Mirando la tele con papá
Recuerdos breves sobre las experiencias sexuales entre una mujer y su padre.
Mirando la tele con papá
Lo recuerda como si hubiera ocurrido ayer: una apacible tarde mirando la televisión, pasaban un programa de concursos, ambos supuestamente atentos a lo que ocurre en la pantalla, ambos fingiendo, él mirando de reojo la parte de sus muslos que deja al descubierto el vestido, ella pasando la mirada por las piernas de él hasta posarse por momentos en la entre pierna, donde pese al pantalón adivina que ahí algo ha crecido, ambos están solos, tienen tiempo suficiente para algo que desean; en eso siente el brazo derecho pasar por sus hombros y atraerla hasta quedar los dos juntos, hombro con hombro, la cabeza de ella descansando placidamente sobre el pecho del hombre, luego la mano que avanza lentamente, como dudando, hasta posarse sobre la tela suave, más bien sobre la entre pierna masculina, más bien sobre eso que siente duro y crecido, sabe lo que tiene que hacer, lo ha hecho antes: bajar poco a poco el cierre del pantalón y sacar "eso" duro, crecido, que ya conoce; y cuando lo tiene en su mano se sorprende al encontrar esa carne caliente y dura y mojada de la punta; y mientras su mano derecha rodea ese palo siente que una oleada caliente le sube por las piernas y la hace temblar ligeramente, su respiración se torna agitada, y cuando su mano sube hasta la roja punta contiene los suspiros, le gusta descubrir esa punta roja y mojada, lo hace delicadamente presionando sus dedos en la cabezota y jalando con lentitud hacia abajo hasta dejar al descubierto el grande amoratado y viscoso, ahí posa sus dedos disfrutando al contagiarse de aquella agua olorosa, pegajosa; en eso escucha algunos gemidos del hombre, esa es la señal; ahora deberá jugar más "activamente" con "eso" y su mano sube y baja, apretando el grueso y duro ariete, así en interminables segundos o minutos, los gemidos aumentan su volumen y su mano se agita más rápido sobre el duro tronco caliente, hasta que de repente la voz "ya detente" la obliga a suspender sus meneos, cuando su mano queda libre se sorprende del penetrante olor y la humedad que escurre por la palma de su mano hasta que un hilillo de baba cae sobre su falda; pero él sigue excitado, ella sabe que es lo que sigue: deberá colocarse acostada de lado sobre el sillón, él hará el resto, sus carnosas nalgas quedarán desnudas cuando deslice su calzón blanco de algodón, para luego acostarse tras ella, con peligro de caer ambos del sillón, pero lo han hecho antes, tienen experiencia; ella siente que aquello duro se desliza entre sus glúteos y se queda quieto apenas, pues luego viene un vaivén creciente, el "pito" duro entra y sale de entre sus nalgas, jugando, recorriendo en su avance los excitados y gruesos labios de la pepa, sin penetrar, sólo jugando, mojando su entrepierna de ese líquido viscoso, recorriendo también el apretado ano que parece palpitar cuando el duro lomo de la verga se frota contra esa carne tierna y sensible, así hasta que el hombre que queda quieto por un breve segundo, su pinga parece más dura y caliente, y justo cuando apunta el glande en su ano siente las rítmicas pulsaciones, y los suspiros, casi gritos, de él, y ella se contagia, gime también, disfruta; luego cuando el placer termina Mita se levanta y con su calzón blanco se limpia los glúteos de esos jugos olorosos.
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