Mis amigos doblegan a mi madre [3]

Miguel y Luís preparan nuevos planes para aprovecharse de la madre del primero, pero inesperados sucesos les obligarán a acelerar sus ideas.

Los hechos que habían sucedido los últimos días habían cambiado por completo tanto mi personalidad como mi visión hacia mi madre, que en este momento ya era de objeto de deseo. Esa mañana Luís y yo estuvimos charlando en el recreo recordando lo que habíamos logrado el día anterior, y aunque seguía teniendo cierto grado de culpabilidad que no me dejaba disfrutar plenamente de la situación, también le aportada y grado de morbosidad que aumentaba todavía más mis ganas de seguir adelante.

Sobra decir que no tardamos nada en hacer copias para los dos de las fotografías que habíamos sacado de mi madre en la tarde anterior durante nuestro "trabajo" escolar. Al salir de clase me quedé un rato con Luís para ver qué tenía pensado hacer ahora, ya que estaba claro que no iba a ser una persona bien recibida en mi casa así que había que replantearse todo de cero. Su respuesta me dejó anonadado, pues demostró que el plan estaba funcionando a la perfección y que no era necesario que él estuviese en esta ocasión para que todo siguiese su curso. La idea de este nuevo rumbo partía de la premisa de que yo debía convencer a mi madre para acoger en nuestra casa un perro de un compañero de clase que se iba un fin de semana fuera y no tenía dónde dejarlo.

Nunca habíamos tenido animales de esa importancia en mi casa, sólo habíamos llegado a un pequeño periquito y una pecera con su pequeño ecosistema. Y para hacerlo más complicado había que sumar el hecho de que el perro de Luís era un gran danés, raza conocida por su imponente tamaño. Le dije a Luís que confiase en mí y marché para casa convencido de que me saldría con la mía, aunque la excusa no acababa de gustarme. Mientras subía por el ascensor una luz se encendió en mi cabeza y se me ocurrió un argumento que, tal y como estaban las cosas, no debía suponer mayor problema para llevar a cabo. Entre en casa, me dirigí al salón donde encontré a mi madré y la saludé. Allí estaba, tumbada en el sofá con total tranquilidad intentando ocultar cualquier atisbo de remordimiento por lo que le había sucedido, aunque a mí no me podía engañar.

Tras una pequeña y cordial charla comentando qué tal me había ido el día fui al grano:

Oye mamá, – le dije –he estado pensando últimamente y creo que debería ayudar a la familia con los gastos. Papá trabaja mucho pero no nos vendría mal una ayuda para vivir más tranquilos.

Sí hijo, tienes razón, pero eres muy joven y no quiero que dejes los estudios ...

No van por ahí los tiros. – repliqué – Lo he estado mirando y creo que puedo asumir la tarea los fines de semana de cuidar mascotas a cambio de dinero. Yo me encargaría de todo y la paga es bastante jugosa.

Tras explicarle lo que me pagarían, dinero que en ese momento todavía no sabía cómo iba a conseguir, mi madre acepto la propuesta e incluso se ofreció a echarme una mano si fuese necesario como agradecimiento. El plan iba sobre ruedas. La semana pasó sin complicaciones y el viernes al salir de clase me acerqué a la casa de Luis; lo esperé en su portal y me bajó a su gran danés, un perro de raza enorme que imponía con su sola presencia, con un pelaje precioso de color blanco con manchas negras y de nombre Rott.

Luís me explicó todo el plan y me marché hacia mi casa con Rott. Al llegar estaba sólo, así que me fui para mi cuarto y dejé mis cosas, tras lo cual me dirigí, a sabiendas de que mi madré no vendría hasta pasado un buen rato, hacia la lavadora. Allí recogí varias braguitas que entregué cuidadosamente al animal, quien las comenzó a olisquear y no tardó apenas nada en mostrar evidentes signos de alteración. Un par de minutos después le quité las prendas y repetí esta táctica varias veces durante un par de horas, tras las cuales llevé a Rott de nuevo para mi habitación y esperamos tranquilamente.

Mi madré llego cuando comenzaba a anochecer; venía vestida con un pantalón vaquero y una camiseta blanca muy casual que le sentaba de maravilla. Cuando le presenté a Rott su cara se convirtió en un poema, dado que era era bajita y el perro tremendamente grande, lo cual los ponía a ambos a una altura ciertamente peligrosa. Rott se acercó a ella y comenzó a olisquearle toda la pierna, ante lo que le dije a mi madre que era un gesto normal que hacía cuando conocía a una nueva persona y que no debíamos molestarlo.

Rott relamió toda la pierda llegando peligrosamente cerca de la entrepierna, aunque por suerte para mí su instinto frenó en ese momento y pudimos parar ahí el examen olfativo. Estuvo muy cerca que el dichoso perro me causase un problema que podría haber echado al traste todo el plan, pero afortunadamente no fue así por lo que todo siguió el curso natural que habíamos planeado. A última hora del día conseguí que mi madre y Rott jugasen juntos un rato en el pasillo de mi casa, lo cual se posicionaba como la situación más optimista posible de las que podría haber imaginado.

Y así llegó el sábado. Por la mañana mi madré fue a hacer la compra y yo seguí con la estrategia de darle ropa usada al perro para que fuese cogiendo gusto al olor de esos fluídos. No tarde mucho en conseguir que Rott sufriese una enorme erección sólo oliendo la ropa, por lo paré en ese punto y lo bajé a dar un pequeño paseo por la calle para que se desahogase un poco. La mañana pasó y comenzó la tarde, que visto lo bien que iba todo se iba a convertir en la gran prueba de ese fín de semana, pese a que en principio lo había preparado para hacerlo el domingo.

Después de comer mi madre se fue a echar la siesta, momento que aproveché para dejar a Rott encerrado en mi habitación y colocar una pequeña cámara encima de la nevera de la cocina apuntando a un plano general de la misma desde el que podía ver hasta el más pequeño detalle. Además recogí la ropa sucia de mi madre y la escurrí como pude llenando con el liquido sobrante un pequeño bote de spray. Ese spray lo usé después para rociar por encima un pantalón que ponía mi madre siempre para fregar. Tras hacer esto me fui para mi cuarto y esperé a que mi madre despertará, momento en el que me hice el dormido sobre mi cama y escuché como ella dejaba salir a Rott de la misma para que no me molestase y cerraba mi puerta.

Acto seguido me acerqué a mi ordenador y accedí a la cámara que había dejado en la cocina. Tal y como había predicho mi madre se había puesto ese pantalón negro tan usado y ajustado que siempre ponía para trabajar en casa. Ella se fue directa para la cocina y el gran animal fue detrás acompañándola sin percatarse todavía del olor que la impregnaba. Una vez en la cocina pude ver como mi madre se agachaba para abrir una pequeña alacena en la que guardaba los utensilios varios para la cocina, momento que Rott aprovechó para acercarse nuevamente y olisquearla. Ahí sí que detectó ese embriagador perfume y su instinto no tardó en hacer presencia ya que inmediatamente acercó su hocico con más insistencia a su pierna y comenzó a olisquear con gran intensidad. Mi madre lo intentó seperar diciéndole que ahora no iba a jugar con él, pero Rott no dudó ni un segundo y se abalanzó sobre ella demostrando su gran superioridad física dejándola a ella a merced de esa bestia.

Mi madre se encontraba boca arriba mirando sin saber qué hacer como ese enorme animal la olisqueaba sin cesar. Era como un plato a merced de un gigante hambriento, y el plato no tardaría en llegar. Rott continuó su labor y llegó a la entrepierna de mi madre donde su esmero aumentó sobremanera, haciendo que mi madre comenzase a pedir ayuda y a ponerse colorada por la situación y la excitación. El perro también comenzó a demostrar que la situación era sexualmente muy atractiva para él y su miembro comenzó a alcanzar unas medidas totalmente desproporcionadas. Los ojos de mi madre se abrieron como platos pero no tenía forma humana de sacarse al animal, quien acercó su pene a la entrepierna de mi madre, tapada por suerte para ella por su pantalón, y comenzó a frotarla con una gran insistencia mientras acercó al mismo tiempo su cabeza a su pecho y comenzó a lamer uno de ellos mientras mi madre comenzaba a gozar de placer.

Su entrepierna, aún tapada por el pantalón, no podía ocultar los signos naturales de toda fémina, y no tardó demasiado en comenzar a segregar flujos que traspasaron la tela del pantalón y pusieron todavía más a tono al perro, quien seguía con la cabeza atrapada sobre los pechos de mi madre como si quisiese sacar un tesoro allí escondido. Mi madre ya no mostraba ningún tipo de resistencia y estaba intentando dejar que la situación terminase lo antes posible, sin embargo era tal la fuerza que el animal estaba haciendo que consiguió que el pantalón, bastante usado como había dicho, se desabrochase, dando luz verde a una situación que se presentaba realmente jugosa para él. Su afilado mástil se dirigió como una flecha al orificio que tanto quería, y las pequeñas y delicadas braguitas de mi madre sucumbieron en cuestión de segundos antes la fuerza de Rott, quien las rompió enseguida e insertó con toda su fuerza su pene dentro de mi madre.

Su enorme herramienta atravesó como un sable la vagina mientras mi madre gritaba de horror y de placer, con una extraña sensación irrepetible ya que se veía perfectamente como lloraba por el dolor pero también se excitaba cada vez más por lo que estaba sucediendo. Las embestidas del perro eran realmente duras y contínuas, aunque eso no quitó que su cabeza siguiese lamiendo los pechos de mi madre, cuya camiseta ya se había roto y se encontraban completamente al aire. Tras varios minutos de intenso trabajo Rott acabó por correrse dentro de mi madre, quien ya no podía gesticular ni un sonido y estaba tirada e inerte esperando que el perro se sacase de encima.

Rott terminó su trabajo y marchó orgulloso de la gran hazaña que había conseguido, mientras mi madre seguía acostaba sobre el suelo de la cocina, con la ropa toda rota y el suelo encharcado de fluídos. Yo ya me había masturbado minutos atrás en mi cuarto, y esperé tranquilamente a que mi madre se levantase y se fuese ya que no quería afrontar la situación de preguntar qué había pasado. Mi madre se acabó levantado y fue derecha al baño donde se dio una ducha y se cambió de ropa tras lo cual permació pasiva en el salón el resto del día sin mediar palabra. Yo recogí la cámara y guardé el vídeo en una memoria para llevarlo el lunes a clase para Luís junto con Rott, aunque la sensación de malestar que tenía ahora sí era importante ya que me parecía haber rebasado la línea de lo legal.

El fín de semana pasó entre silencios y llegó el lunes, en el cual le entregué a Luís la ansiada cinta y le devolví a su mastodóntico animal. Luís revisó el vídeo en el recredo y volvió unos minutos después tras un visionado rápido por encima para felicitarme. Sin embargo traía una mala noticia, y es que la semana siguiente él se iba a mudar de ciudad, por lo que me pedía un último e inevitable favor que no hizo falta que pronunciase. Le invité a venir a mi casa esa tarde a una hora pactada y le juré que tendría todo listo para que se follase a mi madre. Salí de clase y volví a mi hogar, término que nunca me había sonado antes tan distante. A la hora pactada Luís llamó al timbre y le abrí la puerta del portal de la calle. Subió en el ascensor y le abrí la puerta de mi casa, aquella casa que tanto nos había dado a los dos y a la vez tanto me había quitado a mí ... ese calor familiar que posiblemente ya nunca recuperaría después de esa tarde. Nos dirigimos al cuarto de mi madre donde se encontraba durmiendo la siesta plácidamente y saltamos los dos como verdaderas fieras sobre ella. Mi madré reaccionó de inmediato pero ya era demasiado tarde pues no tenía manera de zafarse de nosotros. Me miró con un rostro que mostraba entre miedo e incredulidad, pero no tuve nada que decirle, simplemente me dirigí a su camiseta y la despegué de su cuerpo liberando aquellos deseados pechos y me lancé sobre ellos como ave rapaz sobre su presa. Luís tampoco perdió el tiempo y ya estaba sacándole el chándal con el que se había acostado, por lo que en cuestión de un minuto mi madre se encontraba tumbada sobre su cama completamente desnuda con dos hombres poseyéndola como nunca antes le había pasado.

Luís se bajó el pantalón e introdujo su miembro sin piedad dentro de mi madre que chilló pidiendo ayuda, pero no duró mucho pues yo me encargue de meterla la mía profundamente en su boca mientras le tapada la nariz para que me la chupase. No tuvo más remedio que hacerlo y las sensaciones que ello me produjo fueron completamente gloriosas pese a lo dominante de la situación. Su boca recorrió de arriba abajo mi pene causando en mi explosiones de placer mientras Luís la embestía sin piedad hasta correrse sobre su pecho apenas un par de minutos después, tras los cuales me dirigí yo a continuar su labor mientras él seguía la sesión comiéndole los pechos, completamente erectos ya en ese momento. Así estuvimos durante un cuarto de hora, turnándonos para follarnos a mi madre mientras el otro se encargaba de callarla y seguir dándole placer. Al cabo de ese cuarto de hora mi madre se encontraba completamente derretida, tumbada sobre su cama con lágrimas cubriéndole el rostro y semen el resto del cuerpo.

Luís y yo recogimos nuestras cosas y él se marchó; yo quedé un poco más pues pasé por mi cuarto a hacer rápidamente una pequeña maleta para marcharme; sabía que tras esa tarde no podría volver a mirar a la cara a mi madre, y lo justo era que yo marchase, así que hice eso y me fui directo para un hotel con los pocos ahorros que tenía. En ese momento pensaba que mi madre desaparecía de mi vida, y con más razón ahora que Luís ya se había ido, pero el destino siempre esconde sucesos inesperados.