Miradas 2

Mi hermana me descubre mirándola.

Miradas

Capitulo 2: No me mires.

Estaba ahí temblando de miedo y emoción, pues como ya dije en ese momento me di cuenta que Lía seria en lo único que pensaría a partir de ese día. Y ella ahí dormida a dos metros de mí, inalcanzable, me quede quieto para escuchar si ella se había despertado, pero al parecer no.

Trate de dormir, y no porque al otro día tuviese escuela, lo que me preocupaba era no poder despertar para ver a mi hermana cambiarse de ropa, mire el reloj de muñeca que tenía, las 3:43, apenas dormiría una hora y media, con el cansancio que me quedo después de mi primer orgasmo, me fue fácil conciliar el sueño esta vez más tranquilo.

La alarma sonó, con su usual y horrendo sonido, yo que no podía encontrarme más cansado y adormilado gire mi cuerpo cuando ella prendí la luz, mi instinto me decía que quería seguir durmiendo, pero mi subconsciente me recordó que tenía algo que hacer.

Por querer cubrirme de la luz había girado dándole la espalda a Lía, así que mientras escuchaba como ella se movía silenciosamente para no despertarme, me odie por haber desaprovechado mi posición inicial, así que rogando por que no se viera muy obvio, me giré de nuevo con los ojos cerrados y tapándome casi toda la cara pero dejando mis ojos afuera de las cobijas.

Aun con los ojos cerrados podía sentirla, mis sentidos estaban híper agudizados, mi corazón latía acelerado de nuevo, y la adrenalina bombeaba en mi sangre tensándome, y así abrí poco a poco mis ojos hasta que quedaron entrecerrados, y la vi ahí de pie aun con su pijama puesto, ella estaba peinando su largo cabello que supongo se le desordeno en la noche, yo embelesado la miraba, termino rápido con eso y sacando ropa de su closet, la puso a los pies de su cama, y entonces...

Yo hubiese querido que se sacara la ropa lentamente poco a poco, casi sensualmente, pero por supuesto eso no paso, ella tenía prisa así que de un movimiento se sacó la parte de arriba del pijama dejando al descubierto su sostén, ella me daba la espalda, después con la misma velocidad se quitó el pantalón, y casi me da un paro cardiaco, si de la parte de arriba solo podía apreciar su blanca espalda, lo de abajo era otra historia, vi por primera vez un trasero de mujer en ropa interior, negra por cierto igual que el sostén, sus nalgas paraditas firmes y redondas apenas eran cubiertas por esa prenda que a mí me pareció la mas erótica lencería del mundo aunque después aprendí que solo era una braguita de lo más común.

Lía sin saberse observada, siguió cambiándose y primero la parte de arriba o que me permitió ver aún más sus lindo trasero, cuando creí que se pondría los jeans que tenía en la cama hizo algo que casi me hace gritar, se dio la vuelta.

Sus senos ahora cubiertos por la prenda eran una visión tan normal como cualquier día, pero por dios de cintura para abajo...

Sus piernas larguísimas y hermosas lucían en todo su esplendor, y más importante aún, la parte de enfrente de sus braguitas se notaba perfectamente, el triángulo de tela cubría su pubis que lucia deliciosamente abultado, y yo no podía quitar mi mirada de ahí, mis ojos seguían entrecerrados lo cual me daba una visión muy borrosa de las cosas pero aun así estaba extasiado con la escena.

Ella llego al espejo (uno de cuerpo completo que tenia de su lado del cuarto) se arregló la blusa que se había puesto y cuando estuvo satisfecha regreso a la cama a ponerse los jeans otra aventura para mis ojos ver como enfundaba sus hermosísimas piernas en los ajustados pantalones fue épico, al final tuvo que forzar la prenda a subir pues su respingón trasero parecía muy grande para la ropa.

De ahí en adelante solo fue maquillarse un poco, arreglarse el cabello en una coleta  y ponerse perfume, el cual dejo nuestra habitación oliendo a fresas.

Se miró una última vez en el espejo, y sonriéndose tomo su abrigo uno largo y bastante abrigador salió del cuarto, la escuche saludar a mi madre y comenzar a comer.

¿Yo?, yo estaba con la erección más fuerte de mi vida, mi pene palpitaba de una forma casi dolorosa, así que me comencé a tocar... lo cual resultó mal pues me sentía raro al tocar mi propio cuerpo, no sé cómo asco, así que por puro instinto me giré y quedando con la cara hacia el colchón y mi pene atrapado entre mi cuerpo y mi cama comencé a frotarme contra esta, como si estuviese follando en la típica posición de misionero.

Y así con las imágenes que acababa de ver ahí en la oscuridad de mi cuarto me masturbe por primera vez, y lo hice con Lía en mis pensamientos, dure bastante y cuanto más me movía y más placer sentía mas agitado me encontraba mi cuerpo de nuevo se sentía caliente, y de nuevo, el orgasmo. Que aunque no fue tan abrumador como el primero me dejo igual de cansado jadeando y satisfecho.

Había mancado esta vez las sabanas y de nuevo mi vientre, así que saque de su escondite mi pijama y limpie todo, aun así las sabanas quedaron muy húmedas, así que me salí de la cama y deje las sabanas descubiertas para que se secaran, me senté en mi cama, y me quede en blanco por un rato mirando la oscuridad.

Me sentía culpable, emocionado, excitado, pero más que eso asustado, eran demasiadas emociones para mí.

La luz del exterior se colaba por la ventana que yo tenía en la espalda, iluminando muy poco el cuarto, pero mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad, así que vi la cama de Lía, aun si arreglar pues mi mamá se encargaba de eso, no así de la mía pues yo tenía más tiempo así que yo si debía dejar arreglada la mía.

Yo aún confundido por todo lo que pasaba y sin querer acostarme en mi húmeda cama me levante y en automático me acerque a la cama de Lía, acaricie sus sabanas como su de una parte de su cuerpo se tratara, y casi temblando de emoción, me metí poco a poco en ella, me tape con sus cobijas y hundí mi rostro en su almohada.

Olía a ella, cada cobija, la almohada, las sabanas todo tenía su aroma, y no el de fresas de uno de sus perfumes que también olía a eso, pero no, debajo de un  sin fin de aromas artificiales, estaba su aroma, como supe yo que ese era su olor no me lo explico, pero lo reconocí de inmediato, era suave y embriagador delicioso, jamás podría describir a que huele Lía, porque no es un aroma que puedas encontrar en fruta o flor alguna solo sé que su olor es exquisito, y el Leo de apenas trece años estaba embriagándose con él por vez primera.

Tan ido estaba que me dormí.

Los golpes en la puerta me hicieron saltar de la cama literalmente.

-Arriba Leo ya es hora-Mamá estaba hablándome, salí de la cama lo más rápido que pude, Dios que susto.

-Si ya voy- Rápidamente comencé a cambiarme mientras trataba de calmar mi corazón asustado, cuando termine, toque las sabanas y ya estaban secas, casi, así que tendí rápido la cama, y salí del cuarto no sin antes hundir mi rostro una vez más en las cobijas de Lía.

-¿Te sientes bien?-mi padre ya estaba sentado, y me miró preocupado.

-Si solo cansado, no dormí bien- Preferí decir solo parte de la verdad pues mentir nunca ha sido mi fuerte y menos a mi padre.

Mi madre corrió preocupada a mi lado y lo que vio no debió gustarle.

-Mira como estas te vez terrible, mírate esas ojeras, si hasta pálido estas, desde ayer te vi medio raro ¿qué tienes?

Me reí un poco por la pregunta, uno por que no podía decirle,

“no te preocupes mamá, es solo que acabo de darme cuenta que mi hermana es el ser más hermoso sobre la tierra y eso provoco que no durmiese en toda la noche, ya sabes, entre que me corrí pensando en ella, y después me masturbe como loco, claro eso paso después de haberla espiado hoy en la mañana”

Y dos porque aunque no hubiese sido esa la razón si no, una enfermedad, como esperaba que yo supiera si algo andaba mal en mi cuerpo.

-No lo sé-mentí eso sí sin mirarle a los ojos

-¿Y si lo llevo al doctor?

Mi padre me miro muy serio y después me pregunto

-¿Que tan mal te sientes?- Papa como ya habrán imaginado no le gustaba la debilidad, el mismo casi nunca iba al doctor.

-Solo dormí mal, creo que tuve pesadillas o algo pero solo eso

-Es por esos juegos feos que tienes- mamá exclamo refiriéndose a resident evil y silent hill

-No es por eso- defendí mis preciados videojuegos.

-Bueno si solo es un desvelon, te vas a la escuela y ya, pero si te sientes muy mal le llamas a tu mama y que vaya por ti

-Vale

Mi madre no se quedó muy convencida, y trato de hacerme comer lo doble de lo normal lo cal casi logro porque descubrí con sorpresa que estaba hambriento, eso los dejo un poco más tranquilos.

En la escuela me fue difícil poner atención, la desvelada y el pensar en Lía tomaron toda mi energía, mis amigos como mis padres se preocuparon, pero al ver que no estaba triste ni nada solo cansado y un poco ido se les pasó.

De vuelta en mi casa trate de comportarme lo más normal,  pero después de comer mi mamá me mando a dormir. Cosa que me pareció la mejor de las ideas, ya acostado mirando el techo, y después de pensar todo el día llegue a varias conclusiones.

  1. ¿estaba mal lo que estaba sintiendo por Lía? Si

  2. ¿estaba mal espiar a Lía? Si

  3. ¿me sentía culpable? Si y mucho.

  4. ¿Lo seguiría haciendo a pesar de eso? Pero claro que sí.

No me culpen no es que considerara en algún momento que mi conducta tuviera una justificación, no para nada sabía que lo que hice, lo que planeaba seguir haciendo estaba mal, en todas las formas, estaba traicionando la confianza de mi padre, mi madre se moriría si se enteraba que su tierno y dulce niño era un pervertido que se masturbaba con su hermana en mente, y lo más importante, si bien la relación de Lía conmigo no era la mejor ella me trataba bien la mayor parte del tiempo y más importante aún ella tenía la confianza de casi desnudarse enfrente de mí, y yo estaba a punto de defraudarlos a todos.

Pero igual que papa se emborrachaba bastante en  las fiestas de la familia aun cuando sabía que estaba mal, al igual que mamá escuchaba y esparcía rumores de los vecinos, por el puro placer del morbo, aun cuando todos sabemos que eso está mal, al igual que Lía se vestía de manera sensual a escondidas de papa, me dije que yo tenía derecho a mi pequeño vicio, me convencí que merecía portarme un poco mal, de vez en cuando como ellos.

Con esos retorcidos pensamientos me dormí.

-Mamá dice que te despiertes- la dulcísima voz de mi hermana y un toque de su mano en mi hombro me despertaron.

La vi ahí de pie con la luz de la ventana iluminándola, ya estaba atardeciendo y los rayos rojo sangre del sol le arrancaban destellos a su castaño cabello.

-Hola- dije con la voz más tonta que pude hacer, y mi mirada no debía ser muy diferente pues ella se quedó extrañada.

-Oye es en serio, ¿qué te pasa?-su preocupación me encanto, ella me quería, solo como hermano pero me quería y eso me bastaba.

-Nada, solo estoy algo atontado- mejor ser sincero- me voy a lavar la cara.

Después de eso hice mi tarea en el comedor pues sabía que si me quedaba en la habitación lo único que haría seria ver a mi hermana.

Pero al terminar casi fui corriendo al cuarto.

Lía y yo éramos diferentes en casi todo, pero al ser criados por los mismos padres compartíamos viarios rasgos de personalidad, uno de ellos era que teníamos poquísimos amigos, otro que no salíamos casi nunca de casa entre semana, para eso usábamos el sábado, ya que el domingo era familiar, y otra era nuestra increíble responsabilidad hacia la escuela.

Como dije ya antes agradezco a Dios el haber tenido una familia tan fabulosa, y mis padres seguro que también se sentían felices de tener a dos hijos que si no eran perfectos si eran bastante mejor portados  que la mayoría.

Bien, en la universidad me parece que su plan es presionar a los alumnos hasta el extremo con trabajos, exámenes y tareas, para ir quebrando a los débiles y así asegurar que solo se gradúen los mejores. Digo esto porque mi hermana a quien la escuela siempre se le facilito, pasaba casi toda la tarde haciendo tarea y estudiando, cabe destacar que estaba en el área dos de la universidad, ella quería ser pediatra.

Así pues corrí al cuarto y la encontré por supuesto estudiando, esta vez solo estaba leyendo un libro grandísimo, y lo hacía en su cama acostada boca abajo con la almohada en el vientre impidiendo así que sus enormes pechos se aplastaran contara la cama.

Yo me acosté en mi cama y tome la novela que estaba leyendo en ese entonces y fingí leer, cuando mis ojos lo único que hacían era ver el cuerpo de mi hermana, esta vez llevaba unos jeans como siempre ajustados y un suéter de lana de cuello alto pero también muy pegado al cuerpo, hay que decirlo sabia vestirse.

Y para no hacer esto más largo de lo que ya de por si es acortare un poco, como ya mencione antes estábamos a inicios de octubre, apenas la primera semana, lo cual significaba que el frio ya empezaba a sentirse, al mismo tiempo mi cumpleaños, el 13 de noviembre, también se acercaba, y después vendría el cumpleaños de Lía el 7 de diciembre.

Menciono estas fechas pues esta aventura acelero de una manera increíble, entre esos meses, pues a inicios de octubre yo había decidido que seguiría con mi perverso placer secreto, que solo sería espiar a mi hermana, y cuando el año finalizo... … bueno que cuando el año finalizo nadie ni yo mismo podría haber adivinado la relación que entre los dos surgió.

Pero me estoy adelantando.

Ese fue el inicio de una nueva rutina, ahora cada mañana cuando sonaba la alarma , no era solo Lía la que se despertaba, ahí estaba yo también, abriendo mis ojos de la manera más disimuladamente posible, para observar el hermoso cuerpo de mi hermana  mayor, pasadas tres semanas ya había visto toda su ropa interior, y me di cuenta que el color que más le gustaba era el blanco, y el morado, que aunque la mayoría de sus prendas eran pantis y sostenes normalitos, también tenía tangas solo tres pero las tenía y eran divinas esas veces tenía que usar todo mi autocontrol para no masturbarme ahí mismo viéndola.

En la escuela me la pasaba pensando en ella, no al grado de bajar de calificaciones ni nada solo que pensaba en ella, solo pensaba en ella, y al regresar de la escuela solo esperaba la tarde para que ella regresara y poder admirarla mientras fingía leer o jugar en la playa.

Así llego noviembre, y con noviembre acá en México llega el día de muertos, el 31 de octubre que en el extranjero festejan Halloween acá las familias compramos frutas y pan para preparar la ofrenda, la ponemos esa noche pues en nuestra cultura y creencia al otro día en la mañana llegan nuestros familiares difuntos a desayunar, si, suena raro si no eres de México pero aun cuando mi fe en la religión es débil, yo estoy convencido hasta los huesos de que esta tradición es real, díganme loco.

Aquel año el 31 de octubre, resulto ser domingo, como ya mencione ese día estaba destinado para pasarlo en familia desde siempre, y más aún esa fecha tan especial.

Ella los sábados y domingos esperaba que yo me levantara al baño y cuando yo volvía Lía ya se había cambiado, después ella salía y me tocaba a mí cambiarme.

Aquel día nos despertamos temprano, bueno temprano para ser domingo, pues la idea era ir a la central de abastos (creo que el mercado más grande de México) por la fruta para la ofrenda, y de paso por la despensa, a un centro comercial de regreso así como varias cosas que necesitaba mi padre para el arreglo de la casa el cual haríamos los dos esa tarde, en fin que me esperaba un largo día.

Cuando el reloj sonó a las 7:00 de la mañana, me costó reunir el coraje necesario para dejar mis cálidas cobijas así que estuve dando vueltas en mi cama mientras me estiraba como un gato, estaba a punto de salir pues igual si quería orinar, cuando mi hermana sorpresivamente se levantó, yo que estaba ya sentado, recargado en la cabecera me quede un poco confundido, pero supuse que Lía tenía que ir al baño urgentemente, así que me quede en mi sitio.

Ella ya de pie me miro, pero no era la típica mirada que me dirigía desde siempre esta vez sus ojos brillaban, como si supiera algo o tramara algo, y note un rubor en su rostro, nada normal.

Antes de seguir, recordemos que ya llevaba tres semanas mirándola secretamente en las mañanas, para después masturbarme, y mis tardes las pasaba admirándola según yo disimuladamente mientras ella estudiaba, para después masturbarme en la noche, a veces hasta dos veces.

Lía entonces me dio la espalda, y se sacó muy lentamente el pijama, la parte de arriba, yo me quede de piedra, ¿qué diablos estaba pasando?, ¿Lía se estaba desnudando ante mí? ¿Consciente de que la estaba viendo?

Ella se quedó quieta, mostrándome su espalda, casi desnuda, y yo estaba congelado sin saber qué hacer, solo mirándola como siempre.

-¿Por qué me miras tanto?-su voz era suave y un poco nerviosa, apenas y la escuche.

Desvié mi mirada aunque era algo estúpido teniendo en cuenta que ella no sabía si la seguía mirando o no, pues no se volteó en ningún momento.

-No... No te estoy viendo- respondí con pánico.

-Sí, si me miras-su voz era más fuerte.

Yo me quede mudo, estaba en pánico, ella me había descubierto mirándola, le diría a mis padres, estaba muerto estaba.... espera, la única razón de que la estuviera viendo era porque ella se comenzó a desnudar frente mío.

-Tú te quitaste tu ropa ahorita no es mi culpa, tonta-Me sentí aliviado de poder defenderme.

Creí que con eso ella me diría que me saliera y yo tendría solo otra imagen de ella para usar en el baño, pero...

-No ahora... tu siempre me miras...-me quede helado, ella lo sabía, sabía que la veía  y de una forma no muy fraternal, pero a que se refería, a las largas tardes donde me quedaba embobado mirándola estudiar, ¿o se refería a lo otro?

Sentí como me ponía pálido, no sé si eso de verdad se siente pero yo lo sentí, sentí miedo, pavor, terror, ni siquiera podía moverme o hablar, solo quedarme ahí quieto temblando, esperando que ella me amenazara o que me dijera que me acusaría o que enojada me gritara, no sé, solo estaba ahí esperando mi castigo.

La tención casi se podía cortar, y el silencio duro lo que me parecieron horas, hasta que ella se giró, yo tenía la mirada hacia al frente así que cuando ella volteo, pude ver esos bonitos senos en su sostén blanco, uno de mis favoritos, pero ahora no pude mantener mi mirada, así que la baje totalmente avergonzado.

-¿Ahora si sientes pena? ¿Ahora ya no me miras? ¿Y todas las mañanas que me vez? ¿Ahí no sientes vergüenza?

Carajo, ella lo sabía, sabía que la espiaba, ¿desde cuándo?

Mi cuerpo ya estaba temblando como una hoja al viento y tenía que esforzarme para no llorar.

-Mírame. -Su voz era fría, furiosa casi pero suave, no estaba gritando.-Mírame o te juro que ahorita mismo le cuento a papá

Muy lentamente levante la mirada, ahí estaba ella con los brazos a los costados dejando a total descubierto sus preciosos senos cubiertos de encaje.

Ella también temblaba, pero de furia, lo sentía en el aire, su enojo, e hizo algo que me sorprendió aún más se sacó la parte de abajo del pijama, esta vez rápido casi en un movimiento, y ahí estaba mi hermana semidesnuda, ante mí, y en mi cuerpo no había señal de excitación, solo miedo.

-Ahora si mírame, ¿porque eso haces siempre verdad?, me miras todas las mañanas, maldito cerdo, que bien te lo pasaste ¿no? Cuanta risa te debió dar poder espiar a tu hermana mientras se cambiaba ¿no?- su voz era tan furiosa que casi me dolía físicamente escucharla.

Ella comenzó a llorar ahí delante de mí en silencio y lo comprendí estaba dolida herida e indignada, de alguna manera el que yo la viera sin su permiso la hacía sentirse violada.

Yo tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para no llorar también.

Ella se cubrió su cuerpo con las manos y se sentó en la cama, seguía llorando.

-Perdón-me salió por fin un susurro, no sabía que más decir.

-Jodete, le diré a mis papás-esas palabras eran una sentencia para mí.

Tal vez mi padre no me mataría como siempre decía que lo haría si hacia algo como lo que había echo, pero una golpiza seguro me llevaba y seguramente me internaba en alguna escuela militar si no es que me corría de plano de la casa, lo cual por su puesto provocaría que mi madre hiciera algo como dejar a mi padre, porque si hemos de ser honestos yo era el preferido de mi mamá.

Acababa de destruir a mi familia, una familia casi perfecta y solo por pura lujuria.

Sentí aún más terror, pero mi padre no había criado a un cobarde así que temblando aun me puse de pie y me dirigí a la puerta.

-En serio perdóname.

-¿A dónde vas?- ella entre lágrimas me pregunto

-Yo le diré a papá-Mi valor se iba por momentos y tal vez llegando frente a él no me atrevería, pero al menos lo intentaría, al menos quería tener ese poco de orgullo antes de... bueno antes de que pasara lo que sea que pasara.

Ella se quedó pasmada, como no creyéndome, pero cuando me vio tomar el picaporte casi grito.

-Papá te va a… no se...  te va a... hacer... pero... te va a matar-dijo escandalizada. Los dos sabíamos que no era una exageración que en el peor de los casos mi padre en efecto si podría matarme a golpes por una cosa como esta.

Moví los hombros como diciendo “que importa”, pero era pura pantalla, tenía miedo, no de lo que papá me haría, eso me lo merecía, pero sabía que lo iba a decepcionar que me dejaría de querer que me odiaría, y eso me aterraba más que la idea de la muerte misma.

-¡No vayas!-me quede quieto la verdad es que quería que alguien me detuviera y ella ahora me ofrecía una salvavidas-no le diré a nadie.

Me quede de pie aun tratando de no llorar, esperando.

-No le diré a nadie... ¿pero por qué lo hiciste?, ¿por qué me hiciste esto? ¿Sabes lo que sentí cuando me di cuenta, lo que pensé que hacías después de verme? ¿Soy tu hermana y aun así me ves de esa manera por qué?

Su voz aún tenía tristeza y furia. Así que decidí ser honesto, se merecía al menos eso.

-Eres hermosa...- mi voz apenas salía- me di cuenta de que eres hermosa.

No dije nada más.

De nuevo el silencio.

-Mientes, tú lo que piensas es que estoy buena, para ti es igual que ver una revista de esas cochinas.

Eso sí me indigno, era cierto la veía como mujer deseable y sexy, y si me masturbaba con su imagen, pero también la veía como a una princesa como a una obra de arte, como se ve a una figurita de cristal, algo increíblemente hermoso y frágil, único. No solo sentía deseo hacia ella, yo la admiraba, la idolatraba.

-No es cierto¡, de verdad me pareces la chica más hermosa del mundo, me gusta tu cuerpo sí, pero me gusta también tu cabello tus labios toda tu me gustas, hasta tu maldita voz se me hace hermosa, todo el tiempo pienso en ti, pero no cosas sucias no todo el tiempo a veces solo pienso en ti, en que estás haciendo, en cómo te sientes, me gusta verte, sí, cuando te cambias... dios mírate, eres perfecta casi una modelo, mejor que una modelo, como no te iba a ver, necesitaría estar ciego, pero también te miro cuando estas vestida, cuando estas estudiando, cuando te acuestas, aun con tu pijama eres la mujer más bonita que visto, si te miro, te veo, pero todo el tiempo, no solo cuando no usas ropa, y crees que es fácil para mi crees que decidí un día que quería que me gustaras, no, Lía simplemente un día me di cuenta que dormía junto a la mujer más guapa que he conocido, y que querías que pasara? Que te ignorara, que fingiera que eres fea, tendría que ser maricón para dormir a tu lado y no desearte.

Me desate, ella no grito en ningún momento pero yo ya estaba vociferando, mis gritos se debían oír por toda la calle, en ese momento no lo pensé pero si mis padres hubiesen estado en cas esta historia habría acabado aquí conmigo gritando y mis padres entrando al cuarto. Pero para suerte mía ellos habían salido temprano a por el desayuno.

-Así que rodete tu Lía, sé que estoy mal, pero no me digas que solo te veo como a un pedazo de carne, para mi eres casi casi una princesa...-y por fin me puse a llorar, me recargue en la puerta y lloré como un niño.

-Estás loco-ella había parado de llorar, aunque su voz se escuchaba aun quebrada, se cambió de ropa, yo me había sentado en el suelo y abrazando mis piernas, lloraba con el rostro entre mis brazos.

Paso un rato y yo lo quería quedarme ahí sentado hasta morirme, pero...

-Me dejas pasar, quiero lavarme, que si los papás vienen y nos encuentran así, no sabría que inventarles.

No conteste, pero levante la mirada, no me creía lo que estaba pasando, ella me acuso de mirarla, es más casi se desnudó frente a mí solo para torturarme, después  me escucho casi casi declarando que me había enamorado de ella, y ¿ahora decía que nada había pasado? ¿Que lo ocultáramos?

-Pero... ¿no que querías decirles? Y ¿ahora qué?

Ella me miro hacia abajo y movió sus hombros como diciendo no lo sé.

-En serio quítate quiero salir-me quite

-¿Dónde están ellos?- le pregunte pues era obvio que en casa no.

-salieron por el desayuno, me avisaron antes de salir, por eso aproveche para... bueno esto.

Yo quería preguntarle muchas cosas, ¿Desde cuando se dio cuenta? ¿Que pasaría ahora? ¿Tendría que dormir en algún otro lado? ¿Me seguía queriendo ella a mí? ¿Me creyó cuando le dije que no solo me gustaba su cuerpo? ¿Y ella que sentía respecto a eso?

Pero Lía salió de la habitación.

Cuando volvió sus rostro limpio y peinado ya se veía casi normal solo un poco rojos los ojos, me mando  a lavarme cosa que hice igual yo ya me había vestido.

Media hora después llegaron nuestros padres, el ambiente en la casa era tenso y ellos lo notaron de inmediato.

-¿Que paso?-mi madre pregunto viéndonos yo en la mesa de la cocina tratando de concentrarme en un juego de la game boy y ella en uno de los sillones de la sala con el celular en la mano (de los primeros).

Yo no quise contestar, no me atrevía a inventarme algo, y la verdad era un suicidio, además no tenía idea de que tenía planeado Lía tal vez ahorita decidía que si me acusaba y ya.

Nadie contesto.

Mi padre dejo el desayuno en la mesa, y serio repitió la pregunta de mi madre, pero a diferencia de mi comprensiva mamá, cuando papá preguntaba algo se tenía que dar una respuesta clara.

-Tu hijo que me ha agarrado los discos y el estero, y me rayo unos. -la mentira de Lía, fue una de las mejores que ha dado pues en el pasado peleábamos mucho por tomar las cosas del otro y todos sabíamos cuanto apreciaba ella su colección de discos originales.

-Leo cuantas veces te he dicho que no tomes las cosas de tu hermana, y si le has roto algo se lo pagas- papá aclaro.

Yo solo asentí.

-No quiero nada de él que ni me hable-Lía grito desde el sillón.

A mí me dolió eso pues sentí que esa parte era de verdad que ya no quería que yo le hablara nunca más.

Mamá se quedó callada un rato viéndonos más detenidamente y algo debió notar porque aunque no dijo nada nos lanzó una miradita que decía después hablamos.

El día transcurrió como estaba previsto, fuimos a comprar las cosas, claro eso si yo no me atrevía ni a mirar en dirección a Lía, sentía vergüenza culpa y miedo de que en cualquier momento ella decidiera decirles todo a mis padres, y así paso toda la tarde mis padres animados por comprar la fruta el papel picado y todo para la ofrenda, cosa que en situación normal, nos emocionaría a todos, pero Lía y yo estábamos exageradamente callados, mamá seguía viéndonos de manera sospechosa, y cada tanto nos insistía en que no deberíamos enojarnos tanto por algo tan poco importante.

Así llego la noche y ahí estábamos la familia al completo, poniendo nuestra ofrenda, y dio la casualidad de que cuando yo trate de alcanzar una manzana, Lía también lo hizo así que por un momento nuestras manos se tocaron, la mía arriba de la suya.

Quite mi mano como si la suya me quemara, y baje la vista, así que no podría decir cuál fue su reacción.

Cuando fuimos a dormir después de bañarme me quede solo en el cuarto, preguntadme ¿ahora qué?, tal vez lo mejor sería comenzar a dormir en el sofá pero eso por supuesto causaría preguntas de nuestros padres.

También estaba la opción de pedirle a papá que hiciera otro cuarto para mí pero eso por supuesto estaba difícil en primera por que pronto nos comprarían la computadora que en esos tiempos eran más caras y segundo por igual aunque lo hicieran eso no resolvería el problema inmediatamente.

Así que no me quedaba de otra que seguir durmiendo ahí, junto a mi hermana a la que deseaba con todas mis fuerzas, y aceptar no solo el hecho de que ella nunca correspondería mis sentimientos si no que además me odiaba.

Me acorruque en mi cama y tapándome hasta la cabeza le di la espalda a la cama de Lía, cuando ella entró, puede escuchar como tantas veces antes como al arreglarse hacia ruiditos en la habitación, después la luz se apagó y el silencio nos inundó.

Silencio que rompí.

-Lo siento, sé que no perdonaras nunca pero quiero que sepas que lo siento nunca quise sentir esto, no volveré a mirarte, ni a molestarte.

Ella por supuesto no respondió.