Mirame y Dime Que Me Odias.

Entre miradas de odio competían por quien iba a salir con vida de ahí, pero entre las muchas miradas que se cruzaban hubieron dos que se toparon,misteriosamente no podían despegar la mirada el uno del otro,ambas invadidas de rabia pero presentían que bajo ese tenebroso manto habían muchas cosas más.

Antes de que comiencen a leer este relato daré un aviso:

El siguiente relato ya fue publicado hace algunos meses en la página, por descuido mío en una parte de la historia coloque el nombre de “Carlos” el cual provoco una gran confusión en la historia. Luego de subido este capítulo subiré el segundo que de igual forma ya había sido publicado meses antes pero en aquel también tuve una confusión de nombres (Lo sé al parecer se volvió algo natural XD) y en los diálogos ocurrió una confusión por el tipo de redacción que tome. Los errores anteriormente señalados fueron corregidos en la nuevas subidas y además decidí comenzar a subirlo de nuevo para que no le pierdan el hilo en este momento que tengo mucho tiempo para escribir.

No siendo más saludos y reitero y reitero mis disculpas por algo que se me salió completamente de control.


Los golpes ensordecedores salían de las campanas de la iglesia que se alzaba entre grandes ventanales y columnas del siglo XVII daban la señal que la misa de aquella muerte trágica por fin culminaba, personas vestidas de negro salían con parsimonia, mientras un féretro grisáceo era transportado por cuatro hombres, se les notaba en sus rostros demacrados el dolor oculto.

Una mujer de unos cuarenta años lloraba aclamando que la vida de su descendiente volviera al cuerpo frio que reposaba en la caja de madera. Todos los asistentes en silencio montaron sus vehículos para dirigirse al lugar del sepelio. Un joven con ojos grisáceos ya apagados era el que vestía un traje negro que hacían perfecto juego con sus labios morados y fríos, producto del golpe certero que le arrebató la vida sin el haberlo sentido: aunque impresione así sucedió, el solo sintió como sus luces se apagaron sin darle tiempo a dar un último suspiro.  Su cuerpo inerte acabo de ser subido y dio su marcha mientras los demás seguían su lento andar, mientras una alarma latigueaba el alma de sus seres queridos cada vez que sonaba.

Familiares, amigos, conocidos y hasta los desconocidos entraban con lentitud al tétrico cementerio solo ambientado por la luz ceniza, como si de una película antigua se tratase. Su féretro fue bajado lentamente del auto que lo transportaba, mientras su madre no despegaba su mirada rojiza de este, la cual se había ya quedado sin lágrimas de tanto derramarlas las últimas tres noches. Ahí parados mirando de un poco menos pero de igual forma se encontraban sus compañeros de estudio algunos lamentándose tal hecho, otros sin todavía poderlo asimilar y unos pocos sintiéndose culpables.

El cuerpo fue puesto en los barandales de hierro mientras que de los labios del anciano salían las palabras religiosas de despedida para aquel guerrero, su agua bendita empezó a esparcirse por la fina madera mientras se iba bajando al oscuro hoyo, su madre empezó a sentir como algo se quebraba en su interior cuando empezaron a cubrirlo con tierra, cada golpe de las piedras contra el ataúd era un duro golpe para todos, era como si de un golpe certero se tratara, frio y sin piedad.

Los gritos de su madre resquebrajada por su pérdida no se hicieron esperar, quería que el volviera sentirlo de nuevo, recostarlo en sus piernas, acariciar su cabello castaño, observar sus ojos pardos mirarla con amor y bondad. Pero ya no era posible y ese era el mayor golpe ante la realidad que se podida dar, su cuerpo ya no respondió mas, los días sin comer cobraron su factura dejando su cuerpo algo robusto entre los brazos de sus hermanos, una última lagrima de despedida salió de su lagrimal antes de quedar totalmente inconsciente.

Las últimas paladas de tierra fueron dadas, mientras la cruz blanca con letras negras fue enterrada junto con las demás coronas llenas de despedidas. Las personas se empezaron a retirar poco a poco, dándole lugar  a la soledad que día tras día invadía el lugar.

-¿Vienes? – Pregunto Paula mientras tomaba del brazo a Víctor.

-Todavía no me quiero ir – Dijo mirándola a los ojos – Sigan yo los alcanzo en un rato.

-Está bien – Dijo ella con una sonrisa comprensiva – Te esperamos en el carro.

El chico no podía despegar su mirada del nombre de su amigo, no había derramado una lágrima desde el día del incidente.

-Corran que nos cayeron los tombos (policías)!! – Grito un chico que se cubría el rostro.

Docenas de jóvenes corrían ante los gases lacrimógenos que se esparcían por el lugar, Víctor tomo a Iván del brazo forzándolo a correr, pero este no lo permitía, seguía haciéndole frente a los hombres con cascos que los reprimían.

-CARAJO VAMONOS IVÁN!! – gritaba Víctor mientras trataba de arrastrarlo con él, pero era casi imposible.

Los escudos cada vez se acercaban más, con sus portadores totalmente vestidos de negro, las piedras que volaban por el cielo cada vez eran menos, la resistencia perdía fuerza a cada segundo que pasaba, el chico quería seguir dando la guerra, siempre fue alguien muy obstinado pero eso esta vez no le estaba ayudando, con todo el dolor de su orgullo lanzo un madrazo al viento y emprendió la huida junto con su compañero. Sus piernas trataban de correr lo más que podían, eran rosados por gases y granadas, la adrenalina con el miedo crecía a cada momento, hasta que un golpe y un sonido empujo a los dos cuerpos hacia el asfalto, dejándolos casi inmóviles.

Víctor sentía que su cuerpo no  se podía mover, sintió como estaba cubierto de sangre, trato de abrir los ojos sin importarle los gases que hacían salir lagrimas involuntariamente, y allí lo vio, con los labios un poco abiertos agonizando poco a poco, sus ojos grises perdían cada vez más brillo al igual que su vida. Su compañero trato de levantarse a pesar del dolor tomo su rostro lentamente mientras le rogaba entre lágrimas voluntarias e involuntarias que no lo dejara, pero ya se cuerpo se dejaba de respirar.

-AYUDA!! – Gritaba Víctor desesperado ante todo- POR FAVOR AYUDENMEN!!

Seguía con sus lamentos desesperados al ver como el alma de su amigo se despegaba de su desangrado cuerpo.

Empuño en su mano la cadena que colgaba en su cuello, esta había sido de su difunto amigo durante mucho tiempo, solo recordar ese trágico momento lo hacía sentir una rabia incontrolable.

-Te juro – empezaron a salir de sus labios mientras el inferior temblaba levemente y las lágrimas amenazaban por escapar- Voy a descubrir quien hizo esto y lo hare pagar muy caro- Empezaron a resbalar por sus mejillas, nunca había sido alguien vengativo pero esta vez estaba seguro de lo que decía – Por tu vida, Iván- dicho esto se dio la vuelta y camino hacia la salida del cementerio, mientras que recordó algunas palabras para sí mismo, unas palabras que luego de un hecho casi igual el recordaría por toda su vida.

“Una reja de metal dividía mi mundo, solo observaba como corrían, estruendos los esparcían, pero ellos resistían. En mi interior crecía un impulso de apoyar, sentía que esa pelea no solo era de ellos, sino mía también.

Seguían los gritos, volaban piedras y metales por el cielo nublado, miraba como esos cuerpos forrados de cascos negros atacaban, reprimían a los gladiadores. Pero de pronto escuche un estruendo que me hizo arrodillar por instinto, miraba humo por todas partes, sentía como gotas calientes regaban mi rostro. Y allí tirado, agonizando se encontraba el, con el rostro pálido pero con los ojos fuertes e imponentes, aunque su cuerpo no se moviera, su piel perdiera color, su mirada se mantenía con esa viva llama de lucha.

Pase mi mano por la reja y aparte lentamente algunas gotas rojizas que lo aturdían. Alce mi mirada y allí estaban los ojos furiosos y victoriosos de ese hombre sin alma, vendido ante el dinero, y luchando contra su propio pueblo.

Lo que él no suponía es que pronto el chico tras la reja  vengaría a sus compañeros caídos...”

Las botas daban golpes secos al suelo, todas a la par, las miradas fijas hacia al frente de todo el escuadrón se dirigían con respecto ante sus mayores. El potente sol hacia que los cuerpos que se encontraban allí expulsaran algo de sudor, y que más se podía esperar sumándole los pesados uniformes que cargaban todos aquellos hombres fuertes por el entrenamiento a diario que se les ofrecía.

Con la mirada firme y la mente en otro lado estaba Jairo, un chico de ojos marrones, tez morena por el sol y sus mezcla de raíces, era humilde, no viendo ningún medio más para el progreso en su país se enlisto al ejército nacional. Su mayor anhelo era darle una mejor vida a su madre, la cual se había partido la espalda trabajando cada día de su vida para darle lo necesario a su hijo.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta como era llamado por uno de sus superiores, uno de sus compañeros le dio un pequeño golpe en el hombro para que reaccionara, este parpadeo y puso atención, dio un paso hacia adelante, uno a un lado y se dirigió hacia quien lo llamaba.

-Presente Mi Coronel – Dijo mirándolo firmemente simulando respeto.

-Descanse García – Frunció un poco el sello provocando que su rostro se vieran un poco más arrugas de lo normal – Me complace infórmale que su solicitud para pertenecer al Escuadrón Antidisturbios ha sido aceptada, en el día de mañana podrá hacer su traslado a la base indicada y comenzar con su nuevo puesto – terminaba de decir mientras en el rostro de Jairo se trataba de dibujar una sonrisa – Puede retirarse García.

Diciendo esto puso su cuerpo erguido dando media vuelta tomando su rumbo. Jairo no podía estar más feliz, había esperado alrededor de 5 años para esto, en ese tiempo había realizado los cursos correspondientes para asegurarse en tener todas las posibilidades de ingresar, realmente se sentía muy feliz tomo su celular y le marco a su madre.

-Hola  Mamá? – Dijo tratando de ocultar su entusiasmo.

-Hola mijo y esos milagros – Respondía una señora de unos cuarenta y seis años al otro lado de la línea.

-Le tengo una noticia –dijo mientras la sonrisa de su rostro cada vez se hacía más grande.

-Cuénteme cariño – Decía ya picada de la curiosidad.

-Por fin salió el accenso!! – Dijo la última palabra con más alegría que el resto de la oración.

-Si madre al fin salió… Vamos  a poder pagar más rápido la hipoteca de la casa – Comento con esperanza.

-Mijo no piense en eso que usted sabe que yo puedo pagarlo sola – Dijo mientras pensaba en lo apretaba que estaba económicamente – Usted aproveche esa platica extra para comprarse más ropita o algo.

-No mamá… No dejare que usted siga aguantando hambre por esa deuda – Ya estaba cansado de ver a su madre alcanzada cada mes solo por conservar la única propiedad que le había dejado su difunto marido.

-No aceptare ni un peso más – Dijo ella con obstinación.

-Esta discusión no pienso volverla a dar vieja – Ya estaba claro su objetivo y no iba a torcer su brazo solo porque ella no quería -  La quiero hablamos luego, la bendición.

-Está bien mijo, Dios lo bendiga y lo proteja – Dijo mientras quitaba de su oído el viejo celular que tenía.

Jairo se quedó pensativo ante la situación que estaba pasando en este momento con su madre, su padre solo le había dejado una casa hipotecada que a duras penas su madre podía pagar la mensualidad. Cuando él ingreso a las fuerzas armadas la situación empezó a mejorar un poco, pero el malestar seguía ahí como una llaga que crecía con el pasar de los meses, estaba esperanzado que con este nuevo puesto consiguiera a que su madre ya no se preocupara más. Sacudió su cabeza para despejarla y tomo rumbo a formarse de nuevo en las filas en su último día.

Cerraba su verde morral lleno de todas sus pertenencias, hoy ya se dirigía al nuevo cuartel para comenzar, se le acercaron sus compañeros de cuarto dándole apretones de mano, abrazos amistosos, deseándole la mejor de las suertes a su ahora antiguo compañero de cuartel, entre bromas salieron al patio dándose los últimos empujones mientras llegaba el transporte de Jairo hacia su nuevo destino, ingreso acomodando sus dos maletas mientras se despedía de ellos con un gesto de militar. El bus arranco mientras él soltó el aire que guarda en sus pulmones, miraba por la ventana como cruzaba la ciudad, pasaba por algunos descampados mientras llovía, solo por su mente pasaba la gran incógnita de que le esperaba, ¿sería que iba a ser bien recibido? ¿Esto se convertiría en un reto más para él? ¿Qué sorpresas le esperarían? A Jairo no le gustaba para nada los cambios de ambiente, pero ya se acostumbraría al nuevo lugar.

El viaje duro entre una hora hasta que miro como al bajarse del bus ante él se alzaba un gran campus lleno de pistas de entrenamiento, gimnasios y demás. Hombres musculados corrían tratando de pasar las pruebas que se les ponía, supervisores con los rostros serios solo vigilaban que todo estuviera en orden. Jairo se acercó a portería presento su carnet para pedir su entrada, en seguida luego de unas cuantas llamadas lo dejaron ingresar mientras le indicaban que debía presentarse primero a la oficina del Comandante, el asintió y siguiendo las indicación, rápidamente llego a la oficina dándole una razón al secretario que estaba a las a fueras.

Por la cabeza de ninguno de los que laboraban en ese gigantesco cuartel pasaba ni la más cercana idea de que ese secretario bajo de estatura, de sonrisa inocente y mirada cautivadora en horas de descansó se adentraba en el despacho de su jefe para que este le devorará desde la comisura de su boca hasta el anillo rozado que guardaban sus respingadas nalgas. Una pasión prohibida había crecido poco a poco ahí entre el joven y el maduro.

-Jairo espero unos minutos hasta que un hombre con una barriga pronunciada, cabeza rapada y de unos cincuenta años se ponía al frente.

-Se presenta el Patrullero Jairo David García Lora – Dijo el chico erguido mostrando respeto.

-Patrullero descanse – Dijo mientras lo miraba de pies a cabeza, le chico observo esa mirada haciéndolo sentir algo incómodo – El patrullero Ruiz aquí presente le hará llenar los últimos papeles de su ingreso, luego le indicara en donde se hospedara, ya puede retirarse desde mañana comienza su entrenamiento.

Se dio media vuelta desapareciendo tras la puerta de madera de donde salió minutos atrás.

-Mira firma en estos formularios – dijo mientras Jairo hacia las respectivas firmas – y listo, vamos te llevare a la habitación que compartirás – se levantó de su escritorio y camino delante de él, Jairo no podía despegar su vista del culo respingado que tenía Ruiz – Estos son los campos de entrenamiento – dijo señalando hacia unas pistas llenas de obstáculos y así prosiguió hasta mostrarle todo el lugar y dejarlo en el cuarto compartido.

Jairo ingreso luego de despedirse de Ruiz dándole las gracias, miro el cuarto que era mucho más grande del que compartía en su antigua estación, habían cuatro camas supuso que de tres eran las de sus compañeros, miro uno que estaba sin tendidos y se acercó a ella, empezó  acomodar todas sus pertenencias, mientras sentía como algunas voces se acercaban, tras la puerta apareció un hombre algo robusto con una camisa de tirantes empapada de sudor, al mirarlo se le acerco con una sonrisa.

-Vos debes ser el nuevo – dijo mientras extendía su mano – Bienvenido, los demás chicos llegaran en unos minutos – Se apartó mientras se despojaba de la ropa dejando ver un cuerpo realmente definido – Pero contarme ¿cómo te ha parecido el lugar?

-Pues hasta el momento muy bien, es mucho más grande que las estaciones en las que he estado – Dijo mientras terminaba de guardar las ultimas cosas.

-Si esto es mucho más grande que cualquier estación – se enrollaba una toalla cubriendo su desnudes  - Aquí te acostumbraras mucho, pero eso si te advierto la exigencia es mucho mayor aquí de igual forma el trabajo, ya tu sabes todas esos disturbios que nos mandan a controlar.

-Si tengo en cuenta eso – lo miraba fijamente a los ojos haciendo el mayor esfuerzo por no mirar los pectorales que se alzaban en su pecho – pero a esto hay que meterle fuerza.

-Claro que toca darle duro – dijo mientras sonreía tomando sus implementos de aseo – bueno te dejo nos vemos luego para darte el “tour” por todo el lugar, porque luego no lo vas a poder dar ni de gusto desde mañana comienza lo bueno – mientras salía de la habitación hacia las duchas.

Jairo sabía muy bien a que se iba a  enfrentar en el momento que ingresara allí, esta noche debía descansar muy bien porque mañana comenzaba algo mucho más fuerte. Se recostó un momento mientras de nuevo se le vinieron a la mente los ojos pardos de Carlos, sonrió ante el recuerdo, estaba desesperado por verlo pero no sabía cuando seria eso.

“Muy buenas tardes, estas son las noticias del medio día. El presidente Juan Manuel Santos acaba de lanzar la propuesta  a la reforma de la educación superior”  (10/03/2011)

“En otras noticias el sector universitario ha demostrado su descontento ante la Reforma de Educación Superior, por lo cual algunas universidades se han declarado en Asamblea Permanente, ya que consideran que esta propuesta da vía a que la educación se convierta en un negocio”(21/03/2011)

“Ultima hora, en este momento se está dando lugar a disturbios en la plaza de bolívar a causa de las manifestaciones que se desarrollan en todo el país por la reforma a la educación superior lanzada por el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos” (07/04/2011)

Se abrochaba sus botas, su traje negro y duro, estaba nervioso era la primera vez que se iba a enfrentar a una manifestación, tenía la respiración un poco agitada, los cuerpos protegidos por las armaduras negras se amontonaban en aquel gran camión, el motor resonó en el vació mientras de los pálidos labios de Jairo se desprendió un sutil vaho.

-¿Preparado García? – Le sonreía López mientras le daba una palmada a su traje – Nada de nervios a esos revoltosos con unos gases los acomodamos y si no pues a garrote para que respeten a la autoridad – dijo con aires de superioridad.

Jairo solo le hizo una media sonrisa, se levantó para coger su bolillo y escudo, tenía que calmarse para que nada saliera mal.

-Todo estará bien, solo serán unas cuantas horas – se decía a sí mismo para tranquilizarse.

-¿Bueno todos preparados para calmar a esos vándalos? – Dijo el comandante con una sonrisa recorriendo todo el lugar.

-Si mi comandante – respondieron todos a la par.

-Todos móntense al camión espero que no me defrauden – Decía mientras clavaba la mirada en Jairo notando su nerviosismo.

-¿QUIEN ES USTED?... SOY ESTUDIANTE… NO LO ESCUCHE… SOY ESTUDIANTE… UNA VEZ MAS… ¡SOY ESTUDIANTE! – Gritaban los miles de estudiantes que marchaban por las calles de la ciudad, marchando contra la barbarie del gobierno – SOY... SOY ESTUDIANTE… YO QUIERO ESTUDIAR PARA AYUDAR A LA SOCIEDAD… ¡VAMOS A LA LUCHA!

Allí estaba Víctor con sus ojos  llenos de lucha, la garganta seca y en sus manos reposaba una bandera, hoy estaba dispuesto a todo sin importarle las consecuencias. Mediaba la bandera mientras escuchaba los bolillos golpear contra los escudos de esos asesinos sin alma ni corazón, empezó a sentir como la adrenalina empezaba a invadir cada parte de su cuerpo, su corazón empezaba a bombear más sangre, cuando escucho los primeros estruendos se sacó su camisa negra para cubrirse la cara y en lugar de correr hacia atrás como los demás avanzo para encontrarse con el enemigo.

Golpeaba su bolillo contra el escudo imitando los movimientos de sus compañeros, las calles se teñían de un naranja avisando la llegada de la noche, caminaba lentamente mientras escuchaba al fondo los gritos de protesta de aquellos jóvenes sin camisa y con el rostro cubierto. El paso se empezó a acelerar, los músculos de sus cuerpos se tensaron.

Los golpes y los gritos cada vez se acercaban cada vez más, los enemigos no paraban porque sabían que de esa batalla tendría que salir un ganador. La sangre corría por sus venas y ya todos sabían a qué se enfrentarían hasta que quedaron frente a frente mirándose con sus ojos llenos de odio. Un golpe certero por parte de los jóvenes fue el comienzo de la batalla, las piedras volaban por todo el lugar, mientras era ambientado por los gases lacrimógenos, los golpes cada vez debilitaban a los opositores, entre miradas de odio competían por quien iba a salir con vida de ahí, pero entre las muchas miradas que se cruzaban hubieron dos que se toparon, misteriosamente no podían despegar la mirada el uno del otro, ambas invadidas de rabia pero presentían que bajo ese tenebroso manto habían muchas cosas más. Y en ese preciso momento la guerra exploto haciendo que las miradas contempladoras se dispersaran para seguir descargando su dolor y furia.


No siendo más espero que les guste, espero críticas malas y buenas para mejorar.

Saludos y Besos de Ricardo Morales Rojas, Riick :3