Miradas que matan (parte 3)

Tercera parte y desenlace.

Siento el retraso de la historia, pero he estado un poco ocupada. Bueno, aquí os dejo la parte 3, esperando como siempre, que os guste ;)

Abro los ojos, nublosos de placer y frustración. Llevo mucho tiempo sintiendo tantas sensaciones placenteras que noto que si pronto no consigo la liberación, me va a dar algo. Es una sensación, pero es tan intensa que creo que voy a gritar.

Tu mirada me sonríe. Tu dedo aún permanece allí, sin intención de moverse.

Intento forzar a que tu dedo se mueva, para que veas lo que siento, mi frustración, mi pasión… todo junto allí abajo. Te acercas a mí peligrosamente y me besas mordisqueándome suavemente el labio inferior. Gimo por la sorpresa y aprovechas para hundir tu dedo otra vez en mi profunda cueva. Mi gemido se pierde entre tu boca. Parece que llevas anhelando ese sonido durante mucho tiempo. Me muerdes con más fuerza esta vez y mi grito es media sorpresa entre el placer y el dolor.

  • ¡Ah!

Sonríes mientras vuelves a lamerme mi lastimado labio. Sé que no vas a hacerme daño, aunque esa faceta tuya la desconocía. Mezclar ese dolor placentero… jamás lo había experimentado.

  • Chupa. Dice sonando como una orden, sin serlo realmente.

Saca lentamente su dedo empapado, dirigiéndolo a mi boca. Arquea la ceja como diciendo: Hazlo.

No tengo más remedio que obedecer y tampoco me importa puesto que me gusta mi sabor. Abro la boca y su dedo se hunde en ella. Únicamente se oyen los chup chup mi boca junto a su dedo. Finalmente saca el dedo, limpio, aunque sigue habiendo el rastro peculiar de mi esencia. Ella lo dirige a su nariz y lo inspira.

  • Se me hace la boca agua.

Siento mis mejillas enrojecer.

  • ¿Sabes que me ha gustado mucho verte lamiéndome el dedo? Dices con voz gutural.

Niego con la cabeza. No sabía eso. No sabía muchas cosas de ella( ahora que intentaba pensar, sin mucho éxito).

  • ¿Quieres un orgasmo?

Mi cabeza asiente, incapaz de pronunciar palabra alguna.

  • Por favor, imploro con mi mirada y cuerpo.

  • Está bien. De todas formas, yo tampoco puedo aguantar mucho todo esto. Eres más adictiva de lo que pensaba. Me sonríe y enloquezco.

Vuelve a pasar su mano entre mis piernas, que la acogen impacientes. Su dedo finalmente encuentra mi ansiado montículo y empieza a acariciarme, lentamente. Me susurra al oído:

  • Agárrate a mí, no sea que te caigas, y ambas no queremos eso, ¿verdad?

Debe de ser un chiste, ya que se ríe, aunque luego vuelve a concentrarse.

Mis caderas se alzan otra vez, implorando que deje de jugar de una vez. El maldito juego ya tendría que haber finalizado para dar paso a la pasión y al deseo.

  • Oh… dejo escapar sintiendo los espasmos de placer inundándome, al sentir su mano moviéndose en mi hinchado sexo. Me susurra un: estás muy húmeda, que provoca que enloquezca aún más y le muerda con fuerza el hombro. Gime ( por segunda vez, no estoy segura) y siento que mi cuerpo se vuelve aún más líquido.

Nos besamos otra vez apasionadamente, mientras ella, ya lejos de querer jugar, arrebata contra mí, tocándome, a punto de explotar.

  • Eso es, muévete, jadea… llega por mí, me susurra finalmente, notando mis primeras contracciones anticipando el brutal orgasmo que amenazaba en llegar.

Sentir esa maravillosa voz llena de pasión, es la gota que colma el vaso y finalmente sin poderlo evitar, grito, jadeo, gimo de forma demasiado escandalosa ( lo pienso luego, no en el mismo instante) y siento el orgasmo invadiéndome. El fuego líquido me atraviesa y arqueo todo mi cuerpo buscando más contacto, que no se hace esperar y me provoca un segundo.

Todo mi cuerpo se convulsiona, me siento agotada. Pequeñas perlas de sudor corren por mi cuerpo libremente. Mis mejillas están sonrojadas y mis ojos oscuros por el placer. Necesitaría estirarme en la cama ahora mismo – pienso.

Siento que ella retira cuidadosamente la mano, esperando que yo sea consciente de lo que va a hacer a continuación. No le importa esperar. Cuando mis ojos se abren casi al completo, lleva su mano caliente y mojada a sus labios, probando, sin dejar de mirarme. Gimo otra vez y en consecuencia el lugar entre mis piernas, palpita de nuevo.

Sonríe a consecuencia de eso, pero unas personas nos interrumpen ese momento y tanto ella como yo, sonreímos nerviosas ante lo que ha acabado de ocurrir y se puede palpar en el ambiente. Ambas sabemos que el encuentro ha terminado.

Me sonríe y se acerca a mí. Noto su cálido aliento contra mi oreja y gimo.

  • Gracias por el encuentro. Ha sido especial.

  • Si que lo ha sido, le concedo.

Me sonríe y la veo alejarse lentamente a lo largo del pasillo.

No la volví a ver. Nunca volví a sentir lo que ella me hizo sentir con ninguna otra persona, ni de cerca ni de lejos, aunque se acercaba a lo que ella me había hecho vivir.

Aún cuando paso por delante de ese sitio, todo mi cuerpo se estremece y parte de mí anhela que esté allí, esperándome, pero sé que no estará. La he buscado durante mucho tiempo, sin éxito.

Una misteriosa mujer, sin duda. Ahora lamento no haberle preguntado el nombre, de qué trabajaba, lo que fuera. No tengo nada de ella, solo recuerdos y cierto dolor en mi corazón que sé que permanecerá ahí para siempre.

¿FIN?

Nunca se sabe…