Miradas: Prendido
La visión de una mujer hermosa, excitante. Un recuerdo. Un deseo... (microrelato)
En ocasiones una mirada esquiva y unas palabras amables pero distantes te prenden el deseo y aunque sabes que no es el camino no puedes evitar llamar a la puerta, casi suplicar. Cosas de la desesperación. La mirada huidiza es morena y profunda. La vi caminando, ligera, decidida, pero no llegué a tiempo de alcanzarla y se coló en su coche. Hacía tiempo que le había perdido la pista. De hecho, me había abandonado el cosquilleo en la memoria que me producía su imagen atlética, el cuerpo brillante por el agua de la piscina dibujando sus curvas.
De repente estaba allí de nuevo y me atrajo con la voluntad perdida. Llovía. Pero ella estaba a cubierto. Sentada al volante. Me acerqué sonriente. Con mi mejor pose de galán, algo empañada por la lluvia caía sobre los cristales y por el escorzo inverosímil que tuve que adoptar para asomar la cabeza y al tiempo sostener el paraguas sin perder la compostura.
Ella me reconoció y sonrió. Será que… Ya no pude apartar la mirada de sus ojos, del leve escote que se insinuaba tras la blusa negra estratégicamente desabotonada hasta el límite de la cordura. De las piernas que escapaban al control de la minifalda grisácea que se subía ligeramente por su posición a los mandos del vehículo.
Decidí arriesgar. No tengo nada que perder. Si se acuerda de mi igual es porque se fijó en mí. Sé que está casada pero, siempre puede abrir la puerta del coche e invitarme a pasar. No tengo edad para perder el tiempo y es realmente hermosa. Lo siento. La sangre bulle a toda velocidad. A las mujeres les gusta que te intereses por su vida. Pero no, deja de mirar sus piernas, que se va a incomodar.
Me alegro de saludarte. Hasta la próxima… dijo