Miradas que matan ( parte 1 de 3)
Primera parte ( aclaro que es un relato cortito, que disfruteis de la lectura y que espero que os guste). Cuan poderosa es una mirada. Dos chicas se encuentran, se buscan con la mirada y obtienen lo que buscan: un poco de juego, sexo y liberación.
Miradas que Matan
Parte I (relato cortito)
Me miras, te miro.
Tu mirada es ardiente, la mía pasional. Ambas nos estamos buscando y comiendo con la mirada.
Observo que tus pupilas se dilatan, ansías ese contacto y esa pasión que llevas tiempo sintiendo. Sabes que yo estoy igual. Sonríes provocativamente y te muerdes el labio. Sabes que me encanta cuando haces eso. Noto que tiemblo de deseo.
Cómo me encantaría cogerte y atraparte contra la pared y devorarte. Hacerte mía, y sólo mía.. Hacerte gemir, hacerte suspirar, hacerte estremecer de placer, con sólo tocarte, tu suplicarme más y temblar.
Quiero perderme en tu boca, tu lengua, tus pechos, tu cintura, quiero besar todo tu cuerpo, amar cada rincón de tu piel y no dejar nada para besar, lamer y mordisquear. Ansío escuchar tu voz pidiendo y clamándome más y más... Todo mi cuerpo ya está reaccionando al imaginarme todo eso. Dios, me estás volviendo loca y lo sabes.
Te levantas muy lentamente, sabiendo que yo te estoy observando. Te giras suavemente y con una mirada depredadora, das a entender que te siga, pero no ahora. Espero.
Esperaré lo que haga falta, porqué ahora sé que tu también sientes lo que siento yo, en la misma intensidad.
Transcurren unos segundos o minutos, aunque para mi son horas. Suspiro, intentando controlarme, sabiendo que estoy a un paso de traspasar la barrera de la locura. Las piernas me tiemblan, y mi corazón me late a mucha velocidad. Siento una constante palpitación entre mis piernas que amenaza en volverse a más.
Recorro el camino que ella antes ha realizado, sintiendo su aroma y sintiendo esa impaciencia que me está comiendo viva...
Sé lo que va a pasar, y sé que nadie ni nada me va a detener.
Con el corazón a mil la veo a lo lejos, haciéndome una señal con el dedo. No hay apenas nadie a mí alrededor, lo cual es una suerte. No me gustaría tener que dar explicaciones de porqué dos chicas se van al servicio juntas, aunque eso siempre ocurre. Suspiro. Mi mente está algo espesa. Lo siento, pero me da igual. ¿Para que la necesito? Me pregunto. Únicamente necesito toda mi capacidad física y eso está al cien por cien. Necesito respirar, siento que me va a dar un ataque.
Estoy a punto de llegar y se me hace eterno. Me doy la vuelta esperando que no se haya visto nada fuera de lo normal. Por suerte, todo el mundo está ensimismado bailando y hablando. Me entra aún más ansiedad. Me muerdo el labio. Todo parece que marche genial. Me apresuro y finalmente abro la puerta lentamente.
Dejo escapar un gemido al notar que alguien tira de mí bruscamente y me estampa contra la pared. Eres tú.. Tienes una mirada depredadora en la cara. Cierras la puerta con pestillo y después te aprietas contra mí. No me dices nada, pero es que no hay nada que decir. Gimo al notar todo tu cuerpo caliente, sensual moviéndose, ansiando más contacto. Sonrío. Mi sonrisa es juguetona. Tu sonríes también, pero no me dejas hacer nada más.
Tu boca se apodera de la mía con una facilidad sorprendente. Pareces saber que hacer realmente. Me mordisqueas los labios suavemente, tirando de ellos. Tus manos me acarician apasionadamente por todo mi cuerpo. Arqueo la espalda incapaz de hacer otra cosa que dejarme ir. Te acercas a mi oído y me susurras algo que hace que yo sienta aún más presión entre mis piernas. Inconscientemente me muevo hacia ti, atrayéndote, pero tú niegas con la cabeza, divertida. Suspiro de frustración. Te necesito, suplico. Sigues negando con la cabeza.
- Por favor...
Te relames los labios. Tu mirada nuevamente se encuentra con la mía. Te acercas a mi cuello y me lo muerdes con fuerza, sin hacerme daño. Gimo de placer al sentir el contacto de tus dientes contra mi piel. Dios, es tan excitante. Pasas tu lengua por donde segundos antes has clavado tus dientes. Me estremezco.
- Estás temblando, me dices con la voz ronca de placer.
Me muerdo el labio.
- Quiero que tiembles aún más de lo que estás ahora mismo, me dices con una sonrisa maliciosa en el rostro.
Te aprietas contra mí y pasas una mano lentamente por debajo de mi camiseta. Toda mi piel arde y sé que estás jugando conmigo. Sabes perfectamente como me estoy sintiendo en estos momentos y lo estás aprovechando al máximo. Me desabrochas lentamente el sujetador sin dejar de besarme los labios, y finalmente siento que me acaricias los pechos, que reaccionan al instante, duros como el acero. Sonríes con aire de suficiencia al sentir esa sensación y lo aprietas contra tu mano. Suspiro otra vez con los ojos cerrados. Los abro un momento al sentir que te alejas de mí. Estoy a punto de decir que no te vayas, cuando contemplo algo sumamente que me deja sin palabras.
Me levantas levemente la camiseta y con un gesto sumamente erótico empiezas a chupar mi pecho que ansía tu boca, tus labios, tu lengua.
- Dios... digo agarrándote del pelo para que profundices el contacto.
Estoy sintiendo tantas cosas que me es prácticamente imposible centrarme. Tu otra mano me agarra de la cintura.
Siento tu penetrante mirada clavándose en mi. Te encanta escucharme gemir y pedirte más. Anhelas más. Como yo. Sabes que me estoy volviendo adicta a tus caricias y tú a mis gemidos.