Mis amigos (04: Navegando en un vacio)

Mis sentimientos iban desde una excitación extrema hasta la vergüenza y el arrepentimiento; mi cabeza estaba confusa, como NAVEGANDO EN UN VACÍO.

MIS AMIGOS

Capitulo IV: NAVEGANDO EN UN VACÍO.

...Sólo daba vueltas en mi cama, a pesar de estar exhausto no podía conciliar el sueño. Los acontecimientos sucedidos esa noche se repetían una y otra vez en mi cabeza, sin darme descanso. La excitación que había sentido hace algunas horas fue apagada por la frialdad de la realidad... recordar que tenía una vida (regida por obligaciones morales y sociales) antes de esa noche y que podía ser destruida totalmente por ser cómplice de un acto condenado por la sociedad. Mis sentimientos iban desde una excitación extrema hasta la vergüenza y el arrepentimiento; mi cabeza estaba confusa, como NAVEGANDO EN UN VACÍO.

A duras penas trataba de explicarme lo que había sucedido, me preguntaba si se trataba de un sueño... pero no, era muy real, la chispa de vida que se prendió esa noche dentro de mí me lo confirmaba. Mi mente revivía las 5 horas anteriores, el parque, la persecución, el auto, la cabaña, la cama, los cuerpos, el sudor, las caricias, los gemidos, el semen, Jonathan, los ojos de Marcos... todo en cámara lenta y no podía detenerlo.

Abrí los ojos tratando de borrar esas imágenes, sonidos, olores y si era posible también todo lo ocurrido. Miré el reloj de mi cuarto... 4:47 de la madrugada y aún no podía dormir. Sentía un vació en mi cuerpo, sentía que esa noche se había llevado muchas cosas de mí, cosas que jamás volverían... mi virginidad, mi ingenuidad, mi heterosexualidad, mi hombría... ¡Dios mío, ¿a caso era homosexual? ¿Qué iba a ser de mi vida?!

Nunca había sentido atracción hacia un hombre (de ninguna forma), tal vez admiración, pero jamás atracción. Yo no era (ni soy) homofóbico, pero tampoco quería ser gay... yo no era gay. Todos estos pensamientos giraban en mi cabeza junto a otras preocupaciones: ¡¿si Jonathan nos denunciaba?, ¿si había quedado traumatizado y se suicidaba?, ¿si me contagió alguna enfermedad?, ¿si los chicos me chantajeaban con el video y me usaban para apagar sus calenturas?! De repente mi mente quedó en blanco, comprendí que en esa noche mi vida había cambiado, que lo sucedido no era un simple evento (¡y mucho menos un sueño!) que ocurre y luego se olvida, es algo que marca para siempre, tanto al ultrajado como al ultrajante... definitivamente esa noche no iba a poder dormir.

Los primeros rayos del Sol iluminaban mi cuarto, eran las 5:45 a.m. hora de prepararse para ir al colegio. Mi madre fue a despertarme, me hice el dormido. Se acercó a la cama y me sacudió un poco. Yo le dije que me dejara que no me sentía bien y no iría al colegio. Ella no insistió, poco le importaba lo que hiciera con mi vida. Antes, ese pensamiento me hubiera dolido, pero ese día no, en mi cuerpo latía una nueva chispa y en mi cabeza revoloteaban muchas dudas y preocupaciones... no me podía dar el lujo de lamentarme por los despiadados padres que la vida me dio.

Me levanté de la cama cuando estuve seguro de que mis padres se habían marchado a trabajar. Fui a la cocina para tomar un vaso de agua. Bebiendo el vital liquido, me quedé recostado en la pared, pensando como podría superar aquello, como iba a mirar a mis amigos a la cara pretendiendo que no ocurrió nada... violamos a un chico, ¡esta bien, él lo disfrutó!... pero sigue siendo una violación... lo raptamos y lo violamos. Me exalté mucho más al pensar en como lo iba a superar él... Jonathan. ¿Continuaría con su vida normalmente o el trauma fue tan grande que jamás lograría sobreponerse de lo que le hicimos?... Me fui a mi cuarto, me desplomé boca abajo sobre la cama y lloré como nunca antes (ni siquiera cuando estuve en el internado me había sentido tan mal como esa mañana); lloré por mí, por mis padres, por Jonathan, por haberme sentido bien a costa de la dignidad de otra persona... lloré por cualquier cosa, persona o situación que en algún momento me hubiera causado daño, lloré hasta que me dormí.

Me levanté, era de noche, me vestí, salí de la casa y muy decidido tomé un autobús rumbo al parque, donde inició toda esa locura que ahora me atormentaba. No sabía exactamente que iba hacer, pero debía ir. Cuando llegué, me dirigí hacia las bancas en donde (la noche anterior) habíamos esperado a Jonathan. Casi de inmediato pude apreciar el cuerpo del maratonista que se acercaba trotando; usaba una pantaloncito de color negro y una camiseta roja. Yo sólo veía ese magnifico cuerpo acercándose a mí y aún no comprendía que había ido hacer allí. Cuando estuvo a pocos metros de mí, me reconoció, quedó como paralizado. Yo me sentía feliz, porque a pesar de lo ocurrido (a penas la noche anterior), él había regresado a correr sin miedos.

  • "Quiero hablar contigo... por favor". Le dije, muy sonrojado y avergonzado. Me miró incrédulo pero no se movía.

  • "Quiero que sepas que mi intención no era lastimarte, pero las cosas se dieron de forma en que no las pude controlar... yo no me pude controlar". Le decía esto, mientras daba dos pasos para acercarme a él. Pero su cara se tornó en terror y salió corriendo rumbo a los árboles del parque. Le dije que no se asustara que sólo quería hablar (hasta ese momento, esa era mi intención), pero no se detuvo y no me quedó otra que perseguirlo.

  • "¡Espera, detente!" Le gritaba mientras nos internábamos cada vez más entre los árboles que se convirtieron en un bosque interminable. Él corría con todas sus fuerzas, pero aún así, yo empezaba a recortarle distancia (lo que me extrañó, porque él entrenaba todas las noches y esperaba no poder alcanzarlo). Cuando ya casi lo cogía, se tropezó y calló golpeándose la sien

con una roca. Me asusté mucho, pensé que se había matado pero sólo estaba desorientado (entre conciente e inconsciente) gimiendo. Lo giré poniéndolo boca arriba y empecé a observar ese regalito, un chico hermosísimo tirado en el suelo (cuan largo era), con esa cara angelical, agitado y luchando por recobrar la conciencia... se veía tan vulnerable. Noté que mi miembro se había parado... no pude resistirme. Me quité el suéter y empecé a besar esa belleza en la boca; él no se resistía (no reaccionaba aún). Lo desnudé completamente dejando expuesto el cuerpazo que seguramente tanta corredera le había producido. Lo recorrí toda su fisiología con mi lengua (él gemía inconscientemente), hasta llegar a su culo, dispuesto a rompérselo las veces que fuera necesario. Introduje mi lengua y empecé a lubricarlo sin asco, él sólo gemía suavemente. Dejé de chuparle el culito y me desnudé totalmente. Coloqué sus piernas en mi cintura, me apoyé con mis manos en el suelo, ubicando la punta de mi fierro en la entrada de su ano, listo a reventarlo nuevamente. Pero él había reaccionado, respiraba agitadamente y me miraba con esos ojos grises... No podía hacerle eso de nuevo... no podía. Traté de levantarme pero para mi sorpresa, apretó mi cintura con sus fuertes piernas empujándome hacia él, ocasionando que todo mi ser lo penetrada de un sólo movimiento...

  • "¡Dámelo de nuevo... quiero ser tuyo una y otra vez... dámelo...!" Me suplicaba con la voz entrecortada por el placer. ¿Qué más podía hacer yo?... ¡dárselo todo! Empecé un mete y saca frenético, mientras los dos gemíamos y gritábamos como posesos; yo lo culeaba y él sólo recorría mi espalda con sus manos.

Los dos solos, dos machitos cogiendo en medio del bosque como animales en celo. De repente el empezó a correrse sin tocarse, era una corrida interminable que me sorprendió mucho pero que me calentó aun más. Gritaba y se corría continuamente, mientras yo lo deleitaba con mi mete y saca violento. Aun así, yo me sentía lejos del orgasmo pero disfrutaba como un loco.

  • AAAAHHHH... AAAAHHH... Siiiiiiiiihhhhh... Jonathan... correetee... Mi puto... Jonathaaaaan...

Me sentía caliente, muy excitado y sudoroso, estaba penetrando a Jonathan... sin que éste parara de correrse gritando de placer. – ¡OOOOHHHH, que rico!... Pero de repente sentí un punzazo muy doloroso en mi orto que se transformo en un cosquilleo intenso y placentero. – AAAAAAAAHHHHHGGG. A mi también me estaban culeando. AAAAHHHH... era Marcos que me desvirgaba con todas sus fuerzas, AAAAHHHHH... estaba atrapado entre ojos grises y azules...

Desperté confundido, agitado y todo sudado, sólo tenía puesto el bóxer que cargaba desde la noche anterior. Mis cabellos, mi cara, mi pecho, abdomen y mis piernas estaban empapados en sudor. Por un instante perdí la noción del tiempo y del espació... no sabía donde estaba, sólo recordaba ojos grises y azules. Miré el reloj, 7:08 a.m., estaba en mi cuarto, boca arriba sobre la cama. Me dolían los párpados por haber llorado tanto, me sentía aliviado, pero también excitado. Pude percatarme en el estado en el que me encontraba y la presión de mi verga durísima sobre mi boxer, húmedo por el sudor y por abundante líquido preseminal. Acababa de tener un sueño erótico con Jonathan y Marcos que casi me hace correrme. Eso me turbó un poco, estuve a punto de volverme a deprimir por haber tenido fantasías con dos hombres... pero no era de extrañar, considerando lo ocurrido ase escasas horas.

Me levanté de la cama aún más agitado y sudado, me desnudé y me metí al baño. Abrí la regadera, el agua tuvo un efecto relajante sobre mi cuerpo, pero mi erección no disminuyó del todo. Empecé a untarme jabón por todo el cuerpo, evitando tocar mi miembro, para no estimularlo. Mientras me enjabonaba, todos lo recuerdos y pensamientos que me habían estado torturando las últimas horas se apoderaron nuevamente de mi cerebro, era una desesperación incontrolable. Pasaba el jabón por mi piel como tratando de que todo lo ocurrido se escurriera con el agua. Pero entonces, la chispa recientemente encendida dentro de mí, me decía que eso era imposible, ¡lo hecho, hecho está! y no había vuelta atrás. Comprendí que desde ahora me tocaba superar el pasado y seguir adelante con mi vida, conciente de que debía enfrentar (de la mejor forma posible) las consecuencias que pudieran conllevar los sucesos de la noche anterior, ya sea que los chicos me chantajearan, que Jonathan nos denunciara, o aunque parezca muy frió, que tal vez se suicidara (al fin y al cabo era una posibilidad con la que debía vivir el resto de mi vida).

El baño resulto mejor de lo que esperaba, permanecí largo rato (ya "superado" lo de Jonathan) pensando en "mis amigos", ¿quiénes eran esos chicos en realidad? Por lo ocurrido y hablado la noche anterior, a la que bautice **月

ヨナタン**

en mi diario (significa "la noche de Jonathan" –aclaro que no es una traducción muy fiel del Katakana), pude concluir que no era el primer chico que violaban, y por lo que llegué a ver en la cabaña (el equipo de video, una televisión, una videograbadora, un refrigerador y otras muchas comodidades) y la ubicación de la misma, estaban muy bien organizados. Pero no me explicaba de donde habrían conseguido el dinero para todas esas cosas que, además, parecían ser de muy buena calidad. También deduje, que la insistencia de visitar ese parque a las mismas horas, era para determinar y confirmar las horas en que Jonathan entrenaba o en que cualquier otro chico pasara por allí.

Estuvieron planeando todo bajo mis narices y me habían involucrado en un crimen del que yo no tenía conocimiento, sin siquiera importarles el hecho de que pudieron arrastrarme a una situación en que ninguno de los 5 hubiera salido bien librado, como la cárcel o peor. Todo esos aspectos me hacían enojar y dudar de "mis amigos", y sobre todo, me causaba una gran decepción que Marcos hubiera permitido algo así. Estaba preocupado, tarde o temprano tendría que enfrentarlos y aún no sabía como lidiar con ellos.

El baño se había prolongado demasiado, salí y me sequé. Me amarré la toalla a la cintura y fui a la cocina por un vaso de jugo. Cuando terminé, fui a mi cuarto para ponerme un bóxer, en el camino me percate que mi verga seguía algo erecta todavía, pero traté de ignorarlo. Cuando entre a mi cuarto, pasé enfrente del espejo (de cuerpo entero), sin poder evitar ver mi anatomía. Tomé un bóxer limpio y me senté en mi cama dispuesto a ponerme la prenda, pero el reflejo de mi cuerpo en el espejo atrapó mi atención nuevamente. No podía dejar de verme mientras mi miembro se rebelaba poco a poco bajo la toalla.

Me levanté y caminé hacia el espejo, como hipnotizado. Dejé caer mi toalla... por primera vez empecé a ver mi cuerpo con detalle, no mirarlo, sino observarlo detenidamente, al grado que ya no me reconocía. Miraba las facciones de mi rostro, mis ojos oscuros, mi nariz, mi boca. Fui bajando mi vista poco a poco, mirando los músculos y las tetillas de mi pecho; ya para ese entonces mi miembro estaba a toda máquina. Empecé a dirigir mi vista con mi mano izquierda a medida que ésta se deslizaba por mi pecho, pasando por mi abdomen plano hasta que poseyó mi miembro entre sus dedos. Vi mis 18 cm de carne bien dura y babeante, ya no era un niño y tampoco era virgen... era un hombre... un hombre que empezaba a conocer su cuerpo, impulsado por los efectos de la noche anterior. Mi mano libre ya jugaba con mis pezones, mientras la otro empezaba a masajear vigorosamente mi pene... con el que puse caliente Jonathan hasta hacerlo estallar. Cerré los ojos y me dejé secuestrar por esas imágenes y pensamientos. Estuve varios minutos así, hasta que la excitación debilitó mis piernas y me hizo tambalear. Me dirigí a la cama donde reinicié lo que había comenzado enfrente del espejo; me masturbaba, pero esta vez mi mente flotaba entre los recuerdos de la cogida que le di a Jonathan y las imágenes de mi sueño erótico. Mi cuerpo sudaba y yo sólo jadeaba por la excitación. Con la mano derecha estremecía mi miembro y con la izquierda peñiscaba mis tetillas y jugaba con mis bolas... no resistí más tiempo. Parece que mis bolas se habían recuperado muy bien de la noche anterior porque me corrí con abundantes disparos de leche que bañaron mi cuerpo. Por un momento me desconecte del mundo, hasta que mi mente me trajo a la realidad ... preguntándome si era gay.

Permanecí recostado largo rato sobre mi cama, con mi cuerpo húmedo por el sudor y mi semen, tratando de poner mi mente en blanco, huyendo de esa pregunta nefasta. No era gay... al menos no quería serlo, pero ¿por qué pensar en Marcos y Jonathan (sobre todo de manera sexual) me excitaba tanto?... Estas preguntas asechaban mi razón y por más que buscara una respuesta lógica que me complaciera, sin comprometer mi masculinidad, no lograba encontrarla. Me levanté de la cama rumbo al baño, evitando ver al espejo. Empecé a bañarme de nuevo, borrando el semen de mi cuerpo y tratando de buscar calma como lo había conseguido la primera vez.

De una u otra manera, logré evadir esas preguntas de mi cerebro, pasé el resto del día en casa, viendo televisión, leyendo algún libro y mirando a la gente pasar desde mi ventana. No salí para nada ese día, no estaba listo para enfrentar a los chicos... no quería. Cuando llegaron mis padres, muy tarde en la noche, me encerré en mi habitación, huyendo de cualquier trato humano, no quería hablar con nadie y menos discutir por estupideces (una simpática costumbre familiar). Me la pasé escuchando música hasta que me dormí.

Los dos días siguientes se desarrollaron de la misma forma, para mis padres seguía "enfermo" y no fui al colegio. Había cubierto mi espejo, como si éste representara todas las preocupaciones y preguntas que me esforzaba por olvidar. No estaba listo para ver a los chicos y al parecer ellos tampoco porque ninguno me fue a buscar durante ese tiempo... hasta el tercer día de mi autoaislamiento.

Eran como las 3 de la tarde cuando escuché una voz familiar que me llamaba desde afuera... mi cobardía me hizo dudar por unos minutos si debía abrir esa puerta. Pero recordé mi disposición de seguir con mi vida y enfrentar consecuencias, por lo que me dirigí a la puerta resignado (tarde o temprano los debía enfrentar). Abrí la puerta y me encontré con Ariel... solo. Sentí una especie de alivio porque era él... no Marcos, no estaba listo para verlo (no sabía si algún día lo estaría). Era Ariel y no Javier ni Julián que seguramente sólo irían a insultarme o a molestarme (conociendo sus particulares formas de ser)... Era Ariel, jamás pensé alegrarme tanto de verlo... Era Ariel y desde ese día nos convertiríamos en confidentes.

Continuara...