Mis delirios
Mis fantasías erósiticas, en las que tengo una aventura de Carnaval, la danza de los siete velos de Salomé, una satisfacción doble, una gigantesca venida y una cogida hasta el fondo de la garganta.
CARNAVAL
Miré su escultural cuerpo ondulante, actuando sugerente frente a mí; y tal era su aspecto de bacante, que luego, luego, el culo le pedí.
A un cuarto, que no estaba muy distante, llegamos, conteniendo el frenesí; que no se la metiera por delante, me dijo, pero en el culo sí,
pues miedo le tenía a un embarazo, por lo que prefería un "chiquitazo". Su culo penetré. En la media luz,
su sexo acaricié, y encabronado, noté, que por error había ensartado a un puto, en Carnaval, en Veracruz.
RÍO
Tener mi verga entre tus tetas calma mis sueños lujuriosos, y es mi deseo que la metas entre tus labios primorosos.
Con besos dulces de tu boca habrás de darle mucho mimo, hasta que bata como loca, mientras tus senos los oprimo.
Mi verga entre ellos tendrás presa, y de placer oirás mi queja,
mientras te digo:... ¡besa!... ¡besa!
Así veré como te bañas, con mi venida, que semeja,
un río de leche entre montañas.
BÍBLICA
Baila, baila, Salomé, cuando grite: ¡pelos! ¡pelos!, yo, muy quieto quedaré, contemplando caer tus velos.
Tus vaivenes miraré, transportándome a los cielos: de cogerte aguantaré la ansiedad y mis anhelos.
Y si acaso me lo pides, ya que en eso no te mides pues, hetaira, eres, muy cara,
incluyéndola en la lista, la cabeza de El Bautista, ¡te daré la de mi vara!
DOBLETE
Tu culo causa mis deseos locos, y siempre dejo bien batido el lecho, pues me provoca derramar mis mocos cuando, soñando, dos cogidas te hecho.
Dar de sobadas a tus nalgas quiero, luego, apartarlas, descubriendo el ano, y mi carajo introducirte entero, mientras tu coño juguetea mi mano.
Del mete y saca sentirás el roce y la dicha tendrás, bastante ansiada, de quedarte clavada en esta pose,
obteniendo los dos la gran vaciada, cuando a tu coño lo derrame el goce, estando por detrás ¡bien enchufada!
BATRACIO
Yo me pondré boca arriba, tú quedarás boca abajo, y chuparás muy activa la erección de mi carajo.
Te lameré la hendidura, con mi lengua palpitante, para absorber la dulzura de tu derrame excitante.
Y en el instante supremo en que los sexos exploten, te clavaré a Polifemo
en tu cálida garganta, aunque los ojos te broten, como a rana, que se espanta.