Mirones en mi bar

La nueva camarera ha causado sensación entre los clientes.

He recibido felicitaciones por parte de la mayoría de los clientes de mi bar. Antes tenía una ayudante de unos cincuenta años, desagradable y malcarada. La he sustituido por una chica joven de veintitrés años agradable y bien predispuesta a aprender y tratar a los clientes.

El bar es pequeño y humilde, por las mañanas vienen a hacer el bocadillo los mecánicos de la zona, y si hay albañiles también vienen a hacer el bocadillo y un carajillo. Luego, durante el ida van menudeando jubilados que vienen a pasar el rato y hombres ociosos del barrio que prefieren estar con los amigos a estar en casa.

Tengo bastante trabajo, sobre todo en la cocina, necesito que alguien atienda la barra y que me eche una mano con la limpieza.

Marian es una chica desenvuelta, alta y maciza (atributos necesarios para poder trabajar con el tipo de clientes que frecuentan mi negocio). Además, tiene unas tetas que quitan el aliento. Grandes, muy grandes... estimulan las papilas salivares nada más verlas y también algo mas debajo del pantalón.

Estoy encantado, pues la vida no me ha proporcionado la suerte de tener tan cerca una mujer con semejantes atributos (mi subconsciente me lo señala como una de mis debilidades).

También los clientes están eufóricos, gusta por igual a los pensionistas que echan su partida, como a los albañiles de la obra cercana y a los habituales de los dos talleres que vienen cada mañana.

Algunas veces, cuando en gesto amigable, me pone la mano en la espalda mientras observa como preparo los bocadillos, o remuevo las cacerolas preparando las tapas, me clava sin darse cuenta su pecho en el costado, aplastándolo parcialmente sobre mis costillas.

Siento la reacción inmediata de mi cuerpo, disimulo como si no pasase nada y finjo que yo también encuentro natural este contacto. Esto hace que el roce se prolongue y que pueda frotar su pecho con mi cuerpo. Me sigue a los estudiados movimientos que necesito hacer mientras hago mi tarea.

Yo con todo el disimulo del mundo le sobo su espléndida teta, con lo que me excito y me pongo como un toro.

Durante las largas horas de trabajo en un espacio tan reducido, los contactos ocasionales son bastante frecuentes, y aunque trato de no aprovecharme de la circunstancia de ser el dueño, tanto ella como yo tropezamos bastante, sobre todo ahora que todavía no estamos coordinados del todo.

Marian sobre todo restriega sus abultados pechos sobre mi espalda, y yo rozo su culo con cualquier parte de mi cuerpo, especialmente con las manos.

Desde hace unos días el consumo de batidos de chocolate se ha incrementado notablemente y no me explicaba porque, ya que nunca ha sido una bebida preferida por los clientes.

La explicación la encuentro cuando uno de los mecánicos más veteranos se acerca a la barra y le pide uno a Marian. Ella abre la cámara que hay junto al mostrador, desliza hacia un lado la portezuela y se inclina hacia delante para alcanzar la botella que hay al fondo.

Su escote deja ver generosamente el maravilloso canal que se dibuja entre sus tetas. En esta posición, las tetas colgando aun parecen más grandes y apetitosas. Como apenas llega hasta donde están los batidos, Mariam se debe pegar bien a la nevera y sus tetas se aplastan contra el frio metal.

El tío que ha pedido el batido se está relamiendo ante tal visión, y los compañeros hacen bromas mientras observan la escena desde la mesa.

Parece que ya no deben quedan más botellas, pues Marian busca y rebusca, removiendo el contenido de la cámara, alargando el placer del “sediento” cliente. Finalmente encuentra una, la abre y se la da al tipo. Este no puede quitar su mirada de tan apetitoso escaparate.

Mi ayudante, Inocentemente me dice que deberíamos cambiar la distribución dentro de la cámara, para poder poner muchos mas batidos pues se consumen bastante. Le digo que rellene la cámara pero que los deje en el fondo, pues es donde el refrigerador enfría más, y a los clientes les gusta muy frescos.

Poco antes de finalizar la jornada, allá sobre las diez de la noche, se presenta cada dia su novio que viene a recogerla. Mientras nosotros terminamos de arreglarlo todo, se toma uno o dos cubatas a los que invita la casa.

Llamo a la puerta del pequeño almacén donde Marian se cambia de ropa al terminar la jornada.

No me contesta y yo insisto.

-        “Siiiii?.. ¿que quieres?”, se oye a través de la puerta.

Con mucha intención, abro la puerta tratando de sorprenderla y robarle una miradita sobre su cuerpo. Ella pone cara de disgusto, al tiempo que esconde detrás de sus brazos recogidos en cruz sus deseadas tetas.

-        “¿no puedes esperar?... bueno, ¿venga que quieres?”, me dice resignada. Aprovecho para darle un buen repaso con la mirada.

Tiene los pantalones subidos pero sin abotonar con lo que queda un bonito triangulo de vientre a la vista. El resto del cuerpo desnudo con el sujetador a medio poner.

-        “Perdona, te traigo tu parte de las propinas… que por cierto han aumentado mucho”, le digo alargando la mano con varios billetes.

Marian hace por cogerlos y se le cae una copa del sujetador hacia delante dejando ante mi vista su generosa teta. Ella mira de reojo hacia abajo para asegurarse de lo que yo puedo ver, y luego levanta la mirada hasta clavarla en mi ojos.

-        “Veo que te gusta lo que ves…¿no?”. Acto seguido me indica que cierre la puerta y me dice en voz baja, “cierra la puerta, no vaya a ser que venga alguien y piense lo que no es”, supongo que pensando en su novio que es el único que podría venir.

A continuación se quita totalmente el sujetador, de copas bastante rígidas, se masajea levemente las tetas para tonificarlas. Alternativamente se las levanta para pasar la mano por la parte inferior, se pellizca un par de veces los pezones rodeados por una amplia aureola y se pone un nuevo sujetador más sexy y liviano.

Con este otro, las tetas parecen cobrar vida y se mueven alegres de un lado a otro.

Se termina de vestir poniéndose una camiseta que se ciñe a su cuerpo como una segunda piel. Ella conocedora de la reacción que me provoca se muestra satisfecha y complaciente (yo soy el dueño).

Por mi parte, quiero respetarla como mujer y como trabajadora, pero no puedo evitar sentir el latigazo de mi erección debajo del pantalón.

Creo que los dos nos vamos a compenetrar bien en el trabajo, y que no es necesario que su novio sepa nada de momento. Ellos dos se van contentos a disfrutar de su juventud, y yo me voy a casa seguro que hoy tendré un ardoroso encuentro con mi mujer.

El día siguiente la veo llegar con unos jeans muy ajustados, con un cinturón muy ancho y una camiseta sin mangas muy ceñida. Sus hermosas tetas anuncian su llegada desde lejos. Una bocanada de calor me sube hasta la garganta y debo tragar saliva.

Después de ponerse una especie de bata se dedica a hacer las tareas de la primera hora.

Durante un ratito una ola de pudor nos impide mostrarnos con naturalidad. Ella sabe la tremenda impresión que me causo verle las tetas y yo sé que ella no se sintió incomoda en ningún momento y que posiblemente esto solo sea el principio de una tórrida aventura.

Poco a poco nos vamos perdonando mutuamente el desliz y pronto nos tropezamos y hablamos con la naturalidad de dos que comparten un reducido espacio para trabajar.

Durante el ida debo oir los comentarios subidos de tono e incluso soeces de mis clientes sobre la nueva camarera. Me siento un poco dolido y celoso, pero no puedo exteriorizarlo. Es más, debo seguirles la corriente a pesar mío.

-        “Vaya par de tetas tiene la nena!... me dan ganas de chuparlas hasta que le baje dos tallas...” dice uno.

-        “Si mi Pepi las tuviese así, le pediría que me hiciera una paja de tetas cada día”, dice otro.

-        Ayer me hice una paja pensando en el canalito que le vi al servirme el batido – dice el mas joven.

Así he pasado toda la mañana y evidentemente no he podido contradecir a mis clientes. A la hora del café, un vejete que apenas habla nunca se ha atrevido a decirme:

-        “con una chiquita como esa hasta a mí se me levanta”, mientras hace un gesto muy claro.

Como los días anteriores, al final de la jornada ha venido el novio de Marian. Mientras su novia y yo terminamos de recoger con la persiana ya bajada, le sirvo un cubata y le pongo en el aparato de video una película porno para que se vaya calentando.

El argumento no podría ser otro que un marido que comparte su mujer con su socio. Entre los dos se follan a la mujer dándole por todos los agujeros de su cuerpo. Es mi forma de calentarlo y proponerle que cuando esté dispuesto podemos compartir su novia para darle gusto para un mes seguido.

En principio, no parece llamarle mucho la atención, pero como su novia y yo nos retrasamos, se coloca delante de la televisión y se toma un segundo cubata.

Cuando me acerco para disculparme por el retraso, lo encuentro bien caliente y le falta tiempo para preguntarme como va su novia en el trabajo, si se adapta bien y si sacara buenas propinas (es evidente que ella le ha ocultado el incidente de ayer con la dichosa propina).

Hago alabanza de su trabajo en el bar, y lo bien que nos estamos entendiendo para atender a los clientes. Le pongo en la balanza del debe, el que no sepa cocinar nada y... que me tiene alborotada la parroquia.

El novio pone cara de no entender nada y quiere que le explique mejor lo que pasa.

-        “Tu novia esta tan buena, y tiene esas tetas tan apetitosas que todos los tios que vienen por aquí están salidos... se la comen con los ojos... cualquier día puede haber algún chalado que se pase.... pero tu no te preocupes que yo cuidare de ella... estate tranquilo” le confieso.

-        “No me jodas.... ya empezamos... en la tienda que trabajaba antes la echaron porque el dueño se encoño de ella, y la mujer le hizo la vida imposible hasta que se fue”, me dice.

-        “No te preocupes, aquí no le pasara nada... y más si tu entiendes que haya tíos que se calienten nada mas verla”, le  digo en tono de confidencia.

-        “A mi en el fondo me agrada que la miren... y me pone cachondo cuando oigo comentarios y piropos sobre ella ... ya que me pone ver a los tios comiéndosela con los ojos”

Yo le prevengo sobre esta actitud, ya que puede resultar muy peligrosa con estos brutos de clientes que tengo en el bar.

-        “Voy a ver si ya está lista, la he dejado cambiándose”, le digo mientras me voy derecho hacia el almacén y el apura de un tirón el segundo cubata.

-        “Pensaba que hoy no había habido propinas para repartir”, me dice Marian, al tiempo que se quita la camiseta de un tirón para que le pueda ver las tetas. Mientras me acerco hacia ella se las toca de manera muy sensual y provocativa.

-        “Tu novio te espera, apresúrate...las propinas de hoy te las he guardado para dártelas mañana”.

No me extraña que su anterior jefe tuviese problemas con la nena. Hace levantar el animo y lo otro de manera extraordinaria.

El día siguiente no me puedo contener y le regalo unos cuantos toques en el culo y me pongo de forma que ella deba restregar sus tetas por mi espalda cuando quiere ir de un lado a otro de la barra. Ella responde a las mil maravillas y creo que le gusta el juego tanto como a mi.

A media tarde cuando la cosa esta muy tranquila, y solo hay un par de mesas de vejetes jugándose la partida, Marian se apoya sobre la barra dejando su culo en la mejor posición para ser abordado por detrás.

Como nadie se fija en nosotros, yo finjo que me acerco a la pica para lavar unos vasos, y en realidad lo que hago es ponerme a su lado para poder alcanzar con mi mano sus rotundas nalgas. Ella gira la cabeza, me mira y luego se hace la distraída dándome a entender que su culito está disponible para mis caricias.

Mis dedos buscan su entrepierna y se cuelan por debajo de las braguitas hasta encontrar los húmedos labios de su vulva. La acaricio lo mejor que se y ella culea llena de gusto.

Un par de clientes nuevos nos interrumpen y luego resulta imposible continuar. Nos contentamos pensando que tendremos muchas más oportunidades.

Su novio hoy ha venido bastante antes de lo acostumbrado, me ha pedido su cubata de whisky y se ha sentado en una de las mesas con clientes más brutos.

Al rato me llama la atención lo muy exagerado de los murmullos y silbidos. Con sigilo me acerco a ellos y veo a Niko enseñándoles unas fotos. El muy cabrón me está revolucionando el gallinero enseñando fotos de Marian en la playa, en poses muy atrevidas e incluso circula una con las tetas al aire.

Todos se felicitan de lo buena que esta y el polvo tan maravilloso que le echarían.

Parece ser que Niko les promete otras fotos más picantes a cambio de dinero. Evidentemente todos están de acuerdo en darle lo que pida por ver las tetas de Marian al descubierto.

No me atrevo a intervenir pues no es bueno cortar el rollo a los clientes que te dan de comer.

Después de cerrar, y con el bar vacío, Niko se acerca a mi para proponerme un negocio redondo.

-        “He apostado un montón de dinero a que Marian les enseñara las tetas a los cuatro esta noche, y si no les tendré que dar la moto de 500cc”, me dice lleno de entusiasmo.

-        “Pero... estás loco o qué... como crees que ella va a querer... “ le digo sorprendido.

-        “Tu no te preocupes... déjamela a mi... yo se como tratarla” me dice para luego irse directo hacia el almacén a hablar con Marian.

Al salir me cuenta su plan.

- “ Le he dicho que he apostado contigo 500 euros a que no se quita la camiseta delante de nosotros, y ella ha aceptado”

-        “La condición es que salga con los ojos vendados y nosotros apaguemos la luz, así ella no nos vera y nosotros encendemos una linterna para verle los pechos, siendo así ha aceptado... yo creo que le da vergüenza que le veas las tetas, sabiendo que luego tenéis que trabajar juntos”, dice convencido. Ella no sabrá que están aquí el resto de tios.

-        “Con la luz apagada ella no se dará cuenta que hay más gente en el bar y nos ganaremos una pasta fácil a costa de esos capullos”, me dice entusiasmado.

Ponemos el plan en marcha. Yo hago entrar a los cuatro salidos que quieren verle las tetas a la paisana. Les prevengo que sobre todo no hagan ruido para no fastidiar el show.

Niko sale con Marian con los ojos vendados. La luz apagada. Solo entra un poco de luz desde la calle y la que da la linternas que hemos repartido entre los “espectadores” . Niko le dice algo al oído, y a continuación Marian se toca las tetas por encima de la ropa.

Nuestros invitados y yo no cabemos dentro del pantalón.

Después de sobarse un rato las tetas, Marian hace ademan de quitarse la camiseta. Se detiene y una atmósfera de suspense lo invade todo. Niko vuelve a susurrarle algo al oído y ella en silencio se quita la camiseta. Luego se desabrocha el sujetador y para dejar salir sus hermosas tetas.

Se oye algún silbidito y algunas sillas se oyen crujir.

Marian se las manosea pensando que solo su novio y yo estamos presentes en la sala. Para él no es nada especial; para mi dedica unos cuantos movimientos llenos de morbo y sensualidad. En realidad, son los otros cuatro energúmenos los que se calientan hasta el borde de la locura.

Niko esta super orgulloso. Ha ganado la apuesta y además disfruta como un loco viendo las caras de lujuria que ponen todos al contemplar lo que cree para él en exclusiva.

Deverano