Mimando a mama (vacaciones para dos)

Nada como unas vacaciones en otro país donde nadie te conoce, pero qué pasa cuando tu tía os acompaña...

He descrito en relatos anteriores recuerdos de las vivencias con mi madre en el aspecto sexual. Describí (no con mucho estilo) nuestra primera vez y el día que estuvimos en el apartamento de mi tía Mari. Esos momentos me marcaron bastante. Hubo muchos momentos más, muchas horas de sexo y amor filial a lo largo de los años que duró nuestra relación, pero creo que esto no es un diario en que contar el día a día. Intentaré describir los momentos que me causaron más excitación y, sobre todo, los que no se me hayan borrado de la memoria, aunque no lo haré de forma lineal en el tiempo, saltaré de un año a otro de forma desordenada.

Recuerdo el verano de un año. Yo ya tenía veinte años y mi madre rondaba cerca de los cincuenta. Sus carnes aun se mantenían duras pues practicaba deportes para mantenerse más o menos en forma. Mi padre (que llegué a enterarme que tenía amante e incluso hijos por ahí) estaba receloso por que creía que mi madre tenía algún amante. Él decía que llevaba tiempo en que se la veía muy feliz, como si follara todo los días. El cabrón se había fijado de un año hasta este momento, pero ya llevábamos muchos años follando.

Mi madre decidió que ese verano podíamos ir de viaje al extranjero y propuso irnos a París.

-Vale mamá. –en la intimidad seguía llamándola mamá para no perder la costumbre, pero cuando follábamos le decía Marta... entre otras cosas. –Pero creo que le voy a sacar el dinero de mi viaje a papá. Tú tienes que decirle que te vas a ir sola y si te pide que yo te acompañe le dices que ya soy mayor y que no quieres, que prefieres ir sola y relajarte. Si insiste, tienes que parecer enfadada, aunque después tienes que aceptar.

-Vale, así lo haré.

Dos días después mi madre le comentaba a mi padre que deseaba ir sola a Paris. Mi padre, que era muy macho, le dijo que sola no se iría. Discutieron y yo llegué a asustarme por los gritos que se daban, pero todo era teatro de mi madre. Mi padre, que tenía muchos cojones como todos los machos, nos dijo que ella y yo iríamos juntos a Paris y, además, el pagaba mi viaje para que no hubiera problema por mi parte. Como digo, todos los machos con cojones saben y mi padre le pagó al amante de su mujer el viaje para que la follara a placer en un lugar en que seguramente nadie los conocerían.

Cuando estuvimos solos nos reímos mucho de la forma en que el cabrón había picado. Nos iríamos una semana en la que follaríamos todo que quisiéramos. Preparamos todo un poco a la ligera y con muchos nervios por la emoción, siempre aparentando que iríamos de mala gana por tener que aguantarnos el uno al otro, cuando mi tía Pili se enteró también se quiso unir a nosotros. Pili es la hermana más pequeña de mamá. Era soltera y nunca llegó a casarse. Mi madre y yo nos preocupamos. Ya no podríamos pasarlo tan bien.

Un lunes cogimos y partimos de viaje, llegamos a nuestro destino y nos acomodamos en nuestro hotel. Era una habitación con dos camas y otra supletoria. Ese día descansamos en el hotel ya que llegamos tarde y el viaje había sido cansado.

Al día siguiente, nos fuimos a conocer la ciudad. Mi tía ya había estado allí y hacía de guía improvisada. Estuvimos todo el día andando. No se cuantos lugares vimos. Pero lo triste era que no podía tener lo que yo quería. De vez en cuando y de forma furtiva le cogía el culo a mi madre y ella me miraba y sonreía. Ese día llegamos a la habitación por la tarde y no volvimos a salir, salvo mi tía que se enteró que iba a haber un baile en la discoteca del hotel y quería que fuéramos. Mi madre no estaba muy dispuesta y entonces insistió en que fuera yo. Me negué pero no hubo manera.

A la hora, sobre las diez de la noche, bajábamos en el ascensor Pili y yo. Yo iba pensando en la oportunidad que estaba perdiendo de follar a mi madre. Llegamos a la discoteca y todavía no estaba el ambiente a tope. Había algunas personas bailando y mi tía me cogió de la mano y me llevó a bailar. Yo estaba un poco apático. Un rato después nos sentamos en una mesa y charlamos de cosas sin importancia.

Me fijé que en la barra del bar había un tipo que estaba mirando para nuestra mesa. Se lo indiqué a mi tía y, cuando ella miró, resultó que era un compañero del trabajo. Él se acercó y se sentó con nosotros. Comenzaron a hablar y prácticamente fui anulado. Cuando pasó un tiempo prudencial, le comenté a mi tía que me iba pues estaba cansado y ella no puso problemas. La dejé en la discoteca con aquel maromo.

Corrí nervioso para la habitación. Llamé a la puerta y mi madre abrió. Entré, cerré la puerta y me abalancé sobre ella para besarla y tocarla. Entre mis brazos la llevé al sofá y la besaba y tocaba mientras le explicaba lo que había pasado.

-La tita se ha quedado con uno que conoce del trabajo. –le dije dejándola de besar.

-Y ¿cuándo vendrá?

-Ni idea... eso no me preocupa. –le dije y seguí besándola.

Le subí su camiseta y dejé su barriga al aire. Comencé a darle besos suaves por ella. Acariciaba su cuerpo a la vez que le pasaba mi lengua por su ombligo. Bajé mi mano por su cintura y su cadera, parando en su muslo. Acaricié por encima de sus bragas hasta encontrar el bulto que formaban los labios de su coño. Bajé la mano y ella abrió las piernas para que pudiera tocárselo mejor. Busqué el filo de las bragas y metí mi mano por debajo. Tenía su coño depilado, como casi siempre, separé los labios y metí un dedo. Su vagina estaba húmeda. Mientras seguíamos besándonos. Nuestras lenguas jugaban de una boca a otra. Sonó la puerta y los dos nos levantamos. Mi madre fue a abrir y yo fui al cuarto de baño para que no se viera mi erección.

-Marta, este es Juanjo, un compañero del trabajo. –le presentó al muchacho. Se sentó en la salita a esperarla.

Las dos pasaron al dormitorio y desde el cuarto de baño escuché la conversación.

-Vamos a estar en la discoteca y creo que después me lo follaré en su habitación. Tiene la de aquí al lado. No te preocupes si no aparezco en toda la noche. –le comentó a mi madre.

-Tranquila, pero ten cuidado.

-Vale, que lo paséis bien.

Mi tía salió y se marchó con el chaval. Salí del cuarto de baño y me lancé sobre mi madre para seguir besándola y tocándola. La desnudé rápidamente y ella me quitó la ropa también. Estábamos desnudos sobre la cama. Ella boca arriba abrió las piernas y yo me coloqué en medio. Nuestros genitales se tocaban pero no la penetraba aún. La besaba y uníamos nuestras manos sobre su cabeza. Sus dos enormes pezones rozaban con mi pecho. Sentía el calor de su coño sobre mi polla y yo me movía como follándola.

-Te quiero. –me dijo.

-Y yo a ti.

Comencé a besarle el cuello dándole pequeños mordiscos que la hacían gimotear. Bajé mis manos por sus brazos y empecé a acariciar sus tetas. Bajé mi boca hasta unos de sus pezones y jugué con él. Lo chupaba, le daba con la lengua haciendo círculos en torno a él. Seguí bajando y lamía su vientre. Llegué a los pelitos que indicaban que la raja de su coño estaba próxima. Seguí y con mi lengua separé los labios de su coño para meterla dentro. Sentí que estaba húmedo. Ella gemía. Busqué su clítoris y lo chupé.

-Métemela, por favor. –mi madre no aguantó mucho tiempo. –Quiero que me folles.

Acerqué mi polla a su coño y ella la cogió con una mano y la guió a su vagina. Sentí el calor de su coño y empujé para metérsela. Poco a poco la fui penetrando hasta tenerla toda dentro. La empecé a besar a la vez que movía las caderas para penetrarla. Ella gemía. Estaba muy excitada. Me abrazó fuertemente y sentí que se iba a correr. Aumenté la velocidad de las penetraciones y se corrió entre gemidos de placer.

-Túmbate. –me pidió.

Me recosté boca arriba y ella se subió encima. Comenzó a cabalgarme. Agarré su culo y chupaba sus tetas. Mi madre se paró en seco.

-¿Qué te pasa Marta?

-He escuchado una puerta. –se levantó para ir a ver que podía ser. –Ven, creo que es tu tía con el Juanjo en la habitación de al lado.

Nos acercamos a la puerta que comunicaba las dos habitaciones. Probé a abrir la puerta girando el pomo. Empujé un poco y la puerta se abrió. Me excité muchísimo. Empujamos un poco más y justo al lado de la puerta estaba el ropero con unos espejos en las puertas, como en nuestra habitación. Reflejados veíamos a mi tía tirada en la cama, aún vestida, con el tío subido besándola y tocándola. Todo estaba oscuro salvo por la poca luz que entraba por la ventana. Él se levantó y encendió la lámpara de la mesita y se desnudó. Al tío se le marcaban los músculos pues tendría unos treinta años. Su polla, que no estaba erecta, era bastante grande.

Ella se levantó y se desnudó. Podíamos verla de espalda. Era más alta que el. Su culo era grande. Se giró para soltar la ropa y tenía las tetas algo pequeñas, pero bien filmes. Él se acostó boca arriba y ella se arrodilló a la altura de su polla, la cogió con una mano y comenzó a masturbarlo. Al momento le mamaba la polla la cual había tomado unas dimensiones impresionantes, tanto de larga como de ancha.

Los dos seguíamos espiando a mi tía mientras se follaba al tipo aquel. Pili se subió al tío y se metió su polla. Se fue sentando despacio para que le fuera entrando toda. A los pocos minutos estaba cabalgando como una loca entre chillidos y gemidos. Cuando ella se corrió, él la puso a cuatro patas en el filo de la cama, justo enfrente del espejo del ropero. Se colocó detrás y con la polla en una mano buscó el coño con su punta. Empujó y la metió toda dentro.

Desde donde estábamos podíamos ver perfectamente el coño de Pili y como la polla de él le entraba y salía. Pili gritaba por el placer y él gemía también. Al momento se la sacó la hizo arrodillarse y se la ofreció para que se la chupara. Ella la mamó hasta que él se corrió en su cara.

Cerramos la puerta con mucho cuidado y corrimos a la habitación. Los dos estábamos muy excitados. Puse a mi madre a cuatro patas y se la metí. Ella se corrió rápidamente y yo con ella, llenándola con mi leche. Nos acostamos juntos y podíamos escuchar como mi tía follaba con Juanjo unas cuantas veces más. A eso de las cuatro parecía que habían parado. Me fui a mi cama y poco tiempo después Pili llamo a la puerta para entrar. Le abrió mi madre y la miré al entrar con disimulo, como si estuviera dormido, ya no me parecía la misma Pili.

A la mañana siguiente mi madre y mi tía fueron de compras. Yo me quedé en la cama pues estaba todavía cansado del día anterior (y de la noche). A la hora del almuerzo me llamaron desde recepción para que bajara a comer. Fuimos al restaurante y allí nos esperaba Juanjo. Nos sentamos en una mesa los cuatro. Comimos y charlamos. Después por la tarde mi madre y yo nos fuimos a la piscina del hotel para pasar el rato nadando. Mi tía se marchó con el otro a dar una vuelta por la ciudad.

Sobre las siete de la tarde nos volvimos a la habitación, nos duchamos juntos mi madre y yo y descansamos un poco. Mi tía llegó a eso de la nueve. Saludo y se duchó. Sobre las diez y medias nos fuimos, recogimos a Juanjo en la habitación de al lado y nos fuimos los cuatro a un restaurante. Después de comer volvimos al hotel y Pili y Juanjo se iban a despedir.

-Venid a la habitación, charlamos y tomamos unas copas. –dijo mi madre y aquello me sonó raro.

-Vale, -dijo Juanjo –subid ustedes que ahora vamos Pili y yo, tengo que hacer una llamada.

Cogimos el ascensor y no pude aguantar mucho más.

-¿Por qué has invitado a los dos a la habitación? ¿Es que no quieres nada esta noche conmigo? –le pregunté y ella me respondió con otra pregunta.

-¿No te gustaría follar conmigo y con tu tía? –me quedé perplejo –Sólo tendrás que compartirnos con Juanjo. Esta mañana hemos hablado tu tía y yo y le conté lo que vimos anoche y lo nuestro... y no le pareció mal que hiciéramos una pequeña orgía esta noche. Supuse que no te importaría.

-No... no me importa. –dude un poco.

-Cuando vi anoche a Juanjo no sé por qué me excité... me puso caliente y quería follar con él. ¿No te importa? –me dijo como pidiendo permiso.

-Que va, para nada. Quiero que disfrute todo lo que puedas. –le dije y la besé en la boca.

Media hora después llegaron Pili y Juanjo. Se sentaron en el sillón con nosotros. Mi madre puso unas copas y comenzamos a charlar y beber.

-Bueno, pues como empezamos. –dijo mi madre. –Yo nunca he estado en una orgía.

-Pues por ejemplo yo me levanto y me saco la polla –se saco aquel aparato descomunal –y ustedes me la chupáis para que tu hijo te vea. –Juanjo pensaba que era la primera vez que iba a follar con mi madre y vi que eso le excito mucho a ella.

La polla de él tendría unos veinte centímetros de larga, pero lo realmente fuerte era que era más gorda que la mía y seguro que eso ponía a mi madre a cien. Pili fue la primera que la agarró y la masturbó. Mi madre alargó la mano y le cogió los testículos. Juanjo sonreía y les acariciaba el pelo.

-Ves como me la van a chupar tu madre y tu tía. –me dijo.

Pili abrió la boca y empezó a chupársela. Mi madre comenzó a lamer los testículos. Me levanté y saqué mi polla y se la ofrecí a mi madre. Dejó los huevos del otro y se dedicó a lamer mi polla. La cogí, la levanté y me la llevé a la cama. Junto a una de las camas comencé a besarla y a desnudarla. Para aquella noche se había puesto un sujetador de encajes blanco con un porta ligas y unas medias blancas. Miré lo excitante que estaba y la tumbé en la cama. Me desnudé totalmente y me acosté a su lado.

Entraron Juanjo y Pili y se fueron a la otra cama. Mi tía me miró pues nunca había visto a su hermana haciendo el amor, pero menos con su hijo. Juanjo la empezó a desnudar y ella no nos quitaba ojo. Llevaba otro conjunto de lencería sexy parecido al de mi madre pero en color negro. Estaba imponente.

Mi madre estaba de rodillas sobre mí y me chupaba la polla. Se la tragaba entera. Aparté sus bragas y metí un dedo, su coño estaba totalmente mojado. Le quité las bragas y la moví hasta que tenía su coño a la altura de mi boca. Estábamos haciendo un sesenta y nueve.

En la otra cama Juanjo le había quitado las bragas a Pili y la tenía boca arriba con las piernas abiertas. Su coño era peludo. Él apartó los pelos y abrió los labios del coño para comérselo.

Mi madre se abrió de piernas y se metió mi polla dentro de su coño. Estaba muy caliente al ver como Juanjo le comía el coño a Pili.

-Unamos las camas. –dije y todos aceptaron.

-No moveros. –dijo Juanjo y ellos dos se levantaron, quitaron la mesita de en medio y unieron las dos camas.

Mi madre me montaba y Juanjo la empezó a besar en la boca. Pili se acercó a mí para besarme y le ofreció su culo al otro. Mi madre cogió la polla de Juanjo y la empezó a masturbar. Él abrió el coño de mi tía y mi madre le dirigió la polla. Empujó y mi tía gimió al sentir entrar la gran polla. Yo sentía como mi madre se excitaba y cabalgaba sobre mí. Le busqué las pequeñas tetas a mi tía y comencé a lamérselas. Estábamos en la gloria.

Mi madre se saco mi polla y separó a Juanjo de Pili. Se agachó y le mamó la polla llena de los flujos de su hermana. Mi tía se movió y se metió mi polla en su coño para follarme mientras yo seguía chupando sus tetas. Agarré su hermoso culo y lo sobaba mientras me follaba. Mi madre se puso delante de Juanjo y le ofreció su coño a cuatro patas. Él se aproximó por detrás y comenzó a penetrarla poco a poco. Yo miraba como el tío empujaba en el culo de mi madre para que le entrara la polla hasta el fondo y como mi madre gemía de gusto. Miré a mi tía que gemía metiéndose mi polla y a los pocos minutos se corrió. Bajé a mi tía de mí y la puse boca arriba con las piernas abiertas en la cama.

-Toma, métela ahora aquí. –le dije a Juanjo.

Él sacó la polla de mi madre y se dirigió al coño de Pili. Cuando la clavó, ésta gimió. Yo me puse detrás de mi madre para follarla. Ella se volvió y me chupó la polla. Se tumbo boca arriba y la penetré. Empecé a sentir que se corría y la follé más rápido. A los pocos minutos daba gemidos y gritos de placer. Me abrazó y me habló al oído.

-Mira, tu tía esta cabalgando a Juanjo. –miré y Pili estaba montando al otro. –Tengo un poco de vaselina. Pon un poco en tu polla y métesela por el culo, a ella le gustará.

Tomé un poco de vaselina y me la untó mi madre en la polla. Con un dedo tomé un poco más y toqué el culo de Pili. Busque su ano y le unté la vaselina. Pili se paró esperando que la penetrara. Mi madre tomó mi polla y la llevó a su agujero. Empecé a empujar y Pili daba gritos de dolor.

-Despacio, por favor. –me pedía.

Empujé un poco más y entró mi glande. Esperé un poco para que su esfínter se acostumbrara al grosor de mi polla. Empujé otro poco y fui entrando en el culo de aquella mujer. Cuando hubo entrado todo, sincronizamos los tres el movimiento y follábamos. Mi madre me besaba y tocaba mi culo y mis testículos y parecía que ya no le hacía más caso a Juanjo. Aceleramos el ritmo de la follada y mi tía se empezó a correr con nuestras pollas dentro.

Mi madre se puso a cuatro patas al lado nuestra y me llamó para que la mirase. Tenía el bote de vaselina en la mano y se estaba untando su culo con ella.

-Ese culo me lo quiero follar yo. –dijo Juanjo debajo de mi tía.

-Y una mierda, este agujero virgen es para mi hijo. –le contestó mi madre.

El tío se quedó cortado pero siguió follando a mi tía hasta que se empezó a correr. Los dos se quedaron parados descansando. Yo saqué la polla del culo de Pili y me dirigí al de mi madre.

-Ten mucho tacto, es la primera vez que me dan por el culo. –me dijo mi madre.

-Si no quieres no te doy. –le contesté.

-Quiero probarlo.

Se puso boca abajo y con una almohada bajo el vientre para levantar su culo. Me acomodé encima de ella y dirigí mi polla a donde debía estar su culo. Empujé y un pequeño chillido de ella me indicó que estaba en el lugar. Seguí empujando y ella gruñía.

-¿No te gusta? –le pregunté

-Duele un poco.

-Pues yo prefiero el coño. –le dije y saqué la polla lo poco que había entrado y moviéndola, busqué su coño.

Empujé y sentí que mi polla abría sus labios y entraba en su vagina. La penetraba con gusto y la mordía en la nuca para excitarla. Ella se retorcía de placer y me pedía que la penetrara más. Empecé a acelerar mis penetraciones y ella gemía más aún, le mordí en el cuello y sentí como empezaba a correrse. Seguí follándola hasta que sentí que me iba a correr. Solté mi descarga de leche en su vagina y esperé que saliera toda para tumbarme a su lado y descansar.

Los otros dos estaban viéndonos follar y mi tía nos preguntó.

-¿Ustedes lleváis mucho tiempo follando?

Mi madre y yo nos reímos y nos besamos. –Y lo que nos queda Pili. – dijo mi madre y nos acostamos los cuatro para dormir.

Por la mañana el tipo se fue y se despidió de nosotros porque se marchaba a las tres de la tarde para España. Nosotros tres ya andábamos medios desnudos por la habitación y lo mismo me comía el coño de mi madre que el de mi tía. Los restantes días fueron geniales, pero ya lo contaré... si queréis.