Mis amigos (08: Convenio tácito)
No nos preguntamos porqué y lo que conllevara ese porqué, simplemente nos ataríamos... fue nuestro CONVENIO TÁCITO y pasaría mucho tiempo antes de que volviéramos a hablar del tema.
MIS AMIGOS
Capitulo VIII: CONVENIO TÁCITO.
... Nuestros orgasmos fueron apoteósicos y cuando por fin terminaron, Marcos me beso tiernamente y volvió a hundirse entre mi hombro y mi cuello, acariciando mis cabellos húmedos; mientras, yo acariciaba su espalda. Nos quedamos quietos, sin cambiar de posición; el ambiente era alucinante, el olor a semen casi narcotizante, me sentía exhausto pero pleno. Permanecimos mucho tiempo en esa posición, dormitando. Nuestros pechos luchaban entre ellos por expandirse, por conseguir aire, y juntos producían un concierto relajante.
Marcos interrumpió el momento de transe (su verga ase mucho que había salido de mi ano), se bajó de mi cuerpo y se acostó a mi lado. Nuestros cuerpos estaban bañados por mi semen y el sudor, yo sólo lo miraba, me parecía extraño que un chico tan apuesto y varonil, estuviera allí conmigo, compartiendo la misma cama, después de haber retozado tiernamente.
"Perdóname por haberme exaltado ase unos momentos"... (me dijo, rompiendo el silencio en la habitación)... "no estaba molesto porque rechazaste a Cintia, si no todo lo contrario, me alegro... por eso estaba enojado conmigo mismo. Más que para ayudarte, la traje para probarte. Si la aceptabas, olvidaría la atracción que me producías, esa era mi objetivo porque no quiero causarte ninguna confusión a cerca de tu orientación sexual. Pero la rechazaste y yo me alegré y me enojé al mismo tiempo" Miraba al techo mientras me decía todo eso, su cara se puso roja, ya la había visto así... y me encantaba.
"¿Desde cuando sientes atracción por mí?" Le pregunté, sin mirarlo. El permaneció en silencio por un tiempo, pensé que no me contestaría.
"Desde la noche en el parque, cuando violamos al maratonista. Nunca te había visto de forma sexual... y esa noche estabas tan decidido y seguro que llamaste mi atención" Mi corazón empezó a latir sin control, Marcos había experimentado lo mismo que yo... se había reclamado y mortificado a si mismo por sentir algo por otro hombre... ya no me sentía tan sólo y desdichado, pues él debía saber lo que yo sentía. Ninguno de los dos nos mirábamos y el silencio se apodero de la habitación por varios minutos.
"Tu también me atraes desde aquella noche" Eso fue todo, allí termino toda la explicación de porque había pasado lo que pasó entre nosotros. No nos preguntamos porqué y lo que conllevara ese porqué, simplemente nos ataríamos... fue nuestro CONVENIO TÁCITO y pasaría mucho tiempo antes de que volviéramos a hablar del tema.
"Ya es tarde, son las 7:39 p.m., debo irme... tus padres podrían llegar y no creo que les agrade la escena" Marcos se levantó con él propósito de vestirse, su cuerpo desnudo no dejaba de embelesarme. Yo también me levanté... para detenerlo.
"Vas a ponerte la ropa así, "empapado" como estas... ¿no quieres bañarte primero?" Marcos me miro sorprendido por mi atrevida propuesta, pero luego me sonrió y tomándome de la mano me llevó al baño.
El agua de la regadera refrescó nuestros cuerpos, me coloqué detrás de él y empecé a enjabonar su espalda, sin perder detalle de sus músculos, resaltados por el brillo del agua. Recorrí toda su espalda, hasta llegar a sus redondas y fuertes nalgas. No me detuve mucho en esa área (aunque lo hubiera querido) porque era obvio que mis manos en esa zona de su cuerpo lo incomodaban; seguí bajando, enjabonándole las piernas, y el echo de que mi cara (especialmente mi boca) estuviera a la altura de su ano, lo contrariaban aun más. Terminé rápidamente de enjabonarle las piernas, temiendo que Marcos desistiera de seguir el baño conmigo, pero parecía más tranquilo cuando estuve de nuevo en pie. Empecé a enjabonar su cabello y sus fuertes brazos, luego comencé a pasar el jabón por su cuello y fui bajando poco a poco por su cuerpo. Ya no lo estaba enjabonando, más bien, lo acariciaba con el jabón; su cuerpo poco a poco fue entregándose a mis caricias y la tensión que había petrificado su cuerpo anteriormente, se fue escurriendo con el agua. Tenía los ojos cerrados y gemía cada vez más fuerte, mientras yo jugaba con sus tetillas y su ombligo. Su miembro ya estaba a todo lo que daba, y lo empecé a masturbar, acordándome de como él me lo hizo en
月
ヨナタン
.
Su entrega me deleitaba, tenerlo así, sometido a mis manos era demasiado estimulante, mi pene creció en segundos, rozando las nalgas de Marcos. Éste, al sentir mi miembro cerca de su entrada trato de separarse levemente, pero yo lo detuve apretando su fierro con fuerza, empujándolo hacia mí. Entonces empecé a aumentar el estimulo en su cuerpo, le apretaba las tetillas mientras lo masturbaba con fuerza, mi boca se apoderaba de su nuca y de sus orejas.
- "aaaaahhhhh... Thooo... Thoo... Thomas... basta... noooo... aaaahhhh" Marcos me suplicaba que me detuviera, él no quería ser penetrado; pero mis instintos me controlaban y yo me dejaba controlar, pensar en desvirgarlo era lo único que habitaba en mi cabeza en esos momentos (era lo que había deseado cuando lo vi caminar hacia Jonathan). Metí mi pene entre sus nalgas (preguntándome si era la primera vez que su ano era besado por una verga), dispuesto forzarle el culo por primera vez (¡y sin lubricación previa!); pero Marcos, presintiendo mis intenciones, se separó de mí con un rápido movimiento. Se volteó y me miró por unos segundos, su cara demostraba sorpresa, excitación y nerviosismo; pensé que hay terminaría todo, que él saldría del baño y se iría. Pero se abalanzó sobre mí, me puso de espaldas a él, casi estrellándome contra el azulejo del baño, entonces tomó el jabón y empezó pasarlo entre mis nalgas vigorosamente, mientras besaba mi nuca.
Yo traté de resistirme (aunque lo que hacía no me desagradaba), tratando de recuperar el control de la situación (aun no desistía en querer penetrarlo), pero su fuerza era mayor que la mía.
"Acaso no te gusta lo que te hago..." Me susurró al oído (al notar mi resistencia), mientras tomaba mis brazos por las muñecas, pegando mis manos a la pared (a altura de mi cabeza). Sus piernas se encargaron de abrir las mías, y cuando me tuvo totalmente indefenso, empezó a meter su pene en mi ano. Lo hizo con menos delicadeza que las veces anteriores, causándome dolor; en esos momentos pensaba que me castigaba por intentar penetrarlo. Su verga no demoró mucho en llenarme completamente.
"aaahhhhggg... noooogg... Marcos sácala... aaaahhhggg" Le suplicaba mientras intentaba liberarme de su tortura, él dolor era casi insoportable, a pesar de que hacía unos minutos me había penetrado. Pero el era implacable en lo que hacía, no tuvo ningún problema para neutralizar mi inútil rebelión.
"¡Vamos!, ¿ya no te gusta mi verga en tu ano?... Dime, ¿ya no te gusta que te llene por dentro? ¿ya no te gusta mi verga partiéndote en dos ese culito apretadito?" Su voz era de lo más sensual y me daba pequeños mordiscos en la oreja. Ya para ese entonces mi ano gozaba de su miembro, pero yo me resistía (claro que con menos convicción), tratando de evitar que lograra su objetivo... dominarme nuevamente, pero mi derrota era inevitable, mi ano y mi próstata me habían traicionado, desarmaron mi razón y se la entregaron a marcos en bandeja de plata.
Marcos empezó a penetrarme con fuerza, era rudo y me producía dolor, pero el placer era mayor. Yo sólo gemía por el gozó que me producía ser zodomisado por ese hombre.
"Todavía no me contestas... uummm... dime si te gusta mi verga en tu culo" Su voz era firme, casi hiriente, parecía tratar de humillarme, eso me desconcertaban pero aun así, me hacia gozar más de lo que me hacía.
"¿Te gusta?, dime... dime" El insistía en preguntarme lo mismo, mientras me penetraba sin descanso, pero yo sólo gemía, lo poco de dignidad que me quedaba me impedía responderle... porque obviamente estaba disfrutando de su verga como una puta. Marcos se detuvo súbitamente y sin liberarme aun, sacó todo su pene de mi orificio.
"Dime si te gusta que te parta el culo en dos" Su voz era dominante, su glande jugaba en la entrada de mi ano suplicante por que lo volvieran a llenar... que lo volvieran a partir en dos. Mi culo y próstata volvían a traicionarme, y junto con mi boca, le entregaron todo lo que me quedaba de dignidad a Marcos.
"Si... si, me gusta... me gusta" Dije jadeando, mas para mí que para él. Pero Marcos no se cansaba de torturarme.
"Dime cuanto te gusta" Su voz ahora sonaba triunfadora, sabía que me tenía donde quería. Yo ya no tenía nada que perder, el se había adueñado de muchas cosas que me pertenecían y que jamás pensé entregar a otro hombre... mi sexualidad, mi hombría, mi culo, mi virginidad, mi dignidad... que más daba si le entregaba mi orgullo.
"Me gusta mucho... mucho... por favor no paresss... continua..." Le suplicaba desesperadamente, pero el aun no estaba satisfecho.
"¿Por qué mejor no continuas tu? Lo que tanto deseas esta en la entrada de tu ano... tu decides que hacer" Su voz sensual en mi oído me volvía loco, no hizo más que aumentar mi deseo. Su atrevida propuesta, su actitud segura, me mataban, me había convertido en toda una perra.
Moviendo mi ano, precise la posición de su pene (dueño absoluto de mis entrañas) y con un empujón desesperado de mi parte, toda su hombría entro de nuevo a mi cuerpo, produciendo gemidos de placer en mí y de triunfo en el macho que me estaba trasformando en una perra, sin que yo pudiera evitarlo.
Marcos me separó un poco de la pared, liberando mis manos, para luego tomar mi cabello con una mano y con la otra asía mi cintura, mientras yo me apoyaba en la pared, recibiendo "todo" lo que él me daba. Empezó a culearme más fuerte, mientras seguía sometiendo mi voluntad a la más profunda sumisión.
"Tomalo... aaahhhh... teee gusta... veeerrdadddd... oohhhh... disfruta dee mi vergaaaa..." Su voz era implacable y sus acometidas lo eran aun más.
"Maaarrcoos... Maaaarrr... aaaaahhhhh... oohhhh... Marcos... Maaaaaaaa..." Yo sólo gritaba su nombre aceptando mi destino en sus manos. De repente, me haló hacia él, separándome de la pared, para caer en su cuerpo. En esa posición, sus envestidas eran más fuertes y profundas, lo que me obligó a aferrarme a él, tomado con mi mano derecha su cabello (por detrás de la cabeza). La mano con la que me tomó de la cintura, ahora tomaba mi babeante verga, haciéndome gritar de placer, yo me sentía desfallecer por toda la potencia de Marcos y de tanta pasión; con mi mano izquierda le agarre la muñeca de la mano con la que me masturbaba, en busca de un apoyo que no me dejara caer. Su otro brazo pasaba debajo de mi hombro derecho y se aferraba a mi hombro izquierdo (apresándome completamente), mientras yo colocaba mi cabeza en uno de sus hombros y él se apoderaba de mi oreja con su boca.
De esa forma, quedé totalmente a su merced, entregándome completamente a su cuerpo; Marcos, en menos de dos días, había logrado que en mí afloraran los deseos más oscuros de sumisión que se escondían en mi ser, había conseguido que me entrara a él olvidándome de mi persona, extasiado por su verga pujando y halando, entrando y saliendo, expandiendo y contrayendo mi ano, sin contemplaciones, sin encontrar resistencia de mi parte.
En la posición en la que nos encontrábamos (viva prueba de quien era el dominador y el dominado), nuestros orgasmos no demoraron mucho en llegar, pero esta vez Marcos se aseguró de que yo fuera el primero en venirme, con su mano mágica sobre mi miembro, mientras mis convulsiones provocaban que se corriera en mi interior, triunfante por haberme convertido en una perra en celo, que suplicaba que le partieran el culo en dos.
Poco a poco fui recobrando la conciencia, la razón, mi dignidad y un poco de mi orgullo, todos obsoletos cuando la verga de Marcos se encontraba en mi interior. Un frió balde de vergüenza me regresó de nuevo a la realidad. La verga de Marcos empezaba a salir de mi ano y yo temía verlo a la cara, la pena de recordar las cosas que había dicho enrojecieron mi rostro. El empezó a besarme la oreja y me volteó súbitamente, mirándome con sus ojos que dejan entrever su satisfacción. Me besó nuevamente haciéndome olvidar mi vergüenza y aceptar lo ocurrido con resignación. Luego continuamos el baño, esta vez el me aseó a mí. Luego fuimos a mi cuarto donde se vistió y dándome besos apasionados (que empezaban a despertar mi verga sin uso) se despidió de mí y se fue... se fue dejándome tirado en mi cama, desnudo y caliente. Me tuve que hacer una paja para apagar mi excitación y pensando en como Marcos lograba calentarme hasta llevarme a los limites donde deseaba.
Me quedé largo rato en la cama pensando en todo lo que había pasado en la sala, en mi cuarto, en la cama y sobre todo en el baño. Pensando bien lo que pasó esa noche, ahora sé que el objetivo de Marcos (al penetrarme tan "descortésmente") no era el de castigarme, sino mas bien era el de crear una "cláusula" que no tomamos en cuenta en nuestro "convenio tácito". Él simplemente estableció quien sería el activo y quien el pasivo, quien sería el que partiera y quien sería el partido. Él nunca había sido penetrado (hasta donde sabía) y yo, esa noche, estuve a punto de someterlo hasta tenerlo atravesado por mi verga, por eso él se asustó y se encargó de hacerme sentir el sumiso de la relación, se encargo de recordarme lo bueno que era tener su miembro en mis entrañas... ¡y vaya que lo logró!
Pero ese efecto no duraría mucho porque a pesar de disfrutar de su pedazo de carne en mi culo, yo no me consideraba el pasivo de nuestra "relación"... más bien lo que ocurría era que su instinto de activo era más fuerte que el mío y mientras nuestra relación se fue desarrollando a través de los días, mi instinto permanecía dormido... hasta que la persona menos esperada lo volvió a despertar.