Mirando a mis primas en la ducha
Un dia de verano tuve la oportunidad de ejercer de voyeur una vez mas, viendo como mis primas se duchan sin saber que yo no perdía detalle.
Mirando a mis primas en la ducha.
Esta historia ocurrió un día de verano en la casa del pueblo de mi familia. Todos los fines de semana del verano solíamos ir al campo, para estar con los primos y toda la familia. En la ciudad en esa época el calor era insoportable, así que siempre buscábamos los ríos y las piscinas del pueblo. Nos lo pasábamos bien allí, con primos, tíos, cuñados, hermanas, además, como no había nada que hacer, nos dedicábamos a descansar, rodeados de buen ambiente y diversión. A uno que le gustan las mujeres, pues en un sitio, donde la mayoría de la gente eran chicas, estaba en la gloria, feliz y tranquilo, o no tanto. Cada día, en la piscina, veía mujeres espectaculares, con sus cuerpos al sol, y uno, mirando sin perder detalle claro. Me ponían malo mis primas y mi cuñada estas, sabían que me gustaban, por lo que no dejaban de provocarme. Mi cuñada, no hacia mas que jugar conmigo, se acercaba mas de lo que debía, le gustaba que la mirara, y cuando estábamos en la piscina, siempre aprovechaba para mostrarse mas de lo que debía, aunque siempre con un punto de recato que a mi me ponía como una moto. Las primas era otra cosa, una como si no existiera, aunque alguna vez se llego a sentar en mis rodillas, y tontear pero nada más, era un poco infantilota a pesar de que tenia mas de 25 años. Se mostraba en bikini sin más, y no se preocupaba si estaba delante, siempre creí que me veía como un hermano. Yo me quedaba muy impresionado por su cuerpazo, sobre todo por sus tetas espectaculares, muy gordas y grandes. Siempre intuí que sus pezones serían grandísimos.
La otra prima si que tonteaba conmigo, era madre de un niño, y ya había jugado conmigo más de una vez, alguna vez me había enseñado su tanga agachándose mas de lo habitual, o había salido del baño después de mear abrochándose los botones y enseñando mas de lo permitido. No tenia problema en mostrar mas de lo debido, incluso cuando le dio el pecho a su niño no se cortó un pelo en dárselo delante de mí, enseñándome sus tetas de madre. A mi me mataba de morbo, por lo que no hacia mas que mirar y mirar. Cuando se agachaba, siempre miraba dentro de su escote, o cuando se levantaba con una fina camiseta sin sujetador, enseñando sus tetas no muy grandes y algo caídas, pero con unos pezones grandísimos, que entraban ganas de chuparlos.
Así que mirar era uno de mis pasatiempos favoritos por aquellos días, y madre mía que días mas buenos sobretodo uno, que colmaría todas mis fantasías.
Yo sabia que la ventana del baño de su casa daba a un patio de luces, y que desde enfrente, si había suerte y estaba la ventana abierta, se podía ver el interior del baño. Mas de una vez lo había intentado, pero nunca había conseguido ver nada.
Pero cierto día, mi día de suerte sin duda, todo cambió. Aquel día íbamos a salir, por lo que nos fuimos duchando poco a poco. Así que, sin proponérmelo siquiera, se me presentó la oportunidad que había estado esperando. Una de ellas, la que era madre, se metió en la ducha, y yo disimule una llamada al teléfono de trabajo, para salirme fuera debido al ruido que había en casa. Me fui a la ventana de enfrente, y con la oscuridad de la noche podía ver la ventana del baño de mi prima abierta. Espere mientras no dejaba de mirar a ver si trataba de ver algo. Nada, no tenia vista suficiente para ver la ducha, por lo que empecé a desesperar. Ya le había visto sus estupendas tetas un poco caídas, no muy grandes pero de grandísimos pezones. Estaba cachondisimo y quería vérselas de nuevo. Espere, con la falsa llamada en las manos como coartada, y zas, pasó, salio de la ducha desnuda completa. No podía ver su culo ni su coño, porque la tapaba la pared, pero si sus tetas. Me volví loco mientras miraba y miraba y ella, como si nada secaba su cuerpo ajena a mis miradas. Se pasaba la toalla por todos lados, su culo, su coño, sus tetas me estaba poniendo a mil. Como me gustaban aquellas tetitas en las que la gravedad y la maternidad habían hecho su trabajo, estaba a mil. Disfrute, y trate de retener en mis ojos aquella maravilla de cuerpo maduro de casi cuarenta años, para no olvidarlo nunca, y así lo hice, disfrutando cada segundo de la visión que se me presentaba ante mis ojos clandestinos. Luego, desgraciadamente tuve que abandonar mi posición, porque mi escapada no debía levantar sospechas entre la familia, y cuando ella comenzó a vestirse, yo volví dentro como si nada aunque creo que su marido se dio cuenta de mi estado de excitación, a pesar de todo lo que yo trataba de disimular.
Me senté a ver la tele con la familia como si nada, con la mente pensando en el desnudo que le había robado a mi prima, en sus tetas y su excitante barriga, en su culo gordo, solo imaginado y comprobado al salir del baño con su minifalda vaquera y sus botas negras hasta la rodilla. No podía pensar en otra cosa que no fuera esas tetas. Buf una autentica locura.
Pero claro, hay días, que las alegrías no vienen solas, y este, tenía otra sorpresa por llegar.
Cuando mi prima salió del baño, se preparó para salir a dar una vuelta con su marido y su hijo. Mientras tanto, su hermana, mi otra fantasía loca, la prima pequeña con las tetas gordas, que yo siempre había intuido bajo la ropa, pero que nunca había tenido la mínima posibilidad de ver, se dispuso a entrar en el baño a ducharse.
La cosa estaba complicada, pues era difícil, y me podía meter en un gran problema si me volvía a perder otra vez para mirar desde mi puesto de vigilancia. No tenía la menor posibilidad si mis primos no se iban, y mi mujer no seguía despistada hablando con la familia. Se metió en el baño a ducharse, pues había quedado con su novio para salir.
El tiempo pasaba, y los otros no se iban, no tendría tiempo de ver nada. Mas tiempo hasta que por fin, se fueron.
Yo esperé lo que se me hizo una eternidad, y prepare mi plan de nuevo. Esperaba que se volvieran a tragar mi ardid, así que fingí de nuevo la llamada de trabajo, y salí fuera a hacer con que tenía que hablar. Con el teléfono en la oreja, y habando en una conversación fingida, me fui directamente hacia mi puesto de observación. Al asomarme con todo el cuidado del mundo, no veía nada salvo las cortinas de la ducha, pero nada de mi prima y su cuerpo maravilloso. Espere, con todos los sentidos agudizados, por si alguien me pillaba, o por si ella decidía mostrarse en toda su esplendida desnudez. Y surgió de entre las cortinas del baño, con el pelo mojado y su cuerpo desnudo como siempre soñé. Con sus grandes pechos, con sus pezones completamente erizados. No tenia ninguna marca en su cuerpo, sin duda por la costumbre de hacer topless cuando estaba sola, no cuando estaba con todos nosotros su familia, pues entonces nunca se quitaba el biquini. Con biquini, estaba espectacular, pero son las tetazas al aire, estaba tremenda. Eran impresionantes, grandes, gordas, algo caídas por el gran peso, pero rotundas. Me intente asomar un poco a ver si podía tener la imagen de su culo o de su coño, pero la ventana me lo impedía, así que continué intentando hacer una fotografía mental de aquellas tetas que nunca olvidaría. Estuve allí durante un buen rato, en unos momentos que fueron súper excitantes, inolvidables. Creo que pocas veces en mi vida he estado tan cachondo como aquella tarde.
Luego, cuando considere que empezaba a estar en peligro y que corría el riesgo que me descubrieran, volví a dentro de la casa, y aparecí en el comedor con el teléfono en la mano protestando por que me llamaran para tonterías.
Nunca olvidaré aquel día, y los desnudos que les robé a mis primas. Espero que vuelvan los tiempos del verano y que con un poco de suerte tenga la ocasión de volver a tener un espectáculo igual. Ahora, cuando estamos juntos, no puedo evitar mirar disimuladamente sus tetas, imaginando los pezones que fueron míos aquella tarde.