Mis chicas (03)

Mis putas siguen rentando buenos beneficios. Lauri entra en el cine pornoy adquiero a Sunny.

Pasé por casa de Julián y Bea para discutir el asunto de su embarazo. Tras tomar unas cuantas copas, Bea entró en materia:

  • Quiero tener un niño de Julián y tiene que ser pronto dada mi edad. Así que por favor danos permiso.

  • No soy quien para darte permiso o negártelo. Julián es tu marido y tienes derecho a quedarte preñada de él como cualquier otro matrimonio.

  • Yo creí que te opondrías –intervino Julián-

  • No, lo que digo es que hay algún inconveniente desde el punto de vista laboral. Si quieres asegurarte que el bebé sea de Julián tendrás que dejar de trabajar desde el momento en que dejes los anticonceptivos y hasta que te asegures de estar preñada. Eso son casi vacaciones y en el contrato no se contemplan vacaciones. Aparte es mucho dinero que dejaríamos de ingresar.

  • Te lo compensaríamos, dijo Julián.

  • ¿Como?

  • Bueno, ya sabes que trabajo en una fábrica que tiene actividad las 24h del día. Puedo doblar turno.

  • No llegarías ni a la mitad de los ingresos de Bea.

  • Espera, dijo Bea. Yo puedo seguir trabajando con clientes de condón y con lesbianas. Aparte que por el culo y por la boca nadie se queda embarazada. Casi trabajo más con el culo y la boca que con la vagina.

  • Bueno, esa es una solución muy aceptable. Creí que Julián no estaría conforme con que te follasen durante el proceso de preñado. Hacer un niño es un acto de amor muy particular y el pensar que estas soltando su semilla en un recipiente cuando el de al lado está lleno de la semilla de otros no es agradable.

  • A mi no me importa que ella tenga el culo inseminado por otra gente, Si ya me he acostumbrado a follarla sin que se haya vaciado de los caldos de la clientela.

  • Pues no se hable más. Cuando dejes los anticonceptivos avísame para concertarte citas de solo ano y boca o con lesbianas o con exigencia de condón, aunque sabes que casi todos tus clientes habituales son sanitariamente garantizados y no quieren condón.

  • Te habrás percatado que para el gran concurso de letrinas humanas tendré una buena panza. Eso seguro que me puntúa bastante con el jurado. Tiene mucho morbo ver una preñada bañada en orines.

  • Cierto. No había caído en ello. Muy bien.

  • En ese momento entró en la sala Lauri, perfectamente vestida y maquillada para algún servicio, a despedirse.

  • ¿A donde va mi pequeña lechoncita?. Le pregunté.

  • Tengo dos trabajos, mi gran hombrón.

  • Pues te acompaño y me los explicas, que últimamente no me cuentas nada cariño.

Y tomándola con la mano por sus rotundas nalgas nos despedimos de Bea y Julián.

Ya en el coche ella me contó que primero tenía un trabajo como fluffer en una película porno.

  • ¿ Qué es eso de fluffer?

  • Pues se llama también estimuladora. Somos las que no actuamos en las películas, pero mediante pajas, mamadas o como se pueda mantenemos empinado el pene de los actores. Hoy trabajo con el gran actor Bill Escrotum, la semana pasada también me encargué de él y le gusté mucho, incluso se la mantuve tiesa metiéndola en mi coño y menendo muy suavemente para que no se corriese. Me ha hablado de participar en alguna película como actriz, ¿Te interesaría que acepte?.

  • Según como paguen. Pero si con el trabajo de fluffer consigues tanto, es de esperar que como actriz sea mucho más, digo yo.

  • Fenomenal, si me lo ofrecen aceptaré.

  • Espera, no puedes aún. No quiero líos con la Ley.

  • Ah, ya. Que aún no cumplí los 18. ¿Pero por qué puedo trabajar de fluffer sin que nadie me pregunte la edad?.

  • Porque como no sales en el reparto, no hay autoridad que se entere de que existes.

  • Bueno. Solo me quedan tres meses para los 18. es posible que no empiecen a rodar antes. Me gustaría empezar de estrella del porno el día de mi cumpleaños.

  • Dime, ¿y el otro trabajo de hoy?.

  • Después tengo que ir a casa de los marqueses de Medina Mediana. La vieja señora quiere ver como me follo a su marido y después que le haga una follada con el puño en presencia del marqués.

  • ¿Marqueses de Medina Mediana?. Me suenan de algo, pero no recuerdo. ¡Como está la aristocracia!

Dejé a Lauri a la puerta del estudio donde se rodaba la película y seguí a casa de Nwin, donde me esperaban sus padre junto con ella. Dado que hablaban todos mal el español tardé tiempo en enterarme del asunto: El hecho es que los padres habían concertado un matrimonio para ella con un muchacho de la misma etnia de su país natal, que ya sabía que era prostituta y que no le importaba. Nwin se negaba a casarse, pero los padres aducían que con los 20 años que ya tenía no volvería a encontrar otra oportunidad. En su país se casaban alrededor de los 16 años y ellos ya desesperaban de tener nietos, lo cual era una demérito para la honra de la familia según su tradición.

Sabiendo que yo iba a su casa, Nwin estaba vestida como debía ser ante mi presencia, es decir, siendo poco proclive al pudor, estaba completamente desnuda salvo por sus anillos de oro reluciendo sobre su oscura piel de ébano.

La ordené obedecer a sus padres y casarse, que era los que debía hacer si sus tradiciones lo imponían, además que no debía cargar sobre sus padres el estigma de su profesión pudiendo tener un marido al que no le importaba ser cornudo. Ella me protestó y persistió en la negativa por lo que la ordené colocarse en posición de castigo en nalgas mientras yo me desprendía del cinturón. Obedeció al menos a esto y le arreé cinco correazos en las nalgas ante sus padres recordándole una parte del cuarto mandamiento: Honrarás a tus padres.

Después la mandé tumbarse boca arriba sobre la mesita baja del salón y abrirse de sus preciosas y musculadas piernas sujetándolas con las manos por los tobillos. Ella ya sabía lo que la esperaba. Le solté un tremendo trallazo en los labios vaginales subrayándole que este golpe era por su desobediencia a mi: Obedecerás a los mayores en dignidad y gobierno.

Sabía que pese a la asunción de su castigo, aquella puta era rebelde y no bastaría la reprensión física, así que le ordene seguir como estaba y le comuniqué una suspensión de empleo y sueldo de una semana, para lo cual extraje de mi cartera un par de candados y le quité sus cuatro anillos de los labios mayores sustituyéndolos por dos candados que cerraban los labios impidiendo la penetración. Como sabía que eso no le impediría desobedecer y largarse a trabajar con el ano, le trabé los tobillos con una corta cadena que le impediría andar más que a saltitos. Para rematar el asunto le colgué de los candados un par de pesadas bolitas con pinchos que se le hincarían en la parte interior de los muslos al tener que andar a saltitos.

Normalmente cuando suspendo a una de mis putas de empleo y sueldo suelo colocarle un cinturón de castidad, pero esta vez quería mortificar a Nwin ante sus padres, ya que el castigo impuesto de cerrar los labios era más acorde con sus costumbres tribales a las que ella pretendía menospreciar.

Con sus padres sumamente agradecidos ante mi muestra de autoridad de la que esperaban conseguir la ansiada boda, me despedí, no sin largarle antes una bofetada a Nwin en premio por el adusto gesto con el que me miraba.

Me pasé por el bar donde había quedado con Lorenzo. Tenía otra cuadra de rameras pero habíamos llegado a un acuerdo para no hacernos la competencia. El objeto era negociar una permuta. El ansiaba quedarse con mi sevillana Lola y yo quería quedarme con una chiquita tailandesa suya de 19 años llamada Sunny en la profesión.

La chica no tenía ni rastro de pechos, pero si unas abultadísimas aréolas y unos pezones impresionantemente anchos. Lorenzo decía que sus clientes no quería putas lisas, pero es que no sabía decorarlas. Yo pensaba someterla a unas sesiones de cápsula de vacío para estirar permanentemente sus pezones y abultar aún más las aréolas. Después le colocaría un escudo sobre ellas sujeto por barras a través de perforaciones en vertical y horizontal. Después le tatuaría todo el pecho. El efecto sería alucinantemente exótico. Por lo demás la niña era una belleza de piel suave y blanca como la nieve. Llegamos un acuerdo satisfactorio para ambos, aunque yo tenía ventaja porque sabía que su puta no le agradaba y el creía que la mía era un portento apreciado por mi. Como dice el refrán: No hables mal de tu caballo si quieres venderlo.

Quedamos en permutarnos las putas al día siguiente además de pagarme 6.000 euros adicionales.

CONTINUARÁ.

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