Miriam y su padre el cirujano capítulo 2

La mañana de domingo en la casa de Miriam y su familia. Padre e hija vuelven a follar.

Recomiendo la lectura de la primera parte del relato para poder entender esta segunda parte.


Domingo por la mañana en la casa de Javier, con toda la familia al completo.

Miriam sigue narrando la historia


Mis padres entraron en la cocina, tomados de la mano y con pinta de haber pasado gran parte de la noche y de lo que llevábamos de mañana, follando, aparte de que parecían recién salidos ambos de la ducha, lo que significaba polvo mañanero seguro.

Mi padre me dio un beso a mí y otro en la boca a Gabriela, que sonrió y trato de buscar a mi padre, sin verlo claro está.

Estuvimos desayunando y yo me encargué de ayudar a Gabriela a desayunar porque se estaba manchando al no saber bien

aún

donde se encontraba cada cosa que se tenía que ir comiendo.

Al ser domingo añadimos al desayuno un copazo de whisky para iniciar bien el día, aparte de fumar constantemente. (Esto último sucede durante toda esta historia, como ya sabéis)

Acabamos de desayunar y mi padre nos pidió a Gabriela y a mí que fuéramos a su despacho, porque quería hablar con nosotras dos.

Ayudé a Gabriela a llegar hasta el despacho de mi padre y nos sentamos, mi padre comenzó a hablar:

Javier (Mi padre): -” Bueno, Miriam, ¿Cómo has pasado la noche con esta aspirante a putilla, has podido follártela?”.

Yo: -” Parece que tiene potencial para convertirse en una puta, podría acabar trabajando para Amancio si conseguimos entre todos entrenarla”.

Javier: -” No lo creo, yo tengo otros planes para ella, ya los descubrirás, hablando de Amancio, él va a venir hoy a comer junto con Juan Luis (Un neurocirujano amigo de mi madre que no me cae demasiado bien porque me consta que quiere follarse a mi madre y no sé si sea una buena opción), así que espero que te sepas comportar, ya sé que Juan Luis no es santo de tu devoción, pero procura no montar el espectáculo”.

Por último, mi padre propuso que fuéramos a dar una vuelta dominical por unos montes que hay cerca de nuestra casa por donde solíamos ir a pasear los domingos, para que Gabriela se empezara a acostumbrar a la oscuridad.

Subimos a las habitaciones y nos arreglamos para salir, yo tuve que ayudar a vestir a Gabriela, le puse un elegante vestido de los que habíamos comprado el día anterior, unas botas con no demasiado tacón y un abrigo largo de cuero muy llamativo.

Yo me vestí de manera bastante parecida a Gabriela, para empezar a parecer hermanas, tal vez mellizas; tanto mi madre como Victoria se vistieron muy elegantes, con abrigo de visón, vestido corto y escotado y botas de plataforma y mosqueteras.

Mi padre mejoró un poco el outfit de Gabriela, le colocó un collarín ortopédico y le entregó un bastón blanco de invidente, que tendría que empezar a aprender a utilizar para las salidas en familia, en las que no podría ver nada.

Durante el paseo, nos volcamos en Gabriela, le estuvimos enseñando a usar el bastón blanco, a ella le costó un poco al principio, pero poco a poco le fue agarrando el tranquillo.

Estábamos en mitad del paseo cuando nos encontramos con un conocido de mi padre, Don Basilio, un señor mayor, calculo que tendrá en torno a los 80 años, se había quedado viudo hacía no mucho tiempo y se encontraba un poco solo.

Mi padre le ofreció la posibilidad de que yo le hiciera una mamada, para tratar de animarlo un poco, y Don Basilio aceptó su propuesta sin casi dudarlo, porque yo creo que ya le ponía cachondo desde hacía tiempo.

Mi familia siguió su paseo y a mí me toco irme con Don Basilio a su casa, un chalet en la misma urbanización que el de mis padres, aunque había una buena caminata entre ambas casas.

La casa de Don Basilio no estaba nada bien conservada, había signos de abandono y de falta de señora que limpiara, pero eso, lejos de darme asco, me excitó más de lo que ya estaba.

Don Basilio se empezó a desnudar en cuanto que llegamos a su habitación, yo hice lo mismo; pude ver su polla que no estaba nada mal pese a su edad, y comencé a chupársela, estaba muy excitada porque sinceramente, sentirme una puta me pone a mil.

Don Basilio aguantaba bastante, evidentemente no tanto como mi padre, pero tardó en correrse y en llenarme mi cara con su leche.

Al acabar de correrse, Don Basilio se encendió un cigarrillo y me echó de la habitación con malos modos, me dio un billete de 20€ y yo me vestí a toda prisa y me fui caminando por la urbanización hasta mi casa, me crucé con varios vecinos que me miraron con algo de extrañeza.


Cuando llegué a mi casa, Amancio ya estaba allí, Juan Luis estaba en la cocina ayudando a mi madre con la comida, yo intenté ir a la cocina a tratar de vigilar, pero Amancio no me dejó, al ver mi cara con los restos de la corrida de Don Basilio, me preguntó por

dónde

había estado y lo que había hecho; le tuve que explicar que mi padre me lo había pedido, aun así, Amancio me dio una bofetada y me llamó puta, produciendo que mi coño se humedeciera.

En el salón, Gabriela le estaba haciendo una mamada a mi padre, así

que,

tras darle ánimos a Gabriela, vi que ya disponía de vía libre para ver lo que pasaba por la cocina.

Mi madre y Juan Luis estaban a punto casi de follar allí mismo si no llego yo a impedirlo, pero me dio tiempo; Juan Luis me saludó con cara de cabreo porque se le había jodido el plan, pero yo me alegré porque Juan Luis siempre me había parecido un poco falso, demasiado tranquilo siempre.

La comida dominical ya casi estaba lista, así que fuimos al comedor, Gabriela y mi padre estaban ya allí, tomando una copa de vino, yo me senté al lado de Gabriela y con Amancio al otro lado, mi madre estaba enfrente de mí y entre medias tenía a Victoria y a Juan Luis.

Disfrutamos de la comida y al acabar, Juan Luis se disculpó, tenía una urgencia que atender, mi madre se ofreció a irse con él y

ayudar,

pero Juan Luis se negó, simplemente se despidió y se fue.

Amancio dijo que quería probar como follaba Gabriela, así que mi padre dio el visto bueno y dijo que era hora de reventarle el culo a Gabriela, le ofreció a Amancio que él se la follase por el coño mientras mi padre le estrenaba el culo.

Gabriela solo pidió ser amordazada mientras eso sucedía, para no poder hablar y liarla, sin

embargo,

mi padre le dio una bofetada y le dijo que no,

que,

si era amordazada o no, solo dependía de él o de mí misma (De su hija), no de ella (De Gabriela como sumisa).

Sin más, mi padre le dio un pollazo a Gabriela y se la metió por el culo, mientras Amancio hizo lo propio con el coño de Gabriela, que gritó de placer.

Entre los dos, lograron que Gabriela aguantara un buen

rato,

pero al final, pidió permiso para correrse porque ya no iba a poder más, el culo le empezaba a escocer.

Yo le ofrecí a mi padre que siguiera metiendo la polla en mi culo hasta que él se corriese, mi padre aceptó y estuvimos follando hasta que mi padre se corrió dentro de mi culo.

Me hubiera gustado que Amancio también me hubiera follado, pero no hubo un solo atisbo de ofrecimiento por su parte, por desgracia, así que se tuvo que hacer una paja hasta lograr correrse.

A Amancio le sonó el móvil y tuvo que irse también, porque se le había pasado el tiempo y no se acordó de una cita que tenía para la tarde del domingo, así que ya nos quedamos en familia.

La tarde siguió en la piscina para Gabriela y para mí, mi padre y Victoria se quedaron viendo el fútbol y mi madre tenía que trabajar en algún artículo de Neurocirugía.

Yo aproveché para comenzar a entrenar a Gabriela en sexo anal, porque vi que le costó algo más que el vaginal.

Durante unas 3 horas, le estuve metiendo y sacando el

strap-on

de su culo, hasta lograr que tuviera 5 orgasmos, que se corriera 5 veces. (Hubo descansos entre cada una de esas 5 veces

porno

hacerlo tan seguido).

Cuando ya estaba en mi habitación, empezando a preparar la semana, Amancio me llamó al móvil secreto y me dijo que quería quedar conmigo, que me buscara una excusa con mis padres y agarrase el coche y me fuera hasta la casa de la sierra, donde quedamos habitualmente para follar.

Yo les dije a mis padres que iba a quedar con una de mis amigas (Tal y como Amancio me había pedido), me arreglé un poco (Un vestido sin nada debajo y unas botas, porque a Amancio no le gusta que me arregle demasiado), agarré mi coche y me puse en camino hacia la casa para ver a Amancio...