Mis aventuras como calienta pollas (2)

Después de mi descubrimiento de lo rico y fascinante que es tocar, lamer y chupar un pene, se terminó el año escolar y vino el verano. Días de vacaciones, amigas, amigos, y en medio de juegos descubrí lo maravilloso que es tener juntos hasta siete chicos sólo para mí.

Mis aventuras como calienta pollas

o la vida de Fátima D. 2

La primaria II

Después de mi descubrimiento de lo rico y fascinante que es tocar, lamer y chupar un pene, se terminó el año escolar y vino el verano. Días de vacaciones, amigas, amigos, y en medio de juegos descubrí lo maravilloso que es tener juntos hasta siete chicos sólo para mí.

Hola Soy Fátima Daniela, la nalgona del culo redondito, la que no lo muestra tan fácil pero sí como premio. Escribí parte de mi primer año de experiencias sexuales y espero me recuerden, le chupaba el pito a Rafa y masturbaba a David y José Luis. En este segundo escrito seré un poco más extensa pues hablaré de mi gran y extraño verano entre cuarto y quinto de primaria. Sé que quizás sólo quisieran leer únicamente las mamadas y folladas pero quiero escribir entre recuerdos de la infancia el descubrimiento de cada sensación, del poder hacer algo más. De darme cuenta que conforme mi cuerpo se iba formando, tenía más hombres alrededor, fui dominada pero me instruí en muchas cosas, enseñé y aprendí.

El verano entre cuarto y quinto fue muy especial. Sucedieron mis primeros y más grandes acostones colectivos.

En la calle, los chicos en general y la mayoría más grandes que yo (claro que había más pequeños también pero eran muy chiquitos, aunque yo sí me aproveche de algunos) se juntaban en la calle o cualquier casa a jugar, era muy divertido salir a ver como jugaban al fútbol, con los yoyos, trompos, canicas, etcétera. Muchos juegos que ya no volví a ver. Había varios que sólo los jugaban los muchachos, pero otros también las niñas participábamos. Claro estaban los juego de niñas, como las muñecas, cocinar postres, a peinarse y arreglarse, pijamadas, juegos de manos, a la cuerda, etcétera.

Cuando se reunían en las casas a veces entraba junto con otras amigas y jugábamos entre otras cosas a la escuelita, maratón, y demás juegos de mesa; pero les gustaba mucho el de las cebollitas : en el piso junto a una pared de sentaba un muchacho con las piernas abiertas y enseguida una niña entre las piernas del otro, luego un niño y así hasta que sólo quedaba el último y ese, de pie debía jalar como pudiera al que estaba hasta el frente sentado en el piso, mientras el resto debía sujetarse lo más fuerte posible para no soltarse, si lograba jalarlo y sacarlo del grupo, entonces esos jalaban al que seguía hasta que no quedara uno sentado.

Otro juego que les gustaba mucho eran las " escondidillas " o " bote pateado ", alguien aventaba un bote a una esquina de la calle, mientras un elegido iba por éste, el resto de los chicos nos escondíamos, para que nos fuera buscando y al hallar a alguno éste le ayudaba a buscar a los demás (y decir uno, dos, tres , por "X" o "Y") pero existía la oportunidad de que alguien llegara al bote y al tocarlo "rescatara" a todos los demás y entonces iba por el bote el mismo individuo, así hasta hallar a todos o que se cansaran del juego; obviamente muchos nos escondíamos en parejas o grupos, otros solitos a veces.

Otro juego era el de " Stop " o " Declaro la guerra a " y consistía en que se dibujaba un círculo en el suelo y se dividía en el número de jugadores, uno decía "declaro la guerra a" y mencionaba un país, el que estaba parado en ese, tenía que gritar Stop y mientras el resto corrían para alejarse; ya que gritaba stop, todos se detenían, y este debía calcular el numero de pasos hasta llegar a alguien, si le atinaba ese se llevaba un punto de castigo hasta juntar cinco, entonces perdía y el castigo era " fletarlos ", el que perdía lo ponían en la pared de espalda a los demás y con una bola de esponja a veces mojada a veces no, le intentaban pegar en el cuerpo todos los demás chicos.

Y obviamente el doctor . Este fue el más especial, pero antes de platicarles de éste les cuento mis primeros días del verano.

Los primeros días del verano Rafa y José Luis me buscaban mucho al igual que otros chicos de la escuela de otros grupos, debo aclarar que casi siempre me dejaban hacer lo que quisiera en casa, hasta cierto punto me ignoraban. A veces los chicos estaban en la puerta de mi casa desde temprano, normalmente sólo platicábamos enfrente de la casa, pero yo era muy mala con ellos pues como sabía que me querían ver las nalgas, tocarlas y que les hiciera cositas en sus pitos, me hacía la necia y no quería irme de la calle. Y sí en cambio me iba moviendo de tal forma que el filo de la puerta de la entrada, que era de metal me lo iba metiendo entre las nalgas, clarito se veía que eso los ponía muy excitados pues se súper notaba la forma de mi culo y se contrastaba la silueta entre el color de lo que llevara puesto (cuando hacía eso usaba faldotas) y la puerta, además yo me sentía rara, pero extraña rico pues sentía algo duro entre las nalgas, frío al principio pero si me quedaba mucho tiempo era tibio, y a veces me movía hacia delante y atrás como impaciente para meter y sacar el filo, Uff, me excitaba y a ellos también pues de pronto no me podía detener un buen rato. A veces accedía a que lo tocaran (si no se veía a nadie en la calle) o salir con Rafa o José Luis, pero antes los hacía jugar volados , o " piedra, papel o tijera " para ver con quien me iba. Los fui dejando de ver en las vacaciones.

Eran difíciles de controlar, insistían en irnos los tres juntos, no se les hizo sino hasta sexto, pero antes tengo que contar otras cosas.

En los juegos de cebollitas , siempre iban a buscarme los chicos a casa para ir a jugar, y como no había mucho que hacer me dejaban salir… al fin que iba a ver más niñas. Todos eran mayores que yo, eran siete chavos y seis niñas conmigo, el chico menor me llevaba dos años y el resto de tres hasta siete, es decir el más grande del grupo tenía 16 o 17 años. Joel era el mayor de todos; casi siempre quería que yo me sentara después de él en las cebollitas , y costaba mucho trabajo que me soltara, como es de esperarse nos dábamos unos tallones en los senos, culos y vergas, eran unas tremendas manoseadas; bien que sabíamos las niñas (yo era la menor de todas) qué querían ellos, y nosotras también, aunque ciertamente con el tiempo me di cuenta que yo era la más acelerada y también codiciada. Me gustaba mucho el juego pues me sentía "envuelta" ya que el de adelante haciendo las manos hacía atrás las metía donde podía para que no lo jalaran, yo lo abrazaba, el de atrás me tenía bien enganchada por la cintura o pecho y los otros también metían mano para agarrarle las manos y jalarlo, lo "curioso" es que nunca jalaban de los pies… Había momentos en el juego que sentía toda la tranca del chico de atrás, sobre todo si era Joel, pero los demás no se quedaban atrás, salvo los "chiquitos", a ellos los sentía tamaños "normales" (de los que conocía). Lo que me emocionaba de este juego eran los roces, las manoseadas que eran "sin intención tal", el cómo buscaban meter mano sin que "una se diera cuenta".

En las escondidillas , a donde me metía siempre llegaba algún niño, a veces me escondía con una niña pero ahí iba un chico, casi nunca estaba sola y entre el vigilar que no llegaran a vernos, se me recargaban mucho pero al principio no le hallaba nada de raro, "se asomaba igual que yo", curiosamente siempre detrás de mí, ya luego hasta los empujaba con las nalgas jugando. En esas escondidas ya avanzadas las vacaciones me pegaron algunos mega fajes deliciosos. Uno de ellos, Ale, me empujaba a la pared, me abría de piernas y trataba de meterse dentro de mi faldota y besuqueaba lo que podía en lo que nos hallaban. Sentir su húmeda boca en mis piernas, en mi trasero y vagina (aunque trajera calzones), en la calle a oscuras, bueno, era algo que recorría todo mi cuerpo, como un toque eléctrico que avanzaba hasta mi boca.

En el Stop , siempre trataban de que yo perdiera y me fletaban, conmigo siempre mojaban o ensuciaban las pelotas e intentaban pegarme en el culo para que se notaran las manchas, luego me "las sacudían", ansiaba que me manosearan, claro que después de las visitas al doctor esto sería nada, aún así me gustaba aunque los golpes me dolían pues había ocasiones que sí se ensañaban mucho en el pelotazo.

Un día era la única que estaba con los chicos (Chucho, Micky y Ale) y los papás de Micky no estaban, casi siempre estaba solo hasta las ocho de la noche que iban llegando sus papás y hermanos. Entonces inventaron un juego que era imaginarse que estábamos en la montaña rusa , ponían música muy alto, cerraban las cortinas y uno se sentaba en un sillón tipo reposet (de esos que se pueden poner casi horizontales y también se puede dar vueltas en círculo) y los otros movían el sillón para todos lados así se sentaba cada uno hasta haber "subido todos". Después de unas vueltas y de que vieran como me meneaba en el sillón dijeron que como yo era la niña me tenían que "proteger", entonces me sentaban en sus piernas para que "no me fuera a poner nerviosa o caerme"…, me excitaba mucho. Obviamente en el traqueteo me trataban de meter mano por todos lados al principio solo por encima de la ropa. Me encantaba tener a estos tres chicos alrededor de mí, "los grandes eran míos". Me acariciaban muy bonito, me hacían sentir rico. De pronto decían que venía la Montaña Rusa Plus , ahí de plano me comenzaron a meter mano debajo de la ropa sobre todo en mi pelvis, y yo sentía sus manos calientitas en mi vientre, me sentía morir de alegría. Sentía sus penes bien erectos entre mis nalgas, a veces decían que era un tubo de seguridad que no debía soltar, "qué iba a soltarlo si se sentía más rico que el filo de la puerta (ya quería verlos todos pero "me daba pena" pues eran chicos más grandes, me conformaba dejándolos manosearme). Como usaba ropa muy holgada, se me enterraba lo que fuera entre las nalgas. Luego de plano buscaban mi vagina, y metían tímidamente uno o dos dedos… Ahh no podía por más que quisiera tener los ojos abiertos, los cerraba para "sentir" mejor, era algo infinitamente rico, terminábamos empapados de sudor (siempre dejábamos tiempo para no vernos tan agitados al llegar a casa, o mejor dicho me dejaban descansar, ya que en casa creían que estaban otras niñas y los papás de Micky y por eso no había problema… y no había). Así jugamos por días hasta que los calores fueron subiendo y ellos "llamaron a otro elefante". Un día llego al "Parque de diversión Micky" y estaban mis queridos compañeros de juego y dos más, Toño y Joel… Después de que jugamos un rato de que todos me sentaron en sus piernas, Joel dijo que era muy aburrido ese juego, todos se le quedaron viendo como diciéndole "que te pasa wey", él me mira y dijo de la manera más brusca que yo había oído que se refirieran a mí hasta entonces. "A Danny le gusta la tranca, es una putita hecha y derecha, así que mejor juguemos al doctor". Yo sentada el reposet y todos me miraban con ojos encendidos, pregunté cómo es ese juego (ya habíamos jugado al doctor pero ya saben, bien tonto, inocente hasta la pared de enfrente), Joel dijo, "tú fuiste a la Montaña rusa con tus tíos y te dio fiebre, entonces nosotros que somos doctores tenemos que ver qué es lo que tienes y te vamos a ir revisando poco a poco y nos dices dónde sientes más rico, luego si no se te quita la calentura, tendremos que darte unas inyecciones bien encajadas".

Ahí me quedó claro todo, a mis diez añitos me cogieron cinco cabrones que luego fueron siete, me encantó.

Como ya sabía cuál era su intención y se les veían los bultos bien llenos (y yo quería verlos y tal vez chupar alguno), dije, bueno pero yo digo el orden de los doctores, Joel rotundamente dijo NO, tú eres la enferma. Y sin más me cargó y llevo a la primera cama que encontró, los demás como perros lo seguían. Hasta eso, no fueron violentos… bueno, no me pegaron y casi no dijeron groserías. Con palabras dulces Joel me depositó en la cama y entonces uno de ellos dice "qué bárbara está, mira su cadera", Joel dijo "yo les dije, es una joya de 24 culotes". Chucho dijo algo así como "no mames wey, es una niña todavía, mejor ahí le dejamos" y los demás lo vieron y gritaron a coro "si quieres vete. ¿Danny, quieres que te revisen los doctores?" Ya estaba que explotaba, quería ver sus penes, haría lo que fuera para verlos todos, no entendía por qué tenía necesidad de sentirme así, siempre me dieron la oportunidad de decir no; nunca sabré cómo hubieran reaccionado si me negaba pero no lo hice por todo ese verano. Le dije a Chucho, no te vayas tío, te quiero mucho. Los calenturientos contestaron "y nosotros a ti".

Hecho, comenzaron las consultas, el primero fue Chucho, ese día yo llevaba una camiseta roja con un payasito estampado, mi pechos ya se notaban, un suéter azul, una falda azul grande. Recuerden que no me gusta mucho lo ajustado. Chucho preguntó sobre qué le pasaba a la nena, e iba poniendo la mano en todas partes, yo estaba boca arriba en la cama, los demás alrededor jadeando como puercos. Le dije que en el obligo me gustaba su mano, me daban cosquillas. En eso comentó Joel, sigue otro doctor, pasó Micky, a él le dije que me gustaba su mano en mi pecho, luego a Toño que en mi boca, a Ale entre mis piernas, y cuando tocaba a Joel, él "fue por todas las canicas". Me voltea y pone boca abajo, entonces gritaron, "pero que buena está y apenas tiene diez" y de plano, él sin avisar me comienza a bajar el cierre de la falda, yo me sentía arder, fue sacándola con cuidado y daba besitos en nalgas y piernas, les decía que las tenía bien duras, quitó mis calzones (calzones normales para la edad, ya luego en la secundaria comenzaría a usa de otro tipo). No aguanté más y dije "me siento muy mal" (en verdad me sentía mareada, como si fuera a arder, sentía la cabeza explotar, el trasero y toda mi pelvis me punzaban, los dedos de los pies los sentía a reventar), y la respuesta de Joel fue que me debían inyectar. Escuché la bragueta de un pantalón, volteo a verlos y "el doctor Joel" se estaba bajando los pantalones, los demás hicieron lo mismo. Explicó, te va a doler la vacuna pero te vas a sentir bien luego, y sujetó mis nalgas y las fue separando lentamente y echó saliva o algo así, posó su pene entre ellas… eso sí era pene, los de David, Rafa y José Luis eran juguetitos. La tenía gorda, larga y muy oscura, no sé si era enorme, en el momento fue la más grande que ví, pero una crece y tiende a ver las cosas más chicas de lo que las vio antes.

Estuvo moviéndola de atrás para adelante entre mis nalgas un rato primero sin apretarlas y luego las presionaba un poco para que no resbalara tan fácil; los demás ya de plano estaban sentados en la cama mirando y a veces me acariciaban, me hacía vibrar a cada toque, cada caricia. De plano se empezaron a empujar, Joel tuvo que quitarse ante la presión. Así lo hicieron todos, metían la salchicha en el pan, sus perros calientes eran de diferentes tamaños y espesores, Todos me hicieron sentir riquísimo, hasta que no pude y comencé a hacerme pipí (ahora sé que tuve un orgasmo aún cuando no menstruaba y con el tiempo supe que no siempre me mojaba cuando entraba en éxtasis), entonces dijeron "Ahh, quiere que le demos servicio completo", y me voltean boca arriba. Alguien dijo, ésta chiquilla ya sabe de estos artes.

No entendía como me dejaba mover así a su antojo, como si fuera muñeca de trapo pues no ponía oposición alguna, me gustaba como me jalaban, me volteaban; me sentía fascinada de como me abrían las nalgas, me besaban, separaban las piernas, las levantaban, todo. Fue cuando no aguante (estaba húmeda en las piernas, sentía la piel chinita) y al más cercano lo agarré del pene e intenté llevármelo a la boca. Ahí el goce total y todo ante sus aplausos y chiflidos, por fin pude tenerlas donde más quería, todas y cada una de ellas. Nadie dijo no, todos me la fueron poniendo enfrente, y yo me puse de perrito en la cama y me las tragaba (lo que podía), al principio estaban sorprendidos pues se las chupaba bien según decían, me preguntaron si había visto alguna película porno, dije que no, se reían y decían pero si eres bien puta, perrita, no me gustaban esas palabras pero al mismo tiempo me sentía más caliente, ardía, necesitaba apagar este fuego (y si era necesario oírles sus tonterías, valía la pena), al principio se quitaban cuando sentían que eyacularían y le dejaban el sitio a alguien más pero fue inevitable, uno se chorreó en mí y cuando vieron que traté de no soltar nada de semen, de plano aullaban me dijeron pinche piruja, putita, putota, la zorrita del bosque, otros me dijeron eres "la caperuza, y nosotros los siete enanos", y Toño señaló, pero somos cinco, y no supe quién dijo: eso se va a arreglar.

Todos dejaron su semen en mi boca (ninguna sabía igual), no pude tragar tanto así mi payasito terminó empapado de esperma. No tengo idea de cuánto tiempo pasó pero todos pasaron más de dos veces, hasta que de plano me Cargaron, me recostaron bien y ahí embarrada por casi todos lados me despojaron de toda ropa, y la llevaron a lavar, mientras otros me dieron de vueltas en la cama para dejarme cubierta del semen que quedaba (hasta eso no era tanto), y Ale comenzó a lamerme, lo siguieron todos, sentir todas esas lenguas ha sido de lo más rico que he sentido hasta ahora, limpiaban todo espacio en mí, me metían la lengua en la rajita, entre las nalgas, en las piernas, los dedos, brazos, cabello, en toda la cara, boca, todo, casi no sabía que ocurría, me sentía bloqueada, en otro lado, pero un lugar cálido. Y de pronto uno mencionó, no se la hemos metido… Otro respondió, espérate, no agotes la mina de una vez, nos tiene que durar el verano.

Ya limpiecita, me bañaron, todos tallaron donde querían, y con la ropa lavada y secada, bueno, hasta la plancharon, nos fuimos a la sala, y dije que me encantaban esos doctores, ya querían empezar de nuevo pero Joel dijo que era suficiente por ahora. Yo tenía ganas de seguir. Ahora sé que tuve un orgasmo (aunque ahora creo que fueron varios, para ser sincera, no he tenido más emoción u orgasmos tan grandes como ese verano tal vez porque fueron los primeros).

Esa noche no pude dormir, recordaba todo, me volví a hacer pipí. No podía esperar a otro juego. Los muy canijos al día siguiente no me buscaron y se me escondieron así que tuve que esperar un día más.

En la segunda sesión estaban los mismos, pero ahora más ansiosos, en cuanto entré, me cargaron cuatro y me llevaron a una cama, decían el paciente viene grave hay que operar pronto, todos reímos, ese día lleve puesta una blusa blanca, suéter de cuello de tortuga blanco, un short blanco, pantalones negros. Comentó alguno, Ah, nos lo quiere hacer más tardado, entre todos me quitaron la ropa con cuidado, yo levantaba brazos, me ponía flojita para que levantaran las piernas y sacaran los pantalones, toda la ropa la pusieron en una silla (para no tener que lavarla luego). Lo mismo, a auscultarme a revisar todo mi cuerpo, pero desde el principio con más besos, me sentía igual, ya quería llegar a las "jeringueadas", en eso uno dijo, le voy a dar su kiko de chupetón y sin más se me pegó como sanguijuela a una nalga y me hace un chupete, otro atacó la otra, otro también y de pronto tenía a cuatro haciéndome chupetones en el culo, se sentía bien raro, el quinto se fue a la espalda lo más cercano a l trasero.

Después de un rato de besos, chupetes y lamidas llegamos a lo bueno, pero eso creía yo, les fui dando una buena mamada a cada uno pero no se dejaban exprimir el yogurt,

Esta vez me decían como hacerlo y ahí aprendí muchas maneras más de meterme una verga a la boca, alguien dijo, "ya llegó la marranita con su mamá por leche, eres una perra de mierda, vean como no lo suelta la muy puta", cosas así, seguía sin gustarme eso de las palabrotas pero no quería soltarlas de verdad, hubo uno que se iba haciendo para atrás mientras se la mamaba y lo seguía, justo como perrita pegada a una ubre, casi me caigo de la cama pues cerraba los ojos, no podía dejarlos abiertos. De pronto me acuestan boca arriba, y me meten una en la boca, me ponen otras en cada mano, y me abren las piernas, no podía ver qué hacían pero Joel estaba ahí, intentó meter su verga en mi vagina, tenía que ser la más gorda…no pudo y estaba bien enojado, entonces otro dijo, "la mía es más chica, ahí te voy", y este si pudo. Fue un dolor tan grande que ya no me di cuenta de nada por un buen rato. Cuando reaccioné, estaban alrededor bien espantados, preguntaban cómo se me sentía, respondí que mareada, todo tipo de preguntas, me quise parar pero no podía, me dolían las piernas, y vi sangre en la cama, me espanté y lloré, ya comenzaron a decir que era normal, me bañaron, secaron y preguntaron si quería seguir jugando, "claro que no". Cuando me vestían ví todo mi cuerpo lleno de moretones; rojizo, morado, azul, me sentía magullada. No me podía tener en pie, me dolía mucho la entrepierna, se me pasó el miedo pues me chiquearon todo el tiempo, hacían chistes, vimos videos de películas de risa, se me pasó el dolor… era raro, me invadió una sensación de agotamiento, como si hubiera corrido kilómetros, al mismo tiempo no era de esos dolores que son insoportables, se sentía un cansancio agradable.

Al día siguiente me sentía muy extraña, bien caliente; con ganas de volver a sentir lo mismo, fue como un gran golpe y ver mucha luz. En la siguiente sesión de inmediato fuimos a la cama, pero ahora si se ahorraron varios pasos tras despojarme de la ropa, me abrieron de piernas y las subieron hasta mis hombros, y me la dejaron ir adentro, esta vez no se sintió el golpe y sí se sentía riquísimo, podía percibir cómo entraba y salía, como algo tan gordo iba abriéndose espacio dentro de mí, sentía el avance de sus trozos (y trocitos) de carne y que se adaptaran al espacio que era suficiente para que entrara todo o mucho, dependía de quien fuera. A jalones quitaron a uno, siguió otro, luego otro, otro y otro; lo hacían despacito. Ya cuando vieron que no me desmayaba me pusieron cuatro vergas a mi alcance al mismo tiempo, las de las manos mas bien las apretaba lo más que podía, luego me enseñaron a chaquetearlas a buen ritmo. Alguien dijo, vamos por el tesoro, Joel nuevamente dijo que "tenía que durar esto", ya harían el candelabro completo los cabrones.

La siguiente consulta dos días después fue con los siete enanos, ahora sí estaban todos y me manosearon, me dedearon la vagina, besaron, volvieron a hacerme chupetones, se las chaqueteé a todos, me la metieron en boca y conchita. Como novedad me cargaban y me llevaban como en avioncito de un lugar a una cama y el aterrizaje era meterme una reata en la boca, era muy rica esa sensación, me cargaban de arriba a abajo para meter y sacar la rica verga de mi boquita. También me enseñaron a cabalgarlos, uno se acostaba boca arriba y los demás me cargaban y decían que iba a montar un caballo salvaje, iban metiendo su verga en la vagina y el que estaba acostado comenzaba a moverse lo más que podía, yo no debía "caerme"… delicioso, todo pasaba entre risas, gritos, palabrotas, caricias y besos, hasta ese momento no he habían pegado para nada, los muy cabrones lo harían en la última vez que lo hicimos.

Una de las chicas (Irma) se enteró no sé como de donde andaban todos, ella quería andar con Chucho y lo buscaba y lo buscaba, así nos descubrió. Al principio se espantó, les dijo de todo pero al final ella terminó jugando lo mismo, pero con ella sí se mandaban en golpes y palabrotas, empezamos juntas en la cama pero luego se fue a otro cuarto pero se escuchaba todo, en especial las voces, ella gritaba, "más, más, más, más…" Estaban conmigo y cuando terminaba uno se iba con ella y viceversa. Otros días ya éramos tres las chicas. Irma y Blanca eran mucho mayores que yo, me llamaba la atención eso, me enojaba que me quitaran a mis hombres, pero me enseñaban cosas.

Blanca estaba muy resentida conmigo, Joel había sido su novio y él no me soltaba, era su favorita si así se le puede llamar.

Hubo unos días que no jugamos no recuerdo porque pero Blanca me invitó al cine y luego con un amigo suyo, ahí me emborrachó la desgraciada, hasta ese momento no había tomado alcohol (no lo necesitaba estaba bien puesta para la mamada). En casa me terminaba las cubas dejadas por invitados pero hasta ahí por eso conocía la sensación de embriaguez. En esta ocasión me dieron mezcal, con sal de gusano, sin darme cuenta real de qué pasaba, al rato ya me estaba cogiendo el amigo de Blanca, no me agradó mucho, éste tipo si me lastimaba, era muy tosco me dejaba encima todo su peso y era más grosero, no entendía porque Blanca no se desnudaba también. Terminó, me vistió Blanca y nos fuimos.

Al día siguiente fui con Irma y Blanca al cine, terminamos en una fiesta donde todos le decían a las chicas por qué llevaban a la niña, Blanca me volvió a embriagar, no me daba cuenta bien cómo lo hacía pero me sentía borracha (ahora sé que me drogó) y después de que platicó con un amigo suyo, este no quería pero se puso a charlar conmigo y me estuvo manoseando, cuando sintió toda la forma de mi trasero, no sacaba la mano de ahí y me dedeaba el ano, se sentía muy extraño, hasta ese momento no me habían metido un dedo en el ano, sólo lo besaban, lo lamían, me ponían el pene encima y apretaban las nalgas para masturbarse pero nadie me había metido el dedo, eso sí era diferente. Me sentía extraña por la borrachera y por la sensación de tener el dedo hurgando mi interior, estábamos sentados en un sillón y yo terminé como recostada hacía un lado, él casi acostado en mi, con una mano me acariciaba las piernas y la otra meneaba un dedo dentro de mi ano que entró fácil pues estaba bien relajada (drogada). Entre lo que recuerdo decía que nunca había visto unas nalgas así, que tenía el culo más bonito que había dedeado, yo sólo disfrutaba la sensación, fantástica, tenía ganas de ir al baño pero al mismo tiempo no.

De pronto se aparece Irma buscándome, le da un cachetadón al chavo y lo aleja, me pregunta que quién era, contesté medio amodorrada, "un amigo de Blanca". La buscó y después me enteré de que la perra desgraciada quería regentearme, no podía creer que mi amiga hiciera eso, al menos me lo hubiera propuesto o dicho; es probable que no me negara pues cada vez me sentía más insaciable, tenía la necesidad urgente de sentir de primero algo entre las nalgas (no tanto dentro del ano, pero sí entre ellas), y luego algo (algo no, un pene) en mi boca o en mi vagina.

A partir de ahí todos le dejamos de hablar, era algo así como romper el secreto de la banda; algo verdaderamente paradójico, ellos me podían coger a más no poder, hacerme lo que fuera, pero nadie más, eso era inaudito. Joel era el más apenado, no lo entendía pues era de los más atrevidos para hacerme cosas pero a partir de ahí, si no estábamos en las "consultas", me cuidaba a morir, se convirtió en mi protector incondicional (en el sexo no lo podía dominar al principio pero fuera sí). Me compraba dulces, libros, discos, películas, ropa, etcétera.

En la última sesión de ese maravilloso verano, prepararon algo especial, estaban los siete enanos e Irma. En la sala estaban todos, Irma y yo en un cuarto, me enseñó a bailar de manera candente (como teibolera), echando un pie adelante, y mover la cadera dando vueltas, con los brazos hacía arriba, luego a doblarme echando el culo para atrás y recoger algo en el suelo, dar brinquitos parando las nalgas, en fin; salimos después de un rato. Ellos habían estado tomando, al vernos apagaron luces menos una lámpara que iluminaba una mesa, Irma les bailó una pieza, se fue despojando de la ropa, muy sexy, aullaban, aplaudían pero cuando se bajó, se hizo un silencio, comencé a caminar lentamente hacía la mesa, la música era un blues , poco a poco subí y comienzo a hacer los movimientos que aprendí, no dejaban de decir que estaba buenísima, a pesar de ser una niña, mi cinturita y mi culote eran irresistibles, para el baile me puse una blusa de la mamá de Micky, al irla desabotonando, vieron el cuerpo que querían, no me dejaron terminar, jalaron a Irma, me cargaron, nos echaron a la misma cama y a manosearnos, a besarnos, Irma me besaba también, yo tímidamente lo hice igual, pero algo nuevo fue que le metí el dedo a Irma en la vagina, acariciaba sus pechos, eran grandes, admiraba su cuerpo, pensaba que algún día el mío se vería así. De pronto chucho se lleva a Irma y los demás se quedan conmigo, mis seis enanos hicieron lo de siempre, pero hoy no me dejaban ni una gota de semen, iban corriendo a tirarla a una jarra, sacaban la verga antes de eyacular, les gritaba que no, que me dieran mi lechita, quería mi yogurt, la cremita de sus bananas. Me atoraban por la vagina, metían dedos, sus platanotes, pero se salían a echar su semen a la jarra, imaginaba que me la iban a dar tarde o temprano. Mi calor era mucho, ahora sí a todos los hice aullar, ya había aprendido lo que le gustaba a cada uno, me ponían de a perrito, me enchufaban por vagina y boca, me llevaban de un lado de la cama al otro dando "pasitos de perra", ponían mis piernas en mis hombros, me jalaban por lo brazos hacia el que me cogía, delicioso, esta sensación ya me era conocida, era un perderse en un lugar riquísimo.

De pronto se detuvieron, y dijeron que el verano terminaba, así que me iban a penetrar el culo, sin pensarlo dos veces me puse boca abajo, recordaba vagamente la dedeada tan rica del tipo aquel, me echaron vaselina y me estuvieron dedeando, de pronto la polla más chica se enfilo a mi año… Fue horrible, me dolió en el alma, el hijo de mierda como pudo metió la cabeza y sin más empujó todo lo que pudo, no sé si entró toda, perdí el sentido una vez más. Esta vez no se espantaron, supe después que todos me cogieron por el culo menos Chucho que siempre estuvo con Irma. En algún momento fui recobrando conciencia y solo me zarandeaban, ya no preguntaban si estaba bien, grite entre el dolor y el enojo pero ahora recibí como respuesta nalgadas y un "cállate Danny, eres una zorra que hay que castigar", me espanté, me dieron más nalgadas y pellizcos. Oía comentarios sobre que mi culo a pesar de las folladas era muy estrecho, que apretaba como nadie, ahora sí hicimos el candelabro pero yo no estaba a gusto, me sentía asustada hasta cierto punto. Al fin me dejaron descansar, me llevaron al baño y pude hacer mis necesidades.

Después de un rato salí, estaba enojada, me quejé por las nalgadas, decían que era parte del show del culo (culo igual a nalgadas y pellizcos decían), caminaba como zamba. Para que ya no me enojara dejaron que hiciera lo que quería, así que jale a Joel lo empujé a la cama saqué a todos del cuarto y se la chupe pero de pronto le mordí con fuerza, estaba bien enojado, le contesté que era parte de la chupa a partir de hoy. Seguí haciendo lo mismo con el resto.

Ya estábamos todos acostados hechos bola en la misma cama después de las mordidas cuando alguien dijo, no se puede ir la nena sin su leche, se alejan y me sientan, traen la jarra, era todo el semen que pudieron juntar… lo fueron sirviendo en mi boca, esta vez sabía muy diferente, estaba bien frío, así era más complicado tragarla toda, se escapaba mucha por lo que terminé toda chorreada de semen. Los miraba y les decía, me gusta más calientita, me repartía el semen donde no había caído, pedí que me limpiaran con sus lenguas pero esta vez se negaron por lo que tuve que ir a limpiarme muy enojada, no sin repegarme al que pudiera para dejarle algo de sus porquerías.

Me dolía la cola y las piernas a más no poder, apenas podía caminar; ahí terminaron las sesiones del doctor, el verano casi se iba, y ya no fue lo mismo después. No pudimos estar juntos todos los enanos de nuevo. Por mi parte, aprendí muchísimo, lo que luego aplicaría en la escuela y demás.

Una de las grandes lecciones de mi vida fue algo que me dijo Irma, "una puede ser puta ninfómana, pero aún así, no para todos… si una se les entrega, se lo deben ganar con creces. Puta pero no pa’ todos" Fue algo que no he podido olvidar, hasta lo apunté para no olvidarlo tal cual me lo dijo. Y es cierto, si se trata de gozar, deben ser todos, no sólo ellos. Aunque resultara público el que una sea golosa del sexo, no a todos les va a tocar.

Ojalá les haya gustado acompañarme en mis recuerdos. Para terminar, les cuento que después me cogería muchas veces a solas a Joel, poco a poco se fueron invirtiendo los papeles, al final él era el dominado. En mi siguiente relato escribiré sobre mis aventuras más relevantes el resto de la primaria (quinto y sexto), incluido el maestro de deportes, un chico nuevo de la calle que asedié a más no poder (mi primer amor de verdad), y mis más queridos compañeritos de la escuela.