Mis comienzos vestidos de mujer (2)

Jorge toma la decisión de convertirse en Silvia y decide volver a la ciudad, tiene todo el apoyo de su tía Elena

Mis comienzos vestidos de mujer (2)

De vuelta a la ciudad no se me iba de la cabeza el fin de semana de excitación que había vivido al ponerme por primera vez aquellas bragas y la camiseta a modo de vestido. Estaba deseando volver al pueblo y el Jueves llamé a mi tía y le pregunté.

  • ¿Vas a necesitar que te acerque al pueblo este fin de semana?

  • Pues si estas disponible me vendría bien y así ya entregaba todos los papeles y dejaba el tema cerrado.

La verdad es que ni siquiera sabia que papeles era lo que estaba gestionando pero me era indiferente, yo lo único que quería era volver el fin de semana. Además en el cuarto que me había dicho mi tía que durmiera, en previsión había dejado la ropa del fin de semana anterior en vez de echarlo a la lavadora.

El viernes recogí a mi tía y nuevamente nos presentamos en el pueblo. Subimos a casa y me metí a mi cuarto y me puse nuevamente las bragas y la camiseta vestido así como las sandalias de cuña, me veía realmente bien. Salí con mi ropa sucia en la mano

  • ¿Estas a gusto con ese vestido? Me preguntó Elena al verme.

  • Se me olvidó coger ropa y como la tenía del fin de semana anterior. Esta ropa sucia la voy a echar a la lavadora.

  • Si la quieres para cuando volvamos a la ciudad, damela y te la lavo a mano en un momento porque no creo que haya suficiente ropa como para poner la lavadora este fin de semana.

  • No te preocupes tía, le dije excitandome mucho más pensando en que tendría que volver a la ciudad con ropa de mi tía.

Estaba cansado y me fui a dormir pronto y debajo de la almohada tenía el camisón que había utilizado el fin de semana anterior.

A la mañana siguiente me levanté y antes de pasar a ducharme fui a la cocina y estuve desayunando mientras hablaba con mi tía.

  • Necesitarás una muda limpia me dijo al verme en camisón y ver las bragas a través del mismo.

  • Pues si, voy a ducharme y necesitaré ropa limpia, le dije.

  • Bueno, no te preocupes, ahora miro a ver que tenemos por ahí.

Me metí a la ducha y dejé en el suelo el camisón y las bragas. Al rato oi la puerta y la voz de mi tía.

  • Te dejo aquí la ropa, de acuerdo Sergio.

No le contesté y ella al ver que no lo hacía, se acercó a la bañera, corrió un poco la cortinilla y allí estaba yo desnudo.

  • ¿Que quieres? le dije

  • Pensaba que te había pasado algo como no respondias, me contestó.

Cerré la cortinilla, me hice una paja y cuando salí pude ver que no sólo me había dejado unas bragas limpias, sino que se había llevado también el camisón y había dejado un sujetador, una falda ajustada y una camiseta de tirantes. Mi corazón empezó a latir a una velocidad altísima.

Salí de la ducha, me sequé rápidamente y enseguida me puse las bragas que iban a juego con el sujetar en un color carne poco provocativo aunque no necesitaba yo provocaciones en aquel momento para estar cardíaco. Eran unas bragas altas, acople mi pene a un lado y rápidamente me fui a poner el sujetador, me miré al espejo y estaba eufórico, deseaba mostrarme a mi tía de esas maneras y cogí me desabroché el sujetador y grité

  • Tía, puedes venir a abrocharme el sujetador.

  • Si, voy ahora mismo

Y enseguida vino y pudo verme en bragas y una vez abrochado en sujetador.

  • Te queda todo bien, no? Las bragas son tu talla?

  • Si, si, me quedan perfectamente. Voy a acabar de vestirme.

  • Lo único Sergio, si hoy salimos a dar un paseo, antes de que te vistas... Tenemos que depilarte, no vas a ir con esos pelos en las piernas por ahí, siéntate y te paso la Silkepil, me pasó la maquinilla y me dejó las piernas, axilas y pecho sin un solo pelo, cuando iba a guardarla le dije

  • Espera, dejamela que voy a pasarmela por aqui, me bajé las bragas y me depile toda mi zona íntima, sin preocuparme que mi tía estuviera delante.

Después me puse la falda, me quedaba ajustada y por encima de las rodillas, la camiseta de tirantes y las sandalias y salí a la cocina.

  • Te queda bien esa falda, dicho mi tía. Ahora subiremos a comprar algo al supermercado.

Y yo subi tan contento con este modelo. Al bajar de nuevo a casa, me dijo que me cambiara para estar más a gusto y me había dejado encima de la cama otra camiseta vestido, esta vez de color blanco, era la camiseta que ella usaba mucho y que a mí siempre me había gustado porque empezaba a estar desgastada y se podía ver toda la ropa interior a través de ella. Me quité la camiseta y la falda y me puse la camiseta vestido, al estar algo más grueso que mi tía me quedaba más ajustada y entre las apreturas y el desgaste de la camiseta pude ver cómo la ropa interior se apreciaba perfectamente.

  • Que tal me queda, le pregunté a mi tía.

  • Se te clarea un poco las bragas y el sujetador, me dijo.

  • Bueno, total no me va a ver nadie.

Comimos y le dije a mi tía que me salía a la terraza a tomar un poco el sol. Como en la terraza podían verme desde los pisos del al lado me quité el vestido pero me quedé en ropa interior, así además disfrutaba viéndome con esas bragas y sujetador.

  • ¿Te has dado crema? Salió mi tía a preguntar

  • No, ahora iba a darme.

  • Dejame que te de por la espalda.

Comenzó a darme crema y enseguida me desabrochó el sujetador.

  • Quitatelo o te quedarán marcas y las bragas igual, el piso del al lado no hay nadie, no te van a ver. Y me bajo las bragas mientras me daba crema en el culo.

Una vez con crema me tumbe boca arriba en la tumbona con las gafas de sol como única prenda de vestir. Mi pene se encontraba erecto pero ya no me preocupaba pues nadie podía verme excepto mi tía que no se había sorprendido por ello y que además se daba cuenta de que era debido a que me excitaba el usar su ropa y también el exhibirme delante de ella.

Cerré los ojos y me relajé, llegando a quedarme dormido. Tras un rato y no sabía si en sueños oi voces cuando me di cuenta que había una visita en casa de mi tía y se acercaban a la terraza, me di prisa en ponerme las bragas y cuando me estaba abrochado el sujetador, salió mi tía y dos mujeres más y me vieron de esa manera.

  • Disculpad, es mi sobrina Silvia que le gusta tomar el sol. Perdona Silvia, no me di cuenta que estabas aquí, espero que me disculpes.

  • No te preocupes tía. Y me quedé en la tumbona en ropa interior sin importarme la visita y pensando en que mi tía me habia llamado Silvia, en ese momento pensé que mi tía acababa de elegir mi nombre para mi nueva vida. A partir de ahora sería Silvia.

Cuando se fue la visita, me levante de la tumbona y pasé a casa sin ni siquiera ponerme la camiseta.

  • ¿Me llamaste Silvia? Le dije a mi tía.

  • No les iba a decir que te llamabas Sergio.

  • No, si no digo eso... Silvia me gusta, está bien. ¿Salimos a tomar algo tía? Te invito.

  • Ok, me contestó.

  • Pues dame un momento que necesito cambiarme, con el calor y la crema necesito echar a lavar estas bragas y el sujetador. ¿Te puedo coger otras? Pregunté.

  • Si, pasa a mi cuarto y en el segundo cajón del comodín tienes la ropa interior, coge lo que más te guste y si quieres ponerte algún vestido o falda distinto a lo de esta mañana mira en el armario.

Al ver que mi tía colaboraba conmigo y no ponía pegas a vestir de mujer, yo cada vez me encontraba más animado y menos avergonzado de ello. Fui a su cuarto abrí el cajón y en cuanto vi unas braguitas de algodón con un corazoncito en la parte delantera me decidí por ellas, me recordaban a las bragas infantiles que llevaban las niñas al colegio. Despues cogí un sujetador negro con un pequeño encaje en el borde y abrí el armario buscando algún vestido. Elegí uno que nunca le había visto llevar a mi tía, azul de manga corta y bastante corto, busque en la comoda hasta que encontré el cajón de los panties y cogí unos finos para no llevar las piernas al aire pues en cuanto se iba el sol refrescaba. Me fui a mi habitación y me vestí, cuando me vio mi tía exclamó

  • Que elegante te has puesto Silvia.

  • Si, tia, lo único que necesitaré unos zapatos con algo de tacón porque las sandalias no me van a pegar con ello.

  • Menos mal que tienes el pie pequeño y usas mi mismo número, ahí en ese armario tienes mis zapatos.

Elegí unos con un tacón de unos 4 centímetros, negros y antes de salir a la calle anduve un poco por la casa, solo oír el taconeo mientras caminaba me producía una excitación tremenda.

Salimos y nos dirigimos al bar, las dos hablabamos distendidamente y yo cada vez me encontraba mas a gusto con mi nueva situación e incluso saqué la conversación.

  • Que te parece tía el que vaya vestido de mujer?

  • Creo Silvia que siempre lo deseaste, ¿no es así?

  • Pues no sabría decirte, me encantan las mujeres pero el vestir como una de ellas nunca lo había experimentado pero tras estos dos fines de semana lo estoy disfrutando muchisimo.

  • Tendras que pensar en que decisión tomas respecto a ello, si cuando volvamos a la ciudad volverás a ser Sergio o Silvia.

  • Había pensado tia en quedarme unos días en tu casa cuando volvamos antes de enfrentarme a la realidad y contárselo a mis padres, no se como se lo van a tomar.

  • Por mi parte, ya sabes que no hay ningún problema, puedes quedarte en mi casa el tiempo que necesites y si no sabes como contárselo a tus padres, si tu quieres yo me ofrezco a ayudarte a ello. Tu padre y yo solo nos llevamos dos años y le conozco muy pero que muy bien desde que era un niño y se como decirle las cosas.

  • Gracias tia, lo que me dices es muy importante para mí.

Me acerque a la barra a pagar ya que nos debíamos volver a la ciudad, pude ver cómo 2 hombres que estaban en la barra me miraron las piernas y el culo lo que me hizo sentirme estupenda. Volvimos a casa, recogimos y nos metimos en el coche de vuelta a la ciudad, era la primera vez que conducía vestido de mujer y verme las piernas ahí sentado fue algo que nunca olvidaré. Mi tía me dio en la pierna y me dijo

  • Animo Silvia, comienza tu nueva vida y aquí me tienes para todo lo que necesites.