Miradas que matan ( parte2)

Os dejo aquí la parte II. Espero que os guste :) Dos chicas se encuentran, se buscan con la mirada y obtienen lo que buscan: un poco de juego, sexo y liberación.

Siento que estoy en el paraíso. Si en estos momentos desapareciera, estoy segura que no me importaría. Tu mano juega con mi pezón erecto y tus labios buscan los míos en una pasión desenfrenada. Mi espalda se arquea aún más. Siento una constante palpitación entre mis piernas. No sé si aguantaré antes de que el roce de tus dedos o la caricia de tu lengua me toque.

No siento ni veo donde estamos, tampoco me importa. En estos momentos lo único que me importa es captar al máximo tu contacto, que el tiempo no pase jamás.

Me miras con ardiente pasión. Tus ojos expresan lujuria y ese constante deseo de conseguir lo que una quiere. Me muerdo el labio. Me estás torturando y lo sabes. Gimo sensualmente y tu te relames el labio con absoluta suavidad.

Ambas estamos vestidas, pero aunque estemos solas, sabemos que no es buena idea que nos quitemos la ropa. Y una de mis fantasías siempre ha sido hacerlo con ropa...

Un ligero cosquilleo me recorre por todo mi cuerpo y me despierto de la ensoñación. Me estás mirando de una forma muy provocativa. Tu mano está jugando por encima de mis pantalones, observando las reacciones que van sucediendo a su paso...

Mis mejillas están algo sonrojadas, necesito un orgasmo, y lo necesito ya. Me muevo sensualmente contra tu mano, que está colocada entre mis piernas, jugando levemente, mientras me sonríes. Niegas con la cabeza cuando yo intento cogértela para que me des lo que necesito en esos momentos.

  • Todavía no. – contestas.

  • Dios, no voy a poder aguantar, digo frustrada.

  • Lo harás, estoy convencida.

Dejo escapar un gemido frustrado, ante esa respuesta y cierro los ojos. Te inclinas hacia mí y me dices en el oído:

  • Te quiero totalmente entregada a mí.

Falta poco. Quiero que disfrutes esta deliciosa tortura, porque yo lo estoy haciendo.

Muerdes mi cuello con absoluta pasión, dejándome unas visibles marcas. En esos momentos me importan poco. Tu lengua juega con mi sensible oreja, haciéndome temblar de placer y deseo. Es uno de mis puntos débiles.

Estoy harta. NO puedo más y ella está jugando conmigo, con mis reacciones y con lo frustrada que estoy. Me separo de ella y la miro furiosamente.

Se ríe ante mi reacción y me dice:

  • Venga, que sé que estás disfrutando de esto tanto como yo. Se muerde el labio, mirándome de arriba abajo.

Intento contestarle algo, pero me es imposible. Ella sonríe.

  • ¿Sabes? Estás preciosa cuando te enfadas.

Te acercas a mí con paso lento, sabiendo que te como con la mirada. No sabes lo que me estás provocando.

Pero sí que lo sabes. Demasiado bien. Te inclinas hacia mí, besándome levemente, atrapando tus labios en los míos, mordisqueándolos con suavidad, lamiéndolos como si de un helado se tratase. Al separarte de mí, observas que estoy algo aturdida. Me llevas hacia la pared y me aprisionas contra mí. Estoy indefensa y a tu merced.

Ahora siento que estás más apasionada, y eso me gusta.

  • Quiero que gimas, preciosa, quiero escuchar tus gemidos saliendo de tus labios. Quiero que me veas cuando llegues al orgasmo, dices taladrándome con la mirada.

Colocas una pierna entre las mías, dándome en el punto más necesitado. Gimo demasiado alto, y tu me tapas la boca levemente:

  • Recuerda, puedes gritar, pero no demasiado o atraeremos a los clientes.

Contesto con un bufido. No es justo. Me está provocando y lo sabe. Está jugando otra vez conmigo, teniendo el poder.

  • Dios, exclamo.

  • ¿Sí?

  • Por favor, por favor, suplico.

  • Pronto.

Me desabrochas lentamente los pantalones, sin dejar de mirarme, mientras que con la otra mano, me acaricias levemente el pecho, que al instante reacciona ante sus caricias. No dejo de mirarte, estoy ansiosa, lo notas y pasas la lengua por los labios provocativamente.

Tu mano de desliza suavemente por debajo de éstos, acariciándome por encima de mis braguitas. Notas la humedad y dejas escapar un suspiro que llega ante mis oídos y todavía me encienda más. Dios, esa voz.. Me encantaría poderla escuchar mientras...

Niegas con la cabeza, notando lo que estoy pensando.

  • Hoy no, me dices sonriéndome.

¿Sabes? Estás tan caliente y húmeda para mi... Mmm, me encantaría saborearte, pero primero quiero jugar un poco contigo.

¡No!- pensé, jugar otra vez? No creía que pudiera soportarlo aún más, pero tu sólo te dedicas a observar mi reacción. Tu dedo empieza a jugar por los alrededores, haciendo que mis caderas se unieran a tu juego.

  • Eso es nena, muévete para mi.

Me muerdo el labio, buscando más presión, más placer, pero tu me lo vas negando poco a poco, y yo voy perdiéndome en esa fuente de locura y placer.