Mis aventuras de adolescente

Por fin las fiestas han terminado, aunque no han salido tan bien como lo imaginaba.

-              Esa es mi chica… -dijo besándome. Le devolví el beso con ganas acercándome a él, pero tras unos segundos volvió a apartarme.- Pero antes… quiero que me digas, ¿por qué ahora tienes tantas ganas? ¿Es que ya te arrepientes?

-              No nunca me he arrepentido…

-              Sam… ¡Venga! No tienes porque mentirme…

-              Yo… -me sonroje evitando su mirada.

-              ¡Ey! ¡Mírame! -dijo agarrándome la cara.- No pasa nada… no me voy a enfadar.

Le mire a los ojos observando ese inmenso mar que había tras ellos. Una lagrima cayo por mi mejilla sin apenas darme cuenta. Intente limpiarme con la mano, pero Víctor se me adelanto sorbiéndola.

No se porque ese gesto me hizo sentir vulnerable en su presencia. Recordé lo pasado con Julio y más lágrimas comenzaron a caer en mi rostro.

-              Pequeña… ¡vamos! No llores mi niña…

Me abracé a él ocultando mi cara en su cuello. No quería que me viera así, pero no podía parar de llorar, era algo superior a mis fuerzas.

Al ver que no paraba me abrazo pegándome a su cuerpo. Notaba el calor, la suavidad de su piel e incluso el sonido algo difuso de su corazón. Después de unos minutos tratando de tranquilizarme me separo lentamente de su pecho.

-              Vale Sam… venga… cuéntame qué ha pasado. ¿He sido yo?

-              No… no…

-              ¿Entonces?

-              No puedo… yo… no puedo… -intente separarme de él, pero me agarro las manos impidiéndolo.

-              ¡Ey! Vale. Vale. Si no quieres no me lo cuentes no pasa nada. -me acerco a él hasta quedar nuestras miradas conectadas.- Tranquila, ¿vale? ¡Yo estoy aquí!

Junte nuestros labios en un beso.

El beso fue pasando de delicado a uno con más pasión. Víctor puso su mano en mi cabeza pegándome más a él, pero todo lo que había pasado me había quitado las ganas definitivamente.

No paraba de pensar en Julio y en su forma de tocarme.

Me separe de él dándole un ultimo beso.

-              Otro día… -susurre.

Me miró confuso, pero asintió conforme.

Me gusto ese gesto, se notaba que él volvía a estar excitado, pero respetaba mi decisión.

Me separe de él buscando mi ropa. El por su parte hizo lo mismo y comenzamos a vestirnos.

-              ¿No estabas con tus amigos? -pregunte observando el local por primera vez desde que había llegado.

-              Tu lo has dicho… estaba… pero tenía la esperanza de que me contestarías al mensaje. Al parecer no me equivoque. -dijo lanzándome una sonrisa.

Le sonreí de vuelta.

A veces buscaba parecidos con Lucas en Víctor, pero me estaba dando cuenta de que no tenían nada que ver. Incluso en estos días le notaba mucho más cercano de lo que había llegado a estar Lucas conmigo en los meses pasados.

-              ¿Vamos a algún lado? –preguntó una vez estábamos vestidos.

Pensé por un segundo en mis amigas. Finalmente negué con la cabeza.

-              No. Creo que para mi ya se han acabado las fiestas.

Vi que abría la boca para preguntar, pero en el último momento pensó que lo más conveniente era permanecer en silencio.

Yo lo agradecía. No estaba preparada para dar explicaciones a nadie.

Una vez estuvimos listos salimos del local. Víctor insistió en acompañarme a casa y a pesar de que le dije un montón de veces que no se preocupara acabó por acompañarme. Ya en la puerta le di un último beso y me subí.

-pensé subiendo por el ascensor.

Mire el móvil. Tenía varios mensajes de mis amigas, sobretodo de Carla preguntándome dónde me había metido y que si estaba bien. Las conteste con un escueto “estoy bien y en casa”. Sinceramente ya no estaba para nadie.

A pesar de que Víctor había olvidado momentáneamente lo que había pasado con Julio, aun podía sentir sus manos en mi piel.

Me di una ducha intentado borrar todo rastro de la noche. Fue en esos momentos cuando me di cuenta que no habíamos utilizado protección. Suspire. Ya iría al día siguiente a por la pastilla del día después.

Estaba tan bloqueada que no me había parado ni a pensar en eso.

Y por fin ese día dio a su fin.

Desperté con los ruidos de mi madre haciendo el desayuno. Bostece y me fui levantando poco a poco.

Al entrar en la cocina me la encontré poniendo unas tostadas en la mesa.

-              ¡Buenos días dormilona! -exclamó nada más verme.- Menudos días te has pasado, maja. Ahora hay que descansar un poco, ¿no?

-              Bueno mamá. Ni que te la hubiera liado. Además si ayer llegue muy pronto…

-              Pues no será porque te haya llamado ayer. De todas formas estate estos días más tranquilita anda.

Suspire mientras me sentaba a la mesa.

Mi madre siempre con su misma retahíla. Apenas había salido durante el curso y esos días con todo lo que había pasado solamente había llegado un día tarde, así que tampoco tenía que quejarse demasiado. Pero en fin ella veía la vida de otro modo.

-              No te preocupes mama. Creo que las fiestas ya se han acabado para mi.

-              ¿Y eso? No habrás discutido con tus amigas… -inquirió sentándose a mi lado.

-              No es eso… es que… ¡déjalo! Es solo que no me encuentro muy bien. Ya sabes que enseguida me canso en las fiestas. Solo necesito unos días para relajarme.

-              ¿Seguro?

-              Sí… -respondí mirando hacia otro lado.

Mi madre me conocía demasiado bien y sabía que algo me pasaba, pero no insistió. Me acarició la mejilla y salió de la cocina dejándome con el desayuno.

Buuf esa tarde tendría que ir a la farmacia a por la pastilla. Tenía un pánico terrible a ir y que me reconociera alguien. Mi pueblo a pesar de no ser muy pequeño, más o menos nos conocíamos todos.

Le mande un mensaje a Víctor a ver si me podía acompañar. Sinceramente no quería ir sola, al menos con él me sentiría un poco más segura.

“Lo siento, tía. No me pilla muy bien que digamos”

“Joder… ¿tengo que ir sola?”

“Bueno… eres tú la que te la vas a tomar”

“A ver si te crees que tú no tuviste nada que ver. No era mi semen el que salía de mi”

“Venga va, no te enfades…”

Tire el móvil a la mesa resoplando. Que no me enfadara decía. No entendía como podía ser tan egoísta. Sabía que me daba pánico ir allí sola, pero aun así ni se molestaba en ponerme una excusa para decirme que no podía ir.

Estaba claro que si querías hacer algo, tenías que hacerlo tu misma.

Me pase toda la mañana recogiendo el dormitorio, que después de todos los días de fiesta la verdad es que estaba hecho unos zorros, al igual que yo, que ya notaba los efectos secundarios del alcohol en mi hígado.

Después de comer fui a la farmacia más lejana que encontré. Sabía que el farmacéutico conocía a mis padres, pero tenía la esperanza de que a mí no.

Trague saliva antes de entrar, había una persona dentro y por supuesto no iba a entrar hasta que se hubiera ido.

Sentí un pequeño temblor en mi bolsillo.

Saque el móvil. Víctor me había mandado un mensaje.

“Anda Sam no te enfades. Prometo compensarte. Pásate luego por mi casa. Estoy solo”

-pensé entrando a la farmacia, justo después de que saliera la anciana.

-              ¡Hola, buenas tardes! ¿Que desea? -preguntó un señor de mediana edad mirándome a través de sus gafas de pasta.

-              Eh… bueno yo…

-              ¿Si?

-              Esto… quería una pastilla del día después. -susurre con un hilo de voz.

-              Eh… lo siento, pero no la he entendido. ¿Podría repetirlo?

Trague saliva.

-              Quería la pastilla del día después .-repetí alzando un poco la voz.

-              Ah. Muy bien. Un segundo que voy al almacén.

Suspire nada más el hombre se fue .

-              Muy bien .-dijo apareciendo después de dos minutos. -Aquí tienes. ¿Has tomado una antes?

Negué con la cabeza observando la caja en el mostrador.

-              Bien. Entonces como indicaciones debo decirte que es eficaz durante 120 horas después de haber tenido relaciones sexuales, pero su máxima eficacia es en las primeras 24 horas, por lo que yo te recomendaría que te la tomaras cuanto antes. También debo decirte que en tal caso que la vomites deberías volver y que te diera otra, puesto que sino no haría efecto.

-              ¿La puedo vomitar? -pregunte alarmada

-              Bueno, no es muy frecuente que suceda, pero mi deber es mencionarlo por si llegara a pasar.

-              Eh… sí, vale. Esto… ¿cuanto es?

-              20 euros.

<¡Joder! Ni se te ocurra vomitarla, porque la broma esta saliendo carísima> -pensé dándole el dinero.

Una vez hicimos la transacción salí de allí casi corriendo.

Al final no había sido tan malo, pero aun así sentía mi corazón desbocado.

Diez minutos después estaba llamando al timbre de la casa de Víctor.

-              Umm… hola -saludo frotándose los ojos.

-              ¿Umm… hola? ¿Eso es todo lo que tienes que decirme?

-              Emm… no se… ¿que tal?

Rodee los ojos pasando a su lado. Se notaba que acababa de despertarle, estaba medio desnudo, solo llevando el pantalón del pijama.

Mire su casa andando directamente al que supuse que sería su habitación. Oí que me seguía, pero no me di la vuelta para comprobarlo.

-              Esto… adelante. Estás en tu casa…

-              Muy gracioso. ¿Sabes de donde vengo? -pregunte con sarcasmo sentándome en la cama.

-              Ni idea.

-              De la farmacia. O es que... ¿acaso se te ha olvidado después de la siesta que te has echado?

-              Oh venga, no exageres. Ya te he pedido perdón, ¿vale?

-              ¿En serio? Porque creo que no he oído esas palabras salir de tu boca.

-              Pues lo siento, ¿vale? .-dijo mirándome con ojos de cordero degollado -Anda no seas así… -susurro acercándose a mi.

Me separe de él.

-              Aún no. Tengo que tomarme esta dichosa pastilla y te juro que como la vomite me pagas tu la segunda.

Víctor sonrió.

-              Voy a por un vaso de agua. Ponte cómoda

Observe la habitación. No era muy grande, aun así a pesar de que la cama estaba desecha, estaba perfectamente ordenada. Tenía el escritorio lleno de libros y apuntes y algún que otro poster de coches.

-              ¡Aquí tienes! -dijo dándome el vaso

Saque la pastilla de la caja y me la tome rezando interiormente no vomitarla. Unos minutos más tarde, seguíamos ambos en completo silencio.

-              Bueno… ahora, ¿podemos continuar con lo de antes? -pregunto sugerentemente acercándose a mi

-              Un segundo. Quiero comprobar que no voy a vomitar la maldita pastilla.

-              ¡Venga, ya! Está claro que no lo vas a hacer, deja de pensar en eso. ¿Porque no piensas en esto?

Gire la vista. Llevaba todo el rato mirando fijamente la pared.

No pude por menos que sonreír. Víctor se había bajado el pantalón enseñándome la polla en todo su esplendor.

-              Vaya, parece que alguien está contento.

-              Siempre estoy contento cuando te veo -dijo quitándose completamente el pantalón y acercándose a darme un beso.

Le correspondí el beso.

-              Que sepas que sigo enfadada…

-              Mmm… bueno… podría hacer algo para compensarte… -susurro metiendo la mano debajo de mi falda.

-              ¿Ah sí? ¿Como que? -pregunte sonriendo abriéndome de piernas.

-              Bueno… podría empezar con esto… -murmuró apartando mi braga.- y seguir con esto…

Note dos dedos entrando en mi interior. Jadee por la impresión. No me esperaba que fuera tan brusco enseguida. Víctor me miraba con una sonrisa de medio lado.

Movió los dedos dentro de mí rozando mis paredes internas.

-              Oh…. ¡joder!

-              Te gusta, ¿verdad?

-              Mmmm… si… si…

-              Y ahora… ¿me perdonas?

No conteste. Estaba concentrada en el placer que me estaban dando esos dedos que no paraban de moverse. Otro dedo se posó en mi clítoris acariciándolo lentamente. Un gemido salió de mi interior.

-              No me… no me dijiste que eras virgen… mmm….

-              Así es

-              Y como… ¿como sabes hacer todo… todo esto?

-              Bueno… demasiado porno.

Nos reímos.

Cogí a Víctor por la nuca y le acerque a mi. Lamí su labio superior y luego el inferior para después meterle la lengua en la boca. Me estaba poniendo muy cachonda y ya notaba mis fluidos encharcando mi vagina.

-              Mmm… como me estas poniendo -susurro dándome un muerdo

Retiró su mano y mirándome fijamente se metió los dedos en la boca saboreando mis fluidos. Ese simple gesto casi hace que me corra ahí mismo, por dios.

Abrí más mis piernas invitándole.

Sonrió maliciosamente.

Se levantó levemente pudiendo ver su polla, estaba duro y mojado. ¡Me encantaba!

Lamí mi labio inferior mirando su polla.

  • Ahora no, nena. Estoy muy cachondo, solo quiero metértela.
  • Pero ponte condón. Que luego nos pasa lo de ayer.
  • Anda… venga… solo un poco. Luego la saco
  • No, tío. Venga, que luego te motivas y no.
  • Anda…. -susurro dándome un beso.- Te juro que luego me lo pongo. Solo un poquito.- Otro beso
  • Mmmmm…. esta bien… solo un poco

Sonrió dándome otro beso. Agarro mis muslos separándolos y empezó a acariciarme sin meterla. Estaba muy mojada y ese roce no hacia más que ponerme más aun. Le dije que me la metiera, pero el no paraba. Me rozaba de arriba abajo, para luego empezar con pequeños círculos.

-              ¡Por dios! Métela. No me aguanto.

-              Mmmm… que impaciente.

-              Por...por favor…

No paraba de gemir teniendo sus labios a milímetros. Después de otro minuto haciendo lo mismo, creí que tendría que obligarle, sin embargo empezó a penetrarme poco a poco. Notaba como me rozaba sin parar de introducirse en mi. Jadee abriendo aun más mis piernas. Pase mi mano por su pecho, tocando sus músculos.

-              ¡Joder! Que apretada estas… sigo sin acostumbrarme…

-              Mmmm…. todo…. lo quiero todo…

Cuando sentí sus pelotas chocar conmigo, abrí la boca expulsando todo el aire. Sentía pequeños escalofríos por todo el cuerpo y las piernas me temblaban sin parar.

Comenzó a moverse sin parar de mirarme, alguna vez se agachaba para darme un beso que yo correspondía con mucho gusto. Aunque el ritmo había empezado suave, no hacía sino más que incrementar el ritmo.

Cerré los ojos por el placer. Un pequeño pellizco en mi pezón me hizo volver a abrirlos soltando un grito.

Víctor bajó su cabeza besándome alrededor del pezón.

-              Mmmm…. no pares, no pares…

Su lengua zigzagueaba sin parar para continuar con un mordisco en mi pezón. Lo hizo en mis dos pechos, cuando terminaba con uno empezaba con el otro y así sucesivamente.

Me estaba volviendo completamente loca.

-              Joder…. joder… estoy a punto…

-              Mmm… no, no…

-              ¿Qué?

-              El condón… el condón…

-              Mmmm… joder.

Saco de golpe su polla resoplando.

Fruncí el ceño. A pesar de que se lo había dicho, no había terminado.

-              Ven.. ¡ven!

-              ¿Que?

-              Vamos a probar una cosa. -dijo jadeando ofreciéndome una mano

Le mire confundida, pero le hice caso. Le cogí la mano y me coloco de espaldas.

Antes de tumbarme colocó un cojín en mi entrepierna. Comencé a temerme lo que quería hacer.

-              No irás a…

-              ¡Venga! Lo haré con mucho cuidado… ya veras como te gusta

-              Pero nunca lo he hecho por ahí…

-              Tranquila. No será mucho rato, estoy casi a punto… tu solo relájate

Trague saliva, pero me quede quieta. Sentía su presencia detrás mío. Empezó a acariciarme la espalda y a darme besos en el cuello que me tranquilizaron un poco.

-              Tranquila… -volvió a susurrar abriendo mis piernas.

Acarició mi glúteo derecho y bajo la mano hasta mi coño. Metió dos dedos provocándome un gemido. Su pulgar rozó mi agujero.

Me tense al momento, pero enseguida volví a relajarme con sus caricias.

Me estaba gustado. Era un placer distinto, pero me estaba gustado.

Algo húmedo me hizo estremecerme. Víctor me estaba lamiendo mientras seguía metiendo sus dedos en mi interior.

-              ¡JODER!

Desplazo un dedo hasta mi agujero y comenzó a meterlo lentamente. Es cierto que no me dolía, pero lo sentía como algo extraño. Víctor no paraba. Notaba mis fluidos resbalando por mis muslos.

Empezó a meter y sacar ese dedo sin parar, al principio con lentitud, pero en cuanto noto que no había queja por mi parte lo hizo con más decisión.

-              ¿Te gusta?

-              Si… si…

Otro dedo se unió al primero. Un quejido de dolor salió de mi boca.

-              Duele…

-              Solo un poco más… tranquila…

Saco sus dedos. Al introducirlos de nuevo los sentía más húmedos. Se había lamido los dedos y había vuelto a intentarlo. A media que resbalaban en mi interior, sentía menos molestia.

Le pedí que siguiera. Sus dedos ya entraban y salían de mi interior sin oposición.

La siguiente vez que saco sus dedos, otra cosa más grande pugnaba por entrar en mi.

-              Despacio, por favor -rogué asustándome

-              Confía en mi -susurro dándome un beso en el cuello

Presiono lentamente hasta lograr meter el glande. No me había dolido, pero sí que sentía cierta molestia.

Arrugue la sabana con mis manos preparándome para la embestida.

Introdujo otro centímetro más. Solté un quejido. Sacó su polla y volvió a intentarlo, esta vez introdujo un poco más.

La verdad estaba siendo muy delicado. Cada vez que me quejaba la sacaba y la volvía a meter intentado que me acostumbrara a su grosor.

Unas embestidas más tarde y algunos quejidos más y sentí su huevos golpear mi coño.

-              Ya está. Ya está toda dentro.

Solté un suspiro de alivio que hizo que mi cuerpo se destensara introduciéndose más en mi, si es que eso era posible.

Espero un tiempo prudencial acariciándome la espalda.

-              ¿Lista?

Asentí.

Poco a poco se deslizó hacia afuera, pero esta vez no retiró del todo su polla sino que dejó su glande dentro para volver a meterse hasta el fondo.

Unas cuantas embestidas más tarde, empecé a sentir un placer totalmente desconocido.

Víctor metió una mano debajo de mí acariciándome la vagina.

Jadee moviéndome al compás suyo.

-              Me gusta… no pares…

No podía verlo, pero hubiera jurado que Víctor estaba sonriendo.

Aumentó el ritmo de la follada hasta tal punto que oía como la cama crujía debajo nuestra.

Sudaba debajo de Víctor, sintiendo que de un momento a otro iba a correrme. Empezaron a temblarme sin parar las piernas.

-              Vamos nena. Eso es… córrete… -jadeo en mi oreja sin parar de tocarme.- Yo estoy a punto…

Mi cuerpo se estremecía sin parar. Sentí una embestida más profunda y no pude aguantarme más, me corrí gritando tensando todo mi cuerpo.

Víctor al sentirme apretar su polla, se corrió conmigo gruñendo hasta que finalmente cayó lapso encima de mi.

-              Madre mía… -suspiré

-              Si… dios…

De repente oímos ruido en la puerta principal.

-              ¡Mierda! -gruño saliendo de mi.- Mi madre.