Mis compañeros de residencia (3)

La Navidad de los tres compañeros de residencia. Nada vuelve a ser como antes.

La puerta se abrió y la cara pecosa de inglés típico de Will apareció en el hueco recién abierto. Mateo levanto la vista y sonrió al verle. Era la primera sonrisa que se le veía en demasiado tiempo. Casi de inmediato se levantó y se dirigió hacia la puerta para invitar a nuestro amigo a entrar.

¿Qué tal, Will? ¡Qué sorpresa! Me alegra que hayas venido

Hola –Will sonrió tímidamente-. ¿Qué tal estás?

Mateo respondió con un soplido de resignación y una mirada triste.

Pues aquí estoy, esperando

¿Qué tal está? –Will me señalo a mí. Ambos se acercaron a mi cama y me observaron unos segundos-. Me hubiese gustado venir antes al hospital, pero

Tranquilo, lo entiendo, no te preocupes. Lo importante es que hayas venido –Mateo le dio una palmada en el hombro a Will, y éste respondió con un abrazo que reconforto mucho a Mateo-.

Mateo llevaba días sin prácticamente salir del hospital. Yo lo sentía ahí, junto a mi, y se me rompía el corazón al verle tan triste, pero no conseguía despertarme. Los médicos le habían dicho a Mateo que yo podía salir del coma en cualquier momento, al día siguiente, al año siguiente o puede que nunca. Pero mis esfuerzos eran vanos.

Mateo también se esforzaba mucho. Me hablaba como si yo pudiese contestarle, me seguía leyendo el libro de ciencia ficción que yo estaba leyendo cuando caí en coma y que él tanto detestaba. Y a veces, cuando nadie miraba, se tumbaba en mi cama para acariciarme el pelo. Y lloraba a mi oído, pidiéndome que volviese. En esa ocasión las lágrimas también aparecieron en sus ojos, y Will lo notó.

Vamos a sentarnos –invito Will. Mateo asintió y cada uno se sentó en uno de los sofás al pié de mi cama-.

¿Te apetece beber algo? –invito mi…novio. Se le hace tan raro llamarlo así…-.

No, tranquilo, luego puedo que si.

Puede –corrigió, como siempre, Mateo, y ambos rieron contentos de estar juntos de nuevo. Hubo un pequeño silencio cómplice-. Se me hace todo muy raro… han cambiado tanto las cosas desde la última vez que nos vimos

¡Desde luego! En menos de dos meses, nada está como cuando me fui.

Tienes suerte de haber tenido unas vacaciones tan largas. ¡Qué tal en casa de tus padres?

Oh! Nice! Como siempre…Toda las Navidad es siempre lo mismo

Las navidades

Eso, jeje. Pero creo que es más importante lo que ha pasado aquí –dijo con un tono serio. Mateo asintió con la cabeza-. ¿Como fueron vuestras vacaciones antes de…?

Mateo dudo un momento.

Es difícil calificar nuestras vacaciones… han sido muy… –sonrió -nos ha pasado de todo.

Me reí mucho cuando Guille me dijo que eras tú el del diario. Habíamos pasado la tarde imaginando quien seria la otra persona. Y nunca se me había ocurrido que fueses tú, aunque supe que te gustaba.

¿Lo sabias? ¿Tanto se me notaba?

Te ponías muy gracioso cuando estabas celoso de que Guille me mire.

¿También te habías dado cuenta de que Guille te miraba…?

No sois muy discretos, la verdad. Pero me alegro de que estáis juntos… Pese a la situación, claro… -se hizo un silencio mientras miraban hacia mi cama-. ¿Qué hicisteis después de que yo me fuera?

Guille me invito a casa de sus padres –suspiro-. Pero fue un fracaso total.

¿Por?

Mateo tomo aire antes de empezar, pensativo.

Te cuento: Fuimos en autobús y llegamos poco después de la hora de comer. Ambos estábamos muy contentos de estar juntos. Yo me sentía como si hubiésemos estado saliendo juntos desde siempre. Casi ni hablábamos, nos pasamos el viaje abrazados mirando por la ventanilla y riendo por tonterías. Al llegar Guille dijo que esa noche les diría a sus padres que yo no iba solo como un amigo, y por lo tanto que él era bi. A mi me parecía un poco precipitado porque apenas llevábamos un día juntos. Pero creo que ambos nos sentíamos tan cercanos el uno del otro que él no quería tener que esconderse para estar conmigo.

Lo entiendo.

Si… así que llegamos a casa de sus padres a media tarde. Su madre es una mujer muy… sociable. No calla ni debajo del agua, jeje. La mayoría del tiempo da la sensación de que habla sola, pero fue muy amable. Nosotros deshicimos la maleta y luego llegaron el padre y la hermana de Guille. La hermana está para que la encierren. Y el padre… a mi me cayó muy mal desde el principio.

¡Pues vaya familia!

No, en realidad la madre y Sara, la hermana, son majas. Pero el padre es un estirado. En un momento me dijo que lo de estudiar matemáticas en la universidad era no servia para nada y le hizo la moral a Guille porque no había avisado con suficiente antelación de que yo iba a ir.

Hombre, no se lo dijisteis con mucho tiempo.

El problema era sobre todo la forma arrogante de decirlo. De todas formas Guille tampoco lo soporta y siempre están picándose el uno al otro.

Pues vaya plan

No, no, al principio no pasó nada malo. Pero en la cena Guille sacó el tema de ser bi y ahí se acabó todo. Su padre ni se molesto en contestar. Se quedo callado el resto de la cena. Hasta su madre se calló. Cuando Sara intento levantarse, harta de tanta tensión, su padre le gritó y ahí nos quedamos los 5 mirándonos sin decir nada.

¡Qué incomodo!

Y que lo digas. Al cabo de un rato su madre me pregunto si yo salía con Guille. Y cuando dije que si su padre se levanto y se fue sin decir nada.

¡Que tensión!

¡Ni siquiera discutieron! Fue horrible. Guille no pudo más y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Estuvimos hablando dos horas en un bar, hablando de si tenia que haberlo dicho o no, y de la reacción de sus padres. Estaba muy nervioso.

Mateo hizo una pausa en su relato, como si se hubiese olvidado de que estaba hablando.

Luego volvimos a su casa. Dormimos juntos. Se abrazo a mi y me dijo que se alegraba de que yo estuviera ahí con él.

¿Os acostasteis?

¡Oye! ¡Pervertido! –dijo Mateo riendo-. No, esa noche, no.

La anterior ¿si? –una sonrisa picara crecía en la cara de Will-.

La anterior… si –ambos rieron-.

¿Y luego?

Al día siguiente por la mañana no había nadie en casa salvo nosotros dos. Y a la hora de la comida su padre nos hablo por primera vez para decirnos que no iba a tolerar que durmiésemos juntos en su casa. Guille le contesto que eso era absurdo, que era como un avestruz que esconde la cabeza para no ver la realidad. Su padre casi le abofetea, pero en lugar de eso volvió a irse sin decir nada, como el día anterior.

A las 4 Guille le pidió el coche a su madre, y ésta se lo dejo. Bajo al sótano –viven en una casa bastante grande- y al volver traía unas bolsas. Las metió en el coche, le dijo a su madre que volveríamos tarde esa noche y me dijo que fuese al coche. En todo el viaje no hablamos de lo ocurrido. Hablábamos de todo y de nada, como siempre, pero sin tratar el tema de su familia. Tampoco quería decirme adonde íbamos.

Hacia las 5 ya era de noche. Hacia una noche preciosa y fría, la luna estaba llena y no había una sola nube. Las carreteras que cogiamos eran cada vez mas pequeñas, estábamos en plena montaña. Todo estaba tan desierto que casi daba miedo. Yo bromeaba diciendo que me estaba llevando a casa de algún asesino descuartizador y él afirmaba que así era. Sobre las 6 llegamos por fin a una especie de explanada al pie de una colina. Nos bajamos del coche y nos abrigamos bien. Sacó las bolsas que había visto antes, y me hizo probarme unas raquetas de nieve. Nunca me había puesto unas, y nos reímos bastante. Al principio me costaba andar con ellas, pero me acostumbré rápido.

El camino era precioso. Era un sendero bastante ancho que atravesaba un bosque. Todo estaba lleno de nieve, y la luna llena se reflejaba en la nieve y le daba a todo un aspecto mágico. Aunque no lo parezca la luna ilumina mucho y con el reflejo en la nieve se veía casi como de día.

Al cabo de un rato llegamos a una zona sin árboles. Se notaba que estábamos muy arriba de las montañas, pero todo era bastante plano. Era una especie de desierto blanco iluminado por la luna, yo no dejaba de decirle a Guille lo maravilloso que era aquello. Unos minutos mas tarde llegamos al borde de un acantilado.

Me quedé sin habla. Es lo mas bonito que haya visto en mi vida. Abajo se veía el valle cubierto de nieve e iluminado por la luna, a los lados teníamos tres picos gigantescos que casi parecía fuesen a caérsenos encima, y la luna volaba enorme y majestuosa entre las cimas de las montañas.

  • Parece un lugar precioso -interrumpió Will-.

Mateo parecía estar en otro mundo mientras hablaba.

  • Lo es –afirmo-.

Nos sentamos al borde del acantilado para ver el paisaje.

  • Muchas gracias –le dije dándole un beso-. Es lo mas bonito que he visto en mi vida.

  • A mi también me encanta –me dijo Guille-. Una vez vine con unos amigos y siempre me he quedado con ganas de volver. Me alegro de que estés aquí.

Nos besamos. Guille me besaba muy lentamente, como si quisiera que el tiempo pasase a cámara lenta. Era como si hubiésemos estado juntos desde siempre, aunque yo apenas me había declarado 48 horas antes. Creo que ha sido uno de los momentos más bonitos de mi vida. A mis oídos solo llegaban los sonidos de su respiración, calida y entrecortada, nerviosa y feliz.

Yo acerqué mi mano a su entrepierna sin darme cuenta y noté que su bulto estaba preparado para la guerra. Aproveché para acariciarle sobre el pantalón. El parecía ignorar mis movimientos, pero al cabo de un momento le bajé la cremallera y metí mi mano en su pantalón sin dejar de besarle.

Si la sacas se me va a congelar –rió-.

Tranquilo, yo me ocupo de que eso no suceda –repliqué. Nos tumbamos en la nieve casi de forma inconsciente; abrí el bóxer al máximo y saqué su polla, mojada, que brilló bajo la luz de la luna.

Era la primera vez que le chupaba a alguien la polla. Estaba muy muy caliente, palpitante, jugosa. Estaba como salada y a mi me encantó. Guille la tiene no muy larga pero si muy ancha, así que me costo acostumbrarme a chupársela. Al principio dio un par de saltitos, debí de hacerle daño con los dientes; pero enseguida cogimos ritmo y postura. El emitía una especie de gemido ronco, que se mezclaba con el ruido entrecortado de la nieve bajo nosotros y de mis chupadas. Al cabo de un rato me había acostumbrado a su verga en mi boca y pude concentrarme en meterle las manos bajo la camiseta. Mis manos debían de estar frías, sentí que tenía escalofríos. Empecé a rozarlo en el costado y el vientre con las yemas de los dedos, y notaba su piel tensándose bajo mis manos. No pasó mucho tiempo antes de que Guille se enderezara e intentara alejarme. Se puso tenso y de su pene empezó a brotar gran cantidad de leche caliente. Intenté tragármelo, pero no pude con todo. El cayó rendido en la nieve y yo seguí chupando mi golosina hasta que decidí volver a ponerla en su lugar.

Mateo pareció salir de un trance de repente, y se sobresaltó.

  • ¡Uy! ¡Lo siento! –dijo poniéndose rojo como un tomate-. No te importa si te cuento esto, ¿verdad?

Si a ti no te importa que yo me empalme, cuéntame lo que quieres –sonrió Will-.

Quieras.

Estuvieron callados unos segundos. Mateo estaba rojo y confundido y Will esperaba a que Mateo siguiese hablando.

Me tumbé a su altura –Mateo volvía a sus recuerdos-.

Sus ojos brillaban, casi como si estuviera borracho. Me acaricio el pelo y me besó bajo la oreja, como solía hacer. Volví a oír de cerca su respiración agitada.

  • Para ser tu primera mamada ha sido estupenda –me dijo-.

¿Y como sabes tu si es mi primera mamada? –él se me quedó mirando, divertido-. Vale, lo reconozco, era la primera.

Me beso. Nos sentamos y nos quedamos un rato mirando en silencio alrededor. Al cabo de un rato interrumpí el silencio.

Creo que no deberíamos quedarnos en casa de tus padres. Para ellos es muy incomodo… y para nosotros, más. Dales tiempo para que lo asimilen.

No lo harán. Mi madre me habla como a un desconocido. Y mi padre ni me habla… No esperaba que se lo tomaran así.

Shhh… calla, no te preocupes. Seguro que acabaran entendiéndolo. Pero dales tiempo.

Puede que tengas razón –dijo con una sonrisa blanca en la boca.

Y si nos fuésemos a casa de mis tíos? Creo que ellos lo entenderían. De hecho, creo que sabían que me gustaban los tíos antes que yo.

El tomo aire, pensativo.

Ya veremos.

Nos quedamos un rato más sentados, hasta que empezamos a tener un poco de frío. Entonces volvimos por donde habíamos venido, hasta el coche. En el coche empezamos a hablar de música y a cantar y se me paso el tiempo volando. Muy rápido estábamos en la ciudad. No era tan tarde como pensábamos y pillamos a la familia de Guille comiendo. Su padre casi no nos dejo ni quitarnos la chaqueta. Nos hablo desde la cocina.

Mañana llega la abuela. No quiero que sepa nada de… todo esto.

Guille balbuceó algo incomprensible antes de responder. Estaba de pié con la chaqueta en la mano, sin dar crédito a sus oídos.

¿Quieres esconderme?

No se trata de eso, pero sabes muy bien que ella no lo entendería.

¿Que no lo entendería? –casi le faltaba el aire-. ¡El que no lo entiende eres tú!

Mira, Guille, no me toques las narices. No te puedes presentar aquí con… este chico sin avisar e imponer lo que tu quieras.

Por favor, papá, ambos sabemos que si fuese una chica no harías tanto ruido.

Su padre suspiro, como buscando paciencia donde no la había.

Da igual. Con que la abuela y nuestros amigos no estén al corriente, me conformo.

¡¿Qué te qué?! ¿Pero tú te crees que eso es forma de hablarle a alguien? –nunca he oído gritar así a Guille. Estaba rojo, tirando a morado. Daba miedo. Sin dar tiempo a que nadie respondiera, me tiro del brazo y subimos a su habitación. empezó a guardar las cosas en su maleta, y me dijo que yo hiciera lo mismo.

¿Crees que podemos ir a casa de tus tíos? –me pregunto-.

Por supuesto.

Entonces, vamos.

Pero es de noche, ¿Cómo vamos a ir?

Ya se me ocurrirá algo

Hicimos la maleta en un santiamén y bajamos a la planta baja.

Nos vamos –anuncio Guille con un tono enfadado muy autoritario-. Feliz Navidad, Sara –le sonrió un segundo y se giro hacia la puerta-.

Hijo… -dijo su madre, que se había puesto en pié. El se dio la vuelta para mirarla-. ¿Dónde vais a ir? Es tarde y… -se quedo sin habla-.

No voy a quedarme en una casa en la que doy vergüenza. Decidle a la abuela que me habéis echado por maricon. Seguro que le gusta más que saber sencillamente que su nieto se ha enamorado. Buenas noches.

Y salio por la puerta. Conmigo detrás, claro. Le besé en el cuello nada mas salir: lo que acababa de decir me pareció precioso. Para mi era como un sueño, nunca había pensado que yo le pudiera gustar a Guille, y ahora él se enfrentaba a su familia por mí. Pero en ese momento él no estaba de humor y me apartó con un suave movimiento de su cabeza.

Anduvimos en silencio unos minutos en las calles, hasta llegar a un bloque de pisos. Llamo al timbre, y al instante respondió una voz.

  • ¿Quién?

  • Soy Guille.

  • ¡Hombre, cuanto tiempo! Sube

Pasamos la noche en casa de Ana, una amiga del colegio de Guille. Nos trató muy bien y al cabo de unos minutos casi hasta se nos había olvidado lo ocurrido. Nos dio de cenar, nos duchamos y hablamos y reímos con ella hasta las dos de la mañana. Tenia una especie de habitación que le servia para estudiar, y en la que había un sofá-cama bastante grande. Nosotros dormimos ahí.

Hacia un poco de frío, y nos quedamos en calzoncillos acurrucados el uno contra el otro.

Siento todo esto –me decía Guille-.

No es culpa tuya –me reí mientras le acariciaba la mano-. Nunca te había visto tan enfadado.

Creo que nunca me habían ofendido tanto –sonrió tristemente. Nos besamos una vez mas, uno de esos besos largos que a él le encantaban. Un escalofrío me recorrió. No sé como lo hizo, pero estaba a una distancia a la que cada uno de los puntos de su cuerpo rozaban suavemente el mío y me erizaban todos los pelos del cuerpo. sentía su respiración en mi piel

Yo la tenía muy dura y Guille lo notó, por supuesto. Empezó a masturbarme lentamente por encima del bóxer, y me chupo durante unos largos minutos los pezones. Me encantaba aquello, y de vez en cuando me traspasaban como rayos de placer. Bajó hasta mi entrepierna y empezó una de sus mamadas maravillosas. Me miraba profundamente a los ojos mientras se recreaba en la punta de mi polla. Solo su mirada hubiese bastado para que yo tuviese un orgasmo.

Me acariciaba por todas partes, parecía que tuviese cientos de manos. Yo no aguantaba más. El se metió un dedo en la boca mirándome con lascivamente con sus ojos negros, y me metió el dedo en el ano. Apenas lo introdujo unas pocas veces, pero para yo no podía más. Empecé a correrme mas y mas al tiempo que mi ano se contraía entorno a su dedo. Al placer de la corrida se sumaba el de la contracción de mi esfínter. Y fue largísimo, el mejor orgasmo de mi vida. Fue tan increíble que empecé a gritar. El intentó callarme con una mano, y cuando acabaron mis sacudidas de placer y ya había acabado mi grito, levanto la cara de mi polla y empezó a reírse.

Calla, hijo, que vas a despertar a todo el mundo –se mofó-.

Ha sido increíble. Nunca había disfrutado tanto –casi no podía hablar, me faltaba el aire-.

Lo sé –sonrió picadamente, satisfecho de si mismo-.

Eres un creído –reí-. Pero ha sido maravilloso. Muchas gracias.

Ha sido un placer –el estaba tumbado de lado, apoyado en un codo, como en un cuadro de romanos comiendo uvas, y sonriente. Le agarré su polla.

Quiero que me la metas.

¡Uy!, ¡cochino! –se hizo el escandalizado-. Pero creo que será mejor dejarlo para otra ocasión… pareces cansado

¡Qué morro! El que me has cansado has sido tú… Yo te quiero ahora… -susurré-.

Tu quieres siempre –imito mi susurro. Nos besamos. Nos acariciamos. Y entre beso y caricia, nos quedamos dormidos.

Al día siguiente por la tarde llegamos a casa de mis tíos. Ese día era Nochebuena, y la casa estaba llena de gente que preparaba la cena. Aunque quiero mucho a mi familia, creo que es la vez que mas contento he estado de verlos. Los dos días anteriores habían sido realmente estresantes, y no me había dado cuenta hasta el momento en el que vi a mi tía gritándole con su entonación habitual de desesperación a mi tío que cortase de una vez jamón si "no quería dormir esa noche en el portal gritando ¡Wilma!".

Nos instalamos en mi habitación, como nos había dicho mi tío, y fuimos al salón a ver como iban los preparativos. Mi tío intento encasquetarme la tarea de cortar el jamón, pero enseguida la voz aguda de mi tía le mando a cortar jamón y nos hizo ir a Guille y a mi a la cocina. Estábamos los tres solos en la cocina. Intenté hablar con ella, ya que apenas nos había dado tiempo a presentar a Guille antes, pero ella no dejaba de hablar.

Pon el mantel y dobla las servilletas como tú sabes, que cada vez que lo intenta tu prima parece que las ha doblado un manco –me ordenó mi tía. Luego se giro hacia Guille- Y tú, unta los canapés.

Esto… tía –intenté decir-

¿Qué pasa ahora? Somos 11, así que arréglatelas como puedas para poner los platos –le dio un cuchillo a Guille-. ¡A untar, sea dicho! –El obedeció al instante-.

¡tía!

¡¿Qué?!

Esto… quería decirte que… Guille es mi compañero de la residencia

Ya, ya, y ¿qué?

Pues nada, que… -yo me sentía muy incomodo, ni siquiera estaba seguro de lo que quería decir- Déjalo –me iba a ir, pero me agarro el brazo-

¿Qué te pasa? –preguntó, paciente-. ¿Qué te preocupa?

No, nada, solo quería decirte que siento no haberte avisado antes de que venia Guille, pero hubo problemas en su casa

Ya, ya me comentaste al teléfono. ¿Qué clase de problemas?

¡Oh! Esto, nada… sus padres no… nos les parecía bien que yo hubiese ido sin avisar con antelación.

¡Oh! A mi me da igual, si tu quieres invitarle, le invitas. Cuantos más seamos, mejor. De hecho, me parece maleducado no aceptar que alguien venga a casa en estas fechas –se dirigió a Guille-. No te ofendas ¿eh?

No, no, tranquila, estoy de acuerdo –respondió Guille-.

Es que en su familia no sabían que Guille era… bi.

¡Ah! –mi tía pareció incomoda un segundo, pero enseguida volvió a la normalidad-. Pues también me parece muy maleducado echarte porque salís juntos –se hizo un corto silencio. Mis tíos habían entendido perfectamente la situación, y no parecía importarles. Para mi fue un alivio. Y para Guille también. Mi tía siguió hablando:-. En cualquier caso no veo qué te impide poner la mesa.

Los tres reímos. Yo me fui hacia el salón. Guille estaba al lado de la puerta, y me miraba, sonriente y cariñoso. Estaba guapísimo, y me sentí la persona más feliz del mundo: por fin estaba con mi familia y la persona de la que estaba enamorado estaba conmigo y me quería tanto como yo a él. Nos besamos, pero mi tía me tiró un trapo entre risas

¡Que pongas la mesa si no quieres dormir esta noche en el portal gritando "¡Wilma!"!

Los tres nos reímos. Me fui, y les dejé a los dos solos en la cocina.

  • Guille se integró muy rápidamente en mi familia. Esa misma noche ya hablaba a todo el mundo y todo el mundo le hablaba como si siempre se hubiesen conocido. Ya sabes que él es así, jeje.

Will afirmó con la cabeza

  • Donde va, tiene todo el mundo en la mano –reconoció-.

  • Esa semana fue maravillosa. Todos los días íbamos por la mañana al centro a visitar algo o simplemente a pasear. Por la tarde nos quedábamos en casa mirando la tele o jugando a las cartas o hablando con mis tíos y todas las visitas típicas de esa época.

A veces nos quedábamos dormidos en el sofá haciendo la siesta, y cuando me despertaba y sentía los contundentes brazos de Guille entorno a mi espalda me sentía tan feliz como si fuese un sueño. Aunque al principio me daba miedo el qué dirán, pronto me sentía tan feliz que me daba lo mismo decirle a todo el mundo que Guille estaba conmigo. El se reía y decía que no le gustaba que yo presumiese de novio, ¡pero no podía evitarlo!

Cuando acabaron las vacaciones, volvimos a la residencia y a la uni. Todo era como siempre, salvo que era él el que me despertaba dulcemente por la mañana y que por la noche me dormía observándole respirar.

Un viernes por la tarde yo estaba en mi habitación cuando oí que Guille entraba en la suya. A los dos minutos entro sin llamar en mi habitación, y se dirigió directamente hacia mi minicadena.

  • No saludes ¿eh? –le reproché-

empezó a sonar música. Subió el volumen y se giró hacia mí. Apartó una silla que estaba en medio y vino hacia mí sin decir nada, con su habitual mirada mezcla de cariño y de deseo. Sin decir nada, me agarró de las manos y me hizo pegarme a su cuerpo. Ya sabes que yo soy tan malo para reconocer la música y para el baile como él es un genio para ambas cosas. En cualquier caso, empezamos a bailar al son de una música preciosa, de estas viejas.

Seria de bailes de salón, no "vieja" –rió Will-.

¡Creo que es la primera vez que me corriges!

Ambos rieron.

En cualquier caso él me guiaba en los pasos y en un momento nos tenias ahí a los dos bailando con esa música preciosa.

Creo que fue uno de los momentos mas románticos que pasamos juntos, sin hablar, solo mirándonos fijamente a los ojos, yendo de un lado a otro de la habitación como si el tiempo no existiese.

  • Siempre tan peliculero –dije. Guille sonrió-. Ha sido un buen día, por lo que veo.

  • No, todo lo contrario -nos tumbamos en mi cama, abrazados, mirando al techo-. Ha sido un día horrible.

  • Cualquiera lo diría

  • Mis padres han dejado de mandarme el dinero que me mandaban hasta ahora –dijo-. Y en la uni han rechazado el proyecto que propuse para el año que viene

  • ¡Oh!, lo siento… -no sabia que hacer. Me acerqué a él-. Lo siento.

  • No, no lo sientas, no es culpa tuya. Hay días que son así. Pero me las arreglaré de otra forma, y ya está.

Nos quedamos callados unos minutos, hasta que propuso que saliésemos por ahí. Por supuesto, acepté. Cenamos pronto, nos duchamos y fuimos a los bares del centro, como siempre. Hacía un tiempo horrible, casi se nos llevaba el viento, pero en los bares se estaba muy bien

Nos encontramos con los de su equipo de natación y nos quedamos con ellos el resto de la noche. La noche fue larga y divertida. Habíamos bebido mucho. En cierto momento, bastante tarde, fui al baño. Al volver con los demás, me quedé petrificado. Guille estaba muy cerca de Eduardo, parecía que se hablaban a la oreja. Pero vi que Eduardo besaba en el cuello a Guille.

Se me vino el mundo abajo. No entendía lo que pasaba. No oía la música, ni veía las luces, ni sentía el calor de la gente. Me faltaba el aire, no podía respirar, no podía hablar, ni moverme. Casi sin darme cuenta mis pies me arrastraron hacia la puerta. Pasé junto a los demás, y Guille me vio. Al ver que yo salía del bar, salio detrás de mi.

  • ¿Qué haces? –preguntó, todavía sonriente y bastante bebido-.

Le miré, pero no contesté. Me fui corriendo. El me siguió. Corrimos por las calles entre la poca que gente que quedaba por las calles a esas horas, él gritando, yo llorando. Al cabo de unos minutos llegamos al paseo marítimo. La lluvia caía con más fuerza, y el viento hizo que estuviese a punto de caerme, así que me alcanzó. Me agarró por el brazo y dejamos de correr.

  • ¿Qué te pasa? –me gritó-.

  • ¿Que qué me pasa? Eres un cabrón. Y no me había dado cuenta

  • ¿De qué? ¿De qué hablas?

  • Te he visto, con Eduardo.

  • ¿Qué? Eduardo… solo me ha besado un par de veces, no quería...

  • ¿Te parecen pocas? ¡A mi me parecen demasiadas! ¿Por qué te quiero tanto? ¡¿Por qué?! –no esperaba una respuesta, yo seguía hablando sin parar, culpándome a mi mismo de haberme pillado demasiado por nadie-.

  • ¡Escúchame! –acabó cortándome-. Entre Eduardo y yo no ha pasado nada. El ha bebido más de la cuenta, y me ha besado, y yo le he dicho que no, y él ha insistido, ¡pero no ha pasado nada!

  • Pero podría haber pasado si yo no hubiese estado ahí.

  • ¡No habría pasado nada! –me agarró los brazos con sus manos, para mirarme directamente a los ojos-. Yo te quiero a ti, no voy a irme con cualquiera. ¡Pero tampoco le iba a escupir a la cara! Si alguien viniese y te besase, le dirías que no, estoy seguro de que no le echarías a patadas.

  • Eso no es lo que yo he visto.

  • No sé lo que has visto. Pero es lo que ha pasado.

Se acerco a mí, y dejé que me abrazara. Dudé un rato, pero acabé rodeándole con mis brazos.

  • Qué guapo te pones cuando estás celoso –sonrió-.

Prométeme algo –pedí-.

¿Qué?

Si algún día pasa algo y tienes un desliz, dímelo, no me mientas, no podría volver a creerte.

Se separó de mí. Me miró con ojos incrédulos.

¿"Si algún día tengo un desliz"? ¿Qué significa eso? ¿Esa es la confianza que tienes en mí?

No, no por supuesto que no, pero… si alguna vez pasase

No pasara –se puso muy serio. Dio un paso hacia atrás-. Y me parece increíble que creas que pueda pasar. -parecía confundido, como si no supiera donde estaba-. Creo que prefiero que volvamos a casa cada uno por su lado, necesito pensar.

Guille

Mañana hablamos… hoy no es un buen día… ¡menuda mierda de día, ¡ joder!!

Se giró y se fue andando junto a la barandilla del paseo, bajo las luces amarillentas de las farolas. Yo me quedé ahí de pié, sin saber qué hacer. Sin saber si el malo era yo o si lo era él. Si había un malo en la historia o si solo era una confusión. Si debía seguirle o no. Antes de poder responder a cualquier pregunta oí el rugido de la ola, gigante, poderosa y moribunda, sentí el golpe bajo mis pies y el agua salpicarme abundantemente. Cuando volví a mirar frente a mi, la ola se había llevado a Guille. Solo quedaba en el suelo la huella mojada del agresor y una barandilla doblada.

Will no sabia que decir ni como reaccionar. Mateo tenía la mirada perdida en los recuerdos horribles de aquella terrible noche, del golpe de mar y de la llegada al hospital unas horas después. Will acabó por cortar el hielo:

Quizá debería irte a casa –propuso Will-. Aquí en el hospital solo puedes recordar ese momento

No, también recuerdo los buenos momentos –afirmó Mateo, mirándome-. Y prefiero seguir con él.

Pero llevas aquí casi dos semanas, casi sin salir, casi sin visitas. ¿Qué harás si no se despierta…?

Mateo levantó la vista y miró a Will hasta lo mas profundo de su ser, e hizo que se sintiese incomodo. No lloraba. No hacia ningún gesto, era como una estatua de cera. Sus ojos turquesa eran tan implacables como el mar que me arrastró; tan negros como aquella noche; tan duros como el recuerdo. De sus labios nació una voz de ultratumba.

Despertará. Estoy seguro de que se despertará.

<<<Gracias por la excelente critica de la segunda parte, que me ha animado a hacer ésta. Espero que no os decepcione. En cualquier caso vuestros comentarios de cualquier tipo serán bien recibidos. Si alguien quiere contactarme puede hacerlo a mylifeonearth@live.fr

(no agrego a nadie que no conozca, prefiero los mails).

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