Miriam Rivera

Relato de la ocasión en que pude estar con este monumento de mujer, de talla internacional. Puedes ver fotos suyas en Theres something about miriam.

La siguiente es una reseña que escribí después de haber estado con una escort de talla internacional. No contiene diálogos sino únicamente mi descripción del evento. Espero lo disfruten.

Eran ya las 3.20 de la tarde y yo estaba sentado afuera del Auditorio Nacional, pensando que la oportunidad de conocer a mi musa se quedaría para otra ocasión. No lamentaba que hubiera tenido que viajar 600 kilómetros, sino haber estado tan cerca y no haber logrado conocerla.

Mis pensamientos daban vueltas cuando de pronto la ví: su sedoso pelo suelto fue lo primero que captó mi atención. Llevaba lentes obscuros, un collar que cubría en parte lo que ese generoso escote mostraba, chamarra corta, playera blanca y unos shorts que hacían resaltar esas pompas de fantasía ¡que pompas! coronadas por unas piernas super marcadas, sin llegar a la exageración.

Usaba unos tacones a juego que lo único que generaban era que su culito se volviera mas respingón y atractivo. Su porte era y es magnífico: verla caminar es un deleite. No me había equivocado al citar a Miriam en un lugar público. Yo llevaba un ramo de tulipanes en las manos, ya que si bien no conozco la fecha exacta de su cumpleaños, se que es en Febrero, y no quería que pasara desapercibido. Al verme caminar hacia ella con paso tan determinado, tuvo que saber que era yo quien la había citado a una hora tan extraña, cuando todo mundo se dispone a comer: efectivamente, yo también quería comer, pero acompañado de aquel monumento de mujer. Me sonrió (quiero pensar, aunque se que no, que esa sonrisa fue únicamente para mi, pues creo difícil que tal belleza pueda repetirse con todo mundo. Aquellos que la han visto sonreír, saben de lo que hablo) y me saludó de beso, como si nos conociéramos desde hacía tiempo. Es verdad que yo sabía muchas cosas de ella, pero ella solo conocía mi nombre. Y mi afición hacia Miriam Rivera. Le otorgue el ramo de tulipanes y le dí un abrazo felicitándola, a lo que ella contestó con una sonrisa que hacía ver a la anterior como una mera mueca de cortesía. Sin más, le extendí el brazo para encaminarnos hacia mi coche pues ya llevábamos un retraso de 20 minutos (aquí en la Ciudad, íbamos exactamente a tiempo) a nuestra cita en el restaurant de comida japonesa que había designado previamente.

Comimos ligero, yo estaba extasiado viéndola y atesorando cada uno de sus movimientos, impactado con su naturalidad y franqueza al hablar. Cuando le sugerí retirarnos para acudir a un lugar mas privado, no dudó en proponerme un trío con una amiga suya, sin querer decir su nombre, solicitándome confiar en ella y en su gusto, a lo que yo accedí (si ya estoy hasta acá, vale la pena disfrutar al máximo, pensé).

Nos dirigimos al Motel Bonn, confiando en los maeses del foro de una página de internet en donde Miriam anunciaba sus servicios como escort. Rentamos la suite Stuttgart y pasamos a los aposentos que harían de testigo en nuestro próximo festín.

Apenas al entrar, Miriam se volteó hacia a mí y me dio un suave beso en la boca, mientras yo la abrazaba por la cintura. La pasión fue en aumento y en un abrir y cerrar de ojos, ya estábamos los dos recostados en la cama. Mientras nos desnudábamos, le pedí que se dejara el collar y los tacones. Su piel es tersa y suave, ligeramente bronceada, en espera todo el tiempo de una caricia.

De pronto sonó el teléfono. Era el avisó que esperábamos. Su amiga había llegado. Al abrir la puerta y pagar la cuota de threesome en el Bonn (para ese momento yo ya ni pensaba) ví entrar a la hermosísima Lorena. Para mi sorpresa llevaba una gabardina que tiró al piso inmediatamente, reclamándonos que por que habíamos iniciado sin ella y quedó únicamente en tanga de encaje negra la cual hacía juego con su brasiere.

Se abalanzó sobre Miriam y comenzó a succionarle el pene, invitándome a unirme a ella. Mientras Lorena y yo nos dedicábamos a lo nuestro, Miriam comenzaba a gemir lentamente al principio, mas fuerte después. Nuestras lenguas se encontraban en caricias íntimas y Miriam pedía mas. Fui bajando mis lengüetazos hasta sus testículos mientras con mis manos jalaba su cadera, provocando que el oral que le hacía Lorena fuera cada vez mas profundo. Miriam pedía que paráramos o terminaría en cualquier momento, pero al no hacer caso de sus súplicas, estalló con gemidos que solo hicieron aumentar nuestra calentura. Lorena retiró el condón mientras acariciaba con ambas manos el pene de Miriam para no dejar que disminuyera ni de tamaño ni de rigidez, mientras yo besaba ahora los pechos de Miriam. De pronto, sentí como Lorena comenzaba a besarme las piernas, acercándose a mis nalgas, las cuales mordisqueaba suavemente. Me pidió que las levantara y así lo hice. Mientras besaba a Miriam, Lorena comenzó a lamer mi culito y a decirme cachondamente que iba a introducirme un dedito, que no me dolería, pero que ya la tenía vuelta loca al estar ofreciendo mi cola en esa posición.

Le pedí a Miriam que se volteara boca abajo para irle besando la espalda, mientras ella levantaba la cadera ofreciéndome esa riquísima colita. Yo iba bajando lentamente, pues tenía a Lorena acariciando mi ano con movimientos circulares, intentando introducir un dedo, aunque con paciencia. Al llegar a las nalgas de Miriam, coloqué una almohada debajo de su cadera y ya con su culito expuesto comencé a lengüetear pasada tras pasada. Su ano rugosito fue lo mas rico de la tarde. Para facilitar mi labor, Miriam separaba sus cachetes con una mano, mientras con la otra acariciaba su pene, que pedía batalla nuevamente. Lorena por su parte, ya había introducido un dedo en mi culo y con la otra mano se dedicaba a masturbarme.

Debido a que sentía como el orgasmo estaba cerca, les pedí que pararan y después de unos segundos de indecisión acerca de a quien quería penetrar, fue Lorena quien propuso que hiciéramos un trenecito. Ni tardo ni perezoso, me voltee para besar a Lorena y comencé por su cuello. Ella acercó su boca a mi oreja y me dijo: métemela ya, papito. Yo asentí, pero le dije que se la iba a meter por su culito, por lo que mientras yo me colocaba un condón nuevo, ella se ponía un poco de lubricante en el agujerito. Lorena se acostó boca abajo, levantando la cola, y me pidió que iniciara. Puse la punta de mi pene sobre aquel agujero y presioné suavemente, pudiendo entrar hasta el fondo con gran facilidad, pero sintiendo lo rico que es penetrar analmente a una chica. Iniciaba el bombeo, ayudado por las contorsiones de Lorena, cuando Miriam me acarició la espalda y me dijo que ahora si vería estrellas.

Me pidió que me recostara sobre Lorena y levantara mi cola, ofreciéndosela. Ya que solo me habían penetrado en una ocasión previamente, Miriam tuvo dificultad para introducirme su pene por completo, pues con cada embestida yo arqueaba el cuerpo y salía del de Lorena. Finalmente logramos iniciar un vaivén de ensueño, en el que con cada metía que me daba Miriam yo se lo metía mas a fondo a Lorena, y cuando ella echaba las nalgas hacia atrás, yo apretaba a Miriam con las mías. No puedo precisar cuanto tiempo estuvimos así, pero los gemidos eran cada vez mas fuertes. De pronto, Miriam empezó a acelerar mi cogida y yo solo podía quedarme estático, siendo su impulso lo que me llevaba a penetrar a Lorena. De pronto, Miriam se arqueó hacia adelante, provocando que me llenara mas internamente y sus arqueadas hicieron que yo también expulsara mi cargamento dentro del culito de Lorena. Caímos rendidos, uno sobre el otro y cuidadosamente nos retiramos para que no fuéramos a derramar nuestro líquido de pasión.

Me quedé recostado mientras veía como Lorena y Miriam se vestían, después de darse un baño rápido. Si bien había querido acompañarlas, el esfuerzo había sido mayúsculo, y preferí deleitar mi pupila por unos segundos mas. Quiero decirles que yo no quedé satisfecho. Estoy seguro que ni estando todo el día con ese par de monumentos hubiera quedado satisfecho. Mi cuerpo sigue pidiendo mas. Lo único que podré hacer es rememorar y disfrutar nuevamente la experiencia, aunque sea en mis pensamientos y buscar el momento de repetirla, buscando mejorarla. Finalmente me despedí de ellas, con un beso suave a cada una de ellas y pellizcando por última vez ese rico culito que tienen.

Andrés.