Mis amores fraternales (07: Trivialidades)

“Trivialidades”. Séptimo capítulo de la historia de mis relaciones con mi hermana. Antes de acabar el verano en Almería María y Ana iniciarán también el camino del incesto. Elena y yo seremos testigos y colaboradores directos.

MIS AMORES FRATERNALES (07 Trivialidades)

"Trivialidades". Séptimo capítulo de la historia de mis relaciones con mi hermana. Antes de acabar el verano en Almería María y Ana iniciarán también el camino del incesto. Elena y yo seremos testigos y colaboradores directos.

Cuando amanecimos en nuestro noveno día en Cabo de Gata los cuatro estábamos de resaca. Al menos de nuevo el sol brillaba con toda su potencia y nos fuimos a la playa de Las Negras, bonita sin duda, pero mucho más atestada de bañantes. Mis compañeras no hicieron ni siquiera top less.

Regresamos a comer al apartamento y dado el cansancio acumulado por las noches de juerga los cuatro nos dispusimos echarnos una buena siesta. Yo dormí más o menos una hora. Cuando levanté el ojo observé que mi hermana permanecía tumbada en la cama de al lado. Estaba despierta y absorta en sus propios pensamientos.

  • ¿No has dormido?- le pregunté.

  • Sí, pero sólo media hora, luego me he despertado y ya no he vuelto a pegar ojo. ¿Y tú has descansado?

  • Sí, me ha sentado bien.

Seguimos charlando en voz baja, hablando de variados temas hasta que yo pregunté a Elena:

  • ¿Me vais a decir de una vez quién de vosotras fue la que me folló el otro día?

  • Sí, seguro que algún día te lo diremos.

  • ¿Seguro que no fuiste tú?

  • No, yo no. Acuérdate que quedamos en que tú y yo nunca nos volveríamos a acostar.

  • Sí pero te veía tan animada la otra noche que pensé que a lo mejor te habías planteado incumplir el pacto.

  • ¿Te hubiera gustado?

Vaya pregunta más directa y problemática me hacía mi hermanita. Me lo pensé y respondí con mediana sinceridad.

  • Siempre que tú quisieras y estuvieras segura de hacerlo no me importaría repetir la experiencia pero sólo en caso de que tú estuvieras muy segura.

  • O sea que tu estás seguro de que quieres volver a hacerlo ¿Te sigo atrayendo sexualmente?

  • Mira, he aprendido a aceptar que eres mi hermana y que al tiempo me apetece hacer el amor conmigo. Pero ten por seguro que valoro mucho más la relación que nos une que un polvo.

Aquella declaración tan trascendental pareció agradar a mi hermana que dijo:

  • Qué mono.

Luego se levantó de su cama y se fue hacia la mía. Se tumbó a mi lado boca abajo pero con la cabeza levantada y mirándome. Con las piernas también izadas jugaba de forma pizpireta con sus pies desnudos juntando uno con otro. Aquello cercanía me empalmó.

  • Eso se llama incesto y se supone que no se debe hacer- me dijo.

  • Hay tantas cosas que no se deben hacer.

  • Reconozco que el otro día me puse algo cachonda con la situación pero hubiera sido incapaz de follar contigo con Ana y María afuera esperando. Una cosa es que ellas sepan lo que pasó entre nosotros y otra que follemos casi delante de ellas.

  • Pues si no fuiste tú quien me folló, insisto, entonces fue Ana.

Ella me miró sonriendo y asintió con la cabeza

  • Sí, fue Ana. Así que ya te has tirado a las tres. Has follado con María, con Ana y conmigo.

  • Pues que bien, todo un sueño cumplido.

  • ¿Ah sí?

  • Claro pero sobre todo el mayor de mis sueños fue hacerlo contigo.

Ella se quedó con la mirada fija en mis ojos, sonriendo dulcemente. Mi hermana seguía siendo para mí la mujer perfecta.

Estuvimos varios segundos sin decir nada ninguno de los dos. Deseaba besarla y hacerle el amor allí mismo. Pero no me atrevía. Sin embargo creo que ya era inevitable. Fue ella quien dio el paso. Acercó su boca a la mía y nos besamos. Juntamos nuestros labios. Nos quedamos quietos con nuestras bocas pegadas hasta que ella sacó su lengua, la introdujo en mi boca y buscó mi húmedo apéndice. Juntamos las dos lenguas y estuvimos en silencio, con los ojos cerrados, besándonos sin tocarnos. Cuando por fin separamos nuestras caras, susurré:

  • No debemos hacer esto.

  • Pero si has dicho que no te importaba.

  • He dicho que tú debías estar muy segura.

  • Y lo estoy

  • Pero ¿Y si luego te comes la cabeza?

  • Ya me la comí el año pasado. Ahora he superado aquel sentimiento de culpabilidad.

  • ¿Y estas dos? Están ahí al lado, podrían enterarse.

  • No creo que entren. Lo haremos en silencio.

Mi hermana me estaba proponiendo hacer el amor otra vez. Era increíble. Lo que más deseo en el mundo se entrega a mis brazos. Volví a besarla de nuevo en otro morreo largo y pasional. Luego le quité la camiseta y el sujetador. Ella hizo lo propio desnudando mi torso. Seguimos besándonos y yo de vez en cuando bajaba a lamer y chupar sus dulces pezones.

La iniciativa pasó entonces a manos de Elena. Se dirigió a mis pantalones cortos y me los bajó, me dejó completamente desnudo. Me lamió dulcemente la verga. Yo mientras le quité también el resto de su ropa. Al tiempo que me chupaba el miembro yo acerqué sus pies a mi boca y también se los lamí. Luego coloqué su monte encima de mi boca e iniciamos un 69.

Casi nos corremos los dos por las fogosas chupadas que nos dedicamos el uno al otro, pero detuve el 69. Saqué un condón del cajón de la mesilla que tenía al lado y me lo puse. Coloqué a Elena tumbada en la cama boca arriba. Levanté sus piernas e introduje el pene en ella.

Era incapaz de no follar a Elena con ardor. Mis embestidas desvelaban el deseo reprimido de todo un año por volver a poseer a mi hermana. Ella jadeaba debajo expresando sus sensaciones. Cambiamos de postura. Yo me senté en la cama apoyado en el respaldo. Ella se sentó sobre mi verga y follamos con tremenda lujuria. Agarré su culo, le metí un dedo dentro y mordisqueé sus tetas. Ella se corrió bajo gemidos de alta intensidad.

  • Qué bien me follas hermanito- me dijo al terminar.

Me preguntó si me había corrido, dije que no y me sonrió con cara de pícara. Mantuve esa misma posición sentado en la cama. Ella se colocó a un lateral y comenzó a chuparme el falo con voracidad, metiéndoselo entero, babeando sobre mi glande y jugando con su lengua. Estaba ya a punto pero antes ella me preguntó

  • ¿Quieres correrte en la boca de tú hermana?

  • Sssss... sí- dije como pude.

Y se dispuso a ello. Se bajó de la cama se arrodilló en el suelo y tiró de mi cuerpo para colocar mi polla en su boca. Se la introdujo entera y mamó con ansiedad. Mi semen salió disparado en el interior de su boca y ella siguió lamiendo hasta que acabó la corrida. Se lo tragó todo. Cuando terminó todavía pude ver restos del líquido en su boca.

Elena se levantó se acercó a mí y me dio un estupendo morreo.

  • ¿Te ha gustado?

  • Me ha maravillado- dije- ¿y a ti?

  • También

Y nos fundimos en otro morreo.

Seguimos besándonos desnudos hasta que escuchamos a las hermanas Pereda que salían de su habitación. Se habían despertado. Temimos que fuera a causa de nuestros gemidos. Nos vestimos rápido y salimos intentado disimular lo que acabábamos de hacer. Afortunadamente no dijeron ni un apalabra al respecto y no notamos en su actitud nada sospechoso. Seguramente no se habían enterado de nuestro polvo.

Nos quedamos en casa el resto de la jornada y para variar nos acostamos relativamente temprano. Y es que mi hermana y yo no mostramos ningún interés por quedarnos levantados hasta tarde. No lo habíamos hablado pero ambos deseábamos irnos cuanto antes a nuestro dormitorio.

Aquella noche volvimos a hacer el amor. Fue un polvo más pausado, más romántico si se quiere ver así. Llegamos al éxtasis los dos a la vez. Y nos quedamos en silencio un buen rato abrazados y desnudos en la cama. Fue mi hermana quien rompió el silencio.

  • Oye

  • ¿Qué?

  • Que nos hayamos acostado juntos otra vez no quiere decir que nos tengamos que cortar para ligar con otras personas. Si quieres intentarlo con María y Ana por mi no lo dejes ¿eh? Aunque follemos seguimos siendo hermanos, no novios ni amantes.

  • ¿Y no tendrías celos?

  • ¿Tú estarías celoso si yo me ligo a un tío?

  • Bueno, me tendría que aguantar, desde luego.

  • Pues yo igual, de todas formas con Ana y María es distinto, yo creo que incluso me haría gracia que te volvieras a enrollar con ellas.

Nos volvimos a besar con amor, nos quedamos hablando un buen rato, y al final, yacimos dormidos el uno junto al otro, desnudos y en la misma cama.

A la mañana siguiente fue precisamente Elena quien propuso ir a una playa oficialmente nudista. Teníamos una cerca y según nos habían contado bastante bonita. Ana y María aceptaron encantadas yo me lo pensé, sabía que en una playa nudista iba a ser difícil no estar empalmado todo el día, iba a pasar mucha vergüenza. Pero al final cedí, ya veríamos como afrontarlo.

Cuando llegamos a la cala, efectivamente el 80 por ciento del personal estaba completamente desnudo. Las chicas no lo dudaron un segundo y las tres se quitaron toda su ropa exponiendo sus bellos montes de venus, a cual más bonito. El que más llamaba la atención, ya me había fijado yo el anterior día nudista, era el de María. Lo tenía muy depilado prácticamente sólo con una pequeña franja de pelos pubianos. Elena y Ana también tenían el vello recortadito aunque no tanto.

El caso es que, como siempre, yo me empalmé. Era inevitable, mi pene es así, impulsivo y malcriado. Y a ver quién se quitaba ahora el bañador. Las chicas empezaron a gritar y a mofarse, me llamaron gallina, cobarde, salido y muchas cosas más no reproducibles. Yo les reconocí mi situación y les intenté explicar que por el bien de mi imagen no debía quedarme desnudo en aquel estado de erección. No les sirvieron aquellos argumentos, me insultaron un poco más y cuando se cansaron se tumbaron en las toallas y me dejaron un rato en paz. A los pocos minutos María volvió a la carga.

  • No os hemos contado David y yo lo que pasó el primer día que hicimos nudismo.

Se refería a la mamada que María me hizo para desempalmarme. Yo sí se lo había contado a Elena. Pero ella no dijo nada y dejó a María recordar aquella aventura playera. Ana se escandalizó un poco de su propia hermana.

  • ¿Se la chupaste en plena playa?

  • Estábamos ocultos por una rocas- dije yo defendiendo a María.

Finalmente la propia María propuso:

  • Bueno, a lo que iba, ¿y si una de nosotras le alivia y así David puede desnudarse sin mostrar su pene empalmado?-

  • Yo paso que estoy aquí muy tranquilita tomando el sol.- dijo rápidamente Elena colocándose las gafas de sol.

  • Házselo tú que ya tienes experiencia, so guarra- dijo Ana.

  • Por eso, como ya tengo experiencia ahora os toca a vosotras. Y guarra serás tú, enana- contestó Maria.

  • Yo no hago pajas ni mamadas al aire libre- añadió Ana.

María me miró con cara de mala y dijo:

  • La verdad es que tenéis razón que se vaya él y se haga una gayola si quiere jajajaja.

El juego de María, otra vez, había sido el de calentarme en vano. Ella sabía desde el principio que Ana y Elena no aceptarían su propuesta y que yo me iba a quedar más empalmado todavía y sin premio.

Me di la vuelta y pasé un rato de ellas pero para acallarlas me quité finalmente el bañador y me puse bocabajo. Las tres silbaron gritaron y se rieron mucho. Intenté no hacerlas casos y relajarme, cosa difícil, seguía empalmado.

Al final se cansaron de reírse de mí y se dedicaron a comentar los cuerpos masculinos de la playa. Me relajé sin hacer mucho caso de lo que decían pero una frase de Ana me llamó la atención.

  • Joder, la verdad es que hay cada tío en la playa que no me importaría nada montármelo con él. Además ya me va tocando.

Levanté la cabeza y dije.

  • Pues echaste un polvo el otro día ¿o no te acuerdas?

Comprobé que la cara de Ana se enrojecía, su morena pies se tornaba a roja.

  • ¿A que te refieres?

  • Al polvo que me echaste mientras yo estaba atado en la cama- Observé mientras hablaba la cara divertida de las otras dos.

  • Ya te dije que no fui yo.

  • Venga, hombre. No mientas. Si Elena ya me lo ha contado todo.

  • Pero serás zorra- dijo Ana mientras le tiraba a mi hermana el bote vacío de crema.

  • Me pilló en un mal momento y se me escapó- dijo Elena desternillándose de risa.

Elena no sólo me había contado que Ana fue quien me folló. En nuestra conversación de la pasada noche mi hermana también me desveló que mientras discutían quien se acostaba conmigo Ana insistió todo el tiempo en ser ella, aunque María también se mostró muy interesada. Finalmente la convenció con el argumento de que era la única de las tres que todavía no se había acostado conmigo. María cedió y finalmente Ana fue la elegida para follarme. Pero todos estos datos me los callé.

  • Y luego dice que yo soy la guarra- concluyó Maria.

Todos, incluso Ana, acabamos riéndonos de la aseveración de María. Yo, además, doblemente porque había logrado que el objeto de las bromas no fuera ya sólo yo.

Fue difícil acabar con la erección en la playa nudista. A veces me relajaba y mi pene descendía, pero ya buscaban ellas alguna manera de volver a ponerme tenso. Sobre todo en el agua. Me lo tocaron la tres, simplemente para ponerme cachondo, sin mayores pretensiones sexuales. Su objetivo es que me muriera de vergüenza al salir del agua. En varias ocasiones me tuve que quedar solo en el mar esperando que, al menos, aquello bajara algún grado.

Como se podrá comprender cuando volvimos a casa sufría incluso dolores testiculares de haber estado tanto tiempo empalmado.

Por la noche continuamos con la rutina de siempre, cena y mucha cerveza mientras charlábamos animadamente. Dudamos si salir o no pero a petición de Elena nos quedamos en el apartamento. María propuso un plan. Teníamos un trivial en casa y dijo de jugar pero cambiando alguna regla. Y a estas alturas se podrán imaginar en que consistían esos cambios.

Propuso que cada pregunta fallada fuera un morreo y cuando se cayera en la casilla del quesito la prueba sería chupar los genitales de alguien. Al final quien ganara elegiría castigo para los demás. Yo creo que María ideó esas reglas precipitadamente, sin caer en la cuenta de que ahí estábamos tres chicas y un chico y además éramos dos parejas de hermanos. Yo estaba encantado con el juego pero suponía que iba a ser irrealizable y así se lo hice saber a mis compañeras. La primera queja la expuso Ana.

  • Una cosa es que una noche borracha me folle a David y otra es que le lama el coño a Elena.

  • Bueno hay que experimentar. Yo nunca he probado un coño, lo mismo hasta nos gusta- dijo Maria.

  • Yo creo que me voy a emborrachar y hago lo que sea- añadió divertida Elena.

Ana ignoró la afirmación de Elena y volvió a dirigirse a su hermana.

  • Si claro, ¿Y si te toca conmigo? ¿También me vas a chupar el coño? Que soy tu hermana.

Y entonces a Elena se le iluminaron los ojos. Era la oportunidad de que las Pereda hicieran algo parecido a lo nuestro. Y ya se sabe que cuando no eres la única en este mundo que ha hecho algo indebido te sueles sentir mejor.

  • Pues esa idea me gusta, mira. Yo estoy dispuesta a jugar con las reglas que sea pero si vosotras aceptáis también montároslo en caso de que os toque. Además a estas alturas no podéis negaros. Lleváis todo el año diciéndome que no pasa nada por haberme acostado con mi hermano, ahora aplicaros la regla.

  • Si, pero la diferencia es que además nosotras somos las dos mujeres- protestó Ana.

  • Bueno y que más te da. No va a salir de aquí. ¿No me digas que nunca has tenido alguna fantasía lésbica? A veces tú y yo nos hemos morreado.

  • Vaya, esa historia no la conocía yo, de lo que se entera uno- tercié yo emocionado por la revelación que hizo Elena.

  • Fue sólo una vez, estábamos muy borrachas y no pasó de ahí, fue sólo un juego- se defendió Ana- Y que bocazas eres Elena, hija- añadió.

  • Hacemos una cosa. El juego se para cuando alguien lo pida pero siempre y cuando se haya completado ronda. Porque no vale que tiremos todos y cuando te toque a ti te rajes. ¿Vale?- propuso finalmente María.

  • Bueno vale- dijo Ana tras pensárselo mucho- Pero yo antes necesito beberme un cubata o algo fuerte.

De la bebida nos encargamos Ana y yo, preparamos cubatas bien cargados para todos. Elena y María se dedicaron a poner el tablero y las fichas en la mesa.

Terminamos de perfilar las reglas. Como en el trivial se sigue tirando tras cada acierto decidimos qué solo sería castigado quien fallara la primera pregunta. El que errara cumpliría su pena besando (en la boca o en los genitales según tocara) al último acertante de una pregunta y cada ronda se cambiaría de sentido para que no fuera siempre la misma persona la que te precediera. Además añadimos otra norma, el castigo podía ser sustituido por una prenda pero impusimos tres como máximo.

El juego empezó con la siguiente situación: yo me senté entre Ana y María y con Elena enfrente, es decir, evitamos que los respectivos hermanos estuvieran uno al lado del otro.

María fue la primera, le tocó pregunta de historia. No tuvo problemas en contestar bajo qué reinado tuvo lugar la batalla de San Quintín. Elena, por raro, que parezca acertó una de deportes. Fue Ana la primera en fallar una complicada pregunta sobre arte. Se quitó sus sandalias como prenda y todos la abucheamos por estrecha. A continuación se bebió su cubata de un golpe y se fue a por otro, de paso preparó otra ronda para los demás.

Cada vez más animados seguimos con el juego. Me tocaba a mí, hice le broma de retirarme pero sólo conseguí más abucheos así que pedí sin más dilación que me hicieran una pregunta:

-¿Quién fue el primer presidente de la II República Española?

Yo no soy buen estudiante pero en historia me defiendo. Además la pregunta era fácil

  • Alcalá Niceto Zamora.

Acerté tres preguntas seguidas dejando estupefactas a mis compañeras. Al final caí en una casilla de quesito. La tensión se percibía en el ambiente. Además la pregunta era de deportes, mi especialidad.

  • ¿Qué selección logró vencer en el campeonato mundial de fútbol en 1982?

  • Italia.

Acerté. La cosa se ponía interesante me destacaba en cabeza con un quesito. Falle a la siguiente y con el cambio de sentido le volvió a tocar a Ana. Erró a la primera. Según las normas debía chupar mi pene aunque todavía disponía del comodín de la prenda. Hizo un ademán de dirigirse hacia mi miembro pero a mitad de camino dijo...

  • Jeje, era broma. Mejor me quito una prenda.

Ana se tuvo que quitar la camiseta y quedarse en sujetador pero lo mejor es que sólo le quedaba ya un comodín de prenda. Al siguiente error tendría que quedarse desnuda.

Seguimos jugando, fallando y acertando. Tras varias rondas de trivial y de cubatas ninguno había tenido que morrear ni chupar a nadie. Pero Ana y Elena estaban ya completamente desnudas y a María y a mí sólo nos quedaba una prenda por utilizar. No tardamos mucho más en perderlas y quedarnos todos desnudos.

La primera en pasar por una situación complicada fue mi hermana. Se tuvo que morrear con María. Ya bajo los efectos de las copas no se cortaron ninguna de las dos. Se metieron la lengua hasta el fondo y me dejaron a mí caliente por completo.

Pero tan sólo una tirada después fue Ana quien debía besar a alguien. Como María seguía siendo la ultima en haber acertado se presentaba un morreo entre hermanas. Qué excitante.

  • Venga ven aquí y bésame hermanita.

  • Uff- suspiró Ana

  • Las normas son las normas. Si ahora te arrepientes no haber jugado- afirmó contundente Elena.

Ana se levantó, se acercó a su hermana mayor, se colocó a su altura y se engancharon en un beso tímido pero que cumplió las normativas. Las dos lenguas se llegaron a juntar. Ana acabó roja como un tomate, pero la situación fue comprometida incluso para la lanzada y descarada María a la que también se le notaba algo avergonzada tras morrear a su hermanita pequeña.

Yo estaba ya a 1000 por hora.

Asistimos a varios morreos interesantes, yo tuve que besar a María en una ocasión y Ana tuvo que morrearme a mí en otra. Elena también besó a Ana un par de veces y a María otra. Pero hasta ese momento ninguno de nosotros había logrado otro quesito y por tanto no se dio la oportunidad de la mamada.

Elena fue la siguiente en acertar una pregunta de quesito. Si María fallaba tendría que comerle su clítoris. Y efectivamente no acertó la pregunta. Las dos se miraron ruborizadas pero no son de las que se echan atrás. Elena se tumbó en el suelo colocándose en disposición de ser chupada. María preguntó cuánto tiempo tendría que estar lamiendo y le contestamos que un minuto.

Lo hicieron, avergonzadas, pero lo hicieron. María se esforzó en que aquello le resultara agradable a Elena. Mi hermana cerró los ojos y se dejó llevar. Al filo del minuto se notaba que Elena estaba excitándose con el masaje de lengua. Si por mí fuera las hubiera dejado seguir pero Ana anunció que el minuto había llegado a su fin. Las dos se incorporaron. Se miraron con timidez pero finalmente se dieron un piquito para celebrar su primera experiencia lésbica.

A partir de ahí el juego se desmadró. Maria cogió una buena racha, lo de ser la única universitaria del grupo le daba cierta ventaja en conocimientos sobre los demás. El caso es que acertó tres quesitos. En uno me tocó a mí lamerle el coño, cosa que hice gustoso y que creo que ella también lo recibió bien. Las otras dos le tocaron a Elena que al final cogió ya cierta práctica en chupar el clítoris de María. Yo creo que la última de las veces casi llega al orgasmo. Y yo casi me corro sólo de ver a mi hermanita y a María en aquel acto.

Luego fui yo quien acertó otro quesito y Ana la encargada de chuparme el pene. Por primera vez lo veía (Como recordarán los lectores, la primera vez que Ana me practicó sexo oral yo tenía lo ojos vendados). Estuvo bien, mi hermana y María nos dejaron casi dos minutos y yo me calenté al máximo.

En las siguientes rondas volvimos a los morreos. En varias ocasiones me tocó besarme con Elena. También Ana y María tuvieron que volver a repetir sus incestuosos roces, pero ambas cada vez estaban más desatadas, sobre todo Maria. Durante un buen rato sólo hubo besos hasta que Ana volvió acertó su primer quesito. La bomba fue que Elena acertó la pregunta y fue María quien falló, es decir que las hermanas Pereda iban a tener una sesión de sexo oral por primera vez en el juego.

Estábamos ya muy desinhibidos todos pero supongo que las hermanas tuvieron que tragar mucha saliva. Ana intentó amañar la prueba con absurdas justificaciones pero ni Elena ni yo la dejamos. Viendo que no tenía más remedio María se dirigió a cumplir su castigo. Y lo hizo, chupó con energía el coño de su propia hermana. Ana, mientras, cerraba los ojos para no ver lo que estaba ocurriendo pero yo creo que no puede negar que disfrutó con aquello. Un clítoris no discrimina si quien chupa es mujer, ni siquiera si es hermana. Terminó el incestuoso cunnilingus con un piquito fraternal entre Maria y Ana. Las dos acabaron sonriendo tras la experiencia. Se puede decir que en aquel momento las dos parejas de hermanos nos habíamos igualado en lo que a incesto se refiere.

Pensé que nos quedaba todavía mucho juego por delante, y dudaba si aguantaríamos hasta el final. Pero estaba equivocado. María cogió una buena racha y de una sola tirada acertó tres quesitos. Y como yo fui el siguiente perdedor me tocó lamer tres minutos seguidos su hendidura.

Y no sé si fueron tres minutos o más, el caso es que de ahí no salí hasta que María no se corrió con unos gemidos tremendos. La mayor de las Pereda debía de tener mucha excitación acumulada no paraba de emanar flujo de su vagina pero la chupada que le propicié la desfogó completamente. Al final quedó tumbada y estuvo un buen rato jadeando y recuperándose del orgasmo. La otras dos chicas incluso nos dedicaron un aplauso al terminar.

Seguimos jugando y por este orden yo, Ana y Elena fallamos nuestras respectivas preguntas. Le volvía a tocar a María que estaba en disposición de ganar el juego. Acertó una de ciencias, lo suyo. Tiró los dados y cayó en el centro del tablero. Ahora debía contestar a cuatro de las seis preguntas de la tarjeta para ganar. Acertó las tres primeras pero falló las dos siguientes. Se lo jugaría todo a la ultima pregunta que era de deportes.

  • ¿En qué deporte se pitan dobles y pasos?

  • ¡Baloncesto!- gritó María. Había ganado el juego.

Ella era la más peligrosa para imponer el castigo final. De su cerebro podría salir cualquier cosa. Todos esperamos en silencio su decisión.

  • Bien, bien, a ver qué hacemos- dijo aumentando nuestra tensión- Primero Ana, tú túmbate boca arriba.

Ana obedeció y se tumbó.

  • Ahora Elena ponte a cuatro patas con la cabeza a la altura del coño de mi hermana.

Y Elena también aceptó su misión. Allí que se colocó.

  • Y por último David, penetra a tu hermana en esa posición mientras ella le come el coño a Ana.

Nos miramos los tres, pero llevábamos muchas horas de desinhibición y ya era difícil que nos cortáramos.

Me coloqué en el lugar donde me había mandado María. Elena esperó a que yo comenzara mi penetración para dirigirse hacia la vulva de Ana. Pero yo no tardé. Le introduje la polla con cuidado e inicié una serie de lentos movimientos. Elena acogió a mi pene con suspiros y se dispuso a cumplir su misión, comenzó a lamer la vagina de su gran amiga. Desde mi posición pude ver que Ana cerró los ojos, se dejó llevar por las caricias de Elena.

Yo no me había puesto condón todavía así que tuve cuidado de follar a mi hermana despacio al par que con pasión. El culo de Elena me ponía a cien y más viéndola chupar la rajilla a Ana. Estuvimos un par de minutos practicando el sexo en nuestras respectivas posiciones. Yo me había olvidado de Maria pero era lógico que no quisiera perderse a aquello. Se acercó a la boca de su hermana y prácticamente se sentó sobre ella, dándonos a Elena y a mí la espalda mientras era chupada por su propia hermana.

Yo me notaba cada vez más excitado y con ganas de correrme. Decidí salirme del coño de Elena. Fui al cuarto a por un condón y enseguida regresé pero para entonces el grupo había cambiado. Ahora era María quien lamía el coño a su propia hermana mientras que Elena se había sentado en el sofá. Se estaba masturbando mientras me miraba sonriente. Me puse al lado de las Pereda y María me dijo.

  • Fóllate a mi hermana que lo está deseando.

Obedecí gustoso. Me puse encima de Ana con sus piernas sobre mis hombros y la follé con muchas ganas pero evitando correrme, todavía me quedaban otras dos chicas. Ella se removía en el suelo con los ojos cerrados. Y efectivamente no hizo falta esforzarse demasiado, a los pocos empujones ella se corrió en un largo y sonoro orgasmo. Antes de separarme de ella la besé y me lanzó su lengua furiosa buscando la mía.

Me volví incorporar y me encontré con que Maria estaba arrodillada en el suelo lamiendo el chochete a mi hermana que seguía sentada en el sillón. Me fui a por ellas. Levanté el culo de María y la penetré desde esa posición. Estuvimos un buen rato en aquel tren del amor. Elena empezó a vibrar por las lamidas de María, yo aumenté mis embestidas.

Fue mi hermana la que antes llegó al orgasmo. Una vez saciada Elena, María abandonó la vagina de mi hermana y se concentró en mi follada. Estaba disfrutando tanto que pronto llegó también el éxtasis. Empezó a gritar y para amortiguar el sonido mordió el pie de Elena que andaba por ahí. Se corrió con el pie de mi hermana en la boca mientras ésta se quejaba.

  • Joder, casi me lo amputas.

Me sentía superman, había dejado a las tres tumbadas, dos de ellas en el suelo y mi hermana en el sillón. Pero todavía estaba por terminar y mi pene lo reclamaba con urgencia. Sin que yo dijera nada María y Elena se incorporaron y se pusieron de rodillas a mis pies. Llamaron a Ana que también se sumó al grupo. Las tres iniciaron una comida tremenda, turnándose para chupar y menear.

No llegué mucho más lejos. Aquella mamada a trío duró apenas tres minutos. Empecé a correrme con mucha fuerza salpicándolas con mi semen por todo su cuerpo. Terminé con Elena relamiendo mi miembro con amor.

Acabamos realmente exhaustos los cuatro. Ana y María tumbadas en el suelo, la primera con las piernas apoyadas en el vientre de su hermana mayor. Elena y yo en el sofá, yo sentado y también con las piernas de Elena sobre mí. Estuvimos unos minutos recuperándonos del ejercicio físico y luego yo mismo propuse a las chicas celebrar nuestro gran polvo con otra ronda de bebidas antes de irnos a acostar.

Nos tomamos los cubatas sin vestirnos, los cuatro todavía desnudos. Y mientras bebíamos, lógicamente, comentamos lo que acabábamos de vivir.

  • Creo que se nos ha ido la mano un poco con el juego ¿no?- dijo Ana.

  • ¿Es que no te los has pasado bien?-preguntó María.

  • Sí, si pasármelo me lo he pasado bien, pero si alguien se entera de lo que ha ocurrido esta noche se me caería la cara de vergüenza- aclaró Ana.

  • Lo que está claro es que no se lo diremos a nadie. Ni novios, ni nadie. Esto es sólo cosa de nosotros cuatro- terció Elena.

  • Ah pues yo pensaba llamar ahora a mis padres apara compartirlo con ellos, menos mal que me lo has dicho- bromeó irónica María.

La orgía que nos habíamos montado nos había cortado un poco a todos. Pero según íbamos terminando la copa, el ambiente se fue haciendo ya más distendido. Cuando nos fuimos a la cama todos nos comportábamos con total normalidad con los demás, asumiendo lo que había pasado.

Aquella noche Elena y yo volvimos a dormir juntos y desnudos en la misma cama pero no hicimos el amor. Ya estábamos bastante satisfechos sexualmente hablando.

Al día siguiente nos levantamos tarde y fuimos directamente a la playa de Aguamarga. Las chicas muy correctitas ellas se quedaron con todo el bikini puesto. Por la noche decidimos salir de copas y discotecas. Acabamos a las seis de la mañana y al llegar a casa María propuso ser ella quien durmiera conmigo aquella noche. Elena no puso inconveniente, y yo menos. María y yo echamos un buen polvo los dos solos en la habitación. Acabamos también durmiendo juntos en la misma cama, y claro, desnudos.

El intercambio de pareja en mi dormitorio pasó a ser un hábito en los tres últimos días de estancia en Cabo de Gata. Al día siguiente en el desayuno, Ana, ya completamente despojada de todas sus inhibiciones, dijo que esa noche, si nadie tenía ninguna objeción, sería ella quien durmiera conmigo y ni Elena ni María ni yo tuvimos inconveniente. Aquel día volvimos a la playa nudista y nos exhibimos sin complejos. Por la noche disfrutamos de otra juerga en los locales de Aguamarga y más tarde, tal y como habíamos previsto, Ana y yo echamos un bonito polvo.

Por primera vez ella y yo follamos, lo que se dice, a la manera convencional. Es decir los dos solos y yo sin vendas en los ojos ni manos atadas y, a diferencia del primer polvo con Ana, sabiendo a quien me estaba tirando.

Se acercaba el final de nuestras vacaciones en Almería. Nuestro último día de playa, por supuesto lo pasamos en la zona nudista. Allí por cierto eché otro excitante polvo con Maria. Nos ocultamos entre matorrales aunque seguro que alguien pudo vernos. Ya nos daba igual. Al mediodía, por ser nuestra última jornada, nos fuimos a un restaurante decentillo a comer un buen arroz. Durante aquel almuerzo discutimos discretamente si montábamos algo especial para la noche. María propuso volver a organizar algún juego en casa, Ana y mi hermana defendieron que lo mejor era salir por ahí y a mí me agradaban las dos ideas así que me quedé en una posición equidistante. Pero en esa discusión Elena manifestó sus deseos de pasar la ultima noche conmigo así que finalmente quedó descartada la propuesta de los juegos en casa porque lo más seguro es que acabaran como los del otro día.

A mí, la verdad, es que me puso muy contentó que Elena quisiera pasar la noche conmigo a solas. Desde luego que tampoco rechazaría otra nueva orgía con las tres chicas pero casi prefería disfrutar de mi hermana a solas en la habitación.

No salimos hasta muy tarde porque al día siguiente nos esperaba una buena paliza en coche. Elena y yo nos acostamos sobre las tres de la mañana. Aquella vez echamos un polvo precioso. Lleno de amor y de dulzura, quizá fuera el mejor de nuestros encuentros hasta ese momento. No sabíamos que iba a ser de nuestra relación sexual cuando llegáramos a Madrid. Desde luego, si le dábamos continuidad, en casa de nuestros padres lo íbamos a tener difícil. Y por otro lado alguna vez habría que cortar o al menos moderar tanto sexo entre hermanos. Así que aquel último polvo en Cabo de Gata estuvo cubierto de un manto de incertidumbre. Quizá por eso fuera tan intenso y emocionado.

El día 15 de agosto emprendimos el regreso. Las hermanas Pereda volvían a San Juan de Alicante a pasar allí el resto del mes. Nosotros iríamos directos a Madrid. Les di un morreo de despedida a Ana y a María. Elena no llegó a tanto pero sí les dijo adiós con un beso en los labios. Cuando nos separamos todos sabíamos que se acababan las vacaciones más especiales de nuestras vidas.

Pero sin duda, todos sabíamos también que en Madrid nos esperaban nuevas y calientes aventuras, los cuatro juntos y también por separado. Elena y yo, justo antes de partir, nos miramos, y con los ojos nos dijimos lo que nos queríamos. Al margen de lo que nos deparara la vida ya nunca se podrían separar nuestros corazones.

Continuará... a lo mejor.

Si queréis hacerme cualquier comentario será bienvenido: jaimecorreo2000@yahoo.es