Mis aventuras de adolescente IV

Continúan las fiestas. Víctor se ha metido de lleno en mi vida. ¿Pasara a un segundo plano Lucas o Víctor solo habrá sido un lío de una noche?

Cerré los ojos intentando controlar mi respiración. La cabeza me daba vueltas y empezaba a llegarme el olor a meados y suciedad del callejón.

Volví a abrir los ojos. Víctor me observaba con una sonrisa de medio lado.

-              ¡Vaya! Nunca había visto algo así… Te lo has pasado bien, ¿no?

No conteste. Me limite a subirme los pantalones. Estaba tan avergonzada que lo único que quería era irme de allí. No sabía qué narices me había pasado.

Me aparte de la pared intentado alejarme de él.

-              Venga Sam. No seas así… -murmuró cogiéndome de la muñeca.

Tire de mi brazo consiguiendo soltarme. Aún seguía un poco borracha y todo lo sucedido se mezclaba en mi mente y comenzaba a sentirme como en un parque de atracciones.

Apoyándome en la pared fui deslizándome hasta el final del callejón.

-              Espera Sam. Venga… no te vayas…

No me gire. Seguí caminando y caminando hasta que me topé con la puerta del portal de mi casa. Apenas lograba ver con claridad. Me había subido la bebida de golpe y a cada paso me tambaleaba. Como pude entre en mi casa rezando para que mi madre no viera en qué condiciones llegaba y en cuanto toque la cama caí a plomo sobre esta.

Desperté al día siguiente sintiendo los rayos del sol. Había llegado tan mal que no había bajado las persianas ni me había desvestido.

Por dios, aun no acababa de creerme que lo de Víctor hubiera pasado realmente. No estaba segura de sí Lucas me había visto besándole, pero si quería ponerlo celoso estaba segura de lo que había conseguido.

Me duche y prepare. Al mirar mi móvil tenía varios mensajes de mis amigas preguntándome dónde me había metido anoche e incluso alguno de Víctor pidiéndome que recapacitara.

Conteste a mis amigas excusándome y borre el mensaje de Víctor. Aún no estaba preparada para hablar con él.

Las fiestas continuaban, pero visto lo que había pasado los días anteriores cada vez tenía más ganas de que se acabaran. No sabía porque, pero tenía la sensación de que iba a pasar algo malo.

Me prepare algo suave para comer y quede en el local con mis amigas.

Ese día iba a ir un grupo de música electrónica a ambientar las fiestas. Se iba a hacer en un espacio abierto que teníamos en el centro del parque de mi pueblo. Lo habían decorado con un espacio de baile, una plataforma, en la cual iba el dj e incluso habían puesto dos casetas tipo bar, para quien quisiera beber. Daba la sensación de que íbamos a asistir a un concierto en pequeña escala.

Ya en el local, sentadas en el pequeño sofá que teníamos, las conté a mis amigas lo que había pasado con Víctor.

-

Espera, espera, espera…. ¿Te has liado con Víctor?

-

Si

-

¿Enserio?

-

Si, enserio. ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?

-

Las veces que hagan falta… Es que aun ni me lo creo, tía.

La que no acababa de creérselo era yo.

Mire a Lorena que no había abierto la boca desde que había empezado a hablar.

-

¿No tienes nada que decir?

-

No sé qué quieres que te diga… -dijo dando un sorbo a su bebida. - A ver… te quiero decir… si lo que querías era joderla a lo grande lo has hecho de puta madre.

-

¡TIA! -la recrimino Carla

-

No me digas que tú no lo ves… estaba claro que si lo que pretendías era volver con Lucas, ahora ya ni lo pienses…

Baje mi vista a mis vans negras. La verdad es que razón no la faltaba.

La había cagado, pero bien.

-

Bueno… ahora la mala es Samanta, ¿no? -dijo Carla llamando mi atención. - Pero vamos a ver… Lucas y Sam ya no son novios, ósea que lo que haga ella a él ni le viene. Y sinceramente yo creo que ya tuvo de sobra su oportunidad y decidió comportarse como un gilipollas. Así que, tía tu haz lo que te dé la gana. Como si te lías con todos los chicos que se te cruzan por medio.

Sonreí.

Al parecer Lorena no estaba de acuerdo con ella, la miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

-

Pero a ver… ¿a ti te mola Víctor? -preguntó Lorena girándose hacia mí.

-

Pues no se… nunca me había fijado en él. No es que sea feo ni nada por el estilo, es solo que no es mi prototipo de tío. Pero… buf…. lo que sentí ayer no lo sentí besando a Lucas.

-

¡Ahí lo tienes! -exclamó Carla.

La miré sin comprender.

-

Pues que a ti te puede gustar Lucas y lo que tú quieras, pero una relación no va a ninguna parte si en tema de sexo no os compenetráis. Con Víctor sí que pasa. Pues tía aprovecha eso y líate con él las veces que te dé la gana y si luego ves que eso no lleva a ninguna parte… pues hasta luego Maricarmen.

Nada más terminar de hablar nos empezamos a reír. Carla tenía un estilo muy único para ver la vida.

Lorena cogió su vaso y se levantó alejándose de nosotras. Estaba claro que no compartía el mismo entusiasmo que Carla sobre mi “lío” con Víctor.

La verdad es que me había dado qué pensar. Quizás Carla tenía razón y tenía que aprovechar la ocasión con Víctor.

No estaba segura.

Me llene la boca de mi vodka con limón observando a Carla, la cual había empezado a hablar con Clara sobre el último tío que se había ligado.

Enseguida cambiamos de tema y mi lío con Víctor paso a un segundo plano. Lorena a los diez minutos se volvió a unir con nosotras como si no hubiera pasado nada y comenzamos a reírnos por alguna tontería que había dicho Clara.

Aún quedaban dos horas para que comenzara el “concierto” y queríamos aprovecharlo contándonos cotilleos y bebiendo.

Sin todo el lio de Lucas y Víctor el tiempo se me pasó volando y cuando me quise dar cuenta estaba entrando en el parque. Era impresionante la decoración que habían puesto, incluso me enteré más tarde de que algunos pubs habían ayudado a darle un ambiente más electrónico colocando luces de colores y el mismo humillo que había en “el picante”.

-pensé observando la espesura rosa que se iba formando a nuestro alrededor.

Clara me hizo la señal de que ya era hora de pedirnos una copa y como no, las demás la seguimos cual perrillos detrás de  su amo.

Empezaba a replantearme si Lucas había tenido razón cuando me llamó borracha la noche anterior.

Ya con nuestra bebida en la mano empezamos a meternos por el bullicio, se notaba que era el penúltimo día de las fiestas, ya que casi no entraba ni un alfiler.

Una vez encontramos un hueco esperamos a que empezara la música. Como siempre pasa en casi todos los espectáculos al aire libre tardó más de media hora de su hora en comenzar, pero enseguida se nos pasó cuando comenzamos a bailar como si no hubiera un mañana.

Quizás también contribuía a que casi nos habíamos terminado nuestras copas, más las otras que llevábamos en el cuerpo del local.

Hubo un momento en el que los empujones de los demás, el humillo y el que apenas se pudiera respirar ahí dentro empezó a agobiarme.  La hice un gesto con la mano a Carla de que iría a por otra copa a la caseta.

Una vez con mi copa llena me di la vuelta chocando con un cuerpo duro.

-

¡JODER! -grite cagandome por dentro en todo.

Me acababa de tirar todo el contenido de mi copa encima. Algunos de los hielos se me habían colado por el canalillo y un escalofrío me recorrió el cuerpo.

-

Pero tío, ¡mira por dónde vas! ¡Joder! -volví a gritar mirando al chico que me lo había tirado.

El chaval parecía que llevaba más de una copa encima y me miraba tambaleándose con los ojos dilatados.

-

Per-perdona… no te había visto… -tartamudeo sacudiéndome la camiseta tratando de limpiarme.

-

¡Pero... Qué me estás tocando las tetas, tío! Pero… ¿tú de qué coño vas? ¡joder!

-

¡Oye oye! Que has sido... tú la que se ha dado la vuelta de golpe…

-

¡Ahora la culpa la tengo yo! ¡No te jode!

-

Pues quizás… quien sabe si no lo has hecho para que te toque las tetas… que se te ve un poco golfa

-

¡Pero… serás…!

Le di un empujón, pero el chico era más alto y más fuerte que yo, así que, aunque estaba borrachísimo apenas se movió.

-

Que digo yo que si querías que te sobara no hacía falta que te chocaras conmigo… -dijo agarrándome fuertemente del brazo. - Con que me hubieras dicho que tenías ganas de follar yo te daba con todo lo gordo.

-

¿Pero que coño me estás diciendo?

-

¡No te hagas la estrecha! -murmuró atrayéndome a él.

Su cara se había quedado tan cerca de la mía que me llego un pestazo a alcohol que provocó una cara de asco de mi parte.

Intente soltarme, pero me tenía bien agarrada. Empecé a asustarme.

-

¡Eh tú gilipollas! ¡Suéltala ahora mismo!

El chico se dio la vuelta sin soltarme, más bien me agarró con tal fuerza que estaba segura de que me había dejado marcados los dedos.

Víctor estaba enfrente nuestra con una mirada de odio que no le había visto nunca.

-

¿Es que no me has oído? ¡Que la sueltes! -volvió a gritar mirándole fijamente.

-

¿Y tú quién coño eres?

-

Su puto novio gilipollas y como no la sueltes te reviento a hostias, ¿me has entendido?

La verdad es que en otra situación me haría hasta gracia esa amenaza. El chico que me estaba sujetando le sacaba una cabeza y se notaba que tenía una fuerza superior a la de él. Aun así, no sé porque tenía la impresión de que si en esos momentos se formaba una pelea Víctor no iba a parar. Tenía los ojos abiertos como platos y se le había hinchado la vena del cuello dándole un aspecto de psicópata que provocó que el chico dudara.

-

Enserio te lo digo, suéltala ahora mismo o llamo a la poli y se lo cuentas a ellos.

-

Buf… qué tío más pesado. ¡Ale! -grito empujándome hacia Víctor. - ¡Quédate con la puta!

Menos mal que Víctor tuvo reflejos suficientes como para sujetarme, sino me hubiera dado de lleno contra el suelo.

-

¿Estás bien? -me pregunto mirándome preocupado.

Le mire a los ojos. Ya no había esa furia que había visto, pero se notaba que seguía enfadado.

Me di la vuelta, pero el chico ya se había ido.

-

¡Ey! -me llamo haciendo que volviera a mirarle. - ¿Estas bien?

-

Si… si…

-

¿Seguro?

-

Si. Estoy bien. No te preocupes.

-

¡Por Dios! Casi me lio a hostias. Si llego a ver que te toca un pelo…. yo… -gruño peinándose el pelo hacia atrás.

-

¡Eh! -le agarre la cara. - Estoy bien, ¿vale? No ha pasado nada. Solo ha sido un gilipollas comportándose como su propio nombre indica.

-

Ya, tía. Pero no se…

-

Venga, vamos a olvidarlo, ¿vale?

Asintió acariciándome la mano. No me había movido y mi mano seguía apoyada contra su mejilla.

Ese pequeño roce me hizo volver a la realidad y me separe de él como si me hubiera dado un calambre.

Mire a mi alrededor, pero solamente estaba el.

-

No está.

-

¿Quien? -pregunte sonrojándome

-

Lucas. No está.

-

No estaba… yo no…

No sabía bien qué decirle. Me mordí la lengua llamándome interiormente estúpida.

Me acababa de “salvar” de un idiota y lo primero que hacía yo era mirar a ver si nos estaba viendo Lucas.

-

Escucha… yo… gracias.

-

No hay de que. -dijo sonriendo, aunque la alegría no le llegó a los ojos.

-

Esto… ¿Quieres tomar algo? Se ve que yo voy a tener que comprarme una bebida nueva. -anuncie señalando el vaso de plástico del suelo.

-

Eh… no, gracias.

Ambos nos quedamos en silencio. No sabía bien qué decirle sin cagarla como lo había hecho.

-

En realidad, quería preguntarte si te gustaría ir a otro sitio.

-

¿Como?

-

Bueno… creo que tenemos cosas de qué hablar, ¿no?

Asentí levemente.

Gire mi cabeza mirando a lo lejos a mis amigas. Seguían bailando sin enterarse de nada.

-

Mándalas un mensaje. No te preocupes, solo serán unos minutos. Volveremos después.

Le hice caso. Saque el móvil de mis pantalones y la mande un mensaje a Carla. Ella ya se encargaría de comunicárselo a las demás.

Empezaba a notar como se iba secando el alcohol de mi camiseta pegándose a mi piel.

Una vez hube guardado el móvil, Víctor me cogió de la mano y me sacó de allí. No sabía a dónde íbamos, pero tampoco me importaba mucho.

No paraba de pensar en lo que le iba a decir.

Y es que… ¿que le podía decir?

¿Que no me había gustado? Mentira

¿Que no estaba deseando repetirlo? Mentira

¿Que no había significado nada para mí? Mentira

Tenía la cabeza hecha un lio.

Diez minutos más tarde habíamos llegado a una especie de piso viejo. El ladrillo se iba desprendiendo lentamente y la puerta parecía que de un momento a otro se fuera a caer.

-

¿Dónde estamos? -pregunte mirando el edificio de arriba a abajo

-

Es nuestro local. Lo sé, es una puta mierda. Pero es lo que hay.

Entramos y por dentro tampoco estaba mucho mejor. Había una tele vieja a la que le faltaba el botón de encender, unos sofás que ya habían pasado a mejor vida y una especie de barra llena de copas y refrescos, que daba la sensación de que si intentabas coger alguno te llevarías parte del hormigón contigo.

Víctor me llevó a un sofá y nos sentamos.

-

Bueno… -dije mirándome las manos sin saber por dónde empezar.

-

¿Te gusto?

-

¿Perdón? -pregunte alzando la vista

-

Que si te gusto lo de ayer.

-

Esto… -Víctor me observaba con esos inmensos ojos azules. - Si. Me gusto.

-

Y… ¿quieres repetir?

-

Yo… no se…

Sonrió formándosele un pequeño hoyuelo en la mejilla.

-

¿No quieres saber si puedo hacerte disfrutar más?

Se me paró la respiración. Se lamió el labio inferior y yo no pude más que seguir el movimiento de su lengua.

¡NO! ¡NO!

-pensé intentado reconducir mis pensamientos a algo que no fuera sexual.

-

Escucha yo… ayer no sé que me pas…

No me dejo terminar. Se avanzó hacia mí agarrándome de la cabeza atrayéndome a sus labios. Hice un intento de separarme, pero ambos sabíamos que realmente quería lo que estaba a punto de pasar.

Pasó su lengua por mi labio inferior y yo abrí la boca para recibirle. En verdad besaba como los putos dioses.

Lleve mis manos a su cabello sintiendo la suavidad de este. Una de sus manos se coló por mi camiseta acariciándome el estómago.

Mi piel se puso de gallina al notarle.

Profundice el beso, pasando de ser suave y delicado a algo mucho más salvaje y lujurioso.

Toque su pecho notando el calor de su piel. A pesar de que no era un chico musculo, estaba bastante duro.

Me preguntaba si otra cosa suya también se encontraría en ese estado de solidez.

Baje aún más mi mano colocándola en su entrepierna. No sabía qué coño me pasaba con Víctor que me hacía desinhibirme de esa forma, pero estaba desatada.

Nada más palparlo me lo encontré duro y por lo que se intuía largo, también.

La mano que tenía apoyada en mi abdomen fue subiendo, sorteando mi sujetador, hasta que alcanzó su premio.

Un pequeño pellizco me hizo gemir en su boca. A veces me amasaba el pecho, como si de la masa de pan se tratara.

A pesar del dolor que me producía su falta de tacto no podía parar de jadear y restregarme como una gata en celo.

-

Mmm… más, más. -dije cuando se separó levemente de mí.

-

¿Quieres más?

Asentí cerrando los ojos.

-

Ven.

Me levanto comenzando a sacarme la camiseta por la cabeza. Intento quitarme el sujetador, pero se lo impedí agarrándole de la muñeca.

Al tener un pecho bastante grande comparado con mi complexión siempre he tenido un poco de reparo en quedarme completamente desnuda.

-

Tranquila… vamos Sam -susurró mirándome a los ojos. Solté su mano con un pequeño suspiro. - Eso es… eres preciosa…

Baje mis brazos. Me quito el sujetador e intente por todos los medios no subirnos de nuevo para taparme.

Me estaba gustando la forma en que me miraba. Esa calidez que veía en sus ojos, no la había visto en otra persona.

Me sentí segura.

Bajo su cabeza besando mi canalillo y lentamente sin dejar de besarme paso a lamer mis pezones.

Jadee alzando la cabeza.

Una de sus manos intentaba desabrocharme el pantalón. Me separe un poco para ayudarle.

Una vez me los quito, me pegue a su cuerpo volviendo a besarle. Víctor poniendo sus manos en mis glúteos me cogió hasta llevarme de nuevo al sofá, donde me tumbo.

-

Me encantas… -susurró cerca de mis labios

-

Y tú a mí… -pude contestar con un hilo de voz.

No podía dejar de mirar esos ojos que me transmitían la sensación de un mar en calma.

Se incorporó levemente quitándose la camiseta. No pude por menos que observarle mientras lo hacía. Era cierto que no poseía unos músculos prominentes, pero ya se empezaban a intuir los cuadraditos del estómago.

No estaba nada mal.

Bajo sus manos a su pantalón. Trague saliva invitándole a seguir con los ojos.

La oscuridad de la habitación apenas me dejó apreciar bien su entrepierna, pero lo poco que había visto me había gustado. Una polla larga, sin ser demasiado descomunal, con un capullo rojizo y bastante blanca. Justo como me la imaginaba.

Volvió a besarme mientras me quitaba las bragas.

Respire hondo.

Era mi primera vez y tenía miedo de que me doliera.

-

Tranquila… tranquila… -murmuró acariciándome los brazos. - ¿Es tu primera vez?

Asentí.

-

Y la mía…

Abrí los ojos como platos.

Por la forma en que me trataba parecía que tenía más experiencia.

-

Intentare hacerlo despacio, ¿vale?

Volví a asentir mientras me daba un pequeño pico. Cuando volvió a separarse de mí, tenía un condón en la mano. No sabía cuándo lo había cogido, pero empezaron a entrarme las dudas.

-

¡Eh! ¡Mírame! -dijo alzándome la cabeza. - Estoy aquí, ¿vale?. - Asentí un poco más calmada. - Tranquila…

Una vez se lo puso sentí un dedo adentrándose en mí. Gemí al notar una sensación completamente nueva.

-

Buf… estas muy mojada.

Otro dedo me acariciaba levemente el clítoris enviando pequeños escalofríos por mi cuerpo.

Volvió a besarme situándose encima mío.

Lo siguiente que noté fue su polla tratando de meterse en mi interior. Al principio no note apenas nada, pero no fue hasta que la introdujo unos centímetros más que sentí un pequeño calambre de dolor.

-

Duele…

-

Lo se… es normal…

Yo también sabía que era normal que la primera vez doliera, pero el dolor se iba haciendo cada vez mayor a medida que avanzaba en mí.

Agarré fuertemente la tela del sofá y cerré los ojos.

Mi cara se había transformado en un rictus de dolor.

-

AHHHH!

¡Dios! Un dolor lacerante me había atravesado todo el cuerpo. Víctor no había podido esperar más tiempo y me la había metido de una sola embestida.

Abrí los ojos.

-

¡Joder! ¡Tío! Sácala… dios… sácala… me duele

Lejos de hacerme caso me cogió las manos reteniéndolas encima de mi cabeza. Busqué con mis ojos los suyos. El calor que había visto al principio se había transformado en lujuria y desenfreno.

-

Tranquila… ahora viene lo mejor…. ahora…

Pero era mentira. Comenzó a embestir sin esperar a que yo estuviera preparada. Intente soltarme de él, pero tenía mucha más fuerza que yo.

Víctor separo mis piernas con las suyas teniendo de esta forma un ángulo mucho mejor para penetrarme.

-

Para… para… dios….

Me dolía todo el cuerpo. La fricción de nuestros cuerpos no hacía más que incrementar el dolor lacerante que sentía en mi entrepierna.

Intenté quejarme nuevamente, pero Víctor metió su lengua en mi boca aumentando la velocidad de las embestidas.

Después de un rato sin parar empecé a notar como mi cuerpo reaccionaba diferente. Abrí mis piernas rodeándole. El dolor, aunque aún seguía había disminuido consideradamente y empezaba a notar el mismo calor que sentí cuando me tocó el día anterior.

Jadee en su boca.

-

Ahora te gusta, ¿eh? -susurro lamiéndome el cuello.

-

Si… si… no pares… dios…

Empecé a moverme a la misma velocidad que él. No podía parar de gemir. Sentía como la mezcla de dolor y placer estaban haciendo que perdiera la cabeza.

Era como si mi cuerpo se hubiera convertido en una explosión de fuegos artificiales.

-

Eso es nena… vamos… estoy a punto…

No sé cómo logré soltarme una mano y le atraje hacia mí dándole un morreo de época. Lamí su labio superior para luego morderle con saña.

Grito de dolor incrementando la velocidad de las embestidas hasta tal punto que el sofá comenzó a desplazarse.

Solamente se oían nuestros gemidos y gritos. Sentía que estaba a punto de acabar. De repente una embestida tocó un punto dentro de mí que me hizo tener un orgasmo gigantesco. Fui a gritar, pero apenas tenía ya voz.

-

Dios… dios… me corro. ¡JODER!

Víctor se tensó hasta tal punto que apretó la muñeca que aún me tenía sujeta haciéndome un poco de daño.

Y sin más cayó encima mío  gimiendo

aun.