Mis Amigos de la Juventud (8)
Lo que pasó después de Verónica regresó al departamento
Después de que se fue Verónica del departamento, me dedique a curiosear durante un buen tiempo. No dejé ni un ricón sin revisar y ver lo que tenía. Me encontre infinidad de ropa sexy, desde tangas, ligueros, concheros con distintos metodos para fijarlos (unos con aspecto de plugs o de vergas), zapatos de plataforma, sandalias, pantimedias. En otros sitios estaban una gran cantidad de juguetes sexuales y arneses, algunos con grandes vergas de plástico, y una silla muy curiosa (en la que uno se sentaba y al moverla, como mecedora, se movía una verga, y según ví se le introducía en el culo o en la vagina según quien se sentara), era como hacer ejercicio cogiendo. Y al rebuscar en un armario encontre un album de fotos donde aparecía Verónica desnuda, en varias posiciones, dejando ver su culo, en otras cuando estaba recibiendo tremendas vergas y en otras saliendole el esperma del fundillo.
Cuando estaba guardando las últimas cosas que saque de los armarios, llega Verónica con dos personas, una de ellas, un viejo calvo con cara de degenerado y unos ojillos que parecía que lo desnudaban a uno con la vista, iba vestido con un conjunto deportivo, el otro un joven con cara de muñeca de aparador con las cejas depiladas y su cabellos largo recogido en un chongo, éste iba vestido con un con unos mallones y una blusa anudada a la cintura y con unas sandalias de suela muy delgada con unos pies preciosos y sus uñas pintadas de rosa, tanto de los pies como de las manos, las de las manos eran largas y con incrustaciones de pedrería. El viejo saludo con un gruñido, mientras me presentaba Verónica, el joven me sonrió coquetamente y dejo ver unos hoyitos que se le hicieron en los cachetes y me dijo: - Mucho gusto, soy Roberta, con una voz la más sensual que había escuchado.
Me preguntaron que si ya había probado alimento y les dije que no. Entonces el viejo propuso ir a un restaurante que estaba como a una hora de la ciudad, un lugar muy exclusivo, pues era parte de un Spa. Me habló Verónica aparte y me dijo que el viejo era una persona muy importante y que Roberta era su mujer, así que me comportara a la altura. Nos bañamos los tres y pude ver a Roberta en toda su esplendor: tenía unos hombros estrechos, con unos pechos no oparados, pero que le habían crecido gracias a las hormonas femeninas, que lo más seguro estuviera tomando, que corresponderían a una copa B, con unas areolas de color de rosa, con unos pezones gruesos, pero no largos, con una cintura que sería la envidía de más de tres, y todo descansaba en unas caderas anchas y con unas nalgas grandes, redondas, y que si eran operadas había sido por un magnífico cirujano, tenía una pequeña verga, como mi dedo meñique, unas piernas que eran unas preciosas columnas donde se apoyaba todo ese hermoso cuerpo y estaba completamente depilada. Al ver a Verónica y a Roberta desnudas mi verga inmediatamente empezó a ponerse rígida. Al verme Verónica me dijo: -Calmado, ya habrá tiempo de demostrar de lo que eres capaz.
Me vestí con una camiseta polo y un pantalón de mezclilla deslavada, sin ropa interior. Mientras, las dos bellezas que se habían bañado conmigo salieron con una minifalda blanca transparente, y con unas pantimedias blancas muy transparentes que dejaban ver sus atributos, pero no sus pequeñas vergas, y sus cabelleras sueltas, Roberta se veía esplendorosa, pues su cabellos rubio estaba ensortijado. Llegamos con el viejo y salimos del departamento para abordar una vehículo que era una limusina con su chofer. Los tres nos sentamos en la parte de atrás en la que podrían haber cabido unas seis personas comodamente sentados. Estaba el viejo, enseguida Verónica y enfrente de ellos Roberta y Yo. Se habló de distintos temas, hasta llegar al Restaurante-Spa.
Nos dieron una mesa que era un reservado, dos puertas, una de ellas comunicaba con propiamente el restaurante y la otra a un jardín y de este hacia el estacionamiento. El viejo pidó el menú y todos estuvimos de acuerdo. Yo qudé sentado entre Roberta y Verónica y esta situación fue la que no me dejó comer a gusto. Pues las dos empezaron a acariciarme las piernas y luego se alternaban a acariciarme la verga, que para ese momento ya había salido, porque una de esas manos espertas había bajado el cierre y desabrochado el botón. Así que ambas me acariciaban y jugueteaban con mi armamente que casi estuvo a punto de estallar, por tanta acariciada que me dieron. Roberta, tiró en forma voluntaria su servilleta y al agacharse a recogerla no perdió tiempo y se metió toda mi verga en su boca y me la empezó a mamar como toda una maestra. Aunque no quisiera mi actitud estaba revelando lo que me estaba haciendo Roberta, y nada más escuche entre bruma, que dijo el viejo: - Mi vida, nada más deja un pequeño huequito para el postre. Así que Roberta siguió mandome la verga hasta que tuve una real y magnífica venido, pues esa boca hacían maravillas con la verga adentro, y ella no la dejó en paz hasta que sintió que ya no tenía más leche que le sacara. Volvió a su lugar y muy modosita, con la servilleta se limipo los restos de leche que tenía en las comisuras de su labio. Verónica, tambien tira su servilleta y va hacía mi verga, que para esos momentos ya estaba desinflandose como un globo que se le estaba saliendo el aire y la toma con esos labios y esa lengua que me había enseñado que hacían maravillas, con su lengua recorría toda mi verga y luego se la zampaba toda y le daba una chupada larga e intensa hasta que logró que se pusiera, mi verga, presta a una nueva batalla, así siguió hasta que consiguió que me viniera otra vez, pero ahora no fue tan abundante. Cuando termino, volvió a su lugar y continuamos degustando el vino y los postres.
Salimos por la puerta del jardín y volvimóa a montar en la limusina, pero esta vez tanto Verónica como Roberta se desnudaron, ya estando adentro e hiceron lo mismo conmigo y así empezamos los tres a besarnos, acariciarnos, miemntras yo le mamaba los pechos a una, la otra me mamaba la verga. Para mi había desaparecido el viejo, nada más eramos nostros tres. Pero al recapacitar de lo que estaba haciendo era con la mujer de viejo, eso me hizo suspender por un momento lo que estaba realizando y de soslayo veo la cara del viejo, cual no sería mi sorpresa que él también estaba desnudo: era flaco, pero con un cuerpo que recordaba que había sido muy atlético en su juventud, lo que me impresionó fue la verga que vi, era un tremendo leño grueso, circuncidado, así que dejaba ver en todo su esplendor su gran cabeza, y el tronco surcado por tremendas venas y de un grueso y largo impresionante. Él se estaba masturbando mientras nos veía a nosotros hacer maravillas con manos y boca. No se porque, pero hubo un instante que lo mire a sus ojos y lo que ví hizo que me recorriera una escalosfrío por toda mi espalda, pues su mirada era lasciva, de deseo, pero hacia mi, a manera de sonrisa me hizo una mueca y con la mirada me señaló su gran verga, con esa cabezota hipnotizadora y como diciéndome esa verga está destinada para ti. Ya no pude quitarme de la mente lo que había visto, esto hizo que por más mamadas que me dieron no lograron que me viniera.
Al llegar al departamento de Verónica, ya estaba obscuro, como estaba mal alumbrado decidimos bajarnos y entra al mismo, así como estábamos: desnudos. El viejo se veía cómico pues su verga parecía más gruesa que sus brazos y corriendo y ya no erecta parecía un pedazo de carne inherte que se bamboleaba con los movimientos.
Pasamos a la sala y nadie se cubrió sus desnudeses, el viejo se sentó en un sillón y nosotros en el sofa. Verónica fue a la cocina y sacó ese líquido rojo, que ya lo conocía, asi como sus efectos. Le dije que no me gustaría tomarlo, pero Roberta lo tomó entre sus manos y lo puso en su boca y luego me dió un beso, de esos donde su lengua juguetea hasta la garganta y me pasó todo el líquido que tenía en su boca. Ya después, pues ya fue cosa de que empezara hacer su efecto y tranquilamente lo empecé a tomar. Pero aun así, estaba pendiente de los movimientos del viejo. Este empezó tambien a beber el líquido rojo y parecía que a medida que lo deglutía iba pasando a su verga porque esta se empezó a poner erecta, se puso muy rígida y la cabeza parecía un puño cerrado. Nada más en esa ocasión le ví la verga, y mi mirada mejor se posó en el cuerpo de Roberta.
Roberta empezó a bailar de lo más sensual, mientras lo hacía me untaba en su culo abundante lubricante y cada vez que se acercaba a mi verga, también la untaba con abundante lubricante. Así estuvo unos momento, yo estaba sentado, más bien estaba recargando mi cuerpo en el asiento del sofa y mis piernas apoyandolas en el piso, con mi verga, como un mastil, más grande, dura y gruesa que como la había visto previamente a que tomara el líquido rojo. Con un movimiento magistral se sentó sobre mi verga y se dejó caer para de un solo golpe se la engulló con el culo hasta que sus nalgas tocarón mi pubis, no sentí cuando pasé el primer esfinter ni el segundo, de su ano, pero lo que si se es que sentí maravilloso que se la metiera en esa forma, y ella no se si gritó por dolor o por placer, pero salió de su garganta, de lo más profundo un sonido grave, pero tambien escuche que otra persona había gritado y esa era el viejo al ver como enculaba a su esposa, tambien exclamó con un grito de placer y admiración. Entonces empezamos el movimiento, yo tratando de que mi verga llegara a lo más profundo de su recto y ella empujando para lograr los mismo. Sus movimeintos eran lentos, hacia arriba y duros y rápidos hacia abajo, haciendo un sonido como si estuviera chapalenado en un charco de agua.
Roberta tenía un forma de mover la cadera que me causaba un glan placer, además de que su culo se contraía cuando mi verga iba saliendo y se relajaba cuando se introducía, así que me permtía metersela lo más profundo de su recto. Ella empezó a gemir de placer y su pequeña verga empezó a disparar chorritos de esperma, con cada metida de verga que le hacía, le salía un nuevo chorrito. Entonces Verónica que había estado de expectadora se avalanzó sobre ese esperma, recien salido de su envase, y lo empezó a chupar hasta la última gota. Cuando yo estaba ya para venirme, siento la presencia de algo duro en mi lado izquierdo de mi cara y al voltear cual sería mi sorpresa que era la cabezota de la verga del viejo que me estaba acariciando mi cachete y que después de varias rozadas se vino abundanemente en mi cara. Iba a protestar, pero Verónica, en forma experta me limpió con su lengua y luego tomó como pudo, con sus labios, esa verga y continuó chupandole la leche y logró quitarmela de la cara. Al voltear a ver al viejo a los ojos, este me miró socarronamente y con la mirada me dijo el próximo eres tú.
Todo esto me enfrió y ya no pude tener esa venida que esperaba. Entonces me dice Roberta: -Mira no me vas a dejar así, quiero tener esa lechita en mi culo, así que haber como le hacemos pero tu me la vas a dar. Para eso se desmonta y me la empieza a mamar la verga, con lo que logra encender mi animo y vuelvo a tomar calor, y no se como me la estaba mamando, que tecnica utilizaba que me puso en pocos minutos casi para terminar. Me la dejó de mamar y luego con orgullo observa su obra: mi verga tiesa y bien gorda y con abundante líquido preseminal, la toma en su manos y me masturba por unos segundos, la acaricia y le pasa su lengua por la cabeza, limpiandole el líquido preseminal y luego subitamente se monta y se la mete toda, en un sólo intento, en su culo, y no esta agusto hasta sentir que mi pubis, rasurado, toca las arrugas de su fundillo. Y empieza otra vez a metersela y a sacarsela, y a relajar su culo y apretarlo hasta que hace que mi verga comience a escupir abundante leche, a llenarle su recto con mi leche caliente y espesa. Al sentir esto, Roberta, se mueve con mayor intensidad y empiezo a sentir un orgasmo muy intenso, ya que con su culo me hace sentir como si me la estuviera mamando, con cada contracción de su culo, me exprime toda mi leche hasta dejar mi verga seca. Entonces se desmonta y me comiensa a mamar mi verga, sin que desaparezcan, todavía, las últimas papitaciones y los estertores de la eyaculación, haciendo que vuelva a sentir un nuevo orgasmo y arroje mas leche, directamente en su boca, veo como saborea mi leche y la cara de gozo que pone cuando lo esta tragando. Así terminamos.
Pero en unos instantes vuelvo a la realidad y volteo para todos lados, buscando al viejo, pero este lo tiene muy entretenido Verónica, mamandole la tremenda verga que porta con orgullo. Todo queda en silencio, nada más se escuchan los sonidos que hace Verónica al mamarle la verga al viejo. Y en forma súbita, el viejo coloca a Verónica con su cuerpo recargado en el respaldo del sillón, abriendole sus piernas y como con una mirada asesina le observa el ojete. Luego, sin saber de donde salió, toma de un tarro abundante lubricante y lo coloca en su verga y en el culo de Verónica. Yo, veo como tiene que hacer varios intentos para poder introducir la cabezota de su verga en el culito de Verónica, cuando hace esto, ella lanza un grito que no se si es de dolor o de placer y como el viejo gimotea y continúa haciendo esfuerzos para meter toda esa verga, en un espacio tan estrecho, como es ese culito, tan precioso y que ahora sufría recibindo tan tremenda tranca. Después un nos minutos logra meter toda esa cabeza, en ese espacio tan estrecho, que es el culo de Verónica, y como con paciencia logra introducir todo el tronco hasta casi tocar con su pubis las inexistentes arrugas del culo de ella. Observo a Verónica y la veo con una cara descompuesta, con grandes lagrimas recorriendo su rostro y como se muerde sus labios para no gritar de dolor. Pero esto no le importa al viejo, él esta en lo suyo, metiendole y sacandole, sin misericordia, su tranca. Veo como hay sangre en la verga del viejo, que parece tiburón, pues al ver ésta es cuando la empieza a clavarla, a ella, con más furia hasta que en unos minutos, que veo en la cara de Verónica que para ella son horas, empieza a arquear su cuerpo y a gritar de placer. Verónica grita de dolor, pues cuando empieza a venirse el viejo su verga aumenta de mayor grosor y no la saca hasta que deja despositada en su recto hasta la última gota de esperma. Roberta se levanta de conmigo y va y le hace la misma maniobra que me hizo a mi, anteriormente, empezó a mamarle la verga al viejo para chuparle los resto de leche que le quedan. Y no deja de chuparsela hasta que queda toda flacida, esa tremenda tranca del viejo.
Terminado todo esto, nos quedamos derrumbados en los distintos sillones por un largo tiempo. Siento, después, que me acarician el brazo y es Verónica, que me dice que nos vayamos a acostar a su cama, volteo y el viejo y Roberta ya no estan. Veo como ella camina lastimosamente y quejandose a cada paso. Le pregunto que si le duelo mucho y me dice que le a desgarrado el culo en varias partes. Le separo las tremendas nalgas y veo su culo hecho una lastima, con sangre sangre seca y todavía saliendole un hilillo de sangre fresca por un lado. Cuando nos recostamos, Verónica, se queda con las nalgas hacia arriba y me dice que le ponga una pomada analgésica en todo su culo. Es cuando lo observó bien y veo hecho una lastima, ese otrora culo ronsado y hermoso, aun abierto y saliendo moco y sangre, en escasa cantidad. Cuando termino, de aplicarle la pomada en el culo, le digo que porque permitió que el viejo se la cogiera de esa manera y me dijo con una sonrisa triste: -Lo hice para que a ti no te pasara nada, el viejo quería cogerte a ti y yo le ofrecí mi culo por el tuyo.
Ella se durmió y yo me quedé pensativo dándole las gracias en silencio. Entonces la tome en mis brazos y me fundí con ella en un fuerte abrazo, así nos quedamos dormidos hasta el siguiente día.
Continuaré platicando lo que después sucedió....