Mis deseos

Juegos erótico-sexuales entre mi novia, su amiga y yo.

Mis Deseos.

Era un día de primavera como tantos otros y algo frío. Amaneció soleado y el cielo despejado de nubes. Me encontraba excitado desde que desperté, probablemente por algún sueño, cuando sonó mi móvil, que por alguna razón no desconecté durante la noche. Era Sonia, como cada mañana, y con su dulce voz me deseó buenos días al tiempo que me citaba para tomar algo con ella, sí no tenía compromiso. El motivo era comentarme unos proyectos. No tenía obligación que hacer y además me apetecía mucho verla. No sabía la hora que transcurría: las 11 de la mañana!

Sonia es una chica de aspecto inocente, de 40 años, alta, morena, ojos claros, de busto llamativo y bien puesto – que además utiliza como nadie-, con unas piernas largas y bonitas caderas. Su mirada atractiva es capaz de despertar a un muerto. Desde que la conocí el verano anterior me atrajo por su forma de expresarse, de moverse, por su grande y generoso corazón y también por lo que dejaba vislumbrar de su sensualidad. Tenía pareja por entonces y me sentí triste por ello. Vestía habitualmente con Jeans y blusa o jersey. A partir de que comenzamos a salir, cuando nos veíamos usaba faldas y vestidos, la mayoría de las veces.

Pensando en la llamada de Sonia no supe adivinar si su cita se trataba para un encuentro sexual o realmente era para contarme proyectos de trabajo o personales.

Mientras me preparé me recreaba con la conversación mantenida en la playa, donde me dijo que le excitaba mucho tener sexo en una playa, a la luz del día, sintiendo el calor del sol en su piel, pudiendo ser descubierta en su intimidad y la posibilidad de exhibirse para disfrute de algún hombre y sentirse sexualmente atractiva. No había tenido relaciones homosexuales pero no las descartaba, si encontraba a la mujer adecuada. La interrumpí para hablarle de mis deseos y fantasías. Para entonces ella, con la líbido en alza otra vez, me contó otro de sus maravillosos deseos: Ser un hada madrina generosa, para conceder deseos y disfrutar de ellos, generosidad de la que siempre hizo gala y me recuerda cada cierto tiempo.

Era la una de la tarde cuando llegué a su casa, le di un ring al móvil y esperé. Apareció con un vestido, con colores rojo y blanco, primaveral, de asillas, que le marcaba las caderas, los pechos y permitía lucir sus hermosas piernas bajo las medias transparentes, hasta unos 20 cm encima de las rodillas. Ceñido a la cintura, pero de libre vuelo abajo y con un generoso escote, entró en mi coche al tiempo que me besaba en la boca y yo miraba sus pechos... Ya me había excitado otra vez! Lo conseguía siempre conmigo. El proyecto del que me quería hablar requería de mi participación y me preguntó si aceptaba. Dudé porque en esos momentos mi economía daba para llegar a final de mes holgadamente pero no para invertir en proyectos. "También quiero que participe mi amiga Consuelo, de quien te he hablado" , dijo, y a su casa nos dirigimos. ¿Recuerdas lo que te he dicho muchas veces, de que deseo ser tu hada madrina en el terreno erótico-sexual? Sí, le respondí. En ese momento, y al ver su mirada lasciva mi corazón latió rápidamente y por mi mente pasaron infinidad de situaciones-deseos-fantasías que siempre quise hacer realidad, y que alguna vez le conté. Debió notarlo porque puso su mano en mi muslo derecho y subió acariciando mi sexo a través del pantalón, mientras me recordaba su generosidad en las relaciones amorosas y el deseo de ver cumplida su fantasía.

Me advirtió que el pudor de Consuelo nos obligaba a ser prudentes y respetuosos, y que no sabía cómo proponer un trío ni como iba a reaccionar ella cuando lo hiciera, pero confía en mí, concluyó, porque está "faltita" y le gusta tu voz y las fotos que ha visto de tí. Creo que siente celos de mi.

Llegamos a casa de Consuelo, la reconocí por haberla visto en fotos, rubia "de bote" no era tan guapa como Sonia y además mayor que ella, pero se movía con sensualidad y su gesto nervioso me certificaba que le agradaba nuestra/mi visita. Pasamos directamente a una sala con alfombra rectangular con un mueble bajo con puertas de cristal en una pared y cojines en el suelo. Una pequeña mesa con una coctelera en hielo, 4 vasos aguardaban ser llenados, junto a una botella vacía, al otro lado de la estancia. Consuelo vestía con pantalón y blusa. Propuso sentarnos en la alfombra y tomar un cóctel preparado por ella misma, bebimos dos o tres veces de aquél cóctel, algo fuerte pero suave al trago, charlamos de trivialidades durante un rato y se disculparon para ir a la habitación. Aproveché para girar minimamente el mueble bajo con puerta de cristal que hacía de espejo para tratar de ver los muslos y algo más de Sonia, sí se sentaba en el mismo lugar de antes y sin que ella lo percibiera. Por un momento, y sin pensarlo me dirigí hacia donde estaban las chicas, pero parándome en seco al escuchar la conversación que mantenían: Consuelo le confesaba a Sonia que tenía ganas de mantener relaciones sexuales, de

follar conmigo, pero no quiero que me vea como una cualquiera…, decía. Lo acabo de conocer y además estás tú, que eres su pareja… Sonia la interrumpía constantemente y al final le dijo, escucha Chelo, hagámosle una trampa, simulemos estar bebidas, que las cosas surgen de él y no de nosotras. Déjate llevar, le propuso.

Cuando regresaron yo ya me había acomodado y tras un momento de silencio señalando la botella vacía sugerí que con ella se podían hacer maravillas. Ambas a la vez me increparon con ternura que no la necesitaban para excitarse, a lo que respondí inmediatamente que me refería a hacer otra cosa con ella, un juego. El ambiente estaba caldeándose, todos sabíamos lo que la propuesta significaba: Les había dado la justificación para que comenzasen su juego. En realidad, Consuelo y yo debíamos hacernos creer mutuamente que lo que estaba sucediendo era fruto de la casualidad y el alcohol. Cuando tomé la botella para indicarles el juego percibí, junto a mí, las piernas cruzadas de Sonia, dejando entrever sus muslos hasta el final de la media, que no era panty, y miré al espejo. Sonia se percató. Les propuse hacer girar la botella uno a uno, y a quien enfocara el cuello tenía que someterse a los deseos de las otras 2 personas. Así empezamos, Consuelo fue la primera señalada por la botella, ordenándole Sonia que nos diera un beso a cada uno en la boca, durante el tiempo que quisiera o un simple pico. Comenzó con Sonia a quien dio un pico. Me besó con la boca abierta y presentí una tarde interesante y preocupante, ¿resistiría con esos 2 bellezones?. Por su parte Sonia le pidió que se dejara quitar los pantalones por mí. La miré sonrojándome pero deseoso de ver lo que aquella mujer escondía. Mi pene, erecto desde hacía rato se hacía hueco bajo el pantalón y ya no me molestaba en disimularlo. Arrodillado a su lado desabroché su botón, bajé su cremallera lateral, y metiendo mis manos bajo su culo tiré de él hacia abajo, hasta dejarlos a medio muslo; miré su entrepiernas… sólo cubierto por una tanga rosada, semitransparente, que dejaba entrever un vello negro, corto. Aproveché para acariciarle las piernas mientras terminé de retirarlos. Su mirada directamente a mi pantalón, a la altura del pene, no dejaba lugar a dudas.

Intercambiamos posiciones y la botella me señaló en la siguiente tirada; me preparé para cualquier cosa ante semejantes mujeres. Consuelo lo tuvo claro, dejarme sin pantalones e hizo exactamente lo mismo que yo, pero aprovechó para tirar al mismo tiempo de mis boxes hasta las rodillas. Los separó del pantalón y terminó de quitármelos. Mi erección era total, sentado con mi culo en la alfombra, mis piernas estiradas y el pene esperando ser tratado con cariño. Ante mi tímida protesta Sonia se apresuró a taparme nuevamente y proceder a su petición. Para ello, se recolocó, ahora frente a mi, con la planta de los pies apoyada en la alfombra y las rodillas algo separadas, vislumbré su tanga negra. Detrás de ella, a través del espejo, miraba sin pudor la entrepierna cubierta de Consuelo. Mi pene quería salirse de los boxes; Consuelo con los pezones erizados y Sonia mirándonos… " Nos acostamos en el suelo en posición supina, mientras él de pié con los pies a los lados de nuestras cabezas, se encuclilla y se levanta poniendo su sexo cubierto en nuestras caras y luego le quitamos los boxes con la boca entre las dos" , ordenó Sonia. Así, queriendo desnudarlas con mi juego, acabé casi desnudo a merced de ellas. La retirada de mis boxes les llevó algo de tiempo, porque jugueteaban, los mordían y soltaban. Mientras yo me hacía el tonto, agarraba una cabeza, una mano, ponía mi mano en el culo desnudo de Consuelo, o en el escote de Sonia… Decidí meter mi otra mano bajo el vestido de Sonia y encontrar su sexo húmedo y caliente. Empecé a trabajarlo mientras mi pene saltó en la cara de Consuelo quien no dudó en meterlo en su boca a instancias de Sonia, y aparté la tanga de Consuelo, quien acabó por quitárselas. Ésta me chupa los testículos y Consuelo el pene… ¡Qué placer! Dos bocas en mi sexo y yo tocando dos almejas húmedas, deseosas, calientes. El cuerpo de Sonia es tremendamente excitante, pero quería follarme a Consuelo, y temía ofender a Sonia… Se adelantó a mi mente, y me la enganchó a Consuelo, que ahora estaba como una perrita; yo le tocaba una tetita, mientras la cogía de la nalga con la otra mano y Sonia chupaba mis testículos. Consuelo empezaba a menearse con mayor velocidad, gemía y acabó por quitarse la blusa, y ya sin sujetador sus pechos se movían dando entre todos un espectáculo morboso en el espejo.

Consuelo no tarda en correrse, siento su calor húmedo y los chupetones de Sonia en mis testículos y mi mano ahora en su almeja abierta, caliente, húmeda y deseosa de mí consiguen hacerme estallar de placer. Córrete cariño, decía Sonia… Luego me toca a mí. Beso a Sonia con placer, con cariño, con amor quizás. Ha hecho posible algo importante en mi vida sexual y te lo debo, le susurré.

Tendidos boca arriba nos dispusimos a descansar, y pronto dormían plácidamente, cada una en uno de mis hombros que eran rodeados por mis brazos. Me desperté con las caricias bucales de una de ellas. No quise mirarla, sólo disfrutar. Era Sonia seguro, por la forma de hacerlo. La conozco bien. Y así fue!

Consuelo se masturbaba sentada a mis pies y miraba cómo Sonia me acariciaba. Yo las miraba ahora a las dos… a una y a la otra… deseoso de ambas, contento del placer que Sonia, con la ayuda de Chelo me daba. Su amor y generosidad no tiene límites, me dije. Dejé de pensar para concentrarme… percibí ambas almejitas humedecidas de nuevo, y con Sonia que no quería esperar más: se subió a la grupa y me cabalgó, le sobaba las tetas apretándoselas con suavidad y levantándolas con ternura, rozaba sus costados y vientre, y acabé rozándole el ano, que poco a poco agrandó su diámetro. Consuelo tomó un vibrador eléctrico de un maletín y se lo magreó por el ano mientras me la follaba. Su calentura subía con rapidez. Sonia con los ojos cerrados se preparaba para una gran corrida, momento que aproveché para indicarle a Consuelo que le acariciase un pecho desde atrás. Lejos de abrir los ojos y parar, compruebo con gusto que su respiración se hizo mas profunda, álgida y su calor húmedo de la almeja me chorreó todo mi pene. Nos dimos la vuelta, se puso como una perrita y me la follé otra vez, agarrándole yo las nalgas y Consuelo las tetas. Se corrió gritando, una y otra vez "fóllame cariño, fóllame más fuerte".

La ducha de los 3, algo cansados ya, se convirtió en un simple pero placentero momento de caricias suaves, y donde nuestras manos se entrecruzaban y acariciaban cualquier parte de nosotros sin tabúes ni complejos. Consuelo le confesó a Sonia que quería repetir la experiencia, y ambas me miraron. Le pedí a Sonia que se viniera a vivir conmigo, en cuanto pudiera. No quería dejar de disfrutar de una mujer como ella, como persona, como mujer y como hembra.

La tarde fue hermosa, decidimos ir a cenar y dormí con las dos, en mi casa. Allí repetimos la orgía, que cada vez se nos hacía mas placentera.