Mis cuernos crecen sin parar (capítulos 13 y 14)

Laura descubre hasta dónde está dispuesta a llegar con su fantasía mientras Miguel recibe una inesperada visita a su oficina que dará un giro a su vida.

Gracias a todos por sus comentarios. Lo prometido es deuda, aquí tienen los siguientes capítulos d ela serie. Espero que les gusten.

Cap tulo 13***

Mientras me duchaba iba recordando todo lo que había sucedido con Laura esa tarde. Le había gustado estar con su jefe y quería seguir con mi fantasía. Lo único malo es que quería que volviera a llevar el aparato ese y, honestamente, no me transmitía buenas vibraciones después de lo sucedido cuando llegó Laura. No obstante, me sentía afortunado, contento, por volver a nuestra “normalidad” y poder seguir viendo mis cuernos crecer. ¿Querría Laura costarse pronto otra vez con su jefe o preferiría otra persona? La verdad, es que se me ocurrían varias ideas, mucha copiadas de lo que había visto en Internet como, por ejemplo, ir a un bar o club nocturno con Laura llevando un vestido provocativo y mirar desde lejos a ver qué sucedía, que Laura sedujera algún tipo en una fiesta o algo así, o incluso que se creara un perfil en una de esas aplicaciones para ligar. Todas me parecieron excitantes pero un poco cliché, quizá porque eran las que más gustaban a la gente, no sé. Pero bueno, no aceleremos las cosas, me dije a mí mismo. Laura acaba de acceder a seguir jugando y no iba a presionarla más de lo debido y después arrepentirme eternamente por haberla cagado. Lo mejor era esperar y ver cómo se iban desarrollando los acontecimientos.

Cuando terminé de ducharme, me puse un bóxer y una camiseta de manga corta y salí del baño. Fui hasta el salón y no vi a Laura ni en la cocina ni en el salón. Me dirigí al dormitorio y encontré a Laura desnuda, masturbándose encima de las sábanas. Tenía los ojos cerrados, una mano apretaba con ganas uno de sus pechos mientras la otra mano sostenía el vibrador, que por su sonido parecía estar a máxima potencia. Abrió un poco los ojos, me miró sonriendo y volvió a cerrarlos mientras se mordía el labio en señal evidente de que el orgasmo estaba cerca. Yo miraba desde la puerta, con mi polla, cada vez más dura, deseando entrar en guerra. De repente, Laura soltó el vibrador, apretó las piernas con fuerza y se pellizco el pezón con fuerza mientras estallaba en un gran orgasmo acompañado de los gritos de Laura.

Laura: ¡Ah, ah, aaaah! Uff, sí que ha sido fuerte.

Miguel: Sí, ya me he dado cuenta por cómo has gritado. Podrías haberme avisado. Mira cómo me tienes.

Me quité el bóxer y le mostré mi polla empalmada en todo su esplendor. Me miró sonriente y golpeó suavemente el colchón a su lado, como una invitación a tenderme a su lado.

Laura: Quería masturbarme a solas, pero me gustó tener público. Además, te quedaste quieto en la puerta mirando. Pensé que te estaba gustando el espectáculo.

Miguel: Como puedes ver me encantó. Pero no me voy a quedar a medias.

Me tendí a su lado y le puse una mano en mi polla para que sintiera lo dura que la tenía. Me giré hacia ella y empecé a comerle la boca pasionalmente mientras le manoseaba las tetas. Cuando puse mi mano en su coño húmedo, agradecido por el orgasmo que acababa de recibir, me apartó suavemente de su lado.

Laura: Hoy me apetece masturbarte hasta que te corras. Así guardas las ganas de follarme para mañana.

Miguel: Pues prefiero follarte ahora y mañana también, la verdad.

Laura: No seas malo y dame ese gusto. Te susurro al oído la fantasía que quieras mientras te pajeo.

Miguel: Está bien, pero me cuentas en detalle cómo te follarías a alguna de tus amigas, y me tienes que dar el nombre de una que conozca para que lo pueda visualizar mejor.

Laura: Ja, ja, ja. Está bien, pero sabes que eso no va a pasar nunca.

Laura acercó todo su cuerpo al de Miguel y empezó a mover su polla suavemente mientras le mordía y le lamía la oreja para excitarlo todavía más. Lo que no sabía Miguel, es que Laura no quería tener sexo con Miguel porque de una manera u otra, se hubiese dado cuenta del destrozo que se había hecho en el culo. Seguro que todavía lo tenía dilatado o, al menos, supe rojo e inflamado, a juzgar por todos los pinchazos de dolor que le seguían dando, a pesar de haberse tomado ya un par de pastillas de ibuprofeno para el dolor y la inflamación. Si se daba cuenta, empezaría a preguntar cosas y, en esos momentos no lo apetecía tener ganas de dar explicaciones de nada. Solo quería descansar y procesar lo que estaba ocurriendo dentro de ella. Para ello tenía que conseguir que Miguel se corriera pronto, así que se puso a contarle, con su voz más sensual y de la forma más pervertida posible la fantasía que quería oír con sus labios pegados a la oreja de Miguel.

Laura: Pues, si tuviera que follarme a algunas de mis amigas sería a Natalia, con la que voy a las clases de yoga de vez en cuando. Después de todo me dijiste una vez que la viste en mallas y top que tiene un cuerpazo y las tetas grandes. ¿Te gustaría que Natalia y yo folláramos?

Miguel: uff, sí, me encantaría. Sería un espectáculo único.

Laura: No lo verías, te lo contaría después. Ya sabes lo tímida que es. La invitaría a venir a casa después de la clase de yoga. Le diría que se duchara para salir a tomar algo y con la excusa de que ya no nos quedaba mucho tiempo me desnudaría y me metería en la ducha con ella. Le diría que envidio el cuerpo que tiene, que tiene unas tetas espectaculares que, seguro que vuelven loco a cualquier hombre y, medio en broma, medio en serio, le agarraría las tetas y le pondría las manos en las mías para comparar. ¿te imaginas a las dos manoseándonos en la ducha?

Miguel. Sí, sí, las dos mojadas con ganas de experimentar.

Laura iba a acelerando el ritmo de la paja a medida que Miguel se iba calentando más y más.

Laura: Le diría a Natalia que deberíamos comprobar quién le puede dar más placer a una mujer, un hombre u otra mujer, y apretaría mi cuerpo sobre ella y la empezaría a besar suavemente. Metería mi lengua poco a poco en su boca y empezaría a jugar con su coño con mis dedos. Se resistiría un poco al principio, pero le metería los dedos en su coño y después me los chuparía mirándola a los ojos y diciéndole que no niegue lo que su coño húmedo le está diciendo. Le pondría su mano en mi coño para que hiciera lo mismo. Después me arrodillaría ante ella, le abriría las piernas y empezaría a lamerle su coño como nunca se lo han lamido en la vida .

Con esa imagen en su cabeza, la mano de Laura que ya estaba pajeando su polla a gran intensidad y el calor de sus labios en su oreja mientras contaba la historia, consiguió que no hiciera seguir con la historia. Miguel apretó la cabeza contra la almohada, avisó a Laura de que se iba a correr, Laura aceleró todavía más el movimiento de su mano y a los pocos segundos se corrió, pringando toda la mano de Laura. Con los ojos cerrados del placer que da una buena corrida, escuchó a María levantarse e ir al baño a lavarse la mano. Instantes después vino con una toalla húmeda, limpió los restos de semen de la polla de Miguel, y le dio un beso en los labios.

Laura: Parece que no te gustó la historia, no me dejaste terminarla. (dijo riéndose)

Miguel: Fue espectacular, no me importaría lo más mínimo que lo hicieras de verdad.

Laura: Ja, ja, ja. ¡Ya!, ni en tus sueños, bonito.

Miguel: Bueno, en mis sueños sí, esa historia ya no se me olvida. (le dijo sacándole la lengua).

Laura: Anda, pervertido, vamos a dormir.

Laura se acostó nuevamente en la cama, le dio las buenas noches a Miguel con un beso en los labios y apagó la luz.

Miguel no tardó en dormirse, feliz por haber recuperado lo que perdió ese mismo día por unas horas. No obstante, Laura no conseguía conciliar el sueño, estaba emocionada y excitada con lo de Carlos, pero a la vez se sentía culpable de no haberle contado a Miguel toda la verdad. Intentó pensar en una forma suave de decírselo, poco a poco. Quizá podría contarle algunas cosas, de las menos fuertes, para que él pensara que obedecer a Carlos era un juego más entre los dos, pero no sabía por dónde empezar. Después de más de una hora sin poder dormirse decidió tomarse una pastilla para dormir. A la media hora, ya había caído en un profundo sueño.

Se despertó a la mañana siguiente sobre las 10. La pastilla había hecho su efecto. Miró a su lado y vio que Miguel ya no estaba en la cama. Se había levantado temprano, sin hacer ruido y había cerrado la puerta para que la claridad del día no molestara a Laura. Era por cosas así que quería con locuta a Miguel. Siempre estaba pendiente de ella. De repente, se acordó de Carlos y un sentimiento de culpa la invadió y terminó por despertarla de todo. Hoy le diré algo a Miguel, lo que sea para involucrarlo en mi fantasía, se dijo a sí misma convencidísima, pero en realidad no tenía ni idea de qué decirle ni mucho menos cómo decírselo. Cogió el móvil de la mesita y lo desconectó del cargador. Vio que tenía 7 mensajes de Carlos. Todo su cuerpo se estremeció. Miró hacia la puerta para asegurarse que Miguel no estaba allí, con miedo irracional, como si Miguel pudiera leer la mente de Laura desde la puerta. No vio ni escuchó nada. Seguramente, estaría preparando clases en el estudio. Respiró profundamente para calmarse un poco y abrió los mensajes.

Carlos: Buenos días puta. Espero que hayas descansado bien. Me gusta tener a mi puta bien descansada para que haga todo lo que le pido con energía.

Carlos: Ya que, hasta mañana no nos vamos a ver, Aquí tienes lo que debes hacer hoy para que no te olvides de quién eres.

Carlos: Veo que no contestas a mis mensajes, así que habrá que añadir un castigo a esa lista para que aprendas a contestar a tu jefe cuando te manda mensajes. La dedicación y obediencia de una puta no es negociable.

Carlos: Primero, vas a comprar unas pinzas para los pezones y un vibrador portátil con control remoto. El vibrador lo llevas puesto a la oficina y me entregas el control remoto, tan pronto te llegue. Quiero que lo compres en línea y que el paquete llegue a tu casa. Tú te las arreglas para esconderlo de tu novio. Aquí te mando el enlace de los productos que tienes que comprar. No se te ocurra comprar otros.

Carlos: Segundo, me vas a mandar una foto de tus tetas donde esté escrito “puta de Carlos”. Ya pensaré más tarde en algo más permanente.

Carlos: Tercero, hoy no puedes tener ningún tipo de sexo con tu novio. Te quiero caliente en el trabajo mañana.

Carlos: Y ahora el castigo por seguir sin contestar a mis mensajes. Cuéntame sin ocultar nada toda la historia de la llave que llevas al cuello. Si ves que no puedes o no quieres hacer alguna de las cosas que te pido, olvídate de todo y el lunes volvemos a la rutina de siempre como si nada hubiese pasado.

Laura no sabía cómo reaccionar, se le mezclaban las palabras de todos los mensajes entre sí. Se dio cuenta que estaba empezando a sudar. Intentó tranquilizarse y respiró profundamente varias veces. Se puso a analizar los mensajes detenidamente. Lo de no contestar a los mensajes no tenía sentido, no podía pretender que estuviera pegada al móvil todo el día. Lo de las pinzas y el vibrador no tenía el menos riesgo. Siempre compraba cosas en Internet y Miguel nunca abría sus paquetes. Como siempre eran cosas de maquillaje o para la casa, así que, Miguel no les prestaba la más mínima atención a los paquetes. Pero ¿llevarlo puesto al trabajo y darle en control? ¿Sería capaz de usarlo en el trabajo? Eso ya era ir demasiado lejos. Le excitaba obedecerlo, pero no quería que afectase a muchos aspectos de su vida, especialmente el laboral. Lo de las tetas y no tener sexo con Miguel hoy le parecía gracioso, pero esa insinuación de algo más permanente la asustaba y sabía que no iba a permitirlo. De todas formas, aunque Carlos le hubiese pedido cosas factibles, lo del castigo era algo que sabía que no iba a hacer en absoluto. Lo de la llave era algo privado entre Miguel y ella, y bastante deshonesta se sentía ya como para encima traicionar su confianza aún más.

Después de analizar todo en su cabeza, se sentó en la cama y decidió escribirle una respuesta sincera.

Laura: Buenos días jefe. Lo siento mucho, ayer no podía dormir bien y me tomé una pastilla para dormir. Por eso no vi sus mensajes hasta que me desperté. Creí que lo de la sumisión se iba a limitar a algo privado y lo de llevar el tema al trabajo no me parece bien. Además, ya te dije que lo de la llave es privado, es algo que NUNCA voy a contar a nadie. Lamento decepcionarlo.

Envió el mensaje y se levantó con la esperanza de que Carlos lo entendiera y quisiera seguir jugando a escondidas. Hizo la cama y salió del cuarto. Fue al estudio y no vio a Miguel. Extrañada fue hasta el salón y la cocina donde tampoco lo encontró. Vio una nota pegada en la puerta “Cariño me voy a jugar al baloncesto al parque con Luis y algunos de sus amigos. No quería despertarte. Volveré a casa antes del almuerzo. No hagas comida, ya la llevo yo. ¡Te quiero mucho!” Se alegró al leer el mensaje. Luis era su mejor amigo y siempre se lo pasaba bien con él. Bueno, ya que no tenía que preparar comida y le quedaban un par de horas como mínimo para que Miguel regresara, decidió ir a darse un baño y cotillear con las amigas por el móvil. Nada más, entrar al baño escuchó el sonido de un mensaje de texto entrando a su móvil. Era Carlos. Le sorprendió ver que sus manos estaban temblando. Al parecer le afectaba más la respuesta de Carlos de lo que quería admitir. Abrió el grifo del agua y se fue al salón a abrir el mensaje.

Carlos: Hola Laura, no me tienes que dar explicaciones. Me alegro de que durmieras bien, aunque fuera con pastillas. Quizá no fui del todo claro. Cuando me refería a tener una puta que me obedeciera, no lo decía como algo esporádico, para cuando estamos calientes, como un juego de rol. Yo quiero una puta permanente, que desee serlo y que le excite que tenga el control de su vida, sin secretos entre nosotros. Es una pena porque pensaba que eras la mejor que podía tener y creía que a ti también te excitaba todo esto, pero me equivoqué y no pasa absolutamente nada. Ya te dije que voy a olvidarme de todo y que en el trabajo todo será igual que antes. No tienes nada que temer. Que pases un buen domingo Laura. Nos vemos mañana en el trabajo .

Al leer el mensaje, Laura se quedó paralizada. No sabía cómo reaccionar, se había acabado todo con Carlos y había sido culpa suya. Intentó convencerse a sí misma de que eso era lo mejor. Haberle hecho caso hubiera significado estar sometida en su trabajo y eso era algo que no iba a permitir de ningún modo. Para olvidarse del tema, llamó a su amiga Natalia. Se conocieron cuando estudiaban juntas empresariales en la universidad y se habían hecho inseparables. Después de estudiar la licenciatura, ambas se graduaron juntas con un Máster en Gestión y Negocios Internacionales. Laura entró pronto a trabajar en la multinacional inmobiliaria y Natalia decidió seguir un camino diferente y crear su propia empresa, una agencia de viajes que, al poco tiempo se hizo medianamente famosa en el país. Su especialidad era los viajes de lujo internacionales y aprovechaba sus contactos para viajar a menudo por el mundo. Eso sí, en cuanto tenían un poco de tiempo Laura y Natalia salían juntas, iban a clases de yoga y durante horas de interminables charlas se ponían al día de sus vidas. Se lo contaban prácticamente todo, ya que ninguna de ellas juzgaba a la otra por lo que hacían en sus vidas. Natalia daba la apariencia de ser una mujer tímida, por no hablar demasiado en presencia de personas que no conocía, y esa era la impresión que Miguel tenía de ella, pero Laura sabía que eso era totalmente falso. Natalia era muy habladora cuando tenía confianza con alguien y no había mes que no se acostara con dos o tres hombres. Le encantaba el sexo y Laura adoraba hablar y bromear sobre eso con ella.

Natalia: ¿Sí?

Laura: Hola Natalia, ¿cómo vas con todo?

Natalia: ¡Hola Lala! ¡Muy bien! Acabo de llegar de llegar de pasar unos días en Las islas Vírgenes británicas. Es espectacular, qué playas. Deberías ir a visitarlas.

Laura: Qué suerte tienes con tanto viaje, yo con el trabajo no doy abasto. Pero en cuanto me vaya a tomar las vacaciones ya sabes que estaré pidiendo presupuesto a mi agencia de viajes favorita.

Natalia: ¡Qué linda es mi Lala! Cuando quieras, ya sabes que tienes el descuento de empresa de por vida. ¿Qué tal Miguel? ¿Igual de interesante la vida con él?

Laura: Ja, ja, ja. Sí, cada vez más, lo amo con locura, es un sol. Siempre pendiente de mí, detallista y muy apasionado por la enseñanza.

Natalia: Claro, eso y que te deja follar con otros ¿no? Ja, ja, ja.

Laura: ¡Qué bruta eres! No todo en la vida es sexo.

Natalia: Sí claro, pero no te viene mal ¿verdad? Ja, ja, ja. La verdad es que te envidio mucho. Miguel es atractivo, inteligente y muy liberal. Es la persona perfecta que necesitabas para sacar la puta que llevas dentro. Eso no se encuentra todos los días.

Laura: ¿Puta? Mira quién fue a hablar. ¿Con cuantos te has acostado desde que no hablamos?

Natalia: ¿por teléfono o en persona? Ja, ja, ja. No es lo mismo, es una necesidad que tiene una y me lo paso bien. En este viaje me follé a un danés, que volaba en el mismo avión. Con lo fríos que parecen y lo buenos que son en la cama. Deberías probarlo, ja, ja, ja. No, en serio, no es lo mismo. Tener un hombre a tu lado que cubra tus necesidades intelectuales, de cariño y que encima te de libertad sexual para que nunca te aburras del sexo. Hija mía, si yo encuentro uno de esos, me caso fijo.

Laura: Tienes razón tengo mucha suerte, pero todavía no me ha pedido matrimonio, ja, ja, ja.

Natalia: Pero no me dijiste que habíais quedado en iros a vivir juntos un par de años a ver cómo iba la relación.

Laura: Sí claro, es broma. Pero ya te digo que yo no necesito más tiempo, sé que quiero estar con él toda la vida.

Natalia: No me extraña Lala. Oye, ¿qué tal el trío con Alejandro y su amigo? Todavía no me creo que Miguel te dejara hacer ese trío. En serio que te ganaste la lotería Lala.

Laura: Ja, ja, ja. Ya lo sé, ya lo sé. Pues muy bien, lo disfruté al máximo y a Miguel le encantó cuando se lo conté, pero Alejandro se tuvo que ir a vivir a la otra punta del país, así que tuvimos que buscar otras alternativas.

Natalia: ¿Te has follado a otros? Joder, Lala, no paras, ja, ja, ja.

Laura: Exagerada, solo con uno y una sola vez. Pero no te vas a creer con quién.

Natalia: ¿Un amigo de Miguel?

Laura: ¡Con mi jefe! Pero fue una vez y ya está.

Natalia: ¡Qué fuerte! Yo no sería capaz. ¿Y no te dio vergüenza trabajar con él después de todo eso?

Laura: No he ido a trabajar todavía eso pasó el viernes. El lunes lo veré en el trabajo, pero me ha prometido que nada cambiará.

Natalia: Se ve buen jefe, ja, ja, ja. ¿Y está bueno? ¿Folla bien? No me vayas a dejar ahora con la intriga.

Laura: ¡Ay, Nati! Folla de escándalo, le gusta dominar y me he sentido como nunca obedeciéndolo. No sé que me pasa con él, pero no paro de pensar ser suya, en que me haga lo que quiera. ¡hasta le he mandado fotos mías desnuda!

Natalia: ¿Qué? Pensé que eso solo lo hacías con Miguel. ¿Qué opina Miguel de que te hayas sentido así con él?

Laura: Bueno, ese es uno de los motivos por los que te llamaba. No se lo he dicho todo a Miguel. Solo que me lo follé y que me lo pasé bien. ¿Qué opinas?

Natalia: Pues Lala, yo no me preocuparía mucho, si ya no vas a volver a acostarte con él, tampoco vas a darle a Miguel todos los detalles de todo si crees que no le va a gustar oírlo. Pero, honestamente, si te tiene así de caliente, me extraña que digas que ya no lo vas a hacer más, sabiendo que tienes permiso de Miguel para hacerlo.

Laura: Esa, es otra. Yo por mí lo haría, pero es que mi jefe me pide unas cosas que ya se me hace imposible. Fíjate que quiere que lleve puesto un consolador con control remoto en el trabajo, ¡en el trabajo! Naty.

Natalia: ¡Qué fuerte! Pero, tú no dices que te encanta obedecerlo, pues ahí tienes, ja, ja, ja. Si es verdad que tu jefe es tan comprensivo, yo de ti lo probaría. ¿Qué pierdes? Si no te gusta, pues le dices que no ese mismo día y ya.

Laura; Estás loca. ¿Te imaginas que estoy hablando con uno de los empleados y le da por activarlo? ¡Me muero de la vergüenza! No podría seguir trabajando allí.

Natalia: Pero vamos a ver. ¿Tú crees que él quiere que dejes el trabajo? Porque si te quiere allí, no creo que haga algo en público que ponga en riesgo tu trabajo. Ahí es donde tienes que estar muy segura de que puedes confiar totalmente en él. Si no, pasa de él. Es morboso, pero no merece la pena arriesgar tu trabajo Lala.

Laura: No, si tienes razón y no creo que a Miguel le guste mucho la idea.

Laura se levantó del sofá y fue al cuarto de baño a cerrar el grifo de la bañera. Ya estaba llena de agua bien caliente, como le gustaba a ella. Cogió una pastilla de sales minerales aromática y la tiró al agua.

Natalia: Tú decides Lala, pero no creo que te tengas que preocupar por Miguel. A él le encanta que folles con otros y, como te he dicho antes, no creo que necesites contarle absolutamente todo lo que haces. Miguel es un encanto y adoro que seáis tan sinceros el uno con el otro, pero hay un límite, demasiada honestidad puede ser también tóxica. Es saludable tener una sus secretitos. Lo importante, que es acostarse con otros, no solo ya se lo dices si no que es él el que te incita a ello. No te comas tanto la cabeza con esas cosas. Búscate otros tipos y disfruta puta, ja, ja, ja.

Laura: ¡Serás cabrona! No sé para qué te cuento las cosas, ja, ja, ja.

Natalia: Pues porque soy tu mejor amiga y porque tengo una personalidad irresistible, ja, ja, ja. Me tengo que ir Lala, pero te dejo con una pregunta para que dejes la tontería, ¿le cuentas a Miguel las conversaciones que tenemos? Pues eso, la honestidad tiene sus límites.

Laura: Tú lo que quieres es que folle con muchos para que no seas tú la única puta. ¡ya te vale! Bueno, a ver si nos vemos pronto, llevamos un mes sin ir a yoga.

Natalia: El sábado por la mañana estoy libre por si quieres ir.

Laura. Perfecto, el sábado nos vemos Naty. Gracias por escucharme…puta.

Natalia: No hay de qué…compañera. Hasta el sábado.

Laura colgó la llamada y puso el teléfono al lado del lavabo. Se desnudó y se metió poco a poco en el agua caliente. Le encantaba sentir como su cuerpo se iba adaptando poco a poco al calor del agua. Se iba metiendo en el agua centímetro a centímetro mientras miraba como iba terminando el efecto efervescente de la pastilla de sales a medida que se disolvía en el agua. Una vez metida en el agua, intentó relajarse y no pensar en nada.

No habían pasado ni dos minutos cuando ya estaba pensando en Carlos y lo que le había dicho Natalia. ¿Confiaba en él? Habían pasado momentos muy intensos juntos, pero apenas lo conocía. Por otro lado, se exponía a que dijera algo si las cosas salían mal. Si dijera que me obligaba a llevar el consolador en el trabajo, probablemente lo despedirían. Él tenía más que perder que yo si lo nuestro se hacía público. Además, a Miguel le excitaría saber que me quiero volver a acostar con él, no tenía que saber los detalles como dice Naty. Lo más complicado es que le había pedido que le contara lo de la llave. ¿Qué haría con esa información? Si lo contaba y Miguel se enteraba iba a arder Troya. No quería arriesgar su relación con Miguel, aunque siempre podría decir que estaba borracha y se le escapó. Eso seguro que lo entendería y no pasaría de un pequeño enfado. Me pediría no volver a llevar la jaulita nunca más y ya.

Se dio cuenta de inmediato que lo único que estaba haciendo su cabeza era buscar excusas para poder volver con Carlos. Quería volver a experimentar esa sumisión, estar de rodillas frente a él, obedecerlo. Empezó a calentarse y decidió dar rienda suelta a su fantasía. Metió su mano en el agua y empezó a jugar con su coño. Se imagina a Carlos en la oficina, de noche, cuando ya se habían ido todos, ordenándole que se desnudara y se pusiera de rodillas delate de él. Que abriera la boca y pusiera sus brazos en la espalda. Que le follaba la boca salvajemente mientras la llamaba puta. Que la ponía agachada en su escritorio mientras la follaba con fuerza. A los pocos minutos supo que llegaba su orgasmo. Apretó las piernas y sintió una punzada de dolor en el culo al mismo tiempo que alcanzaba un gran orgasmo. Soltó un gemido que parecía más un grito y, gracias a la acústica del baño, se oyó como si hubiese gritado a todo pulmón. Se asustó un poco por si el ruido había sido demasiado alto, pero en seguida se tranquilizó sabiendo que estaba sola en la casa y que difícilmente algún vecino podría haberla escuchado desde el baño.

Deseo que Carlos me folle de nuevo, no hay duda, se dijo a sí misma. Tengo que ser honesta conmigo misma, es mi fantasía y tengo derecho a cumplirla. No quiero arrepentirme luego de no haberlo intentado. Como dice Naty no pasa nada por probarlo. Además, puede que después de acostarme con él de nuevo ya le pierda un poco el interés. No había nada que perder.

Cap tulo 14***

Miguel llegó a la casa sobre la 1:30 con bolsas de comida del restaurante favorito de Laura. Dejó las bolsas en la cocina y fue a darle un beso a Laura que se encontraba estirada en el sofá, con un pantalón corto y una camiseta sin sujetador debajo. Le encantaba estar cómoda en casa y era una forma más de separar el fin de semana del trabajo donde tenía que ir vestida más formalmente. Laura estaba mirando en Internet las cosas que Carlos le había dicho que comprara, así que en cuanto vio a Miguel dirigirse a ella, cerró el portátil con prisa y se levantó a besarlo para que no sospechara nada.

Miguel: Hola cariño, ¿A qué no sabes qué traje de comer?

Laura: Hola mi vida. Pues fingiría sorpresa, pero desde aquí huelo a marisco. (y le dio un beso sonriendo)

Miguel: ¡Exacto! Ja, ja, ja. De la marisquería Galeano, tu favorito. Quería compensarte por no haber estado aquí en toda la mañana.

Laura: Si es así cómo me compensas, habrá que animarte a salir todos los fines de semana. (le dijo con cara traviesa).

Miguel: No te acostumbres que si no deja de ser especial. El marisco hay que comerlo de forma moderada, porque es afrodisíaco y luego puede causar subidas de temperatura peligrosas (le dijo agarrándole el culo de manera firme mientras le daba un largo beso).

Laura: Sí, sí, pero el olor a sudor cancela el afrodisíaco. Anda, dúchate que estás empapado, apestas a sudor.

Miguel: Vale, vale, ya me ducho. Pues tú hueles muy bien. ¿Te diste un baño con las sales japonesas que compraste?

Laura: Sí, hoy tocaba relajación completa. Por cierto, ¿Qué tal con Luis y sus amigos?

Miguel: Muy bien, nos pusimos al día y, como ves, jugamos bastante al baloncesto. Acabé reventado, se nota que ya no tengo 20 años, ja, ja, ja. Por cierto, parece que lo de Luis con Elena va en serio. ¿Te acuerdas de Elena? Es la chica que nos presentó hace unos meses cuando nos encontramos en el cine.

Laura: Sí, era una chica muy atractiva. Se notaba que estaba embobado con ella.

Miguel: Sí, llevan ya casi un año. Es la relación más larga que le conozco y, por lo que me dijo hoy, parece que la cosa va en serio. Me alegro mucho por él, siempre estuvo buscando su media naranja y parecer que la encontró. Se le veía feliz. ¿Y tú que has hecho toda la mañana? ¿Te levantaste tarde?

Laura: Sí, me levanté tarde, pero super descansada. Me di un baño, como ya sabes y hablé muchísimo con Natalia por teléfono. Acaba de regresar de las Islas Vírgenes, ¡Qué envidia! Todo el año viajando.

Miguel: la verdad es que sí, da mucha envidia. Pero bueno, nosotros también viajamos cada verano y en Navidad, no nos podemos quejar. Me voy ya a duchar que se enfría la comida. No tardo mucho, ¿puedes poner la mesa mientras me ducho?

Laura: Claro que sí apestoso. (y le dio un beso).

Se fue al dormitorio a sacar una muda de ropa limpia y se encerró en el baño. Laura se apresuró en poner la mesa y, tan pronto escuchó el sonido del agua de la ducha, se sentó en el sofá y cogió su portátil. Tenía abiertas las pestañas con las cosas que le había ordenado Carlos, el vibrador que se adaptaba a las bragas para poder llevarlo puesto y unas pinzas metálicas con una goma dura negra en los extremos para apretar bien los pezones, unidas por una cadena metálica. No es que le sorprendiera ver esas cosas, eran bastante comunes, pero Laura nunca se imaginó que acabaría usándolas ella. Puso las dos cosas en la cesta y procedió a pagarlas. Se levantó del sofá y fue a por su bolso donde guardaba su tarjeta de crédito. Oyó el agua de la ducha parar y corrió hacia el portátil. Introdujo todos los datos y realizó el pago. Tan pronto como recibió la confirmación se fue hacia la cocina en el preciso instante en que Miguel salía del baño.

Miguel: Vamos a comer que tengo un hambre que no se la salta un caballo.

Laura: Pues siéntate a la mesa comilón. ¿Qué quieres beber?

Miguel: Pues, con esta mariscada, un vinito blanco le vendría muy bien.

Laura: Perfecto, te abro el José Pariente que compraste la semana pasada.

Se sentaron a la mesa y conversaron sobre lo deliciosa que estaba la comida, la semana que les esperaba en el trabajo y que deberían organizar una salida para el siguiente fin de semana. Una vez terminaron de comer, recogieron la mesa y Miguel empezó a toquetear a Laura. Le metía la mano por debajo de la camiseta para agarrar sus tetas y rozar sus pezones. Laura se estaba empezando a calentar, pero recordó la orden de Carlos, así que apartó suavemente a Miguel.

Laura; Lo siento mi vida, tengo muchas cosas que preparar para el trabajo mañana. Te juro que te compenso durante la semana (le dijo mientras lo besaba). Además, tú todavía no has terminado de corregir.

Miguel: Pero ¿no decías anoche que querías estar caliente para hoy?

Laura: Sí, pero no puedo ir al trabajo sin preparar todo.

Miguel: Habiéndote follado al jefe este fin de semana, no creo que sea muy estricto contigo mañana (le dijo sarcásticamente)

Laura: ¡Qué bruto que eres! (le dijo riendo). Lo que tengo que preparar es para los clientes no para Carlos.

Miguel: Bueno, pero que quede claro que me tienes que compensar. Ya pensaré yo la mejor forma de hacerlo. De momento, me voy a dormir la siesta que estoy bastante cansado y como tú dices me queda todavía por corregir.

Le dio un beso a Laura y se fue al dormitorio a dormir la siesta. Laura se quedó en el salón pensativa. Estaba obedeciendo a Carlos y se sintió orgullosa. Le daba miedo pensar que Carlos no fuera a aceptarla por obedecerlo tarde así que decidió continuar con lo que tenía que hacer.

Fue al estudio a buscar un rotulador. Se quedó pensando por un momento en el color que debía usar. Después de unos segundos, decidió que el rojo era más de puta. Se metió en el cuarto de baño y cerró la puerta. Se quitó la camiseta y miró sus tetas en el espejo. Destapó el rotulador y empezó a escribir el mensaje que Carlos le había dicho como pudo, mirando al espejo de vez en cuando para ver cómo iba quedando y asegurándose que se extendía por todas sus tetas. Cuando terminó miró fijamente su imagen en el espejo. Se podía leer claramente “puta de Carlos”, escrito en un rojo brillante. Cogió el móvil y sacó la foto con la imagen en el espejo y su mejor sonrisa. Espero que le guste a Carlos, se dijo a si misma. Se sintió nuevamente suya, y eso la excitaba. Ya había aceptado, que los mejores orgasmos los tenía cuando pensaba en estar sometida por Carlos. Era su fantasía e iba a cumplirla con todas las consecuencias. Se sintió nuevamente mojada, y quería volver a masturbarse, pero pensó en el mensaje de Carlos; “Te quiero caliente en el trabajo mañana”. Si le decía a Carlos que no solo no había tenido sexo con Miguel, sino que tampoco se había tocado para estar más caliente para él, tendría más posibilidades de que la aceptara de nuevo. Decidió no tocarse y pensar en otras cosas. Se puso la camiseta y se fue al comedor, y se puso a trabajar en su portátil. No es que de verdad tuviera mucho trabajo pendiente, lo que le había dicho a miguel no era más que una burda mentira para mantenerlo a raya ese día, pero si adelantaba algo de trabajo, tendría menos durante la semana. A los pocos minutos de estar sentada, se dio cuenta de que no había borrado el mensaje de sus tetas. ¡Mierda!, se levantó y se fue corriendo al cuarto de baño. Menos mal que se había dado cuenta antes de que Miguel se levantara. Puso un poco de alcohol en una toallita y se lo quitó lo mejor que pudo. Se puso un sujetador para no calentar a Miguel y regresó a la mesa a trabajar.

Miguel se levantó de la siesta poco después y se puso a corregir la tarea que le quedaba y a preparar las clases para la semana que empezaba al día siguiente. De vez en cuando se tomaba un descanso e iba al comedor donde se encontraba Laura trabajando para meterle mano e intentar tener sexo con ella. Pero todo fue inútil, ella lo rechazaba una y otra vez con la excusa del trabajo, eso sí con una sonrisa y de manera delicada. Miguel no entendía tanto interés por trabajar un domingo por la tarde cuando ella siempre había dicho que los domingos eran para descansar, pero era consciente que con su nuevo trabajo de directora regional había tenido más trabajo del habitual.

Llegó la hora de cenar y se prepararon de comer algo ligerito, una ensalada de tomate, lechuga, cebolla, aceitunas y huevo duro, después de la gran mariscada que se pegaron en el almuerzo.

Miguel: ¿Qué tal vas con el trabajo?

Laura: Bien, ya lo tengo terminado todo para mañana. ¿Cómo vas tú con las clases?

Miguel: Bien, todo corregido y las clases casi preparadas. Creo que ya es suficiente por hoy. Mañana iré temprano a la facultad y allí termino de preparar las clases.

Laura: Me parece estupendo, así nos acostamos temprano que estoy cansadísima y con dolor de cabeza de tanto trabajar.

Aunque Miguel todavía albergaba algo de esperanza de tener sexo ese día, el comentario de Laura terminó por quitársela. De todas formas, él también estaba cansado y si se iba a levantar temprano, era mejor hacer lo que decía Laura y acostarse temprano. Terminaron de cenar, recogieron todo y se pusieron a ver un el último episodio de “Drácula”, una serie de la que los dos estaban enganchados. Al terminar se fueron a la cama y Miguel se quedó profundamente dormido a los pocos segundos. No pasó lo mismo con Laura, que estaba especialmente nerviosa. No sabía cómo contarle a Carlos el jueguecito que se llevaba con Miguel con respecto a la jaulita. Intentó escribirlo de forma graciosa como si fuera una pequeña broma entre Miguel y ella, quitándole toda importancia al asunto. Adjuntó la foto de sus tetas y la foto del recibo de lo que había comprado en Internet. Se tomó una pastilla para dormir e intentó conciliar el sueño. Tardó casi una hora en dormirse, pero cuando lo hizo, lo hizo profundamente.

El despertador de Laura sonó a las 6 de la mañana. Lo apagó, se levantó aún somnolienta y se fue al cuarto de baño. Se quitó la ropa y se duchó con agua templada, un poco más fría de lo habitual para poder despertarse del todo. Tomarse una pastilla para dormir no era lo mejor si te tenías que levantar temprano para ir a trabajar al día siguiente. No obstante, sabía que, si no se la hubiese tomado, no hubiese dormido en toda la noche. El agua fresquita hizo su trabajo y al terminar de ducharse se sintió más despierta. Salió de la ducha y miró el móvil varias veces mientras se vestía y maquillaba, pero no había ninguna respuesta de Carlos. Se puso un poco nerviosa, al darse cuenta, ya despierta, de que en una hora estaría en el trabajo con Carlos después de todo lo que había pasado el fin de semana. Se sentía avergonzada por haberle mandado aquellos mensajes la noche anterior, como si le hubiese suplicado a Carlos que la aceptara como su puta y él no le había siquiera contestado con un no. De hecho, se había levantado tan temprano por si Carlos quería hablar con ella en la oficina antes de que llegaran los demás empleados. Era estúpido dejarse afectar tanto por el rechazo de Carlos. Intentó tranquilizarse y pensar en que todo iba a ir bien, un día normal de trabajo como le prometió Carlos y a seguir con su rutina diaria.

Salió del baño y terminó de vestirse en el dormitorio con la luz del armario encendida. Vio colgada la ropa reveladora que había estado llevando las últimamente para calentar a Carlos. Le entró un ataque de orgullo y decidió ponerse un vestido negro ajustado que parecía una falda corta pegada a una blusa de encaje que parecía transparente debido a la tela color carne que llevaba debajo del encaje. El sujetador junto a ese traje le hacían resaltar las tetas en su gran escote. ¡Que se dé cuenta de lo que se pierde Carlos! ¡Podría tener a cualquiera! Se dijo a sí misma, en un pensamiento más propio de una mujer rechazada y desesperada que de una con novio y alta autoestima. Se fue hacia donde estaba Miguel y lo despertó con suavidad sin encender la luz del cuarto.

Laura: Mi vida, son ya las 6:30. Me dijiste que querías ir temprano a la facultad para terminar de preparar las clases.

Miguel abrió los ojos, somnoliento, pero con la sonrisa de alguien que ha descansado estupendamente toda la noche.

Miguel: Gracias cariño, me levanto en seguida. Mucha suerte en el trabajo.

Le dio un beso y empezó a desperezarse. Laura salió a prisa del cuarto antes de que Miguel encendiera la luz. No quería que Miguel la viera con aquel vestido y le preguntara que por qué iba así vestida, que si iba a volver a coquetear con su jefe. No le apetecía, en absoluto, tener que contestar a esas preguntas. Se puso los zapatos, cogió su bolso del ancho de la puerta y se metió rápidamente en el coche. Por su parte, Miguel encendió la luz de su mesita, cogió una muda de ropa del cajón y se dio una ducha rápida. Al salir de la ducha y verse desnudo en el espejo, se acordó de la jaulita. Laura no se la había puesto en el baño y dudó de si debía o no ponérsela. Recordó las palabras de Laura donde decía que le gustaba que la llevara puesta y no pensaba darle motivos para que no siguiera cumpliendo sus fantasías. Además, la jaulita se encontraba en el armario del estudio, así que Laura probablemente no sabía donde estaba. Fue desnudo al estudio, sacó la jaulita de su caja y se la puso en su polla. ¡De vuelta a la normalidad! Se dijo a sí mismo con una sonrisa. Ahora solo le quedaba un detalle bastante importante, ¿qué hacer con la segunda llave? Sabía que Laura ya no iba a creerse que iba en serio con lo de la jaulita a menos que ella tuviera también en su posesión la segunda llave. Se vistió rápidamente y dejó la llave de la jaulita en la mesa del comedor. Le sacó una foto y pensó en enviarle un mensaje a Laura más tarde diciéndole que había dejado la llave en el comedor para que ella la guardara. Cogió un par de croissants de desayuno y se fue directo a la facultad.

Llegué a la facultad sobre las 7 de la mañana y me sorprendió no ver a nadie por las oficinas de los profesores. Era temprano, y los lunes la inmensa mayoría de profesores no llegaban a la facultad hasta 5-10 minutos antes de que empezaran sus clases, pero desde que la universidad decidió hacer un horario partido y no empezar la primera clase hasta las 9, aquel pasillo parecía un lugar desierto. Abrí la puerta de la oficina, puse mis cosas en el escritorio y me fue a la cocina de los profesores a calentar una taza de agua en el microondas para un té caliente. Al regresar a mi oficina, me encontré a Carolina sentada frente a mi escritorio. Me sorprendió un poco verla, era muy temprano y no tenía nada pendiente que entregar que yo recordara. Además, la hora de consulta en la oficina no empezaba hasta las 8.

Miguel: Buenos días, Carolina. ¿Qué haces tan temprano aquí?

Carolina: Hola profe. Ya sabe que mi padre es también profesor y como tenía que salir a tomar no sé qué muestras al campo, me trajo a la facultad, cogió sus cosas y se fue, dejándome aquí solita.

Como no iba a acordarme de su padre, después de la vergüenza que pasé en el baño de profesores.

Miguel: Vaya, lo lamento. Es muy temprano, pero podrías aprovechar para hacer tarea o estudiar algo.

Carolina: La verdad es que tenía ilusión por verlo profe. Me preocupó que la semana pasada se sintiera mal en clase. ¿Todo bien?

Miguel: Sí, sí todo bien. Algo que me sentaría mal. Te agradezco la preocupación Carolina.

Carolina: Puede llamarme Caro, nadie me llama Carolina, ni siquiera mis padres.

Miguel: Ah perdona, es que mi novia tiene una compañera de trabajo que se llama igual que tú y el nombre se me hacer familiar, pero te llamo Caro a partir de ahora si lo prefieres.

Carolina: Sí, Caro está mucho mejor. Y hablando de su novia. ¿Lo controla mucho?

Me quedé a cuadros con la pregunta. ¿A qué diablos venía eso? No quería hablar de mi vida privada con los estudiantes, así que nerviosamente intenté sin éxito terminar la conversación.

Miguel: Mira Caro, no sé si te he entendido bien, pero no me parece una pregunta apropiada. Tengo mucho trabajo por hacer, pero nos vemos en clase luego ¿vale?

Carolina: Disculpe profe, se lo pregunto porque nunca conocí a nadie que tuviera un aparato de castidad de esos puesto. Me parece gracioso.

Mi cara era probablemente un poema. Pero ¿cómo cojones lo sabía? Intenté pensar en todo rápidamente para poder dar una respuesta que me sacara del atolladero en el que me estaba metiendo sin buscarlo.

Miguel: No sé de qué estás hablando Carolina, por favor, sal de la oficina que tengo mucho trabajo.

Carolina: No se enfade profe. Es que este fin de semana escuché accidentalmente a mi padre contarle a mi madre que vio en el baño de profesores que usted llevaba uno de esos puesto y que le parecía una vergüenza y un escándalo. Ya sabe como son las personas en esta zona, incluidos mis padres. ¿Puedo verlo? Tengo curiosidad.

¡Me había visto su padre! ¡Lo sabía! Y encima se lo había contado a su esposa y de rebote a su hija. Tenía que acabar con aquello al instante. Pensé en atacar como mejor medida de defensa.

Miguel: Carolina, no sé qué cuentos te traes o qué dijo tu padre, pero me estás faltando al respeto y si no sales de mi oficina ahora mismo, te denunciaré a la administración por difamación para que te expulsen.

Carolina: ¡Uy profe! Se le ve muy lindo cuando se enfada. A ver, si quiere que me vaya de su oficina, me voy, pero directamente a la administración y después a la policía para denunciarlo por acoso. Les diré que me vio en el pasillo y me invitó a su oficina a mostrarme su polla y tocarme. Así que, usted decide, ¿o me enseña su polla en el aparato de castidad o le digo a la administración y la policía que me la mostró y abusó de mí?

Me quedé totalmente desarmado, no sabía qué hacer. Probablemente, podría haber encendido mi móvil para grabar la conversación y salir indemne de la situación o llamar allí mismo a la seguridad del campus, lo que probablemente me haría menos sospechoso, pero el shock del momento y la ansiedad no me hacía pensar con claridad. Intenté ser más conciliador y suplicar.

Miguel: Carolina, esto es serio, hay muchas personas abusadas sexualmente como para que tú juegues con eso.

Carolina: Mira profe, yo siempre me salgo con la mía de una forma u otra y me apasiona todo lo relacionado con la dominación, así que le recomiendo que haga lo que le digo.

Totalmente rendido ante aquello que claramente me superaba, y sin saber qué otra cosa podría hacer accedí a su petición.

Miguel: Carolina por favor, te lo suplico. Yo te lo enseño y tú te vas y nos olvidamos del tema.

Carolina: Ya le he dicho que me llame Caro. No me gusta Carolina. Y ya veré qué hago. De momento, ¡bájese los pantalones!

Se levantó de la silla, cerró la puerta de la oficina y se quedó allí, de pie, esperando a que me moviera. Ahora sí que no tenía salida, nadie iba a creerme, con la puerta de la oficina cerrada. Me levanté extremadamente nervioso y sin posibilidad alguna de escape me bajé los pantalones y los calzoncillos, dejando claramente a la vista la reluciente jaulita, mientras yo bajaba la cabeza en señal de rendición y con la cara roja como un tomate de la mayor vergüenza por la que estaba pasando en mi vida.

Carolina: Vaya, vaya. Creo que usted y yo lo vamos a pasar muy bien profe.

Se me cayó el mundo encima, no sabía qué hacer, cómo reaccionar, y no me esperaba de ninguna de las maneras todo lo que conllevaba esa bajada de pantalones y la actitud de Carolina. Eso sí, dentro de mi propio infierno, no tenía ni idea del día tan importante que estaba teniendo Laura a unos pocos kilómetros de mi oficina.