Mini vacaciones con mi Tío IV

Cada vez me reafirmo que quiero esto para el resto de mi vida. Sigue la historia con mi tío en esa Semana Santa muy intensa.

Acto 4. La merienda

Llegue al bungalow y mi tío aun seguía durmiendo, lo que aproveche para darme una ducha rápida, enjaboné con mis manos cada parte de mi cuerpo, pasándolas por mi pecho, bajando hasta mi pene, pasando a mis nalgas y de ellas a mi raja, llegando al premio, que era mi ano. Jugando mis dedos con él, me agache un poco, doblando mis rodillas, para tener un mejor acceso e introducirme uno de mis dedos en mi ano. Ese dedo estuvo poco rato solo, pues le acompañaron otros dos.

Estaba totalmente empalmado. Viendo mi erección pensé que era una tontería guardármela para mi solo. Así que saque mis dedos de mi interior, acabe de enjabonarme, me aclare y me seque todo el cuerpo. Salí del baño totalmente desnudo, subí las escaleras que conducían a la habitación y allí estaba mi tío, tumbado en la cama durmiendo solo con los bóxer puestos. Me acerque a la cama, me puse de rodillas al lado de él, y como si del príncipe azul que despertó a la Bella durmiente me tratase, le di un beso en sus labios.

Él rápido me respondió al beso sin abrir los ojos, y cuando me separe un poco. Los abrió lentamente viéndome con una gran sonrisa y desnudo.

Tío: Que buen despertar – yo me incorporo quedando de rodillas en la cama y dejando ver todo mi pene empalmado – y más con estas vistas – lleva su mano a mi pene.

Yo: Estaba en la ducha y me he puesto así.

Tío: Ya veo, a saber que estabas haciendo tu ahí dentro – se movió e introdujo mi pene en su boca.

Yo: Tío, puedes chuparla pero si intentas sacar algo no creo que salga mucho. Pues hace mucho que me he corrido – él saca el pene de la boca.

Tío: Y eso? Qué has hecho?

Le cuento que pasó con Gael y parece que le estaba gustando, pues en sus bóxer se le marcaba su enorme bulto en todo su esplendor. Le dije que había invitado a Gael que se pásese cuando quisiera y aunque al principio a mi tío no le gustó mucho la idea, después y tras hablar-lo pareció agradar-le más la idea.

Yo: Gracias por querer participar – le dio un beso en la mejilla – ahora me apetece descansar un poco.

Tío: Pues acuéstate a mi lado y nos quedamos un rato en la cama.

Yo tenia otra cosa en la mente. Le saque los bóxer y deje al descubierto su pene erecto, puse mis piernas a cada lado de sus caderas y me tumbe encima de él. Nuestros penes quedaron juntos, uno al lado del otro y comprimidos por nuestros cuerpos. Mi cabeza quedo apoyada en la almohada y girada hacia su cuello y en un susurro al oído le dije: . Él me rodeo con sus brazos y llevo sus manos a mis nalga y ahí quedamos los dos.

No se cuanto tiempo pasó, me desperté. Seguía acostado encima de mi tío y con sus brazos rodeando mi cuerpo. El calor que me trasmitía era muy placentero y creo que podría estar el resto de mi vida así. Moví mis caderas para indicar que estaba despierto, seguía notando el pene de el contra mi bajo vientre, llevé mi nariz hacia su cuello aspirando su olor y le dí un beso. Mi tío dio un fuerte suspiro y abrió sus ojos buscando los míos.

Tío: Qué tal dormité corazón? – una sonrisa de dibuja en su cara.

Yo: Como para no hacerlo. Tu cuerpo y tus brazos transmiten mucho calor.

Tío: Solo te interesa mi calor? - hace una mueca de descontento.

Yo: Claro que no bobo – sonrío – eso solo es un plus. Sabes que me encanta todo de ti.

Tío: Me alegra oír eso – aprieta sus brazos con fuerza estrujándome como una pitón – y qué hacemos hasta la hora de dormir?

Yo: Pues lo que tu quieras. Pero que tal si comemos para empezar.

Nos dimos unos cuantos besos y nos levantamos de la cama, bajamos al piso de abajo, ya ni nos molestamos en vestirnos, y nos pusimos a comer de lo que teníamos por la cocina. Mi tío se quedo de pie y se apoyó en la encimera. Yo acabé de hacerme un sándwich, me acerqué a él, pasé el bocata por su boca a lo que aprovecho para darle un mordisco, me dí la vuelta y apoyé mi culo sobre su pene.

Estuvimos en silencio mientras comíamos, iba notando como el pene de mi tío crecía entre mis nalgas quedando totalmente erecto. Paso uno de sus brazos por mi cintura rodeándola y empezó a frotar su pene por mi raja. Era una satisfacción sentir ese tozo de carne moverse de arriba a abajo. La temperatura de nuestros cuerpos empezó a subir, así como nuestras respiraciones.

Me incliné un poco hacia adelanta, acto que mi tío aprovecho para guiar su pene hacia mi ano. Ahora su glande hacía presión en mi agujero. No tardo mucho en abrirse camino hacia mi interior, entrando todo de un movimiento. Ambos dimos un suspiro de placer, él por sentir el calor y la presión que le da mi recto y yo por sentirme lleno por ese pene que tanto me gusta.

No espero demasiado para empezar a moverse. Dando movimientos lentos y aumentándolos a cada nuevo movimiento. Sentir como sale su pene de mi interior es una sensación de vacío, pero cuando vuelve a entrar me siento excitado y completo. Su pelvis chocaba con cada vez más intensidad contra mis nalgas, dejando el sonido revotar por todas las paredes del bungalow.

Sin sacar su pene de mi, caminamos hasta la mesa, apoyé mi pecho en ella quedando mi cuerpo como una ele (L) con el suelo. Mi tío agarro de mis caderas, y como si de una película porno se tratase, empezó a moverme entre él y la mesa a un ritmo muy elevado. Yo no podía evitar tener la boca abierta y escapando de ella montones de jadeos. Los dedos de mis pies se contraían. Mi tío gemía y bufaba como un toro.

El ritmo bajó, mi tío dio dos pasos hacia a tras y sacó su pene de mi interior. Yo retomé un poco el aire, me levanté de la mesa, me giré hacia a él y me puse de rodillas. Lleva una de mis manos a su pene, fui acercando mi cara y abriendo la boca hacia él y una vez a mi alcance metí todo su glande en ella. Mi tío se quedo viendo como su glande desaparecía en mi boca, y ante ese acto no dudo en dar un suspiro.

Su respiración estaba muy agitada, su pecho se hinchaba y deshinchaba a velocidad elevada. Su pene iba desapareciendo en mi boca y mi lengua jugaba con el tronco y el grosor del mismo. Por su tamaño y su grosor no conseguí meterme lo entero en la boca pero para no dejar ningún centímetro sin pasar mi lengua, me la saqué y como si de un helado se tratase, lo lamí desde la punta hasta el tronco, repitiendo ese movimiento varias veces.

Llegue hasta sus huevos y también jugué un poco con ellos. Pasando mi lengua como si un perro estuviese bebiendo de su cuenco. Cuando él se cansó de que jugara con mi boca, me levantó, me volvió a tumbar en la mesa pero esta vez boca arriba, levanto mis piernas y las separó llevándolas cada una a sus hombros. Acercó nuevamente su pene a mi ano y lo volvió a introducir de una estocada. Mi culo ya estaba tan abierto y acostumbrado a su grosor, que no me causaba dolor sino todo lo contrario, un placer inmenso.

Los dos estábamos agotados, pero había que poner el broche final a ese momento y nuestras corridas estaban cerca. En la nueva posición, la penetración era más profunda y sobre todo placentera para mi, pues su pene chocaba al segundo en mi próstata. Sus envestidas eran rápidas y profundas.

No tarde muchos minutos y sin necesidad de tocarme, empecé a correrme sobre mi pecho llegando mi primer disparo a mi cara. Mi corrida salió en abundancia puesto que la excitación estaba por las nubes. Con cada disparo, mi cuerpo se estremecía y mi ano se contraía contra el tronco del pene de mi tío.

Él no tardo mucho más que yo en correrse. No me dio para saber cuantos trallazos soltó, lo que si puedo decir que sentía como inundaba mi interior con su corrida. Sin moverse, iba notando como el pene de él iba perdiendo dureza y en un momento salió de mi por su propia voluntad. Una vez fuera, yo apreté mi ano para no perder ni una gota del semen que había dejado en mi interior.

Mi tío se inclino hacia a mí, saco su lengua y recogió de mi cuerpo parte de mi semen. Se acercó a mi boca y nos fundimos en un apasionado beso intercambiando lo que había cogido y nuestras salivas.

Estábamos agotados, nuestras respiraciones sonaban fuertes y poco a poco iban bajando de intensidad. Me ayudó a incorporarme, me templaban un poco las piernas e incluso parecía que las tenía de goma y agarrado a su brazo nos dirijomos al baño para darnos una ducha.

El resto del día pasó bastante tranquilo. Tomamos el sol, disfrutamos de la piscina que tenia el camping, a la noche cenamos mientras veiamos una pelicula y cuando nos apeteció nos acostamos en la cama. Nos quedamos dormidos no sin antes darnos unos besos.

Al día siguiente, nos levantamos y desayunamos. Nos fuimos a la piscina ya de mañana y en ella vi a Gael, el cual salude de lejos. Él se acercó a nosotros:

Gael: Buenos diás, cómo llevais la estancia? - Le respondimos los dos al unisono .

Yo: Pues muy bien, tú qué tal estas?

Gael: Bien. Y más hoy que es mi día libre.

CONTINUARÁ.....

SE ACERCA LA PARTE FINAL DE ESTA MINI HISTOIRA. PRONTO PUBLICARÉ EL ÚLTIMO ACTO.