Miradas - Remasterizado - Capítulo 1

Compartí cuarto con mi hermana mayor cuando cumplí los 18, comencé a mirarla. He decidido hacer una remasterización del relato Miradas del autor Lovi, ya que dejó hace años este relato a medias.

Buenas a todos, antes de nada quiero dejar claro que el autor del relato original es Lovi, debido a su larga ausencia y lo que disfruté de su relato años atrás (ojalá se continue algún día) he decidido escribirlo de nuevo a mi modo. Si os gusta seguiré escribiendo el resto de capítulos y si la aceptación es buena podría darse la posibilidad de darle por fin un final (aunque no sea canónico) a este relato.

Este relato, aunque sigue la misma historia que su contraparte original, está cambiado en cuanto a su forma. Soy de otro país y por tanto he optado por escribirlo de tal manera que si lo escribiese yo. Aunque las conversaciónes son las mismas están ligeramente cambiadas.

Dicho esto espero que disfruten del relato, ¡un saludo!

MIRADAS de Lovi

---Capítulo 1---

Estaba por el quinto sueño cuando la dichosa alarma de mi hermana empezó a sonar, cuando se calló, la luz de la habitación se encendió obligando a desvelarme del todo así que me tapé la cara con la manta intentando volver a conciliar el sueño.

-Joder, apaga la luz y enciende la tuya- dije refiriéndome a la lampara de su mesilla.

-Se ha fundido la bombilla, enano, te aguantas- respondió Lia.

Gruñí mientras mis ojos entreabiertos alcanzaban a ver la silueta de mi hermana saliendo de su cama en pijama, me di la vuelta para no molestarla mientras se cambiaba.

Vale, vamos a hacer una pausa porque se lo que estáis pensando. Tu hermana de 19 años con un cuerpo envidiable se dispone a cambiarse la ropa a tu lado y tu... ¡¿Te das la vuelta?!

Pues sí, mis hormonas decidieron despertarse tarde y mientras todos mis amigos no hablaban de otra cosa que no sea tirarse a la primera tía que se cruce en su camino, yo ni siquiera había tenido mi primer sueño húmedo. Y no es que no supiera lo que es el sexo, simplemente aún no tenía curiosidad por esos temas.

Después de unos eternos minutos y una sucesión de ruidos mientras se arreglaba, por fin apagó la luz y se fue.

-Me voy ya.

-Hasta luego, cuidate- dije medio dormido.

-Tu también- respondió mientras cerraba la puerta.

Quiero hacer otro inciso para aclarar que mi hermana y yo no nos odiamos ni nada por el estilo pero al ser hermanos nuestra relación era algo distante.

Me dormí al momento y, en lo que a mi me pareció un instante, mi madre me despertó para bajar a desayunar, asi que con todo el dolor de mi corazón me levanté de la cama y empecé a vestirme con la ropa que me preparaba al pie de mi cama todas las noches.

Una vez salí de mi habitación, fui rumbo al baño para mear y lavarme la cara, siempre con agua caliente, pues el agua fría era mi peor enemigo por las mañanas. Cuando terminé fui hacia el comedor donde mis padres ya estaban desayundando.

-Y encontró a Carla con el tipo ese, ¿te lo puedes creer?- decía mi madre alarmada.

-Joder... pero a quien coño se le ocurre meter a un tipejo así a tu casa y dejar que duerma cerca de tu hija...- dijo mi padre con un deje furioso.

-Pero que era sobrino de Julia, ¿qué iba a saber ella?.

-Ah, que encima eran familia, a ese cabrón habría que castrarlo y encerrarle en la cárcel hasta que se pudra, que asco de gente...

-A ver, no eran primos de sangre, solamente políticos, era hijo de una prima segunda o algo así.

-Me da igual, mira que violar a Carla, es solo una niña.

-Tanto como una niña no, que ya ha cumplido sus quince y por lo que cuentan, para ser una violación no sufrió mucho que digamos- dijo con una sonrisa pícara.

Yo por mi parte prestaba atención a lo que decían mientras me intentaba enterar de las noticias porque sabía que mi padre me preguntaría de camino a clase.

-Leo, ¿tú no has oído nada?- me preguntó mi madre de repente- ¿qué piensas tu?

¿Qué pensaba yo? Pues que por lo que a mi respecta, Carla se puede acostar con todos los hombres del barrio, a mi la vida de esa chica no podía importarme menos y claro está, iba a mi instituto, pero a mi importaba cero si estaba embarazada o no, aunque con la fama que se traía fijo que si lo estaba.

-Pues no he escuchado nada- mentí. De Carla se decían muchas cosas, las cuales a mi madre le encantaría escuchar para luego poder chismorrear con sus amigas, pero mi padre me enseño que un hombre ve, mira y calla.

Si, mi padre era muy dado a los refranes, los usaba para transmitirme consejos, los cuales había aprendido a seguir para hacer que se sienta orgulloso de mi algún día.

-Como he dicho, la culpa es del padre por dejar que durmiera en la misma casa que su hija- dijo mi padre mientras tenía sobre mi una mirada aprobatoria, pues no había pasado desapercibida mi mentira.

-Ya pero es que una se confía, además, Leo duerme en la misma habitación que Lia.

-¡Eso es diferente!- mi padre alzó la voz tan repentinamente que mi madre se asustó un poco- Leo jamás haría algo así, que para eso lo he educado yo, el día que le ponga el dedo a una chica le corto las manos y luego me pego un tiro por mal padre, que para eso estamos nosotros, para evitar que nuestros hijos se conviertan en unos degenerados.

Dicho eso me dedicó una mirada enfadada.

-¡Oye que yo no he hecho nada!- me quejé del injusto curso que estaba empezando a llevar la conversación.

-Claro que no, Leo es muy buen niño- dijo mi madre mientras yo esquivaba un intento de beso en la cabeza.

-Que ya no soy un niño- dije mientras me reía por haber esquivado a mi madre.

-Aún lo eres y por tanto tus únicas responsabilidades son estudiar y jugar que ya tendrás tiempo para novias cuando empieces a trabajar. Aunque igual ya eres lo suficientemente mayor como para tener tu propia habitación, lo fácil sería dividir la vuestra pero se os quedaría muy pequeña a los dos. Podríamos hacerla en el jardín.

-Ah, eso si que no, mi jardín ya es demasiado pequeño y además, ha quedado precioso. Si quieres hacer otra habitación lo haces en el patio.

-¿Y donde pongo yo mi coche?

-Además si haces el cuarto no nos vas a comprar el ordenador, ¿no?- me colé en la conversación.

-¿Y tú qué sabes si te la iba a comprar o no?

-Pues Lia debería tener una para sus trabajos y a mi ya están empezando a pedírmelos en clase.

-Bueno, bueno, no hacemos nada, ya veremos cuando cumplas los quince- terminó mi padre la conversación.

Cuando terminamos de desayunar, mi padre me llevo al instituto. Las clases iban como de costumbre hasta el recreo, donde comía con mis dos mejores amigos, Javi y Jorge.

~Ellos también eran tranquilos, como yo, pero ya tenían las hormonas despiertas.~

-¿Que te pasa, Leo? Llevas todo el día cansado, ¿estuviste toda la noche con la Game Boy o qué?- preguntó Javi.

-Que va, si se la he dejado a Jorge.

-Cierto, cuando me termine el Spyro te la devuelvo, que me queda poquito.

-No te preocupes, si ahora estoy jugando al Resident Evil, así que no voy a tocar la Game Boy por ahora.

-Entonces, ¿por qué tienes tanto sueño ?- me volvió a preguntar Javi.

-Es mi hermana, todos los días me despierta a las tantas con su alarma y encima hoy ha encendido la luz para cambiarse, así que he dormido poco.

Jorge y Javi compartieron una mirada perversa.

-¿Tu hermana se ha cambiado delante de ti con la luz encendida?- preguntó Jorge.

Los dos habían venido muchas veces a mi casa, por tanto sabían que Lia y yo compartíamos habitación, lo que no sabían eran que se cambiaba conmigo dentro, en cuanto lo dije supe que había sido un error.

-¿Eh... habéis atrapado algún pokémon nuevo?- intenté cambiar de tema torpemente.

-A quién coño le importa, ¿has visto a Lia desnuda?- los ojos de Jorge estaban a punto de salirse de sus cuencas.

-¡Claro que no!, es mi hermana joder, que asco.

-Lia, ¿un asco? Pero si es la tía mas buena del mundo- aunque Javi era menos vulgar en estos temas, el comentario me molestó igualmente.

-¡Callaos ya! Que estáis hablando de mi hermana.- dije enfadado.

-Tranquilo Leo, que no iba a malas, pero es que es verdad que Lia está muy buena- dijo Jorge intentando calmarme a su modo, cosa que solo hizo que cabrearme más.

Dicho eso le solté un puñetazo en el hombro causando que se doblase un poco de dolor mientras se quejaba por el golpe.

-E! tranquilizate, es que es raro que la veas fea, quiero decir, si fuese mi hermana estaría todo el día babeando por casa.

-No es que la considere fea, se que ella es guapa pero me da cosa verla mientras se cambia, además, si mi padre de enterase me sacaría los ojos.

-Eso si es verdad, tu padre te mataría fijo- dijo Jorge mientras se seguía sobando el hombro- Pues podrías echar un vistazo- no parecía muy por la labor de dejar el tema.

Me quedé callado porque no quería seguir hablando del tema, me ponía bastante incomodo.

-Bueno pues si tú no quieres a lo mejor yo me apunto- dijo mientras le volvía a dar otro puñetazo en el mismo lugar.

-¡Qué no! ¡Deja de hablar de mi hermana, coño!.

-Calmaos ya los dos anda, Jorge deja de ser tan pervertido, que no te va a hacer ningún bien, y Leo, no nos culpes, Lia es muy guapa, tienes mucha suerte de tenerla como hermana.

Por esto siempre me ha caído mejor Javi, era bastante maduro para nuestra edad.

-Tu también tienes hermanas y no vas por ahí espiándolas.

-Si, pero son unas niñas, no es lo mismo.

Con esto terminamos por fin la discusión y nos centramos en comer y a hablar sobre videojuegos.

Cuando volví a casa, me puse a comer en silencio, mi madre se dio cuenta pero le dije que estaba bien. Terminé de comer y fui directo a mi habitación para tirarme a mi cama, me quedé mirando hacía la cama de Lia.

Por mi cabeza pasaba todo lo que había escuchado ese día, desde los primos que se habían acostado hasta el hecho de que mis mejores amigos me dijesen que mirar a mi hermana mientras se cambiaba de ropa era algo normal. Cierto era que mi hermana era guapísima, me pregunté a mi mismo: ¿Qué pasaría si la espiase por las mañanas? ¿Podría verla en ropa interior?

Y con estos mismos pensamientos, a cada cual mas sucios, me encontré con una erección, por primera vez en mi vida me estaba excitando conscientemente y lo peor, por estar pensando en Lia.

Me sentí fatal por esto y traté de tranquilizarme pero era imposible. Me quedé en la cama esperando hasta las cuatro, que es la hora a la que solía llegar Lia de la universidad.

Para entonces mi cabeza era un completo lio, no sabía si me estaba empezando a gustar mi hermana o solo eran tonterías causadas por lo hablado con mis amigos. Mientras la escuchaba comer en el comedor, tomé la decisión de que cuando entrase en la habitación, la miraría a los ojos y decidiría si me estaba empezando a gustar o simplemente la veía igual que siempre, como a una hermana.

Yo estaba casi seguro de que en cuanto viese a mi hermana, tan distante como siempre, me daría cuenta de que solo eran tonterías y seguiría mi vida tan normal. Qué equivocado estaba...

La puerta se abrió por fin y de los nervios casi me caigo de la cama.

-Hola, ya he llegado.

-Hola- dije intentando parecer indiferente.

Me quedé mirándole a sus ojos y joder, si que era preciosa, ese día llevaba puestos unos vaqueros ajustados y una camisa blanca que le marcaba mucho sus pechos y cintura, a través de esta se le podía ver el sujetador, también de color blanco. Papá no le dejaba vestir de esa forma pero Mamá le encubría, así que por las mañanas salía con un jersey o algo del estilo que le tapase bien y cuando salía de su casa se lo quitaba para vestir algo más sexy. Cuando volvía se volvía a poner la ropa y de esa forma Papá nunca se enteraba.

A mi me sentaba mal que le engañasen pero el mismo me enseñó que un hombre nunca iba por ahí delatando a la gente.

Volviendo al mundo real, Lia estaba delante de mí, más preciosa que nunca. Bueno, realmente era la primera vez que apreciaba lo bonita que realmente era, lo sexy que era su figura y el precioso cabello que era más propio de una princesa.

-Pensaba que mamá estaba exagerando pero a ti te pasa algo, ¿estás bien?.

-Eh... sí, solo un poco cansado- mentí.

-Bueno, eso espero, no preocupes mucho a mamá, ya sabes que eres su favorito.

Terminó de entrar a nuestra habitación, era la primera vez que pensaba en esta habitación como “nuestra”.

Entonces, Lia hizo algo increíble, tal vez siempre lo hacía pero hasta este momento nunca me había fijado.

Con naturalidad, se acercó a su armario y cogió una camisa rosa de manga larga, empezó a desabotonar la camisa que llevaba puesta. Yo, mientras tanto, la miraba hipnotizado sin que se diese cuenta. Cuando se quitó su camisa blanca, pude ver su preciosa espalda, era blanca y suave, tan solo cubierta con las tiras del sujetador, lo cual lo hacía más erótico. Con estas vistas conseguí una erección así que me puse en posición fetal para intentar ocultarla. Tardo un rato en ponerse la camiseta rosa, momento en el cual estaba deseando que se diese la vuelta para poder ver esos enormes pechos que por primera vez podía apreciar.

Cuando se giró, yo me di la vuelta lo más rápido que pude.

No sé si me había pillado pero no dijo nada.

Pasado un minuto escuché como ponía música en el estéreo que le habían regalado el año pasado y empezaba a estudiar. De nuevo, me quedé mirándola embobado.

Tal que así pasaron los minutos, ella por un lado estudiando y yo observándola como si de una obra de arte se tratase. No podía comprender como podía haber tardado tanto en darme cuenta de lo bonita que era, empecé a recorrerla con la mirada, desde sus labios, sus ojos, su pelo, el cual estaba recogido en una larga coleta, hasta su piel, sus pecas e incluso sus lunares. También debo admitir que lo que más me atrapó fueron sus pechos, grandes, redondos y preciosos, tenía unas ganas enormes de abrazarla por la espalda y coger uno con cada mano para sentir su textura y peso.

Y cuando más embobado estaba apreciando a mi recién descubierta princesa, ella se dio la vuelta.

-¿Por qué me estás mirando tanto?- dicen que las miradas pesan así que supongo que debe de ser cierto.

-No te estoy mirando- le respondí muerto de vergüenza mientras me daba la vuelta para mirar el techo en un intento de ocultar el rubor de mi cara- Solo estaba mirando a la nada.

-Pues pensaba que me estabas mirando a mi, estás muy raro hoy, eh.

-¿Tu crees?- pregunté mientras me daba cuenta de que incluso su voz era tan bonita como ella.

-A esta hora siempre estas con la Play o leyendo algún libro de los tuyos.

-No me pasa nada, solo estoy pensando.

Lia seguía mirándome, intrigada.

-¿Es guapa?

-¿Eh?- pregunté sin saber a que se refería.

-La chica en la que tanto estás pensando, que si es guapa.

Durante un segundo me quedé en shock, no sabía como lo había adivinado pero decidí que lo mejor era no ocultarlo.

-Sí, muchísimo- La miré a los ojos, por alguna razón quería que supiese que me refería a ella.

-Pues hablale, no eres feo, aunque la verdad es que tu tamaño no ayuda mucho- dijo riendose.

-Ni que tu fueras muy alta- dije molesto por el comentario.

-Más que tú si.

Gruñí para mostrar mi enfado.

-Atrevete a decírselo, estás ya en la edad, os vais a dar unos cuantos besos y en dos días adiós.

Moví los hombros en silencio para quitarle importancia.

Lia se rió por lo bajo y volvió con sus estudios, yo por mi parte salí de la habitación con mi mochila para hacer mis deberes, ya que si me quedaba dentro volvería a quedarme embobado mirándola.

El día pasó conmigo en completo silencio, al llegar mi padre cenamos y al terminar me bañé para por fin ir a la cama.

En la cama me arrope con las mantas y espere a que Lia entrara para cambiarse. El corazón me latía a mil por hora de solo imaginarme la situación.

Fue una decepción enorme cuando la ví entrando ya con el pijama puesto, se había cambiado al salir de la ducha, procedí a hacerme el dormido.

Ella tardo un poco en prepararse para dormir, se secó el pelo, lo peinó y, cuando se puso desodorante, la habitación se llenó de un aroma femenino. Aunque no conseguí verla en ropa interior, estaba feliz de poder verla, cada gesto de ella me fascinaba.

Cuando terminó de prepararse se acostó y apagó las luces.

En un principio no pude dormir, estuve inquieto sin parar de moverme en la cama, sudando, por fin era consciente de quién dormía a mi lado. ¿Y si me levantaba y le acariciaba?

Definitivamente estaba loco.

El sueño acabo venciéndome pero fue un sueño bastante movido, lleno de imágenes de Lia, de su cuerpo.

Me sentía muy caliente, tenía ganas de estallar mientras todo lo que podía pensar era Lia, Lia y Lia. Desperté en el momento justo en el que estallé, el orgasmo arrasó mi cabeza y me quedé en blanco, mi cuerpo se arqueaba de placer.

Y pensar que todo ha sido producido por el deseo hacía mi hermana mayor...

Cuando me calmé, vi que tenia toda la ropa interior manchada de mi corrida. Con todo el sigilo posible me levante y fui al baño a limpiarme. Volví y lo primero que vi fue a Lia dormida, era como ver a un ángel dormir.

Traté de volver a conciliar el sueño como pude intentando dejar de pensar en ella.

Estaba claro, Lia se había convertido en mi obsesión.

Bueno, hasta aquí el primer capítulo. Hacedme saber en los comentarios que os ha parecido y si os gustaría que continuase con la adaptación de este relato.