Mirando a la limpiadora
Me masturbo viendo a la mujer que limpia el piso de enfrente.
Hoy, como todas las mañanas, mi mujer se fue a trabajar y yo me quedé en casa, teletrabajando. Como todos los días, ducha, café y delante del ordenador en albornoz, a veces ni siquiera me visto, hoy es uno de esos días en los que no me molesto ni en ponerme calzoncillos.
Por supuesto a media mañana decido hacer un descansito, es decir, me pongo a ver porno... no sé que ver, creo que ya he visto todos los tipos de porno que existen. Me debato entre poner un video al azar o rebuscar en el cesto de la ropa unas bragas de mi mujer para llevármelas a la nariz y disfrutar del olor de su coño mientras me hago una paja.
La idea de las bragas empieza a parecerme buena, la perspectiva de correrme en las braguitas sucias de mi mujer hace que empiece a ponérseme dura. Voy a por ellas al cuarto de baño.
Escojo las que llevaba puestas ayer, domingo. Por la mañana salimos a pasear y luego pasamos el día en casa, haciendo lo típico de un domingo, pero hizo calor y no se duchó después del paseo. Huelen mucho a coño. A estas alturas tengo la polla durísima, el albornoz medio abierto la ha dejado escapar y está apuntando al cielo. Vuelvo a despacho para seguir viendo algo de porno mientras me la casco, y entonces me doy cuenta de la ventana.
Vivo en una zona de playa, en un edificio que está dividido en dos partes, la mitad para alquileres vacacionales, la otra mitad para alquileres de larga duración (mi caso) y hay una señora que se dedica a limpiar las zonas comunes y los pisos de vacaciones. Es una mujer de 40-45 años, delgada, ojos claros y pelo lacio, rubio quemado por el sol creo que es del este, rumana o algo así. Sinceramente nunca he cruzado con ella más de dos palabras, siempre va muy desaliñada con la bata de limpieza por encima de un chándal o algo así.
A través de mi ventana veo el otro bloque, hay un patio que los separa, pero la visión es clara. Hace mucho calor y tengo la ventana un poco abierta para que ventile. Ella está justo en el piso de enfrente, se ve que está sudorosa y veo como se queda de pie, parada, se aparta el pelo de la cara, se hace una coleta y empieza a ajarse los pantalones, debe tener mucho calor. Se los está quitando de espaldas a la ventana y veo como se inclina con los pantalones medio bajados para quitarse los zapatos. Me presenta su culo en primer plano, apenas cubierto por unas bragas viejas, desgastadas. Tiene más culo del que pensaba, o quizá las bragas le quedan un poco pequeñas, porque se le clavan en la piel. Mi polla responde, me recuerda que está ahí, dura.
Me llevo las bragas de mi mujer a la nariz. ¿Olerá el coño de la limpiadora igual? seguro que no se ha duchado hoy, seguro que sus bragas huelen a sudor y coño. Me la empiezo a menear, la tengo durísima y en un segundo han empezado a surgir gotitas de líquido preseminal. Me estoy masturbando frente a la ventana con las bragas de mi mujer en mi nariz.
En el piso de enfrente la limpiadora se ha quitado ya los pantalones y ha vuelto a calzarse, parece que se ha acabado el espectáculo, así que vuelvo al ordenador y busco porno de cámaras ocultas sin dejar de echar un vistazo de cuando por la ventana.
Me masturbo lentamente, con esperanza de pase algo más, dos minutos después pasa,
veo como se afloja bata y se la quita, ya son las doce de la mañana y verdaderamente hace calor. Me acerco de nuevo a la ventana, polla en mano, y empiezo a pajearme con ritmo, la muy guarra no lleva sujetador. Ha dejado la bata encima de la cama y está limpiando en bragas veo como se agacha fregando el suelo. Sus tetas son pequeñas, pero se mueven ligeramente con el vaivén de la fregona. Empiezo a notar que voy a correrme y busco las bragas de mi mujer, voy a dejarlas llenitas de corrida. Ella sigue fregando, ahora de espaldas a mí, inclinada, las piernas un poco abiertas, alcanzo a ver unos pelitos que escapan al control de esas bragas viejas y sudadas, un reguero de humedad y sudor las recorre de arriba a abajo y hace que se adivinen los labios de su coño. No puedo más, me corro gimo sin poder evitarlo y bajo la mirada.
Chorros espesos de semen salen disparados desde mi polla, manchando las bragas de mi mujer y cayendo al suelo, la corrida es bestial. Mis jadeos se calman mientras me aprieto la polla para dejar caer las últimas gotas. Levanto la vista para despedirme de esas bragas viejas y ese coño sudado, de esas tetitas de pezones puntiagudos y me encuentro directamente con sus ojos mirándome. He hecho demasiado ruido... noto su mirada y mi polla empieza a ponerse dura otra vez.
Ella recoge su bata, se la pone sin dejar de mirarme y se da la vuelta, cuando sele del piso de enfrente atravesando el patio no me mira. Aquí no ha pasado nada.