Mis amigos (06: Sexo de hombres)

Estábamos todo sudados y agitados, la habitación olía a sexo, a hombre... a SEXO DE HOMBRES y sólo se escuchaban nuestras respiraciones entrecortadas. Yo me sentía pleno, un leve dolor en mi ano me recordaba lo que acababa de pasar y lo que significaba... ya no había NADA VIRGEN en mí...

MIS AMIGOS

Capitulo VI: SEXO DE HOMBRES (NADA VIRGEN).

...Hay estaba ese hombre, que desde hacia 3 días, provocaba en mí una inmensa confusión, lo recorrí de arriba a bajo con la vista. Se había erguido sobre la cama, apoyado con las palmas de su manos sobre el colchón, su cara echada hacia atrás, como mirando al techo, pero tenía los ojos cerrados y jadeaba sin parar; el sudor corría desde su cuello hasta su pecho, que se expandía cada vez que su boca suplicaba por aire, sus tetillas estaban empinadas y habían tomado un tono más rojizo que de lo normal; ríos de sudor descendían por ese magnifico cuerpo, algunos jugueteaban entre los montículos y canales de su abdomen, otros se perdían detrás de su espalda baja... los más afortunados se acumulaban en su ombligo y luego continuaban hasta ingresar en la selva de bellos negros de su pubis.

Él estaba como en un trance y no se movía, sólo jadeaba, con sus piernas abiertas, apoyadas en el suelo y en medio de la unión de éstas, su miembro, aún durísimo, pediendo batalla. Yo no estaba satisfecho todavía y me parecía que ese trozo de carne me suplicaba más atenciones, así que me fui sobre él nuevamente, dándole prioridad a sus suplicas, sobre las de mi propio miembro, durísimo y manchando mi ropa interior con abundante lubricante natural, amenazando estallar por algún roce de mi bóxer.

Mis labios, nuevamente, sobre el glande de Marcos lo sacaron de su trance, retiró mi cabeza de su pubis con una mano, mientras se levantaba; me tomó del suéter y me levantó del suelo. Cuando me tuvo a su altura, me devolvió los apasionados besos que yo le había propinado hacía unos momentos. Poco a poco, sin dejar de besarme, me fue acorralando hasta quedar atrapado entre una pared y su cuerpo. Sus manos me desnudaron con una velocidad y habilidad increíble. Entonces empezó a recorrer mi cuerpo sin que encontrara oposición de mi parte... Eso era lo que había estado deseando.

Orejas, cuello, pecho, tetillas, abdomen, ombligo... todo era recorrido por su lengua, hasta que llegó a la altura de mi suplicante verga, que se sintió algo decepcionada cuando Marcos me tomó por la cintura y casi me obligó a voltearme, para dejar mi ano a su merced. Marcos empezó a lamer mis nalgas con fogosidad; mientras, yo me sentía confuso y nervioso. Me estaban trabajando las partes traseras con la intención de penetrarme, no sabía si estaba listo para ese paso, lo último de razón que se puede tener en una situación tan excitante como esa, me decía que si dejaba que Marcos continuara, me iba a convertir en un puto de verdad y que no habría regresó; yo no quería eso, pero las sensaciones que Marcos estaba causando en mí eran demasiado fuertes. En mi cabeza había comenzado una batalla campal entre la razón y el placer, mientras sentía la lengua de Marcos, subiendo y bajando por mi espalda. No sabía que hacer, permitir que aquello continuara o detenerlo para siempre...

Al final, Marcos decidió por mí... su lengua se posó justo en la entrada de mi ano y empezó a humedecer esa zona que jamás pensé tan sensible. Ya no podía resistirme a aquella situación... si me iba a convertir en un puto, por lo menos lo haría gozando. Jamás me habían acariciado de esa manera, era demasiado placentero, demasiado bueno para hacerme el macho hipócrita y detener aquel gozo divino. Marcos penetro mi ano con su lengua, haciéndome ver estrellas; ese pedazo de carne baboso se deslizaba como dueño por su caza, produciéndome un placer que jamás imaginé. Marcos me tenía atrapado de nuevo, excitadísimo como aquélla vez en la cabaña; su lengua se movía dentro de mí y cuando por fin rozó mi próstata, sentí desfallecer... ¡Dios mío, que placer!. Los constantes roces de su lengua con mi glándula cachonda, hacían que mi cuerpo se estremeciera involuntariamente, mientras yo me apoyaba de la pared con mis manos, tratando de no caer al suelo, porque mis piernas se sentían de trapo.

Yo sólo podía gemir, mi orgasmo estaba cerca. Ahora me considero casi un héroe, por haber aguantado tanto tiempo el placer de su lengua hurgando mis adentros, atacando desalmadamente mi próstata, mientras mi verga (paradísima) se rozaba con la pared, por los movimientos que causaban las envestidas de Marcos... no podía resistir más.

  • AHHH... AAAAHHHHH... Maaaarrr... OOOHHHHHHH. Sin poder avisarle a Marcos, empecé a correrme copiosamente sobre la pared, mientras él no me daba tregua, y dirigía mis disparos de lefa con las envestidas de su lengua, produciendo espasmos desaforados en mi cuerpo. Fueron unos 5 disparos de leche abundante y espesa... tan espesa, que hasta ahora no recuerdo haberme corrido de esa manera. Recosté mi frente en la pared, tratando de recobrarme de aquel orgasmo apoteósico. Pensaba en Jonathan, en como pudo haber resistido tanto tiempo la lengua de Julián en su ano, sin haberse corrido... Ahora entendía de verdad el placer que se podía producir entre dos hombres.

Perdí la noción del tiempo y de Marcos por un momento, hasta que sentí su boca apoderándose de mi nuca, luego de mi oreja derecha y por último de mi boca, dejándome percibir el sabor de mi propio ano. Luego me volteó hacia él, me abrazó y me volvió a besar suavemente. Permanecimos así un buen rato (rato que hubiera querido más largo), manoseando nuestros cuerpos por todos lados, hasta que nos separó, me tomó de la mano y me llevó a la cama. Él había colocado una toalla (mientras yo me recuperaba de mi orgasmo) a lo largo de la cama, me acostó sobre ésta boca abajo, colocando una almohada debajo de mi cintura y luego se echó sobre mí.

Yo sabía lo que pretendía, pero no dudé, me dejé llevar; él había tomado el papel de activo y yo el pasivo, y como tal me dejaba hacer... en esa noche, los dos dejamos que nuestros sentimientos fueran los que nos guiaran, y no quería luchar más contra ellos.

Pensé que Marcos me penetraría de inmediato, pero se dedicó (al principio) a relajar mi cuerpo (tensó por el nerviosismo), me besaba el cuello, los hombros, la nuca, mientras me decía (con voz suave) que me relajara y que no tuviera miedo. Yo sólo me dejaba hacer, tenía el lado derecho de mi rostro recostada en una almohada, agarraba los barrotes de la cama con cierto nerviosismo y tenía mis piernas abiertas en "V"; mientras él acariciaba mis nalgas con una mano. Yo sólo suspiraba, Marcos había logrado que el nerviosismo fuera remplazado por placer, por medio de su voz y las caricias que me propinaba.

De repente sentí que la entrada de mi ano era presionada y de inmediato un dolor punzante se apoderó de mí (mas doloroso de lo que había soñado). Marcos había metido la punta de su herramienta en mi ya no tan virgen ano. Yo desfallecía de dolor y ahogaba mis gritos mordiendo la almohada... ya no había vuelta atrás, así que reprimí mis deseos de suplicarle que se detuviera. Su pene seguía resbalándose por mi ano, debido a la abundante saliva que Marcos había dejado con su babeante lengua. El dolor no disminuía... no podía imaginar como Jonathan había soportado tres vergas en una sóla noche y comprendía el dolor que debió haber sufrido cuando lo desvirgué. Por fin la verga de Marcos estuvo toda dentro de mi agujero, pero el dolor no disminuía y yo suplicaba que las sensaciones que llevaron a Jonathan al orgasmo, mientras tenía mi verga en su interior, se apoderaran de mi cuerpo lo más rápido posible.

Marcos me susurraba al oído que me calmara, que pronto lo empezaría a disfrutar. Se recostó sobre mi cuerpo y empezó a besar mi nuca y cuello, cosa que agradecí mucho, ya que de empezar a cualerme de inmediato, hubiera sido una tortura para mí. Poco a poco mi ano se fue amoldando a aquel cuerpo invasor, mientras la desesperación de Marcos por empezar a culearme, era cada vez más evidente; besaba mi nuca desesperadamente y yo sabía que su paciencia se agotaba. Por suerte, mi cuerpo empezaba a disfrutar con ese miembro perforándome; la sensación era tan placentera, que mi ano empezó a apretar involuntariamente la verga de Marcos, quien empezó a gemir por aquellas caricias.

  • "UUUUMMMM... Ya estas listo, trata de relajarte y disfrútalo..." Su voz era quebrada por la excitación; se irguió sobre mí, apoyándose con sus manos sobre el colchón, y empezó a sacar su miembro de mis adentros; el movimiento me causó un poco de dolor, mezclado con sensaciones extrañas y placenteras que me hicieron gemir. Pero cuando se detuvo y empujó su miembro dentro de mi cuerpo... ¡Dios, delirio total! Pensé que me correría en ese mismo instante, pero mi cuerpo logró controlarse. Marcos empezó con movimientos muy lentos y detallados, pero, poco a poco fue acelerando el ritmo; él sólo gemía, a medida que borraba con sus envestidas, lo poco de virginidad que le quedaba a mi gozoso culo.

Yo disfrutaba inmensamente de lo que Marcos hacía con mi cuerpo, pero me daba vergüenza demostrarlo, por eso mordía la almohada, tratando de ahogar mis gemidos; el placer era tanto que mis labios temblaban descontrolados sobre la almohada. Al parecer Marcos se dio cuenta de mis inhibiciones, porque disminuyo la velocidad de la culeada y empezó a moverse pausadamente, pero con envestidas firmes y fuertes, que llegaban al fondo de mi alma. Ya no podía controlarme más, lo que estaba sintiendo era las sensaciones más fuertes que había sentido hasta ese momento.

  • AAHHGG... AAAAAHHHH... Maaarcooos... Marcos... siiiiii... AAAHHHHH... Nooooo... paressss... AAAAHHH… Meeee gus… meee gustaaa... muuucho... Maarrcos... AAHHHH... Marrrcoos, me corroooo... AAAHHH... Marcoss... AAAAAHHHHHH....

Fue demasiado, mi cuerpo caliente, mi piel sudada, mi respiración agitada, mi pene friccionado por la toalla, mis pliegues anales estirándose, mi próstata rozada a cada segundo y el chico que me traía loco era el causante de todo aquello... no podía resistirlo más, exploté de placer (y sin remordimientos). La cama, la oficina, la piscina, el barrio, el país, el mundo y el universo desparecieron... me sentía flotar en un espacio donde todo era llenado por las sensaciones más placenteras e intensas que pudieran existir... Fue el momento de mi vida en el que me he sentido más libre, y no ha habido nada ni nadie que me hiciera sentir lo mismo.

Las contracciones de mi ano (con cada disparo de mi verga), apretaban el miembro de Marcos que no soportó aquello.

  • AAAAAAHHHH... OOOOHHHHH... Thooooo... maassssss. Se corrió mencionando mi nombre, eso me halagó mucho. Era todo un semental se vino dentro de mi con unos 6 disparos de leche y sus estremecimientos eran como replicas de un sismo que hacían vibrar mi cuerpo. Su lefa me marcó por dentro para siempre (como yo hice con Jonathan) y así, Marcos se convirtió en el primer hombre de mi vida...

Marcos se desplomó sobre mí y empezó a besar tiernamente mi oreja, sentía su cuerpo caliente, tan caliente que me quemaba. Estábamos todo sudados y agitados, la habitación olía a sexo, a hombre... a SEXO DE HOMBRES y sólo se escuchaban nuestras respiraciones entrecortadas. Yo me sentía pleno, un leve dolor en mi ano me recordaba lo que acababa de pasar y lo que significaba... ya no había NADA VIRGEN en mí... acaba de perder toda inocencia, ahora era un hombre de verdad (si se puede decir eso, considerando la situación). No sentía duda ni remordimientos por lo que sucedió... al fin y al cabo, era lo que mi mente y cuerpo sentían y querían... y no consideraba que hubiera algo de malo en dejarse llevar por lo que uno siente. Percibía la respiración de Marcos calmada y ya no me besaba... se había dormido y yo lo seguí al mundo de los sueños, mientras escuchaba con júbilo su respiración.

Mis ojos se fueron abriendo gradualmente, me dolía todo el cuerpo y estaba todo sudado, boca abajo sobre la cama... ¿acaso todo había sido un sueño?... no.. no lo era, aun podía percibir en la habitación un ambiente de sexo. Todo había sido real... el dolor de mis músculos y sobre todo de mi ano, me confirmaban que esta vez no se trataba de un simple sueño erótico... todo fue real y no me arrepentía. Estiré un brazo, tratando de tocar a Marcos, pero no estaba. Me encontraba solo en la oficina. Eso me turbó un poco y tuve que reconvencerme de que lo ocurrido no era un sueño. Me levanté, cubriendo mi cuerpo desnudo con la sabana de la cama.

  • "Marcos, ¿donde estas?... Marcos...". Lo llame repetidas veces pero sólo me respondía el eco del edificio. Entonces me dirigí a la entrada para ver si se encontraba en el recibidor pero tampoco estaba allí; vi el reloj de la pared, 5:15 a.m. Me puse muy nervioso, la piscina municipal abría al publico a las 7:00 de la mañana y tenía entendido que el profesor Hernández, era el encargado de abrir el recinto por lo que llegaba muy temprano; si me encontraba ahí podía sospechar algo. Debía salir de ahí lo más rápido posible, aunque no sabía como, no tenía la llave y la puerta estaba cerrada. Me fui a la oficina, dispuesto a vestirme irme lo más expedito posible... pero entonces recordé que mi padre me había echado de la casa... no tenía a donde ir. La noche anterior no había tenido tiempo de pensar en eso, había estado vagando como zombi por el barrio y luego tuve el "encuentro" con Marcos.

No se cuanto tiempo permanecí perdido en mis pensamientos, pero el sonido de una puerta cerrándose, me anunció que alguien acababa de entrar al edificio. Como loco, empecé a buscar mi ropa pero no la veía por ningún lado, sólo alcance a cerrar la puerta de la oficina, mientras mi desesperación crecía a medida que los pasos se acercaban a la oficina. Quedé paralizado en medio de la oficina, con las sabanas cubriéndome de la cintura hacia abajo; la puerta empezó a abrirse, yo quería morir en ese momento, de seguro era el profe Hernández y me descubriría medio desnudo en la oficina, que supuestamente Marcos debería estar cuidando. A pesar del terror que sentía, mi mente ya maquinaba alguna excusa para explicar mi presencia en ese lugar... pero no fue necesario. Tras la puerta apareció Marcos, trayendo uniformes del colegio y un paquete con comida. Mi alma se llenó de júbilo al saber que era él... y no otra persona.

  • "¿Dónde demonios estabas?" Le pregunté algo enojado y nervioso. Él me miro con una cara de inocencia que luego mutó en picardía, cuando me miró de arriba abajo, viendo mi cuerpo semidesnudo, con el vientre cubierto de mi semen seco. Colocó el paquete en el escritorio de la oficina y guindó la ropa en un gancho de la pared y luego se sentó en la cama.

  • "Fui a hablar con tus padres". Me miró con una cara muy seria, así que supe que no mentía. Yo lo miraba incrédulo... como demonios había ido a hablar con mi padre, y sin consultarlo conmigo.

  • "¿Estas loco? ¿Por qué tenias que ir?, no es tu problema". El rostro de Marcos tomó un tono algo molesto.

  • "Pesé que éramos amigos ¿no? y eso me da derecho a preocuparme por lo que te pasa... y si llegas en medio de la noche, como un zombi y sangrando, para terminar acostándote conmigo... entonces creo que si es mi problema". Su cara enrojeció cuando dijo eso... me pareció muy tierno. Fue la confirmación absoluta, aquello no había sido un sueño. Yo también me sonrojé al recordar mi comportamiento, yo fui el que inició todo aquello, yo lo seduje y casi sentía que lo había violado.

El silencio se apodero de la pequeña habitación, Marcos miraba al suelo y yo no dejaba de verlo; fui hacia él y me arrodillé enfrente suyo, él levanto la mirada y me miró fijamente (esos ojos me mataban). Él había ido a hablar con mis padres porque yo le preocupaba; no sabía que le había dicho a mi padre, pero él siempre me había defendido, de una u otra forma, de Javier o Julián, de alguna broma mal intencionada de cualquier persona, en cualquier situación... Desde que lo conocí, él siempre me daba apoyo... no podía ser tan malagradecido con la persona que más admiraba y apreciaba... persona que hacía mi existencia más placentera

  • "Lo siento, tienes razón, te agradezco lo que hiciste... no sabes cuanto me alegra que haya por lo menos una persona que se preocupe por mí". Hay lo tenía de nuevo, tan cerca, su hermosa cara, sus ojos... y aunque lo intenté, no pude resistirme. Traté de besarlo en la boca, pero el evadió mi beso levantándose de la cama. Su rechazó fue como una punzada en el corazón... ¡fue tan doloroso!. Me cuestioné por tratar de besarlo ("¿que estaba pensando?, ¿tratar de seducirlo nuevamente?"), pero en mi interior comprendía, que lo que me empujó a intentarlo era un sentimiento más haya de una simple calentura... más haya del simple deseo de sexo.

Marcos estaba de espaldas a mí, yo permanecía arrodillado a un lado de la cama, temeroso de que ese único gesto de mi parte pudiera destruir la amistad más preciada que había tenido hasta ese momento. Esos pocos segundos de silencio me estaban matando, tenía que decir algo, lo que fuera.

  • "Lo siento... se me olvido que a ti no te gustan los hombres,... no eres un "marica" como yo". No era lo que planeaba decir, pero como en la noche anterior, dejé que lo que sentía por dentro aflorara al exterior. Cuando dije esas palabras, las dije con un gran dolor en mi alma, no se si me dolía por haber reconocido que mi sexualidad había cambiado o porque Marcos no era "marica" como yo me afirmaba ser.

  • "Vamos, ve a bañarte. Te traje el uniforme para que vayas directo al colegio". Él cambio el tema radicalmente, lo que me dolió aun más, pero resignado me levanté y me dirigí a los baños públicos de la pileta. Ni siquiera le pregunté que había hablado con mis padres, sólo huí de esa oficina lo más rápido que pude, con la incertidumbre más grande que jamás había sentido.

Prolongué el baño lo más que pude (tenía terror de ver a Marcos, obviamente lo que había ocurrido entre nosotros, tenía un significado diferente para cada uno), pero Marcos me apuró, desde afuera del baño, diciéndome que se nos hacía tarde y que pronto llegaría el Prof. Hernández.

Salí del baño y fui a la oficina, él ya tenía puesto su uniforme, supuse que se había bañado antes de salir en la mañana y que había pasado por nuestras casas para recoger nuestros útiles escolares y los uniformes. Cuando me vio llegar, me apuro y salió del la oficina cerrando la puerta tras de él. Su actitud evasiva me lastimaba, pero yo no podía hacer nada, ya había cometido dos errores (tratar de besarlo y declararme gay ante él) esa mañana y no quería cometer más. Empecé a vestirme desconsolado y resignado.

  • "En tu mochila esta tu desayuno... pero tendrás que comértelo en el colegio..." Escuchar su voz, aunque sea diciendo esas trivialidades, me daba un poco de consuelo. Ya había terminado de alistarme, pero no tenía valor para salir de esa oficina, me senté en la cama, mirando la puerta como si fuera la cosa más espantosa que había visto en mi vida... simplemente esa situación me superaba.

  • "¿Cómo sabes que eres gay? ¿A caso ya no te gustan las mujeres? ¿O nunca te gustaron?" Las preguntas de Marcos atravesaron la puerta, llegaron a mis oídos y cuando mi mente las procesó, empezaron a retumbar en mi cabeza. Por un instante no pude responderle... no quería en realidad...

  • "Vamos, te hice una pregunta... no tenemos toda la mañana" Marcos insistió con cierta rudeza, me había dado permiso para deshogar todas las preocupaciones que rondaban mi cabeza desde que violamos a Jonathan. De echo, era la segunda vez que lo hacía; la noche anterior también había tocado el tema.

"¿Estas seguro de que no hay nada más que te inquiete?", "me parece que si te sientes confundido con respecto a tus "gustos" deberías hablarlo conmigo, yo pasé por lo mismo cuando cogí por primera vez con un hombre", eso me había dicho la noche anterior, pero mi cobardía y orgullo no me permitieron abrirme con él. Sin embargo, esa mañana era diferente de la noche, porque él se convirtió en parte de mis confusiones cuando me desvirgo. Me imagino que él sentía que era un problema que nos incumbía a ambos. Me llené de valor y salí de la oficina, él había estado recostado a la puerta.

  • "¿No es tarde ya?. Le pregunté, apuntándole con mi dedo su reloj.

  • "Son las 6:13 a.m. Mi entrenador debe estar por llegar". Me miró como indagando mis adentros.

  • "Es mejor que nos vallamos, ni siquiera hemos arreglado la cama ni la oficina... primero lo primero". Le dije, Marcos me miró fríamente, en pocos minutos tuvo arreglada la pequeña habitación. Luego, tomó nuestras cosas, cerró la oficina y partimos rumbó al colegió.

Camino a las escuela, reinicié la conversión que hacía un rato había cortado...

-"Disfruté mucho de lo que pasó con Jonathan y gocé aun más contigo... Por eso creo que soy gay... creo que son suficientes motivos". Sentía una vergüenza enorme de admitir todo eso, pero era necesario, sabía que para él la situación no era nada placentera.

  • "Yo también disfrute con lo de ese chico y mucho más contigo... la verdad fue una de las noches más excitantes de mi vida..." (Su cara volvió a adquirir el tono rojo de vergüenza, al confesarme eso, me daba un poco de risa verlo así... porque su varonil rostro, se tornaba en el de un niño ingenuo y pudoroso) "... pero aun así, no dejan de gustarme las chicas. Yo no me considero bisexual, más bien... biológicamente hablando, soy un "omnívoro..."

  • "¡¿Omnívoro?!", le pregunté extrañado.

  • "¡Si... un omnívoro!, me gusta probar de todo... todo lo que me produzca placer... eso es, simplemente me gusta lo que me causa placer... y si es con una mujer o un hombre, ¿que más da? Por eso no puedo entenderte cuando dices que eres "herbívoro", si nunca has probado "carne"... al menos que en estos días que no te he visto, hallas conocido a alguna chica".

Su analogía y su voz picara, me hicieron reír... por primera vez, desde hacia tres días, estaba riendo... y gracias a él.

  • "No... no, no he tenido nada con nadie desde aquella noche... Entonces, ¿lo que dices es que debo probar con una chica y luego decidir que es lo que me gusta?". Mi pregunta estaba de más... él había sido demasiado claro, siempre lo era.

  • "Exactamente, primero coges con una chica y luego decides. Yo he probado con los dos géneros, y por eso estoy claro en lo que prefiero y en quien soy. En tu caso, sólo has visto una cara de la moneda, así que no puedes decir que sólo te gustan los chicos si no sabes lo que es estar dentro de una chica". Yo reconocía que sus palabras tenían algo de lógica, pero no lograron consumir mis preocupaciones... porque ¿qué importaba si era gay o un heterosexual sin "criterio formado"?, fuera lo que fuera... Marcos me atraía, me gustaba y eso no iba a cambiar de la noche a la mañana.

  • "¿Y si pruebo con una chica y no me gusta? ¿Y si confirmo que soy gay?, ¿tu me seguirías viendo como un amigo o eso cambiaria tu forma de verme?". Tenía que preguntárselo, desde que había intentado besarlo, él había estado evadiendo cualquier posibilidad de mi homosexualidad y eso me asustaba.

  • "En realidad, creo que las dos cosas". Me contestó después de unos segundos de silencio.

  • "¿Las dos cosas?" Le pregunte preocupado.

  • "Si, las dos. Si de verdad fueras gay eso cambiaria la forma de verte como persona, pero eso no me impediría seguir siendo tu amigo". Su respuesta me tranquilizó mucho... él era lo único seguro en mi vida y no quería perderlo.

  • "¿Crees que los chicos piensen igual que tu?". Le pregunté.

  • "No lo sé, eso debes averiguarlo tu mismo... yo sólo puedo hablar por mí". En ese momento él tomó mi hombro, consolándome... de seguro entendía la preocupación que me causaba aquella situación.

Después de eso ninguno habló, hasta que llegamos al colegio. Fuimos directo al pasillo de la escuela en donde acostumbrábamos pasar el rato, hay estaban mis otros 3 amigos.

  • "¡Ay!, Arielito, Arielito, Arielito... tu nunca haces caso... y tan bien portado que te ves" Marcos le decía a Ariel de una forma satírica, mientras lo tomaba de un hombro, seguramente se refería al echo de que Ariel fuera ha buscarme a mi casa. Ariel sólo sonrió.

  • "Por fin apareces... pensé que jamás tendría que ver tu rostro de nuevo". Me saludo Julián, en broma, mientras me abrazaba por la cintura y me apretaba fuerte, alzándome en el aire. Cuando por fin me soltó, Javier se dirigió a mi.

  • "!Vaya, vaya!... se necesitaron tres días para tener el valor de dar la cara, me sorprendes... pensé que te volvería a ver en un mes o dos... tal vez un año" Javier siempre buscaba la forma de humillarme, de hacerme quedar mal enfrente de los demás. Pero ese día, yo no tenía cabeza para prestarle atención a sus necedades, cosas mucho más importantes estaban pasando en mi vida... y el futuro me tenía muchas más preparadas...