Mis cuernos crecen sin parar (capítulos 9 y 10)
Laura pasa una noche de nuevas experiencias con su jefe. Miguel, hará lo imposible por no sufrir.
Queridos lectores, les recomiendo leer los capítulos anteriores para poder seguir la historia. Gracias.
Cap *í tulo 9***
Laura estaba desbocada, lo único en lo que pensaba era en follar, no tenía planeado pararse a pensar ni un minuto en lo que Carlos le acababa de decir. Le quitó la camisa y los pantalones a Carlos. Mientras éste le quitaba el vestido a Laura dejando al descubierto las hermosas tetas de Laura. Carlos apartó suavemente a Laura y le dijo:
Carlos: Chúpame la polla que lleva mucho tiempo deseando conocerte.
Laura: Con gusto.
Se arrodilló frente a su jefe, le bajó los calzoncillos y vio como la polla de Carlos ya estaba semi dura. Laura la miró con lascivia y vio que era igual de grande y gruesa que la mía. No es que yo la tenga muy grande, es normalita, pero sé usarla muy bien. Eso le gustó, pero lo que más feliz le hizo es que tenía todo muy bien afeitado. Laura adoraba las pollas y los huevos afeitamos, odiaba tener que lidiar con pelos en la boca.
Le lamió la punta notando que ya estaba mojada de la excitación que llevaba también Carlos encima. Se la metió toda en la boca y empezó a hacerlo una de esas mamadas que solo ella sabe hacer. Parecía una actriz porno con años de experiencia. Sus mamadas eran muy húmedas, asegurándose que ponía mucha saliva en la polla mientras iba incrementado el ritmo poco a poco y se la iba metiendo cada vez más dentro de la boca. Carlos se quedó sorprendido por como le estaba chupando la polla, no se la habían chupado así en su vida. Agarró el pelo de Laura y empezó a seguir el ritmo de la mamada, como si estuviese tanteando el terreno para ver si podía tomar el mando. Como veía que Laura no se quejaba ni decía nada, empezó a mover la cabeza de Laura a su propio ritmo, metiendo la polla cada vez más dentro de la boca de Laura hasta que ésta la sintió en la garganta y le dieron arcadas. Se alejó un poco de la polla de Carlos para respirar y recuperarse mientras apartaba la mano de Carlos suavemente.
Laura: ¿Te gusta?
Carlos: Laurita, es la mejor mamada que me han hecho nunca la verdad. Sin ánimo de ofender, pero la chupas como una auténtica puta. Y lo digo como halago.
Laura sonrió y le dio un par de lametones a sus huevos asegurándose de abrir bien la boca y mostrar como toda su lengua recorría los huevos de su jefe lentamente mientras lo miraba de forma traviesa.
Laura: Me alegra que le guste, jefe. A su servicio.
Carlos: Ja, ja, ja. No, si al final me va a gustar que me llames jefe. Pero vamos a la cama que con mamadas como esa no hay dios que aguante mucho tiempo en tu boca.
Ayudó a Laura a levantarse del suelo y se la llevó a la cama hacía atrás mientras la besaba repasando todos los recovecos de su boca con la lengua. La tumbó en la cama y empezó a comerle las tetas.
Las tetas de Laura no eran muy grandes, pero si tenían una forma perfecta, redondas y bastante turgentes, con unos pezones rosados y grandes que me encantaba mordisquear y que ahora estaban siendo devorados con ganas por su jefe. Los lamía y los chupaba como si le hubiesen dicho que solo tenía un par de minutos para disfrutar de ellos. Después de dejarlos rojizos de tanto manosearlos y chuparlos, Carlos subió un poco la cabeza y mirando a Laura a los ojos, le transmitió sin palabras todo el deseo que tenía por ella. Se apretó a Laura y la besó con pasión mientras ella sentía la dureza de su polla entre sus muslos. Laura estaba deseando que se la metiera ya, sin miramientos, no pensaba en otra cosa. Carlos empezó a bajar por su cuerpo dando pequeños besos suaves y cálidos, que incrementan exponencialmente la temperatura de Laura. Se detuvo unos segundos en su ombligo metiendo suavemente su lengua, mientras que con las manos agarraba los lados de las bragas de encaje pegados a su cadera, unas bragas que ya estaban más que empapadas. Tiró suavemente de ellas y Laura las sintió deslizarse por su culo, bajando por sus piernas. En ese momento, entre sudores y una temperatura sexual que rozaba su límite, vino a la mente de Laura un instante de lucidez, ¡el puto nombre de Carlos escrito en su coño! No se acordaba de él y no había tenia do tiempo de borrarlo antes. Si por lo menos hubiese sido escrito por un rotulador normal, el sudor ya habría dejado una mancha negra ilegible mucho más fácil de explicar, pero claro, como era tan brillante decidió escribirlo en marcador permanente para que Miguel viera nítidamente el mensaje. Intentó rápidamente cubrirse con una mano, pero ya era muy tarde. Carlos se levantó de la cama con las bragas de Laura en la mano y dijo:
Carlos: Vaya vaya, ¿qué tenemos aquí? ¿Esto es por mí o hay otro Carlos por ahí esperándote esta noche?
Laura se moría de la vergüenza, no sabía donde meterse, se tapaba el nombre con la mano de forma absurda, sin saber exactamente qué decir.
Laura: no… verás… una tontería…es que…
Carlos: Ja, ja, ja. Tranquila, que me gusta, no tienes que ponerte así. ¿Pensabas que no iba a gustarme? ¿Temes que piense que antes de salir ya estabas pensando en tener sexo conmigo esta noche? Yo estaba pensando lo mismo lo mismo así que, no hay problema.
Laura pensó por unos segundos en lo que había dicho su jefe. Si él creía que eso lo había escrito como una especie de regalo para él y encima parecía que le gustaba, pues nada, a seguir el juego.
Laura: Bueno, pues no sabía si te iban este tipo de cosas. ¿Te gusta de verdad?
Carlos: Me encanta, parece como una invitación descarada y no voy a ser descortés.
Dejó caer las bragas en el suelo, volvió a la cama, separó suavemente las piernas de Laura y metió su cara entre ellas. Empezó a jugar con sus labios vaginales, pequeños rosados, atrapándolos entre sus labios, y empezó a lamerlos suavemente. A pesar del susto, Laura seguía mojadísima y se escuchaba nítidamente el contacto entre la saliva de Carlos y los jugos de Laura, uniéndose de forma armoniosa, mientras ella empezaba a gemir de placer. Cuando Carlos estaba lamiendo y chupeteando suavemente su clítoris, Laura empezó a incrementar sus gemidos, lo que Carlos interpretó como una señal de que avanzara en su estrategia. Chupó uno de sus dedos y mezcló la saliva con los jugos de Laura para ir metiéndole el dedo poco a poco en su coño. Después, metió un segundo dedo y empezó a subir y bajar sus dedos a un ritmo cada vez más acelerado, rozando con las yemas de sus dedos la parte superior del interior de su coño, mientras seguía lamiendo con maestría su clítoris. Laura agarró el pelo de Carlos y apretó su cabeza contra el coño en el preludio de lo que sería unos segundos después un gran orgasmo. Cuando Carlos sintió el cuerpo de Laura convulsionar, apartó su cara y sacó sus dedos, mientras Laura disfrutaba del orgasmo con los ojos cerrados y gimiendo ahogadamente mientras se mordía suavemente el labio. Cuando abrió los ojos vio la cara de Carlos sonriente, triunfante, sabiendo que la noche había empezado con éxito. Se tendió junto a Laura y se fundieron en un beso que demostraba el agradecimiento de Laura.
Carlos: ¿Más tranquila ahora?
Laura: Tonto. (le dijo sonrientemente mientras se incorporaba y bajaba a su polla)
Empezó a chuparle la polla que había perdido un poco de rigidez por falta de atención y a los pocos segundos ya la tenía lista para el segundo asalto. Puede que Carlos hubiese ganado el primero, pero le iba a demostrar que el segundo asalto era suyo.
Carlos sacó un condón de la mesita de noche y se lo entregó a Laura como diciendo, “ahora te toca a ti trabajar”. Se lo puso y se sentó encima de él metiéndose su polla poco o poco en un coño que seguía húmedo. Apoyó sus manos en el pecho de Carlos y empezó a moverse lentamente mientras controlaba el ritmo de follada. A los pocos minutos, Carlos decidió tomar el mando, tumbó a Laura en la cama, le subió las piernas, las agarró por encima de la rodilla y tiró suavemente de ellas hasta que el coño de Laura tocó su polla. Se la metió entera, tan rápidamente que sorprendió a Laura y dio una especie de suspiro y quejido a la vez. Carlos se inclinó sobre Laura y empezó a besarla mientras la penetraba. A los pocos minutos le susurró al oído:
Carlos: Ponte a cuatro patas, quiero follarte duro y que lo sientas todo.
Laura sonrió y obedientemente se puso a cuatro patas, mostrando un hermoso culo que hacía las delicias de muchos hombres y mujeres cuando íbamos a la playa. Carlos se puso detrás de ella y suavemente le metió toda su polla. Tras unos segundos suaves, Carlos empezó a darle con más fuerza, mientras apretaba las tetas de Laura. Al ver que ésta se apretaba más a su polla, decidió dar rienda suelta a su calentura. Agarró del pelo a Laura y empezó a embestirla salvajemente. Laura, lejos de quejarse empezó a gemir con más fuerza.
Laura: Sí, sigue así, fólleme bien jefe.
Carlos viendo el juego en el que estaba entrando Laura decidió arriesgarse.
Carlos: Sí, soy tu jefe y tu mi puta a la que me voy a follar como quiera. ¿verdad, Laurita?
Laura: Sí jefe, deme duro hasta que esté satisfecho. Soy suya.
Después de eso, Carlos no aguantó más, tiró del pelo de Laura hacía él, adentró su polla hasta que no pudo más en su coño y se vino en una gran corrida.
Soltó a Laura, se separó de ella, se sacó el condón y lo tiró a la papelera que tenía en el dormitorio. Laura se tendió toda sudada en la cama y Carlos se puso a su lado.
Carlos: ¿Qué tal? ¿Pasé el control del nivel novio?
Laura: No estuvo mal, digamos que estás al mismo nivel, pero él conoce mejor mi cuerpo.
Es verdad que yo conozco mejor su cuerpo, pero el carácter dominante y las embestidas de Carlos, calentaban a Laura de manera exagerada, como me confesó más tarde.
Carlos: mm, eso tiene solución, más práctica. La noche no ha terminado. ¿y si nos duchamos y volvemos a la clase de anatomía de Laura?
Laura: Me parece buena idea.
Se fueron desnudos y sudados al baño. El cuarto de baño de Carlos era bastante moderno, con paredes compuestas de piedras pequeñas con tonalidades marrones, dos lavabos de mármol negro, una ducha con una placa de efecto lluvia en el techo y un hermoso jacuzzi que daba a una ventana tintada con vistas al jardín. Carlos se percató de la mirada de Laura hacia el jacuzzi.
Carlos: Si quieres, después de ducharnos podemos meternos en el jacuzzi.
Laura: No hace falta, gracias. Es muy tentador, pero tengo otros planes mucho más interesantes contigo. (y le dio un beso)
Carlos abrió el agua de la placa de lluvia y espero unos segundos a que estuviera la temperatura a punto. Se metió dentro de la ducha arrastrando a Laura que iba cogida de su mano. Se empezaron a besar y acariciar bajo esa lluvia artificial, enjabonándose de manera sensual como amantes en una película erótica. Carlos masajeaba las tetas y apretaba el culo de Laura, mientras ésta se aseguraba de que los huevos y la polla de Carlos estuviera bien enjabonada. El masaje no tardó mucho en hacer efecto y en pocos segundos la polla de Carlos ya estaba de nuevo pidiendo guerra. Se enjuagaron y salieron de la ducha para secarse.
Laura: No me ha dado tiempo a decírtelo antes, pero tienes una casa muy bonita.
Carlos: Gracias, puedes venir cuando quieras. Mi casa es tu casa. (dijo con una gran sonrisa)
Laura: ¡uy! Qué generoso. Pero sabes que tengo novio. No sé si esto volverá a pasar. ¡Eres mi jefe!
Carlos: No parecía molestarte mucho cuando estábamos en la cama. ¿No hay nada que pueda hacer para que cambies de idea?
Laura: Bueno, lo de hoy era un juego, para que nos excitáramos juntos. Y todavía tienes tiempo para hacerme cambiar de idea.
Dejó caer la toalla al suelo y se inclinó de forma provocativa a coger el collar con la llave que había dejado en uno de los lavabos. La verdad es que no sabía si a Miguel le iba a gustar la idea de que se acostase nuevamente con su jefe, pero sabiendo lo caliente que lo ponía que se acostase con otros hombres, probablemente no pusiera muchos problemas. Lo único que le preocupaba era no saber cómo comportarse en el trabajo, una vez volvieran a la normalidad. Pero aquello no era algo de lo que debiera preocuparse en aquel preciso momento. Estaba allí para disfrutar y no iba a dejar escapar la oportunidad de seguir gozando la sesión de placer que le prometía aquella noche. Se puso la llave al cuello y se acercó a Carlos, que la miraba con deseo, desnudo y con la polla pidiendo a gritos seguir con aquella fiesta.
Carlos: Deberías contarme lo de la llave. No es justo que no me lo quieras contar, pero la tengas al cuello en todo momento contigo como burlándose de mí. Si me lo cuentas yo te cuento mi mayor fantasía sexual.
Laura: Te estás enfocando en lo que no deberías Carlos. Quizá esto te ayude a concentrarte en lo importante.
Se arrodilló frente a él, poniendo sus rodillas en la toalla con la que se había secado Carlos, agarró su polla y empezó a humedecerla pasándole los labios por toda la punta. Poco a poco, se la fue metiendo toda en la boca y empezó a chuparla con ganas. Carlos inclinó la cabeza hacia arriba cerró los ojos y solo alcanzó a decir:
Carlos: eres mala (mientras soltaba pequeños gemidos)
Laura seguía chupando magistralmente, pasado de su polla a sus huevos, lamiéndolos como si fuera el helado más delicioso que hubiese probado nunca. Cuando vio que Carlos estaba en el apogeo de placer, a punto de correrse, paró de inmediato, alzó la cabeza y, mirando a Carlos le dijo:
Laura: Si me cuentas esa fantasía tuya, te dejo que me des por el culo. ¿Qué opinas?
El pobre Carlos se quedó mirando a Laura y dijo lo único que uno puede decir en esos momentos en los que se está tan caliente, que el cerebro cierra todas sus funciones, avergonzado de lo que está pasando con lo vecinos de abajo.
Carlos: Lo que tu digas.
Laura se levantó triunfante, cogió a Carlos de la mano y se fueron de vuelta al dormitorio. Laura se tendió en la cama, abrió las piernas, con la mirada, indicaba a Carlos la dirección a la que debía dirigirse.
Laura: Chúpame como lo hiciste cuando llegamos.
Carlos se agachó, empezó a lamerle y chuparle el coño minuciosamente, aunque con más prisas que la primera vez. En lo único en lo que pensaba en esos momentos era en encular a Laura. La noche iba a ir muchísimo mejor de lo que esperaba. Cuando ya estaba suficientemente mojada, le dijo:
Laura: ¿Tienes lubricante? No quiero que te quedes sin regalo. (le dijo picaronamente)
Carlos: Pues sí, compré uno hace un par de semanas, por si alguna vez tenía la suerte de disfrutar de un maravilloso culo como el tuyo. Está en el cajón de la mesita, a tu derecha.
Laura abrió el cajón y sacó una caja que todavía estaba sellada de lubricante anal. Se incorporó en la cama, le dio la caja a Carlos, se puso a cuatro patas y le dijo:
Laura: Fóllame mientras me pones el lubricante en el culo, quiero estar muy caliente antes de que me encules.
Carlos abrió la caja y sacó el bote de lubricante mientras se ponía de rodillas detrás de Laura. Le metió la polla poco a poco en su coño mientras echaba generosamente lubricante en su orificio anal.
Laura: Cuéntame tu mayor fantasía sexual mientras me follas y preparas mi culo.
Carlos empezó a follársela lentamente mientras le metía un dedo en su culo cada vez más profundo a medida que el lubricante hacía su función. Laura pasaba de gemidos de incomodidad a gemidos de placer a medida que su culo se acostumbraba al dedo de Carlos. Mientras tanto, le contó con detalle su fantasía.
Carlos: espero que no te asustes, pero mi fantasía es tener a alguien tan buena como tú obedeciéndome en todo, tener una especie de esclava sexual que me complazca. Que sea mi puta, y la pueda usar como y cuando quiera. Cuando te vi mi nombre en el coño y que decías que al jefe hay que complacerlo, me vino toda esa fantasía a la cabeza y pensé que quizás a ti también te gustaría.
Laura: mmm, no voy a negar que me excita bastante el sentirme dominada por ti. Como ya te he dicho no sé si vamos a poder repetir esto, pero por ahora, voy a compensarte por tu sinceridad y cumplir tu fantasía esta noche. ¿Le gustaría jefe follarme el culo? Soy toda suya como ya sabe.
Carlos no cabía de la alegría. Incluso si solo era por una noche iba a poder experimentar cómo sería tener una esclava a su disposición. Apoyó la polla en su culo y fue metiéndosela poco a poco.
Laura: mmm, así jefe, hágame suya.
Carlos: ¿vas a ser mi puta y darme todo lo que te pida? Voy a romperte el culo.
Laura: claro que sí jefe, rómpame el culo, es suyo.
Carlos empezó a encularla con fuerza, agarrando del pelo a Laura.
Laura: Más despacio jefe, que duele un poco.
Carlos: Aquí decido yo como se folla, ¿verdad puta? ¿o te tengo que castigar?
Laura: Sí, sí, lo siento, jefe (ya se había dejado llevar, estaba dispuesta a experimentar nuevas sensaciones)
Carlos empezó a follarle el culo con más rapidez, sacaba la polla y se la volvía a meter para que le doliera más. Tiró del pelo hacía él para que todo el cuerpo de Laura se pegara a su pecho y alcanzara su polla a penetrarla al máximo.
Menos al que Laura ya tenía experiencia en el sexo anal y Carlos que había vaciado medio botecito de lubricante en el culo, porque hubiese sido una tortura. Soltó un pequeño quejido cuando Carlos la sentó encima de él. Carlos empezó a manosear fuertemente sus tetas mientras pellizcaba sus pezones.
Carlos: Eres mía y me voy a correr en tu cara de puta así que pídemelo como si lo desearas.
Laura: ¡Córrase en la cara de su puta, jefe! ¡haga todo lo que quiera!
Carlos que ya estaba que no aguantaba más, sacó la polla de su culo, se quitó el condón, empujó a Laura hacia la cama dándole la vuelta y se corrió copiosamente en la cara su cara. Laura cerró los ojos y la boca, pero Carlos empujaba su polla contra sus labios para que abriera la boca.
Carlos: ¡Termina de limpiarla puta!
Laura abrió los labios y se metió la polla de Carlos que todavía chorreaba semen en la boca. La limpió sumisamente con la lengua y se lo tragó. Se levantó y se fue entreabriendo un ojo, para que no le cayera encima la leche de Carlos, al baño.
Allí se lavó la cara intensamente con agua y jabón hasta que no quedó rastro de semen. Se quedó mirando su cara rojiza en el espejo, pensando en lo que acababa de suceder. ¿Cómo iba a mirar a la cara a Carlos cuando estuvieran en el trabajo? La había tratado de puta en todos los sentidos y sentía ese dolor de culo que se lo recordaba. Lo peor era que había sido con su consentimiento y que, la verdad, desde que Miguel la había llamado puta, le estaba calentando la idea de serlo de verdad. Ya estaba hecho y no se iba a arrepentir de algo que había disfrutado, pero por el bien de todos, había que pararlo ya. Tenía que hablar con Carlos.
Laura no se había percatado del tiempo que había pasado perdida en sus pensamientos. Se giró para volver al dormitorio y vio allí, en la puerta del baño a Carlos, desnudo con cara de preocupación.
Carlos: ¿Estás bien? Como no volvías pensé que te habría pasado algo.
Laura: Estoy bien, no te preocupes. Ha sido difícil lavarme la cara con lo pegajosa que quedó.
Carlos: Si te molestó algo, lo siento. Ya sé que soy un bestia, pero como me diste permiso para poner en práctica mi fantasía, pues me vine arriba.
Laura: No, tranquilo, que no me molestó nada de lo que hicimos. Vamos a la cama y hablamos.
Le dio un tierno beso en los labios, lo cogió de la mano y se lo llevó al dormitorio. Se tendieron en la cama, desnudos, en ese momento de reflexión espiritual que a veces tenemos después de una gran follada. Miró al techo respirando hondamente, se giró hacia Carlos e intentó explicarse lo mejor que pudo.
Laura: Mira Carlos, me lo he pasado genial, no voy a negarlo, pero me preocupa mucho la incomodidad que vayamos a tener en el trabajo después de lo de esta noche. Creo que deberíamos olvidarnos de lo de esta noche y seguir comportándonos de forma normal en el trabajo. Limitar nuestra relación a algo laboral.
Carlos la miraba con atención y una enorme decepción. No quería que aquello acabara, pero tenía que respetar la decisión de Laura o al menos intentar convencerla de que todo iba a estar bien si quería tener una mínima posibilidad de que aquello se repitiera.
Carlos: Laura, te juro que nada va a cambiar en el trabajo. Yo me voy a comportar como todos los días. Es más, si quieres dejo de hacerte comentarios sugerentes en el trabajo. Quería saber si te gustaba y por lo de esta noche parece que sí. Pero, en serio no te tienes que preocupar de eso.
Laura se acercó a la cara de Carlos y le dio un beso de agradecimiento. Su cara había cambiado, ya no se le notaba tan preocupada.
Laura: Muchas gracias, Carlos. Te agradezco en serio eso, me dejas más tranquila. Y claro que me gustas, es obvio, pero tengo novio y tenemos que continuar con nuestras vidas.
Carlos: Está bien, pero en el trabajo vas a tener que llamarme jefe y volver a tratarme de usted. (le dijo bromeando). No, en serio, podemos ser amigos, eres una mujer increíble.
Laura: Mientras no haya ninguna intención sexual, no le veo el problema.
Carlos: Mira Laura, te prometo que no voy a intentar nada contigo si no quieres, así que por ese lado puedes estar tranquila, pero voy a ser sincero, ganas de follarte voy a tener siempre. Eso que lo sepas.
Laura: Ja, ja, ja. Me gusta que seas tan honesto conmigo. Veamos primero como nos va en el trabajo.
Carlos: Pues ahora que hablamos con honestidad, déjame que te pregunte algo. ¿No te gustó que te tratara de esa manera verdad? Sé sincera.
Laura: Si te tengo que ser sincera, sí me gustó. Es algo que quería probar y no me decepcionó. Tienes buenas fantasías.
Carlos: ¿a quién no le gustaría tener a una mujer como tú de esclava?
Laura: ¿Es verdad que te gustaría tener una esclava permanente o fue el calentón?
Carlos: Me encantaría, adoro que me obedezcan, pero tendría que ser con alguien como tú, inteligente e independiente, dominante en público y mi puta en privado.
Laura: Espero que realmente encuentres a alguna. Te lo mereces (le dijo sacándole la lengua).
Carlos: Ja, ja, ja. Sí me lo merezco todo. Ya es tarde y supongo que tienes que volver a casa pronto. ¿Qué tal si dormimos un poco?
Laura. No me vendría mal dormir un par de horas. Gracias por todo. (y le dio un beso tierno en la boca)
Carlos: Gracias a ti. Pasé la mejor noche de mi vida. (y apagó la luz).
Laura: Anda, no seas exagerado.
Se abrazaron y los pocos minutos se quedaron dormidos del cansancio y las emociones nuevas.
Cap *í tulo 10***
Me desperté a las pocas horas con dolor de cabeza, náuseas y todavía tendido en el sofá. La televisión mostraba el panel principal de películas. Me fui al baño a vomitar. ¿Qué hora sería? Se me hacía raro que Laura no hubiese llegado todavía. Miré el móvil y eran ya las 5 de la mañana. Tenía mensajes de Laura. ¡Se había ido con Carlos a su casa! Seguro que se habían dado una buena follada. Intenté excitarme con aquello, pero lo único que conseguí era que me dieran más nauseas. Regresé al baño y expulsé el resto de vino que me quedaba en el estómago. Sería mucho mejor dormir bien y cuando Laura regresara estar listo para que me contara todo con detalle. Me tomé una aspirina para el dolor de cabeza y me fui a la cama. Le mande un mensaje a Laura:
Miguel: Está bien, me cuentas en detalle cuando vuelvas. ¿Todavía estás follando?
Esperé un par de minutos a ver si me contestaba, pero sabía que a esas horas no iba a contestar. A los pocos minutos volví a caer en un profundo sueño.
Laura se despertó a las 9 de la mañana, abrió los ojos y vio a Carlos allí tendido a su lado. Se sintió extraña, acostada al lado de su jefe desnudo en una casa que no era la suya. Hace unas semanas hubiese llamado loco a quien le hubiese dicho donde estaría en estos momentos. El alcohol había hecho su efecto y recordaba con cierta vergüenza todo lo vivido durante la noche. ¡Qué salvajes fuimos! ¡Se nos fue la olla!
Se levantó y se sentó en el borde de la cama sin hacer ruido, su culo todavía le dolía un poco. ¡Nunca me habían follado el culo así! Sonrió al recordarlo. Se incorporó, cogió toda su ropa y se fue al baño a ducharse. El agua calentita de la ducha le sentó divinamente. Cerró los ojos y recordó paso a paso la noche con Carlos mientras se iba calentando poco a poco. Se dio cuenta que estaba empezando a tocarse. ¡No, ya está bien! Bastante he tenido ya, ¡joder, como me pone Carlos! Abrió el agua fría y resistió unos segundos bajo ella. Salió tiritando de la ducha, pero con la misión cumplida. Se vistió y regresó sigilosamente al dormitorio a recoger sus zapatos. Cuando entró al cuarto vio que Carlos ya se había despertado, desnudo, enseñando todo lo que la había hecho disfrutar tanto durante la noche.
Carlos: Vaya, parece que a la señorita le gusta levantarse temprano.
Laura: Perdona, no quería despertarte. Nos dormimos muy tarde.
Carlos: ¿Y pensabas marcharte sin despedirte?
Laura: Bueno, iba a mandarte un mensaje en cuanto llegara a casa para que no te preocuparas.
Carlos: ¿En serio? Creo que merezco más que un mensaje. (le dijo señalando a su polla).
Laura: Carlos, no empieces. Ya lo dejamos claro anoche antes de dormir.
Carlos: ¡Es broma preciosa! Ya sabes que respeto tu decisión, aunque no la comparta.
Laura cogió los zapatos y buscó el móvil para pedir un taxi. Vio que tenía un mensaje de Miguel. ¿Estaría todavía esperándome despierto? Si estuviera despierto habría insistido más, pensó. Carlos se levantó de la cama y se acercó a Laura:
Carlos: ¿No vas a quedarte ni siquiera a desayunar?
Laura: No puedo, Miguel me escribió diciendo que está esperándome y el taxi ya debe estar al llegar.
Mintió para poder salir de allí cuanto antes, para no caer en la tentación desnuda que tenía delante. Carlos se dio cuenta de que le miraba la polla y sonrió. Pegó su cuerpo desnudo a ella para que sintiera la polla de cerca presionando su coño.
Carlos: Ha sido muy divertido y es una lástima que se acabe.
Se acercó a su cara y empezó a besarla en los labios suavemente, hasta que abrió la boca y sus lenguas empezaron a juguetear. Laura se dejaba hacer, no podía resistirse a su jefe. Carlos cogió la mano de Laura y se la puso en la polla, para que viera lo dura que se estaba poniendo y, a su vez, le metía la mano por debajo de la falda para acariciar su coño. Se estaba mojando de nuevo. El sonido del pitido agudo y alto de un taxi rompió las cadenas sexuales con las que Carlos la mantenía presa y se liberó de él apartándolo con suavidad.
Laura: Ya está aquí el taxi, me tengo que ir.
Bajó las escaleras con el pulso acelerado, se puso los zapatos y antes de abrir la puerta se dio la vuelta mirando hacia la escalera donde estaba Carlos que se había puesto un pantalón corto deportivo para bajar.
Carlos: Mándame un mensaje cuando llegues a casa para saber que llevaste bien por fa.
Laura: Claro que sí y… muchas gracias por todo.
Abrió la puerta y dirigió al taxi. La taxista la miró sonriendo. Por el traje y los zapatos que llevaba era obvio que no era su casa y que había pasado la noche allí. Laura se subió al taxi, le dio la dirección a la mujer y miró por la ventanilla hacia la puerta. Carlos estaba allí, sonriente, siguiéndola con la mirada hasta que el taxi giró la esquina. Se quedó pensativa, le parecía increíble todo lo que había hecho con su jefe. Una cosa era acostarse con amigos con los que tenía muchísima confianza, pero a Carlos apenas lo conocía, solo en calidad de jefe y, en una noche, pasó a ser mucho más, a saber de su vida fuera del trabajo, a conocer sus fantasías sexuales, a disfrutar de ellas. Se le iba a hacer difícil adaptarse de nuevo a la realidad en el trabajo. Una pregunta de la taxista que no llegó a entender bien por estar absorta en sus pensamientos la hizo volver a la realidad de aquella mañana.
Taxista: Una noche larga, ¿no?
Laura: ¿Qué? Disculpe no la he escuchado bien.
Taxista: Decía que ha sido una noche larga, como la veo con traje de noche.
Laura: Ah, sí.
Taxista: Yo antes también salía mucho, pero ahora con el turno de mañana que tengo con el taxi solo salgo los días libres. Por cierto, muy guapo su novio si me permite el comentario.
Laura: Sí, sí…Gracias (la verdad, no tenía ninguna intención ni ganas de ponerse a contar que Carlos no era su novio)
Taxista: Y usted va muy guapa también.
Mientras le decía esto, Laura alcanzó a ver que la taxista le miraba el escote y la falda corta descaradamente. Pensó que quizá la taxista era lesbiana. No se molestó en taparse, le daba igual, solo quería llegar a casa y descansar todo el día. Siguió hablando de temas triviales y a los pocos minutos ya estaba en la puerta de su casa. Pagó a la taxista y ésta le dio su tarjeta.
Taxista: Si necesita alguna vez un taxi con urgencia, ahí tiene mi número. Casi siempre estoy disponible.
Laura: Muchas gracias.
Guardó la tarjeta en su bolso y entró en la casa. Quería descansar, pensó que no le apetecía tener que hablar con Miguel de su noche en ese momento, solo quería relajarse y desconectar de todo por un rato. Le sorprendió que la casa estuviera totalmente en silencio, no había rastro de Miguel en el salón. ¿Estaría todavía durmiendo? Esperaba que así fuera. Se quitó los zapatos y el vestido y fue a la cocina a beber agua. Se sentó un rato en la mesa del comedor y vio desde allí, la botella de vino vacía al lado de la basura. Pensó: “Se ve que Miguel estuvo despierto hasta tarde esperándome, bebiendo vino. Se pasó un poquito”. Fue hasta el dormitorio y vio a Miguel durmiendo en la cama. Con mucho sigilo, sacó una muda nueva de ropa interior, unos pantalones cortos y una camiseta del armario.
De repente, se acordó de Carlos, ¡no le había escrito todavía! Se fue al salón, se vistió y se sentó en el sofá a escribirle.
Laura: Carlos, ya estoy en mi casa, muchas gracias por todo.
Carlos: Vaya, ya pensaba que te habías olvidado de mí. Me estaba preocupando.
Laura: Perdona, es que llegué y me cambié de ropa y se me fue el tiempo.
Carlos: Debería azotarte un poco por mala…es broma. Tranquila, con saber que llegaste bien ya me conformo. Así podré dormir un poco más y soñar contigo.
Laura: Déjalo ya, anda. Dulces sueños.
Carlos: Igualmente preciosa.
Apagó el móvil y lo puso a su lado en el sofá. Se imaginó a Carlos dándole nalgadas, desnuda y empezó a calentarse de nuevo. ¡No podía ser que su jefe la calentara tanto! ¿Desde cuando me gustan a mí las nalgadas?, pensó. Su jefe la hacía pensar en cosas que no había no se le habían pasado por la cabeza nunca. Decidió ponerse a hacer algo para no pensar más en eso. Al levantarse, golpeó con el pie algo que salió rodando por el suelo. Era otra botella de vino vacía. “Pero bueno, este hombre estuvo de fiesta anoche con gente o se emborrachó bien emborrachado” pensó. Recogió la botella y la puso al lado de la otra. Se fue al baño a mear y cuando entró olió algo extraño. “esto huele como a vómito, ¡Dios mío menuda rasca se pegó Miguel!”. Laura no estaba segura si Miguel se habría molestado o no por irse con Carlos toda la noche. El último mensaje de Miguel pidiendo detalles al llegar dejaba bastante patente que no le molestaba en absoluto. No era eso, era algo diferente, era una especie de sentimiento de culpabilidad. Con sus amigos no había dejado de hacer lo que hacía con Miguel, excepto el sexo anal, pero éste la entrenó y le insistió en que lo hiciera. Pero con Carlos fue diferente, una experiencia nueva y no sabía como iba a reaccionar Miguel.
Cuando salió del baño, fue al salón, recogió la ropa de la noche anterior y fue a dejarla en la cesta de la ropa sucia. “Mejor saco toda la ropa que hay ahí dentro primero para asegurarme que Miguel no dejó nada vomitado”. Levantó la cesta y dejó caer toda la ropa en el suelo. “Bueno. Parece que no le dio por vomitarse encima”. Se puso a recoger todo del suelo hasta que vio la camiseta con algo reseco, blanquecino pegado a ella. “Esto es semen. Pero ¿de cuándo? Miguel ha tenido puesta la jaulita todo el tiempo que no ha estado conmigo. Y esta ropa es solamente de ayer por la tarde. Aquí está pasando algo raro”. Volvió al sofá y se tendió un rato a esperar que Miguel se levantara, pero el cansancio pudo más y se quedó dormida.
Me desperté a las dos horas de llegar Laura. La vi allí tendida en el sofá durmiendo tan profundamente que no quise despertarla. Me levanté todavía con náuseas y dolor de cabeza, pero por suerte no llegué a vomitar. Menuda resaca llevaba, una ducha fría hubiese sido mejor que el vino, sobre todo esa segunda botella. Me tomé otra pastilla para el dolor de cabeza, bebí dos vasos de agua porque estaba sediento y me duché haciendo el menos ruido posible. Me quedé debajo del agua un buen rato, me sentía raro, un poco mareado. Hacía años que no tenía una resaca semejante, pero aquellas resacas de la universidad eran después de noches de fiesta, de euforia, con los amigos. La de hoy era patética, después de beber solo en casa y para no empalmarme. Pensé en la noche que habría pasado Laura con su jefe, imposible que no hubiesen follado. Menos mal que mi cuerpo no estaba para excitarse en ese momento o lo hubiese pasado mal. Miré mi pene encerrado en su jaulita. En cuanto se despierte Laura le pido que te libere, le dije estúpidamente a mi polla. Salí de la ducha me sequé y me vestí con ropa deportiva. Me fui a la cocina con la intención de hacer algo de comer, pero luego pensé que Laura se despertaría si hacía ruido en la cocina. Decidí salir al jardín un momento y llamar desde allí a un restaurante de comida china para que nos trajeran la comida. No sabía como iba a reaccionar mi cuerpo con la comida, pero necesitaba comer.
Cuando entré de nuevo a la casa, saqué una pequeña manta del armario y fui a ponérsela a Laura. Quizá tuviera un poco de frío al dormir sin sábanas. Cuando llegué al salón ya estaba Laura despierte, todavía tumbada en el sofá, mirando su móvil.
Miguel: Buenos días mi bella durmiente. ¿Cómo estás? (y me agaché a darle un beso en la frente)
Laura: Buenas tardes querrás decir ya. Bien, ¿y tú? ¿Cuándo te levantaste?
Miguel: Hace menos de una hora. No quería despertarte así que llamé al chino para pedir comida. Te pedí el pollo a la naranja que te gusta. Llegará en 20-30 minutos.
Laura: Gracia mi vida, eres un sol.
Se levantó del sofá y me dio un beso. Se fue hasta la cocina, cogió una de las botellas al lado de la basura y mostrándomela me pregunto:
Laura: ¿Y esto? ¿Qué pasó anoche? ¿estuviste de fiesta?
Miguel: Calla, calla, no me lo recuerdes. Fue una manera estúpida de no calentarme mientras estabas fuera. La que sí que estuvo de fiesta eres tú. Me tienes que contar todo. ¿Follaste?
Laura: ¿Quieres que te lo cuente todo? ¿Ahora?
Miguel: Bueno ahora no, esperamos por la comida y me lo cuentas después de comer. Por cierto, puedes abrir la jaulita por favor, que la resaca que llevo es en parte culpa tuya y de este cacharrito.
Laura: Claro que sí. Espera un momento.
Se fue hacía donde se encontraba la lavadora, buscó entre la ropa y trajo mi camiseta manchada para mostrármela.
Laura: Si quieres que abra la jaulita, explícame qué es esto.
Me quedé mirando la camiseta, recordando de donde había salido. ¡Mierda! Qué cojones hacía Laura buscando entre la ropa sucia. Mi cabeza no estaba para pensar en escusas brillantes en ese momento, así que solté lo primero que se me vino a la cabeza.
Miguel: No sé cariño, será de cuando follamos o cuando me masturbé contigo. ¿Por qué preguntas?
Laura: A ver Miguel, no me mientas. Esta ropa es de ayer por la tarde y tú tenías la jaulita puesta.
Miguel: No sé, …será una mancha de otra cosa.
Laura: No me trates de tonta Miguel, primero dices que son restos de semen de otro día y ahora que otra cosa.
Ya no sabía qué más decir, me sentía horrible por mentirle a Laura, así que opté por una rendición absoluta y le conté la verdad.
Miguel: Está bien, me has pillado. La jaulita vino con otra llave y la guardé, pero solo para casos de extrema urgencia. Te juro que no la toqué en toda la noche, pero si no me hubiese masturbado antes de que llegaras del trabajo, no hubiera podido aguantar. Es muy doloroso cariño, no hay manera de estar excitado y aguantar eso por mucho tiempo. No es humano.
Laura: No me puedo creer que me mintieras. ¡Todo esto lo hacemos por tus jueguecitos!
Miguel: No te pongas así mi vida, te juro que no tenía intención de abrir la jaulita cada vez que me calentara, era para ir acostumbrándome poco a poco. Pero así, de golpe, es casi imposible. Lo siento, te traigo la llave.
Laura: No, tranquilo no hace falta. Deja que te quite eso.
Me bajó los pantalones y lo calzoncillos, sacó la llave de su cuello y abrió la jaulita. Se levantó y dejó la jaulita junto a la llave en la mesita del salón. Me sorprendió mucho la reacción de Laura. Parecía que se había cabreado mucho pero que al final lo entendió y se apiadó de mí. ¡Que equivocado estaba!
Laura: ¿Estás mejor así? (me dijo todavía con un tono enfadado)
Miguel: Sí, mi vida, gracias. Y lo siento de nuevo por lo de la llave.
Laura: Tranquilo, no vas a tener que preocuparte nunca más por eso. Se acabaron TUS jueguecitos. No voy a ser yo la tonta que te siga la corriente mientras tú vas haciendo trampas a mis espaldas.
Me quedé petrificado, no podía creer lo que acababa de decirme. ¿Acabar con las fantasías? ¡No!
Miguel: Mi vida ya te he dicho que lo siento, no lo voy a volver a hacer. Te quedas la llave y ya está.
Me fui al cuarto, saqué la llave del cajón de la mesita y la puse junto a la otra y la jaulita. Cuando iba a pedirle disculpas nuevamente, sonó el timbre de la puerta. Era el de la comida china. Laura se dirigió hacia la puerta mientras me decía:
Laura: No quiero hablar más del tema Miguel. Comamos tranquilamente que estoy cansada, por favor.
Abrió la puerta, y después de dar las gracias y algo de propina al repartidor, entró en la casa y puso la comida en la mesa del comedor. Se fue hasta la cocina y trajo dos vasos y una botella de agua. Nos sentamos a la mesa, en silencio, no sabía muy bien qué decir.
Me quedé pensativo mientras comía automáticamente. Es cierto que me había pillado haciendo trampas, pero pensaba que era nuestro juego, que nos gustaba a los dos. Por lo que había dicho Laura, lo hacía solamente por mí. ¿Le habría ido mal con su jefe? Tenía que ser eso, una mala experiencia y encima llegar a casa y ver que le había engañado con lo de la jaulita. ¡Joder! Podía haberle dicho que me masturbé por la mañana antes de ir al trabajo y cogí una camiseta nueva para limpiarme o que había limpiado algo con ella…sí, ahora me vienen las ideas brillantes, no te jode. Quería preguntarle por su noche con Carlos, pero claro, tal como estaba el panorama, mejor no mencionarlo ni por accidente. Opté por ponerme de su lado, si ella no disfrutaba con esto, era mejor dejarlo.
Miguel: Mira Laura, yo pensaba que esto a ti también te gustaba mucho, pero por lo que has dicho, parece que no, que lo hacías solamente por complacerme. Te pido disculpas por no haberme dado cuenta y tienes razón, es mejor dejarlo. No quiero pelea, pero si eso es lo que pasó, tú también me mentiste por no decirme que no te gustaba. Como tú dices es mejor no volver a sacar el tema y olvidarnos de eso.
Laura no dijo nada, me miró en silencio y siguió comiendo. Estaba decepcionada conmigo, pero también quería evitar tener que contar su noche con Carlos, que le había dicho que ya no iban a verse más fuera del trabajo a solas.
Esa pequeña pelea le sirvió para tener esa paz que buscaba en ese momento dentro de la tormenta de la discusión. Se dio cuenta que era mejor responder algo para que Miguel no insistiera en el tema y sacara lo de Carlos.
Laura: Perfecto, estamos entonces de acuerdo.
Por su voz parecía que se había tranquilizado bastante. Terminamos de comer, nos levantamos de la mesa y recogimos todo. Cuando Laura estaba poniendo las sobras de la comida en la nevera me acerqué a ella y la abracé.
Miguel: Lo siento. No te enfades.
Laura: Está bien, no pasa nada. Ya está. ¿Vemos una película?
Miguel: Tengo muchísimo que corregir, pero ponte a ver una si quieres, trabajo un par de horas y vemos otra juntos, ¿te parece?
Asistió con la cabeza y me dio un beso. Parecía que todo se había calmado. Se fue hacia el sofá, se tumbó en él y se puso a buscar una película para ver. Yo me fui al escritorio y me puse a corregir la tonelada de ensayos que tenía pendientes. Pensé en que la jaulita se había quedado en la mesita del salón, al lado de Laura. ¿Sería mejor ir a buscarla y quitarla de en medio? Era un recordatorio de toda la pelea y no quería que lo tuviese delante todo el tiempo. Regresé al pasillo para ir a buscarlo y vi a Laura cogiendo su móvil para leer algo que le había llegado. La vi tan tranquila, allí tumbada que decidí no ir a buscar la jaulita, sería demasiado obvio. Di media vuelta y volví a mi escritorio.
Me senté ajeno a lo que se estaba cociendo a mi alrededor. El mensaje que acababa de recibir Laura resultó ser mucho más importante en nuestras vidas de lo que nunca hubiese imaginado y encima me llevé una sorpresa al leer las composiciones de mis estudiantes. Lo que cambia la vida en 24 horas.