Miradas (2)

El juego de miradas entre Jorgito y su madre les lleva un poco más lejos. La calentura de Felicia hace que su marido e lo pase estupendamente

Oliendo sus propias bragas, con su olor y el del semen de su hijo, Felicia de sintió excitada, como no recordaba haberlo estado. Su coñito empezó a chorrear. Aquello era tan morboso. Se imaginaba a Jorgito, con su polla en la mano, oliendo sus bragas.

¿Como lo haría? ¿Las olería mientras se masturbaba y luego se correría sobre ellas? ¿O las cogería con la mano y se pajearía?

Las bragas que llevaba puestas ahora estaban más mojadas que las que tenía en las manos. Con la mano que no sostenía las manchadas bragas contra su cara, se empezó a tocar. Primero por encima, para meter luego la mano por dentro de la prenda y frotarse el inflamado clítoris.

En el cuarto de la lavadora, aspirando la mezcla de aromas, Felicia se corrió, temblando, gritando de placer. Se apretó las bragas contra la boca para que sus gritos no los oyera nadie.

Con la respiración agitada, el corazón latiéndole con fuerzas, se quitó las bragas que llevaba y dejó las dos en el cesto. Fue a su cuarto a por otras.

No se podía quitar de cabeza la idea de Jorgito con sus bragas en la mano y llenándolas con su virginal semen. Antes de ponerse unas nuevas bragas, se volvió a masturbar. No entendía el por qué se sentía tan excitada. Quizás era idea de que un jovencito, y encima su propio hijo, la encontrara deseable a pesar de estar un poco gordita.

Antes de salir de su cuarto, se quitó el sujetador. La idea de excitar a Jorgito la ponía muy cachonda.

Cuando Jorgito la vio aparecer, la polla se le puso dura en el acto. Su madre se había dejado por descuido un botón abierto de su camisa, y el escote era bien visible. Sus blancas y gordas tetas se bamboleaban al caminar. Tuvo que coger un cojín y ponérselo sobre las piernas para que su madre no se diera cuenta de que tenía la polla dura.

Pero Felicia sí se dio cuenta. Vio como la miraba, como se tapaba con el cojín. Le encantaba saber que le ponía la polla dura a su niño, y que seguramente no tardaría en salir corriendo al baño o a su cuarto a hacerse una buena paja. Le encantaría verlo. Observar como Jorgito se hacía la paja a su salud.

Se sentó a su lado. Los dos se cruzaron miradas. Luego, los ojos de é se clavaron en las tetas de su madre.

-¿Otra vez mirándome las tetas?

-Eh...no..no...

-Ah, creía - dijo, sonriendo.

El siguió mirando la tele. Felicia, divertida, veía como de vez en cuando le echaba una furtiva mirada. Tenía que notar sus pezones duros clavados en la tela de la camisa

-Voy a hacer pis, Maa

-Vale tesoro.

Ella sabía lo que iba a hacer, y se fue a su cuarta a hacer lo mismo.

El juego de las miradas continuó todo el día. A veces se encontraban, pero ella sabía que la estaba mirando.

Por la noche, en su cama, Felicia no se sacaba los acontecimientos del día de la cabeza. Estaba cachonda. Le dio un toque a su marido.

-Oye...Julián...

-mmmmmmm

-¿Me...comes el coñito?

-Coño Felicia. Estás muy salida últimamente.

-Venga tonto. Después te dejo que me folles las tetas.

A su marido le encantaba follarse las enormes tetas de su mujer. Así que no se lo pensó dos veces. Tiró de las sábanas, destapándola. Tenía un amplio camisón, muy ligero, debajo nada.

Felicia no deseaba preliminares. Sólo quería calmar la calentura que le quemaba entre sus piernas. Se remangó el camisón y abrió sus piernas, dejando ante su marido su peludo coño.

-Joder, Felicia. Pero si te chorrea el coño!

-No sé qué me pasa, mi amor. Pero ando cachonda todo el día.

Por supuesto que sabía lo que le pasaba, pero no se lo podía contar. No le podía contar que la ponía caliente poner caliente a Jorgito. Que el saber que se la meneaba por ella la tenía loquita. Que usara sus bragas. Nada de eso se lo podía contar.

Él se acomodó entre los gordos muslos. Aquel era un coño como Dios manda. Nada de esas modernidades pelonas. Un coño gordito, peludo, oloroso y sabroso. Lo abrió con sus dedos, descubriendo los hinchados labios. Estaban rojos, mojados. Acercó su lengua y le dio un lametón.

-Ummm pero que rico está tu coñito, mi amor.

Felicia le cogió la cabeza y se la empujó contra su coño.

-Aggg no hables y cómeme.

Vaya si se la comió. Con toda su alma. Felicia no paraba de gemir, moviendo sus caderas para añadir el roce de la cara de su marido al los lametones y chupadas de la lengua.

-Ummmm que rico...Ahhhh sí.. así...mi niño..cómele el coño a mami.

Se dio cuenta de lo que había dicho demasiado tarde. Estaba tan concentrada en su placer que no sabía lo que decía. Pero se sorprendió por lo que dijo Julián.

-Me gusta mucho tu coñito mami....está caliente y sabroso..¿Quieres que tu niño te lo folle con sus deditos?

-Si....fóllale el coñito a mami...Ahhhhhhhhhhh

Con su clítoris atrapado entre sus labios, Julián le metió dos dedos en el coño a su mujer. En menos de 10 segundos Felicia estalló en un grandioso orgasmo contra la cara de su marido, llenándosela con sus jugos, tapándose la boca con una mano para no gritar.

Se quedó respirando agitadamente. Julián se puso de rodillas y que quitó los calzoncillos. Su polla estaba dura como un mástil. Felicia se incorporó un poco para quitarse el camisón. Luego se tumbó otra vez. Sus enormes y blancas tetas caían hacia los lados. Las juntó con sus manos y le sonrió a su marido.

-Ahora fóllale las tetas a mami

Jacinto se subió arrodilló sobre su pecho, y metió su polla entre aquellas dos masas de carne, calientes. Su polla parecía pequeña en comparación. Ella quitó sus manos y el apretó las tetas, empezando a moverse, metiendo y sacando la polla del canalillo.

-Ummmm mami...vaya tetazas que tienes.

-¿Te gustan las tetas de mami? -Me vuelven loco.

-Pues fóllatelas a gusto mi amor, hasta que me las llenes de leche.

Felicia había conseguido calentar mucho también Julián, que aceleró el ritmo de sus caderas, haciendo bambolear toda la cama.

-Me voy..a correr...ummmmm.

El primer y más potente chorro golpeó el cuello de Felicia. El resto Julián los esparció sobre las dos tetas, dejándolas cubiertas de semen. Después la esparció con la punta de la polla.

-Uf, Felicia. Me encanta que estés tan calentorra.

-jajaja. Lo sé.

Se fundieron en un abrazo y se besaron. Al poco, dormían los dos.

Ella abrió los ojos recordando la noche pasada. Lo cachonda que estaba y lo cerca que estuvo de fastidiarlo todo al hablarle a Julián como lo hizo. Pero pareció que eso, lejos de disgustarle, lo excitó más.

Entonces se acordó de Jorgito. Seguro que no tardaría en ir a buscar sus bragas para hacerse su buen pajote. Pero había dormido sin ninguna. Así que se puso unas. Se las iba a dejar como a él seguramente le gustaban, bien pringosas, olorosas. Con una mano, se acarició las tetas. Con la otra, sobre las bragas, se empezó a tocar. Se empezó a mojar. Y las braguitas a empaparse.

Allí, sola en su cama, Felicia gozaba con sus carias. Y sobre todo, imaginando lo que Jorgito iba a hacer luego con sus bragas. No quería que nada de sus juguitos se perdiera entre sus dedos, así que se masturbó sobre las braguitas. Y cuando se corrió, apretó sus manos contra ella, para que se impregnaran bien. El orgasmo fue intenso, y las bragas quedaron bien mojadas. Se las quitó y las olió.

-Ummmmmmmmm

A su niño le iban a encantar. Se puso otras y llevó las usadas al cuarto de la lavadora. Las dejó arriba del todo, bien puestas, y se marchó, nerviosa. Desde la cocina vigilaba, hasta que vio como Jorgito, furtivamente se colaba en el cuarto de la lavadora y salía al poco con las bragas escondidas.

Jorgito se encerró en la baño. Estas bragas están muy mojadas. Eran las más mojadas que había conseguido. Las olió, mientras su mano subía y bajaba sobre su polla, muy rápido, con ansias, sin sospechar que su madre, con la oreja pegada a su puerta, trataba de oírle.

Cuando se iba a correr, puso las bragas delante y las llenó con su abundante leche, justo en la zona en donde estaría su coño. Felicia oyó sus gemidos y supo que su hijo se estaba corriendo, así que se volvió a la cocina.

Jorgito, aún con la polla palpitante, admiró su obra. Había sido una buena corrida, abundante. Hizo una bola con las bragas y las devolvió al cuarto de la lavadora. Las dejó debajo de otras prendas.

-Jorgitoooo!

-¿Si Maa?

-Vete a compra un cartón de huevos?

-Coño Maa. Ya iré más tarde.

-No, los necesito ahora.

-Ta' bieeeeeeeeen!

En cuanto él salió por la puerta, Felicia corrió al cuarto de la lavadora. Rebuscó y las encontró. Se mojó en el acto al comprobar que estaban llenas del semen de Jorgito. Fresco. Las olió y esta vez, sacó la lengua y lamió. El sabor de aquella lechita la embriagó. Fue dando pequeños lametones mientras se masturbaba. Su corrida fue de campeonato.

La relación de miradas continuó varios días. Jorgito calentándose con el cuerpo de su madre. Ella calentándose con sus miradas. Casi todas las noches follaba con su marido, que estaba encantado con su caliente esposa. Y por las mañanas, Felicia dejaba sus empapadas bragas para su niño, y luego iba a recogerlas

Los tres estaban muy felices.

El siguiente paso vino por casualidad. Una de las mañana, Jorgito estaba más caliente de lo habitual, y en vez de coger las bragas para ir al baño, decidió hacerse la paja en el mismo cuarto de la lavadora.

Su madre no se dio cuenta de que no había salido, y fue a dejar más ropa. Lo pilló con la polla en la mano y las bragas en la nariz. Al pobre Jorgito se le bajó la polla en el acto. Se la guardó, tiró las bragas y salió corriendo, rojo como un tomate, encerrándose en su cuarto.

Felicia se quedó allí plantada, sin reaccionar. Cuando lo hizo, re rió.

-Jajaja, pobre Jorgito.

Fue a su cuarto y tocó.

-¿Puedo pasar?

-No..Maa! Déjame.

-No pasada nada, mi niño. Déjame entrar

-Que noooooo.

Lo dejó tranquilo. Ya se le calmaría.

Jorgito estaba muy avergonzado. ¿Qué iba a pensar su madre ahora de él? Ya no podría volver a mirarla a la cara. Pero tendría que salir en algún momento de su cuarto. Así que después de un buen rato, salió y se fue al salón.

Cuando Felicia lo vio, se sentó a su lado.

-Mi niño, en cuanto a lo de antes..

-No quiero hablar de eso..por favor...

-Está bien..Pero ..no estoy enfadada.

Se fue, dejándolo solo. El pobre niño estaba muerto de vergüenza.

Las miradas terminaron. Su niño ya no la miraba. Se paseó delante de él, pero nada. "Bueno, pensó. Mañana seguro que se la había pasado".

Al día siguiente le dejó, como siempre, sus braguitas mojadas encima del cesto de la ropa. Pero él no fue a buscarlas. Ni al día siguiente. Ni al otro.

Felicia se sintió mal. Necesitaba aquellos juegos. Los echaba de menos. Trató en varias ocasiones de hablar con él, pero él siempre le decía que no, que lo dejara.

Hasta Julián salió afectado. Su mujer ya no estaba tan calentorra por las noches. Pensó que la fase 'caliente' había terminado, que volverían al polvito semanal.

Felicia ya no podía más. Aquello tenía que acabar. Su niñito lo estaba pasando mal, y ella también. Así que una mañana se acercó al cuarto de Jorgito. Abrió sin llamar. El estaba aún en la cama.

-Hola mi amor.

-Hola Maa.

-Tengo una cosita para ti.

-¿Qué es?

-Esto.

Diciendo eso, se metió una mano bajo la el vestido y se quitó las bragas, se acercó a la cama de Jorgito y se las dio.

-Toma mi amor. Que lo pases bien. Avísame cuando termines.

Se marchó y cerró la puerta. La boca de Jorgito estaba abierta. No se podía creer que su madre se hubiese sacado las bragas y se las hubiese dado. La polla se le empinó. Las llevó a su nariz. Eran las más frescas, recién salidas de coño de su madre. Las enrolló alrededor de su polla y empezó a hacerse una estupenda paja con ellas.

Se corrió enseguida, manchándolas de su leche. Se quedó sobre la cama, respirando agitadamente.

"Avísame cuando acabes", la había dicho su madre. Miró las bragas, llenas de semen. ¿Qué la avisara?. Se tapó.

-Maa!

-Ya voy, mi niño.

Su madre entró.

-¿Ya?

-S..sí.

Se acercó nuevamente a su cama. Él le dio las bragas. Su madre la abrió, viendo todo el semen.

-¿Te han gustado las bragas de mami?

-Sí.

-Ya no tienes que esconderte. Cuando las quieras, me las pides, vale?

-Vale mami.

Le dio un beso en la frente y se fue. Mientras se dirigía al cuarte de la lavadora a dejar las bragas manchadas, se las llevó a la nariz y aspiró el aroma, mientras se tocaba el coño. Se corrió antes de llegar a la lavadora.

Las miradas volvieron, pero ya no eran furtivas. Ahora, cuando se cruzaban, Felicia le sonreía. Y después, cuando Jorgito veía la tele y ella se paseó por delante, mostrándole generosamente su escote...

-¿Le estás mirando las tetas a mami?

-Sí.

El coñito se le empezó a mojar otra vez. Si la cosa seguía así se iba a deshidratar. Miró a entrepierna de su hijo. Se notaba el bulto que formaba la dura polla. Esta vez Jorgito no se tapó con ningún cojín.

-Maa..

-Dime mi amor.

-Me...dejas tus braguitas?

-¿Otra vez?

-Sí. Es que...

-Se te puso el pito duro.

-Sí.

-¿Por qué?

Claro que sabía el por qué, pero lo quería oír.

-Por..tus tetas. Por tu culo. Por...todo.

El coñito de Felicia ya era un lago. Las bragas le iban a encantar a Jorgito. Mirándole a los ojos, sonriendo, se las quitó, despacito. En vez de dárselas, las llevó a la cara de Jorgito.

-¿Huelen bien?

-Ummmm si..me gusta mucho como huelen.

-Es el olor del coñito de mami.

-Ese olorcillo me gusta mucho.

Le dio las braguitas  y se sentó a su lado. Él se fue a levantar, pero ella lo retuvo sentado.

-¿A dónde vas?

-A...al baño.

-¿A hacerte una pajita con mis bragas?

-Sí.

-¿No estás más cómodo aquí?

-¿Aquí?

-Claro

-Pero...contigo aquí me da vergüenza.

-Jajaja, ¿Vergüenza? ¿Y no te da vergüenza pedirme las bragas para hacerte una pajita?

-Bueno..sólo...un poco.

-Vale. Yo me voy a la cocina.

Lo dejó y se fue, aunque hubiese deseado quedarse y ver como Jorgito se hacía la paja, como se corría en sus bragas.

Esa noche no le pidió nada a su marido. Se echó sobre él y le metió mano hasta que la polla se le puso dura. Se subió sobre él y lo cabalgó como una loca, mientras Julián intentaba agarrar las bamboleantes tetas. Antes de que le llenara el coño con su semen, ella se había corrido dos veces. Luego, cayó sobre él y se besaron, mientras la polla se encogía poco a poco hasta salirse, seguida por la mezcla de semen y jugos vaginales.

-Joder, Felicia. Vas a acabar conmigo.

-Jajaja. Pero morirás con una sonrisa en los labios.

-Sí, eso sí.

Los siguientes días Felicia le llevaba sus bragas a Jorgito, que se las devolvía luego llenas de leche. Los orgasmos de Felicia luego eran estupendos. Pero ella quería más. Ella deseaba ver como Jorgito se hacía la paja. Por eso, una mañana, cuando le dejó la prenda, no salió del cuarto. Se quedó.

-Joo! Vete Maa.

-¿No quieres que mami te mire?

-Me da corte, Maa.

-Y....¿Si mami también se hace una pajita?

-Maa!!! - dijo Jorgito con los ojos como platos.

-¿Qué pasa? Las mujeres también nos hacemos pajitas.

-¿Me ...enseñarás también las tetas?

-Jajajaja mira el diablillo vergonzoso, que quiere que su madre le enseñe las tetas.

-Y el coño.

-Jajajaja

Jorgito sonrió. Estaba perdiendo la vergüenza.

-Vale.

-¿En serio?

-Sí. Tú primero. Enséñale a mami eso con el que manchas todos los días mis bragas.

Jorgito dudó un momento, pero luego se bajó los pantalones y los calzoncillos, mostrándole a su madre su enhiesta herramienta.

-Vaya con mi niño. ¿Pero a quién sales? A tu padre no, desde luego

-¿No?

-Desde luego que no. Tu polla es más grandota que la de él y todavía estás creciendo.

Eso llenó de orgullo a Jorgito. No sabía por qué. Pero tener la polla más grande que su padre le hacía sentir bien. Y la manera en que su madre se la miraba lo excitaba.

Y HABÍA DICHO POLLA!! SU MADRE HABÍA DICHO POLLA Y NO PITO.

-Ahora tú, Maa. Te toca.

Sonriendo, Felicia se abrió los botones de la camisa, para luego abrirlas y enseñarle a su hijo sus tetazas. La cara de bobo que puso el chico era de cuadro. La polla brincaba sola en el aire.

-¿Qué te parecen?

-Son enormes, Maa

-¿Te gustan?

-Ya lo creo.

-Empieza.

-¿El qué?

-Tu pajita, bobo.

-Falta que me enseñes el coño.

-Ummmm, eres un pedilón.

-Lo prometiste.

Felicia se acomodó en la butaca que había al lado de la cama. Subió una regordeta pierna sobre el posa brazos y se remangó el vestido. Movió la otra pierna, abriéndolas. El corazón le latía a mil por hora. Le estaba enseñando a su hijo el sitio por donde había salido no hacía muchos años.

Era el primer coño que el chico veía. Y le pareció la cosa más excitante del mundo. Gordito, peludo, con aquella rosa raja en medio. Estaba brillante, mojado. Su vista lo recorrió, de arriba a abajo.

Felicia llevó sus manos a su coño y lo abrió con sus dedos, mostrándole a Jorgito como era por dentro. Casi se corre allí mismo con sólo abrírselo. Nunca había estado tan cachonda como en ese momento.

-Yo ya he cumplido, Jorge. Ahora es tu turno.

Cuando lo llamaba Jorge, era para echarle la bronca. Pero ahora no era así. Y a él le gustó. Le hacía sentir más hombre.

Llevó una mano a su polla. La agarró y empezó a subir la mano, arriba y abajo. Lo hacía muy despacio, casi sin apretar. Sabía que si no se correría muy rápido, y quería disfrutar de ese momento lo máximo posible. Se llevó las bragas a la cara y las olió mientras seguía con su lenta paja. Su ojos iban del coño de su madre, a sus tetas y a sus ojos.

Felicia no dejaba de mirar como Jorgito se acariciaba la polla. Por fin había conseguido verlo. Había valido la pena. Se mordió el labio inferior. Los pezones le dolían de lo duro que estaban.

-¿Y tú Maa? ¿No te haces la paja?

Llevó una mano a su coño y empezó a frotarse con los dedos índice y anular, especialmente el inflamado clítoris sobre el que hacía círculos con las yemas de sus dedos. La otra mano la llevó a sus tetas. Eran muy sensibles y le encantaba pellizcarse los pezones.

-Ummm que gustito, mi niño.

-Sí Maa...me da mucho gustito. Me gusta...mirarte.

-Y a mí

Jorgito llevó las bragas a la polla, poniéndola alrededor y aumentó el ritmo de la paja. Su madre también aceleró sus frotamientos.

-Agggg enséñale a mami como le llenas las bragas de leche...

-Me..voy a correr pronto..mami.

-UF...y yo...Has puesto a mami muy cachonda.

Jorgito empezó a gemir más fuerte. Luchaba por tener los ojos abiertos. No quería perderse la vista de su madre, con las tetazas al aire, las piernas abiertas y tocándose el coño.

-Aggggggggg

El primer y potente chorro salió disparado, describiendo una parábola en el aire y cayendo sobre el pecho de Jorgito. Los siguientes fueron recogidos por las braguitas, dejándolas bien pringosas. Y lo que más gustó a Jorgito fue el grito de placer de su madre, como su cuerpo empezó a temblar, como cerró las piernas con fuerza, al igual que los ojos.

Después de varios segundos, los dos se recuperaban de sus fuertes orgasmos. Sus respiraciones eran agitadas. Se miraron el uno al otro, sonriendo.

Felicia observó como su hijo limpiaba con sus bragas la leche que había caído en su pecho.

"Tengo que enseñar a follar a este niño", pensó Felicia.

CONTINUARÁ