Mirando al Guadiana (3)
Carla entra en un Sex-shop
Aquí os dejo el enlace de la segunda parte
Mirando al Guadiana II
http://www.todorelatos.com/relato/55820/
CAPITULO III
Carla no sabía como reaccionar, la tarde anterior con el extraño en la webcam y ahora con un alumno, no sabía porque lo hacía, pero eso le gustaba.
Ya estaba trabajando cuando llegó su compañera, ésta observó que tenía las ventanas abiertas, a lo que le preguntó el por que de esta situación y Carla le contestó que tenia calor y que por eso las había abierto, pero la realidad era bien distinta, para que se fuese el olor a sexo que había en el ambiente.
Trabajando las horas pasaron rápidamente, absorta en su trabajo y preparando la clase del día siguiente. Ya llegada la hora de salida, se despidió de su compañera y cogió el coche, tal y como había pasado por la mañana, los labios se empezaron a rozar nuevamente con su pantalón y empezó a humedecerse.
Yendo de camino a casa se encontró con un sex-shop, siempre le había intrigado este tipo de establecimiento, pero nunca se atrevió a entrar, ya que ella siempre compraba sus juguetitos por Internet, y así guardaba su identidad. Pero ya le daba lo mismo, ya había cambiado. Paró su coche rojo, color fuego, se bajó del coche tranquila, pero a medida que se iba acercando a la entrada del establecimiento aumentando el ritmo del corazón. Parecía como si una caja de bomba estuviera a punto de explotar. Cuando entró por la puerta pareció como si el corazón se le parase, pero no, era la emoción que la albergaba en su interior, cuando puso el primer pie sobre la tienda, pareció estar en un mundo paralelo, estaba como en un sueño, ya que nunca hubiese imaginado estar en un lugar como ese, pero allí estaba. De repente salió de la trastienda una mujer de unos 25 años, con un traje de látex, el cuál le resaltaban sus voluminosos pechos y se dejaba ver sus excitados pezones. La mujer estaba probándose un traje para ponérselo esa noche para su novio, quería darle una sorpresa.
D (Dependienta): Hola, buenas tardes.
C (Carla): Buenas tardes.
La muchacha parecía muy educada
D: Perdona por encontrarme así, pero estaba a punto de cerrar y ya pensaba que no iba a entrar nadie y esto es para mi novio que le quiero dar una sorpresa esta noche.
C: No pasa nada.
D: Date una vuelta por la tienda, mientras cierro para que no entre nadie más, ya que estoy a puntote salir a comer.
C: Vale, no pasa nada, voy echando un vistazo.
D: Ok.
Mientras la dependienta estaba cerrando la puerta, Carla echó un vistazo por la tienda, vio muchas cosas, consoladores, grandes y pequeños, anales y vaginales, DVDs, condones de sabores, ropa de látex, etc,
Mientras andaba por la tienda observó una televisión donde las mujeres estaban haciendo el amor, haciendo un 69, para hacer después una tijera, refregando los coños entre sí. Al ver esto Carla se puso caliente, sus pezones se endurecieron y su coño se empezó a humedecerse, al sentir esto decidió comprar algo rápido e irse a su casa para masturbarse.
Decidió comprarse un traje de esos de látex y un consolador rosa, lo eligió y fue a pagarlo, y encontró a la dependienta pintándose los labios de carmesí, sobre el mostrador.
D: Ya has elegido.
C: Sí, me llevo esto.
D: Buena elección, ¿te lo quieres probar?
Esto a Carla le pilló de improvisto, y se quedó pensando unos momentos y pensó llevárselo puesto, para así no perder tiempo en casa y como era para la conducción.
C: Vale.
D: Pasa por aquí.
La llevó a la trastienda, donde había un potro de tortura, una mesa de comedor (de esas grandes), un escritorio con muchos papeles y unas sillas donde estaba la ropa de la dependienta. Se dispuso a desvestirse, se quitó el jersey y notó que sus pechos estaban mas duros de lo normal, se quitó los zapatos para al final quitarse los pantalones y la camiseta. Durante este tiempo la dependienta no le quitaba el ojo de encima, observaba el exuberante cuerpo de Carla.
Carla se puso el traje de látex y le quedaba, como echo a medida.
D: Te queda muy bien.
C: Gracias, donde me puedo ver.
D: Ven aquí.
Se fueron a los probadores y en el cristal se observó. Estaba realmente bella, se olvidó de la dependienta y pasó sus manos desde el vientre y fue subiendo hasta sus tetas, sentía como si fuese su piel ya que le sentaba como un guante. Cuando levantó la vista y observó a la dependienta estaba detrás de ella observándola, y Carla se ruborizó. La dependienta, se estaba acercando por detrás y empezó a masajear los pechos, Carla no sabía lo que hacer y dejó que la tocara. La dependienta empezó a besarle el cuello y Carla empezó a gemir, la dio la vuelta y la empezó a morrear. Estuvieron besándose como dos enamorados, cuando terminaron se la llevó a la trastienda, cogió unos zapatos de aguja y se los colocó, ahora si se veía preciosa como una auténtica puta, un autentico bellezón extremeño.
La dependienta cogió un consolador con arnés, se lo colocó y obligó a chupárselo, sabía como lo tenía que lubricar. Carla sabía lo que tenia que hacer, chupó la verga de plástico como una auténtica maestra, empezó con la punta como un chupa-chus y luego recorrió el tronco hasta llegar a la base, ahí le empezó a acariciar la vagina, se enfrentaba ante una prueba más en la vida y no sabía como empezar, hizo lo que a ella le gusta que le hagan, recorrió con la lengua a través del traje de látex.
Quitó el velcro de la parte de abajo, perteneciente a la vagina, y empezó a saborear los fluidos de la dependienta, mientras que con la otra mano pajeaba el consolador. Carla sintió como la dependienta estaba llegando al orgasmo y aceleró la chupadita con ayuda de la mano que le quedaba libre. La dependienta llegó al orgasmo y se corrió abundantemente, los probó y parecían dulces, con los últimos que caían de su coño se los ofreció a la dependienta, esta los aceptó como si fueran un manjar.
Mientras estaban besándose la dependienta bajó su mano y palpó el coño de Carla y lo notó húmedo, no necesitaba calentarla más, quitó el velcro que tenía su traje, metió dos dedos en el coño y estaba demasiado lubricado. Cogió la punta de plástico, lo dirigió hacia la entrada de su concha y de un solo movimiento de caderas lo introdujo hasta la base, Carla se sobresaltó porque no se lo esperaba, pero con los movimiento del mete-saca, se acostumbró a tener algo entre las piernas, Carla estaba gozando al ser follada por otra mujer, hasta que llegó al orgasmo, el más grandes que había tenido en la vida, hasta tal punto que se desmayó y cayó en los brazos de la dependienta.
La dependienta la puso en la mesa y le dio un beso, este no correspondido, cogió la cámara de fotos y la empezó a hacer fotos en la posición que había quedado y fue a buscar algo, a los pocos minutos y un poquito ya recuperada, vio como se acercaba con un consolador largo y con dos cabezas, se acercó a su altura y empezó a quitarse la ropa que tenía puesta. Se quitó e traje lo que produjo que se liberasen sus dos grandes pechos, a esta altura ya estaban duros como rocas, sus pezones estaban ten erectos que se podían colgar perchas y no se caían, pero debido a su gran peso, estos estaban un poco caídos, pero se mantenían espectaculares, también dejo al descubierto, esta vez, su casi depilada concha, sólo disponía de una pequeña mata de pelos en su monte de Venus, parecía una cosa hecha con una intención clara, una señalización hacia su entrada, por si existía algún despistado, tenía hecha una flecha de 5 mm de espesor apuntando hacia su concha.
Se sentó en su cara, dándole a probar su néctar, pero ahora libre de su insinuante traje. Carla empezó a chuparle el clítoris, el cuál había adquirido un notable tamaño, también se fijó en el ano y desde esa posición se veía divino, el cuál por la educación recibida era un tema tabú, pero ahora al saborearlo era algo diferente. La dependienta empezó a desvestir a Carla, desde esa posición era muy complicada pero al final logró su propósito, desvestirla y ahora empezó a chupar su vagina, el aroma era embriagador, mezclado con olor vanoril, el cuál le volvió loca. Estaban haciendo un 69 tal y como había visto en la película que se estaba proyectando en la sala del sex-shop. Los pezones se rozaban en ambos cuerpos, de lo duros que los tenían. Carla no se podía quitar de la cabeza el ano, el cual deseaba poseer, quería probar el culo de la dependienta y averiguar a que sabía. En un alarde de valentía, empezó a subir su lengua desde sus labios, los cuales estaban muy grandes, hasta el culo, lo empezó a saborear. Olía como a colonia, parecía que estaba preparada para que en cualquier momento alguien le pudiese saborear ese manjar en cualquier momento. No había comido ningún coño, ni menos aún un culo, y hoy se estaba dando un gran festín, primero la poya de Uli y ahora eso el coño y el culo de la dependienta, estaba excitadísima por lo acontecido en ese día y todavía quedaba mucho día.
Carla estaba llegando al orgasmo, notando que la dependienta aguantaba más, puesto que había deducido que no era la primera vez que le comían el coño, como quería que también ella llegase al orgasmo, decidió meter un par de dedos en el coño y otros en el culo, lo cual produjo una ola de placer que ambas nunca habían sentido las inundó todo el cuerpo.
Cuando se volvieron a recuperar se notaban un poco frías lo cual para calentarse juntaron sus coños, en forma de tijereta, y se fueron frotando arrítmicamente. Cuando estuvieron calientes cogieron el consolador de dos cabezas, se lo fueron metiendo despacito para notar las venas de silicona del consolador. Cuando se lo hubieron metido hasta mas no poder, se movieron asincronamente, hasta que ambas llegaron al orgasmo, primero Carla y después la dependienta.
Ya recuperadas, ambas se ayudaron a vestir, acariciándose las tetas, dándose besos como dos enamoradas. Ya vestidas, pero con un olor impregnado, innovador, olor a hembra y a varón, se dispuso a pagar el traje de latex y el consolador, el último que usaron, y se marchó dando un último beso a la dependienta y prometiendo que iba a volver a repetir, antes de partir le dio una tarjeta con su móvil y su msn.
CONTINUARÁ . . . . . .
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