Miroslav -3-

Miroslav no quiere caer en la tentación bajo ningun concepto, pero un encuentro en la sauna le hará cambiar de opinión. Dejen review y gracias por leer mi relato.

Durante un par de semanas decidí no asomarme ni loco por la finca, consideré que quien evitaba la tentación evitaba el peligro, así que puse una excusa creíble a mi familia y me quedé en la capital. Llamé a mi novia, como siempre encantadora, me consoló aun sin saber el motivo de mi desanimo, me dio ánimos, diciendo que me quería, que aunque físicamente no estaba a mi lado lo estaba en espíritu, que pronto nos veríamos y seríamos muy felices. ..La verdad, esperaba que esa llamada me haría sentir mejor, pero cuando colgué me sentí una mierda. Me di cuenta de la joya de chica que tenía y lo cerdo que era yo, no me merecía una chica tan estupenda como ella.

Me acosté en la cama para ver si echaba una siesta, pero al cabo de un rato vi que no era capaz. Había un pensamiento que rondaba por mi cabeza una y otra vez, y al final sucumbí, maldiciendo en mi idioma natal lo débil y gilipollas que era.

Cogí el móvil y me fui al Wasshap, al ver la conversación entre Daniela yo dudé un segundo, pero mi vena morbosa pudo nuevamente y lo abrí, releyendo toda la conversación, Volví a imaginarme la situación, la visualicé masturbándose tal y como había descrito, solo que esta vez me miraba a los ojos, lujuriosa, como invitándome a participar en su placer...

Apagué abruptamente el móvil y preparé la mochila para irme al gimnasio. Necesitaba descargar energía, adrenalina o lo que fuera... o al menos calmar a la bestia que llevaba dentro, porque si le hiciera caso hubiera cogido el coche, me hubiera ido a la finca y tal y como la pillara me la hubiera follado sin pensármelo dos veces. La hubiera follado  hasta reventar, hasta que se me cayera la polla a cachos o que ella me suplicara que parase, porque no podía más...

Dejé de pensar en posibles violaciones para centrarme en terminar la mochila, la agarré del asa y salí de la habitación para descargar toda la tensión acumulada.


A la semana siguiente ya no pude aplicar ninguna excusa creíble, porque mis padres me pidieron que viniera. Mi abuela estaba con ellos y tenía unas ganas de verme tremendas, me echaba de menos. La verdad es que también la echaba mucho de menos y tenía ganas de verla, así que me arriesgué y decidí ir.

Tengo que decir que mi abuela no es como las señoras de este país, donde realmente las abuelas son ABUELAS de verdad, es decir, mujeres muy mayores. En mi país las chicas se casan muy jóvenes y tienen hijos en seguida, por lo que mi abuela era una mujer relativamente joven, ya que aun no había llegado a los sesenta. Ella tuvo a mi padre muy jovencita, y mi padre me tuvo a mí con dieciocho. Le encantan los niños y me cuidó como si fuera su otro hijo, así que imaginaos, casi se podría decir que era mi segunda madre. De hecho, cuando llegué al apartamento, lo primero que hizo fue colmarme a besos y abrazos, para después prepararme mi plato favorito, un plato muy típico de mi país, argumentandome que estaba muy delgado y que a saber que porquerías comería el resto de la semana. De acuerdo, será una abuela joven y vital, pero no hay duda de que se comporta como una abuela.

Al día siguiente, como era de esperar, me encontré a quien  quería evitar a toda costa, aunque se mostró muy comedida, principalmente porque iba con su padre.

  • Vaya Miroslav, cuanto tiempo sin verte. - Saludó su padre ofreciéndome la mano para darme un apretón.

  • Buenos días, señor Rodríguez *- Respondí a su saludo correctamente mientras levantaba mi mano para chocarla contra la palma del señor Rodriguez.

  • Me ha dicho tu padre que estás en la universidad estudiando Ingeniería Aeroespacial. ¿Que tal te está yendo?

  • La verdad es que muy bien, señor.- Contesté intentando no contactar visualmente con su hija para evitar ponerme nervioso.- No me puedo quejar, lo estoy aprobando todo con buenas notas y seguramente conservaré la beca.

  • Eso está muy bien. Hay que esforzarse, en esta vida nadie te regala nada.- Aprobó el padre de Daniela.

La verdad es que estaba bastante cohibido, no solo por Daniela, sino también por el padre. El señor Rodríguez siempre me intimidó  cuando era pequeño y a día de hoy lo sigue haciendo. Es un hombre de unos cincuenta y tantos alto, no tanto como yo, pero evidentemente es alto, debe estar por el metro ochenta y cinco más o menos.  Pelo cano, gafas, sin barba y bigote y una complexión atlética aun para su edad que demostraba que practicaba mucho deporte. De hecho, entre los vecinos de la finca tenía fama de ser el mejor jugador de Paddel de toda la zona. Mi padre comentó un día que el señor Rodríguez era una especie de “tenista frustrado”, y que si hubiera tenido una oportunidad en sus tiempos hubiera sido incluso mejor que Roger Federer. Pero lo que intimidaba de verdad era ese porte de alguien que tiene autoridad y lo sabe. Tenía una mirada intensa que, junto con un tono de voz potente y grave lo hacía intimidante de por sí, y algo  que, sin percibirse a simple vista,  denotaba una gran seguridad en sí mismo. Es un poco difícil de explicar, pero daba la sensación de ser como un “macho alfa”, como si el resto de los hombres empequeñecieran solamente con su presencia.

  • Bueno Miroslav, me alegro de verte.- Se despidió el señor Rodríguez, pero cuando este se adelantó y nos perdió momentáneamente de su campo visual, Daniela me  obsequió momentáneamente  con esa mirada de leona que decía claramente “en cuanto te pille desprevenido te vas a enterar...” lo cual hizo que me pusiera aun más nervioso.

Más tarde estuve pensando, pensando mucho, dándole vueltas a todo este tema. Estaba claro que esa niñata también me intimidaba, era más que consciente de que era alguien que sabía que dominaba la situación y que podía hacer conmigo lo que quería, no había duda de que eso lo había heredado de su padre. Me manejaba igual que un maldito pelele, y en ese momento me enfurecí, maldiciéndola en mi idioma natal mil veces.... pero luego me maldecí a mí mismo por seguirle el juego. Entonces se me ocurrió la solución.

“Claro, esto hay que acabarlo de una vez.  La pillaré por banda y le pegaré un polvo de los que hacen historia, la dejaré bien satisfecha. Así se le quitará el capricho, me dejará en paz y yo volveré a ser el mismo de siempre”.

Aunque había tomado esa decisión principalmente porque no podía seguir así, en el fondo quería hacerlo porque me moría de ganas de follármela.  Ya me estaba cansando de ese jueguecito del gato y el ratón, cansando de ser el pelele, de ser el pasivo.

“¿Que esa niñata quiere polla eslava? Pues la tendrá, y doble ración si aun se sostiene de pié después del primer asalto.”

Sentí que mi autoestima volvía a subir por las nubes. No me considero un chulo putas ni mucho menos, aunque normalmente me gustaba llevar la voz cantante  en el terreno sexual , pero esta tía, como decís en vuestro país, me estaba “toreando” y no podía permitirlo por más tiempo. Con la única que no me apetecía ser un gallito era con mi dulce Nadia, ella estaba a parte de todo esto.

“Ya está bien. Esta se va a enterar de lo que vale un peine.”

La verdad es que mi idea era llevármela en coche a cualquier parte tanto si quería como si no,  donde no nos molestaran y pegarle un repaso, con eso yo creía que tendría suficiente.  Así que salí bien resuelto del apartamento de mis padres  y toqué el timbre de su puerta. Pero para mi sorpresa, la madre de Daniela me dijo que no estaba en casa, sino que estaba haciendo natación en la piscina climatizada. Me despedí y me dirigí con paso firme a “secuestrarla”. Cuando llegué, observé a lo lejos como hacía sus largos. La verdad es que nadaba de lujo, se notaba que había tomado clases de natación. Estuvo un buen rato así y luego salió de la piscina, quitándose las gafas y el gorro con una mano mientras subía las escaleras

“JOOOO-DEEER”

Llevaba puesto un biquini de competición de esos cortitos, de los que solo tapaban medio culo y algo las tetas, y con menos ropa aun estaba más buena de lo que me imaginaba. Las piernas se le veían interminables, super bien torneadas, de alguien que hacía ejercicio a menudo. Las tetas eran más grandes de lo que me imaginaba, tenía el vientre planito como una tabla y el culo...uf, el culo, para pegarle bocados. La verdad es que los culos son mi debilidad, me encanta darle cachetes cuando follo al estilo perrito y ver como tiemblan las nalgas igual que un flan, y ese culete tenía toda la pinta de hacer eso.

Sin dejar de observarla, pero semi escondido para que no me viera, observé como se metía en el jacuzzi durante un rato, salió de ahí y se dirigió a las duchas comunitarias de mujeres. Se me ocurrió una idea perversa y sonreí de medio lado.

“Muy bien guapa... ojo por ojo y diente por diente, solo que yo no me voy a dedicar solamente a observarte.”

Esperé un rato por precaución y en seguida salieron un grupo de mujeres con niños pequeños, lo que me hizo entender que, o estarían muy pocas mujeres, o mi presa estaría sola. Me arriesgué y entré sigilosamente, percatándome que no había nadie. Aun así no escuchaba ningún ruido de la ducha, y comprobé que en los WC no hubiera nadie. A simple vista el vestuario estaba vacío. Eso me extrañó, y pensé que a lo mejor estaba equivocado y se había ido por la salida del aparcamiento a su casa, pero mi campo de visión pasó fugazmente por la puerta de la sauna y vi una figura acostada en el banco de madera. Me acerqué sigilosamente y comprobé que era ella, no había duda.

Me cago en la puta, pero que buena que estaba. Debido al sudor, su piel tenía un tono brillante que la hacía de lo más apetecible. Me venía perfecto, así podría acorralarla y no tendría ninguna escapatoria. Noté que mi amiguito también le gustaba lo que veía, perfecto, así ya estaría preparado para clavársela antes de que tuviera tiempo a reaccionar.

“Bien, vete preparando, porque ahora sabrás quien soy yo en realidad...”

Tenía media cara tapada con una toalla, por lo que a simple vista no iba a verme. Me desnudé por completo, dejando la ropa en un rincón para que nadie la viera en caso de que entrara alguien, pero lo más cerca posible de la puerta de la sauna para tenerla a mano, abrí la puerta sigilosamente, entré y la observé. Con el máximo tino posible me acerqué y me incliné hacia ella,  apoyando  las dos palmas de las manos en el banco a cada uno de sus costados, de forma que estaba frente a ella. De pronto debió notar algo, porque se quitó la toalla lentamente, con curiosidad. Esperaba una reacción normal, un brinco junto con un “que susto me has dado”, pero en vez de eso me observó y sonrió.

  • Hola Miroslav, que sorpresa... ¿Has venido a hacerme una visita?

  • No exactamente, solo vengo a saldar una deuda. Adivina cual...

Eso hizo que Daniela sonriera aun más y su mirada se intensificó.-

  • Uhhh... que miedo tengo...- Contestó con sarcasmo para después levantar su torso apoyando sus codos, de forma que nos miramos frente a frente.- No me importaría saldarla aquí, pero veras, me gusta hacer las cosas bien hechas y a su debido tiempo. Por lo tanto, tu “amiguito” tendrá que esperar aun un poco más...

  • Creo que no me has entendido .- Interrumpí para después agarrarla de las axilas, levantarla y empotrarla contra la pared de la sauna, para después pegar mi cuerpo al de ella,  encajando mis piernas entre las suyas y así inmovilizarla. A cualquier chica eso le habría pillado desprevenida y lógicamente se habría asustado, pero esa zorrita lo único que hizo fue dejarse hacer mientras se reía.

  • ¿Se puede saber de qué te ríes, putita?- Pregunté con un tono bajo pero enfadado, aumentando con eso las ganas que tenía de pegarle una follada de esas brutales hasta que se le saltaran las lágrimas.

  • ¿Te crees que te tengo miedo Imbecil?- Respondió con una pregunta a modo de reto.- Venga, violame, hazme tuya, me encantaría que lo hicieras. De hecho me he hecho unas cuantas pajas a tu salud con esa fantasía. Vamos... ¿A qué esperas? Estoy notando tu polla perfectamente tiesa y tengo el coño chorreando, lo cual no es por el sudor de la sauna precisamente. Solo empuja y ya habrás acabado. Eso es lo que querías… ¿Verdad?

Más ganas que tenía de follármela no creo que las tuviera nadie, pero al mirarla me di cuenta de que si lo hacía estaría volviendo otra vez a ser su pelele. Eso era lo que quería, que yo perdiera el control para así dominarme. Desde luego, no pensaba consentirlo, así que la solté.

-  Ya sabía que no lo harías... porque no tienes cojones Miroslav….-Volvió a retarme, algo que hizo que saltara como un resorte.

  • Mira guapa, no me provoques…- Volví a sisear, aun más enfadado después de agarrarla por un hombro y volverla a empotrarla contra la pared de la sauna, poniendo mi rostro muy cerca del de ella a modo de intimidación.

-Ssssshhhh.- Me puso el dedo índice levantado en la comisura de los labios, a modo de silencio.- No es eso lo que quiero de ti Miroslav, así que si te calmas un poco, te explicaré que es lo que quiero, y me darás la razón.

  • No sé por qué, pero tengo la sensación de que no me va a gustar lo que me vas a proponer.- Pensé en alto, con un tono de voz entre resignado y desconfiado, mientras le solté el hombro y me separé de ella, manteniendo una distancia prudencial.

  • Te gustará, ya lo verás…- Se acercó seductoramente y, empujándome ligeramente con una mano en mi torso, hizo que me sentara en el banco de madera donde antes estaba ella acostada, poniéndose inmediatamente a horcajadas encima de mí, se inclinó y me besó. Noté como su lengua entraba en mi boca y respondí con entusiasmo, haciendo entre los dos una danza bucal de lo más apasionada. Mis manos recorrieron su espalda, sus nalgas, sus muslos… para detenerse en su pubis. Localicé su clítoris a través de la tela y lo empecé a estimular a través de la tela del biquini, lo que hizo que Daniela gimiera en mi boca. Podía notar como su excitación iba aumentando, así que me decidí e hice el amago de retirar la tela del biquini para tener mejor contacto con su piel y, de paso, hacerle unos deditos en condiciones, pero en cuanto notó el movimiento, Daniela me agarró la mano fuertemente y  me la retiró igual que si me la sacara de algún peligro inminente.

  • No me digas que no te estaba gustando, porque no me lo creo. – Comenté levemente sorprendido mientras me retiraba de sus labios.

  • Ah…no hay nada que me gustara más, pero no es el momento.- Respondió con un susurro muy sensual en mi oreja, para empezar a darle mordisquitos en el  lobulo. De pronto sentí que la muy zorra estaba frotando su coño contra mi polla, haciendo que esta, ya de por sí bastante empalmada, se pusiera como un mástil.

  • Aun no me has dicho lo que me tenías que proponer.- Jadeé producto de lo que me estaba haciendo.

  • Lo que te propongo es…- Respondió mientras se dirigió a mi cuello y empezó a lamerlo y a darle besitos, los cuales aun me excitaban más.- Que tengas un poco de paciencia. En vez de echar un polvo rapidito, podemos tirarnos toda una noche follando como leones y a hacer conmigo lo que quieras, pero tendrá que ser la semana que viene, esta me resulta imposible.

  • ¿Y si no quiero?- Volví a jadear, notando que mi excitación estaba subiendo más rápido de lo que yo hubiera querido.

Daniela paró en seco, aunque su tono de voz no denotaba enfado o sorpresa

  • ¿Quieres hacerlo ahora?, por mí bien, pero entonces olvídate de mí excepto para decirnos “hola” y “adiós” cuando nos veamos en el rellano. De la otra forma, follaríamos TODA noche,  y te podría garantizar muchas noches como esa…- Me lo decía mientras seguía dándome besos en el cuello y me mordía  nuevamente el lóbulo de la oreja.

Estaba demasiado cachondo para pensar con claridad, así que acudí a mi truco de las ecuaciones para pensar con un mínimo de coherencia, aunque aún seguía super excitado. No lo dudé ni un segundo.

  • De acuerdo, esperaré.

Daniela levantó la cabeza y me miró fijamente, su mirada se intensificó aun más mientras sonreía complacida.

  • No te vas a arrepentir, de eso estoy segura.

Volvió a besarme con la pasión de antes, solo que seguía moviéndose adelante y hacia atrás, masturbándome con su coño a través de la tela del biquini. Dejó de besarme,  se incorporó y, cogiendo mis manos, las introdujo  en la pieza de arriba del biquini, por la parte de abajo, para que le magrease las tetas con total impunidad. En cuanto hice eso, vi como cerró los ojos, inclinaba la cabeza ligeramente hacia atrás y se mordía el labio inferior, todo esto sin dejar de moverse y jadeando sin parar.  Pude tocar dos tetas firmes y duras, aunque también esponjosas. Sus pezones eran pequeños pero duritos, los cuales hicieron acto de aparición en cuanto empecé a pellizcarlos suavemente con los dedos y jugar con ellos. Era evidente que estaba como una moto, y yo tampoco le iba a la zaga.

  • Joder Daniela, pues para querer esperar hasta la semana que viene, no se te ve muy convencida.

Daniela  me  miró y sonrió con lujuria, soltó una de mis manos y la apoyó en mi hombro para tener un agarre, inclinando su torso hacia atrás para intensificar el movimiento con la cadera.  Al hacer eso, emití un buen gemido mientras cerré los ojos con fuerza e incliné la cabeza hacia atrás, no se como demonios lo hacía, pero era como si la tuviera prácticamente dentro de ella. En esos momentos casi me corro, pero aun no quería hacerlo y recurrí nuevamente a mi truco.

  • Me cago en dios… ¿Pero que pretendes con esto?- Jadee intentando controlarme.

  • ¿Esto? Es un aperitivo para que veas lo que te espera la semana que viene.- Respondió con la respiración entrecortada, se veía claro que también estaba a punto.

De pronto se levantó, dejó de estar a horcajadas sobre mí y se arrodilló, poniendo su cara justo enfrente de mi polla. La agarró con la mano y empezó a acariciar el glande muy suavemente con un dedo.

  • Hola amiguito.- Dijo igual que si viera a un amigo, pero con un tono muy sensual.- Ya tenía ganas de conocerte…

Se inclinó y empezó a sorberme el capullo, trabajándolo también con la lengua, notando como acariciaba el agujerito con la punta. Lamió el tronco con toda la lengua junto con varios mordisquitos y bajó a los huevos, chupándolos y sorbiéndolos con deleite haciendo ventosa con su boca, para después volver lamiendo el tronco y trabajar el capullo. Luego se la tragó entera, haciendo el mismo efecto que con los huevos, el cual podía sentir su campanilla en mi capullo cada vez que hacía movimiento. Se la sacaba, la agarraba con una mano y le daba golpecitos contra su lengua en el glande, se la volvía a meter y chupaba con frenesí mientras que con la misma mano que la sujetaba me masajeaba los huevos, y todo eso sin dejar de mirarme a los ojos la muy guarra…

Por la posición en la que estaba, pude ver que la otra mano la tenía puesta entre sus piernas, señal de que se estaba masturbando. De pronto vi como gemía fuerte aun con mi polla dentro de su boca, cerraba los ojos y dejaba de chupar, lo cual intuí que se estaba corriendo en ese momento. Eso no, no lo podía permitir, y era el momento de demostrar quien era el macho aquí.  Me incliné y la agarré de sus rizos para que inclinara su cabeza hacia atrás y me mirara nuevamente a los ojos.

  • Venga zorrita, continua…

La mirada con la que me obsequió no dejaba lugar a dudas, y empezó a comérmela nuevamente, pero esta vez con un ritmo aun más rápido. Le agarré la cabeza con las manos para intensificar el movimiento, lo cual hizo que ella parara y fuera yo el que me estaba follando su boca.  Me pegué una corrida bestial, con deciros que normalmente casi no hago ruido cuando me corro y esa vez rugí de gusto.

Cuando me recuperé un poco pude comprobar que mi semen no estaba. Lógico, Daniela se lo había tragado todo sin dejar ni una gota, de hecho aun estaba haciéndome una limpieza por si quedaba algo.

  • Mmmm…. Tu esperma tiene muy bien sabor.- Dijo mientras se chupaba los dedos con gusto, creo que no hace falta describir nada más.- Yo de ti me iría pronto, no vaya a ser que te pillen y tengamos algún problema.

Esto lo dijo mientras se levantaba y se recomponía el biquini.

  • ¿Entonces como quedamos?- Pregunté cuando ya estuve un poco más recompuesto.

  • Tranquilo, te enviaré un mensaje a lo largo de la semana… y por favor, no me falles.- Respondió mientras se iba de la sauna.

Recogí mi ropa, me puse los calzoncillos y salí de ahí, esperando que nadie me viera. Pude colarme en el baño de los hombres y ahí me pegué una ducha de agua fría que me sentó genial. Entre el calor que hacía en la sauna y lo que habíamos hecho necesitaba bajar la temperatura como fuera y quitarme el sudor para que nadie sospechara. Pero cuando me miré al espejo, me percaté de que toda mi piel estaba roja como un tomate. Me vestí y salí a dar una vuelta, que me diera el aire fresco mientras mi tono de piel volvía a la normalidad, deseando que pasara esta semana volando para tener a Daniela enteramente a mi disposición. Si esto que habíamos hecho era solo un anticipo, no me quería ni imaginar lo que sería tener a semejante hembra entre sus piernas.

Dejé de pensar en esas cosas si quería recuperar mi color natural de piel lo antes posible, pero desde luego intuía que nuestro primer polvo sería alucinante. Y alucinante fue, aunque tuve allí una sorpresa que me dejó completamente descolocado, pero eso lo explicaré en otra entrega.