Mis clases de arte

De como salí de dudas con un profesor que le gustaba dejarse penetrar.

" MIS CLASES DE ARTE "

Cursaba por ese entonces el 4to. Año de secundaria, me faltaba solo un año más para dejar por fin el colegio, y como de costumbre mis notas no eran ni por asomo decentes, tal vez sea por mi carácter, algo rebelde, contaba en esos días con 17 años, y aunque no era lo que se diría un afortunado en mujeres, las había tenido, amores cortos de colegiales que quieren conocer el nuevo mundo de las relaciones de pareja, me sentía bien sabiéndome que no era ignorado por las chicas, cosa mas que importante en el mundo de los adolescentes.

En el colegio me llevaba bien con los profesores a pesar de nunca hacer las tareas que me asignaban, me ponían calificaciones que solo me permitían sobrevivir con el agua al cuello en sus materias, pero en especial tenía un profesor de artes, con el que me sentía mejor, en sus clases trataba de atender a sus explicaciones, sus enseñanzas, pero era imposible, por mas que trataba de interesarme, no podía. Llego un día en que le dije que no volvería a su clase, que pese a mi esfuerzo lo mas seguro era que reprobaría su examen, me era muy difícil aprender todas esas cosas, que el decía como quien reza una oración, me dijo que lo que yo necesitaba era solamente el ambiente adecuado.

Te parecería bien si te hago estudiar en mi casa.

En tu casa?

Si, repasaríamos todas las lecciones y estarías listo para aprobar el examen.

Esta bien, con tal de aprobar.

Perfecto, te daré la dirección, te espero el sábado a las 4 PM, OK

Cuando tuve el papel en mis manos con su dirección me puse a pensar en que giro estaba tomando las cosas, podría dar un buen examen para variar un poco. Eso le comenté a un amigo, y me preguntó quien era el profesor, cuando le dije que se trataba de Mr. Alonso, me miro con preocupación diciéndome que tenga mucho cuidado, que a el le habían llegado rumores de que Alonso era un homosexual asolapado, una mariquita que gustaba dejarse coger por muchachos jóvenes, eso me dejó bastante inquieto, llegando a mi casa me encerré en mi cuarto, y al ponerme a pensar en lo que me habían dicho, lo encontré bastante absurdo, Alonso, era un tipo alto, joven, de buen cuerpo, de modales finos, que le iba muy bien con las féminas, solíamos decirle "el angelito", por las facciones delicadas de su rostro. Podría ocultase dentro de ese prototipo de adonis un homosexual?, o solo eran habladurías de gente insensata?. Esa noche tuve un sueño bastante raro, soñaba que estaba con el y de pronto se iba transformando bajo una luz cegadora en una linda damita, que se abalanzaba sobre mi, pero su lengua era larga, como de las serpientes, desperté exaltado y sudoroso, temblaba con furia, no pude volver a conciliar el sueño en toda la noche.

Era sábado por la tarde y me dirigía a su casa, creo que inconscientemente esperaba que algo ocurriera, me preguntaba si esto podría ser posible, debía estar atento tanto a las clases como al comportamiento de Alonso. Al llegar al departamento, y abrirse la puerta, vi un Alonso mas hermoso que el que conocía, se le notaba algo acicalado, parecía recién salido de la ducha, me hizo pasar y fuimos a sentarnos a la mesa de estudios. Tras un par de horas de intenso estudio, me sentía bastante cansado, creo que él también.

Quieres beber algo? – me preguntó

Claro, que tienes para ofrecerme? – dije sin darme cuenta del doble sentido de mis palabras.

Me miró con sorpresa, pero se dibujó una sonrisa cómplice en sus labios.

Lo que tú quieras. – contestó

Pues un Gin, estaría bien – dije-

Y se acercó con dos vasos, nos sentamos en el sillón a celebrar mi futuro buen examen, conversamos de muchas cosas, algunas bastante triviales, me pareció verle un deseo secreto en sus ojos, me sentía bastante cómodo con el,

  • Sabes que hay rumores sobre mi en el colegio? – me preguntó

  • Yo no he escuchado nada, Alonso. – mentí pues el había empezado con el tema.

  • Quiero que sepas que eso que se dice de mi, es falso.

  • Ok, si tú lo dices, pues es falso.

  • Entonces, si sabes de que se trata, verdad.

  • Mira Alonso, en realidad si sé, pero yo no tengo problemas con eso.

  • Sabía que en el fondo eras distinto al resto de chicos, a pesar de tu rebeldía.

Diciendo esto se sentó más cerca de mí, me veía directo a los ojos.

Te diré la verdad, me gustas, me gustas más que los muchos chicos que aquí han venido, anoche no pude dormir pensando en que hoy vendrías, me sentía como una colegiala ansiosa.

Pasó su brazo tras mi cuello, acercando su boca a la mía, yo solo lo dejaba pasar, quería que pase, sus labios húmedos se posaron en los míos con una delicadeza extrema, sus manos alrededor de mi cara la tomaban, y su beso se iba haciendo mas intenso, nuestras lenguas aprendían a conocerse, a comunicarse, era una boca deliciosa, instintivamente mis brazos abrazaron su cuerpo, al ver mi aceptación empezó a morder mi oreja, diciendo bajito:

Que rico eres, me gustas, no se porque me siento así.

Tú también me gustas, eres tan delicado

Delicada, ser una chica delicada, no te olvides de eso.

Como quieras, gatita.

Y cual gatita mimosa, empezó y besarme el cuello, acariciándome, me recosté en el sillón mientras me iba abriendo la camisa, sus labios besaban, recorrían mi pecho, su lengua hacia círculos en mis tetillas, no sabía exactamente si era el o "ella", con los ojos cerrados dejaba que mis sensaciones me hicieran creer, que ante mi, estaba una mujer, pero era Alonso, quien tomaba las actitudes de chica ansiosa, mi camisa fue a parar al suelo, con sabias manos se deshizo de mi cinturón, bajándole cierre del pantalón, mi pene, palpitante esperaba que lo saquen de su prisión, alce un poco el cuerpo para facilitarle que me sacara el pantalón, este le fue a hacer compañía a la camisa, el me sobaba las bolas, metiendo la mano dentro de mi bóxer, apretaba mi pene haciéndome sentir un dolorcito agradable,.

  • Dime que esto es sólo para mí, dímelo. – suplicaba Alonso.

  • Es tuyo, solo tuyo, mi mujercita, mi gatita, mi putita.

  • Me matas al hablarme así, soy tuya, todo lo que quieras que sea lo seré.

Su boca fue describiendo un camino de saliva fina hasta llegar a mi sexo, deshaciéndose de los bóxer, saltó mi pene ansioso de ser devorado, su lengua le dio la bienvenida con unos lenguetazos que me hicieron vibrar, iba tallando mi pene con su boca, ahora metía la punta del glande en sus labios, dándole pequeños mordiscos, luego haciendo con sus labios un hueco de placer, se fue comiendo toda mi tranca, hasta su base, tenía llena de verga su boca, se mantuvo unos instantes con toda la tranca ahí, luego empezó un suculento mete y saca, su boca succionaba mi miembro, que hacían sus venas estallar, solamente le tomaba de los cabellos, para que no dejara de chupar, me sentía volar tomado de sus cabellos de seda.

Te gusta lo que te hago? – me decía en los intervalos de su succión.

Déjame desnudarte, quiero tenerte, - alcance a decirle.

Fue así, que tomé el control, lo eche en el sillón, empecé montándome en el, mientras besándolo lo iba desnudando, el gemía con los ojos cerrados, le di vuelta y le bajé los pantalones, mordiendo su espalda, bajé hasta sus nalgas, blancas, relucientes, las besé pasándole la lengua por ellas, dándole de besitos dejándolas rojas, el se colocó de perrito, ofreciéndome ese encantador culito, hundí mi lengua en ese orificio del placer, me metí un dedo en la boca y luego de mojarlo, se lo introduje en su ano, metiendo y sacando, sentía como poco a poco su esfínter iba recibiendo mi curiosidad,.

Metela papi, hazlo, quiero que me la metas, haz feliz a tu puta, a tu zorrita.

Con el pene listo para gozarme a Alonso, lo coloqué en su entrada, él levantaba su cola en pompa, indicándome que lo hiciera, que ansiaba sentirse cogida, poseída, llenada, cogí sus caderas y di un leve empujón logré introducir la cabeza de mi verga en su culito, un leve quejido salió de sus labios.

Lo quiero todo, por favor metelo todo.

No desesperes putita, tendrás toda mi verga dentro tuyo

De un solo empellón, toda mi tranca fue a hundirse en sus profundidades, hasta tocar mis bolas en sus nalgas, un grito de placer brotó de sus labios, dándome la señal para iniciar un vaivén frenético, era cierto todo lo que de él se decía, ya su culito había sido visitado muchas veces, no hubo quejas, solo gemidos de hondo placer, el sudor invadía mi cuerpo, mientras seguía penetrándolo, montándolo, haciéndole sentir toda la fogosidad de mi juventud en sus entrañas, estuve metiendo y sacando mi verga, luego el quiso salirse, se acomodo en el respaldo del sillón, doblado, regalándome el espectáculo de su trasero exquisito, no me hice repetir la invitación, y lo volví a penetrar, esta ves era mas intenso el viaje, el gozaba, pero yo quería probar otra forma, así que lo eche en la mullida alfombra, de espaldas, cogí sus piernas y las coloqué sobre mis hombros, sabía que esta era una posición que les encanta, quería verle a los ojos mientras lo cogía, así, volví a colocar mi ariete en su agujero y este entro sin problemas, solo que ahora era mas rico verlo cerrar los ojos, suspirar, gemir, mientras acariciaba mi pecho, tanta euforia me hizo sentir que el momento estaba por llegar, el me pedía que no salga, que siguiera dándole duro, que era mi semen caliente con el que había soñado la noche anterior, y que lo quería dentro de él, colmar sus entrañas, sentirse lleno de la savia elemental de un hombre, de un macho dispuesto, aumenté el ritmo lo mas que pude, y mi pene enrojecido se disponía a descargar su preciosa carga dentro de Alonso, la cual brotó en un estallido que me hizo perder por un instante la razón, incontenible mi leche ardiente inundaba su esfínter, mi grito fue un grito de salvaje descontrol, le gritaba que a partir de ahora, sería mía y solo mía, el solo respondía que nadie mas tocaría su cuerpo que no sea yo, al sacarle mi chorreante verga, el la lamió y chupó como si fuera el último acto de su vida, tras lo cual quedamos aferrados en un abrazo, fundidos en un beso que sería el pacto de dos amantes que nunca se dejarían.