Mis aventuras de adolescente

Primer relato introductorio para poneros un poco en el contexto. Espero que os guste.

En esta primera serie de relatos os voy a narrar una historia completamente cierta que me sucedió en la etapa de mi adolescencia. Solamente he cambiado los nombres, algunos momentos y ciertos lugares por motivo de anonimato.

Empezare por lo tanto presentándome y describiéndome para poneros un poco en contexto. Me llamo Samanta. Actualmente tengo 24 años, aunque la historia que os relatare me sucedió cuando tenia 18 años. En esos momentos tenia el pelo moreno, aunque ahora lo tengo pelirrojo. Tengo los pechos bastante grandes. Me desarrolle desde muy pequeña, por lo que con 18 años estaba igual de desarrollada que ahora. Además, por esa época se me notaban mas ya tenia una cintura bastante estrecha. Tampoco es que haya cambiado mucho actualmente, pero tengo el cuerpo mas proporcionado (lo que tiene ir cumpliendo años jaja).

En fin, por aquel entonces me acababa de cambiar de instituto, ya que todas mis amigas estabas matriculadas en ese y yo no pude trasladarme hasta que comencé primero de bachillerato, debido a que me quede sin plaza.

Recuerdo perfectamente mi primer día de curso. Estaba con mis amigas en la plaza del pueblo hablando sobre lo nerviosa que estaba, ya que aunque las conocía a ellas, aun no había entablado conversación con ninguno de los demás compañeros de clase, a pesar de que nos conocíamos de vista por habernos visto alguna vez en el pueblo cuando iba a por el pan o simplemente a pasar la tarde con mis amigas.

Estábamos ya emprendiendo el viaje hasta el instituto cuando de repente una paloma considero que no había forma mejor manera que empezar un primer día de clase que cagando encima de mi cabeza.

Por supuesto, esto casi causa una ataque de histeria en mi y mas en esas edades cuando todo se agravaba hasta tal punto que prefieres que el suelo se abra a tus pies a que te vean con esas pintas.

Por supuesto, la vida no es como un videojuego en el que puedes esperar a que te maten y salga en la pantalla un gran “GAMEOVER” para volver a comenzar desde el principio, por lo que, me limpie como pude con un pañuelo que me dio mi amiga Lorena y a continuar hasta el instituto rezando para que la gente no se diera cuenta.

Por supuesto, nadie se dio cuenta, o por lo menos no mostraron ninguna cara de sorpresa o asco al verme entrar por la puerta de clase.

Los primeros días por lo tanto pasaron sin pena ni gloria. Comencé poco a poco a llevarme con mis demás compañeros de clase. Por suerte uno de los chicos que iba conmigo al anterior instituto se había trasladado conmigo y me llevaba bastante bien con el, por lo que, logre presentarme al grupo de chicos de clase bastante bien sin parecer demasiado la nueva.

Me llevaba sobretodo bastante bien con dos de ellos. Néstor y Álvaro, aunque a este ultimo le llamaban por el mote de Tote. Creo que le llamaban así por algún jugador de futbol, creo recordar cuando lo pregunte una vez en un arranque de curiosidad.

No hay mucha novedad que contar hasta casi mediados de curso en el cual nos propusieron ir a Paris como viaje de curso, aunque se haría anticipado dado que algunos padres tenían pensado irse de vacaciones para finales de curso y no les cuadraba bien si tenían que cambiarlo.

Aunque algunos de mi clase decidieron que no querían ir o mas bien que sus padres no les dejaban o no se lo podían permitir, casi todas mis amigas pudieron ir.

Por lo que, una semana de mayo emprendimos lo que seria nuestro primer viaje de curso juntos con la consonancia que tendríamos  que coger un avión. Por supuesto, después de muchos besos por parte de mi madre y repasar mil veces que tuviera todo lo necesario para ir. Subimos a ese avión con nuestra profesora de Francés y nuestro profesor de matemáticas que había ido como apoyo.

Recuerdo que cuando al fin logramos bajar del avión e ir a lo que seria nuestro hotel estaba muy emocionada. Era el primer viaje que hacia fuera de España y estaba que no cabía en mi de gozo y mas estando con todas mis amigas.

No se como pero hubo un pequeño problema a la hora de asignar las habitaciones, por lo que todos los alumnos estaríamos distribuidos en habitaciones de la planta 14 y nuestros profesores en la 17.

Intentaron solucionarlo como buenamente pudieron, pero no se pudo hacer nada mas. Estaba el hotel complemente lleno, ya que habíamos coincidido con otro viaje de curso y no quedaba ni una habitación libre.

Como no, nosotros estábamos pletóricos. Estábamos en Paris, en un hotel fantástico de cuatro estrellas y encima no teníamos que aguantar a nuestros profesores por la noche. Estaba clarísimo que aunque nos dijeron mil veces que no la liáramos alguna íbamos a montar. Y mas cuando en esas edades las hormonas están prácticamente en ebullición.

Ya en esos momentos me llevaba mucho mejor con toda la clase y me había fijado en Lucas. Un chico de mi clase que perfectamente podía pasar por el típico futbolista americano. Alto, de cabello oscuro, ojos marrones y con una complexión física imponente. Incluso ya tenia la típica barbita de dos días que a muchos de mi clase no le habían salido ni dos pelos en la entrepierna.

Por supuesto, yo iba a aprovechar un acercamiento en esa especie de “vacaciones” y empecé nada mas dejamos las cosas en la habitación.

Por suerte su habitación estaba justo al lado de la mía, por lo que en cuanto coloque mi maleta encima de la que seria mi cama me dirigí hasta su habitación.

Me abrió la puerta Julio un chico alto, delgado, rubio y con los ojos azules que se las daba de el mas ligón de la clase. Incluso lo intento conmigo en su momento, pero después de que le dijera mil veces que no ahora simplemente buscaba la mejor forma para burlarse siempre que podía de mi.

-              Pero bueno… mira quien tenemos aquí. ¡Si ha venido cleopatra! –expreso apoyándose chulescamente en el marco de la puerta, ocupando con su cuerpo todo mi campo de visión.

Por supuesto ese apodo venia a que el año pasado había decidido cortarme el pelo por encima del hombro y llevaba flequillo, y aunque en esos momentos mi pelo había crecido y me había quitado el flequillo el apodo siempre me acompañaba por su parte.

-              Hola Julio –salude rodando los ojos.

-              Y… ¿a que se debe esta grata visita por tu parte? –pregunto con media sonrisa.

-              No te emociones semental. He venido a ver a Lucas.

-              Ohh… por supuesto, no podrías  pasar ni dos minutos sin venir a ver a tu noviecito.

-              ¡No es mi novio! –gruñí notando como me iba sonrojando por momentos.

-              Claro claro…. Podrás decir todo lo que tu quieras, pero…. Yo se la verdad –afirmo susurrando ampliando su sonrisa y acercando su cuerpo al mío.

Instintivamente me eche para atrás.

Sinceramente no sabia como Lorena estaba pillada por este tío. Yo cada vez que le miraba lo único que producía en mi interior era una especie de asco y grima incapaz de disimular.

-              Ya… pero sabes lo que pasa… que lo que pienses tu me viene entrando por un oído y me sale por el otro. Y ahora… ¿me vas a dejar pasar o te voy a tener que empujar? –pregunte cruzando los brazos

No contesto. Simplemente se retiro levemente de la puerta con la sonrisa todavía cruzando su cara.

-              Gracias…

Ahí estaba Lucas. Ordenando toda su maleta. Estaba tan obsesionado por el orden que ni siquiera se había dado cuenta de la escena con Julio.

-              Hola Lucas… -murmure acercándome a el bajando la vista.

Nunca he sabido lo que me pasa con los chicos que me gustan que cada vez que empiezo a sentir algo mas que amistad o me siento atraída por alguien es como si me hiciera pequeñita a su lado. Mi voz baja varias optabas e incluso hay veces que agacho mi cabeza como si sintiera que la otra persona tiene que darme alguna especie de invitación para poder hablar con ella con normalidad.

-              Ah… hola Samanta. –dijo mirándome levemente, mientras volvía otra vez la vista a la camiseta que tenia en sus manos.- ¿ya te has instalado en la habitación? Buah… ¿has visto el hotel que nos ha tocado? ¡Es una autentica pasada!

-               Eh… bueno…. Algo he ordenado –susurre pensando en mi maleta aun sin abrir encima de mi cama.- ¡Ya lo creo! –afirme con una sonrisa sentándome en la cama.- Creo que nunca he estado en un hotel como este en mi vida.

Lucas me miro extraño al verme sentarme, pero enseguida le cambio la cara.

Coloco la camisa pulcramente en el cajón de la cómoda y se giro mirándome.

-              ¡Buah! Estoy deseando de pasearme por Paris. Ya me ha dicho mi madre que la haga mil fotos de la torre Eiffel y me han dicho estos que por allí se suelen poner algunos moritos con llaveros. Creo que le voy a llevar un llavero a cada miembro de mi familia. –dijo riéndose.

-              ¡Madre mía! Te vas a arruinar. Si no recuerdo mal, ¿no tenias mas de diez primos? –pregunte riéndome

Lucas asintió.

-              Pues casi que mejor no compres muchos regalitos, que veo que vuelves sin un duro.

Nos reímos y empezamos un poco a hablar de lo que teníamos pensado hacer esa tarde. Ya nos había confirmado la profesora de Francés que el primer sitio que íbamos a visitar eran los Campos Elíseos y por supuesto, lo primero que habíamos hecho era confirmar que justo al lado había un puesto de crepes para ponernos bien cerdos comiendo chocolate.

Cuando volví a mi habitación iba con una sonrisa de par en par. Le había dejado recogiendo lo poco que le quedaba de la maleta, pero simplemente hablar con el ya me alegraba el día.

Después de haber vagueando una hora en la habitación de Lucas me dispuse al fin a deshacer mi maleta y media hora después ya nos habíamos juntado todo el curso en la recepción del hotel.

Al parecer estaban mas que acostumbrados a que los institutos fueran allí de viaje de fin de curso, ya que los empleados apenas se inmutaron al ver a unos veinte adolescentes esperando instrucciones de dos adultos.

Veinte normas y diez regañinas mas tarde pusimos rumbo a los Campos Elíseos. La verdad es que aunque ya ha pasado bastante tiempo desde entonces aun recuerdo el fantástico día que hacia. Apenas había una sola nube en el cielo y las flores de diferentes colores daban al lugar un aspecto mágico. Lleno de color y paz.

No se cuantos kilómetros nos hicimos ese día, pero a las ocho de la tarde apenas sentía mis piernas y ni tenia la curiosidad de mirarme a un espejo. Después del calor pasado durante el día tendría que tener unas pintas que ni en el mejor día de gimnasio.

Por supuesto que nos pusimos hasta el culo de comer y aunque estábamos la mayoría reventados no esperábamos el momento de volver al hotel y quedar por la noche. Por supuesto sin que nuestros profesores se enteraran.

En el camino de vuelta al hotel pasamos por un bar. La terraza estaba llena de chicos de veintipocos que nada mas oírnos hablar se dieron la vuelta.

Uno de ellos se me quedo mirando fijamente.

-              ¿Espagnoles? –pregunto cuando pase a su lado

Asentí.

-              Ohhhh…. paela –grito riendo haciendo que sus amigos le miraran y giraran a vernos.- ¡TOROS!…. OLE OLE

Se puso en pie alzando los brazos haciendo reír a sus amigos que empezaron a imitarle sin dejar de mirarnos y reírse.

Sonreí negando con la cabeza.

-              Buah… ¿y estos payasos? –pregunto Julio poniéndose a mi lado mirándoles con el entrecejo fruncido.- Menudos subnormales…

-              Déjales solo se están riendo

-              ¡Pues que vayan a reírse de su puta madre!

-              Ay, hijo. Que amargado estas…. –dije rodando los ojos y alejándome de el.

Nada mas llegar me metí en la ducha notando como se me relajaban al momento mis músculos con el agua fría. Cuando salí del baño parecía que había vuelto a renacer.

Clara y Lorena ya habían sacado los embutidos que sus madres les habían metido en la maleta antes de partir y los habían puesto encima de nuestras camas, cual exposición de un bar de pueblo.

-              Madre mía chicas. Nos vamos a poner como los kikos

-              Anda anda. Sino para que hemos venido de vacaciones… -dijo riendo mi amiga Lorena.

-              Pues mira… razón no te falta –dije sentándome en mi cama cogiendo una lamina de jamón.

Recenamos hasta que tuvimos la sensación de que si nos comíamos algo mas tendríamos que llamar a una grúa para que nos sacara de la habitación y empezamos a prepáranos.

Habíamos quedado a las doce de la noche en la habitación de Lucas y por supuesto me puse mis mejores galas. Que consistían en un pantalón mega corto, una camiseta de tirantes resaltando mis pechos y unas vans negras. Además de una cola bien alta.

Estaba deseando de ver a Lucas. En todo el día apenas habíamos estado juntos y cada vez que pasaba por mi lado yo me quedaba mirándole embobada deseando interiormente que se diera la vuelta en algún momento y me sonriera con esa sonrisa tan bonita que tenia.

Pero por supuesto no estaba en ninguna película romántica así que eso solamente paso por mi mente. El estaba con sus amigos y yo había pasado a un segundo plano.

Pero esa noche estaba dispuesta a dar un paso mas.

Me di un ultimo vistazo en el espejo y salí con mis amigas a la habitación de al lado.

-              Pero bueno…. –abrió Julio la puerta echándonos un vistazo de arriba a abajo.- Madre mía chicas que como os habéis puesto. Estáis guapísimas. –afirmo colocándose el paquete.

Yo le mire con la cara de mayor asco que podía poner.

-              Gracias…

Mire de reojo a Lorena, quien ya estaba de mil colores mientras se tocaba el pelo de manera frenética.

Julio no dejaba de mirarme a mi y me estaba empezando a incomodar, asique le aparte como pude e ingrese en la habitación.

La habían acomodado de tal forma que ahora sus camas estaban dispuestas horizontalmente creando la ilusión de una especie de sofá. Además habían colocado la televisión justo en medio para que cualquiera pudiera verla.

Además de nosotras estaba mi amiga Natalia, Pedro y Josue, un chico gordito y bastante tímido, el cual era el blanco de muchas burlas por parte de los chicos.

-              ¡Vaya! Que bien os lo habéis montado.

-              Igualito que en el local…

Me gire y ahí estaba Lucas con el pelo mojado con dos vasos en la mano. Sonriéndome me ofreció una bebida.

Cogí el vaso.

-              ¿Coca-cola?

-              Es lo único que hemos podido encontrar… -murmuro encogiéndose de hombros.

-              Bueno… algo es algo –dijo Lorena cogiéndole el otro vaso.

Nos sentamos todos en esa especie de “sofá”.

-              Bueno… ¿y ahora que hacemos? –pregunte dando un pequeño sorbo a mi coca-cola.

Julio me miro con una sonrisa maliciosa. Se me puso la carne de gallina.

-pensé apartándole la vista.

-              Vamos a ver chicos… ¿que hacemos en casa cuando nuestros padres no están? –pregunto apoyando un pie en la pared con los brazos cruzados.

-              ¿Beber?

-              ¿Tomar drogas?

-              ¿Eructar?

-              ¡Chicos, chicos! Vamos a darle un poco a la cabecita… ¿y desde cuando tomas drogas? –pregunto frunciendo el ceño a Josue.

Este enseguida se puso como un tomate.

-              Bueno… y-o… pensé…

-              Si, en fin… -dijo ignorándole completamente- ¡Vamos chicos!–insistió.

Al ver que ninguno decimos nada, volvió a hablar.

-              ¡Madre mía! ¿Pero que os pasa? ¡VER PORNO! ¡Esta clarísimo! –expreso alzando los brazos. –Vamos a ver… ¿desde cuando podemos ver porno en nuestra casa con nuestros padres delante?

-              Bueno… yo no veo porno… -susurro Natalia

-              Ya… bueno… pero que tu seas una jodida frígida no significa que los demás lo seamos, ¿no?

-              ¡EH! ¡NO TE PASES! –grite levantándome de un salto.

-              Uy uy… si sale a la defensiva de su amiguita…

-              ¡A ver si cuando te suelte un guantazo sigues diciendo gilipolleces!

Intente acercarme a Julio, pero Lucas se interpuso delante mío agarrándome de los brazos.

-              Venga… va. No le hagas caso… ya sabes como es… -susurro cerca mío.

Verle los labios tan cerca de los míos hizo que todo el enfado que tenia se me pasara de golpe. Solo era capaz de intercambiar rápidamente mi mirada de sus labios a esos enormes ojos marrones. Y así sucesivamente.

-              Bueno… va. Si ya habéis dejado de haceros arrumacos vamos a poner el porno. –dijo Julio pasando por medio de nosotros provocando que Lucas me soltara.

Cuando logre recomponerme volví a sentarme.

-              En fin… ¿qué ponemos?

-              Busca algún canal de esos de pago –dijo Pedro acomodándose.

-              Si no te jode… y a quien le mandamos la factura… ¿a tu madre? –se quejo Lucas.

-              Bueno… a su madre puede que no… pero seguro que Josue nos hace este pequeño favor, ¿verdad? –pregunto rodeándole con su brazo.

-              Bueno…. y-o… a ver tío…

-              Venga hombre… ahora no iras a rajarte, ¿verdad? –volvió a preguntar aumentando su agarre.

-              N-o, no… claro que no…. Es solo que… no estoy muy seguro… yo… de…

-              Venga va.

-              Deja de presionarle, tío. Si no quiere no quiere. Tu no eres quien para obligar a nadie. –gruñí cruzándome de brazos.

Julio me miro, pero siguió insistiendo a Josue hasta que al fin dio un si por respuesta.

Fue a buscar su tarjeta a la habitación y en menos de dos minutos ya estaban poniendo los números de la tarjeta en el canal de pago de la tele.

Julio pulso un botón y enseguida se comenzaron a ver dos tías liándose acostadas en una especie de sillón.

-              Oye… no se si lo sabéis chicos… pero a mi no me pone nada de eso…-se quejo Lorena con cara de asco.

-              Espera mujer… espera… que lo sincronice bien…

Cambio de canal y esta vez había un chica tomando en sol con un bikini que apenas le cubría nada en una piscina enorme. Enseguida apareció un chico vestido solamente con unos pantalones vaqueros con unas tijeras de podar en las manos. Al parecer era una especie de jardinero.

No tardaron mas de dos minutos y enseguida se empezaron a besar y acariciar.

Yo apenas apartaba la vista de la tele. La verdad es que el tío estaba buenísimo y me resultaba muy sensual la manera que tenia de lamerla el cuello.

Sin darme cuenta comencé a rozar mis muslos en un movimiento casi imperceptible.

No sabia lo que estaban haciendo los demás, pero yo no podía dejar de mirar. Le había quitado la parte del arriba del bikini apareciendo ante nuestros ojos unos pechos tan grandes que estaba clarísimo que eran operados por como se movían en contra de la gravedad. El chico sin pensárselo comenzó a comerla los pechos, mordiendo ligeramente los pezones y lamiéndolos como si se tratara de una exquisita golosina.

Comencé a sentir como el calor se agolpaba en mis mejillas y mis bragas empezaban a humedecerse. Quería mirar a Lucas para saber si el también estaba sintiéndose como yo, pero no podía apartar la mirada de esa escena tan morbosa.

El chico sin parar de lamerla los pechos bajo una mano hasta la entrepierna de la chica y sin ninguna clase de consideración empezó a meterla un dedo profundamente. La chica en ese momento gimió tan fuerte que provoco que se me cortara el aire por un segundo.

Se podía ver claramente que estaba muy excitada por la humedad que salía de su coño, con lo que el chico aprovecho y la introdujo otro dedo mientras se levantaba levemente y con la otra mano se desabrocho la cremallera de los vaqueros, apareciendo ante nuestros ojos una polla gordísima de no mas de 18 cm.

-              Joder… -susurre con un hilo de voz.

Creo que me había puesto igual de cachonda que la chica de la pantalla.

-              ¡Eh, chicos! ¡Mirar!

Gire mi cabeza repentinamente. Lo primero que vi fue a Julio señalando la entrepierna de Josue y a este intentando taparse con sus manos con la cara roja como un tomate.

-              Te has puesto cachondo, ¿eh Josue? –dijo riéndose Julio.- No has visto unas tetas así en tu puta vida eh…

-                ¡Joder! Si que te has empalmado si… -rio Pedro a su vez.

-              No pasa nada hombre… aquí tienes para que te desfogues –dijo Julio tirándole un rollo de papel.- Esto no hace falta que nos lo devuelvas eh…

Josue se levanto como pudo y salió corriendo mientras Pedro y Julio aun seguían riendo y burlándose de el.

-              Sois la leche chicos… ¡ya os vale! –gruño Lorena cruzándose de brazos.

-              Joder, tíos… se supone que estamos viendo porno… normal que se ponga palote .-dijo dándole la razón Lucas.- Tampoco hacia falta que la tomarais con el chaval.

-              Bueno… bueno… -dijo Lucas alzando los brazos en señal de paz.- Que solo era una puta broma, joder. Ya ni se puede bromear…

Estaba tan en shock con la situación y porque no decirlo, cachonda aun por lo que acababa de ver que no pude ni hablar para defender al pobre Josue. Simplemente me quede mirando como comenzaban a discutir unos con otros como si de un partido de tenis se tratara.

-              Bueno… ¡YA! ¡YA ESTA BIEN, JODER! –grito Julio.- Que solo ha sido una puta broma. Ya. Además seguro que ya se le ha pasado. Asique dejar ya de dar el coñazo. ¿Volvemos a poner el porno o que?

Ni siquiera me había dado cuenta que alguien había apagado la televisión hasta que gire la vista y vi la pantalla en negro.

-              A mi ya no me apetece… -murmuro Lorena.

-              Ni a mi tíos. Os habéis cargado el momento.- confirmo Lucas.

Decidimos entonces que lo mejor era irnos a la habitación a dormir ya. Recogimos como pudimos y cuando ya íbamos a cruzar la puerta me acorde a lo que había ido a la habitación.

No podía irme sin haberlo intentado con Lucas. Quizás no volviera a surgir otra ocasión como esta dadas las circunstancias. Así que me di media vuelta y le pregunte si podíamos salir al pasillo a hablar.

Una vez fuera nos apoyamos en la pared algo alejados de la habitación.

-              Oye siento lo que ha pasado antes… -se disculpo Lucas mirándome.

-              No importa. Además ya sabemos de quien ha sido la culpa.

-              Si bueno… pero no quería que acabara así la cosa.

Hasta ese momento no le había mirado, alce la vista del suelo y busque sus ojos con los míos.

-              ¿A no? ¿Y como querías que acabara la cosa?

-              Pues así…

Y sin mas me beso. Me paralice con unos instantes por el shock, pero enseguida le correspondí el beso. Apoye mis manos en su cabeza profundizándolo.  Se le notaba bastante novato, pero dada la edad que teníamos era lo mas normal del mundo, así que moví mi lengua tratando de que siguiera mis movimientos.

Desde que nos habíamos empezado a besar había tenido los ojos cerrados. No se en que momento se me ocurrió abrirlos. Lo primero que vi fueron sus ojos cerrados disfrutando del beso, pero al girar levemente la vista me tope con los ojos de Julio, quien estaba besando a su vez a Lorena en la puerta de la habitación.

Mientras la besaba no apartaba los ojos de los míos como si realmente me estuviera besando a mi en vez de a mi amiga. Podía ver como la besaba como una pasión muy diferente a la nuestra. Casi como si lo estuviera haciendo con agresividad mientras que la agarraba fuertemente del culo.

No se porque, pero me empecé a poner cachonda viendo esa escena. En cierta forma me recordaba a los chicos de la tele y profundicé mi beso con Lucas. Yo también quería que me tratara como lo estaba haciendo Julio, pero este se limitaba a poner sus manos en mis caderas.

Baje mis manos y empecé a tocarle por los hombros, el pecho, el estomago… quería saber si el también se había puesto cachondo viendo el canal porno o al menos quería saber si yo le ponía cachondo, pero nada mas logre rozar con mis dedos el cinturón de sus vaqueros que sentí como me alejaba de sus brazos respirando entrecortadamente.