Miradas Capitulo 4: Mientras no miran
Navidad se acerca, Lía y yo también nos acercamos más.
Muchísimas gracias. Nunca pensé que recibiría tanto apoyo de ustedes, enserio me quede sorprendido cuando note que tenía comentarios, y al leerlos aún más complacido, cuando todos ellos eran de ánimo, y halagos que no creo merecer, espero no decepcionar a nadie, seguiré escribiendo de eso no tengan miedo, y tratare de mejorar cada vez, a lo que se refiere en mis horrores de ortografía no prometo nada, soy muy malo en ello pero tratare de pasar el corrector de Word más a conciencia a ver si así mejora.
Otra cosa digna de mencionar es que hay lectoras entre aquellos que comentaron, creo, pues con los nicks tan raritos de algunos no podría asegurar nada (agradecería que pusieran al final su género para si en alguna ocasión me dirijo específicamente a alguno lo haga de manera correcta), eso me agrada profundamente saber que puedo atraer la atención de mujeres con mis letras espero seguir contando con su lectura.
Finalmente tengo que hacer mención especial a:rubicon, rcastillo, Ellos dos al parecer nunca comentan, una muy mala manía que comparto, por lo mismo se cuánto significo para ustedes el tomarse esos momentos para animarme a seguir escribiendo, sé que no lo hubiesen echo de no ser porque esperan más relatos de mi parte, así que gracias y prometo tratar de subir lo más pronto posible.
AnMagazine, warttog: Hola chicos o chicas ¿? Ahora ven por qué lo de los géneros, bueno ustedes sí que me sorprendieron, mira que registrarse solo para dejarme una nota, Dios, me sonroje cuando leí eso, casi empiezo a creer que si soy bueno en esto, enserio muchísimas gracias, se el tiempo y lo molesto que es crear una cuenta, que yo sea el responsable de eso me llena de orgullo, pero también de una responsabilidad que me pone un poco nervioso, espero que los siguientes capítulos sean de su total agrado.
Carita feliz, no te olvide pequeña, creo por tu forma de escribir, muchísimas gracias por esas estrellitas, y bueno primero será terminar esta odisea que al paso que voy, va a durar un rato, pero escribir relatos ficticios no estaría nada mal, me has hecho pensar, y ya en mi mente se está cocinando algo, por supuesto que en esta categoría si es que llego a escribirlo, y si lo hago el primero será dedicado a ti. Si eres un chico lo mismo pero sin el coqueteo ¿vale?
Ahora si adelante.
Miradas
Capitulo 4: Mientras no miran
Como ya dije la relación entre mi hermana y yo había cambiado totalmente, y después de ese beso cambio aún más.
Yo no deje de pensar en el beso durante los días siguientes y solo rezaba para que ella me diera otro, y así llegaron por fin las vacaciones, y con ellas las posadas, aquí en mi país antes de navidad, se hace en la noche una posada en alguna casa del barrio, una posada no es otra cosa que una pequeña fiesta donde los anfitriones dan ponche, aguinaldos, tamales, y los niños rompen piñatas, todo mientras se cantan villancicos y cosas así.
Mamá nos llevaba siempre, casi a todas las posadas, ella jamás se perdería una ocasión como esa para enterarse y divulgar chismes del barrio.
En una de esas posadas paso la siguiente aventura, Lía y yo desde que teníamos vacaciones pasábamos casi todo el día en la casa, pues sus amigas de la universidad vivían en otros pueblos, y yo aunque podía visitar a mis amigos casi siempre prefería quedarme con ella, en esos días no solo nos concentramos en nuestro apetito erótico, ya no eran solo miradas en silencio, ahora platicábamos, largas charlas, pues nos dimos cuenta que no sabíamos gran cosa uno del otro así que comencé a conocerla, su vida sus amistades, sus sueños, y miedos, lo confundida que nuestra relación la ponía, ella también comenzó a conocerme más, se dio cuenta de lo introvertido y huraño que era con las personas que no conocía o no deseaba conocer, que a pesar de solo tener dos amigos para mi eran hermanos, le contaba en las noches antes de dormir cuentos que había leído a veces libros completos, aunque híper reducidos, ella se quedaba escuchándome embelesada y al final me decía que casi podía ver las imágenes de tan bien que me expresaba.
Bien, regresando a la posada, ya era tarde todos los presentes tenían un ponche en sus manos, para calentarse de la fría noche, los niños (por supuesto me refiero a los de 12 años o menos pues yo a mis catorce aún era considerado un niño por casi todas las personas a mi alrededor) quemaban cuetes (fuegos pirotécnicos), y los adultos se juntaban en grupos para hablar de sus cosas.
Los jóvenes, ósea las personas de 17 años a 23 más o menos, se juntaban en un estrecho grupo para beber licor, y estarse besando, la mayoría de ellos terminaría la velada embriagándose.
Yo estaba en un limbo, sintiéndome demasiado grande para jugar con los niños a sus juegos infantiles y demasiado pequeño para unirme a los veinteañeros, y bueno como ya dije los chismes nunca han sido lo mío. Así que me aleje de todos ellos lamentando que ni Jorge ni Javi hubiesen ido. En eso estaba, recargado en una pared de la casa donde daban la fiesta, bebí un poco de mi poche y con la mirada busque a mi querida hermana, hace un momento estaba al lado de mi mamá, pues ella no conocía a nadie de los de su edad.
Pero mi vista vagó en vano por aquel patio lleno de gente, pues mi adorada Lía no estaba por ningún lado, decidí caminar para buscarla, no había dado ni dos pasos cuando unas manos me cubrieron los ojos, y aunque parezca mentira supe antes de que ella hablara, que era Lía, su aroma la delataba.
-¿Quién soy?-pregunto coqueta.
-Mmm... Déjame pensar.-hice una pausa, escuchando su respiración detrás mío, ella se acercó un poco más a mí, y sentí sus enormes pechos en mi espalda-¿La chica más linda del mundo?
La risa que dejo escapar era cristalina y pura, hermosa.
Aun cubriéndome los ojos acerco su boca a mi oreja, rosándola con los labios.
-¿En serio? ¿Eso piensas? ¿No quieres probar con otra respuesta?
-Mmm... No sé, si no es la más linda del mundo, entonces es un ángel.
Ella de nuevo se rio, y por fin me quito las manos de la cara, volteé parpadeando, y ella estaba ahi de pie toda hermosa y abrigada, era increible que aun con ropa abrigadora y gruesa sus curvas se marcaran tan perfectamente.
-Pues solo soy yo.
-Entonces las dos respuestas son correctas, ¿qué me gane de premio?
-No sé, ¿qué quieres?-me dijo coqueta.
Mi corazón ya hace rato que estaba latiendo de una manera nada natural, pero cuando escuche esa pregunta, definitivamente dio un salto.
Fingí que me quedaba pensándolo, me acerqué a ella y parándome de puntas le susurre.
-Un beso-me alejé de ella todo sonrojado, ella también se había puesto roja.
Me miro un poco sorprendida, supongo que sabía que quería pedirle eso, pero que no me atrevería.
El silencio se extendió unos segundos ella bajo la mirada, y después de un rato murmuro.
-No... No sé... no está bien...es que...-su tartamudeo me pareció de lo más hermoso.
-No te preocupes si no quieres no, con verte me basta.
Ella de nuevo se sonrojo.
-Mamá me envió por unos cigarrillos, aunque seguro que si papá se entera no le aria mucha gracia.
-No, supongo que no-era verdad el fumar era uno de los vicios secretos de mi madre.
Salimos a la calle, vimos a unos niños jugar al futbol aun a esas horas de la noche, alumbrados por las farolas del callejón.
Caminamos en silencio, ella de repente saco una mandarina, y pelándola me dio la mitad, metí mi mitad completa en la boca, me gusta poder beber todo el jugo de golpe.
Cuando termine de comerme mi fruta ya habíamos llegado a la esquina dimos la vuelta, y ahí a media cuadra estaba la tienda, pero todo el callejón estaba a oscuras, las farolas de ahí no servían, típico en mi país.
Lía se acercó a mí, y yo me sentí bien de que ella se sintiera segura a lado mío, lo cual me hizo pensar que tal vez sería buena idea meterme al gimnasio o a alguna escuela de artes marciales.
Mi corazón saltaba acelerado, tenía a la mujer que me tenía loco a mi lado, y solo caminábamos en silencio, mi mente me gritaba que la tomara de la mano. Y lo hice, ella al sentir mis dedos buscando su mano la alejó, de golpe.
Mi corazón se saltó un latido y algo como una punzada de una aguja me atravesó el pecho, se dice que el corazón es solo un musculo que se ama con el cerebro, pues explicarme por qué su desaire me dolió en todo el corazón.
Me sentí miserable, enojado, triste.
Llegamos a la tienda y ella pidió la cajetilla de cigarrillos, yo me quede afuera no quería que con la luz, viera que mis ojos estaban cristalinos, por lagrimas que quería retener.
Ella salió yo evite su mirada, deje que se adelantara unos pasos y la seguí pero manteniéndome atrás.
Miraba al suelo así que no me percate que ella había dejado de caminar para ponerse a mi lado, solo me di cuenta cuando su mano busco la mía y entrelazo sus dedos con los míos.
Mi corazón de nuevo corría feliz.
Era increíble que ella tuviera tal control de mis emociones.
Cuando estábamos a medio callejón, el oscuro.
Ella violentamente, me metió en medio de dos carros estacionados, y me pego de espaldas a la pared.
Quería ver su rostro pero la oscuridad era mucha, ella se acercó a mí, y susurrando.
-Estás loco enano... pedirme que te bese... este tonto...-pero su rostro cada vez se acercaba más a mí, podía respirar su aliento. -pero...
Y me beso, de nuevo nuestros labios se juntaron, esta vez no me tomo tan de sorpresa así que no iba a desperdiciar esta oportunidad.
Mis labios también siguieron el juego, y el instinto que creo yo llevamos dentro todos los humanos, me indico como responder a sus besos. Sabía a mandarina.
No sé si se puede decir que fue un beso largo o mucho besos cortos, pero fue de lo más delicioso en mi corta vida, me di cuenta que Lía tenía la cualidad de dar besos muy húmedos, sé que a otras personas les disgusta eso pero a mí me fascinó.
Su saliva se colaba por mis labios aun sin usar nuestras lenguas.
Se separó de mí, los dos estábamos agitados, la mire, mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad.
-Te a...-ella me callo con otro beso.
-Shh-me silencio-esto es solo un juego ¿vale?, solo estoy ayudando a mi pervertido hermanito a aprender un poquito, para cuando tengas novia solo es eso, solo estamos jugando entiendes?
Yo quería decirle que no, que yo no estaba jugando, que cada segundo que pasaba con ella me enamoraba cada vez más, pero supongo que al ser ella seis años mayor quería lavarse un poco la culpa de lo que estábamos haciendo.
-Sí, solo un juego-repetí como perico.
De nuevo ella me tomo de la mano y fuimos caminando a la fiesta me soltó cuando entramos a la luz de las farolas, destapo la caja de cigarrillos y saco tres, me los dio.
-venga vete ahí- me señalo un rincón oscuro-si mamá te ve así ya quiero ver que pasa-me señalo el pantalón, y en ese momento me di cuenta de mi erección.
Súper avergonzado me di la vuelta y camine a la oscuridad.
Ella entro, mientras yo recargado en un auto trataba de tranquilizarme.
Respire profundo, varias veces, y me di cuenta que mis manos temblaban.
Mi cuerpo entero, mi cerebro, y creo que hasta mi alma estaban en éxtasis.
Hasta esa noche era solo yo quien comenzaba estos coqueteos, siempre yo el que le daba halagos y piropos, yo el que la sorprendí con regalos caros.
Y creí que así seguiría que ella a cambio de mis atenciones solo me dejaría verla, admirarla desde lejos.
Y para mí era suficiente, no era ambicioso, pero ahora ella también estaba reaccionando, y de qué manera.
Aun sentía sus suaves labios sobre mi piel, quería gritar de alegría, quería de nuevo besarla, estaba eufórico, necesitaba más.
De verdad necesitaba mas, me di cuenta que o me aria adicto a sus labios o ya lo era.
Y no era una exageración para hacerla sentir bonita, era real sentí como una necesidad física querer besarla de nuevo, justo en ese instante, se había ido hace dos minutos y ya la extrañaba.
Algo en mi cabeza me advirtió que estaba entrando en terreno peligroso, que me detuviera, que esas emociones eran demasiado profundas demasiado rápidas para ser normales. Pero callé a esa voz.
Estar en eso logro tranquilizar mi cuerpo, me reí de mí mismo, un beso y ella podía ponerme duro.
La vi salir de nuevo y se dirigió hacia mí.
-¿Ya más tranquilo nene?-era la primera vez que me llamaba nene.
-¿Y estos qué?-evite responder, enseñándole los cigarrillos-¿desde cuándo fumas?
-Hace poco y no mucho, mamá me da algunos cuando le compro las cajetillas, supongo que a cambio de no decirle a papá, ¿tú le dirás?
-¿Tu qué crees?-la mire ofendido
-Por eso me... caes bien-corrigió al último minuto.
Sonreí como un tonto, estuvo a punto de decirme que yo le gustaba.
Lía tomo un cigarrillo lo encendió con un mechero que saco de su pantalón lo cual me hizo preguntarme si de verdad fumaba poco.
La primera calada la soltó hacia el cielo y se quedó mirando las estrellas, yo miraba algo más hermoso, su rostro.
Ella se dio cuenta.
-Siempre me estas mirando-me sonrió-¿no te cansas?
-Nunca me cansaría-de verdad debía controlar mi lengua, no debía acostumbrarla a recibir tanta atención.
Ella se puso roja.
-Venga enano, vas tu-me paso el cigarrillo.
Yo lo mire como si me estuviera ofreciendo algo podrido.
-No seas miedoso
Tome el tabaco, y con torpeza me lo metí entre los labios, aspire fuerte, y...
-Cof Cof...-me estaba ahogando, mis ojos de nuevo lagrimeaban pero esta vez de dolor.
Ella se moría de risa al verme dar arcadas.
Cuando me tranquilicé, y ella dejo de reírse le regrese el cigarro.
-Es asqueroso ¿cómo les gusta fumar?-dije con toda honestidad.
-Cuando aprendes, se siente mejor y te relaja, al menos a mí me relaja.
Ella seguía fumando, mientras los ruidos de los niños jugando nos rodean, y al fondo villancicos.
Me sentí tan feliz en ese momento, como si por fin empezara a comprender por qué tanto alboroto por la navidad.
Ella encendió otro de los cigarros con la colilla del anterior.
Me tomo de la mano y nos dirigimos más al fondo, más a lo oscuro.
Mis nervios de nuevo se dispararon.
-Venga te enseño como se hace. -Me recargo contra un auto, de nuevo ella llevaba las riendas, se acercó a mí, tomo otra calada de humo, acerco su rostro al mío, creí que me besaría de nuevo, pero lo que hizo fue abrir mis labios con sus dedos y exhalo el humo dentro de mi boca esta vez, no fue como mi fumada de golpe, fue paulatino, de a poco.
Aun así el humo me escocia.
Cuando se le acabo el humo, me miro a los ojos.
-acostúmbrate al humo primero, a su olor, a que no te pique en los ojos.
De nuevo fumó, y de nuevo me echo el humo en el rostro, esta vez ya no me parecía tan asqueroso, que igual tener el bello rostro de mi hermana a tres centímetros podía ser la razón.
Así estuvimos un rato, hasta que se acabó el cigarrillo.
Yo me moría por un beso y nuestros rostros casi se tocaban, ella encendió el ultimo, casi estuve a punto de decirle que fumar tanto le causaría algo malo, pero me mordí la lengua, no era momento de ser lógicos.
-Esta vez te lo pasare a la boca trata de tragarlo- dio una fumada y de nuevo me beso, abrí mis labios y sentí como el humo entraba en mi boca, ella se alejó y me miro yo trague el humo, lo sentí seco y rasposo pero contuve las ganas de toser.
Ella se quedó mirándome, después de mucho rato su rostro se quedó confundido, y yo también, ¿que estaba esperando ella?
-Ya sácalo te vas a ahogar.
-Sacar ¿qué?-pregunte ingenuamente, ya desde hacia unos segundos trate de expulsar el humo como ella hacia pero nada salio de mi boca.
-el humo que va ser
-No sale nada, ve- y sople para demostrarlo, encogi mis hombros.
-Que raro, lo normal es que salga casi naturalmente, lo tragaste hacia tus pulmones ¿verdad?
-Y yo que voy a saber Lía
Ella de nuevo me miro extrañada.
Le dio otra chupada al pitillo, y me beso de nuevo, y de nuevo comí ese nocivo humo, si ella me besaba yo bebería veneno mismo de sus labios.
Se alejó y espero, trague y espere, y nada.
-¿Pero que demonios?- me miro claramente extrañada.-Creo que te lo estas tragando con la panza, en lugar de respirarlo con los pulmones.
-Pero tú me dijiste que lo tragara, además como controlo a donde enviar el humo.
Ella no me contesto, tiro el cigarrillo y lo pisó.
-Supongo que hasta para eso eres raro-me sonrió.
Yo no me consideraba raro o especial, pero si ella lo decía pues que se le iba a hacer.
Después de un rato note que ella bajaba su vista a mi pantalón, me moví incomodo, lo bueno es que estaba tan concentrado tratando de fumar que no me excite.
-Perdón-me dijo ella-es que me sorprendí hace rato, no creí que te pusieras así por un beso.
Yo bajé la mirada avergonzado, muy avergonzado.
Ella lo intuyo, no sé si por mi reacción o solo ese instinto de mujer, pero lo descubrió.
-¿Fue tu primer beso?-lo dijo entre incrédula y sorprendida, refiriéndose a un beso de verdad no como el pico de su cumpleaños-no me lo creo
Yo más humillado y avergonzado no podía sentirme.
Ella vio mi gesto porque de nuevo se pegó ama y me abrazo.
-Perdón, es que no creí que yo fuera tu primer beso-la abrace también de la cintura.-No eres feo, ¿cómo es que no has besado antes?
No quería contarle que ella fue la primera chica en gustarme así que en venganza de su burla, Me le avente y le robe otro beso.
Ella sonrió.
-Bueno pero aprendes muy rápido por lo que veo.
La mire a los ojos y ella a mí, estábamos a punto de besarnos de nuevo cuando un pelotazo golpeo el carro donde estábamos recargados, y nos rompió nuestra burbuja.
Volvimos a la fiesta, la pasamos juntos, comiendo cacahuates, y frutas, bebiendo ponche e intercambiando miradas cómplices.
Cuando estábamos en nuestras respectivas camas esa noche, no pude contenerme y le pregunte.
-¿Seguiremos jugando?
Ella sabía a qué me refería.
-Mmm... No sé, si te portas bien tal vez sí, pero solo cuando nadie mire ¿ok?
-De acuerdo respondí.
-Duerme con los angelitos me dijo ella-otra frasecita de la familia.
-Pues claro, duermo al lado de uno desde siempre.
La escuche reírse alagada.
-Eres un tonto.
Y si, ella tenía razón yo era un tonto.
Las posadas acabaron y con ello llegó noche buena, eran las siete de la noche y todos en mi casa habían olvidado cosas para el último minuto como buenos méxicanos, todos excepto yo.
Mi padre apenas estaba bañándose, en su empresa solo le habían echo trabajar medio día de ese 24 de diciembre, y el siguiente, sábado lo tenía libre.
Mi madre aún estaba preparando una cacerola completa de ensalada navideña, manzana, piña, nuez, crema y azúcar. Al mismo tiempo esperaba que las costillas a la BBQ salieran del horno, ella impecablemente vestida y con un peinado de salón de belleza, revoloteaba en la cocina tratando de hacer todo a la vez, no sé cómo podía lograr cocinar sin manchar su vestido de fiesta, ella lucia muy guapa, y atractiva, que de algún lado Lía tuvo que sacar su hermoso cuerpo.
Lía a su vez estaba dándose los últimos toques de maquillaje en nuestra habitación, yo no estaba viéndola pues todo era demasiado caótico como para disfrutar de ella.
¿Yo?, yo era el único totalmente despejado, me había bañado temprano, me vestí en cinco minutos como es mi costumbre, llevaba unos jeans, una camisa de vestir negra de manga larga, y un suéter de lana negro de los que tiene cierre al frente, la bufanda que Lía me dio, y solo por ser una ocasión especial estaba usando zapatos, recién lustrados, pues si no estaba en la escuela yo prefería mis viejos converse.
Yo estaba acostado en el sillón de tres plazas que estaba enfrente del televisor y veía los programas navideños que daban por televisión publica, una mierda todos ellos, hasta que encontré una película de caricaturas apta para niños de diez años pero que a mí me atrapo bastante.
Todos daban vueltas, mi padre salió de la ducha y dirigiéndose a su cuarto para ponerse uno de sus trajes.
En eso mi madre dio un gritito que me hizo pegar un brinco del susto, mire preocupado hacia ella, esperando ver sangre o algo así, cuando ella solo señalaba la ensalada.
-¿qué sucede?-pregunte alarmado.
Mi hermana salió también de su cuarto, también asustada.
-Las pasas olvide las pasas-mi madre lo dijo como si hubiese olvidado el corazón en un trasplante de un hospital.
-Carajo, a quien le importa, además saben re feas-dije yo, estaba algo cabreado por el susto.
-Cuidado con esa boca-mi padre salió arreglándose la corbata.
-perdón-dije yo
Mama no había reparado en mi grosería, miraba su platillo como si de repente se hubiese convertido en algo horrible.
-Leo vete una carrera por un cuarto de pasas-me mando mi padre.
-¿Por qué yo?-mi atención de nuevo estaba en los dibujos animados.
-Por qué no estás haciendo nada, y por qué yo lo digo-mi papa no lo dijo enojado también sabía que solo me quejaba por pura costumbre, que en realidad no me estaba negando.
-Jooo-dije esa era mi palabra Jooo, para no decir joder-voy en un comercial.
Aun no me levantaba del sillón.
-Pareces un niño mirando caricaturas-era Lía que ya había terminado, la miré y estaba deslumbrante, se había vestido con sus jeans blancos las botas negras combinaban con su camiseta negra y su chamarra blanca y peluda le daba un aire navideño genial, se había maquillado un poco más de lo normal pero sin exagerar, sus labios lucían preciosos con ese rosa intenso y sus parpados platinados.
Su largo cabello trenzado, pero no una trenza normal parecía echa para una princesa, y lucia aún más pues había ocupado un listón blanco que se enredaba por todo el peinado y hasta el final el listón se convertía en un moño muy grande.
Me quede viéndola embobado, la televisión olvidada.
-Venga enano, te acompaño-me giño un ojo.
Salte del sillón y ya estaba listo, mi madre estaba checando el horno y mi padre aun peleaba con su corbata frente al espejo.
Salí tan rápido que ni espere que mi padre me diera dinero para las pasas.
Lía salió detrás de mí, nuestro patio estaba adornado con un sin fin de luces y detalles navideños, adornos que mi pa y yo habíamos puesto días atrás.
Salimos a la calle, yo iba todo nervioso esperaba que Lía comenzara otra ronda de nuestro juego prohibido, desde ese intercambio de humo hace días ella solo me regalaba su figura en ropa interior en las mañanas y sonrisas secretas, pero no besos, y yo me moría de ganas por otra ración.
Ella se me acerco y engancho su brazo en el mío, como una dama con un caballero.
-¿Me queda bien?-me pregunto refiriéndose a la ropa.
-Normalmente la ropa hace que las chicas se vean bonitas...-comencé, ella me miro extrañada, supongo esperaba que contestara con un té vez hermosa y ya-...tú haces que esas ropas luzcan bonitas.
Ella sorprendida por mi elocuencia, se detuvo, la calle era fría, las casas estaban adornadas con luces como la nuestra lo que le daba un toque de magia al momento.
Me gire para verla de frente, ella sabía lo que estaba esperando, y con un sonrisa coqueta se me acerco, pude ver sus sonrojadas mejillas, aunque igual era por el frio.
-¿Quién es el niño ahora?-pregunte cerrando más la distancia de nuestros labios yo mirando hacia arriba.
-Tú, tú siempre serás un niño, mi niño-y me beso, sus brazos se colocaron encima de mis hombros cruzándolos detrás de mí, yo la tome de la cintura, y profundice el beso.
Nos separamos algo agitado, aun mirándonos, nuestro aliento caliente formaba nubecillas de vapor en medio de nosotros.
-¿Tu niño?-pregunte emocionado.
Ella desvió la mirada, supe que se le había escapado ese MÍ, que a mí me supo a gloria, ella ya comenzaba a considerarme suyo. Cosa que era cierta yo ya era suyo desde el primer beso, tal vez incluso desde antes.
Trato de separarse de mi pero en un arranque de valor la volvía a acercar a mi cuerpo y le bese de nuevo, ella al principio no colaboro pero después me correspondió, terminamos el beso con un piquito.
Y nos pusimos en marcha, la tienda aún estaba abierta por suerte, y por mala suerte, sí tenían pasas, Lía agarro una pastillas de miel, y pidió una caja de cigarrillos, yo pague por supuesto.
Salimos, de nuevo tomados de los brazos.
-¿Para mamá?-señale el tabaco.
Ella negó con la cabeza, saco uno lo encendió y fue fumando hasta la casa, llegamos al zaguán, y aun no terminaba su cigarrillo, me lo ofreció, lo rechacé, me invito una pastilla, esta si la tome.
-Sabes que está mal ¿verdad?-la mire desaprobatoriamente, mientras jugaba con mi caramelo en la boca.
Ella terminó, tiro la colilla y pisándola dejó escapar el humo.
Y tomándome desprevenido, me jalo de la bufanda y me beso, pero esta vez sus labios abrieron los míos y sentí su lengua tratando de entrar en mi boca abrí mi boca, un poco torpemente, y por vez primera, me dieron un beso francés, mi lengua saboreo la saliva de mi hermana, y el dulce de miel hacia que el beso supiera aún más rico quise jugar con la mía pero era torpe, ella no me abandono me abrazo, y su lengua fue domando a la mía enseñándole, en poco tiempo nuestras bocas danzaban deliciosamente, el ruido que producía nuestro beso era súper erótico, jugueteábamos con el dulce saboreándolo juntos.
Mis pulmones exigieron aire, y ella también se separó buscando oxígeno.
-Esto también está mal-me susurro al oído-¿quieres portarte bien?
-No, olvidalo-respondi entre gadeos.
Ella me mostro el caramelo entre sus dientes, ¿cuándo me lo había quitado de la boca?, sonrio y se metio a la casa.
Media hora después salíamos en el auto rumbo a la casa de mi abuela, madre de mi pa, cada año pasábamos la navidad con ella, mis tíos y sus familias también, así que se reunía bastante gente.
En la cajuela llevábamos la comida así que mi padre conducía con cuidado, dentro el auto estaba bastante frio.
-Como hace frio-dijo Lía, frotándose las piernas, cosa con lo que yo contaba.
Saque una cobija que había puesto desde la tarde debajo del asiento.
Y cubrí sus piernas con ella, Lía me miro súper asombrada, yo le sonreí tímido.
-Hay mira, Leo en todo piensa-mi madre me miraba desde el retrovisor.- ¿y para mí no trajiste?
-Mmm... No, perdón-Papa entonces prendió la calefacción, se quitó el saco y se lo puso en las piernas a mi madre.
Estaba comprendiendo de donde saque lo caballeroso.
Mamá premio el gesto con un piquito a mi viejo él solo sonrió.
Lía que también estaba viendo todo, me sonrió, coqueta, levanto la cobija y me invito a acercarme, me tapo también las piernas y como era una cobija grande podíamos taparnos hasta casi el cuello.
-Te daré tu besito después ¿vale?-el susurró apenas lo escuche ella se había inclinado hacia mi oreja.
Debajo nuestras manos se buscaron y ella encontró la mía y la puso sobre su pierna, acaricie ese torneado muslo, un poco solo con las llenas de los dedos, estaba nervioso creí que tendríamos un nuevo avance en nuestro juegos, pero ella después entrelazo sus dedos con los míos y evito más caricias, no me ofendí, tenía que ser paciente.
Así fuimos la hora y media de viaje en un momento ella me dejo recargarme en su hombro y casi me duermo embriagado por su aroma.
Baje del asunto todo adormilado, gracias al calor que Lía y yo habíamos provocado al juntar nuestros cuerpos, y también a los aburridos villancicos que mi padre puso en el estéreo del auto.
Ahí estaba la casa de mi abuela, enorme, tenía como diez recamaras además de una enorme cocina, comedor, sala, y otros cuartos que se utilizaban para guardar cacharros.
Mis abuelos la habían construido poco a poco así que se veía bastante desigual pero a mí siempre me pareció bonita.
Papa y yo llevamos nuestros platillos dentro, saludamos primero a mi abuela, y después a los tíos que ya habían llegado, mis primos estaban ahí, de inmediato Luis mi favorito desde siempre pues compartíamos edad y si no gustos, pues si éramos muy unidos, llego y salimos al patio a prender una fogata donde calentarían el ponche y otros guisos como los romeritos y el bacalao.
-Oye leo, Lía esta hermosa-apunto mientras juntábamos la leña.
Si hubiese sido otro me hubiera ofendido pero sabía que no lo había dicho de mala fe.
-Supongo, Laura tampoco se ve mal-Laura era hija de una de las hermanas de mi padre, iba a cumplir los 15 pronto, y vivía a una hora de mi casa, su padre era bastante adinerado. Yo la había visto de lejos pues estaba ayudando a su madre cuando llegue.
-Claro, yo trate de hacerle platica, con ese vestidito verde que se trae se ve linda, pero creo que solo te está esperando a ti.- me dio un codazo.
Laura y yo teníamos algo así como historia, ella al ser la única chica de la familia de una edad similar a la mía y a la de Luis, convivio mucho con nosotros dos, pero cuando éramos niños, bueno eso cuentan los adultos, ella dijo que yo era su novio, yo por supuesto dije que no y pues a todos les daba gracia recordar como yo escapaba de ella.
Así que entre la familia siempre quedo la idea de que ella y yo éramos algo especiales, cosa bastante alejada de la verdad, pues si bien Luis, Laura y yo nos juntábamos en las reuniones siempre, yo nunca tuve ninguna actitud rara con ella, por que como saben no me interesaban las chicas, hasta hace poco.
Lo raro era que así como Luis que siempre estaba molestando con que a la prima se le arrima, mis tíos y primos mayores también hacían bromitas al respecto, me parecía muy curioso que lo hicieran pues, casi me estaban alentando a que tuviera algo con ella, yo sabía que ninguno de ellos esperaba que de verdad que ella y yo tuviésemos algo pero, deberían de bajarle a su humor, ¿qué tal que un día de estos les tomábamos la palabra?
Así paso un rato hasta que nuestra fogata ardía hermosa y enorme, cosa que cuando llegaron mis tías nos obligaron a bajarle de intensidad, pues no querían quemar la comida.
Estábamos viendo el fuego y poniéndonos al tanto de las noticias de nuestras familias, cuando sentí unos brazos en mi cintura y a alguien acercándose a mi espalda, era más pequeña que Lía así que no podía ser otra que...
-Laura-exclame girando ella me abrazo y yo a ella.
-Hola, Leo-me miraba alegre, sí que se veía linda con ese vestido de cuerpo entero color verde pino, parecía un elfo o algo así, también por lo delgada.
El vestidito era corto pero llevaba mallas que cubrían sus piernas.
Hasta esa noche note que Laura era sexy, al a ver despertado sexualmente con Lía ahora podía apreciar a Laura por lo que era, una mujer.
Me sentí un poco incómodo yo que siempre la había tratado como a un primo más.
-Ya van los dos tortolitos-dijo Luis un poco molesto.
Yo logre tomarlo con calma, tener a Lía en mi mente y corazón me hacía algo inmune a Laura, pero ella se sonrojo muy lindamente.
La noche transcurrió lenta y animadamente, hasta que llegaron más tíos y con ellos llego Carlos.
Carlos es la oveja negra de mi familia, si bien cuatro de mis primas ya tenían hijos apenas siendo mayores de 17 años, los demás éramos bastante correctos, pero Carlos era terrible, el típico haragán que se queda a vivir con sus padres hasta los 23 que en ese entonces tenía, y que no hace otra cosa que beber, fumar mariguana, y tatuarse.
Mi tío, hermano de mi padre, ya lo hubiese corrido hace mucho de casa pero su mama lo adoraba y no permitía que nadie lo tocara.
Lo que más nos caía mal a todos los primos era que el trataba de ligarse a cualquier chica que pasara frente suyo, incluyendo a sus primas.
-Mierda, ¿qué hace el aquí?-pregunto Luis, él aunque tenía mi edad era bastante más alto ya media 177 o algo así, aun así Laura se escondió detrás mío mientras se aferraba a mi brazo, comencé a preguntarme si Laura no se estaría tomando muy enserio eso de que ella y éramos la parejita de la familia.
Carlos solo saludo a mi abuela quien tenía cariño para todos, hasta para ese brabucón, venia vestido como si en lugar de villancicos fuéramos a escuchar un concierto de metal pesado.
Ninguno de mis tíos lo saludo y el no hizo el intento, su padre se veía avergonzado, pues todos sus hermanos habían educado bien a sus hijos o al menos mejor que al suyo.
Pero mi tía se veía feliz al lado de ese engendro, ella tenía la culpa de que Carlos fuera así.
En eso se acercó a nosotros.
-¿Qué tal enanos? -su pregunta despectiva nos la dirigió a Luis y a mí, claro antes éramos más pequeños, bueno yo seguía siendo pequeño pero Luis había pegado el estirón.
-Que hay Carlos, se te perdió el concierto-respondí yo-pero aún es temprano, si te vas ahora todavía llegas.
-Por qué no mejor te vas tu pero a la chingada-grosero era pero muy ingenioso no.
Luis y yo dimos un paso adelante, Carlos también, mi familia estaba llena de hombres valientes, de eso no había duda.
-No peleen-la voz de Laura se escuchó, ella seguía detrás mío.
-O pero si el la noviecita del gnomo este-me señalo con la mirada, veo que tu también creciste-la miro de forma lasciva.
Luis se puso en medio de nosotros, y note feliz que era más alto que Carlos, unos centímetros pero más alto al fin de cuentas, Carlos también debió notarlo porque se fue enojado.
-Como odio a ese bastardo-Luis era definitivamente más grosero que yo.
-Es verdad que la última vez trato de hacerle algo a Martha?-Laura me pregunto.
-No lo sé, pero si Efra llega y lo ve aquí lo mata
-Claro que quiso, de ese yo me espero todo, pero por lo que me entere llego Efra antes de que se pusiera feo y bueno por eso la pelea.-Efraín era el hermano mayor de Martha, él ya tenía 30 años y familia propia, casi mata a Carlos pero la mamá de este último se metió y pues ya no se pudo hacer nada.
-Pero, ¿por qué vinieron? ¿Que no saben que nadie los quiere aquí?-Laura me miro interrogante.
-Pues porque la abuela así lo quiso-mi padre había aparecido de la nada mientras charlábamos.-No sé por qué no estuve aquella vez, yo si lo hubiese matado, no solo unos cuantos golpes, me sorprende que el papa de Martha no lo haya hecho-Efra y Martha eran hijos de una de las hermanas de mi padre.
(Para que se den una idea, mi padre tiene cuatro hermanos y siete hermanas, lo se muchos ¿no? Pues lo sorprendente es que a mi abuela se le murieron dos hijos cuando eran niños así que serían más)
-Y cuando llegue Efra ¿qué va pasar?-pregunte nervioso, la verdad pensaba que la navidad estaba a punto de arruinarse.
-Pues que le echamos montón eso va a pasar-Luis lo dijo mitad en broma mitad en serio.
-Mi hermana no va a venir, se enteró que, él venía así que ya no quiso, no la culpo-Papa miraba con ojos de lobo a Carlos.
-Pues solo que nadie les hable y ya así a lo mejor se van.-la idea de Laura no me pareció mala.
-Héctor también es mi hermano-mi padre lo dijo muestras el aludido por fin se animaba a saludar a sus hermanos.-Leo cuida de tu hermana que ese no se le acerque.
Se fue y saludo con un abrazo a su hermano menor.
-Si pasa algo, entre los dos creo que si le ganamos-Luis estaba bastante animado con la idea de una pelea, a mí no me entusiasmaba demasiado llegar a los golpes con Carlos, quien sabe que mañas se traía, a lo mejor sacaba una navaja o algo peor, y aunque no, la verdad un poco de miedo si me daba, de nuevo pensé en lo del gimnasio o entrenar algo de defensa personal.
La noche siguió su curso más tíos llegaron, con sus hijos y estos los mayores con sus propias familias, y de repente ya éramos un montón de gente, los niños corrían animados jugando a no sé qué cosas mientras gritaban histéricos, los demás platicábamos y convivíamos ahora con las tías ahora con los primos ahora cargando a los bebes, algunos recién salidos del cascaron.
Cuando me dio un poco de hambre pues la cena seria hasta las doce me fui a la cocina con Luis y Laura pisándome los talones, y comenzamos aprobar los patillos que cada año eran los mismos cada familia llevaba algo y siempre era el mismo para que así no faltara nada.
Mientras yo trataba de sacar un camarón del caldo de camarón y cangrejo de mi tía Claudia, Luis le esa quitando una costilla a la charola de mi mamá, Laura más elegante solo comía las manzanas con miel que adornaban un paz de manzana, cortesía de mi tía Maribel.
En eso ella se volteó y con media rodaja de fruta se me acerco y me metió la manzana en la boca, de nuevo mi instinto me dijo que Laurita no me trataba normal.
En eso se abrió la puerta, y entro Lía acompañada de Roció, y Carolina, primas más o menos de su edad.
Me vio con la manzana en la boca y a Laura ofreciéndomela, yo salte hacia atrás avergonzado, me sentí culpable.
Ella me miro seria pero inmediatamente cambio la expresión.
-¿Así que también vinieron a picar algo?-Roció nos pregunto
Luis escondió la costilla detrás de su espalda.
Todos nos reímos, hasta yo que seguía arrepentido, aunque no había echo nada.
-Las costillas de tu mamá están siempre deliciosas-Luis dijo todo rojo.
-¿Te gustan? Yo también ayude a hacerlas-Lía le dijo sonriéndole, demasiado diría yo.
-¿En serio? Con razón están tan ricas- Luis todo colorado la miraba, y aunque era más alto que ella se encogió todo tímido.-Si las hizo alguien tan guapa como tú.
Algo rugió en mi estómago, eran los celos.
Lía me miro con una sonrisa malvada.
-Venga pues nos llevamos esto- Carolina tomo medio paz de manzana, mientras roció buscaba en el refrigerador licor, cosa fácil mis tíos lo habían llenado de botellas para la fiesta.
Se llevaron dos litros de jugo de naranja y una botella de vodka.
-El pay es para todos-Laura trato de detenerlas, había más pays y pasteles pero el de manzana les gustaba a casi todos.
-Pero tu también comiste de él, así que no te metas-mi hermana le dijo bastante cortante.
-Pero solo fue una rodaja-Laura se intimido ante Lía, y quién no.
Las chicas ignorándonos salieron de la cocina, Lía se volteó al último momento.
-Nos vemos Luis.-le sonrió coqueta. De nuevo ese rugido, mis puños se cerraron y aunque mi cerebro me decía que Luis no tenía culpa alguna, mi corazón clamaba venganza, deseaba ahora si golpear, pero a Luis, quien era mi primo favorito, quien me defendió de Carlos, en ese momento lo odie, lo odie profundamente.
Laura se quedó algo triste y sacado de onda, Lía y ella siempre se habían llevado bien, Luis seguía en su nube y yo en un arranque de furia tome la mitad de pay.
-Si ellas pueden nosotros también- y salí por otra puerta, como les dije la casa se fue contrayendo de a poco así que las habitaciones se conectan en un total desorden unas con otras.
Laura y Luis me alcanzaron, y subimos a una de las tantas habitaciones que había.
Ya dentro trate de disfrutar de nuestra travesura, pero los celos y la furia me revolvían el estómago, y cuando Luis quiso hacerme la plática yo le conteste enfadado, trato dos veces de conversar conmigo y yo nada que me tranquilizaba, así que el ofendido se levantó y diciendo que iba a buscar algo de beber se fue.
Laura se quedó a mi lado, en mi mente solo estaba Lía y su descarado coqueteo con Luis, bueno tal vez no fue tan descarado pero para mí fue casi como verlos besándose.
Como podía Luis decirle que ella estaba guapa, era su prima maldito enfermo, claro que en mi cabeza yo tenía derecho a enamorarme de ella, era mi hermana, pero nadie más de la familia debía de verla, nadie.
Bien, pues este juego lo podíamos jugar los dos.
Me senté a lado de Laura, que estaba en la cama algo aburrida.
-Oye ya vas a cumplir los 15, ¿qué bien no?-dije yo todo sonriente.
-Sipi, papa me dijo que me va hacer mis quince años, la verdad es que me encanta la idea.
-¿Fiesta? ¿Y no quisieras algo diferente?-a mí las fiestas me abrumaban-no se con el dineral que se va a gastar tu papá mejor que te lleve de viaje.
-No, quiero mi fiesta, ya hasta pensé en el color de mi vestido y todo-se veía realmente emocionada al hablar de ello, mientras comía mas de aquel postre, y mirándome algo tímida de nuevo me dio de comer en la boca.
Definitivamente aquí había algo.
-¿Y cuando va ser?
-En febrero, no en mi cumpleaños que es el 10 pero a finales del mes.
-que bien-dije yo, no se me ocurrió otra cosa.
Ella agacho la mirada, sí que era bonita, pero aunque mi instinto de nuevo me decía que ahí era el momento de besarla que ella se dejaría llevar, en mi mente solo Lía tenía lugar, y no me atreví así que me iba a levantar cuando ella me detuvo.
-Leo, ya que estamos hablando de esto...-me miro anhelante -¿quisieras ser mi chambelán?
Mierda, claro que no quería, ser chambelán, algo así como una guardia de honor para la quinceañera, formada por chicos que bailaban con la cumpleañera, enfrente de todos los invitados.
-Mmm.... pero yo no sé bailar-y era verdad, esperaba que con eso ella me dejara ir.
-Pero ensayaremos todo el mes de enero y el de febrero, ya hasta contratamos al maestro de baile, será fácil ya verás.-sus ojos brillaban de emoción.
-Mmm...-yo había dado pie a esto y ahora me aguantaba-Vale pero no me culpes si tu Valls sale horrible.
-Jajaja -ella se rio y me abrazo dándome las gracias yo me aleje y salimos del cuarto, no quería tentar más a la suerte.
Me separe de Laura, y fui a buscar a Luis quería disculparme, también quería ver a mi hermana, ella estaba enojada, y yo con ella también, pero después de pensarlo un poco llegue a la conclusión de que si coqueteo con Luis fue porque ella tuvo celos de Laura y eso me ponía bastante feliz.
La encontré en una de las habitaciones platicando con mis primas.
-Y tú que haces aquí enano -esta vez su enano me sonó a insulto.
-¿Podemos hablar?-pregunte todo tímido.
Mis primas nos miraban curiosas.
-No, no tengo nada de qué hablar contigo- y me cerró la puerta en la cara.
Me metí a otro cuarto y me acosté en una de las camas, mirando al techo.
Mi cabeza era un lio, pensaba en todo, Carlos había tratado de propasarse con una de sus primas, y por eso toda la familia lo odiaba yo mismo lo odiaba, pero el coqueteo de Luis y Lía nadie lo tomo demasiado enserio, y ya no hablar de las claras insinuaciones de Laura conmigo, entonces ¿por qué Carlos era malo, y Laura no?
¿Por qué mi familia entera tomaba normal que Laura, me coqueteara, solo es malo si el hombre comienza el acoso?
Y eso ¿dónde nos ponía a Lía y a mí, nosotros ya habíamos llegado aún más lejos que unos simples flirteos, ya conocía su sabor y ella el mío, eso nos convertía en monstruos?
Me acurruque entre las almohadas, hasta que comencé a escuchar a los demás cantar pidiendo posada, esa era la última, donde se realizaba una representación, de José y maría pidiendo posada, se supone que al final los dejaban entrar y los ponían en el pesebre, después “nacía” el niño Jesús se le arrullaba y entonces la cena se serbia.
Baje todo soñoliento, y me uní a los que habían quedado dentro.
Todo termino y nos sentamos a comer, el banquete era delicioso, pero a mí me supo amargo pues al tratar de hacer contacto visual con Lía, ella me evitaba y Luis se sentó lejos de mí, y escuchar a Laura decirle a todo el mundo que yo sería uno de sus chambelanes no me ponía de mejor humor, mi madre no podía estar más contenta con la idea, y de inmediato la mama de Laura mi madre y Laura misma se pusieron a hablar de la fiesta.
Lía había escuchado la plática, y su gesto se hizo aún más hosco.
Lía se levantó de la mesa, y aun cuando yo no había terminado, la seguí, ella salió al patio donde la fogata seguía encendida, pues todos se ocupaban de ella por turnos.
Se dirigió a una esquina del patio, y encendió un cigarrillo, éramos los primeros en levantarnos así que no había nadie afuera.
-Lía-me acerque a ella lentamente-perdón.
Por qué pedía perdón cuando no había hecho nada malo, no lo sabía.
-Perdón ¿por qué?-no me miro
-Pues Laura..., tú viste... ella... yo no...-ni siquiera sabía que decir, pero igual salió mi enojo.-tú ¿porque hablaste con Luis?
-Yo puedo hablar con quién sea-me respondió enojada-Luis es mi primo.
-Sabes a que me refiero-le mire furioso-él dijo que eras guapa, y tú y tú...
Cuando escuche mis reclamos me sonaron estúpidos hasta a mí pero, los celos me comían por dentro.
-¿Ahora resulta que debo pedirte permiso para hacer algo o hablar con alguien? Mira Leo te estas poniendo demasiado intenso, y te recuerdo que solo eres mi hermanito, no eres más que un niñito malcriado, y yo ya soy una adulta puedo hacer lo que yo quiera te guste o no
Y se fue, me recargue en la pared, quería llorar de rabia y humillación.
Solo era su hermanito, ¿solo un niñito? Y los besos para ella ¿no significaron nada?
Como una noche que había comenzado tan bien, con mi primer beso de lengua, se había transformado en esta mierda.
Pase la noche solo sentado mirando la fogata tratando de que el calor quemara mi dolor.
Pero me dio sed después de un rato, y entre ya todos estaban bastante ebrios, la música que ya no eran villancicos si no baladas de borrachos, sonaba a todo volumen, corrí a la cocina y abrí el ferri tome un jugo pero me pensé muy seriamente si no era el momento indicado para comenzar a beber alcohol, le idea me tentaba, pero lo último que le faltaba a mi noche seria a un Leo gritándole su amor a su hermana enfrente de toda su familia, así que desistí de la idea y solo tome jugo.
Toda mi familia ya estaba bastante ebria, así que me pasaba el rato esquivando a cualquiera que diera señales de querer platicar conmigo.
En esas estaba cuando entre a una de las salas, por llamarla de algún modo, Y los vi Lía y Carlos, ella estaba atrapada en una esquina mientras el tenia los brazos apoyados en la pared a los dos lados de mi hermana encerrándola.
-Venga como si no supieras lo que causas si te vistes así de sexi-decía el
-Déjame Carlos, te juro que grito.-Lía se escuchaba francamente molesta y un poco asustada.
-Pues yo no creo...-¿qué es lo que Carlos no creía?, nunca lo supe, toda la frustración que me causo la noche, desde los celos hasta la pelea con Luis, el desplante de Lía, e incluso la estúpida fiesta de Laura, todo se juntó en una furia, una furia que enfoque en Carlos.
Corrí, hacia ellos o tal vez desde que entre ya estaba caminando hacia ahí, lo único que se es que lo tome de sorpresa.
Nunca había peleado en mi vida, y mi pequeño cuerpo definitivamente no estaba capacitado ni en forma ni técnica.
Pero eso no me impido darle un uñetazo con mi mano derecha en su oreja. Tuvo que dolerle mucho por el grito que dio.
Cuando volteo para ver de dónde venía la agresión, le di otro puñetazo en la cara, creo que por mi total falta de experiencia, mis nudillos se lastimaron más que su rostro pero en ese momento tenía la adrenalina a mil, y no sentía más que un leve dolor en mis dedos.
El trato de entender que sucedía, pero en eso yo ya me había aventado contra su estómago, los dos caímos al suelo, yo tirando golpes a ciegas de los cuales creo ninguno dio en el blanco.
Carlos ya se había dado cuenta de lo que pasaba, y me lo hizo saber con un derechazo en el rostro que me mando rodando al piso, no sentí dolor, pero un mareo horrible me sacudió la cabeza y por un momento creí que me desmayaría.
Me di cuenta en ese momento que Carlos me mataría a golpes, a diferencia de mí se notaba que él ya tenía maña en estos menesteres, yo tristemente no tenía oportunidad.
Carlos se levantó del suelo y yo no podía ni siquiera ponerme de rodillas cuando una patada en mi estómago me dejo sin aliento, esa sí que me dolió.
No pude ver que es lo que pasaba, pero escuche a Lía gritar furiosa y asustada, y Carlos dar un alarido de dolor, eso me dio fuerzas para ponerme medio en pie y abrir los ojos, aunque me costase la vida no dejaría que ese bastardo tocara a mi hermana.
Lo que vi me dejo sorprendido Carlos estaba lejos de Lía y esta tenía las manos de tal forma que sus preciosas uñas recién pintadas parecían garras de una fiera, el rostro de Carlos estaba cruzado por cuatro líneas de sangre.
-Lárgate Carlos esta es tu ultima oportunidad, te juro que gritare y papa vendrá, y te lo aseguro, el si te mata, si no hoy te matara otro día, sabes que es verdad
Carlos que en ese momento se tocaba la cara, miraba Lía como si quisiera matarla, yo buscaba en la habitación algún tipo de arma, gracias al cielo no estábamos en la cocina porque hubiese sido capaz de apuñalarlo con un cuchillo.
El imbécil por fin se largó de la habitación, y supongo también de la fiesta pues no volvimos a verle hasta años después.
La habitación quedo en silencio, claro si ignorábamos el escándalo de las música que llegaba amortiguada, supongo que por la misma nadie había interrumpido nuestra épica batalla.
Lía miraba al suelo su cuerpo temblaba, no sé si de miedo o de furia, tal vez de ambos, me di cuenta que yo también estaba temblando, trate de controlarme.
En eso sentí un sabor amargo en la boca, como a oxido, me lleve la mano para ver que era y sentí dolor al tocarme el labio por supuesto el golpe me había reventado el labio inferior.
Sin importarme que estaba dentro de la casa escupí la sangre y saliva que tenía acumulada en la boca.
Lía entonces me miro, su rostro se trasformó en el de una madre preocupada.
-Pero mira cómo te dejo ese idiota-llego hasta mí, yo avergonzado por no poder defenderla heroicamente esquive su mano que quería tocarme.
Ella se quedó quieta, algo dolida por mi reacción, pero después me tomo casi a la fuerza y me hizo mirarla a los ojos, yo tenía lágrimas en los ojos me sentía humillado, ella me había salvado al final, cuando yo quería ser su héroe, ella ya pensaba que solo era un niñito, después de mi patética pelea seguro que ya ni a eso llegaba.
Lía tomo la manga de su preciosa chaqueta aquella blanca que mama le había regalado, y me limpio la sangre del labio, me dolió pero no me moví.
Después de que supongo detuvo la hemorragia, dejo de hacer presión.
-Tonto-me dijo sus ojos también tenían un asomo de lágrimas- ¿por qué no fuiste por alguien, donde esta Luis no siempre están juntos?
Eso me pego en mi orgullo de hombre que ya de por si estaba maltratado.
Me aleje de ella enojado.
-Claro debí llamar a Luis el si es alto y fuerte, y no olvidemos que le gustas, seguro que el si hubiera ganado, perdón por no pensarlo-ni siquiera la miraba mis lágrimas ya corrían por mis mejillas, quise salir de ahí antes de que se diera cuenta cuanto me afectaban sus palabras, pero cuando gire para irme su mano me detuvo, me tomo de mi muñeca me volteó a la fuerza e igual que aquel primer beso en su cumpleaños, me beso de sorpresa, mi labio se quejó con una oleada de dolor, pero a la mierda el dolor.
El beso sabía salado, no sé si por la sangre que aun salía poca, o el sabor de nuestras lágrimas, Lía también estaba llorando.
Me abrazo torpemente, sus brazos en mi espalda, mis manos automáticamente se fueron a su cintura, para acercarla a mí.
El beso se hizo más profundo, ya estábamos usando nuestras lenguas, ella subió sus manos a mi cabello que por lo regular lo llevo algo largo, y comenzó a jugar con él, revolviéndolo.
La falta de aire nos obligó a separarnos.
Nos miramos a los ojos, y sonreímos los dos sonrojados, ella mirando hacia abajo yo levantando la mirada.
Limpie sus lágrimas con mi suéter, ella hizo lo mismo con las mías.
-Gracias- me murmuro.
Me levante de nuevo buscando sus labios ella me detuvo poniéndome su dedo índice en mi boca, pero sonreía coqueta, me tomo de la mano, entrelazando sus dedos con los míos.
Y me arrastro detrás de ella, subimos algunas escaleras y abrió la habitación que por tradición era donde nuestra familia dormía en ese tipo de fiestas, tenía una cama matrimonial y unas literas, las demás habitaciones eran parecidas, como dije mi abuela acostumbraba a recibirnos a todos ahí.
Lía cerró la puerta y echo seguro. Las llaves las tenía solo mi abuelita.
La mire sorprendido, y expectante.
Ella me guía la cama matrimonial me puso de espaldas a ella y me beso de nuevo, nuestras bocas jugaban, yo extasiado acariciaba sus caderas y su cintura, muy tímidamente.
Ella succionaba mi lengua, enseñando a cada segundo cosas nuevas acerca de los besos, nuestros labios se separaron pero ella comenzó a acariciar mi herida aún abierta con sus dulcísimos labios, después saco su lengua y lamio directo de la carne abierta, me ardió horrores, pero saber que Lía estaba bebiendo mi sangre me excito de un manera brutal.
Cosa que se hizo notar, los dos estábamos de pie así que mi erección le tocaba su entrepierna, una ventaja de ser más bajo que ella, nuestro pubis estaban a la misma altura.
Ella se rio divertida, pero en lugar e alegarse presiono mas su cuerpo contra el mío, sentir el rose aun atravesó de nuestro jeans, me pareció exquisito.
Entonces me aventó a contra la cama quede acostado, ella se subió a mí con las piernas una a cada lado de mi cintura, montándome.
Mi emoción era tanta que estaba teniendo problemas para respirar, ella de nuevo puso su dedo índice en mi boca como pidiéndome silencio.
-Calma nene, tranquilo-ella comenzó frotarse contra mi endurecido pene, eso me arranco un gemido-hoy podemos tocar todo lo que queramos.
Yo me levante para quedar sentado la tomé de la cintura y la bese casi con furia, lleve mis manos a su camisa y trate de desabrochar el primer botón, ella me detuvo.
-Tocar nene, pero con la ropa puesta-ella también ya estaba jadeando
Me quede algo cortado, creí dentro de mí, que esa noche perdería mi virginidad, pero al parecer no.
-No pongas esa carita-me susurro en el oído-ya verás cómo te gusta.
Llevé mis manos sobre sus enormes pechos, los toque sobre la tela de su camisa, se sentían firmes, redondos gigantes, no sé si porque aun llevaba sostén, pero lo dudaba esos pechos eras perfectos y jóvenes aun sin esa prenda se mantendrían así de firmes.
Ella se arqueo cuando yo hice presión sobre esas dos hermosas colinas, podía sentir el encaje debajo de la delgada tela.
Ella comenzó de nuevo a frotar su entrepierna, que en ese momento no sabía si era mi imaginación, pero sentía su vagina caliente, aun a través de los dos pantalones.
-Espera dije.-me metí la mano dentro del pantalón lo cual la asusto un poco, pero le dio un pico para calmarla, me acomode a mi amiguito para no lastimarme, y al mismo tiempo que ella lo sintiera mejor.
De nuevo la tome de la cintura e hice que se sentara sobre él, definitivamente su entrepierna se ponía cada vez más caliente, ella me enseñó a tocarla aun por encima de la ropa, se había quitado su chamarra, pero solo eso, cuando quería que acariciara su espalda hacia ahí dirigía mis manos, después a su vientre sus piernas, yo temblaba de emoción, de nuevo hacia sus senos, me encantaban.
Recargue mi rostro en su escote y aspire su delicioso aroma.
Ella se movía lentamente sobre mi miembro, nos besábamos a ratos, siempre empezábamos con un piquito, después un beso tierno y dulce para terminar casi ahogándonos en la boca del otro.
Y entonces muy lentamente llevó mi mano con la suya encima, hacia abajo, se detuvo en su vientre, como indecisa, yo la bese para quitarle las dudas, entonces si puso las llenas de mis dedos, sobre sus vagina, no solo estaba hirviendo, esta húmeda, aun atravesó de la mezclilla notaba la humedad.
Gracias a la nueva computadora y a mi recién descubierto apetito sexual ya estaba viendo y leyendo acerca del cuerpo de las mujeres, y aunque parezca estúpido hasta esa noche creí que eran cuentos chinos eso de que las chicas se mojaban.
Así estuvimos un largo rato, ella se frotaba de manera desesperada sobre mi erección, que me empezaba a arder un poco por la fricción pero me gustaba, mis manos volaban a través de su cuerpo ella ya con sus manos libres de enseñarme, también acariciaban toda mi anatomía, cuando me acaricio mi vientre, salte hacia atrás el dolor de la patada aún se resentía.
Ella me miro preocupada.
Casi no habíamos hablado desde que entramos a la habitación.
-Perdón-me dijo preocupada-¿te duele mucho?
-No tanto-menti-no te preocupes, nuestras respiraciones estaban entrecortadas y aceleradicimas.
Me miro a los ojos, puso su frente contra la mia, y murmuro muy quedamente.
-Eso fue lo más valiente que alguien ha hecho por mí.
Me sentí como un caballero de la mesa redonda.
La bese de nuevo, ella me siguió, a los pocos segundos de nuevo estábamos en trance, ella evitaba tocarme el torso.
Mi respiración ya era demasiado errática la de ella no estaba mejor, la tome de las nalgas, cosa que no había echo, ella gimió al sentir esa caricia, la empuje contra mí y sucedió.
Tuve el mejor orgasmo en mi corta vida, casi igual que el primero, mi mente se quedó en blanco mientras mi labios besaban el cuello de Lía, a ella también la sentí tensarse su espalda se arqueo un poco y sus dedos se enredador en mi cabello de tal forma que me dolió.
Sentí como mi pene dejaba escapar su carga, de nuevo en mi vientre, había crecido tanto que se asomaba por encima del pantalón, suerte que mi camiseta me quedaba larga y lo tapaba, me hubiese dado vergüenza que lo viera así.
Quedamos quietos un rato tratando de recuperar el aliento.
Mirándonos, y dándonos besitos, después por alguna razón desconocida los dos reímos de forma nerviosa.
-Tú también...-le pregunte, me mataba la curiosidad, además de que no quería ser el único recibiendo placer.- ¿llegaste?
-¿A dónde?-ella miraba a otro lado evitando mi pregunta, me reí divertido.
-Que si tú también te corrí...-ella me hizo callar con un beso
-Eso no se pregunta, tonto.-pero llevo mi mano derecha a sus entrepierna estaba empapada, literalmente empapada, parecía que se había orinado.
La toque con mis dos dedos, y ella gimió poquito, y después con una sonrisa lasciva me lleve la mano a la nariz.
-No seas cerdo.-ella estaba totalmente roja, incluso me dio un pequeño golpe.
-Hueles delicioso-y era verdad, por primera vez pude respirar su esencia, era diferente a su aroma corporal, era más salado más amargo e infinitamente más rico,
-¿Y tú?- me pregunto, lo cual era tonto pues debió sentir las pulsaciones de mi instrumento.
Fue mi turno de llevar su mano debajo de mi camisa, mi pene ya había bajado de tamaño así que no se veía, ella apenas sintió la humedad alejo sus dedos, pero después mirándome toco todo mi abdomen que estaba totalmente embarrado de mi semen ella embarro su dedos, estábamos los dos rojos como tomates.
-Dios es muchísimo-ella se veía genuinamente asombrada.
-Es tu culpa.-saco sus manchados dedos y miro curiosa la sustancia, después la se limpió en las cobijas.
Se levantó, y yo sentí como si me quitaran algo importante.
De espaldas a mí, comenzó a hablar
-Esto fue especial, por ser navidad, y por o de Carlos, es tu...-busco una palabra-premio, algo así.
-¿Pero volveremos a hacerlo?-pregunte yo ansioso ya de una nueva oportunidad.
Tardó en responder.
-Tal vez, no se... bueno a dormir, pido arriba-y diciendo esto se subió a la litera de arriba yo busque algo conque limpiarme, me decidí con la funda de una almohada, quite el seguro, para cuando mis padres subieran a dormir, y así me acosté en la cama de abajo.
Apague las luces, y en la oscuridad, aun con el ruido de fondo, yo me sentí en el paraíso, o más exactamente en las puertas, sabia, o eso esperaba, Lía y yo seguiríamos así, avanzando de a poquito, y si tenía suerte y paciencia, en algún momento ella y yo... Dios me asuste yo mismo de mis ideas.
-Lía te a-no me dejo terminar.
-Duérmete Leo, y mejor piensa en que le dirás a los papas sobre ese labio.
Y así una vez más Lía se negó a escuchar mis sentimientos, al parecer le incomodaba.
-Duerme con los angelitos-le desee entonces.
-tu también- respondió ella.
Y así después de esa larguísima navidad caí dormido con una enorme sonrisa en el rostro, había tenido mi primer orgasmo provocado por alguien aparte de mí.
Y si entendí bien, yo había provocado lo mismo en Lía lo cual extrañamente me complacía más, me daba más placer saber que yo le provocara placer a Lía que mi propio orgasmo.
Y de nuevo ya casi cuando estaba dormido esa vocecita que tantos años mi padre me había inculcado me dijo que estaba ya en territorio prohibido que me alejara de ahí, que lo que hacía estaba mal, pero como las otras veces la mande a callar y así me dormí y soñé con Lía, siempre con Lía.