Miroslav -4-

Por fin Miroslav y Daniela consuman su relación... ¿O tal vez no? hay una pequeña sopresa con la que no contaba. Siento la tardanza, estaba con otras cosas. Gracias por leer y dejen rewiev.

Miroslav -4-

Durante aquella semana estuve impaciente, esperando a que Daniela se pusiera en contacto conmigo para acordar las especificaciones de nuestro encuentro. Aunque igualmente tenía que ponerme las pilas con el tema de los estudios, tenía dos asignaturas que llevaba peor que el resto y si seguía pensando en las musarañas me arriesgaba a quedarme sin beca para el año que viene, algo que no me podía permitir. Al contrario que Daniela, yo no tenía una familia con dinero que me pudieran tener en la universidad todo el tiempo que yo quisiera.

El primer día estuve pendiente de mi móvil cada cinco minutos, decreciendo mi interés a medida que fueron pasando los días. Llegó un punto en que pensé que esa niñata con ínfulas de Mata-hari me había tomado el pelo y que todo esto lo había hecho con la intención de reírse de mí, ya que veía que no se dignaba siquiera a enviarme un mensaje indicando que estaba en ello, y muchos sabéis que la imaginación siempre te pone en lo peor. El viernes estaba a punto de olvidarme de su “proposición” y mandarla a la mierda para los restos por querer reírse de mí cuando recibí un mensaje en el Wasshap.

MAÑANA 21:30 EN MI APARTAMENTO, INVENTATE ALGUNA EXCUSA PARA PASAR LA NOCHE FUERA. TE HARÉ UNA PERDIDA Y DEJARÉ LA PUERTA ABIERTA, CUANDO SALGAS DE TU CASA PROCURA NO HACER RUIDO CUANDO ENTRES, PARA QUE TU FAMILIA NO SOSPECHE.”

Sonreí al ver el mensaje. Estaba contento, en parte porque tendría, como diría mi amigo Juan, “folleteo” del bueno ese fin de semana, y la otra parte es que por fin me iba a beneficiar a esa putita de Daniela, que le tenía unas ganas que no os podríais hacer una idea. Así que, cuando llegué al piso, lo primero que hice fue preparar las cosas para pasar ese fin de semana. Mientras iba para allí, estuve pensando en la excusa y me acordé de que mi amigo Radan, el que convencí para que viniera a trabajar aquí, había tenido que irse a nuestro país a arreglar un problema urgente, así que lo tenía perfecto para que me sirviera de coartada. Teniendo lo principal, el resto sería pan comido.

Hasta la “hora D” todo fue con normalidad, y al mediodía les expliqué que Radan y otros amigos íbamos a ir a una discoteca situada lejos de aquí, pero que como la policía siempre paraban a los coches llenos de chicos jóvenes y teniendo en cuenta que teníamos el hándicap de ser extranjeros, teníamos todas las papeletas para que nos empapelaran, así que nos quedaríamos en casa de uno de los chicos para pasar el resto de la noche y no tener problemas. A mi familia les pareció la proposición de lo más sensata, aunque mi padre me recomendó que si surgía algún problema que le llamase sin dilación. Recuerdo decirle que “si” a todo, pero dentro de mi pensaba “No hace falta que te preocupes... si voy a estar follando en casa de la vecina, mirad lo lejos que voy a estar...” La verdad es que era algo surrealista.

Llegó el momento, y a las 21:30, tal y como prometió, me envió una perdida. Les dije que los chicos me estaban esperando y salí con una mochila con todo lo necesario para pasar la noche (una muda limpia, mi cepillo de dientes, condones a mansalva...), cerré la puerta y ahí estaba la puerta de Daniela abierta discretamente. Entré y cerré esta con sigilo para que desde al lado no sospecharan nada raro.

El apartamento estaba decorado de forma muy sencilla y práctica, pero al mismo tiempo tenía un aire elegante y moderno. Lo primero que me percaté es que no había ningún ruido que indicara la presencia de alguien, pero de pronto, de refilón pude ver una luz tenue en la habitación principal, y me dirigí a ella. Al abrir la puerta, me encontré con una elegante habitación iluminada únicamente con velas. Las había por en las esquinas del suelo, en las mesillas de noche, en los estantes, en el armario de arriba, en el alfeizar de la ventana... pero lo mejor era como, en medio de todo aquel marco y colocada igual que un trofeo, estaba Daniela, recostada de lado, con un antebrazo apoyado en el colchón y el otro brazo estirado en toda su longitud por su cintura, cadera y parte del muslo. Me miraba igual que una tigresa a punto de comerse a su presa, y llevaba puesta una ropa interior súper sexy, un sostén que apenas podía tapar sus pechos y un tanga que solo cubría lo imprescindible. Ver todo el conjunto hizo que se me pusiera dura en un instante.

-          Hola Miroslav.- Saludó con un tono grave y seductor.

Después de hacerlo se incorporó grácilmente y se levantó de la cama, para dirigirse hacia mí con paso contoneante y seguro, repiqueteado con los tacones de aguja que portaban sus zapatos. Se puso frente a mí, el cual no había podido mover ni un músculo, levantó una mano y, con la punta del dedo índice, empezó a acariciar mi torso, haciendo círculos y deslizándolo hacia mi hombro derecho, el cual portaba mi mochila. Introdujo los dedos a través del asa y la deslizó hacia fuera, a través de mi brazo, haciendo que mi mochila cayera en su mano por su propio peso.

-          Esto no lo necesitas.- Me dijo con una sonrisa de medio lado para después dejarla caer al suelo.

Luego acercó sus labios a los míos y los besó suavemente, mientras me miraba con los ojos abiertos. Separó su cara de la mía y me desabrochó la chaqueta, deslizando la cremallera lentamente mientras me miraba con intensidad, para decirme con esa voz tan sensual que tampoco necesitaba esa prenda. Luego deslizó sus manos por mi torso en dirección a mis hombros y empujó la chaqueta hacia atrás, haciendo que esta cayera al suelo, también por su propio peso. Llevaba puesta una camisa, así que se recreó en abrir uno a uno todos los botones de esta, para luego hacer lo mismo que con la chaqueta, aunque esa vez tuvo un poco de ayuda por mi parte. Como broche final, lo remarcó todo con un “Y esa camisa tampoco la necesitas...” mientras esta caía también al suelo, en el mismo lugar donde estaba la chaqueta.

Cuando acabó, pude sentir como volvía a acariciarme, recreándose en mi torso con las palmas de sus manos, como si lo estuviera inspeccionando con mucho interés, mordiéndose el labio inferior mientras hacía el proceso. Yo estaba absorto, sin casi mover un músculo, como hipnotizado por el ambiente y las sensaciones que me provocaba el contacto de sus manos sobre mi piel, con mi amiguito a punto de explotar y con un dolor de huevos impresionante, lo tenía tan duro que podía notar las palpitaciones. De pronto levantó la cabeza y me miró, y que queréis que os diga, aquello fue el escopetazo de salida. Le agarré la cara con mis manos y abalanzándome sobre ella la besé con lujuria, mi lengua entró dentro de su boca y la busqué, encontrándola y empezando una excitante danza.

Caímos en el colchón mientras nos besábamos y nos acariciábamos por todas partes, colocándome encima de ella, entre sus piernas. De su boca bajé a su barbilla, la mordisqueé y ella emitió un pequeño gemido, para después bajar a su cuello, sus omoplatos y su escote, lamiendo, besando y mordisqueando todo lo que encontraba. Cuando bajé a su pecho empecé a recrearme en el borde del sostén, haciendo que ella gimiera nuevamente e hiciera un amago que quitárselo, pero la contuve.

-          Pero... ¿Que...?

-          Ahora me toca a mí hacerte sufrir.- Sonreí con malicia. Antes de que pudiera hacer nada me levanté, agarré mi camisa y le levanté los brazos, atándole la camisa a sus muñecas. Por la cara que puso, no pareció desagradarle aquel gesto.

Seguí recreándome en el borde del sostén, hasta que bajé la copa de uno de ellos, sacando todo el seno, y me encontré con un pezón pequeño, rosado y durito como una piedra. Jugué con él con la lengua, lo chupé, lo mordisqueé, mientras escuchaba como Daniela jadeaba y gemía de placer. Luego destapé el otro, haciendo exactamente lo mismo mientras estuve masajeando el otro pecho con la mano, jugando con el otro pezón, pellizcándolo y haciéndolo rodar a través de mis dedos. Deslicé una mano por su espalda y logré desabrocharle el sostén, aunque reconozco que me costó un poco, para después sacarlo del todo a través de sus brazos levantados, para mirarla detenidamente.

Joder, era la tía más buena con la que me había acostado en mi vida. Su cara era la viva imagen de la excitación, sus ojos brillaban de deseo, se mordía el labio inferior de una forma muy sensual, y estando en aquella posición, debajo de mí, con las manos atadas, tan vulnerable, tan dependiente de mí, y al mismo tiempo con una mirada que me pedía con todas sus fuerzas que continuara. Bien, si quería que continuara, lo haría sin problemas.

Me incliné nuevamente y saboreé la hendidura de la parte inferior de sus pechos, muy pocos hombres saben lo suave y jugosa que es esa zona, para seguir mi recorrido por su vientre, hasta llegar a su sexo. Normalmente en otras circunstancias me lanzaría a por ello sin pensarlo, pero quería se sufriese, que esperase un poquito. Me coloqué frente a este, pero en vez de atacar, besé suavemente la cara interna de los muslos. Esta hizo un gesto de impaciencia, recolocándome su sexo para que fuera a por él, pero aquella no era mi intención, por el momento. Me incorporé mientras la miraba malicioso, la giré un poco de lado y le di un pequeño azote en el culo “por impaciente”, para después hacerle un gesto negativo con el dedo índice. Como respuesta, recibí una mirada igual de maliciosa acompañada de una sonrisa, señal de que le había gustado el gesto.

Seguí besándole la cara interna de los muslos, acercándome a su sexo, pero sin llegar a tocarlo del todo, haciendo que Daniela gimiera de frustración, hasta que decidí calmar un poco su agonía dándole un suave beso en su sexo con los labios. Esta emitió un fuerte gemido mientras se arqueaba, poniendo todo su cuerpo en tensión.

“Primer orgasmo conseguido...”

Tenía muy claro que volvería a bajar nuevamente para trabajármela a gusto, pero antes se me ocurrió una idea. Subí nuevamente, viendo la cara de relajación que tenía la muchacha.

-          Eres un hijo de puta...- Contestó aun jadeante.

-          Pues esto no es nada guapa.- Respondí a su comentario, mientras la volvía a besar.- Te voy a devolver una a una todas las putadas que me has hecho.

Mientras la besaba, volví a acariciarla, bajando nuevamente hacia su sexo, tocándoselo ligeramente con la yema de los dedos a través de la tela del tanga, calculando donde debía estar situado el clítoris. Ella dio un respingo al contacto, haciendo que gimiera en mi boca. Al cabo de un rato retiré la mano de su chochito para deslizarlo esta vez por debajo del tanga, haciendo que diera un nuevo respingo, esta vez más fuerte. Estaba mojadísima, suave, caliente... y dejé de besarla para mirarla a los ojos.

-          ¿Recuerdas la vez que me enviastes todos aquellos “Whassaps” mientras te masturbabas en tu habitación?

Asintió con la cabeza.

-          Pues ahora lo vamos a repetir, pero esta vez yo llevaré la batuta.

Ella abrió las piernas todo lo que pudo como respuesta, y me puse a trabajar su clítoris con la mano. Al principio empecé suave, muy suave, con caricias muy ligeras para no hacerle daño. Pero en seguida empezó a mover la cadera, señal de que estaba muy excitada, y aumenté el ritmo.

-          Diooossss… pero que bien lo haces… sigue, por favor, no pares…- Gemía ya completamente desaforada, mientras seguía moviendo la cadera para acrecentar el ritmo.

Aquello siguió aumentando de intensidad,  un “crescendo” cada vez más fuerte mientras no dejábamos de mirarnos a los ojos… hasta que al final Daniela tuvo un orgasmo de los buenos. Cuando se corrió emitió un grito, puso los ojos en blanco y ladeó toda su cabeza hacia atrás mientras hizo una mueca agónica, para después quedarse relajadísima, con los ojos cerrados y con una sonrisita medio boba que asomaba en su rostro. Abrió los ojos y me miró, con una mezcla de satisfacción y gratitud.

-          Sabes que esto no ha acabado…

-          Lo sé.- Respondió.- Ahora me toca a mí…

-          De eso ni hablar.- Volví a cuestionarla.- Ya tendrás toda la noche para vengarte, ahora me toca a mí.

-          De todos modos, te falta el trabajito con la lengua para demostrarme todo el repertorio.

-          De eso no te preocupes. Si ahora te portas bien, puede que te ganes el bonus.

Saqué los dedos de su coñito, los cuales estaban empapados de jugos vaginales. Me chupé el dedo corazón, muy lentamente mientras la miraba, lo cual hizo que ella se relamiera los labios con lujuria. La verdad es que sus jugos sabían genial, eran dulces como la miel. Le acerqué el dedo índice para que lo chupara y obedeció, tomándose su tiempo para lamerlo y chuparlo mientras me miraba, sin quitarme los ojos de encima. No os lo voy a negar, en esos momentos estaba tan cachondo que, más que follarmela, lo que me apetecía era violarla hasta que le saliera toda mi leche por todos los conductos que tuviera, pero sabía que no podía ceder así a mis instintos. Igualmente había llegado el momento, me puse de rodillas y me recoloqué entre sus piernas, teniendo su coñito ahí a mi disposición, abierto de par en par, esperando  que mi polla la llenara… excepto por el detalle que portaba un tanguita que, en esos momentos, me parecía un molesto muro a derribar. Lo agarré con una mano y lo arranqué, algo que fue muy fácil debido a la poca tela con el que estaba confeccionado. Su coñito era precioso, totalmente depilado exceptuando un pequeño montículo en el pubis, muy bien cuidado por cierto. Sonrosadito, brillante debido a los jugos que había soltado con mis trabajitos, con unos labios inferiores pequeños que me estaban invitando a que mi lengua entrara en ellos y los sorbiera, para ver un clítoris pequeño, pero aun así hinchado por la excitación de su dueña.

No os voy a negar que tenía unas tremendas ganas de meter ahí la boca y hacerle un buen trabajito, pero mi amigo ya no aguantaba más, estaba a punto de reventar el pantalón  y el calzoncillo todo junto si no le daba alivio, así que me volví a levantar y terminé de sacarme toda la ropa, quedándome desnudo frente a ella, la cual al ver mi polla se relamió como una fiera cuando ve una presa apetitosa.

-          Que ganas tengo de hincarle el diente…- Dijo socarrona.

-          Tranquila, que te vas a hartar de polla. – Respondí mientras me recolocaba nuevamente de rodillas entre sus piernas.

Pero contra todo pronóstico, cuando fui a metérsela dentro, noté que algo hacía presión, como fuerza para que no entrara. Aquello me extrañó, la saqué y observé por si la había metido mal, ya que no quería hacerle daño.

-          ¿Pasa algo?- Preguntó Daniela extrañada.

Y cuando lo vi me quedé blanco como la nieve. Simplemente no podía creerlo, aquello tenía que ser una broma pesada.

-          No… esto no puede ser…

Daniela, al darse cuenta que lo había descubierto, se puso lívida como un fantasma.

-          Miroslav… puedo explicártelo…

Pero yo ya no podía escuchar nada. Simplemente estaba tan sorprendido que aun no daba crédito a lo que había visto.  Me levanté de la cama y me puse las manos en la nuca, intentando pensar.

-          Miroslav… escúchame, por favor…

Entonces reaccioné.

-          Jamás me pensé que tú... que tú… Joder…

-          Por favor, no pienses que te he engañado, tengo mis razones, si quieres escucharlas…- Dijo mientras se quitaba mi camisa de sus muñecas y se la ponía para tapar su desnudez.

-          Joder…Daniela… no sé si podré hacerlo…

-          Podrás.

Y entonces exploté.

-          ¡AL MENOS ME PODRÍAS HABER DICHO QUE ERAS VIRGEN!