Miriam y su padre el cirujano capítulo 3
La noche con Amancio y la operación de Gabriela. Los dos primeros capítulos se encuentran en la categoría de Amor filial.
Los dos primeros capítulos se encuentran en la categoría de Amor filial, recomiendo leerlos para entender este tercer capítulo.
Antes de salir de casa agarré mi ordenador portátil, casi siempre va conmigo a todas partes porque nunca se sabe cuándo lo voy a tener que usar.
Me subí al coche, me puse música y me fui en dirección a la casa de la sierra de Amancio, que está en un pequeño pueblo para estar tranquilos cuando nos vemos para follar.
Tardé cerca de una hora en llegar porque hay una carretera con curvas y hay que ir con cuidado, cuando llegué, Amancio me estaba esperando junto con un invitado inesperado, Juan Luis.
Yo me enfadé y amenacé con volverme a mi casa y mandar a la mierda a Amancio, pero Amancio me dio una bofetada y me lo impidió.
Amancio me dijo
que,
a lo largo de la noche, Juan Luis me iba a follar y a usar a su gusto, y que él se iba a encargar de grabar todo en video, con la idea de enseñárselo a mi padre si no obedecía sus órdenes en todo momento.
En ese momento una mujer cuyo nombre no me fue revelado y que nunca habló en toda la noche, empezó a colocar un equipo de video, con varias cámaras e hizo una seña cuando ya estaba todo preparado para comenzar a grabar.
Entre Amancio y Juan Luis me desnudaron, a la fuerza porque yo no quería follar, de hecho, ni siquiera con Amancio por el cabreo que llevaba, no porque no deseara en sí follar con él o que él me follase como a una puta.
Ya con Juan Luis y Amancio desnudos, pude ver que Juan Luis la tenía pequeña y eso que estaba erecta, en comparación con la polla de Amancio, la de Juan Luis era de risa.
Sin embargo, Juan Luis demostró tener mucho aguante, pues en todas las oportunidades en las que fui follada por ambos a la vez en mis diferentes agujeros, que se iban intercambiando, Juan Luis siempre fue el último en correrse, en competición con Amancio, y eso que Amancio aguanta mucho.
Pasamos toda la noche follando sin parar, yo no disfruté demasiado y tuve que meterme mucha cocaína para aguantar sin dormirme.
Cuando Amancio tuvo a bien irse, le dijo a Juan Luis que me pagase, él se sacó un billete de 10€ de la cartera y me lo tiró al suelo mientras me dijo que eso era lo que me merecía dada mi poca/nula implicación, me dio una bofetada y me dejaron sola en la casa de la sierra.
Me fui a dar una ducha, lo suficiente como para quitarme los restos de la noche, me puse la misma ropa que traía y me monté en el coche para regresar a mi casa.
Nada más llegar a mi casa, mi padre me estaba esperando, ya había amanecido y mi padre estaba ya trajeado desayunando en la cocina y casi listo para irse con Gabriela a la clínica y proceder a la cirugía de sus tetas, era lunes y había llegado el momento de la primera cirugía de Gabriela.
Gabriela estaba sentada en una silla de ruedas, atada con
Segufix
y seguía sin poder ver nada, llevaba un pijama de hospital, la bata de paciente.
Mi padre no se enfadó al ver que regresaba a casa a esas horas, pero me pidió que se la chupara como castigo para que no le dijera nada a mi madre, un poco de chantaje, pero no me importó, se la chupé hasta que se corrió en mi cara y me la dejó toda llena con su semen.
Me despedí de Gabriela, le dije que iría a la clínica a verla por la tarde cuando ya estuviera en su habitación y me subí a la mía, me di una ducha en condiciones y me cambié de ropa y me metí en la cama para dormir un rato.
Apenas pude dormir un par de horas porque Victoria y mi madre, que no tenía turno en el hospital hasta por la tarde, entraron para ver si podía ir a hacer algo de deporte con ellas.
De mala gana me tuve que levantar e irme con ellas, vestida con ropa de deporte a hacer series y cosas al gimnasio y estuvimos allí hasta la hora de la comida.
Comimos a toda leche porque a Victoria le llegó un mensaje de mi padre acerca de que Gabriela ya estaba operada de las tetas y había que ir a verla así que nos cambiamos ya con ropa de salir a la calle (Elegante como siempre, 1 vestido negro y botas), y fuimos hacia la clínica a ver a Gabriela.
Gabriela estaba en la habitación, con las tetas, los ojos y ambos brazos vendados para que no pudiera tocarse los vendajes de las tetas.
Estuvimos un rato con ella en la habitación hasta que pasó mi padre a ver cómo iba la cosa, haciendo la ronda habitual con los demás pacientes.
Mi padre me avisó de que me iba a tocar a mí quedarme por la noche, porque para eso éramos hermanas, yo me sorprendí porque lo que quería era pillar la cama y dormir, pero no hubo forma de negarme.
Victoria se fue a cambiar porque tenía turno en la clínica y mi madre se fue a su hospital a trabajar también.
Yo me senté en el sofá de los acompañantes de los pacientes ingresados y me puse a jugar un rato con el portátil para matar el tiempo.
Aguanté una hora hasta que decidí ir a dar una vuelta a estirar las piernas y explorar la clínica; apenas había salido de la habitación cuando me choqué con una chica morena de apenas 18 años que iba vestida de paciente del hospital y se disculpó cuando por poco me caigo por el choque.
Matilde, la chica con la que me había chocado, me explicó que no veía bien y por eso no había podido evitar el choque, estaba ingresada porque iban a operarla al día siguiente de los ojos para tratar de solucionar el problema.
Como no tenía nada mejor que hacer, me propuse hacer compañía a Matilde y pasamos la tarde y toda la noche charlando, porque ella no podía dormir por los nervios por su cirugía y yo tenía que mantenerme despierta toda la noche; me sentí un poco mal cuando fui a la cafetería a cenar algo y cuando me tomé algún café, porque Matilde ya no podía comer para el quirófano.
En torno a las 7, Victoria fue a la habitación de Matilde provista de una maquinilla y le rapó al 0, porque era necesario para la cirugía, le iban a abrir la cabeza.
Minutos después, se llevaron a Matilde y yo fui a ver a Gabriela, que había pasado buena noche, durmiendo y ya había desayunado algo ligero para asentar el estómago tras la cirugía.
Mi padre pasó a media mañana y nos dijo que ya estaba todo en orden para que Gabriela se fuera a nuestra casa, yo aproveché para preguntarle por Matilde, la cara de mi padre era preocupante, la cosa no iba bien, muy probablemente a Matilde le quedaran secuelas de por vida.
Gabriela se montó con ayuda de Victoria, que ya había acabado su turno, en una furgoneta adaptada a sillas de ruedas y yo en mi coche, y fuimos de regreso a la casa.
En la casa, Gabriela se quedó en su habitación con Victoria y yo me pasé la tarde descansando y en el ordenador, algo nerviosa por Matilde, recordar la cara de mi padre con preocupación no me gustaba nada.
Cuando mi padre llegó de la clínica, le pregunté por Matilde, me dijo que muy probablemente ella ya no podría volver a ver porque la cirugía había tenido que eliminar partes del cerebro que regulan la visión para eliminar a la vez el problema que había en su cerebro, así que la cosa pintaba mal.
Unos días más tarde
La semana pasó sin pena ni gloria, Gabriela se recuperó de la cirugía de las tetas y empezó a ir a trabajar, siendo ese el único momento en el que mi padre le permitía ver.
Yo pasé la semana trabajando en una web que me habían encargado y pensando en Matilde, hasta que mi padre me dijo que iba a ser el día en el que le quitarán las vendas a Matilde para ver el resultado de la cirugía.
Fui a la clínica, vi a Matilde con la cabeza toda vendada salvo por la boca, y fui testigo del momento en el que le quitaron todo el aparatoso vendaje, por desgracia se confirmaron los temores y Matilde ya no veía absolutamente nada.
Pese a todo, se lo tomó bien, ya sabía que era lo que iba a pasar, los médicos se lo habían dicho por la ubicación del problema en el cerebro; yo me ofrecí a ayudarla en esa nueva etapa de su vida, a hacer de lazarillo...