Miradas intensas, capítulo 3
Solo espero que esta vez me lo publiquen
Miradas intensas
Sam: vamos a dormir pero mañana de mí no te libras.
Yo: de ti nunca me quiero librar, te quiero.
Capítulo 3
Dormimos abrazadas, nunca había estado tan bien con una chica, me sentía relajada, estar a su lado era como si me olvidara de todo lo que me rodea, era una sensación que no sabía cómo explicar, una sensación que nunca tuve y que quería seguir teniendo y además con Sam ella era la chica perfecta para mí y que no dejaría escapar. No la quería despertar se veía tan linda, pero tenía que hacerlo, antes de que mis padres me llamaran o entraran por sorpresa, tenía que tener cuidado. La desperté de la mejor forma posible a besos, se empezaba a mover poco a poco, empecé a tocar su hermosa carita de ángel y ahí fue cuando se despertó.
Yo: buenos días princesa.
Sam: así da gusto despertar.
Sam se acercó a mí para abrazarme y darme un beso, yo no me podía resistir a esos besos me encantaban. Le dije que teníamos que vestirnos, ella no quería irse, pero yo tenía que cumplir lo que le prometí a Tatiana. Nos vestimos y bajamos a la cocina donde mi madre estaba preparando la comida. Mientras comíamos mi mamá le empezó a preguntar que qué estudiaba, cuantos años tenía, y a Sam se la veía tan tímida, tan mona que casi no sabía que contestar. Acabamos de comer y la saqué de ahí para llevarla a su casa, ella estaba feliz, tenía esa sonrisa que me enamora, y esos ojos brillantes que son hermosos. Antes de salir le di un beso porque después no se lo podría dar, de camino a su casa a ella no se le sacaba la sonrisa y a mí tampoco, para que negarlo cada día me encantaba más. Cuando estábamos llegando a su casa vi a la chica rubia esa con la que me había tropezado el otro día, pasó por nosotras y a mí ni siquiera me miró pero a Sam la quedó mirando fijamente como si la conociera.
Yo: ¿quién era esa chica? ¿Y por qué te miraba así?
Sam: una de mi clase a la que le gusto y quiere estar conmigo.
Yo: ¿y tú quieres estar con ella?
Sam: no, yo solo quiero estar contigo.
Yo: a esa chica me la encontré el otro día cuando iba a mi casa, tropecé con ella y me empezó a insultar, no parece buena chica no te juntes con ella.
Sam: ella no es mi amiga, es amiga de una que va en mi clase, pero ella no lo está así que no te preocupes.
Yo: me preocupo porque te quiero y quiero que estés bien.
Me dio un abrazo y un beso en la mejilla eso me tranquilizó, le dejé en su casa, mañana la vería otra vez, yo estaba feliz aunque me molestó lo de la chica rubia. Me fui a mi casa, y tan pronto llegue que mi mamá me dijo que fuera a hacer la compra, que mala suerte tengo con lo poco que me apetecía hacer algo. Cogí el dinero y me fui a comprar, cuando estaba llegando vi a Sam, ella no me vio y decidí seguirla. Estaba esperando a alguien y esa persona llegó era ella, la chica rubia pude ver cómo le plantaba un beso y ella no se apartó, me fui llorando con el corazón roto en mil pedazos.
Samantha
Me llamo Samantha, mis amigos y amigas me llaman Sam, tengo 17 años y estoy estudiando bachiller. Soy pelirroja, de estatura mediana, buen cuerpo, muchos chicos quieren ligar conmigo, pero a mi ellos no me interesan, y por ahora ninguna chica me llamó la atención.
Las clases no me van bien por eso mi madre quiere que venga una niñera a cuidarnos, yo no quería que nadie me cuidara, no necesitaba a nadie o eso creía.
Escuché timbrar y al abrir la puerta me quedé mirándola, ella una chica guapísima que se me quedó mirando y por un rato estuve así hasta que volví a la realidad.
Yo: hola ¿quién eres?
Desconocida: Me llamo Mireya vine a hablar con Tatiana que me dijo que viniera a esta hora.
Yo: mamaaaa preguntan por ti.
Mamá: ¿quién?
Yo: se llama Mireya
Mamá: ah sí voy ahora dile que pase a la cocina y que espere.
Yo: vente, siéntate ahí.
Mireya: ¿cómo te llamas?
Yo: Samantha ¿y de que quieres hablar con mi madre?
Mireya: venía por el trabajo.
Yo: ¿trabajo? ¿Qué trabajo?
Mamá: ya estoy aquí, ¿tú eras Mireya no?
Mireya: si
Yo: ¿alguien me va a decir a por que trabajo viene?
Mamá: viene a cuidar de ti y de tu hermano, necesito a alguien que os ayude con los estudios.
Yo: a mí no hace falta que me ayude nadie y menos esta tía.
Mamá: os va a cuidar ella digas lo que digas y le tendrás que hacer caso.
Me fui a mi habitación no sin antes echarle una mirada a Mireya, estaba enfadada yo no quería que nadie cuidara de mí, aunque he de decir que esa chica es muy guapa y que me gustaba, por eso estaba dispuesta a conquistarla, tenía algo de especial no era como las demás. Esa noche no pude dormir mucho, estaba nerviosa y era por ella.
Al día siguiente me levante temprano que tenía clase, me vestí, desperté a Erik y fuimos a desayunar. Cogimos el bus y cuando llegué me fui con mis amigas, estaba toda tranquila hablando con ellas cuando se me acerca Susana una chica de pelo rubio con mal carácter, que estaba colada por mí y no era capaz de quitármela de encima.
Susana: tengo que hablar contigo.
Sam: yo no tengo nada que hablar contigo, ya te dije que no voy a estar contigo así que olvídame.
Susana: ni siquiera me diste una oportunidad.
Sam: es que no me gustas no eres mi tipo de chica, no puedo estar contigo.
Susana: está bien, pero esto no quedará así.
Yo no hice mucho caso, fui con mis amigas para clase, las horas pasaban lentas, no estaba de humor, y no paraba de pensar en Mireya, la vería hoy y estaba nerviosa. Antes de salir de clase veo que un número desconocido me llama, le dije al profesor si podía ir al baño para poder atender a la llamada. Contesté y era la chica rubia, me empecé a poner nerviosa, no sabía qué hacer, corté la llamada y apagué mi móvil, volví a clase como si nada hubiera pasado. Acabaron las clases, esperé por Erik y fuimos al bus, llegamos a casa y mi hermano del hambre que tenía entró corriendo.
Erik: holaaa tengo un hambre.
Yo: hola
Mireya: hola chicos ¿qué tal las clases?
Erik: bien vamos a ir de excursión el lunes que viene.
Mireya: ohh que bien me alegro mucho ¿y a donde vais a ir?
Erik: a ver un museo y no sé qué más.
Mireya: venir a comer hay pollo con patatas a ver si os gusta.
Mireya: ¿y qué queréis hacer esta tarde? ¿Tenéis deberes?
Erik: yo sí y muchos.
Mireya: ¿y tú Samantha?
Yo: ehh no, no tengo. Me voy a mi habitación.
No podía mirar a Mireya porque sé que sabía que yo estaba mal y sé que acabaría llorando así que fui a mi habitación encendí mi móvil y tenía varias llamadas perdidas de Susana, me puse nerviosa, empecé a llorar y me quedé dormida. Cuando desperté empecé a abrir los ojos y allí estaba, sentada en mi cama, me quedé mirándola y me acerqué a ella para besarla pero ella se apartó.
Yo: lo siento pensé que querías… ya sabes… fui una tonta al pensar eso.
Mireya: escúchame no eres ninguna tonta, yo tengo que hacer mi trabajo que es cuidaros, y no sabía que eras lesbiana.
Yo: si, eres la única que lo sabe, por favor no se lo digas a mis padres.
Mireya: no se lo diré tranquila puedes confiar en mí. ¿Por qué llorabas?
Yo: porque discutí con una amiga y no me sentía bien.
Mireya me dio un abrazo que me encantó, me dijo que todo se arreglaría, yo no le pude decir la verdad, no sé por qué, pero no se lo dije. Nos propuso a mí y a mi hermano y a dar un paseo, cuando estábamos sentadas le dije a Erik que fuera a comprar chuches y le di dinero para que nos dejara a solas porque quería hablar con ella.
Yo: Mireya sé que te gusto, que no me quisiste dar el beso porque no quieres perder tu trabajo y veo como me miras, yo quiero estar contigo dame una oportunidad, no perderás tu trabajo.
Mireya: yo es que no sé qué decir, me gustas y mucho pero va a ser complicado llevarlo en secreto.
Yo: por favor dame una oportunidad, te lo demostraré.
Mireya: acepto, pero que ves en mí para que yo te gustara si eres guapísima.
Yo: para mí el físico no lo es todo se te ve cara de buena persona y tienes algo que me atrae que no sé lo que es pero lo descubriré.
Mireya: eres un poco loca.
Yo: no sabes cuánto, pero ya lo irás comprobando.
Mireya: (Cuando me dijo eso me guiñó el ojo, esa chica tiene algo de especial y lo averiguaré). Vámonos a casa que ya viene tu hermano.
Llegamos a casa, le dije a Mireya que viniera a mi habitación, cuando estaba dentro cerré la puerta y la besé, pensaba que se apartaría, pero no lo hizo, le di un beso que quería que nunca acabara, era maravilloso, me encantó sus labios eran tan ricos que nunca había probado unos así.
Yo: me debías un beso y besas muy bien, pero quiero más ven.
Mireya: no, esto no está bien, tu madre va a venir.
Yo: ¿no te gustó el beso?
Mireya: claro que sí me encantó, pero aquí nos podrían pillar.
Yo: está bien, bajemos que mi madre no tardará en llegar.
Llegó mi madre y Mireya se tuvo que ir, la mire a sus ojos preciosos que tanto me gustaban, luego me fui a mi habitación pero me faltaba algo, y recordé que no le pedí el número de móvil, así que cogí el de mi madre y le envié un mensaje. Le pregunté si quería quedar mañana y me dijo que si a las 5 en el parque.
Llegó el día pero mi madre casi no me deja salir, me costó convencerla por eso llegué tarde, fui corriendo y cuando la vi a punto de irse le hablé y le tapé los ojos.
Yo: ¿a dónde ibas hermosa?
Mireya: pensaba que no vendrías.
Yo: pues aquí estoy.
Le di un beso tierno, apasionado como le gustaban a ella, seguimos besándonos como si el tiempo se detuviera, no quería parar de besarla, pero recordé que me tenía que ir, que mi madre me vendría a buscar. Mireya no quería que me fuera así que me propuso quedarme en su casa, acepte sin dudarlo, me dijo que convencería a mi madre cuando viniera.
Llegó mi madre Mireya le dijo que se encontró conmigo porque yo estaba esperando a que viniera la madre de una amiga. Mi madre dijo que no había problema porque me quedara en su casa, pero me dijo que Mireya me llevara a mi casa mañana por la mañana. Se puso a llamar a su madre le dijo que se quedaría a dormir una amiga en su casa. Llegamos a su casa, cenamos y nos fuimos a su habitación, ahí le empecé a hacer preguntas.
Yo: ¿dónde dormiré yo?
Mireya: puedes elegir tienes dos camas.
Yo: ¿cuál es la tuya?
Mireya: yo siempre duermo en la de la ventana pero me da igual.
Yo: vale pues yo ya lo decidí.
Me acosté en mi cama la que estaba cerca de la ventana.
Mireya: ¿y cual decidiste?
Fui junto a ella, me puse encima, empecé a besarla, metí su mano por debajo de su pijama hasta llegar al sujetador, ella me ayudó a desabrocharlo, me sacó la parte de arriba del pijama dejando ver mis pechos medianos. Después siguió ella,me hizo lo mismo, luego estuve un rato acariciando y mordisqueando sus pezones que tanto me gustaban, estaba excitándome y ella lo sabía así que decidió tomar el mando y se puso encima de mí. Me besó sin dejar de tocar mis pechos y fue bajando su mano, se paró en mi ombligo, siguió besándome y su mano llegó hasta mi pantalón y ahí fue cuando paró y me pidiópermiso porque no quería hacerme daño.
Yo: sigue por favor no te pares, quiero que mi primera vez sea contigo.
Mireya: ¿tu primera vez?
Yo: si soy virgen, pero sigue por favor me encanta como lo haces.
Mireya: no te haré daño te lo prometo.
Puso mi mano por debajo de mi pantalón y empezó a acariciar mi clítoris, estaba empezando a temblar, me sacó el pantalón y las bragas dejando ha descubierto mi sexo medio depilado. Bajó su cabeza a mi entrepierna yo no me esperaba que me iba a hacer eso así que le pregunté.
Yo: ¿qué vas a hacer?
Mireya: darte placer, te gustará, no te preocupes.
Yo: confió en ti.
Con su lengua recorrió mi clítoris, me estaba dando placer y cada vez me mojaba más así que me metió un dedo dentro de mí que me sorprendió, entró con tanta facilidad que me metió otro con cuidado de no hacerme daño, estaba disfrutando le dije que siguiera. Metió y sacó esos dos dedos despacio y cada vez más rápido luego paró y me besó.
Mireya: ¿te gustó? ¿Te dolió?
Yo: Me encantó, me dolió un poco pero valió la pena. Te quiero Mireya.
Mireya: y yo a ti Sam, quiero estar a tu lado.
Yo: vamos a dormir pero mañana de mí no te libras.
Mireya: de ti nunca me quiero librar, te quiero.
Dormimos abrazadas estaba tan bien con ella, fue una noche que nunca olvidaría y me hizo sentir especial, ella es un amor y la quiero muchísimo y no la voy a perder.Estaba dormida cuando siento que alguien me da besos, me hago un poco la dormida y después abro mis ojos.
Mireya: buenos días princesa.
Yo: así da gusto despertar.
La abrazo y le doy un beso. Me dijo que teníamos que vestirnos, yo no quería irme, pero no podía meter a Mireya en problemas. Nos vestimos y bajamos a la cocina donde su madre estaba preparando la comida. Mientras comíamos su mamá me empezó a preguntar que estudiaba, cuantos años tenía, y yo estaba toda cortada y tímida, que casi no podía contestar. Acabamos de comer y me llevó a mi casa, yo estaba feliz. Antes de salir me dio un beso porque después no se lo podría dar, de camino a mi casa no paraba de sonreír y ella tampoco. Cuando estábamos llegando a mi casa via Susana la chica que me acosaba, pasó por nosotras y me quedó mirando fijamente.
Mireya: ¿quién era esa chica? ¿Y por qué te miraba así?
Yo: una de mi clase a la que le gusto y quiere estar conmigo.
Mireya: ¿y tú quieres estar con ella?
Yo: no, yo solo quiero estar contigo. (No le mentí de verdad la quería y tarde o temprano le tenía que decir la verdad sobre Susana)
Mireya: a esa chica me la encontré el otro día cuando iba a mi casa, tropecé con ella y me empezó a insultar, no parece buena chica no te juntes con ella.
Yo: ella no es mi amiga, es amiga de una que va en mi clase, pero ella no lo está así que no te preocupes.
Mireya: me preocupo porque te quiero y quiero que estés bien.
Le di un abrazo y un beso en la mejilla para que se tranquilizara, me dejó en mi casa, mañana la vería otra vez. Cuando estoy en casa miro mi móvil y tenía varias llamadas perdidas de Susana, y dos minutos después me llega un mensaje.
Susana: quedamos dentro de 10 minutos cerca de la tienda si no vienes será peor.
No contesté y decidí ir, quería acabar con esto de una vez, dejarle las cosas claras, llego al lugar donde quiso quedar ella y no veo a nadie, alguien me sorprende por detrás, me doy la vuelta era Susana y me planta un beso mordiéndome el labio, me dolía no me pude ni apartar, como pude después me intenté librar y la empujé, ella me empujó después a mí y me caí al suelo que estaba cubierto de barro, ella me dijo que esto no quedaría así y se fue corriendo. Yo no pude parar de llorar, quería ir ver a Mireya, pero creo que es mejor que no se entere no la quiero preocupar, así que decidí irme a mi casa. Al llegar me estaba esperando mi madre le dije que me caí, que me llamo una amiga y fui junto a ella, y le dije que Mireya no tenía nada que ver que ella me dejó en mi casa. Del castigo no me libré, estaría toda la semana en casa, a ver cómo le explicaba a Mireya lo del castigo le tendría que decir la verdad.