su rostro a mis pechos la sensación que provocaba su respiración en mis senos, provocaron una onda de calor que recorrió todo mi cuerpo, sentí mis pezones endureciéndose, denunciando, mi excitación, intensa y prohibida. Por mi parte, note la protuberancia de su pene creciendo. Sus manos comenzaron a acariciar mi espalda, de una forma errante, llegando incluso hasta el nacimiento de mis nalgas pero sin tocarla, como esperando mi aprobación Sus manos se deshicieron de mi sostén y sus labios tocaron uno de mis pezones, suavemente. Su lengua caliente dibujó su contorno. Yo tuve que morder mis labios para no gemir de placer. Mis resistencias estaban cayendo, mis pocas, creencias morales y religiosas, cedían ante la morbosidad de que sea mi hijo, el que me pusiera en un estado de locura sexual tan grande y yo, me dejaría llevar entregándome por entera, a esa relación pecaminosa. Fije mis ojos en los suyos y dejé escapar un gemido en señal de aprobación, y su mano descendió explorando mi cuerpo,. ¿Te gusta mamá?" Susurro. Asentí con la cabeza. En el limite de mi resistencia, me levanté " ¿Hice algo errado mamá?", él preguntó acongojado, No mi amor. "Ven conmigo hijo", dije rápidamente, guiándolo a mi cuarto. Lo ayude a desvestirse. Cuando se libero de la última ropa, su pene, se mostró rígido para mi. "Que lindo mi amor", ronronee, agarrando su pene con una mano y recorriendo su pecho con la otra. " Bésame hijo ", pedí, y cuando sentí su lengua explorando el interior de mi boca inicie un masaje sensual con la mano, en su pene. Ansiaba probar su polla, sentir su pene caliente y duro dentro de mi boca por algunos minutos.

Deslicé su miembro en mi boca. El calor de su pene me encantaba, la sensación de volumen y el gusto salado de su masculinidad. era arrebatador. Mi vagina se humedecía mas y más. Mis pezones duros como rocas me dolían de la excitación. Ya no podía resistir más. Me levante y me recosté en la cama. "Me chupas la vagina hijo". El aparto mis piernas y coloco su lengua en mi vagina, cuando su lengua alcanzó mi clítoris, mi cuerpo se arqueo, Yo gemía de placer y murmuraba

"Hay mi amor, que placer, si ahí, sigue hagg. Hijo si, si, siiiiii, mi amorr", sentía la lengua de mi hijo, penetrar en mi vagina y me sobrevino un orgasmo. No tanto por la sensación física, sino, por la emoción del acto prohibido y perverso del incesto

Pero lo quería dentro mío, bien adentro, se recostó sobre mi y su pene invadió, mi maternal gruta del placer

  • Uyyy amooor, me estás abriendo toda, le dije, casi fuera de mí, buscando su boca para besarlo y nos unimos en un largo beso donde nuestras lenguas bailoteaban humedecidas con nuestra saliva en caliente intercambio. En ese instante todo valía y su pene se desplazaba libremente en mi agujero mojado, en un vaivén estremecedor que me permitía acompañarlo con mis caderas. Me gustaba mucho sentir su pene grueso, que presionaba mi vagina por la posición en la que estábamos y yo lo acompañaba con mis movimientos de pelvis empujando hacia adelante y atrás lo que acelero el orgasmo casi instantáneo que me vino de pronto y lancé casi un grito a medida que me iba estallando profundo y fuerte. Cuando se vino contra mi cuerpo y comenzó a embestirme con más velocidad, entendí que ya estaba por acabar y con voz ansiosa le dije al oído descontrolada , que me diera la leche, toda su leche, que la necesitaba

En cierto momento su cuerpo se tensó y mientras jadeaba, yo sentí que descargaba todo su semen en mi interior. Yo me abracé al cuello de mi hijo y le dije suavemente que lo estaba sintiendo acabar maravillosamente y que se relajara hasta entregarme toda su leche. Luego nos quedamos en silencio, yo me acurruqué contra su pecho buscando su protección y suspiré profundamente.