Mirón por accidente

La luz que provenía era del sanitario de damas y penetraba a través de un agujero y estaba siendo utilizado por...

Mirón por accidente

Esta historia quizás les parezca ficticia, pero no, es una vivencia muy caliente de un mirón sin querer.

Trabajo en un despacho de diseño interior y las oficinas son de lo mas moderno en equipos electrónicos, pertas automáticas, elevadores inteligentes, circuito cerrado de vigilancia, lectores ópticos de acceso, sanitarios automáticos, etc.

Un día recibimos la noticia de que se había ganado un concurso y que teníamos que realizar una presentación en dos días a los dueños. Eso implicaba que nos teníamos que quedar a trabajar todo el día y toda la noche, lo cual no nos pareció a la mayoría de los que estábamos ahí. Sin embargo accedimos después de negociar situaciones laborales.

La mayoría de los diseñadores eran mujeres, pues del grupo de 12, ocho eran mujeres y 4 varones. La jornada de trabajo era normal, todos concentrados en lo suyo y de vez en cuando nos distraíamos con alguna broma o platica trivial de alguno de nosotros. Llego la noche y nos organizamos para dormir en grupo de 4 por ratos y así poder descansar un poco del trabajo. Nos rifamos los lugares y a mi me toco dormir en un segundo turno.

De mis ocho compañeras, seis estaban de muy buen ver, pero particularmente una sobresalía de las demás, la llamaré Elena. Era una mujer que tenia un porte de modelo, alta como 1.75, piel morena clara, pelo castaño claro, cara sin ningún defecto, nariz respingona, ojos grandes, cejas depiladas y bien cuidadas y un cuerpo de ensueño con medidas perfectas, pues lo comprobamos un día en la que la medimos en un juego de castigos, 102 de busto, 59 de cintura y 105 de cadera. De carácter era simpática, se llevaba bien con todos aunque era un poco recatada en bromas de doble sentido y eso si muy trabajadora. Ese día de trabajo vestía un traje sastre de saco y falda gris, blusa blanca y una mascada de color vino que la hacia ver elegante, zapatos negros de tacón alto que la hacia verse más alta de lo que era.

Ella estaba junto conmigo en el segundo turno de descanso. Ya entrada la noche la mayoría andábamos sin corbata, zapatos, sacos y la mayoría de mis compañeras se habían quitado las pantimedias. Incluyendo Elena.

Llego la hora de nuestro turno para dormir. Me adelanté para tomar uno de los sofás más cómodos de nuestra sala de descanso, me acomodé unos cojines y me eché encima una manta, pasó una hora y me desperté por que tenía necesidad de ir al baño. Había una tenue luz que dejaba ver la silueta de dos de mis compañeras, pero no estaba la de Elena salí si hacer ruido, recorrí el pasillo que me llevaba a los sanitarios y al entrar me di cuenta que no tenia luz pero había una ligera iluminación dentro de la cabina donde estaba el retrete, me metí y mientras estaba orinando me di cuenta que esa luz penetraba a través de una tapa de registro que estaba floja. Termine de orinar y me agache para examinar el desperfecto. La moví un poco y para mi buena o mala suerte se cayo y oh sorpresa al examinar el marco de la tapa, me di cuenta que este daba a un ducto de servicio al asomarme vi que la luz que provenía, del sanitario de damas y penetraba a través de un agujero que dejaron los plomeros o fontaneros de una reparación mal terminada. En ese momento ví que estaba siendo utilizado el retrete por Elena. Me aproximé lo mas que pude y la vi de espaldas, empezó a subirse la falda preparándose para usar el retrete, vi como arremango su falda hasta su cintura y dejo ver una fina tanga de hilo dental color blanco, antes de bajársela se sobo varias veces sus tremendas nalgas, adoloridas de los bancos y sillas que utilizábamos. Suavemente metió sus manos en el encaje de su tanga y la fue bajando con un movimiento de derecha a izquierda muy peculiar, para que saliera más fácil. Ante mi estaba totalmente descubierto el tremendo culo de Elena, redondo y de color apiñonado. Se inclinó un poco hacia adelante y pude observar una tremenda mata de vellos pubicos recubriendo todos sus labios mayores y su ano; no lo creía porque me imaginaba que el cuidado que reflejaba en su maquillaje y forma de vestir, era el cuidado que daba a su aspecto corporal con una vulva con vellos recortados o hasta rasurados.

Adopto la clásica pose de las chicas para orinar sin sentarse en el retrete, dejando escapar un gran chorro de entre sus rosados labios vaginales y mojando una gran cantidad de pelos que enseguida conformaron una guía para ese chorro de orina salpicando parte del exterior del retrete, pero que corrigió hábilmente Elena con un rápido movimiento de mano sobre su mata de pelos. El momento fue eterno, al parecer no había descargado su vejiga en buen rato, termino y tomo papel sanitario para secar sus mojados vellos jalando varias veces el mechón de vellos que había mojado. Acto seguido se incorporó y dio vuelta, así pude apreciar su tupido pubis con una fina línea de vellos castaño oscuros que llegaba hasta su ombligo. Volvió a tomar mas papel y repitió la operación limpieza nuevamente pero esta vez, con un dedo envuelto en papel, lo metió entre sus delicados labios vaginales examinando el contenido, se subió su tanga y acomodo entre sus nalgas el fino encaje; el triangulo de tela delantero lo acomodó teniendo la precaución de que no saliera vello alguno, casi lo logra pues lo diminuto de su ropa, apenas permitía acomodar tantos pelos. Se bajo la falda y con una pierna accionó el mecanismo del retrete.

Rápidamente me incorporé y volví a dejar la tapa del registro lo mejor posible, me lave las manos y regrese a la sala de descanso acostándome nuevamente en mí sillón. Segundos después entro Elena botó sus zapatos y se acomodo en el sillón contiguo al mío.

Durante varios días de trabajo no me podía deshacer de aquel bello espectáculo, que sin querer me topé con el por accidente.