Mili y el abuelo
Un vejete muy caliente consigue follarse a la niñera de sus nietos.
Milagros es una chica bastante bella, de piel blanca, finos rasgos, ojos marrones y cabellos castaños, de unos 1.68 mts., delgada, siempre hacía deporte, pues por ello la hermosura de su cuerpo esbelto, pequeña cintura, marcadas caderas, redondos senos, bellas piernas con formados muslos y delineadas pantorrillas. Vivía al norte de la capital en un pueblo caluroso y acogedor, por ese entonces tenía 19 años y hace unos meses que estaba de novia con Ronald, un chico del pueblo y de 23 años.
Por esas cosas del destino, Milagros tuvo que viajar a la capital a conseguir empleo, las cosas en su país estaban difíciles y la recesión económica hacia que la mayoría de la gente de pueblo, buscara destinos en la capital, así fue como Milagros, en contra de su voluntad abandona su pueblo, al llegar a la capital solo pudo conseguir trabajar como sirvienta en un barrio tranquilo. Pensó que tal vez en ese empleo podría ahorrar algo y estudiar algo próximamente. Allí se encargaba más que todo a cuidar a los dos niños de una joven pareja.
Al frente de la casa donde Milagros trabajaba vivía Don Emilio, con sus hijos y tres nietos. Don Emilio estaba por los 66 años de edad, era de estatura normal, su cabello estaba totalmente blanco, pero aún sus deseos sexuales estaban latentes, hace mucho que no tenía relaciones, pues enviudo hace como seis años pero nunca perdía oportunidad de mirar un buen culo o puntear alguno cuando iba en el autobús.
Cuando don Emilio vio a Milagros por primera vez, no pudo evitar la erección, la señora de la casa le había asignado un uniforme azul marino, era algo entallado al cuerpo, no era muy corto, le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas, pero dejaban apreciar la excelente forma de sus piernas y su quebrado culito. Más fue la emoción de don Emilio cuando la vio entrar en la casa de enfrente, pensaba en que iba tener ese bombón muy cerca y se deleitaría mirando esas bellas curvas que lo pusieron a mil.
Unos días después, don Emilio salió a un cercano parque con sus tres nietos, allí mismo se encontraba Milagros con los dos niños que cuidaba, mientras los niños jugaban correteando por el parque, Milagros permanecía sentada en una banca sin dejar de observar a los niños, al verla don Emilio a Milagros, nuevamente sus ojos se llenaron de vicio al ver las piernas de Milagros cruzadas y con la tela del uniforme algo levantada, Mili observó al viejito pero como era una chica bastante sana en sus pensamientos pensó que se trataba de un indefenso anciano que la miraba cariñosamente.
Allí permaneció don Emilio observando a cierta distancia los bellos muslos de Mili y sus formados pechos, luego de un rato los nietos de don Emilio estaban jugando con los niños que Mili cuidaba, entonces don Emilio pensó en no perder el tiempo y se acercó a ella.
- Buenas tardes linda, puedo sentarme, le dijo. Mili subió la mirada y sonriendo le dijo que si
- Si, claro señor, le dijo con su tierna voz y arrimándose a un lado de la banca
- ¿Te gustan los niños eh?
- Si, son lindos, le contestó Mili Por la cabeza de Mili no pasaba ninguna idea mala, solo la de un viejito que le hacia recordar a su abuelo. En cambio Don Emilio se encontraba con la polla al tope al ver esos lindos ojos, ese bello rostro de Mili y su excelente figura. Conversaron toda la tarde, se conocieron sin que Mili se de cuenta del morbo de Don Elmilio, hasta le platicó de Ronald, su novio.
Al día siguiente don Emilio estaba muy temprano regando las plantas de su jardín, cuando ve a Milagros salir de la casa de enfrente con unos pantaloncitos cortos de licra ajustados dejando ver la excelente forma de su parado culo, con una vincha amarrada en la frente saliendo a trotar como todos los días lo hacía Mili, lo saludo con una bella sonrisa y Don Emilio se puso a mil al admirar como se alejaban esas perfectas nalgas que se moría por tocar.
Muchos días más se encontraron en el parque, don Emilio deseaba a Mili cada vez más, mientras ella cada vez le tenía más afecto y confianza por pensar que se trataba de un bello y tierno anciano.
Un día don Emilio decidió apagar el fuego que llevaba por dentro y hacerse justicia por los varios meses que esta chuleta lo tenía calientote. Un día convenció a uno de sus nietos a que invitaran a los chicos de la casa de enfrente a jugar a su casa, nuevamente el encuentro fue en el parque y los chicos le pedían a Milagros que por favor los llevara a casa de sus amiguitos, entonces don Emilio terminó por convencerla, al llegar los niños jugaban en el cuarto, mientras tanto don Emilio llevó a Mili hasta la sala, en casa no se encontraba nadie, don Emilio ofreció algo de tomar a Mili y esta le dijo que una limonada estaba bien, conversaron por varios minutos, luego de un rato don Emilio sacó un exótico trago que le habían regalado de la selva peruana y que a cualquiera ponía a full, le explicó a Mili que se trataba de un delicioso trago dulce y trataba de convencerla a tomar, Mili al comienzo no aceptaba pues nunca se había embriagado, pero al final cedió, efectivamente era un delicioso trago dulce, que se lo terminó de dos sorbos, aceptó un segundo trago más, parecía un delicioso y suave trago que pasaba sin ninguna dificultad, aceptó otro más y otro y otro y otro. De un momento a otro Mili se encontraba ebria, nunca antes lo había estado, y ya se sabe que cualquier cosa puede pasar cuando uno se embriaga por primera vez. También don Emilio lo sabía, en eso Mili empezaba a hablar más sinceramente, le confesaba a don Emilio que extrañaba mucho a Ronald que pronto él llegaría a la capital a visitarla, le confesó que extrañaba tener relaciones con su novio y que perdió la virginidad con él a los 18 y nunca tuvo otro hombre más.
Don Emilio le decía cosas lindas al oído, entonces ella lo abrazaba, le decía que era un abuelo lindo, entonces don Emilio se abalanzó hacia ella y le dio un apasionado beso en los labios, Mili se dejaba, pues se encontraba fuera de si por los tragos, al ver que Mili no ponía resistencia alguna sino más bien parecía que le gustaba, don Emilio toco esos bellos muslos que lo tenían loco, los acaricio y subió su mano hasta llegar a descubrir sus braguitas blancas, acaricio el chocho de Mili por varios segundos cosa que la hizo gemir y a besarlo con más fuerza, entonces don Emilio la tomó en sus brazos y se la llevó a su habitación, cerró la puerta con llave y aquí empezaría lo mejor del relato.
Don Emilio tendió a Mili sobre su cama, lo primero que hizo fue levantarle el vestido y besar esas bellas piernas, desde los pies hasta los muslos, en su mente decia "que bellas piernas" y las besaba y mordía con más intensidad, las saboreaba con su lengua, desabotonó los botones delanteros, quitó todo el vestido, desabotonó la parte de atrás del sujetador de Mili y al fin quedaron a su vista esos hermosos senos redondos y muy bien formados, los chupó y mordió como un muerto de hambre, allí mismo tumbado encima de Mili, le bajó las bragas e introdujo un dedo en su coño, que rico se sentía mientras Mili solo gemía quejándose, allí estuvo varios minutos jugando con el dedo en el jugoso coño de Mili, a la vez que chupaba sus senos, instantes después y cuando su polla estaba full, abrió más las piernas de Mili, y le introdujo de un solo golpe la polla, cosa que Mili reaccionó con interminables gritos de placer, allí empezó don Emilio como en sus buenos tiempos a montársela, totalmente fogoso se la metía y sacaba a un ritmo muy acelerado y sin perder la erección, nunca se la habían tirado a Mili de esa forma, lo estaba gozando como nunca, tuvo un orgasmo espectacular, entonces Don Emilio paró pues sintió venirse también, allí mismo puso a Mili en cuatro patas, se colocó detrás de ella y empezó a empujarle la polla en su diminuto agujero, entonces Mili empezó a llorar, nunca se lo habían hecho por el culo, don Emilio se prendió de sus caderas y a buen ritmo metía y sacaba su polla, hasta que entro por completo, Mili sentía que su culito se partía en dos y no paraba de gritar, sus ojos se llenaron de lágrimas pero don Emilio no tenía ni la más mínima intensión de parar, con su polla a full, siguió prendido de sus caderas tomándose a Mili por el culo, hasta llenarlo con sus espermas que se mezclaban con la sangre virginal del culo de Mili, fue espectacular el polvo que se acababa de echar don Emilio, Mili siguió tumbada recuperándose del dolor de su culito. Minutos después Mili volvió en si pues el efecto del alcohol ya se había ido, no podía creer lo que había ocurrido, se sintió muy mal en ese momento, al verse envuelta en la cama de un anciano al que nunca imaginó follándosela. Don Emilio trato de ser cariñoso pero esta zafo, se vistió, buscó a los niños y se fue. Mili se moría de vergüenza, a los dos días de éstos hechos renuncio a su trabajo.