Mis aventuras de adolescente VIII

Comienzan las clases y con ello la rutina. Vuelta a ver a Julio y Lucas y Victor entre medias. No es oro todo lo que reluce.

¡Hola Chic@s! Quería deciros que siento mucho si se os hace un poco complicado seguir mis relatos. He pasado por diferentes etapas en este confinamiento y se me han ido ocurriendo diferentes historias. Por ello lo de que haya subido dos relatos diferentes no hace mucho. Pero quiero que sepáis que tengo pensado acabarlos todos. No os voy a dejar sin un final ni nada parecido.

Ya que a lo mejor os he hecho un poco mezcla con tantos relatos, voy a parar un poco y centrarme más en las historias que ya tengo publicadas aquí. Lo mas probable es que la siguiente vez que suba algo lo haga publicando dos continuaciones de relatos. De ese modo yo creo que podréis seguir las historias con mas facilidad y no se os mezclaran personajes. Que es lo mas probable que os este pasando ahora mismo.

De momento subo la continuación de esta historia y también deciros que estamos cerca del final de ella.

PD: Como no se muy bien donde clasificar este relato. Lo voy a dejar en hetero general.

Espero que la disfrutéis mucho y sin mas os dejo con ella:

De repente metió un tercer dedo y ya no pude soportarlo. Me corrí entre grandes alaridos mientras mi cuerpo comenzaba a convulsionar expulsando todos mis fluidos.

Sin duda había sido mi mejor corrida hasta la fecha.

Suspire, apoyándome completamente en su cuerpo.

-              Aun así no te he perdonado…. -jadee intentando recuperar la respiración


Después de nuestra sesión de sexo recogimos todo en un silencio sepulcral. No me sentía cómoda con todo lo que había pasado. No comprendía porque se estaba comportando así conmigo. Cuando empezamos a liarnos vi en él un  chico sensible y dulce y ahora parecía todo lo contrario. Mas preocupado por su propio placer que en el mío. Quizás la culpa era mía, que a veces le exigía que se comportara más brusco y lo había llevado demasiado lejos.

Esa noche dormimos sin más, no paraba de darle vueltas a la situación y aunque lo intentaba disimular como buenamente podía, creo que Víctor intuyo que ya el resto de la noche se había echado a perder.

Volví al día siguiente por la mañana a casa con un dolor de cabeza y el cuerpo acartonado de no haber podido dormir bien en toda la noche. Estuve a punto de escribir a mis amigas y contarles lo que había pasado, pero recordé que a Lorena no es que le cayera muy bien que digamos. Así que preferí no darle una razón mas para ello.

Estuve dándole vueltas durante todo el día, pero finalmente decidí dejarlo pasar. Seguramente era cosa mía y no quería discutir por ello.

Siempre he sido muy pacifica. Nunca me ha gustado meterme en discusiones por algo que perfectamente podría haber sido culpa mía. Y esta era una de esas situaciones.

La semana siguiente volvimos a las clases y con ello otra vez a la rutina. La verdad es que por una parte lo agradecía enormemente. El verano no había salido como lo había planeado y tenía la esperanza de que volviendo al instituto me mantendría la cabeza ocupada.

Nada más entrar ese lunes por la puerta lo primero que divisé fue a Julio sentando encima de su pupitre. Me tense mirándole con los ojos como platos.

Había estado tan concentrada en mis cosas, que no se me ocurrió pensar que íbamos a la misma clase y le iba a volver a ver.

No me había movido de la puerta y parecía una maldita estatua incapaz de dar un paso.

—    ¡Ey, Sam! ¿Estas bien?

—    ¿Qu-que?

Me gire levemente. Carla estaba detrás de mi observándome con curiosidad. Abrí la boca, pero ninguna palabra salió de mi. No se que cara tendría en esos momentos, pero Carla empezó a buscar por toda la estancia el motivo de mi desasosiego.

Hasta que lo encontró.

Endureció el gesto y me agarro el brazo dándome apoyo moral.

Julio estaba hablando con un amigo de Víctor y no se había percatado de nuestra presencia. Carla se movió ligeramente provocando que las bisagras de la puerta chirriaran. El sonido lo alerto y giro el cuerpo. Me vio allí plantada sin poder moverme. Nada más verme se le borró la sonrisa y bajó la mirada avergonzado.

Cuando nuestras miradas conectaron algo en mi interior se activo y pude moverme por fin. Me di la vuelta rápidamente intentando salir de la clase.

—    ¡Eh! ¿Donde vas?

Carla me agarro de la muñeca. Me di la vuelta enfrentándome a ella.

—    ¿Donde crees? No pienso entrar ahí mientras este él. Sabes lo que me hizo y no pienso aguantar verle todos los días ahí sentado como si no hubiera hecho nada…

—    ¿Y qué piensas hacer? ¿Quedarte sin ir a clases un año? -abrí la boca para responder, pero enseguida la volví a cerrar. -Vas a entrar ahí, Sam -negué con la cabeza. -¡Claro que vas a entrar! Escúchame bien. Es él quien se tendría que avergonzar, no tu. Así que vas a entrar ahí con la cabeza bien alta y te vas a sentar en tu sitio.

—    No… no tía. No puedo…

Intente soltarme.

No sabia lo que quería hacer, pero desde luego no quería estar allí. Era como si el destino estuviera poniéndose en mi contra y quisiera devolverme todo lo malo que había hecho en mi corta vida.

—    ¡SI! ¡Si que puedes! -me sujetó la barbilla, obligándome a mirarla. -Se que no hemos sido muy buenas amigas en ese aspecto que digamos, pero por mis santas narices, que te vas a sentar ahí como que me llamo Carla Romero. No le debes nada y te aseguro que una mierda como esa lo único que se merece es que le den una patada en los huevos… —sonreí levemente. —...y como si lo hacemos nos expulsan, pues vamos a conformarnos con mirarle fijamente hasta que se sienta incomodo y quizás cuando el profesor no mire hacerle una peineta.

Solté una carcajada y observe la clase.

Julio no había vuelto a mirar hacia nosotras y los demás ni siquiera se habían llegado a percatar de nuestra conversación en la entrada. Quizás estaba siendo una exagerada con largarme de allí.

De pronto me sentí una cobarde de mierda y se me formo un nudo en el estomago. No quería sentirme así. No había hecho nada para tener que sentirme así y me negaba a quedarme en mi casa durante un año comportándome como una maldita rata. Así que cogí aire y lo expulse todo de golpe.

Carla sonrió y me soltó. Finalmente entramos en la clase.


El día pasó casi sin darme cuenta y la verdad es que no había sido tan malo como pensé en un principio. Julio apenas me había mirado y cuando lo hacia inmediatamente apartaba la vista bajando la mirada.

Es posible que se arrepintiera de lo que paso durante las fiestas, pero aun así no le iba a perdonar tan fácilmente. Había estado apunto de violarme, no era como si me hubiera tirado una copa a la cara.

Si ahora tenia que sufrir un poco mal no le venia. No me consideraba una chica rencorosa, pero cada vez que pensaba como casi había podido arruinar hasta mis amistades, mi compasión se evaporaba como la lluvia en una noche de verano.

Una de las veces que mire a Julio vi a Lucas mirándome. Me sonroje y estuve a punto de girar la cabeza, pero él ya me había visto y yo no tenia muy buenos reflejos.

Vi que me sonreía. No era una sonrisa de suficiencia, ni una sonrisa forzada. Era una sonrisa de amistad. La misma que me ponía en Paris antes de que empezáramos a salir juntos.

Al principio me sorprendí, pero entendí que quizás él había rehecho su vida. Además, si él no me guardaba rencor por Víctor yo no era nadie para negarle una posible futura amistad. Le sonreí de vuelta antes de volver la mirada al profesor.

Y así paso la semana sin sobresaltos.

Víctor volvía a ser el chico encantador del que me había enamorado y aunque no volvimos a hablar de lo sucedido no había vuelto a comportarse de un modo tan violento. Supuse que lo ocurrido simplemente fue producto de quizás un mal día o una mala comunicación por mi parte.

Me pidió empezar a sentarnos juntos en clase y aunque mis amigas comenzaron a decirme que estábamos mucho tiempo juntos, hice oídos sordos y le di ese gusto.

Ya el viernes cuando sonó el timbre de salida me estire  en la silla pensando en el fin de semana.

—    ¡Por fin! Pensaba que no íbamos a salir en la vida.

Lorena se había acercado hasta a mi con la mochila colgada al hombro.

—    Ya lo creo. Cada día se me hacen más pesadas las clases de matemáticas. Si no fuera porque el profesor esta bueno creo que me echaría la siesta… No te ofendas. —dije mirando hacia Víctor, al lado mío

Rodó los ojos comenzando a recoger los libros desparramados por la mesa.

—    Estaba pensando que como es la primera semana de clases y aun no nos han dicho nada de exámenes ni trabajos… —Lorena se acerco apoyando una mano en mi mesa.— quizás podríamos salir esta noche de fiesta… Así como para despedirnos que no vamos a poder salir en mucho tiempo.— mire de reojo a Víctor, quien me había dicho hacia unos minutos de ir a ver una película a su casa. Lorena enseguida capto la situación.— claramente puedes venir con nosotras, Víctor. Incluso podemos salir todos juntos. Hace mil que no lo hacemos… seria como otra cena de fin de curso, solo que mas informal.

Víctor que no había estado muy atento a la conversación desde que llego Lorena, giro la cabeza hacia ella. Luego me miro.

No se que cara debería tener en esos instantes, pero supongo que alguna suplicante, para que finalmente Víctor asintiera.

—    Claro, porque no. Se lo diré a estos. Os podéis venir a nuestro local a beber y luego ya subimos a los pubs.

—    ¿Enserio? —pregunte sorprendida

—    Claro. Podemos dejar nuestro plan para mas adelante. Además conozco esa cara y se que tienes ganas de pasar una noche con tus amigas…

Sonreí y me acerque a él dándole un pequeño pico.

—    Aunque tu también vienes…

Lorena no era muy buena disimulando cuando una persona no le caía muy bien. Aunque di las gracias interiormente por haberlo dicho tan bajito que lo oyera solamente yo.

Ya en cara mientras me vestía para la noche se me paso por la cabeza que Lucas también estaría en el local, al ser amigo de Víctor. Quizás podría hablar con él y tener una charla sobre todo lo que había pasado durante el verano. Si bien me había dado cuenta que Lucas y yo no podríamos ser novios. Éramos demasiado distintos para ello, si que podríamos llegar a tener una buena amistad. Él siempre se había comportado bien conmigo y no era justo que le apartara de mi vida así. Además en cierto modo me sentía culpable al estar saliendo con un amigo suyo poco después de romper con él.

Recibí un mensaje de mis amigas para quedar directamente en el local, así que termine de prepararme y me fui hacia allí.

Ese día hacia una noche muy agradable. Aun no había empezado a refrescar, por lo que podías ir perfectamente con un top en tirantes sin la necesidad de coger una chaqueta. La luna estaba en su punto más alto y a pesar de las luces de las farolas, se intuían bastantes estrellas en el cielo.

Llegue al local y subí las estrechas escaleras hasta la primera planta. Siempre me había parecido que estas escaleras podían llegar a ser un “arma mortal” en el caso de bajarlas borracho. Ni siquiera tenían un apoyabrazos para poder agarrarte en caso de resbalón.

Habían puesto la música a tope y parecía que las paredes vibraban a su ritmo.

Llame a la puerta con un golpe contundente.

—    ¡Pero bueno…! ¡Mira quien tenemos aquí!

—    ¿Guille? ¡Oh dios mío! ¿Pero que haces aquí? ¡Madre mía! Hacia que no te veía mil. ¿Qué coño haces aquí?

Ante mí estaba Guillermo o más bien Guille.

Guille era un gran amigo de Pedro. Antes de cambiarme de instituto íbamos los tres juntos a clase y la verdad es que nos llevábamos los tres como uña y carne. Al cambiarnos lo había perdido de vista. Además, Guille no vivía en el mismo pueblo que yo, por lo que era aun mas complicado vernos. Sin embargo, aun seguíamos en contacto y cada poco tiempo nos contábamos como iban las cosas, aunque desde lo que paso en las fiestas era cierto que por mi parte ya no le mandaba tantos mensajes.

Aún así fue toda una sorpresa verle allí y me hizo mucha ilusión.

—    Pues ya ves… me han llamado estos y hacia que no venia al pueblo un montón y ya cuando me dijeron que ibas a venir no me lo pensé dos veces. ¿Desde cuando sales con Víctor? Que calladito te lo tenias…

—    Buff… Calla. Calla. Creo que tengo que ponerte al día de muchas cosas… Pero primero lo primero.

Me acerque a él abrazándole con fuerza. Por supuesto Guille estaba igual de emocionado por verme después de tanto tiempo, así que me estrecho entre sus brazos con fuerza.

Después de mas de un minuto nos separamos con una sonrisa en los labios. Entre por fin en el local y al fondo estaba Víctor mirándonos fijamente.

Fui hasta él saludando a sus amigos por el camino. En el proceso mire a mi alrededor, pero al parecer aun no había llegado Lucas.

Casi mejor.

Tenia muchas ganas de aclarar las cosas con él, pero necesitaba una copa para darme ese empujón.

—    Hola cariño —salude agachándome para darle un beso.

Giro la cabeza cuando estaba a milímetros de sus labios. Me erguí mirándole sorprendida.

—    ¿Qué pasa?

—    ¿Cómo que, que pasa? ¿Es que acaso te falta alguien más por saludar antes de que a tu novio?

«¿Pero que…?»

Víctor me miraba con una expresión seria y los ojos ligeramente rojizos.

—    ¿Pero que dices?

—    No te hagas la tonta, sabes perfectamente lo que digo… —hablaba despacio y se trababa en alguna palabra.— ¿o es que acaso te piensas que no he visto como abrazabas a Guillermo? ¿Qué pasa que te gusta? Pues si tanto te gusta por mi puedes irte con él…

No era capaz de abrir la boca. Era la primera vez que se había comportado tan celoso. Llevábamos mas de seis meses juntos y no me había dicho nunca nada sobre los chicos con lo que había hablado.

—    ¿Y ahora no dices nada?

—    ¿Pero que…? —trague saliva y cerré los ojos durante unos instantes.— ¿Pero que coño te pasa? Sabes perfectamente que Guille es un amigo mío

—    Ya veo. Ya. Muy amigo tiene que ser para que le des esos abrazos… —gruño frunciendo el ceño.

Se levanto apoyándose en el sofá y posó su copa en la mesa con un golpe que retumbo en toda la estancia.

Mire a mi alrededor. A pesar de que a veces alzábamos la voz la música estaba tan alta que apenas se nos oía y la gente continuaba riéndose y divirtiéndose.

Volví el rostro hacia Víctor. Parecía que le costaba mantenerse en pie a pesar del enfado.

—    ¿Estas borracho?

—    ¿Qué?

—    ¿Qué si estas borracho? Es la única explicación que se me ocurre para que ahora me vengas con estas.

—    ¿Sabes que? Disfruta de la fiesta. Yo paso.

Y con esas salió del local dando un portazo. Me senté en el sofá sin dar crédito aun de todo lo que había pasado. Porque… ¿qué había pasado?

—    Toma

Gire mi cabeza. Guille se había sentado a mi lado sin darme cuenta y me ofrecía una copa.

—    ¿Qué es?

—    Algo para que te sientas mejor. He visto lo que ha pasado. Si no quieres hablar lo entenderé, pero al menos bébete la copa. Dicen que el alcohol ayuda…

Sonreí sin ganas y le cogí la copa. Guille al ver que no iba a hablar asintió y se levanto. Mire la copa de un liquido transparente con dos hielos flotando en lo alto. La moví ligeramente y me la lleve a la nariz.

Olía a ginebra.

Odiaba la ginebra.

Era como beber colonia. Cada vez que me había tomado alguna copa de ginebra sentía que mi estomago me quemaba y me revolvía en partes iguales.

Mire la puerta cerrada por donde había salido Víctor y le di un sorbo a la bebida. El licor traspasó mi garganta dejando a su paso una sensación de ardor y una arcada me sobrevino. Aun así me tome otro trago y seguidamente otro más. Y cuando ya llevaba medio vaso lo deje en la mesa y me levante directa a la puerta.

Intente cruzar la puerta, pero un golpe contra algo solido y caliente me lo impidió. Cerré los ojos por el golpe y maldije interiormente. Alguien me sujeto por los hombros antes de que me cayera hacia atrás. Alce la cabeza encontrándome con Lucas.

No se porque me separe unos centímetros de él, consiguiendo que me soltara.

—    Lucas

—    ¿Estas bien? Te has dado bastante fuerte. —dijo mirándome con preocupación.— Creo que es la primera vez que veo a alguien salir con tanta prisa de una habitación…

—    Eh… Si. Si. Estoy bien. Yo estaba… —carraspee — Estaba…

Sonrió.

—    ¿Buscando a Víctor?

—    Eh… si… ¿Como lo sab…?

—    Me lo he supuesto.— interrumpió sin dejar de mirarme fijamente.— Esta abajo en las escaleras. Sam no es de mi incumbencia, pero… —pensó durante unos segundos. Le observe con interés.—… pero creo que deberías llevarle a casa. No se que habrá pasado ni es de mi incumbencia, pero cuando ha bajado se ha puesto a pegar gritos e insultar…

—    ¿Qué?

—    He estado abajo intentando tranquilizarle, pero no se le pasa. Creo que se ha pasado con la bebida.

—    ¡Joder! Esta bien. Gracias Lucas. La verdad es que hemos discutido… en realidad ha sido por una tontería, pero no se…

—    ¡Ey! —poso una mano en mi hombro.— Ya te he dicho que no tienes porque darme ninguna razón. Mira yo se lo que paso. Víctor me lo explico… —fruncí el ceño extrañada.— Vamos a hacer una cosa. Ve con Víctor, habla con él y que se calme y ya cuando las cosas vayan mejor hablamos, ¿vale?

No entendía como después de todo Lucas se comportaba tan bien conmigo. Simplemente asentí y me deslice escaleras abajo. Justo en el primer bordillo se encontraba Víctor sentado con las piernas estiradas y la mirada hacia el cielo.

—    Víctor

Nada.

—    Víctor —dije alzando la voz

Se estremeció al oír mi voz y se dio la vuelta mirándome con ojos vidriosos.

—    ¿Ya has terminado con Guille? —pregunto con una sonrisa torcida

Suspire.

—    No empieces otra vez. Sabes que entre Guille y yo no hay nada. No se porque te has puesto así. —dije sentándome a su lado.— ¿Acaso te he dado alguna razón para que desconfíes de mi?

Hablaba con voz cansada. Realmente me afectaba que me viera como la clase de persona que podría hacerle eso a su novio y delante suya ni mas ni menos.

—    Yo…

Parecía que todo el mal humor se le hubiera esfumado. Miraba el suelo evitando mi mirada.

No sabia si lo hacia porque se sentía culpable o porque realmente es así como me veía.

Le puse una mano en la rodilla intentando captar su atención. Víctor miro mi mano, pero no se aparto. Luego volvió a observar el suelo.

—    Mira Víctor —interrumpí— Sabes perfectamente lo mal que lo pase cuando paso lo de Lucas y sinceramente que pienses que yo te haría algo así… no se, me da que pensar que no confías en mi

Suspiro poniendo su mano sobre la mía. Alzo la cabeza y me miro. Parecía que la borrachera se le iba pasando poco a poco, aunque aun le costaba enfocar correctamente.

—    Pues claro que confió en ti, nena. —susurro lentamente— De quien no confió es de los demás.

—    ¿Que pasa que alguien va a venir a forzarme a liarme con él? No lo entiendo.

—    Escucha. No se lo que me ha pasado. Es que… no se. Te he visto con Guille tan bien que me he vuelto loco de celos.

—    Eso no te da derecho a ponerte como lo has hecho

—    Lo se. Lo se. Perdóname. No se que me ha pasado. No me ha gustado verte tan acaramelada.

—    ¿Acaramelada? Pero si solo le he dado un abrazo.

—    Ya. Pero es que ni siquiera me has saludado. Es… —se llevo una mano a la cara quitándose el sudor— no se como explicarlo.

—    No hace falta que lo expliques. Esto es muy fácil ¿Confías en mi?

—    Pues claro.

—    Pues entonces no me vengas con gilipolleces y demuéstramelo, maldita sea.

Se quedo en silencio y sin mas se acerco a mi dándome un beso.

Al principio pensé en quitarme. En apartarle de un empujón e irme a mi casa. Después de cómo me había tratado era lo que se merecía.

Sin embargo, no me aparte. Abrí la boca permitiendo que su lengua se introdujera en mi interior. Víctor al ver mi colaboración me cogió la cabeza arrimándome mas a él.

No se cuanto tiempo estuvimos besándonos en ese tramo de escaleras, solo se que cuando nos separamos mi boca aun tenia el sabor del whisky que había estado bebiendo.

—    ¿Quieres que nos vayamos? —pregunto acariciándome el pelo

—    ¿a dónde?

—    Mi casa. Mis padres no están. Tenían cena familiar y van a pasar la noche en casa de mi tío.

—    No se… mis amigas ni siquiera han venido

—    Ponlas un mensaje. Creo que lo nuestro es mucho más importante que una noche de fiesta.

—    Víctor…

—    Venga, cariño. ¿No quieres que arreglemos lo de hoy?

Víctor me miraba como si no hubiera roto un plato en su vida. Sabia que me estaba manipulando y muy en el fondo si que me apetecía seguir de fiesta. Hablar con Guille, aclarar todo con Lucas y divertirme con mis amigas. Pero durante el tiempo que había estado con Víctor no me había sentido así nunca.

No quería perderle. Realmente estaba muy enchochada por él.

Así que me trague todos mis pensamientos y asentí levantándome ofreciéndole mi mano.

Víctor sonrió sabiendo ambos que me tenia en sus manos y levantándose me agarro la mano rumbo a su casa.


Durante el camino no paraba de pensar si estaba haciendo lo correcto. Si realmente quería a Víctor o lo que realmente quería era no quedarme sola.

No tenia ni la mas remota idea, pero en esos momentos solo quería que la noche pasara lo mas rápido posible.

Llegamos a su casa sobre las doce de la noche. No quedaba en el cielo ni una sola luz, excepto el leve resplandor que producía la luna.

Mire la casa de Víctor y lo que en un principio me había parecido un lugar donde quedar con mi novio, ahora lo sentía como algo lejano y asfixiante.

Subimos la solitaria casa en completo silencio con el sonido de nuestras pisadas cada vez que subíamos un tramo mas de la escalera.

—    Realmente siento lo que ha pasado antes

Víctor se había vuelto cuando abrió la puerta de su casa y ahora me miraba fijamente.

Se me formo un nudo en el estomago. No quería volver a repetir la misma discusión que antes. No sabia porque, pero tenia la certeza que no iba a cambiar de opinión por mucho que le dijera que había sido un abrazo de amigos.

—    Es igual. Olvidémonos del tema. —dije haciendo un gesto con la mano de indiferencia.

—    Esta bien. Es solo que yo… —callo por breves segundos. Pensando quizás lo que quería decirme.— …yo te quiero, y no quiero que nadie más te toque como solo debería tocarte yo.

Abrí los ojos de par en par.

—    ¿Qué? ¿Qué has dicho?

—    Que… te quiero. Te quiero, Samanta.

Era la primera vez que alguien me decía las dos palabras. No sabia que responder, me ha había quedado completamente en shock.

¿Le quería? No estaba segura.

Era cierto que Víctor sacaba mi mejor y a la vez mi peor versión de mi. También era cierto que había sido mi único apoyo tras lo que había pasado con Julio a pesar de no saberlo. Había sido paciente, considerado, amable y atento, pero últimamente parecía que se estaba comportando como un autentico cabronazo.

¿Le quería?

Quizás estábamos pasando por una mala racha. Quizás solo necesitábamos volver los dos un poco a la rutina y comenzar de cero. Quizás yo había tenido la culpa. Siempre suelo ser bastante cariñosa, quizás le había hecho sentir mal.

Quizás, quizás , quizás.

Víctor seguía enfrente mío esperando una respuesta.

¿Le quería?

Y de repente hable sin tan siquiera darme cuenta de lo que estaba diciendo:

—    Yo también te quiero

Víctor sonrió con una sonrisa amplia abarcándole casi toda la cara y me cogió del cuello acercándome a él comenzando a besarme con una pasión desmedida.

Intente seguirle el ritmo, pero realmente estaba eufórico.

Cerro la puerta de un golpe con el pie y me arrastro lentamente hasta su cuarto sin dejar de besarme. Metía sus manos debajo de mi top como si fuera el último día que me fuera a tocar. No sabia donde poner mis manos. Víctor se movía como si le hubieran electrocutado y parecía que tenia el doble de manos de lo normal.

Sentí el colchón de su cama detrás de mis muslos. Víctor se separo levemente de mi y me empujo provocando que cayera a plomo en su cama.

—    ¡Por dios! Víctor. Para un poco, por favor.

—    Nena, sabes que ahora no puedo parar. ¡Joder! No sabes lo sexy que estas así tumbada en mi cama.

Se desnudo rápidamente quedándose únicamente en calzoncillos.

—    Venga, nena. Quítate todo. Estoy que no me aguanto.

—    Víctor…

—    Vamos, joder

Se agarro el paquete con una mano y supe que no iba a cambiar de opinión. Me quite la ropa llevándome en el proceso mi sujetador y las bragas. Víctor se relamió al verme y me agarro del tobillo arrastrándome hasta el borde de la cama.

—    ¿Pero que…?

—    Shhh… déjate llevar.

Se agacho hasta sus vaqueros y saco un condón del bolsillo.  Se puso inmediatamente arrojando los calzoncillos fuera de mi visión.

Volvió a mirarme y levanto una mano acariciándome el estomago hasta bajarlo lentamente hasta mi coño. Me toco por encima comprobando la humedad y sin poder evitarlo  introdujo en mi interior dos dedos de golpe. Me queje por la impresión y por que aun no estaba del todo mojada.

—    Joder Víctor, para un poco.

Pero él no me hacia caso. Seguía empeñado en meterme los dedos lo más profundo y veloz que podía. No se como pudo pasar, pero la fricción y las caricias que a veces sentía en mi clítoris comenzaron a hacer que me fuera mojando cada vez más.

—    Eso, nena. Eso es

Siguió así cinco minutos más. Mi coño iba pasando de un rosa pálido a un rojo pasión y cada vez me notaba mas húmeda. Empecé a jadear abriendo mas mis piernas para que pudiera introducirme los dedos más adentro.

Justo cuando estaba disfrutando de ello de verdad saco los dedos y los sustituyo por su polla. Me agarro las piernas colocándoselas encima del hombro y se impulso con mis muslos metiéndome toda su polla.

Note sus huevos golpear el principio de mi culo y gemí cerrando los ojos.

Enseguida impuso un ritmo demasiado elevado. Sacaba casi toda su polla dejando únicamente el glande en mi interior y volvía a introducírmela de golpe. A veces cuando llegaba al final de mi útero me daban pequeños espasmos de dolor. Intente moverme con él, pero me tenía bien sujeta.

—    ¡Joder, nena! Como me pones… ¡Madre mía!

—    Vic… Víctor…

Trataba de decirle que fuera más despacio, pero apenas conseguía pronunciar una palabra sin gemir. Era algo superior a mis fuerzas. Comenzaba a sentir un calor apoderándose de mi cuerpo como presagiando que algo bueno iba a ocurrir. Sentía cosquillas en los pies y espasmos en mi vagina.

Si seguía así no tardaría mucho en correrme. Pero fue en ese momento cuando note como su polla se hinchaba en mi interior y se corría tensando todo su cuerpo dando las ultimas embestidas.

Abrí la boca, le mire a los ojos y fue en ese instante cuando por primera vez desde que había comenzado mi relación con Víctor, fingí un orgasmo.