Milf...escritora...casada...putita ...de viaje
Necesito contar lo que me pasa... estaba en una duda y creo que la iré resolviendo. Muchas gracias por vuestras opiniones y comentarios
MILF...ESCRITORA...CASADA... PUTITA ... DE VIAJE.
Paramos en el Atalaya a desayunar. Habíamos salido muy temprano de casa. Estaba feliz, íbamos a Mar del Plata a pagar la carpa en el balneario y ver como está la casa que solemos alquilar para pasar el verano. Lo podíamos haber hecho desde Buenos Aires pero era una oportunidad de estar los dos solos después de los encierros del COVID. Un viaje muy corto pero una ventana de aire fresco.
Yo había manejado desde casa hasta el parador. Habíamos comido unas media lunas con café con leche, tocaba echar nafta y tirar hasta nuestro destino. Era el turno de conducir de mi marido. El coche ya había entrado en calor, así que al montar me había quitado el pullover quedando con la camisa. Fue un rayo, vi los ojos del hombre que limpiaba el vidrio delantero mientras se llenaba el depósito. Era una mirada llena de hambre, no me había dado cuenta pero tenía un par de botones abiertos, se me veía el canalillo y además mis pezones se marcaban en el algodón de la blusa , enfatizados por el cinturón de seguridad que me los resaltaba. Sonreí como una buena y mala chica, él joven pasaba lentamente las bayetas por el cristal, era una acariciarme las tetas hasta que imprimió un ritmo rápido como del final de un polvo. Cuando el surtidor avisó que el tanque estaba lleno, el hombre no tuvo más remedio que dejar de devorarme para cerrar y cobrar. Me di cuenta que tenía una enorme erección. Mi marido pagó y volvimos a la ruta.
El camino estallaba de primavera cuando más nos alejábamos de Chascomús e iba desapareciendo la urbanización y el campo se llenaba de verde, charcas, lagunas, vacas y a veces hasta algunos caballos cuando volvíamos a estar cerca de alguna casa. Yo iba caliente, mi marido de vez en cuando me echaba una mirada a las tetas.
Ya hay cigüeñas- me dijo cuando pasaron ante nosotros tres de esas aves.
Y como siempre aves de presa- le añadí- Es un placer manejar por esta ruta, mas ahora que hay poco tráfico y vamos los dos solos oyendo a Sabina.
Mi marido pone pinchos de música cuando vamos solos, dice que así disfruta más conduciendo. Tiene mucho Sabina, hemos ido a todos sus recitales en Buenos Aires desde que nos conocimos, pero también entremezclados hay tangos, algunos de la “ gata Varela” que me inspiró para ponerme el seudónimo de escritora de TR.
Y a ti te gusta tocarte en el viaje si vamos solos. ¿Te apetece?
Sí. Me pasa como ahora, al dejar a la familia. Me ocurre en este camino, me calienta pensar que tenemos tiempo para ser pareja apasionada y sin cariños que revolotean alrededor.
Y encima lo cuentas ..la última vez en un relato en que no era acá pero es lo que sueles hacer aquí...putita.
Me conoce muy bien y sabe que hay palabras que en ciertas situaciones actúan como la cuenta atrás del disparo de un misil. Y era lo que estaba haciendo, empujándome a jugar.
¿ Querés que me toque mientras vamos a Mardel?
Sé que te está apeteciendo desde el calentón del chico de la gasolinera. Tienes tiempo, no voy a parar así que puedes hacerte unos deditos...gatita.
El putita, gatita era como comenzar a lanzarme. Respiré hondo y me dispuse a disfrutar. Me abrí el pantalón, mis mano me acarició el vientre y busqué bajo la vedetina mi clítoris. Me esperaba ansioso. Mis dedos le acariciaron lentamente, tenía tiempo.
Vos ¿crees que soy una enferma por gustarme tanto...coger?.
Lo que te pasa es que eres una mezcla de vividora y exhibicionista. Y encima te gusta contar cuentos.
El placer de la masturbación me iba invadiendo. El hablar distendida de mis aficiones hacía que me fuera entrando un calorcito muy rico por todo el cuerpo.
- Mucho de lo que escribo es real, lo sabes, y no te importa que la gente sepa cómo soy y las cosas que hago o me gustan.
Pensé que gracias a ser prevenida me había puesto el carefree que absorbería mis flujos vaginales sin llegar a manchar el pantalón. En el cielo azul se movían algunas nubes blancas como acompañándonos en el camino hacia el mar.
Todo empezó en España...como un escape, una distracción de mamá joven... que pasaba horas sola.
Y a vos te gustó y te excitaba lo que contaba que mis fantasías y mis recuerdos. Me encanta hacerme pajas y saber que a ti te pone lo que escribo.
Sacas la putita que tienen todas las mujeres. Me divierte y me calienta saber lo zorra que eres. Conocer tus secretos, lo que quieres que hagamos.
Seguía masturbándome lentamente. Mi marido había cambiado la música, los boleros, el jazz y el Caribe iban sonando y marcando el ritmo de mis dedos en el clítoris.
Y saber que excito a los hombres, que soy una mujer apetecible, te calienta. Te saca lo que tienes de macho , de posesivo. Te gusta saber que me toco muchas veces cuando escribo y saco al aire mis deseos y que hay lectores que se masturban leyéndome.
A todos nos gusta que la puta más apetitosa sea nuestra. Y tú juegas a serlo. Cuando vamos con amigos eres una invitación a que te follen, sobre todo con algunos. Luego vuelves encelada a follar en casa. Y si has bebido un poco sacas la guarra que eres.
. ¿ Soy muy guarra?...Uuuhmmm...¡que linda esta pajita!
- Nena, disfruta, como la putorrona que eres
Nos callamos, yo me concentré en tocarme, en seguir el rito de la música con la caricia, disfrutar de esa nirvana de la masturbación sin prisas en que dejas volar la imaginación y paseas por el séptimo cielo. Encima el paisaje verde, lleno de vida que tenía ante mis ojos, ayudaba en el vuelo largo del placer. De vez en cuando mi marido me tocaba el muslo con su manaza, y echaba una ojeada a mi cuerpo que vibraba lentamente de lascivia relajada. Yo de vez en cuando lanzaba un leve gemido.
Llevaba casi dos horas tocándome, estábamos llegando a Cobo, volvía a haber tejido urbano, y encima se escuchaba : “ son tus perjúmenes mujer los que me sublibeyan ...tus pechos cantaros de miel..” y con el ritmo dulzón del cantante nicaragüense aceleré la caricia y acabé con una ráfaga de OOOHHHH....OOOOHHHHH-
Me cerré el pantalón, suspiré de lo más profundo, sonreí a mi chico y muy mimosa le dije:
Me he quedado nueva. Uauu. ¡ Qué bueno es hacerse pajas!
Y más con espectador...gatita.
Enseguida pagaré mi penitencia.
No quedaba mucho, llegamos a Mar del Plata, entramos por el camino que recorre la costa, nos encanta la visión de mar y las playas, el oleaje con su espuma. Aparcamos , bajamos la maleta y le dejamos que llevaran el coche al aparcamiento. Nos dieron la llave de la habitación y subimos.
Era un cuarto con cama grande que daba al mar. Mi marido dejo la maleta en el suelo y se volvió para mirarme. Yo me estaba quitando la blusa y el corpiño calado dejando al aire mis tetas. Fui hacia él, me arrodillé y le solté el cinturón, le abrí el pantalón, tiré para que cayera con el bóxer y ante mis ojos quedó su polla deliciosa, dura, esperando mi mamada. La agarré con la derecha, me la metí en la boca, con mis labios la apreté moviendo la cabeza y levantando mis ojos para que supiera que era suya. La saqué y la lamí como si fuera un helado, paladeando la. Sabía que no iba a aguantar mucho más, así que volví a metérmela dentro y jugar con labios y lengua hasta que soltó su carga de semen. Lo tragué golosa. Luego relamí su verga hasta dejarla limpia. Me levanté, le besé dejando que catara el sabor de su leche , le sonrei satisfecha y le dije mimosa:
¿ Por donde empezamos los deberes?
Primero la carpa y luego la casa. En medio o al final comemos y luego vemos qué hacemos.
Yo volví a ponerme el sujetador y la camisa mientras él se subía los calzoncillos y los pantalones. Satisfechos bajamos y montamos en el auto.
Primera parada el balneario, entramos en las oficinas, saludamos a la encargada, sin besos por el Covid, pero con cariño y pagamos la carpa. Pregunté quienes habían encargado ya la temporada , estaban los de siempre, entre ellos la familia que me había inspirado la serie de “La tía Rosita” y también mis mirones habituales. Explicamos que mis suegros y mi cuñada no se sabía si vendrían , que de hacerlo alquilarían una sombrilla. Despedida cariñosa y a ver la casa de vacaciones.
Estaba la dueña que, como siempre, miró a mi marido con hambre. Es una cincuentona guapa, atractiva, rubia teñida, de tetas operadas, con la que no me importaría hacer un trío, pero que liaría la situación familiar, y es algo que no valía la pena. Dicho eso, dejé que mi esposo coqueteara con ella, que los abrazos y besos fueran casi de antes de la pandemia. A todas nos gusta que nuestro chico esté en el mercado. Cuando pagamos en cash y adelantado, casi se volvió loca de alegría y los cariños fueron mayores, decidí unirme, una no es de piedra, y le dí un pequeño sobe que, todo sea dicho, correspondió con alegría lesbiana, algo que no esperaba. Era hora de irnos a almorzar, se me cruzó la idea de que Lalo pensara en llevarla con nosotros, dado el toqueteo que nos habíamos suministrado, pero él lo tenía claro, le dio un adiós cariñoso y me llevó al coche.
Esa anda buscando guerra, pero...
Donde tengas la olla no pongas la polla, vos decís.
Y me apetece comer pescado rico y seguro que no le va. - añadió con una sonrisa de macho alfa.
Nos acercamos hacia el puerto, bajé a ver si había mesa en Lo de Fran, quedaba una y la pedí, salí le dije a mi chico que aparcara y me senté esperándole. Llegó e hicimos la comanda: langostinos y merluza con un Chardonay fresquito. El vino y comer tranquilos mirándonos como lo que somos: una pareja de vida me hizo entrar en un tema que me daba vueltas: Yo, la gata colorada, hecha un lio conmigo misma como escritora porno, me habían bajado los lectores, no debía acertar con los temas, o el estilo...
Largué toda esa historia mientras daba cuenta de unos langostinos deliciosos y bebía un blanco frío que me hacía más habladora. Mi hombre me miraba con un sonrisa, bebía menos que yo (manejaba él) , y me tomaba de la mano de vez en cuando en plan cómplice. Me dejaba soltar mi rollo, como sabe hacer, hasta que no tuve más que decir, ya había empezado con la merluza con verduras y acabado el tercer vaso de vino.
- Elena, lo que te pasa es normal ...- y comenzó a hablar él.
Puso ante mí que llevaba escribiendo porno catorce años, que había publicado mas de 280 relatos, que me habían leído mas de ocho millones de personas, que había tenido parones en la escritura, que no era la primera vez que me encontraba seca de historias ( ahí hizo un comentario jocoso de que seguía con el coño mojado) y que además habíamos pasado una pandemia de mierda, con encierro, sin apenas relaciones, como presos, que eso me influía. Que no era superwoman, que si no me daba cuenta que por eso me salía un lado de sumisa que no era yo, que yo era un tía animada, más mandona que mandada.
Para entonces habíamos acabado la merluza, yo otros dos vasos, él solo uno, me miraba devorador, yo me había esponjado ( un pelo borrachilla) , paró y pidió de postre unos helados, apenas se marchó el camarero añadió:
- ¿Cuantas personas se excitan contigo y han participado y participan en tus historias?
Pensé en mis últimos relatos con un narrador dándome caña , caliente y calentándome, como imaginaba le pasaba a él conmigo.
- ¿ Cuantas contadoras eróticas tienen una novela dedicada con su nombre?.
Me estiré orgullosa, era verdad, un buen escritor ha publicado una novela preciosa conmigo de protagonista. Trajeron los helados, tomé la primera cucharada y lo lamí como si fuera un cipote de hombre. Sonreí a mi marido. Me miraba como él sabe, con mimo, con lujuria , con humor. Yo estaba cada vez mejor, comiendo el helado y viendo mi problema desde otra perspectiva.
- Y además, tienes 45 años, dos hijos, una amante, un marido y estás más buena que un pan. Para romperte a polvos. Disfruta y haz lo que que quieras.
Me mordí el labio sonriéndole, le dije que pidiera los cafés y me levanté camino de los aseos. Cerré, me quité la camisa, me solté el corpiño, me lo saqué, lo guardé en la cartera, volví a ponerme la blusa, me dejé tres botones sueltos. Salí del baño, me miré en el espejo, era una bomba mostrando canalillo. Orgullosa volví con mi macho.
- ¿Sabes que te quiero?- le dije contenta, al tiempo que respiraba hondo para que viera mi pechuga poderosa me tomaba el café prácticamente de una vez. Deseaba volver a estar a solas con mi hombre.
Vino el camarero, se quedó flipado con mi delantera que se exhibía orgullosa, mi marido pidió la cuenta y dos chupitos de grapa. Me di cuenta que quería jugar conmigo, dejando que me recalentase. Y me pasó. Los pezones empezaron a ponerse tiesos. El mozo trajo las grapas y la cuenta, sus ojos se comieron mis tetas, yo me puse más cachonda.
Por mi chica, guapa, seductora, vital y cuenta cuentos que me tiene loco- dijo mi marido chocando las copitas del licor.
Y al camarero- añadió con ironía.
Bebimos la grapa en dos tragos, sentí el calor que quemaba la garganta, llegó el camarero con la cuenta, no podía deja de devorar mis pechos,estos respondían con los pezones como piedras, mi marido sonreía divertido por la situación, se entretuvo en comprobar la factura, al joven se le estaba poniendo la polla dura, yo me daba cuenta, y estaba más y más cachonda, mi hombre pagó en efectivo. Nos levantamos y fuimos hacia la puerta, mi modo de andar era insinuante, voluptuoso , de hembra buscona y encelada.
Fuimos hacia el coche, yo me apoyaba en mi marido haciendo que mis tetas se apretaran contra su brazo. Quería ir al hotel a hacer el amor, pero mi marido quería jugar más conmigo, por eso apenas nos montamos en el coche y yo me puse en cinturón de modo que mis lolas quedaran de exhibición, me largó con una sonrisa de fauno malvado.
- Ya sabes que me encanta ir al faro del puerto y de camino a los lobos marinos de la reserva, va a llover, así que aprovechemos ahora ,que luego no va se va a poder ir.
No podía decir que no, así que reconsideré la situación. Si llovía, algo casi seguro, teníamos mucho mucho tiempo en el hotel para coger y en la visita turística, yo podía jugar a ponerle cachondo, como un toro en celo.
- Sabes que es una visita que me gusta mucho y además es para nosotros un encontrarnos en Mar del Plata. Lo único que no nos mojemos mucho, si llueve. No llevo corpiño y puedo dar un show de camisa mojada.
Ya había lanzado el mensaje, iba a dar un poco de espectáculo en la vuelta al hotel. Atravesamos el puerto camino del faro, la carretera bacheada hacía que mis senos saltaran alegres. Mi chico los miraba por el espejo devorándolos , eso sin dejar de tener cuidado de no atropellar a nadie aunque había poca gente.
Llegamos hasta el final , a la rotonda bajo el Cristo, aparcó y bajamos. Había descendido la temperatura. Me acerqué al borde del resguardo en la zona que da al mar abierto, la marea era fuerte y el agua saltaba hasta donde estábamos parados. Un par de olas nos salpicaron mojándonos un poco. Lo suficiente para que mi blusa se quedara húmeda , pegada a mis pechos y trasparentando las areolas y los pezones . Me acurruqué contra mi marido. Era hermosa la vista, tenía fuerza salvaje del mar embravecido. Me pasó el brazo por el hombro y me apretó mimoso contra su cuerpo. Son esos arranques de ternura los que me esponjan de amor. Giré la cabeza para besarle. Abrazados fuimos a la parte interior del dique, solo había un par de pescadores en las rocas por la amenaza de lluvia. A mi marido le gusta ver Mar del Plata desde allí, dice que puede verse la mezcla de ciudad de turismo y de puerto industrial. Fue él, el que me hizo verlo así. Nos quedamos unos minutos disfrutando del panorama, un par de pesqueros volvían a puerto.
Volvimos al coche, al ponerme el cinturón, mis pechos, bajo la blusa ligeramente mojada, eran un monumento al erotismo. Mi hombre sonrió hambriento. Arrancó hasta llegar a la reserva de lobos marinos. Estuvimos un rato apoyados en la barandilla disfrutando de ver aquellas bestias enormes y vagas, algunas se metían en el mar.
Hay pocas, con la marea alta seguro que están en el muelle.
¿ Tu crees que son todo machos?
Eso dicen, si hubiera hembras se pegarían por follarlas.
Volvimos a montar en el auto. Condujo hasta el lateral de muelle, y allí estaban: cinco lobos marinos tumbados en la vereda de la calle, pegados a un par de coches aparcados. Una maravilla que no ocurre siempre pero que se da en invierno con mareas altas.
Nos acercamos a ellos, el peligro es ponerse en su camino hacia el mar, te arrollan si se asustan.
- Tápate un poco las tetas para que te saque unas fotos para mandar a tus hijos y tus padres.
Me puse el pullover sobre los hombros, dejando que las mangas me cubrieran el pecho. Me fotografió jugando con las bestias. Una vez cumplida la obligación familiar, volví a lucir mis pechugas y le dije insinuante:
- ¿ No querés unas fotos de tu zorrita para vos ?
Posé haciendo posturitas eróticas junto a los lobos marinos que se dejaban casi tocar. Empezó a lloviznar. La blusa se mojó más, más se pegó y más se trasparentaron mis tetas. Volvimos al coche y emprendimos el regreso al hotel. Yo me cubrí como había hecho para las fotos familiares hasta entrar en la habitación.
Quedé ante mi marido, parada, con el torso a la vista baja la tela húmeda. Uno enfrente del otro, mirándonos, queriéndonos cargados de deseo. Yo me saqué las botas y empecé a quitarme los pantalones. Él llevaba el camino contrario, comenzó por arriba. Me gusta verle el torso desnudo, está bueno para sus cumplidos cincuenta. Iba más rápido que yo. Se quedó con la polla dura levantando el calzoncillo, yo sólo con la blusa. No nos habíamos dicho nada.
Te quiero...y me gustas...necesito montarte.
Me encanta que me cabalgues...gata .
Abrió la cama, se bajó el bóxer y se tumbó con la pija en alto. Me quedé de pié junto al lecho, me escupí la mano y le agarré la verga, se la fui meneando mientras subía y me colocaba sobre él. La solté, estaba como un mástil, bajé despacio, moví mi concha contra su glande hasta que estuvo en la puerta de entrada y me fui empalando en su erecta virilidad.
Con la polla bien clavada me quité la blusa, no era cosa de agarrar un resfriado, y comencé a hablar. Creo que un placer maravilloso al follar es llevar una conversación mientras jodes. No debes ser pesada, porque se puede perder la pasión y la dureza de pija, pero puedes lograr que el polvo se alargue, se erotice, se haga mas tierno y más intimo y por qué no decirlo un poco más perverso.
De verdad que te divierte que escriba.
Me gusta, me hace ver tus fantasías, tú te calientas cuando lo escribes y cuando lo piensas, así los polvos son mas viciosos.
Yo me movía adelante y atrás bien clavada, me comencé a tocar las tetas. Lalo estaba quieto, quería que el polvo durase.
¿ Crees que soy muy puta?...Y ¿ te va?
Solo eres una mujer que vive, que goza, que se divierte...por eso escribes o escribías. Y a mi me va...algo he debido hacer para que seas así...tan gata.
Llevó las manos a mis senos, me sentía tocada por cuatro manos. Dejé los pechos libres para que jugara con ellos, yo subía y bajaba empalada, deslizándome sobre su tranca dura, echándome un poco hacia atrás para poder tocarme el clítoris.
- Sí ...lo has hecho...yo era una niña buena y vos me has pervertido...¡ malo!...¡ malísimo!... ¡vicioso!...¡degenerado!
Estaba moviéndome arriba y abajo, adelante y atrás, apretando las paredes vaginales, tocándome el botoncito rosado, cada vez más cachonda, gozando más y más.
- Nunca has sido buena... te gusta ser putilla...¡ Qué maciza estás! ..y ¡ Qué bien follas!..¡ YEGUA!...¡ Dale!...
Una mano seguía tocando mis lolas , la otra me dio la primera nalgada, para acelerar mi cabalgada. Y empezó a moverse empujando su verga en mi empapado sexo.
- ¿ Te gusto?....¿ Estoy buena?...¿ Soy una yegua?... UUHHMMM...¡Qué lindo!
Mi macho se movía clavándome su estaca hasta el fondo. Yo sentía como si una ola enorme me fuera a arrasar. La notaba venir. Desde mi sexo un calor me recorría el cuerpo que ardía de placer.
- Eres una joya...me vuelves loco...¡ Zorrrita!...¡Putita!...¡ Así se mueve mi hembra!...¡ Guarrilla!...¡ SIGUE...YEGUAAAA!
Y se vino con todo y yo con él . Me quedé empalada. Su verga seguía dura, descabalgué despacio, no tenía muchas fuerzas, me tumbé buscando con mi boca su polla, la fui limpiando con mi lengua, me deleité con el sabor de nuestras intimidades.
- Ahora me toca a mí.- me susurró mi marido.
Y fue él el que se colocó entre mis muslos para lamer mi concha empapada.
- ¡ Uuhmmm!...sigue...comeme.
Y me comió. Me chupó el coño bien chupado y luego fue a por mi clítoris. Ahí yo ya andaba por el séptimo cielo, en una nebulosa de lascivia maravillosa, donde el orgasmo se hacía eterno, cada vez más largo, más intenso. Mis manos agarraron la cabeza de mi hombre, le dejé bien sujeto, que no dejara de devorarme. Y él lo sabía hacer. Me llevó hasta que no pude más y la terrible explosión me dejó fuera de mí.
Me abrazó, me quedé acurrucada en sus brazos, pegada a su cuerpo, tranquila, feliz, con esa sensación que te inunda cuando te han cogido bien cogida y no puedes mas. Le besuqueé mimosa.
¿ Sabes que cuando estábamos haciendo el amor he sentido como si un maremoto fuera viniendo y yo estaba en la cresta de esa ola y sabía que me iba a ir con todo más allá del fin del mundo?
Mi vida eres una buscadora de imágenes, una cuentacuentos, por eso escribes. No te angusties, no lo tomes como una obligación, disfrútalo si quieres.
Ya lo pensaré.
Descansamos un rato, que uno no tiene veinte años. Luego damos una vuelta, si no llueve mucho y cenamos....
En Alito, con suerte está esa señora tan guapa que nos pone a los dos.
¡ Qué viciosilla eres!
He tardado bastante en escribir esta confesión, me planteaba dejar de publicar, pero creo que me divierte seguir. Tranquila, sin agobios, caliente siempre, esperando que las personas que me lean disfruten.