Mis aventuras de adolescente VII

El verano va pasando y comienzan nuevas aventuras de la mano de Victor. Esta vez nos iremos a una pequeña casa en un terreno mio. ¿Acabara bien la cosa?

Hola de nuevo. Siento la tardanza, pero no he tenido tiempo para retomar la historia.

Tal y como dije en mi anterior relato de "mis aventuras de adolescente" en uno de los comentarios, nose como, se me paso completamente poner en el título que se trataba el numero 6. Espero que no cree mucha confusión a la hora de leerlos. Y como siempre espero que os guste y disfrutéis mucho con la lectura de este relato.

Dentro de poco va a llegar a su fin, pero aun asíaún me guardo algunas series y relatos sueltos bajo la manga que espero que disfrutéis del mismo modo.

Y sin más dilación os dejo con la historia. Espero vuestros comentarios. :)

De repente oímos ruido en la puerta principal.

-              ¡Mierda! -gruño saliendo de mi.- Mi madre.


Por un instante se me paró el corazón. Enseguida nos vestimos como pudimos, mientras oíamos como su madre se iba acercando al cuarto. Para cuando giró la manecilla, ambos estábamos sentados en la cama, más o menos decentes.

-              No sabia que estabas en casa, hijo. ¿Qué quieres que haga de cen…? -preguntó su madre quedándose con la palabra en la boca al verme allí. -¡Anda! No sabia que teníamos visita. Y… ¿tu eres?

-              Emmm.... Samanta. ¡Encantada! -dije levantándome de un salto ofreciéndole la mano. -Soy una amiga de su hijo.

-              ¡Aja!

Creo realmente que si las miradas pudieran matar, esa lo hubiera hecho en aquel momento. Me miraba con una mezcla de asco y soberbia que en mi vida he vuelto a ver. No se realmente si fue en ese instante o más tarde cuando ambas nos dimos cuenta que nunca nos caeríamos bien.

Baje la mano, después de percatarme que no iba a estrechármela.

-              Esto… mama, perdona. Creí que te había dicho que se pasaría Sam para ver una película. -mencionó Víctor colocándose a mi lado.

-              Creo que me habría acordado… -susurro apretando los labios en una mueca de desagrado. -Pero bueno… ¿vas a quedarte a cenar?

-              Ehhh… no. No, muchas gracias. En realidad, yo ya me iba. -mire el reloj de mi pulsera. -Si… se me está haciendo tarde. -mentí, deseando alejarme inmediatamente de su mirada inquisidora.

Su madre ni siquiera insistió en que me quedara. Al parecer ambas estábamos deseando que me fuera de allí. Me despedí de Víctor con un hasta luego y salí de allí lo mas rápido que pude.

La verdad es que Víctor me estaba encantado cada vez más, si bien es cierto que había algunas cosas de él que no me convencían del todo, era el único que se estaba comportando bien conmigo y después de todo lo que había pasado en las fiestas, era de agradecer.

Los días siguientes casi no hable con mis amigas, a pesar de que no paraban de enviarme mensajes o incluso llamarme, preguntándome como estaba, pero yo siempre las contestaba con un escueto bien y alejaba el móvil de mi o lo ponía en silencio. La única que no había intentado comunicarse conmigo era Lorena. En parte lo entendía. Estaba enamorada de un tío que había intentado violarme, pero hubiera agradecido que se preocupara por mi, su amiga.

Víctor también me escribía a menudo tratando de volver a quedar conmigo, pero necesitaba un tiempo para pensar bien lo que quería hacer y no volver a precipitarme. Estaba claro que no era la mejor a la hora de tomar decisiones.

El lunes de la semana siguiente recibí un mensaje de Lorena. Simplemente me preguntaba si podía quedar con ella. Al principio no estaba muy segura de querer verla, pero respire tres o cuatro veces seguidas y finalmente acepte. Estaba claro que esto iba a pasar de un momento a otro y que mejor que cuanto antes.

Teníamos que aclarar todo.

Una media hora más tarde estaba sentándome en un bar cerca de mi casa. Lorena ya había llegado y me esperaba sentada.

-              Hola Lore -salude seria sentándome enfrente suya.

-              Hola Sam

Nos quedamos ambas en silencio, intentando supongo encontrar las palabras para comenzar una conversación que pesaba demasiado.

-              Bueno… esto… tu digas.

Lorena cerró los ojos unos instantes y tragó saliva.

-              Yo… bueno… lo siento -la mire sorprendida. -Siento haber sido una amiga de mierda y siento todo lo que pasó. -susurro con los ojos brillantes.

-              No es culpa tuya… -dije con un hilo de voz.

-              ¡Claro que sí, tía! -enfatizó poniendo las manos en la mesa. -Estaba tan enchochada de él que no me di cuenta de lo gilipollas que era. No me quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si no le hubieras pateado los huevos.

-              Aun así sigue sin ser culpa tuya, tía. Y créeme que si hubiera tenido la oportunidad le hubiera dado más fuerte de lo que le di. -dije sonriendo levemente.

Lorena dibujo una pequeña sonrisa.

-              Siento no haberte llamado todos estos días. Es solo… que no sabía cómo hacerlo. Me había comportado fatal saliendo corriendo de la peña. . -murmuró bajando la mirada. -Realmente me daba vergüenza

-              No tienes porque disculparte. Entiendo porque lo hiciste. -dije revolviéndome en mi asiento. -Si yo hubiera estado en tu lugar hubiera hecho lo mismo….

-              ¡No digas tonterías! -gritó mirándome fijamente. -Me comporte como una gilipollas cuando lo que debería haber hecho es ir directa a patearle el culo al imbécil de Julio y luego haberte acompañado a denunciarlo. ¡Eso es lo que tenía que haber hecho! Y no comportarme como una cobarde…

-              Bueno… digamos que ambas lo hicimos mal y listo.

-              Sigo pensando que la culpa la tengo yo, pero si te sientes mejor así… esta bien.

Sonreí. Algo era algo. No me sentía muy cómoda hablando de lo que pasó y creo que Lorena lo entendió enseguida, por lo que después de “hacer las paces”, pedimos ambas una cerveza y cambiamos de tema. La conversación fluyó enseguida. Parecía que no había pasado nada y eso era justo lo que quería. Olvidar todo lo que había pasado con Julio, como si no hubiera ocurrido.

El verano pasó casi sin darme cuenta, después de la quedada con Lorena, todo volvió a la normalidad, si bien es cierto que cuando quede por primera vez con mis amigas me acribillaron a preguntas, Lorena las paró enseguida argumentando que lo pasado, pasado estaba. Mis amigas lo entendieron o al menos esa fue la sensación que me dio.

Durante ese tiempo seguí quedando con Víctor, a pesar de que ambos no habíamos dicho nada comenzamos a hacer vida de novios, quedábamos para ir al cine, a tomar algo, hacíamos places, etc. Estaba claro que algo había empezado entre nosotros sin darnos cuenta y no podía estar más feliz. Después de todo lo que había ocurrido con Lucas y Julio, Víctor me dio la tranquilidad que necesitaba. Mis amigas a veces decían que me absorbía demasiado y pasaba mucho tiempo con él, pero me sentía bien y eso era lo importante.

Era el ultimo día de verano, prácticamente. La semana siguiente volveríamos a la normalidad y a las clases, asique quería hacerle algo especial a Víctor. A pesar de que habíamos follado en su casa o en la mía cuando nuestros padres no estaban, era cierto que lo hacíamos rápido y corriendo por temor a que pudieran aparecer en algún momento. El día anterior a proponérselo me acordé de la pequeña casa que tenía mi abuela en un terreno y al que pocas veces mi padre iba, es por ello que esa misma tarde sin que se diera cuenta le cogí prestada la llave del lugar y fui a que me hicieran una copia. Ya con ella en mis manos, solamente fue volver a dejarla en mismo lugar.

Le mande un mensaje a Víctor contándole mi plan y le pareció una idea estupenda. Ahora solo quedaba convencer a mis padres de pasar la noche fuera.

Entre en el salón encontrándome a mi madre mirando fijamente un programa de cotilleos. Suspire volteando los ojos.

-              Mama.

-              ¡Dime! -susurro sin apartar la mirada del televisor.

-              Te quería preguntar algo. Bueno… como ya sabes estoy quedando mucho con Víctor y bueno… he ido muchas veces a su casa. Y la cosa es que me preguntaba si me dejarías pasar la noche en su casa.

Mi madre giró la cabeza observándome. Frunció el ceño a la vez que se cruzaba de brazos.

-              ¿Tu y él solos?

-              Claro, mama. ¿Con quien más íbamos a estar?

-              Pues con sus padres, por ejemplo. Que eso también… ¿donde se van?

-              Creo que se van a visitar a alguna tía de Víctor. No estoy muy segura.

-              No me hace ni pizca de gracia que estéis los dos solos en la casa. -su ceño se profundizó aún más. -¡A saber qué hacéis los dos solos! NO. ¡DE ESO NADA!

-              Oh, venga ya, Mama. Lo haga con Víctor lo puedo hacer de día, de noche o cuando quiera. Solo vamos a cenar, ver una peli y acostarnos. ¡Eso es todo!

-              Si solo vais a hacer eso, ¿porque no puedes venir después de la película?

-              ¡A saber a qué hora acaba! ¡Oh, vamos! -suplique poniendo ojos de cordero degollado. -La semana que viene empiezan ya las clases y luego ya no podremos quedar tan de seguido. ¡Vamos! Solo será una noche….

Mi madre suspiró negando con la cabeza. Sonreí interiormente. Conocía lo suficiente a mi madre como para saber que aunque no la agradaba me iba a dar el visto bueno.

-              Esta bien… -susurro.- Pero te quiero aquí mañana por la mañana bien pronto, ¿Está claro?

-              Como el agua. -sonreí dándole un beso.

Salí del salón y nada más cruzar la puerta le mande un mensaje a Víctor. Enseguida me contestó quedando a media tarde para comprar todo lo que nos hacía falta.

Me pase toda la mañana nerviosa. Estaba claro que no era la primera vez que lo hacíamos ni que quedábamos, pero esto se sentía más como una cita de verdad y en lo que me respectaba a mi, era la primera vez que iba a tener una de esas. Así que me duche, me depile y me planche el pelo hasta que parecía que estaba tocando seda con los dedos. Elegí un vestido veraniego que se pegaba bastante al cuerpo y unas cuñas, que disimulaban un poco mi corta estatura. Me mire en el espejo del cuarto y la imagen que se reflejaba me gusto. Mi pelo oscuro resaltaba el blanco del vestido y además había cogido un poco de color en la piel, que me favorecía aún más.

Mire la hora. Sonreí y me despedí de mis padres. Mi madre aún seguía manteniendo el ceño fruncido, pero no dijo nada.

Víctor ya había llegado y estaba apoyado en la pared del portal. Estaba realmente guapo. Se había arreglado un poco el pelo con gomina, dándole un toque gamberro, con unos vaqueros gastados y una camisa abierta. Si no supiera que nos podría ver alguien me lo habría follado en ese mismo momento. Me conforme con un beso que duró más de la cuenta y no hizo otra cosa que ponerme más cachonda de lo que ya estaba.

Fuimos al supermercado a comprar la cena. Casi todo fue preparado, dado que en la casa la cocina era de gas y al no ser utilizada frecuentemente no habíamos cambiado la bombona.

Con todo hecho nos dirigimos al terreno. Me encantaba ir allí. Me traía muy buenos recuerdos de mi infancia. Casi todos los veranos mi abuela se encargaba de limpiar toda la casa, ponía en el jardín una piscina pequeña, y ahí que íbamos a pasar el día entre baños y risas. Era una lastima que ya todo eso se hubiera perdido con el pasar de los años.

Abrí la puerta de la valla contemplando el lugar. Seguía igual de siempre, con un pequeño huerto al lado de la casa y rosas rodeando el lugar. Parecía que los años no hubieran pasado por la casa. A pesar de no ser muy grande, era bastante cómoda y en cierto modo me recordaba a la casa del abuelo de Heidi, solo que esta estaba en medio de un pueblo.

Sonreí cuando pude encender la chimenea.

-              Se te dan muy bien estas cosas… -murmuró Víctor mirándome sentado cerca de mi.

-              Siempre me quedaba mirando cuando mi padre la ponía. Solo es cuestión de practica.

-              Para el verano que viene, ya se quien se va a encargar de hacer las barbacoas.- dijo riéndose.

Le miré sorprendida.

-              ¿El verano que viene?

-              Eh… si bueno… -se rasco la cabeza nervioso. -Quería decir que… bueno pues que…

Me levanté, me senté encima suyo y le besé con cariño. Enseguida me correspondió el beso, metiendo su lengua en mi boca. Sabía al chicle de menta que había tenido antes y eso solo hizo que me dieran más ganas de besarle.

Después de más de un minuto sin separar nuestras bocas, me aleje de él lentamente a mi pesar. Sabía que si seguíamos así follariamos en ese mismo instante y quería alargar el momento. Nos quedaba mucha noche por delante.

-              Mmm…. si llego a saber que una barbacoa te iba a poner así. Lo hubiera dicho antes -susurro Víctor con una media sonrisa.

Le sonreí de vuelta.

-              A mi es que enseguida se me gana con comida, ya lo sabes. -dije riendo.

Después de nuestro momento improvisado, nos pusimos a preparar lo poco que hacía falta de la cena y cenamos entre risas y conversaciones banales.

El tiempo pasó enseguida y cuando me quise dar cuenta ya estábamos en el postre. Me levanté para coger un bizcocho que había dejado en la encimera, pero cuando fui a coger el plato note unas manos en mi cintura.

-              Mmmmm… ¿sabes? Creo que yo prefiero otro postre. -susurro Víctor en mi oreja acercando su cuerpo al mío.

Sentí en mi culo la erección que ya se iba formando dura.

-              ¿A si? -jadee cuando deslizó su lengua por mi cuello. -¿Y qué clase de postre quieres?

-              Bueno… había pensado en algo dulce… -su mano subió lentamente por mi muslo. -calentito… -se deslizó debajo de mi vestido y aparto mi tanga a un lado.

-              Ajam -jadee abriendo más mis piernas.

-              Y apretado… -un dedo se introdujo en mi interior provocando un gemido que intente contener mordiéndome el labio inferior. -¿Que opinas? ¿Hay un postre así para mi aquí?

-              Bueno… seguro que al-algo puedo encontrar -murmure tartamudeando por el placer.

Colocó una mano en mi estómago asegurándose que no me moviera e introdujo otro dedo en mi coño. Esta vez no pude evitar que el gemido se oyera por toda la estancia. Notaba mis fluidos bajando por mis muslos y como un calor abrasador se iba apoderando de mi.

Eche el culo hacia atrás apretándolo contra su erección.

-              Buuff… joder… no sabes como me pones.

Comenzó a mover los dedos dentro de mi. Acompañaba el movimiento con mi cuerpo e incluso a veces cuando el placer se hacía insoportable intentaba cerrar las piernas, pero él lo impedía con su cuerpo separándolas aún más.

Deslizó su mano en mi estomago hasta mi pecho empezando a apretarlo y pellizcando mi pezón por encima de la ropa.

-              ¡Joder! Más… hazlo mas fuerte.

-              ¿Si? ¿Te gusta el dolor? -pregunto jadeando cerca de mi oreja

-              Diooos… si… si…

Apretó más fuerte mi pezón llegando incluso al dolor. Pero por alguna extraña razón eso solo hizo que me excitara mucho más.

Sacó sus dedos de mi interior, a la vez que oí el ruido de una cremallera.

-              Pon-ponte un condón. -aún me costaba hablar correctamente. -que luego nos pasa lo mismo que el otro día.

-              Un poco solo

-              Que no, Víctor. Que luego no te lo pones.

-              Shhh… calla.

-              Que no, Vic… -no pude terminar la frase. Víctor me la había metido prácticamente entera sacándome el aire de golpe. Ni siquiera pude gemir, cuando de otra embestida me la acabó por meter del todo.

-              Jodeeer…. -Jadee finalmente recuperando el aire de golpe. -No… no seas tan bruto. ¡Dios!

-              Anda que no te gusta… -dijo entre dientes dándome un azote.

Comenzó a penetrarme fuertemente. Notaba sus pelotas golpearme el clítoris con cada embestida provocando pequeños calambres alrededor de mi coño que se iban expandiendo hasta la punta de los pies.

Posó su mano en mi clítoris acariciándolo suavemente a la vez que aumentaba el ritmo de la penetración hasta tal punto en que no salían más que gemidos por mi boca.

Abrí más mis piernas, sintiendo su polla más profundo. Víctor no paraba de jadear en mi oreja, dándome de vez en cuando pequeños mordiscos.

Sentía como su polla se iba hinchando en interior.

-              No… no te corras dentro…mmm… dios… -dije como pude.

-              Joder, tía….

-              ¡Que no! Luego yo soy la que me tengo que tomar mierdas.

-              ¡Mierda! -gruñó separándose de mí de golpe.

Pensé que se había enfadado conmigo, pero me arrastro hasta una de las habitaciones donde teníamos un pequeño sofá. Cogió dos almohadas y las tiró al suelo. No entendí que estaba haciendo hasta que me tiro encima de ellas poniéndome con el culo en pompa.

Con una rapidez formidable me levanto la parte de atrás del vestido y me arranco el tanga haciéndome daño en la cadera. Me queje poniendo una mano en ella.

-              ¡Quieta! -dijo cogiéndome las manos, colocándolas detrás de la espalda. -Ahora no habrá problemas para que me corra dentro.

-              No, Víctor. No lo hemos vuelto a hacer por ahí y me va a doler…

-              Bueno… ya sabes lo que se dice. Será un momento

-              No, enserio. ¡Víctor!

Pero él ya estaba preparado para metérmela. Soltó una mano, agarrándome solo con una y ayudándose empezó a meterme el glande sin dilatarme. Intente separarme de él. Me estaba doliendo bastante y tenía que apretar los dientes para no ponerme a gritar.

No entendía que se estuviera comportando así cuando habíamos empezado tan bien.

-              Víctor, joder. ¡Enserio! ¡Para ya!

-              Solo será un momento. ¡Ya verás!

-              Que no.

Pero él ya había comenzado a metérmela sin parar. Notaba como se iba introduciendo cada centímetro en mi interior entre grandes dolores. Estaba bastante tensa y eso no ayuda a la penetración.

Un azote provocó que durante breves segundos destensara mi cuerpo haciendo que los pocos centímetros que quedaban se introdujeran en mi interior de golpe.

-              ¡Jodeeer! -me queje sintiendo como una lágrima bajaba por mi mejilla.

-              ¡Ya está, nena! Ya la tienes toda dentro.

Apenas se quedó unos segundos quieto en mi interior que empezó a moverse sacando su polla, para volver a meterla de golpe. Mi cuerpo no se acostumbraba y cada vez que sentía su polla hasta el fondo soltaba un pequeño quejido.

No podía parar de llorar. Sentía todo mi interior ardiendo como si me hubieran metido un hierro abrasador.

Víctor no paraba, sino que cada vez iba aumentando más y más la velocidad con la que me penetraba. Mi cuerpo se movía al compás de sus embestidas. Ya ni siquiera me quejaba. Mi rostro se había convertido en un rictus de dolor permanente. Solamente quería que parara, cosa que no tardó en pasar después de unas embestidas más.

Sentí como me llenaba de semen calmando parcialmente el escozor de mi interior y finalmente su cuerpo sudado cayó lapso encima de mi.

No me moví. Permanecí en esa misma posición incluso cuando ya no sentí su peso encima de mi.

-              Bufff… pequeña ha estado genial. -susurró jadeando. Permanecí en silencio. -¿Pequeña?

Al ver que yo no contestaba se acercó a mí ayudándome a levantarme. Había parado de llorar, pero tenía los ojos rojos e irritados.

-              Ey, pequeña. ¿Estás bien?

Le miré con odio.

-              ¿Como puedes preguntar eso? ¿QUE SI ESTOY BIEN? -grite con voz ronca. -¿ACASO ERES GILIPOLLAS? Pues claro que no estoy bien. ¡Me has hecho mucho daño!

Víctor me miró con una mezcla de preocupación y remordimiento.

-              Y-yo…. joder Sam… no… no se que me ha pasado… perdóname, por favor.

Aparte mi mirada de él, cruzándome de brazos.

-              ¡Que te den, Víctor! ¡Que te den!

-              Venga, pequeña. No seas así… -dijo poniéndome una mano en el brazo. Se la aparte de mal humor. -Venga… -se acercó a mí rodeándome con sus brazos. Intente apártale, pero me apretó con más fuerza. -¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?

-              ¡No! ¡Déjame! Has jodido lo que iba a ser una noche perfecta. ¡Ahora te jodes!

-              Anda… no seas así… -susurro cerca de mi oreja, dándome un pequeño beso detrás del lóbulo. -Seguro que puedo hacer que lo olvides…

No conteste.

Acercó su cara en un claro intento de besarme, pero gire la cabeza en el último momento. Suspiro, pero enseguida sentí su mano acariciando mi muslo. Me revolví incomoda, pero me agarro de la cadera evitándolo.

-              Tranquila… ya veras como esto te gusta… -susurro subiendo su mano hasta mi entrepierna.

Después de lo que había pasado se me habían pasado las ganas, pero mi coño aun seguía mojado. Acarició levemente mis pliegues cual alas de una mariposa.

-              No enserio, Víctor. No quiero…

-              Shhh…. tu solo déjate llevar…

Cerré los ojos relajando el cuerpo. Su mano no paraba de acariciarme suavemente sin llegar a profundizar. Mi cuerpo volvió a calentarse en breves segundos creándome algún tipo de dependencia a su mano.

Seguía siempre la misma cadencia. Arriba, abajo y a los lados. Todo eso sin parar de rozar en determinadas ocasiones mi clítoris, el cual sentía como pequeñas pulsaciones.

Jadee apretando los labios. Estaba enfadada, pero mi cuerpo iba por otra dirección mojándose cada vez más.

-              Buuff….

-              ¿Ves? Ahora es mejor. ¿A que si?

Asentí levemente sin llegar a abrir los ojos. Movía la cadera intentado un roce más intenso, pero Víctor seguía acariciándome con leves movimientos frustrándome un poco más.

Justo cuando pensaba en abrir la boca para exigirle, metió dos dedos lentamente en mi interior.

Gemí echando la cabeza hacia atrás, apoyándola en su hombro.

-              Eso es, nena…

Lamio mi cuello provocando que el pelo se me pusiera de punta. Movía sus dedos en mi interior rozando mis paredes internas. Colocó su pulgar en mi clítoris intensificando todas las sensaciones.

A través de mis ojos cerrados veía pequeñas chispas que iban transformándose cada vez más y más grandes, al igual que el placer que sentía.

De repente metió un tercer dedo y ya no pude soportarlo. Me corrí entre grandes alaridos mientras mi cuerpo comenzaba a convulsionar expulsando todos mis fluidos.

Sin duda había sido mi mejor corrida hasta la fecha.

Suspire, apoyándome completamente en su cuerpo.

-              Aun así no te he perdonado…. -jadee intentando recuperar la respiración