Mis cuernos crecen sin parar (capítulos 5 y 6)

La relación de Laura con su jefe se va haciendo más "amigable". Descubrimos más sobre nuestra sexualidad. Adoro que me pongan los cuernos.

Cap tulo 5***

Después de terminar todas mis clases, me pasé por la cafetería de la facultad para comprarme un bocadillo y un zumo de manzana, y me dirigí a mi oficina. Entré, encendí el ordenador y me senté en la silla. Era la primera vez en todo el día que tenía un momento libre y allí, sentado, noté la jaulita que me acompañaba desde esa mañana. La verdad es que, desde que Laura me la había puesto no había tenido mucho tiempo de pensar en nada. En cuanto se fue Laura me vestí, me preparé un buen desayuno y me fui temprano a la universidad para acostumbrarme a caminar llevando aquella jaulita sin que se notara demasiado. Hice fotocopias, saludé a mis compañeros y caminé varias veces por mi aula vacía. Me sentí mucho más cómodo de lo que pensaba y esto hizo que no le prestara mucha atención a la jaulita durante las clases. Ahora estaba solo, en mi oficina, con tiempo para pensar, ya que, debido a que las presentaciones orales se extendían siempre más de lo que duran las clases, no tenía hora de tutoría. Inevitablemente me vino a la cabeza Laura, con esa ropa ajustada, paseando por su trabajo como nunca lo había hecho antes. Era una locura, ¿se habría metido en problemas por llevar esa ropa? Quizá llevar al ámbito laboral mi fantasía era un error, pero amaba a Laura con locura por querer cumplir mi fantasía. Empecé a sentir cosquillas en mi polla, me estaba excitando y no podía dejar de pensar en Laura, desnudándose frente a mí mientras me contaba como la habían mirado en el trabajo. De repente, empecé a sentir un pequeño dolor. La jaulita empezaba a hacer su función y yo cada vez más excitado. Era hora de irse a casa y follar a Laura apasionadamente pero no podía con ese dolor; necesitaba calmarme. Busqué el periódico digital en Internet y me puse a leerlo mientras comía. Increíble el efecto “enfriante” que tienen las noticias en el periódico cada día. Encontrar una buena noticia era como leer una buena composición de mis estudiantes, una de cada diez. No obstante, cumplió su función a la perfección. Una vez hube terminado de comer y muchísimo más tranquilo, salí de la oficina y me metí en el coche. Nada más arrancar el coche recibí un mensaje de Laura en el móvil.

Laura: Hola cariño, acabo de llegar a casa. Supongo que todavía estás con las presentaciones orales. Te amo.

Por su mensaje no parecía que tuviera mucho que contarme, ni bueno ni malo. De todas formas, yo tenía mis planes y necesitaba dar me prisa. Le contesté inmediatamente y me fui rápidamente a casa. Esa jaulita empezaba a molestarme nuevamente y mi polla buscaba su libertad con mucho ímpetu.

Miguel: Hola mi vida. Ya terminé, voy camino a casa. POR FAVOR, no te quites la ropa todavía. Espérame, llego en unos minutos.

Llegué a la casa mucho más rápido de lo normal. Suerte que no me paró la policía porque hubiese sido interesante la conversación.

Agente: buenas tardes. ¿por qué iba usted excediendo el límite de velocidad?

Miguel: verá agente, es que tengo mi polla encerrada en un aparato de castidad y necesito llegar a casa lo antes posible para que mi novia, que lleva ropa muy sexy y ajustada, me lo quite y poder follármela a gusto.

Agente: ¡ah! Bueno, si es por eso, siga adelante y no se demore más.

Un día con la jaulita puesta y ya estaba teniendo ideas hilarantes ja, ja, ja. Me hizo sonreír la idea la verdad.

Aparqué el coche y vi el mensaje que Laura me había mandado mientras conducía.

Laura: ¿Qué? ¿Por qué? Bueno, me la dejaré puesta, pero llega pronto, me muero por estar cómoda en la casa.

Entré a casa y allí estaba Laura, sentada en el sofá, con la falda por encima de las rodillas. Se levantó y vino a besarme.

Laura: Bienvenido a casa. ¿Me puedo cambiar de ropa ya?

Miguel: NO. Primero quítame esto. Le dije mientras me bajaba los pantalones y le señalaba el bóxer.

Laura: ¿tanta prisa tienes? ¿Algún problema con él hoy? Ja ja ja

Miguel: Ningún problema, pero ya estamos los dos en casa.

Laura: Está bien, te lo quito.

Se abrió dos botones del top, sacó la llave colgada al cuello y lo abrió lentamente para darle más morbo a la situación y que sintiera que tenía el poder.

Yo, la verdad, viendo esas tetas a través del increíble escote que le dejaba ese top desabrochado, me empalmé de inmediato. Fue abrir la jaulita y mi polla saltó hacia la cara de Laura como perrito al llegar su dueña a la casa.

Laura: Ay, pobrecita. ¿Tenías ganas de verme? Le decía burlonamente a mi polla mientras la besaba suavemente.

Miguel: uff Laura, no sabes las ganas que tenía de llegar a casa. Quítate la ropa lentamente mientras me cuentas como te fue en el trabajo.

Se levantó, se separó de mí un par de metros y me dijo con cara divertida:

Laura: ¿En el trabajo? Bien, como siempre, nada destacable.

Miguel: ¡Ay! Cariño, no seas mala. Cuéntamelo todo en detalle.

Laura: Está bien. Pero, quítate la ropa, que así, con los pantalones y el bóxer bajado y los zapatos puestos estás ridículo y me dan ganas de reír.

Con la calentura no me había dado cuenta de la estampa que debía tener después de que Laura me quitara la jaulita. Me apresuré a quitarme todo al instante y me quedé allí desnudo en frente de Laura con la polla empalmada. Ella sonrió y empezó a sacarse el top y el sujetador.

Laura: Pues, a ver por donde empiezo. Nada más llegar al trabajo, ya empecé a notar las miradas de mis compañeros. No es que antes vistiera de manera muy diferente pero el contraste de lo que llevé puesto los dos últimos días y lo de hoy pues era de esperar la sorpresa. Hasta Ana, que siempre me saluda de forma hipócrita porque sé que no me traga, no pudo decir nada, simplemente se quedó con los ojos abiertos mientras pasaba por su cubículo.

Yo estaba cada vez más caliente imaginando lo que me iba contando mientras la veía desnuda de cintura para arriba. Deseaba abalanzarme sobre ella y follarme con ganas, pero aguanté porque deseaba que llegara con su historia hasta su jefe.

Se abrió la cremallera de la falda y empezó a quitársela.

Laura: Mis compañeros hombres disimulaban como podían, pero sabía que me estaban mirando de manera lasciva. Aunque, con lo desesperados que se ven algunos en la oficina, seguro que miran a todas así lleven lo que lleven puesto. En fin, que todo se tranquilizó una vez entré en mi oficina y todos se empezaron a enfocar en su trabajo.

Se detuvo contando la historia, sus ojos se dirigieron a mi polla y dijo:

Laura: ¿sigo o hacemos otra cosa?

Inconscientemente, me había puesto a masturbarme mientras Laura contaba la historia. Retiré mi mano de mi polla y me disculpé. Sabía que Laura esperaba algo a cambio de su historia, y no era precisamente que me masturbara.

Miguel: Lo siento, sigue sigue por favor. Necesito saber todo.

Sonriendo, se quitó las bragas y se sentó en el sofá desnuda.

Laura: Carlos, mi jefe, no tardó mucho en llamarme a su oficina. Cuando entré parece que lo pillé por sorpresa. Se me quedó mirando sin decir nada por unos segundos, pero inmediatamente después sonrió me miró de arriba abajo como siempre y me dijo que me sentara. Me dijo que apuntara las cosas que quería que completara ese día como excusa para mirarme las tetas de manera descarada mientras escribía. Cuando terminó y me disponía a salir de su oficina hizo comentario sobre mi ropa como no podía ser de otra forma .

Carlos: Laura, esa ropa te sienta muy bien, me gusta ver que las directoras dan ejemplo de libertad de vestimenta. Queremos ser un lugar de trabajo moderno ¿verdad?

Laura: ¿no le parece excesivo? No estaba segura si era apropiado o no, pero si a usted no le parece mal…

Carlos: ¿a mí? ¿mal? Para nada, cada uno debe venir como quiera. Esto es el 2020.

Laura: muchas gracias, Sr García. Vuelvo cuando haya terminado todo para mostrarle los resultados.

Carlos: Llámame Carlos, lo de Sr. García es demasiado formal y yo quiero que tengamos una relación más cercana….laboralmente claro.

Laura: El muy morboso me decía todo eso mientras miraba sin disimulo la falda que se me había subido bastante de sentarme en su despacho. Es que es un pervertido sin remedio.

Yo ya no aguantaba más, me tiré en el sofá con ella y empecé a besarla con ganas, metiendo y sacando la lengua con rapidez mientras agarraba sus tetas masajeándolas bruscamente.

Laura: parece que te excita mi trabajo ja, ja, ja.

Me agarró mi polla y empezó a masturbarme. Yo me moría por saber si había vuelto o no a hablar con su jefe y le pregunté mientras devoraba sus tetas:

Miguel: ¿te dijo algo más cuando regresaste a su oficina?

Laura: por supuesto, ese no pierde ni una oportunidad. La verdad es que pensé mucho en ti durante el día. Te había prometido excitar a mi jefe y no sabía si lo de la ropa era suficiente para ti. Supongo que debería haberte llamado para preguntarte.

Miguel: la verdad es que, aunque me hubieses llamado no te hubiese podido contestar. He tenido presentaciones orales todo el día sin descanso.

Laura: hablando de “orales” empieza a lamerme el coño que quiero que me folles fuerte hoy.

Miguel: por supuesto. Me arrodillé en el suelo, le abrí sus piernas y empecé a lamer con ganas mientras terminaba de contarme su historia.

Laura: pues, como te he dicho no sabía si estarías satisfecho así que decidí desabrocharme un par de botones del top y dejar la falda tal como estuviera al levantarme de mi silla cuando fuera a ver de nuevo a Carlos.

Al escuchar eso, empecé a lamerla con más intensidad y ella a gemir más y más. Paré por unos segundos para exigirle que terminara de contarme su encuentro con Carlos.

Miguel: Termina de contarme y te follo como quieras.

Laura: mmm, eso me gusta. Pues, fui al finalizar el día a su oficina como te he dicho y, al entrar, su cara era una mezcla de sorpresa y triunfo.

Carlos: pasa pasa, ya veo que te has puesto más cómoda. En este tiempo, con el calor es mejor que uno trabaje cómodo.  Me dijo señalando mi gran escote.

Laura: Disculpe, es que mi oficina da directamente al sol de la tarde y quería presentarle los resultados antes de que se fuera a su casa.

Carlos: No tienes que disculparte. Si te soy sincero, si no fuera por las reuniones y las videoconferencias que tengo que hacer ya hacía tiempo que había mandado la chaqueta, la corbata e incluso la camisa al carajo. Y, con especto, a lo de venir antes de que me vaya a casa no te preocupes. Con todos los cambios que estamos teniendo a nivel internacional no creo que vaya a casa temprano en un mes por lo menos.

Laura: Muchas gracias, Sr García. Es un usted un buen jefe.

Carlos: Llámame Carlos por favor, voy a tener que castigarla hasta que se lo aprenda ja, ja, ja. Por cierto, bonito colgante, no había visto uno así. ¿Es una llave? ¿Tiene algún significado simbólico?

Laura: Sr. García, digo, Carlos es algo privado. Y me cerré los botones del top . Aquí le dejo los informes del día.

Laura: la verdad es que, en ese momento, pensé que podía aprovecharme un poco de la situación. Antes de salir de su oficina le dije : “Carlos, si no tuviera tanto trabajo y me limitara a conseguir los resultados que siempre se han exigido a las personas en mi puesto, tendría más tiempo para contarle en su oficina cosas sobre mi como lo de la llave por ejemplo” y le guiñé el ojo.

Miguel: Estás loca, pero me encanta. Eso sí, ni se te ocurra contarle lo de la llave. Vamos al cuarto que tenemos trabajo por delante.

Laura: Sí, fóllame duro, quiero que me embistas fuerte, estoy mojadísima.

Creo que estuvimos follando como una hora y media, le daba fuerte, en todas las posiciones, la besaba con pasión, con la lengua jugando por todos los lados de su boca, de su cuerpo. Le di varios orgasmos, con la lengua y los dedos, a cuatro patas y en el baño antes de ducharnos juntos. Solo me dejó unos 20 minutos de respiro cuando me corrí en sus tetas. Ya en la ducha, me pajeó para que llegara a mi segundo orgasmo.

Después de esa intensa sesión de sexo, no teníamos ninguna gana de cocinar, así que pedimos comida china a domicilio y cenamos en casita.

Laura: ¡vaya! Menuda calentura que llevábamos, hoy vamos a dormir muy bien. (me dijo besándome cariñosamente).

Miguel: No sé tú, pero yo estaba caliente desde antes de llegar a casa.

Laura: No, si ya entendí tu mensajito antes de llegar. Tengo la impresión de que la jaulita está dando resultado. ¿Te la pongo? (dijo siéndose pícaramente)

Miguel: ¡NO! A ver, yo me caliento sin necesidad de jaulita. Con pensar en lo de tu jefe ya me dejas empalmado.

Laura: mmm, tienes razón, pero hay dos cosas que no estás tomando en consideración.

Miguel: ¿Cuáles? Pregunté con curiosidad

Laura: una, sin jaulita no hay provocación al jefe; y dos, ¿Qué hubiese pasado si llegas temprano a casa sin la jaulita? No hace falta que lo pienses, ya te contesto yo. Te hubieses pajeado antes de que llegara y yo me hubiese perdido esta follada monumental que nos acabamos de dar. ¿No cree?

Miguel: Quizá, no puedes asegurarlo. (le dije sacándole la lengua)

Laura: Te conozco como si te hubiese parido, así que, en conclusión, la jaulita funciona a la perfección.

Miguel: Bueno, quizás algo de razón tengas, pero si esta jaulita es para provocar a tu jefe y calentarme, ¿Qué tienes planeado hacer en el trabajo para esta semana?

Laura: Está visto que tú no cambias ja, ja, ja. A ver cómo te lo explico, me voy a vestir mucho con quete y le voy a decir quete a ver cómo reacciona.

Miguel: ¿quete? ¿Qué es eso?

Laura: Qué te … importa, ja, ja, ja. Cariño, a veces eres muy inocente . (me dijo a carcajadas). Hay que saber apreciar las sorpresas. Venga vamos a la cama que ya es tarde y estoy reventada…de todo.

Nos fuimos a la cama y caí en un profundo sueño enseguida mientras pensaba en las sorpresas de Laura y lo excitante que se estaba poniendo nuestra vida sexual.

Cap tulo 6***

Las siguientes dos semanas se nos pasaron bastante rápido. Laura iba a su trabajo con ropa ajustada y seguían los coqueteos con su jefe a través de comentarios picantes, pero sin ir más allá. Eso sí, la carga laboral de Laura había disminuido hasta el nivel de sus antecesores, lo que nos dio a entender que el jefe de Laura estaba más que encantado con la nueva versión sexy de su empleada. Yo, por mi parte, seguía yendo a la facultad a dar clases, cada vez menos incómodo con la jaulita puesta. A todo se acostumbra uno supongo, y ponerme la jaulita después de ducharme se había vuelto ya una rutina más de mañana. No obstante, Laura no estaba del todo segura de que yo cumpliera con lo de la jaulita, ya que ella se iba más temprano a su trabajo y yo regresaba antes a casa. Me costó trabajo convencerla, pero como siempre, en cada una de nuestras negociaciones Laura sacaba algo de provecho para ella.

Miguel: Cariño,no hace falta que me levante tan temprano cada día para ponerme la jaulita. Yo lo hago después de ducharme, confía en mí.

Laura: No mi vida, te conozco, eres capaz de irte sin ella, regresar a casa de la universidad y ponértela antes que llegue.

Miguel: Laura, sabes que yo estoy deseando cumplir mis fantasías sea como sea, y ese fue nuestro trato. Además, tú también podrías dormir un rato más si no me tienes que esperar a que me duche cada mañana.

Laura: Mira, se me está ocurriendo una cosa. Yo te dejo la jaulita preparada en el cuarto de baño con el candado abierto, te la pones y cada día me mandas prueba de que la llevas en la facultad.

Ya empezaba a intuir por donde iban los tiros, pero quería que me lo dijera directamente.

Miguel: ¿prueba?, ¿qué quieres decir con eso?

Laura: pues creo que es obvio, que, en algún momento del día, cuando estés en la universidad, me mandes una foto con la jaulita puesta.

Miguel: ¡Estás loca! ¿Cómo voy a hacerme fotos de mi polla en el trabajo? Si me pillan me despiden de inmediato.

Laura: Qué dramático eres. Tienes tu propia oficina y también puedes hacerlo en el baño. Pero bueno, si no quieres pues a levantarse tempranito y ya está.

Sinceramente, no me apetecía, nada en absoluto, levantarme tan temprano todos los días. Después de pensarlo unos minutos accedí. Total, tampoco me iban a poder identificar con esas fotos, y Laura, jamás compartiría eso con nadie, se moriría de la vergüenza, o eso creía yo.

Miguel: Bueno, está bien, te las mando, pero con una condición. Las borras una vez las recibas. Si es para saber que llevo la jaulita puesta, no las necesitas para nada más.

Laura: trato hecho. A partir del lunes te la pones solito.

Así, fue como empecé a ponerme la jaulita y a esconderme después de clases en mi oficina cerrando con cerrojo la puerta para poder hacerme esa dichosa foto todos los días. Me sentía como un adolescente encerrándose en su cuarto para masturbarse a escondidas, aunque esto era obviamente lo contrario, probar que no me iba a masturbar. La mayoría de los días me hacía la foto sin problemas, pero de vez en cuando llegaba algún estudiante en ese preciso momento a mi oficina y me moría de los nervios y la vergüenza. Era una escena ridícula, una estudiante llamando a la puerta y yo con los pantalones y el bóxer bajados sosteniendo el móvil para hacerme un selfie de mi polla en su jaulita.

Estudiante: ¡profe! ¿se puede? La oía escuchar detrás de la puerta mientras intentaba abrirla.

Me tocaba subirme el bóxer y los pantalones a velocidad récord intentando por todos los medios que no se oyera demasiado, especialmente subirme la cremallera de los pantalones. Me acerqué a la puerta y quité el cerrojo.

Miguel: Sí claro, pasa.

Estudiante. Perdone profesor, es que no pude venir hoy a clase porque me dieron doble turno en el trabajo, pero aquí le traigo la tarea que era para hoy.

Miguel: Gracias, no tenías que molestarte. Si trabajan me la pueden entregar al día siguiente. Y…disculpa por tener la puerta cerrada, tenía una videoconferencia y no quería que me molestaran.

La estudiante me miró extrañada, como si no entendiera porqué le estaba dando una explicación sobre lo de la puerta. Se disculpó de nuevo, probablemente porque pensó que me había molestado su visita después de mi comentario, salió de mi oficina y cerró amablemente la puerta.

¡Qué vergüenza! Seguro que se dio cuenta de la cara roja que se me había puesto. Pensé, que quizá sería mejor hacerse las fotos en el baño de profesores, pero a esas horas con muchos profesores ya con las clases terminadas y en sus oficinas no paraban de entrar y salir. Me sentiría muchísimo más incómodo, aunque estuviera encerrado en el cubículo del inodoro. Después de pensarlo unos días decidí que era mejor quedarme un rato más en la oficina, esperar a que terminaran las horas de tutoría y entonces hacerme la foto. No me iba a morir por llegar un poco más tarde a casa.

A pesar de estos pequeños sobresaltos, lo llevaba bien, me hacía las fotos ya tarde cuando no había apenas gente en el edificio donde estaba mi oficina, me iba a casa y follaba con Laura casi todos los días. Era excitante follarla duro y correrme en su boca mientras me decía que me imaginara que se estaba morreando al jefe en la oficina. La verdad es que nuestra vida sexual había mejorado considerablemente con el jueguecito de infidelidad y cuernos, y si no lo hacíamos más era porque, de vez en cuando, cuando estaba muy caliente y no aguantaba el dichoso dolor que causaba la jaulita hacía trampa. Llegaba a casa desesperado, sacaba la llave escondida en la mesita de noche y me pajeaba a gusto imaginando al jefe de Laura follándosela en la oficina. Después volvía a encerrar mi polla en la jaulita, escondía de nuevo la llave y cuando llegaba Laura fingía como podía.

Laura:  Hola mi vida, ¿qué tal tu día? ¿Cómo han ido tus clases?

Miguel: Bien, cariño. Con los estudiantes, cada año, menos interesados en leer. ¿y a ti?

Laura: Encerrada casi todo el tiempo en la oficina, pero adaptada completamente al trabajo y con grandes resultados.

Miguel: hablando de encerrada, es hora de que me quites esto. (le dije señalando a la jaulita debajo de mi pantalón).

Laura: Ven que la libere, que tengo algo que contarte.

Ese “algo que contarte” llevaba un tono extraño acompañado de una sonrisa pícara. Laura me quito la jaulita y beso mi polla suavemente. Sus besitos al quitarme la jaulita se habían vuelto ya una especie de ritual para ella, una especie de mensaje de amor estricto, como si quisiera decir con ese beso: “te encierro por tu bien, pero te quiero mucho” que desprendía dominación.

Laura: parece que hoy no tiene muchas ganas de juego, que pena, con lo mucho que tengo que contarte.

No me sorprendió mucho su comentario, era algo habitual cuando llegaba a casa, liberaba a mi polla y veía que no me empalmaba. La verdad es que siempre que llegaba a casa con esa ropa escotada y ajustada que ya se había acostumbrado a llevar y se arrodillaba para quitarme la jaulita, me entraba el calentón y la polla se me empalmaba al instante…a no ser que me hubiese pajeado antes como era el caso ahora.

Miguel: A ver, no va a estar siempre empalmada, no soy una máquina. ¿Sabes lo que duele tener esto puesto cuando me excito? Joder, si a veces pienso en ti cuando estoy en la facultad y al intentar empalmarme, me duele como si me estuvieran estrujando la polla. No sé ni como no se dan cuenta mis estudiantes o colegas de la cara de dolor que tengo que poner.

Laura: ya vale, exagerado. Eso te pasa por calenturiento. En el trabajo no deberías estar pensando en eso. Venga, no des tanta pena que te lo voy a contar igualmente. Me cambio y vuelvo.

Estaba superemocionado por lo que me iba a contar. Me imaginaba que sería algo morboso relacionado con su jefe y no me equivocaba. Me quité los pantalones y la camisa y me senté en el sofá esperando a Laura. A los pocos minutos llegó al salón sin sujetador, con una camiseta ancha y sus pantalones cortos de pijama.

Miguel: estás muy sexy así. Siéntate aquí y cuéntamelo todo. (le dije mientras le daba un beso apasionado en sentarse),

Laura: ¡uy! Se anima la cosa. Bueno, deja que te cuente desde el principio. Ya sabes que, a veces, me quedo un poco más tarde en el trabajo para terminar las cuentas semanales, pero que normalmente estoy en casa antes de las siete de la tarde. Pues, Carlos llega siempre al trabajo como a las diez de a mañana y se queda hasta tarde.

Miguel: mmm Carlos, ¿ya no lo llamas jefe? (le dije sonriendo)

Laura: ¿Me dejas contar la historia o no? (me dijo agarrando mi polla que ya estaba empezando a despertarse de nuevo). ¡Pervertido! Ja, ja, ja.

Miguel: perdón, cuenta cuenta.

Laura: Pues como “mi jefe” se queda tarde a revisar todos los movimientos de la empresa y necesita a veces consultarme cosas, me dijo que, para no tener que quedarme tarde todos los días revisando conmigo, que le diera mi número de teléfono privado para preguntarme por datos cuando lo necesitase.

Miguel: Pero ¿no te puede llamar al móvil de la empresa? Para eso están.

Laura: es que con la nueva ley de protección al trabajador de no poder molestar con cuestiones de trabajo después de ciertas horas, pues no quiere líos con el teléfono de la empresa.

Miguel: Ya, y con el privado, ¿no está incumpliendo la misma ley?

Laura: Pues sí, pero no hay rastreo y era dárselo o quedarme todos los días más tarde en la oficina. Y a mi me gusta estar en casa con mi noviecito temprano. Así que se lo di. Además, ese no es el tema. Como me vuelvas a interrumpir no te cuento más. (me dijo mientras me sacaba la lengua)

Miguel: Está bien, si lo digo para picarte. Ya sabes que me excita que te acerques a tu jefe.

Laura: A ver, para no hacerlo muy largo. Al principio me mandaba mensajes sobre trabajo y algún que otro “que guapa ibas hoy al trabajo”, “me alegra el día verte en la oficina”, pero no iba más allá. Pero, hace unos días, empezó con mensajes más personales. Por eso, he estado tan pendiente del teléfono últimamente.

Miguel: y, ¿de qué te hablaba? Me tienes en ascuas.

Laura: Mejor que lo veas tú a que te lo explique yo. Aquí tienes el móvil. Lo que te interesa está a partir del lunes pasado.

Me entregó el móvil dándome un beso y se fue a la cocina a preparar algo de cena. Cogí el móvil y empecé a leer cuidadosamente los mensajes “personales” saltándome los relacionados con el trabajo. No podía creérmelo, mi novia y su jefe habían estado hablando de aspectos sexuales por varios días. Honestamente no creía que ninguno de los dos fuera a llegar tan lejos en tan poco tiempo.

Carlos:  Hola Laura, disculpe el mensaje tan tarde, seguro que ya estaba con ropa interior metida en su cama, pero necesito los porcentajes de las ventas que obtuvimos la semana pasada en las poblaciones del sector oeste.

Laura: Tranquilo Carlos, ahora se los mando.

Carlos: no me ha dicho si ya estaba medio desnuda en la cama.

Laura: Por favor, jefe eso no son preguntas decentes.

Carlos: he dicho que me llames Carlos, si estuviera allí ya la hubiese castigado con un par de nalgadas.

Laura: perdón Carlos, pero mejor dejamos el temita. Aquí tiene los números.

Carlos: hola, ¿Cómo estás Laura? La verdad es que estaba pensando en ti, en lo de la oficina esta mañana. ¿ya te lo has pensado?

Laura: Ay Carlos, no sé, no me parece muy apropiado. ¿Qué van a decir en la oficina si se enteran?

Carlos: ¿En la oficina? Esos no se van a enterar nunca, por allí no aparece nadie de ellos, es muy exclusivo.

Laura: No sé, ¿por qué me invita solo a mí? ¿Qué intenciones tiene? Le recuerdo que tengo novio.

Carlos: TE recuerdo, TE, te dije que dejaras lo de usted. Ya he decidido apuntar las veces que te tengo que castigar ja, ja, ja.

Laura: Deja esas bromas que no soy una niña, siento que me está faltando al respeto.

Carlos: vamos, Laura, que es broma, no te pongas así, Si tenemos una relación más cercana pues se puede bromear ¿no?

Laura: Pues sí, es que lo repites muchas veces y parece que te gusta demasiado ese jueguito estúpido de los castigos.

Carlos: ¡Uy! Que sensible estás hoy. No obstante, digas lo que digas, funciona ¿verdad? Mira como ya me hablas de tú, ja, ja, ja. Quizás es que interrumpí algo importante. Con la ropa que llevas últimamente al trabajo seguro que tu novio te folla todos los días. ¿estabas follando ahora y por eso estás así?

Laura: Carlos, ya está bien lo que haga en mi vida privada es asunto mío.

Carlos: O sea, que sí que estabas follando. Perdona, ja, ja, ja. ¿Qué tal tu novio? ¿Es bueno? Porque hace falta ser muy listo para darse cuenta de que te gusta mucho es sexo.

Laura: Pues mira, es buenísimo, el mejor amante que se puede tener. Dejemos el temita ya.

Carlos: ¿Qué tal Laurita? Hoy no nos hemos visto mucho en la oficina. Ya te estaba echando de menos.

Laura: Hola jefe, sí, ya sabe que hemos estado con lo del nuevo lanzamiento todos muy ocupados.

Carlos: Ay Laurita, no hay manera que aprendas que no me tienes que tratar de usted, luego te quejas de lo de los castigos.

Laura: a ver Carlos, ¿quiere que le tutee en la oficina, delante de todos?

Carlos: No es eso, Laurita, en la oficina hay que mantener un tono formal, ya lo sabes. Pero, hay que aprender a disociar. En privado podemos cambiar, ¿verdad?

Laura: Pues no es fácil, eres mi jefe y nunca he tenido un jefe que también quisiera “socializar” fuera del trabajo. Así que, si lo trato de usted, pues se aguanta. No es fácil estar cambiando constantemente cada vez que te parezca. Además, yo no le he dicho que me llame “Laurita”.

Carlos: Bueno, tranquila, llámame como quieras. Yo solo quería que fuésemos amigos, no todo tiene que ser trabajo. Discúlpame si no te gustó lo de Laurita.

Laura: no es eso, es que me pareció demasiado paternalista…como lo de los castigos.

Carlos: Uff, ¿todavía seguimos con eso? Me parece que volví a interrumpir algo íntimo. Por cierto, no es quiera molestarte entre orgasmos, pero me quedé pensando en lo que dijiste el otro día. ¿De verdad es tan bueno tu novio follando? Digo yo, que tendrás que haber follado a muchos para poder decir eso. Quizá podrías darme algún consejo si tienes tanta experiencia.

Laura: Anda Carlos, déjalo ya, que estás desvariando y ya es muy tarde. Ve a dormir que estarás cansado.

Carlos: Gracias por preocuparte por mi descanso Laurita…sin ninguna mala intención lo de Laurita, de forma cariñosa. Entonces, ¿quedamos el viernes a las 9 de la noche donde te dije?

Laura: No lo sé Carlos. En serio, es muy tarde, mañana te contesto en el trabajo.

Ya no había más mensajes, pero sí vi que Laura había borrado algunos u un par de fotos que su jefe le había enviado. Al levantarme del sofá me di cuenta de que tenía la polla durísima, era muy excitante saber que mi novia y su jefe hablaban de sexo mientras yo estaba en la casa. Nunca pensé que un chat laboral me iba a calentar tanto ja, ja, ja. De todas formas, tenía muchísimas cosas que preguntarle a Laura, así que, me fui hacia la cocina, puse el móvil en poyete y empecé con mis preguntas.

Miguel: ¿y esto? Pareces que le gustas bastante a ese jefe tuyo. Le gusta mucho tener conversaciones contigo por la noche.

Laura, miró al bulto en mi bóxer, me sonrió y me dijo:

Laura: vaya, no es al único al que le gustan esas conversaciones por lo que veo. ¿Qué te han parecido?

Miguel: Pues, que está deseando follarte, Laura, es más que obvio. ¿Qué es eso de quedar mañana? ¿De qué está hablando?

Laura: De ir con él a un bar o club que él conoce mañana por la noche. Ahora le ha dado por decirme que necesito desestresarme de todo el trabajo que hago y que la invitación es una forma de agradecimiento, de compensación por los buenos resultados.

Miguel: Sí claro, de compensación para él. ¿y piensas ir?

Laura: No lo sé. Hoy le dije que sí en el trabajo para sacármelo de encima. No veas lo pesadito que se puso con eso cada vez que me veía en el pasillo o iba a su oficina. Pero, después del trabajo, me vengo a casa y le pongo cualquier excusa para no ir. Encima quiere que vaya sexy y elegante, no me jodas.

Miguel: A ver, si es un bar exclusivo pues lo de elegante no es algo extraño. Pero, si no quieres ir pues no vayas.

Laura: ¿si no quiero ir? Vaya eso sonó a decepción. ¿Tú quieres que vaya? Miguel, una cosa es el tonteo en el trabajo, pero salir con él por la noche es darle pie a otras situaciones y la cosa se puede complicar bastante.

Miguel: Mira, no te lo voy a negar, me excita muchísimo la situación como puedes ver, y no tengo ningún problema con que te lo folles. Ya me conoce, cuanto más me crecen los cuernos, más feliz soy. Pero si te sientes incómoda con tu jefe, pues lo entiendo. No quiero que hagas nada que no quieras.

Laura: Me encanta que seas así. Sabes que te amo, ¿verdad? Si te soy sincera, a mi también me excita mucho la idea. Carlos está muy bueno y parece que folla bien. Además, aunque lo niegue, me pone que sea tan dominante, sabe hacerlo. Medio en broma, medio en serio siempre se quiere salir con la suya.

Miguel: ¿y mañana se va a salir con la suya? Pregunté con sonrisa irónica.

Laura: ja, ja, ja. Sí mañana se saldrá con la suya.

Se acercó a donde estaba, me bajó el bóxer y empezó a chupármela con ganas. Primero suavemente, con besitos para después empezar a chupar con ganas, rápido, lamiendo lentamente mis huevos mientras me miraba con cara de viciosa.

Laura: Así que, mi cornudito quiere que le crezcan más sus cuernos. Que el jefe de su novia la trate como quiera y se la folle como quiera. ¿Es eso?

Miguel: Sí, sí, quiero que seas la puta de tu jefe. Sigue chupando que ya casi me vengo.

Laura: ¿te quieres correr en la boca de la puta de tu jefe? ¿me la trago toda?

Yo estaba que no aguantaba más, entre la chupada y la conversación sobre su jefe, tenía una calentura que no había tenido ni cuando se folló a sus dos amigos. Iba más allá y nos estábamos descubriendo los dos.

Miguel: Abre la boca, que me corro puta.

Laura abrió su boca y saco su lengua como esperando a que le dieran el mejor majar. Me corrí con ganas y lo que le salpicó en la cara, se lo recogí con los dedos y se lo metí en la boca.

Miguel: ¡Trágatelo puta!

Me sorprendí a mismo. Nunca había llegado a humillar a Laura con esas ganas, y lo gracioso del asunto, era que el cornudo era yo. Laura se tragó todo con poniendo cara lasciva, como puta vamos. Se levantó y me dio un beso.

Laura: ¿Qué tal?

Miguel: uff Laura, ha sido de las mejores corridas que he tenido. Me excita mucho el tema, no lo niego.

Laura: A mí también, y te agradezco mucho que me animaras a olvidarme de los tabús y prejuicios. Eres lo mejor. Te amo. Te diría que me follaras después de la cena, pero quiero estar caliente para mañana.

Esa noche cenamos y nos pusimos a ver una película. Hacía tiempo que no estábamos así, relajados, en el sofá. Buen, Laura no estaba tan relajada, se notaba que estaba caliente, que deseaba follar, pero se aguantaba las ganas. Yo no sabía muy bien qué pensar. Por un lado, estaba muy contento y excitado por la situación, pero por el otro lado no sabía hasta donde iba a llegar Laura al día siguiente si se iba a su cita con su jefe en semejante estado de calentura. Iba a ser espectacular, eso seguro, solo me quedaba esperar al día siguiente para comprobarlo. Lo que sí que no estaba en mis cálculos era que esa espera se me iba a hacer eterna y con muchísimo dolor.